“Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré.” Palabra de Rajoy, al despedirse aparentando ser un caballero.
Puede ser que tenga razón, pero yo, la verdad, no acabo de verlo porque hasta donde llega mi entendimiento España es un trozo de tierra perfectamente delimitado por mares y fronteras donde viven mogollón de españoles y por más que pongo el oído en tierra no alcanzo a oír su contento por la pretendida mejoría. Lo otro, esa España inmortal con su correspondiente historia correspondientemente amañada, tan difusa y fantasmagórica como cualquier otra nación (si es que las naciones existen), resulta ser un constructo específicamente diseñado para justificar el poder del estado que domina, no a España, sino a los españoles.
Pero en cuanto me pongo a escuchar a los españoles resulta que, salvo los ricos que se han hecho cada vez más ricos, los demás se quejan amargamente porque hemos salido de las garras de Rajoy mucho peor que cuando “nos encontró”.
Resulta que, desde Franco a Rajoy, cada vez que los poderosos invocan a España para justificar sus medidas económicas, inevitablemente se termina en el empeoramiento del nivel de vida de las clases más débiles. Así que parece que España es el principal enemigo de los españoles a los que se les pide siempre que se sacrifiquen por esta gran nación de la que, según ellos, debemos sentirnos orgullosos, al mismo tiempo que se nos inculca que debemos estar muy contentos de los éxitos de las empresas “españolas”, que vaya usted a saber quiénes son sus dueños de verdad.
Eso sí, no os engañéis, que en toda tierra de garbanzos (o de habas) pasa exactamente lo mismo.
Comentarios recientes