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Tridecálogo para la descolonización del cristianismo

Amerindia, 31-05-2018

El 9 de mayo asistí en el Ateneo de Madrid a la presentación de dos excelentes libros editados por Morata bajo la dirección Paulo Cosín: Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y necolonialistas, de Jurjo Torres Santomé, catedrático de Didáctica y organización Escolar de la Universidade da Coruña , y Justicia contra saberes: Epistenologías del Sur contra el epistemicidio, de Boaventura de Sousa Santos, director del Centro de Estudios Sociales, de la Universidad de Coimbra (Portugal). 

Ambos libros critican la mercantilización del conocimiento, la destrucción sistémica de los saberes que no se corresponden con nuestra manera de pensar y de conocer, así como las políticas educativas que construyen personalidades neoliberales y neocoloniales. Consideran necesario elaborar un conocimiento emancipatorio que debe transmitirse a través de una educación igualmente emancipatoria. Coinciden, asimismo, en que, frente a la reproducción acrítica y ahistórica del conocimiento que lo torna irrelevante en el campo de los saberes y de las prácticas sociales, hay que pensar e investigar otras formas alternativas de conocimiento. 

En el sugerente diálogo que siguió a la presentación de los libros, una persona preguntó. “¿Cómo descolonizar a un cristiano?”. Boaventura dio una certera y lúcida contestación, que provocó en mí una reflexión que resumo en el siguiente tredecálogo descolonizador del cristianismo:

  • 1. Desdogmatizar el cristianismo y recuperar su carácter simbólico y ético. “El símbolo da que pensar”, afirma Paul Ricoeur. Y yo añado: el dogma impone un pensamiento único y cierra toda posibilidad de pensar de otra manera. “La ética es la filosofía primera”, dice Lévinas. Yo lo aplico al campo del discurso religioso y afirmo: la ética es la teología primera.
  • 2. Desjerarquizar el cristianismo, de-construir el poder religioso absolutista, deslegitimar su supuesto fundamento divino y generar estructuras y prácticas participativas. El Evangelio de Marcos pone en boca de Jesús una severa crítica de la tiranía y opresión que imponen a los pueblos los dictadores y que con frecuencia es aplicable a los jerarcas de la Iglesia: “Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen, pero no ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que quiera subir, sea servidor vuestro” (Evangelio de Marcos 10, 42-42).
  • 3. Despatriacalizar la divinidad, desandrocentralizar la doctrina, despatriarcalizar la moralcrear comunidades fraterno-sororales y elaborar teologías desde la perspectiva de género. 
  • 4. Descreer las credulidades, pasar de la fe crédula a la fe crítica. Afirma Ernst Bloch en el frontispicio de El ateísmo en el cristianismo: “solo un buen ateo puede ser un buen cristiano; solo un buen cristiano puede ser un buen ateo”. En la llamada “Iglesia electrónica”, la experiencia de la trascendencia funciona como una operación bancaria. Es lo que llama Marx la “trascendencia bancaria”. 
  • 5. Desprivatizar la experiencia religiosa, socializarla, descubrir su carácter crítico-publico emancipatorio y liberador. 
  • 6. Desoccidentalizar la teología cristiana, liberarla del secuestro al que la ha sometido el discurso hegemónico eurocéntrico.  Decía: Levy Strauss: “el cristianismo tuvo mala suerte: nació en Oriente y triunfó en Occidente”.
  • 7. Deseclesiastizar el cristianismo. Hans Küng se pregunta si la Iglesia puede apelar razonablemente a Jesús de Nazaret y si está fundada en el evangelio. La respuesta viene de dos autores ideológicamente alejados. El primero es el teólogo mdoernista francés Alfred Loisy, condenado por el papa Pío X en 2003: “Jesús anunció el Reino y lo que vino fue la Iglesia”. Y yo añado: ¡Qué fracaso! En parecidos términos se expresaba medio siglo después el exegeta católico Rudolf Schnackenburg, biblista de referencia de Benedicto XVI: “No la iglesia, sino el Reino (de Dios) constituye la última intención del plan divino”. 
  • 8. Descapitalizar el cristianismo. Decía Walter Benjamin que el cristianismo de la Reforma, más que favorecer el surgimiento del capitalismo, lo que hizo fue transformarse en capitalismo. Hoy es necesario revertir dicho proceso.
  • 9. Desmercantilizar el cristianismo. El cristianismo históricamente ha legitimado el mercado y sigue haciéndolo hoy. Sin embargo, el Evangelio de Mateo pone en boca de Jesús el principio de incompatibilidad entre Dios y el Dinero: “Nadie puede servir a dos señores… No podéis servir a Dios y al Dinero” (Evangelio de Mateo, 6,24).
  • 10. Desantropologizar el cristianismo y ecologizarlo. La ecología debe convertirse en el lugar de encuentro de las religiones.
  • 11. Humanizar a Dios. El teólogo holandés Edward Schillebeeckx hablaba de Deus humanisimus. Boff afirma: “Humano como Dios solo Jesús”.
  • 12. Heretizar la teología. En el frontispicio de El ateísmo en el cristianismo Ernst Bloch afirma: “Lo mejor de las religiones es que crea herejes”. Efectivamente, las grandes revoluciones han surgido de heterodoxias reigiosas.
  • 13. Descolonizar la Iglesia reconociendo y respetando la pluralidad de identidades culturales y religiosas y fomentando el diálogo pluriversal sin centralismos.

*Juan José Tamayo es Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Los últimos libros de Juan José Tamayo son: Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis (Trotta, Madrid, 2016, 1ª reimpresión); Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, Madrid, 2017); La utopía, motor de la historia (director y coautor, Fundación Areces, Madrid, 2017); Dom Paulo. Testemunhos e memórias sobre o Cardeal dos Pobres (coautor y codorector con Agenor Brighenti, Edicôes Paulinas, Sâo Paulo, 2018).

9 comentarios

  • ana rodrigo

    Cuando leemos códigos de aspiraciones tan necesarias, nos entra la tentación de pensar que esto es imposible, que son demasiados los frentes contra los que hay que luchar y excesivas las dificultades, como me pasó a mí en días pasados.

    Manifestaba yo mi pesimismo en lo difícil que es lograr objetivos, imposibles cuando se sueñan. Hoy pienso que, mirando hacia atrás, aparece el optimismo de ver que esa imposibilidad se convierte en realidad en un momento determinado. Pienso en este momento en la composición del gobierno que hoy nos ha presentado Pedro Sánchez con una mayoría de mujeres en su composición. ¡Quién no los iba a decir hace “cuatro días”!

    Bueno pues este hecho ha reverdecido mi tradicional y siempre esperanzado optimismo. La lucha que llevamos las mujeres feministas con tanta persistencia como esperanza, comienza a dar sus frutos.

    Pues aprovecho mi estado de ánimo de hoy para reforzar mi esperanza activa y, si yo no llego a ver cumplidos estos anhelos que nos manifiesta Tamayo, algo se conseguirá y alguien los disfrutará.

  • Juan José Tamayo

    Me ha sorprendido la rotundidad con que la persona que se identifica como “Carlos”, afirma, replicando a mi artículo de ATRIO, que “Paul Ricoeur no dijo que el símbolo da que pensar, dijo que el mito da que pensar. No es lo mismo”. Es una prueba de que desconoce su obra “Finitud y culpabilidad”, editada en castellano por Taurus en 1975, con un excelente prólogo de José Luis L. Aranguren a la edición española, donde reconoce que “la figura de Paul Ricoeur es una de las más eminentes y rigurosas de la actual filosofía española” (p. 9). O, sencillamente, que no ha tenido la paciencia de llegar hasta la CONCLUSIÓN, titulada “EL SÍMBOLO DA QUE PENSAR (sic, con mayúscula)” (p. 699). Sí, es de Ricoeur. Además, el propio filósofo francés afirma que le encanta: “Esta frase me encanta; ella me dice dos cosas: que el símbolo da algo; pero ese algo que da es algo que pensar” (p. 700).

    Aprovecho esta obligada corrección para dar las gracias a cuantas personas vienen comentando estos meses en ATRIO, tras seguir el “destilado” de Oscar y en muchos casos leer mi libro “Teologías del Sur. El giro descolonizador” (Trotta, Madrid, 2017) con sus generosas y muy creativas reflexiones, que lo enriquecen y a mí “me dan que pensar”. En el prólogo a la segunda edición recogeré dichas reflexiones tan iluminadoras, por supuesto citando la fuente. Sé que dichos comentarios ha animado a mucha gente a leer el libro.

    Agradezco igualmente los buenos deseos sobre la firma del libro hoy en la Feria del Libro de Madrid. La acogida sido excelente y me ha dado la oportunidad de explicar su genealogía a lo largo de dos años de lecturas, investigaciones y viajes por el Sur global. A las personas que me preguntaban por el libro en la caseta de Trotta donde estaba firmando, les recordaba el lema de la Ilustración europea formulado por Kant: “Atrévete a pensar” y les resumía el contenido de la obra de esta guisa: “Atrevámonos a pensar, vivir y actuar más allá del eurocentrismo”. Muchas gracias, amigas y amigos. Seguimos el DIÁLOGO ATRIERO tan fecundo.
    JUAN JOSÉ TAMAYO.

    • Señor Tamayo. Algunas personas hilan demasiado fino para mí. Pero quiero que sepa que gracias a su libro he entendido por fin qué es eso de la Teología de la Liberación. Era algo pendiente que tenía. Gracias.
      Me alegro de que le haya ido bien. Cuanta más gente lea sus libros, mejor para todos.
      Un saludo cordial.

  • Creo que si se nos viene un cisma (sin querer queriendo Francisco algo lo está empujando) será quienes siguen a Jesús en su prístina existencia y quienes seguirán una iglesia esclorizada con sus 20 siglos, con liturgias estancadas que sólo nos llevan a pasados culturales inasibles para hoy. Con ejemplares, de hoy, desde un Bertone, desde un Pell enjuiciado en Australia, desde ya un sinnúmero de sacros pederastas, etc. La sexualidad ya convertida en petróleo, identificada con el pecado y el dinero que se pasea en los atuendos cardenalicios.  La traición eclesial la veo en la adoración al cerebro (y con pies de barro) y el desdén por la complejidad de la existencia humana: ¿cómo es posible con tantos años de formación “espiritual y teológica, de la biblia” mientras se distancian  del Mensaje de Jesús, de Jesús mismo?.  ¿No nos lleva a una incredulidad que el Espíritu Santo sea incompatible con nuestras tinieblas?.  Se dice que “los cuidados del sacristán mataron al señor cura” creo que la iglesia, o las iglesias que han hecho a Dios a su imagen y semejanza sepultaron o encluastraron a Jesús.  Nuestra esperanza: que del caos salga la luz, que el Espíritu Santo nos desnude…

    Sólo me queda agradecer infinitamente lo que nos ha presentado nuestro hermano Juan Tamayo

  • Carlos

    Paul Ricoeur no dijo que el símbolo da que pensar, dijo que el mito da que pensar. No es lo mismo

  • Antonio Toston De la Calle

    Juán José cuando estoy dando gritos de gozo por la marcha de  la  esfinge de piedra inane que nos ha gobernado durante ¡¡¡tantos años!!, que han parecido eternos, vienes tu ahora y nos inyectas, miel sobre hojuelas, ¡¡¡es demasiado!!!.Hay días que no debieran pasar porque su tiempo es historia comprimida hecha de emociones, de esperanzas , tan vitales que tienen además un día después donde uno, vuelve al “rumio” saboreando lo vivido una y otra vez……No es un sueño.¡¡¡

    Lo tuyo me ha recordado que hace muy pocos momentos el nuevo Presidente ha prometido cumplir las obligaciones de su nuevo cargo, !!!!sin la Biblia ni el crucifijo¡¡¡. Y yo como creyente sin iglesia, he sentido un gran alivio porque los símbolos tienen sentido si los hechos de los gobernantes se traducen en tener in mente ante todo el bienestar de los más desfavorecidos por la vida, cosa que hasta hoy, no ha sido más que teatro e hipocresía…..¿será ahora verdad esto tan elemental y los hechos, ahora van a ir por ahí, como debieron ir siempre?. Mi esperanza, maltrecha hasta hace bien poco, reverdece …..Y recuerdo también al Maestro de Galilea, al que se que se quedó sólo en las catacumbas, mientras sus seguidores subieron a los palacios de Constantino allá por los años 3l3 de nuestra era…..¡¡¡Ojalá!!! de los árabes. !!OH, Alá”.

     

  • Isidoro García

    Eso de “descolonizar” el cristianismo, es un latiguillo ideológico-político, que vale para todo, y no significa en realidad nada. (Cuando un verbo o adjetivo hay que explicarlo larga y reiterativamente para aclarar lo que significa, es que no es auténtico, y está cogido por los pelos).

    Todos esos puntos que detalla Tamayo, no son para descolonizar el cristianismo,  sino son para hacerla más humana, más eficiente, y si se me apura, para hacerla más fiel al mensaje originario de Jesús.

    Y todos esos puntos se pueden resumir en uno: Hay que promover la maduración y equilibrio psicológicos de los individuos humanos, para que así adquieran la capacidad de discernimiento, la ecuanimidad, y la empatía con los demás, precisas para trabajar en unas organizaciones humanas justas y eficientes, sobre la base de las cualidades humanas que se alcanzan consiguiendo desplegar nuestra auténtica y escondida naturaleza humana deiforme.

    Solo con humanos maduros equilibrados y lo más felices posible, se conseguirán organizaciones maduras y eficientes. Mi opinión es que hay que disminuir la politización del tema y psicologizarlo mucho más.

    Los cocineros saben que con buenos ingredientes salen buenos guisos, y los manitas saben, que con una buena caja de herramientas se hacen milagros en bricolaje.

  • oscar varela

    Hola!

    “destilo”:

    – ¡No hacerse el opa mirando pa’otro la’o!

  • Gonzalo Haya

    Tamayo ha logrado expresar y sintetizar muy bien lo que muchos pensamos actualmente. Ayer precisamente participé en un grupo sobre “Paradigmas emergentes” en el que de alguna manera surgieron estos temas. Puede ser un buen programa para comentar en círculos cristianos y proponer programas de actuación a los responsables de nuestras comunidades.