He dudado si publicar esta síntesis de lo ocurrido en la Iglesia de Chile, por lo mucho publicado aquí sobre el tema. Me he decidido al fin porque la escribe un profesor de teología “en el cargo” y porque lo plantea, si n poner paños calientes, como un modelo y precedente de lo que hay que hacer en otras muchas Iglesias. AD.
“Llagada” y encenagada en una “cultura de abusos sexuales y de encubrimientos”. Así, rotundo y sin componendas, lo reconoce y denuncia el Papa Francisco en una carta escrita a la Iglesia de Chile y de la que se ha tenido conocimiento a finales del pasado mes de mayo. Es el anteúltimo de los movimientos propiciados por el sucesor de Pedro desde que en su viaje a esta Iglesia latinoamericana respondiera, de manera desabrida y nada amable, a una periodista que le preguntó sobre si tenía algo que decir acerca del obispo de Osorno, acusado de encubrir los abusos del cura F. Karadima: lo aportado hasta ahora, sostuvo en aquella ocasión, es “todo calumnia”: Cuando haya pruebas, reconsideraré el asunto. El cardenal de Boston, Sean O’Malley, máximo responsable de la lucha contra la pederastia, declaró a la prensa que la respuesta del Papa no había sido ni oportuna ni adecuada: sus palabras habían sido “fuente de gran dolor” para las víctimas de abusos sexuales.
A partir de estas declaraciones, se produjo un cambio de ciento ochenta grados en la manera de afrontar los abusos sexuales en la Iglesia chilena por parte de Francisco. En el avión de regreso, reconoció no haber dado una respuesta adecuada a la periodista, pidió perdón si había “herido a las víctimas de abusos” y, una vez en Roma, envió a Chile al arzobispo maltés Charles J. Scicluna y al sacerdote de Tortosa y oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Jordi Bertomeu, con la misión de “escuchar” a quienes habían manifestado su voluntad de “dar a conocer elementos” que poseían “en torno a la posición del obispo de Osorno, Mons. J. Barros”. A las pocas semanas recogían en un informe de más de 2.000 páginas los nuevos datos y se lo entregaban al Papa quien, unos días después, reconocía haber “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción” “por falta de información veraz y equilibrada”; pedía “perdón a todos aquellos” a los que había ofendido, esperando hacerlo personalmente a algunos de ellos en breve; reconocía que la confianza en la Iglesia del país estaba “rota por nuestros errores y pecados” y convocaba a los obispos chilenos al Vaticano “para reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”.
Dicho y hecho. No mucho tiempo después se reunía con varias de las “víctimas de abuso sexual, de poder y de conciencia”. Las escuchaba sin concretar plazo de finalización. A este primer encuentro sucedía, ya en el mes de junio, otro con un segundo grupo al que se habían sumado algunas personas que las habían acompañado en esta amarga travesía. Entre ambas reuniones se encontraba en el Vaticano con los obispos chilenos y éstos, después de reconocer haber causado dolor por sus “graves errores y omisiones”, presentaban –algo inaudito en la historia de la Iglesia– su renuncia para que el Papa decidiera libremente “con respecto a cada uno” de ellos. A la dimisión colectiva de los obispos ha sucedido la carta a la Iglesia chilena que abre estas líneas y el envío nuevamente de J. Scicluna y J. Bertomeu a la diócesis de Osorno con la encomienda de “avanzar en el proceso de reparación y sanación de las víctimas de abusos”.
La situación padecida y los movimientos habidos son únicos y excepcionales. Como también lo es la carta en la que Francisco sostiene rotundamente que solo cuando se escucha a las víctimas y se mira “de frente el dolor causado” se evita la “perversión” de la Iglesia y se activa una “mística de ojos abiertos, cuestionadora y no adormecida”. Al no cuidar ni mantener esta relación con los abusados ni escucharlos debidamente, hemos distorsionado la realidad, se han ocultado “elementos cruciales para un sano y claro discernimiento” y hemos llegado a “conclusiones parciales”. “Con vergüenza, sentencia autocríticamente, debo decir que no supimos escuchar y reaccionar a tiempo”.
En todo este “proceso de revisión y purificación” el Papa dice encontrar dos hechos positivos:
- el primero, y más importante, es el “esfuerzo y perseverancia de personas concretas que, incluso contra toda esperanza o teñidas de descrédito, no se cansaron de buscar la verdad”: las víctimas y, con ellas, quienes, “en su momento, las creyeron y acompañaron”.
- Y el segundo: la evidencia de que “una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal”.
Por ello, concluye, pone las fuerzas que todavía le puedan quedar en “comprender y conmoverse por las llagas del mundo de hoy”, en hacerlas suyas para, sufriéndolas, acompañarlas y movilizarse buscando su sanación. Hay quienes critican a Francisco, en otros contextos, por una supuesta proclividad populista o por su ineficacia práctica, igualmente supuesta. No creo que, en esta ocasión, se le pueda reprochar ausencia de autocrítica, lejanía al dolor de las víctimas o descuido en la reparación del dolor causado, en la medida en que resulte posible. Ni mucho menos.
Disculpen, mi ordenador me jugó una mala pasada.
La segunda noticia en relación a la responsabilidad por los delitos, Scicluna se los adjudica directamente a las personas, es decir a los sacerdotes involucrados y la Iglesia se lava las manos con respecto a las reparaciones pecuniarias, aunque sea para pagarles a los abogados detrás de la perseverancia. Los sacerdotes involucrados no reciben sueldos ni jubilaciones y se supone que no tienen fortuna con la que responder.
Aquí entonces entra esa extraña figura jurídica de un Estado Vaticano que tiene personal administrando las sucursales en otros estados, que recibe aportes y exenciones de impuestos en aras de los beneficios que daría la Iglesia, pero cuando estos beneficios se transforman en maleficios, no se hace responsable de su organización.
http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2018/06/19/scicluna-baja-las-cartas-indemnizaciones-corren-por-cuenta-de-los-responsables-de-delitos-y-no-de-la-iglesia/
Hola, Olga.
No se si se están publicando encuestas sobre la Religión en Chile a raíz de los actuales acontecimientos. No se si la Encuesta del Bicentenario, 2017 sea la de más marcado carácter oficial.
Por ella sabemos que el 59 por ciento de la población se considera católica y el 17 por ciento evangélico. Es significativo que un 77 por ciento declare creer en Dios sin ninguna duda. Demuestra que el proceso de secularización, fenómeno reciente alli, se haya acentuado mucho a nivel de Uruguay. Lo que se observa para toda Nuestamérica globalmente es un cambio de religiones, o que ésta pase al ámbito privado. Solo un 10 por ciento se declara asiduo a los servicios religiosos (Misas) en el sector católico mientras que en lo Evangélico alcanza el 40 por ciento.
¿El escándalo del clero chileno ha supuesto una honda crisis de conciencia? ¿Ha cambiado la imagen de Francisco para la población?
Hola Román. En relación a como la población ve a la Iglesia y sus actuaciones, te adjunto el enlace de un artículo publicado en El Mostrador, referidos a la Encuesta CERC de Abril del 2018 que revela la desconfianza de la población frente a la institución y sus soluciones.
http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2018/04/26/encuesta-cerc-mori-demuestra-dano-permanente-en-imagen-de-la-iglesia-catolica/
Latinobarómetro un centro de estudios que se dedica a los sondeos en Latinoamérica, dirigido por Marta Lagos, experta en encuestas y directora de Mori, muy respetada en Chile, nos informa en el año 2017 que en Chile el 45% se declara católico, el 11% evangelico y el 38% agnóstico.
Y de esos católicos no se que % va a Misa los Domingos y acude a los sacramentos.
Chile, en espíritu, desde hace muchos años es una sociedad laica. El poder de la Iglesia Católica se debe a que la casta alta, que siempre ha manejado el país, se declara católica como parte de la justificación de su legitimidad, y muy cerca de los movimientos tipo Opus, Legionarios, Schoenstadt, Sodalicios, Lefebristas, etc. Y ellos influyen mucho al oponerse a una legislación más liberal, y tienen poder para hacerlo.
Eso del esfuerzo y perseverancia por buscar la verdad, se ha traducido en 2 noticias:
La primera es que los “Laicos indignados” piden que se transparente la información obtenida por Scicluna.
Y la otro es que Scicluna
Perdón, un momento solamente.
Ya saben que soy laica, también saben que no tengo acreditación para hablar en nombre de nadie que no sea yo misma. Pese a eso , van entendiendo por qué no acudimos a las iglesias? Muchos creemos que no tenemos sitio. Tanta fe como se nos pide nos abruma, y además luego vemos lo que vemos y oímos lo que oímos… pues nos vamos. Y todos tan contentos y tan tranquilos.
si me permites, Carmen hago mi comentario con el tuyo más reciente en esa serie de 3 que manifiestan en tí la misma preocupación e interrogantes.
Hagamos un análisis de situación.
Algunas personas actualmente no pertenecemos a algún círculo, grupo, comunidad o parroquia, ni somos asiduas a la liturgia dominical. O, incluso asistiendo a la iglesia no nos resulta posible identificarnos plenamente.
Es como si estuviéramos en tierra de nadie. No somos representantes de nada.
Pero, es que incluso, no nos sentimos representados.
Todavía más, tampoco nos sentimos acogidas.
Si fuéramos del círculo entonces entenderíamos que la fe nos fuera presentada como una exigencia, porque para la militancia, el dicipulado, entraña un compromiso.
Una exigencia hacia la Iglesia, para quienes se sitúan en parámetros tradicionales. Muchas personas progresistas y muy críticas con la Iglesia, lo están sin saberlo o reconocerlo No quieren cambiar de Iglesia, fundar una nueva, ni tan siquiera que deje de existir, sino que sea una Iglesia de acuerdo con el modelo que tienen concebido de lo que quería Jesús para ella, modelo que es anterior incluso al Nuevo Testamento, reducido a Marcos y algunos fragmentos convenientemente aceptados de los otros sinópticos. Más que una utopia, parece una quimera. Una Iglesia Católica Romana propia de la New Age, pero la Iglesia de siempre “acomodada” a los tiempos y encarando el devenir histórico.
Aunque parezca un contrasentido; la institución les puede. Jesús sería su referente histórico, al igual que Buda para el budismo etc.
No siendo del círculo nos tenemos que enfrentar a las propuestas de Jesús, teniendo como único referente los testimonios escritos compendiados en la Biblia completa. Las Escrituras Hebreas y su Canon o la Versíon Griega de los Setenta junto con los escritos cristianos que forman el nuevo Testamento) Hay muy buenas versiones, la más prestigiosa es la Biblia de Jerusalén. Jesús era judío y hablaba y enseñaba en nombre de la religión de su pueblo.
Lo primero que descubrimos es que la fe es una invitación, y la Buena Nueva nos es presentada en forma de propuesta.
Pero me estoy alargando innecesariamente.
Gracias por contestar.
Pues sí,no somos pocos los que nos sentimos suspendidos en el aire. Pero quien sabe. A lo mejor somos afortunados. Te da un poco más de perspectiva.
Un abrazo
Sin fe es imposible agradar a Dios, dice alguien en una carta. Supongo que Pablo de Tarso.
Agradar? A qué Dios? Al suyo? Porque él sabe lo que le agrada o no a Dios? Pues seguramente en su tiempo y construyendo una religión fue una buena frase.
Veinte siglos después me rompe la cabeza.
Que todo el mundo me perdone por lo que voy a decir, pero cada vez tengo más claro que este señor no entendió en profundidad lo que dijo Jesús y que le costó la vida. Admiro su inteligencia, su determinación, mil cosas, pero entender…
Qué culpable, no me gusta nada esa palabra pero aquí viene que ni pintada, qué culpa puedo tener si si hay determinadas cosas que honestamente no puedo aceptar? Se me exige que las crea para agradar a Dios? Qué tengo que hacer, enterrar lo que pienso en el subconsciente y no dejarlo salir?
Pues menudo dios raro. Por un lado dicen que te crea libre y por otro lado no te deja pensar.
Mi Dios es otro. Me pide honestidad conmigo misma y con los demás. Si es que me pide algo.
En fin
Opiniones.
Se imaginan que un día Jesús de Nazaret, al menos así lo identifico , entrase en Atrio e hiciese un comentario? Diría , señores, señoras, hay que luchar a muerte para salvar la institución de la iglesia?. Lo siento, para mí es una institución.
Diría, pero vamos a ver , qué os sorprende, de qué os escandalizais? De qué os preocupåis? Si esto nada tiene que ver conmigo.
Si intentase explicarnos la idea que él tiene de Dios, sería la misma que la que tenía hace dos mil años?
No se quién fue el que dijo: por mucho que me escuchéis, por mucho que intente explicar cómo pienso y estuviese toda mi vida intentándolo, jamás lo conseguiría. Creo que fue Platón, pero me da un poco igual quien fuese. La idea es magnífica. Hay una parte de nosotros mismos que somos incapaces de comunicar. Faltan letras en el alfabeto y palabras en el diccionario.
Pues imagínense en la idea que cada uno de nosotros tiene de Dios. Imposible.
La iglesia, la nuestra, la de otros, los textos sagrados de otras religiones, las culturas orales… En realidad te dicen cómo tienes que pensar. Es una ayuda, un camino relativamente sencillo. Hay normas, las cumples. Punto.
Y eso tiene algo que ver con esa respuesta que muchos nos hacemos. Pero, qué es eso de Dios? Es real? Es una necesidad nuestra? Tampoco sé quién dijo que Dios es un invento del ser humano. Pero es una posibilidad a tener en cuenta.
Porque personas hayan dedicado su vida a la iglesia, a la fuerza para ellos tiene que ser siempre lo que en un momento fue? No lo sé.
Cuando tomas una decisión en tu vida, lo haces libremente. Las opciones en si mismas no tienen porqué no ser válidas, aunque con los años, puesto que evolucionas a lo largo de tu vida, cambies de opinión ,porque lo que creías que era cierto, resulta que ya no lo crees.
Es que realmente no sé si merece la pena tratar de cambiar una institución. Quizás sería suficiente con cambiar tú mismo.
A lo mejor eso es lo que nos quiso decir Jesús. Si queréis cambiar la injusticia por justicia, empezad a cambiar vosotros mismos. Un mundo mejor es posible.
No sé. A lo mejor la iglesia como institución no es necesaria. A lo mejor lo que si es necesario es que de alguna manera nos organicemos para intentar que todo vaya un poco mejor.
No sé. La verdad, es que no sé.
Un saludo cordial.
He leído lo que creo debo entender como respuesta del amigo Román a la objeción mía que le remití ayer. Donde dice:
“La predicación no forma la parte esencial de la Institución, sino su asumir el papel de mediadora estableciéndose de puente entre la divinidad y el ser humano. La predicación forma parte del mensaje prístino de Jesús: Id por todo el mundo y predicad este Evangelio. La predicación es por su naturaleza carismática, ajena a las teologías sistemáticas, algo que sucede cuando se recibe en lo más íntimo de nuestro ser.
Hoy ya no deberíamos hablar de institución sino de organización, porque institución ha sido “la sociedad construida como un ente sobrepuesto” sobre el poder (“dynamis”, fuerza) de la Palabra predicada de Jesús”
No es mejor emprender el camino inmediato del seguimiento que nos requiere enteritos del todo y nos hace sentir, que acogerse a la mediación de la predicación cuando en ella una mitad nuestra (la cabeza) bien puede quedar atrapada en el gustillo que ofrece la oratoria?
No digo nada raro, esto en la historia ha sido un hecho. La construcción de los dogmas, por ejemplo, y su resistencia a no repensarlos prueba lo que estoy diciendo.
Por otro lado respecto a la “dýnamis” que también sale a colación, no confundamos el poder como fuerza que ejerce una facultad o potencia sobre otra que ha sido la versión latina de entender la “dynamis” por parte de la iglesia y que explicaría el potencial que ha ejercido sobre las mentes la predicación, que entender la dynamis en versión griega según la cual la unidad es la que posibilita el dinamismo. Con lo cual esto comprendido así, proyectada esta unidad en el contexto sobre el que hablamos a lo que impulsa es al seguimiento, allí donde el carisma se recupera.
Hola, M. luisa,
gracias por mantener tu interés.
Dado que estoy en uno de esos momentos dichosos cuando puedo participar en Atrio de forma más activa y no de mero lector a ratos perdidos quizás pueda contribuir algo más. Pero primero debemos precisar alguna cosa.
–Yo no veo dualismo por ningun lado, si acaso el hecho de haber enunciado dos posturas puede haber generado alguna confusión en Oscar, quien persigue los fantasmas de una mentalidad tradicional de dos realidades (material, espiritual, cuerpo y alma etc.) nacida de los griegos.
— Sólo he querido mencionar lo que en mi opinión se viene reflejando en Atrio, que es plural. Partimos de un concepto de Iglesia, alimentado por el catecismo y avivado por los homilias dominicales donde la Iglesia es presentada como “Barca de Salvación”, y que sólo por la incorporación a ella podemos ser personas salvas. Iglesia puente entre el cielo y la tierra, pero siempre entendida en su oficio mediador como una sociedad (perfecta) humana de origen divino, así concebida por Jesucristo. Tan perfecta que ha exigido durante muchos siglos el sometimiento del Poder Civil, siendo su ideal de Cristiandad el Estado Confesional.
–Pero la Iglesia había nacido en una dimensióm espiritual anterior a toda organización. “El rebañito pequeño”, mencionado por Jesús, transformado por el poder (dynamis, fuerza, del griego de Lucas- Hechos) del Espíritu del Resucitado en la nueva asamblea, llamada a sustituir la asamblea de Israel del desierto. ¿No es eso lo que pretenden todos los movimientos renovadores surgidos o reavivados después del Concilio, quienes buscan en el Jesús histórico el regreso al cristianismo más auténtico?
–Por último. la predicación de la que yo hablo no se trata de la disciplina llamada “retórica”, o el arte de la persuación propiade ambientes que hacen de la fe un ejercicio mental, una actividad intelectual compuesta de “verdades”.
— Tal “predicación”, es la traducción habitual del término novotestamentario “kerigma”. (Id por todo el mundo predicando “La Buena Nueva” de Salvación) El kerigma es la predicación de Jesús, la predicación de Pedro el día de Pentecostés, el anuncio de lo que Dios ha hecho a favor de nosotras por medio de Jesús.
El diamismo del Evangelio se muestra en el poder transformador de nuestras vidas.
Hola Román, buenos días! Claro que mantengo el interés, en efecto, así es en todos los hilos y si te he de ser sincera en éste se me despertó ante lo paradoxal que ofrecía la oportuna réplica de Mª Pilar pues nada tiene de huérfana eclesialmente considerada con todo el compromiso que de ella conocemos. Esto fue lo que luego me impulsó a leer todo el comentario tuyo del pasado 20, 9:46
Porque la respuesta que le diste no la encontré acertada puesto que si el problema está según sea la identidad que le asignemos a la iglesia, no como Carismática sino como Institución , entonces lo que urgentemente necesita la iglesia no son reformas sino restitución. La misma frase que hoy día tanto resuena en ella ¡Hay que volver a los orígenes! Es un indicativo de ello.
El seguimiento a Jesús, en donde reside el carisma, implica el tratamiento que se le deben a las cosas ¿Cómo objetos o como realidades? Ya vemos el resultado cuando son tratadas como objetos!
Tu mismo en este primer comentario al cual detuve mi análisis, dices:” …pero hemos recibido el mazazo de conocer los hechos (los que relata el artículo) ni podríamos siquiera imaginar, dices, que tales cosas estuvieran sucediendo en nuestra iglesia”
Tu que hablas de precisión, precisemos , pues.
Las cosas tratadas como objetos, “ocurren” (se trastocan)
Las cosas tratadas como realidades “suceden” (se manifiestan)
El problema así considerado en su raíz misma, también es anterior al de si se considera externamente, es decir, según sea identificada la Iglesia
EL SILENCIO es propio de la divinidad que actúa desde dentro de nosotros, desde la intimidad, en nuestra libertad que nos fue donada gratuitamente por El para que le encontráramos y le buscáramos constantemente ¡Que sería de nosotros si pudiéramos manipular a nuestro antojo la divinidad! Dios actúa constantemente no solo en nuestro “querer” sino en nuestro “obrar”.
Sin embargo el aparente silencio de Dios de ninguna manera implica que también nosotros tengamos necesariamente que “enmudecer ante el Misterio” y cesar de acercarnos a El puesto que esencialmente Dios es amor y el amor es relacional.
Dios no es solo una afirmación racional trascendente, sino que lo trascendente en El es perfecto ya que en nosotros se encuentra solo en via y en potencia. Solo en Dios existe el amor perfecto, la bondad perfecta y la belleza total. Nuestra existencia se dirige hacia a El porque somos solo un destello de esta Causa increada y que El optó por comunicar y comunicarse con nosotros desde su divinidad y no siguiendo nuestra humana e imperfecta lógica. Por tanto, solamente existe una Realidad “perfectamente inclusiva”. Dios no posee esas “cualidades intrínsecas” de la misma manera que nosotros. En El se encuentran en un grado ilimitado de existencia e intelecto. Aunque no podemos entenderlo a cabalidad, solo lo podemos “aprehender” como “analogía”
Nuestro conocimiento, por tanto, no sólo es racional. Hay conocimiento experimental, especulativo, intuitivo, analógico etc como aproximación válida a la Verdad. Es por eso que en el mundo existen desde siempre evidencias de las cualidades interpersonales del amor de Dios: en el examen de la dimensión trascendente del sentimiento de nuestra conciencia y en el innato deseo de lo espiritual sobre lo material, y de lo sagrado y de lo religioso presentes desde la prehistoria en todos los siglos y en todas las épocas de la historia de la humanidad.
Por último, la Revelación máxima del amor de Dios se encuentra en Jesucristo donde se manifiesta mejor la Palabra eterna del Padre que ya no es silencio estático en Jesús sino que se manifiesta en la dinámica de la fe que es esperanza, como escribe mi amigo Román en su último comentario.
El “silencio” de la divinidad es “sui generis”.
Saludos cordiales
Santiago Hernández
Querido Santiago, aunque hace tiempo que he dejado de hablar del Dios que se nos ha transmitido, hecho a nuestra imagen y semejanza sólo que en grado infinito en cuando a bondad y otros anhelos de máxima perfección que solemos tener los humanos, sin embargo este comentario tuyo me ha gustado bastante porque yo personalmente creo que el concepto Dios va más por esa energía intrínseca a todo lo creado o existente que por esa “persona” o concepto hecho a nuestra medida al que hemos llegado a lo largo de los siglos para que encaje en nuestra razón, para poder atraparlo.
Cuando yo hablaba el otro día de alta teología, me estaba refiriendo a que, cuando hablamos de la Iglesia como creación humana hay que cuidar qué parte divina le adjudicamos y qué parte humana. Porque si ponemos a Dios como “alguien” que está fuera interviniendo a la manera humana, entonces, pienso, que estamos desvirtuando, no sólo la esencia de la Iglesia, sino también la de ese Dios que viene de fuera, nos ayuda o nos abandona a su capricho.
AYER dios estuvo AFUERA
HOY dios está DENTRO
MAÑANA ¿DÓNDE estará?
…en las cosas
¿En las cosas?
¡NO!
A ver Oscar, pasaba por aquí y me ha venido ganas de twittear, evitarme grandes explicaciones, pero a poco que se recuerde por dónde se mueve mi pensamiento, despues de tanto tiempo, se caerá en la cuenta de que en nuestras acciones no dejamos de accionar con ellas… ¿hemos de mirar pues hacia otro lado? Si que es verdad que habiendo derivado este post de naturaleza tan sensible con los mismos patrones tradicionales, esta mañana, me han asaltado un cúmulo de ideas que las tendré que desarrollar y dejarlas para más adelante
Muchas gracias. También coincido en que no podemos fabricarnos un Dios a nuestro “gusto y medida” ya que la divinidad trasciende todas nuestros conceptos y medidas. Por eso,… por la razón, solamente podemos abarcar un “glimpse”.. una chispa…en nuestra estrecha visión de la realidad que se encuentra fragmentada….y es finita, mientras que la Última y Absoluta realidad es infinita en Su eternidad…Y es, en este sentido que analógicamente podemos acercarnos a este concepto de Dios.
Sin embargo, no fuimos nosotros los que decidimos venir a la existencia…Tampoco fuimos los autores de nuestras constantes vitales por las que subsistimos diariamente..Vinimos a existir por un acto decisivo del amor y ES en el verdadero amor -no necesariamente sensible- por el que nos relacionamos con Dios y es en este amor relaciónal en el que vivimos, morimos y podemos salvarnos… en el Dios trascendente..innato subjetivamente en el ser humano y revelado objetivamente en la historia.
Saludos cordiales
Santiago Hernández
quisiera que este comentario mío, Santiago, no se entienda como una enmienda a lo que arriba escribes, lo cual suscribo sin que por ello esté desubicando a Dios, o reubicándolo, según se mire. Pablo dijo a los reunidos en el Areópago dónde estaba el Dios que él venia a predicarles y que no se encontraba muy lejos de cada persona.
Distinguimos como característica de nuestra fe que practicamos con el calificativo de “fe personal”, indicando con ello su valor relacional, no sólo que Dios es una Persona, sino que es esencialmente el Otro. Diferente cosa sería cómo Dios tiene a bien relacionarse, manifestarse o revelarse, a quien le acoge desde el fondo de su corazón.
Decimos también que nuestra fe es testimonial, porque es un hecho de experiencia, que sucede en nosotros, como una luz que se enciende con la que descubrimos que no estamos solos, que estamos siendo llevados de la mano.
Nuestra fe es en definitiva un acto de confianza, la que nos inyectó Jesús con sus palabras, haciéndola verdad en nuestro interior.
nuestra fe se remonta sobre todas nuestras creencias, porque estamos en el ejercicio de una vida que trasciende toda ideología, por muy patrimonio nuestro que sea.
Camino, verdad y vida. Tales cosas fluyen desde nuestro interior.
Por supuesto, Román, agradezco tus palabras, y creo que no hay enmienda sino ampliación de lo que expresé en mi comentario. Aunque hubiera sido de otra manera tu disgresión es apropiada y oportuna.
Y coincido contigo que el comienzo del camino del Reino de Dios es la FE, que es la virtud teologal primaria per se y que sin ella no podríamos siquiera acceder al misterio salvífico que nos brinda Cristo. Y según Trento la fe “es el comienzo, fundamento y raíz de la justificación” (D 801) y en el NT se nos dice que “sin la fe es imposible agradar a Dios” (Heb 11,6)…Se explica pues por qué Cristo insistía en la FE que salva ya que se refiere a El mismo “pues el que cree en MI aunque muera vivirá” y “sin Mi nada podéis hacer”y a los Apóstoles: “El que creyere y fuere bautizado, se salvarâ” al menos en el buen deseo del corazón.
Pero la FE no es un “impulso ciego” del intelecto sin ninguna base. Sino que la fe es un “asentimiento” por el que consentimos a la Verdad evangélica por la gracia del Espíritu Santo. La mente es iluminada por el don de la fe para poder aceptar la Verdad que hemos conocido por nuestros sentidos corporales o espirituales..Por medios externos e internos Dios nos invita a conocer Su Verdad.
La FE era y ES el dilema y el reto esencial, tanto en el siglo I como en el XXI..porque creemos en Jesús, el proclamado por el Evangelio como Dios y Hombre verdadero o simplemente lo rechazamos y prescindimos de su verdadera identidad conscientemente.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
La conversación se ha hecho muy coral, señal de que nos acercamos a un punto muy sensible de nuestros pensamientos.
No percibo que estemos hablando de teologías, y mucho menos de la alta, aunque depende de la fuente de la hayamos estado bebiendo, aunque existe esa constante de que la fe se haya sido cultivada por canales muy intelectualizados, más propio de la especulación que de las vivencias, es decir, de lo que suceda en nosotros.
Para manifestar que se percibe el silencio de Dios ( y ya estoy en lo que sucede) antes hay que percibir ( es decir, intuir) que existe, pero que calla, y entonces la fe casi sólo se vive en la esperanza. Quien tiene esperanza tiene fe, pero no la expresa, le anonada el misterio. Si creemos en Jesús, y creer no es otra cosa que confiar, no está confiando en un hombre tan sólo (otro ser humano) sino que percibe lo divino que hay en Jesús, y confiar es saber que él suple todas nuestras necesidades, incluso ante la pequeñez de nuestra fe.
La predicación no forma la parte esencial de la Institución, sino su asumir el papel de mediadora estableciéndose de puente entre la divinidad y el ser humano. La predicación forma parte del mensaje prístino de Jesús: Id por todo el mundo y predicad este Evangelio. La predicación es por su naturaleza carismática, ajena a las teologías sistemáticas, algo que sucede cuando se recibe en lo más íntimo de nuestro ser.
Hoy ya no deberíamos hablar de institución sino de organización, porque institución ha sido “la sociedad construida como un ente sobrepuesto” sobre el poder (“dynamis”, fuerza) de la Palabra predicada de Jesús.
Yo pienso que meter la teología en la esencia de una institución humana que se ha ido conformando a lo largo del tiempo de este mundo, contagiada de costumbres, culturas y pensamiento de quienes iban construyendo este edificio humano, digo que no procede meter alta teología por medio.
Jesús vivió en su época, en medio de su sociedad y de la religión de su pueblo, llevó una vida ejemplar y aportó un mensaje que recogió valores universales en el tiempo y en el espacio para cualquier ser humano. Los errores que van cometiendo los componentes de esta Institución llamada Iglesia, son errores humanos y, como tales, somos nosotros quienes debemos evitarlos y corregirlos.
Mezclar esta institución de creación humana con el cuerpo místico, con las llagas de Cristo, con la orfandad humana o con la acción en todo aquello que es cosa nuestra, creo que no procede. Pido disculpas si alguien se molesta por este pensamiento mío personal.
A mí me duele el dolor de los padres y, en especial de los niños, que Trump separa en “campos de concentración”. El sufrimiento de Jesús fue horrible, pero equivalente al sufrimiento de tantos seres humanos víctimas de la barbarie humana. La exaltación del sufrimiento de Jesús en una humanidad trufada en toda su historia por sufrimientos horribles, me da un poco de vergüenza, porque no ha sido el único inocente torturado hasta la muerte en la historia.
Pensar que sus sufrimientos fueron para salvarnos, ¿salvarnos de qué? Sigue el mal en los seres humanos, sigue el sufrimiento, el silencio de Dios es total como para esperar que sea él el que nos liberes de tanta miseria. En fin, hay que pensar la teología en otro nivel de pensamiento.
Perdón por mi iconoclastia
Desde mi exclusivo punto de vista hay que situarse ante y desde el absoluto silencio que nos rodea sea la Divinidad la que nos envuelve, sea la energía del universo. Creado soy como ser personal que viene de otros seres humanos. Destinados a un peregrinaje en la Tierra. Llamados morir. Los que hemos tenido la inmensa suerte de recibir noticias de Jesus y tratamos a ajustarnos a su modo de entender el peregrinaje, aceptamos, por lo menos yo lo acepto, que en el silencio está la Divinidad que antes de que hablemos ya sabe bien lo que nos hace falta, como recuerda el evangelio de la misa de hoy.
El resto es invención humana. Buena invención en muchos casos. Malhadada en otros.
Román cree arreglar el tema confrontando estas dos visiones con respecto a la Iglesia: Una, la de identificar Iglesia con Institución y dos, tener de ella una visión carismática procedente de Jesús y como predecesora de aquella.
Ahora bien , quienes son eclesialmente críticos y por tanto conscientes de esta iglesia llagada no son precisamente estos que Román sitúa en la primera de estas dos visiones, sino de la segunda donde en ella por tratarse del aspecto carismático viven la experiencia del seguimiento. Y es desde esta experiencia del seguimiento que se puede ser crítico no desde la indiferenciación entre iglesia e Institución.
El carisma ( lo anterior) lo aporta el seguimiento no la predicación que ha sido lo que ha institucionalizado la Iglesia y por tanto ha invertido los términos.
De acuerdo M.L.!
El largo Art. de E. Hoornaert
ilumina este jueguito
de que si el GOOOOOOLLLLL!
vale más si es:
* de “taquito”, o
* de “cabeza”
Qué alivio Oscar! Pues me quedé muy dudosa por si la idea no se captaba lo suficiente …además, decirte que recuerdo ese largo Art. de E. Hoornaert que leí con verdadera fruición. Abrazos!
Ciertamente Román…porque la Iglesia no es precisamente un “lecho de rosas” en el sentido materialista y hedonístico del mundo..sino el Cuerpo Místico de Cristo y es por eso que hablando de sufrimiento Pablo nos dice:
“Suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24) …y por eso cuando un miembro padece también nosotros padecemos y al mismo tiempo cooperamos de manera actual a la obra redentora de Jesus.
Y tampoco hemos de olvidar que Isaías, siete siglos antes de Cristo habló también sobre el misterio del sufrimiento redentor del Siervo de Yavé:
“Pero fue El ciertamente quien soportó nuestros sufrimientos…Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz cayó sobre El y en sus llagas hemos sido curados” (Isaías 53, 4-5)
Cristo pues sigue actualmente presente en medio de los sufrimientos que causan los pecados y los errores de sus miembros. Sólo El puede actuar en la profundidad del corazón humano y transformarlo en El, que es el Bien Supremo.
Abrazos
Santiago Hernández
Una Iglesia llagada Resulta que dos maneras de sufrir dolorosamente el problema colectivo de quienes ni hemos sido partícipes, pero hemos recibido el masazo de conocer los hechos, ni podríamos siquiera imaginar que tales cosas estuvieran sucediendo en nuestra Iglesia, tales dos maneras están condicionadas por nuestras vivencias de Iglesia.
Por supuesto, que si está llagada la Institución, las llagas las lleva muy visibles el Pueblo de Dios.
Quienes identifican la Iglesia con la Institución, y no ven más Iglesia que esta propia Institucion están sufriendo el trauma intenso de sentirse en una absoluta horfandad.
Pero la Iglesia antes de ser Institución fue formada carismática por Jesús el Cristo de Dios, donde los apóstoles eran misioneros, predicadores itinerantes (Apóstoles, evangelistas, maestros, profetas, sin sedes propias)
De la Iglesia institucional surgieron los ancianos (luego llamados obispos), los diáconos y con el transcurso de los siglos se formaron las diócesis, las parroquias y el sacerdocio ministerial, algo funcionarial, dejando de ser carismático.
Quienes entendemos que la presencia de Jesús reside en el pueblo, que Él nos preside y nos gobierna, mantenemos la viva esperanza de que seremos purificados y que las llagas actuales “de Jesús” que se manifiestan en nosotros, nosotras, anunciadoras son de nuestra redención.
Reconocer el daño causado y sentir un dolor inmenso por ello, y un deseo profundo de limpieza en ella:
No me convierte en huérfana, me hace más responsable y luchadora ante estos despropósitos.
m* pilar
¡Fenómeno! Tal valiente actitud te situa en el bando de quienes reclaman urgentes reformas de la Institución.
Hola y ¡ATTENTI! Gordo.
El ABUSO se señala en
TRES NIVELES:
1- PODER
2- CONCIENCIA
3- SEXUAL
Jesús, es posible que lo haya aguantado
de su hermano Santiago …
… y logró no darle bola;
aunque, después de muerto aquél,
intentó usufructuar de Mando “familiar”,
Algo.
CRISTAL (el tanguito imprescindible)
Tengo el corazón hecho pedazos,
rota mi emoción en este día…
Noches y más noches sin descanso
y esta desazón del alma mía…
¡Cuántos, cuántos años han pasado,
grises mis cabellos y mi vida!
Loco… casi muerto… destrozado,
con mi espíritu amarrado
a nuestra juventud.
Más frágil que el cristal
fue mi amor
junto a ti…
Cristal tu corazón, tu mirar, tu reír…
Tus sueños y mi voz
y nuestra timidez
temblando suavemente en tu balcón…
Y ahora sólo sé
que todo se perdió
la tarde de mi ausencia.
Ya nunca volveré, lo sé, lo sñe bien, ¡nunca más!
Tal vez me esperarás, junto a Dios, ¡más allá!
Todo para mí se ha terminado,
todo para mí se torna olvido.
¡Trágica enseñanza me dejaron
esas horas negras que he vivido!
¡Cuántos, cuántos años han pasado,
grises mis cabellos y mi vida!
Solo, siempre solo y olvidado,
con mi espíritu amarrado
a nuestra juventud…
Por favor.
Se nota que está en activo.
‘ para reparar en lo posible el escándalo ‘
No hay solución.
No es el sucesor de Pedro. Pedro fue lo que la historia le deparó y lo que él mismo hizo.
Que tristeza. Estoy rota. Por mi niñez, por mi adolescencia, por mi juventud y por mi trabajo he conocido a algunos sacerdotes y a bastantes jesuitas. Tengo el alma rota de pensar en que quizás tuviesen que vivir en carne propia alguna situación de éstas. O conociendolas, sentirse obligados a callar.
Y ahora qué?
El infierno, como leí hace poco, es descubrir que slga no es cierto cuando ya es tarde.
El escándalo… qué más da? Para que no se vaya mas gente?
De verdad. Tengo el alma rota.
Podemos superar el dolor de los “llagados”al pensar que el verdadero “carisma” que legó Jesús a su Iglesia ha permanecido y permanece vivo en Ella de forma real aunque misteriosa en el sufrimiento de los que han sido verdaderamente heridos y maltratados por los que representaban o debían representar un modelo juvenil ideal.
Sin embargo, existen todavía dentro de esa misma Iglesia los que luchan por la justicia y por la caridad de Cristo y son los profetas y los confesores y mártires de nuestra era que dan testimonio de la verdad y combaten en paz pero con persistencia y denuedo, por el bien.
Por lo demás una persona “pública” no puede responder impulsivamente a una pregunta, sino que tiene que medir sus palabras “antes” de dirigirse a una audiencia o a un simple periodista. La disculpa y rectificación no hay duda que es apropiada pero la prudencia antes de expresar una opinión “importante” sería más meritoria y evitaría más dolor y más escándalo.
Por otro lado, creo que dada la situación de esta Iglesia llagada del siglo XXI sería necesario encontrar a los que quieren “corromper” desde dentro del Pueblo de Dios a los que quieren seguir el camino de Jesus siguiendo sus pasos reales. Los juicios de estos “malhechores” deben ser públicos para que podamos aproximarnos a la verdad de “los hechos” y desenmascarar a los mentirosos.
Saludos cordiales
Santiago Hernández
No sé.
De verdad. No sé si merece la pena seguir con esto de la iglesia.
A lo mejor sí
Pero no sé.
A lo mejor es mejor que la gente que sigue creyendo en ella lo siga haciendo.
La verdad es que desde hace muchos, muchos años no la entiendo. Pero tampoco tiene que entenderla todo el mundo.
Tampoco, no sé cómo decir, tampoco soy nadie para decir nada.
Hay mucha gente que está de acuerdo con las cosas como están. Todo lo disculpan. Culpan a personas concretas y no a la institución.
Mí no me gusta la institución.
Pues bueno . Para gustos los colores. Hay una frase por ahí que dice : si, pero hay buen gusto y mal gusto. Pero no deja de ser otra opinión.
En fin.
A estas alturas de mi vida, respeto casi todas las opiniones. Casi.
Un saludo cordial.
Estoy realmente cansada. Hay determinadas cosas que me superan.