En un artículo anterior hablaba de la posibilidad de intentar la transformación de la sociedad capitalista basándonos en la transformación de la persona. En el desarrollo de una ética y unos valores humanos opuestos a los valores capitalistas. En relación con este tema Zygmunt Bauman, en una ponencia presentada con motivo del ciento cincuenta aniversario de la socialdemocracia alemana, afirma que la izquierda está perdiendo la batalla política porque ha perdido la batalla cultural e ideológica. Mantiene Bauman que en nuestra sociedad se ha impuesto el imaginario colectivo burgués, y señala los tres supuestos fundamentales que, según él, forman este imaginario:
El primero es la confianza en el crecimiento económico como panacea para todos los males, no existen otras formas de mejorar la suerte del género humano.
La segunda suposición es, en palabras de Bauman, “que la felicidad humana consiste en visitar las tiendas – todos los caminos a la felicidad nos llevan a ir de compras, es decir, a un aumento del consumo-. En la base de este pensamiento se encuentra la convicción de que el consumo se puede aumentar hasta el infinito y que uno puede olvidarse de otros métodos sencillos, pre-industriales para lograr la felicidad”
El tercer supuesto del imaginario burgués sería lo que se llama meritocracia. Según este pensamiento, las personas son y serán siempre desiguales, pero la desigualdad en sí misma no es un mal, es un medio con el que aumentar la prosperidad, pues “la gente se enriquece a través de la honestidad y el trabajo. Si te esfuerzas y trabajas duro, encontrarás sitio en la élite. La pobreza y la discapacidad no es una pena impuesta por el destino, sino por la pereza o la negligencia”.
Esta postura de Bauman viene a coincidir con el pensamiento de Gramsci, para el que la situación y la condición social del hombre dependen fundamentalmente de la filosofía. Pero no de la filosofía en un sentido universitario, sino de lo que él denomina ideología, o con un término más reciente, imaginario, es decir, cómo nos imaginamos el orden del mundo, las condiciones que rigen nuestras acciones, por qué valores vale la pena luchar y hacia dónde debemos orientar nuestros esfuerzos.
Este diagnóstico de Bauman lo podemos ver confirmado a poco que abramos los ojos al mundo en el que vivimos. Un imaginario burgués que no sólo nos lo repiten machaconamente los formidables medios de persuasión en manos del capital, sino que lo respiramos continuamente a nuestro alrededor, incluso entre los perdedores del sistema.
A un nivel intelectual estos supuestos son bastante fáciles de desmontar, lo que ya resulta bastante más difícil es cambiar las creencias paciente y hábilmente introducidas en el imaginario colectivo. Pero en esta lucha tenemos a nuestro favor la realidad en la que estamos inmersos, la cual está evidenciando con una claridad meridiana la falsedad de ese imaginario. Así es que podemos trabajar con esperanza de que ese cambio es posible.
Analizaré aquí los supuestos primero y tercero. Sobre la confianza en el crecimiento resulta evidente que es demencial aspirar a un crecimiento indefinido, ilimitado, en un planeta de recursos limitados. Y más cuando numerosos estudios científicos nos están repitiendo que muchos de esos recursos se acercan peligrosamente a su agotamiento
Para convencernos de seguir con el crecimiento a pesar de todo, el recurso más socorrido es recurrir a la confianza en el avance de la tecnología. Convierten la tecnología en un ídolo que permitirá disipar todas las nubes que se puedan formar en torno al sagrado crecimiento. Pero la realidad nos dice que desarrollando la tecnología llevamos desde la revolución industrial y el deterioro de nuestro mundo se acelera cada vez más.
Lo de la meritocracia resultaría de risa si no tuviera unas consecuencias tan crueles. ¿Qué méritos han hecho los ocho hombres más ricos del planeta para tener la misma riqueza que los 3.600 millones de personas más pobres? Es evidente que ninguna gran fortuna se ha logrado gracias al esfuerzo individual de una persona extraordinaria. Todas se han conseguido –utilizando términos marxistas- apropiándose de la plusvalía generada por el trabajo de miles o millones de personas. Esto, que ha sido siempre así, crece desmesuradamente con el aumento de las operaciones puramente especulativas, y especialmente con la financiarización de la economía. Y no es por pereza por lo que una buena parte de la humanidad no tiene la más mínima posibilidad alcanzar una vida digna. La estructura económica capitalista los condena irremisiblemente.
El segundo supuesto, el de la felicidad por el consumo, me parece lo fundamental del imaginario burgués, y creo que merece una atención más amplia.
Tres confirmaciones de la concepciòn burguesa y su realización práctica que el amigo Antonio analiza:
1. Marcelino Fernandez Verdes es el consejero delegado de ACS y ha recibido, entre sueldo y pensión, 22,38 millones de euros el año pasado. El gasto medio por empleado en los grupos cotizados fue de 45.272 euros, en 2017, incluyendo sueldo, cotizaciones sociales y aportaciones a los planes de pensiones. Fernandez Verdes percibe 97,7 veces más que uno de sus empleados del común.
2. El salario mínimo anual en 2018 es de 10.302,60 euros en catorce pagas. Y si es un desgraciado que ha de conformarse con la pensión no contributiva y tiene la suerte de convivir con otra persona puede cobrar al año 8.803,82 euros.
3. Carles Puigdemont mantiene una pagina – defensaexili.org – para recaudar fondos para costear la defensa jurídica, la seguridad y vivencia del 160 presidente de la Republica de Cataluña. .¿Donde guardar los fondos?. Pues en un país bajo soberanía de su graciosa majestad ISABEL II del UK. Ese país independiente tiene 261 kilómetros cuadrados, lo componen dos islas unidas por un puente de tres kilómetros habitado por 54.900 personas. El pais se llama Saint Kirts and Nevis Federation. Cuentas opacas. Sin impuestos Sin control del Parlament. Solo del molt honorable. Como Pujol. Y la CUP antisistema apoyando como su única opción la candidatura de este caballero.
¿Qué meritocracia ni qué niño muerto? Estos días nos han explicado cómo entienden la meritocracia la Cifuentes y todos sus correligionarios…
Hay una meritocracia en China inspirada en Confucio un poco diferente de la de Cifuentes…Hay una aplicación de la lucha contra el cambio climático que intenta regenerar las aguas, sustituir las energías contaminantes por otras renovables y no contaminantes. Efectivamente, hay países fuera del sistema neoliberal que tienen enfoques de signo positivo. Pero parece que a nosotros nos parece imposible salir de este universo y de esta ideología neoliberal, y nos condena a maldecirlo, pero a soportarlo y aclimatarnos a él.
!Menos lobos, Caperucita!
“Este diagnóstico de Bauman lo podemos ver confirmado a poco que abramos los ojos al mundo en el que vivimos. Un imaginario burgués que no sólo nos lo repiten machaconamente los formidables medios de persuasión en manos del capital, sino que lo respiramos continuamente a nuestro alrededor, incluso entre los perdedores del sistema.
A un nivel intelectual estos supuestos son bastante fáciles de desmontar, lo que ya resulta bastante más difícil es cambiar las creencias paciente y hábilmente introducidas en el imaginario colectivo. Pero en esta lucha tenemos a nuestro favor la realidad en la que estamos inmersos, la cual está evidenciando con una claridad meridiana la falsedad de ese imaginario. Así es que podemos trabajar con esperanza de que ese cambio es posible.”
Creo que la “realidad” nos la fabrican con los medios de difusión. Nos hacen creer lo que les conviene. Y vivimos un patrón falso de una supuesta realidad. A mi personalmente me suena a falso, sin vida, los discursos de los políticos que invariablemente sirven al sistema, de lo contrario no medrarían. (Para mi, en España, PODEMOS aún es una incógnita).
La salida que veo para cada cual, es el -sálvese el que pueda-. Y me explico.
Si consigues una porción satisfactoria de Verdad, invariablemente seras mas refractario a la influencia distorsionadora de la autentica Realidad. Estas inmerso en el sistema desintegrador del humano que nos pretenden zombis que trabajamos (cuando nos dejan trabajar) y consumimos. Si no eres un zombi obediente te puedes morir. Y si no encuentras trabajo de zombi, también te puedes morir.
Inmerso en la sociedad, no meditando en una cueva, que también vale. Si consigues ver y mirar desde mas altura ipso facto transmites tu saber a tu entorno familiar, de amigos etc. Ya estas haciendo la revolución pendiente.
¿Como conseguir esa porción satisfactoria de Verdad?
Tragándote el mundo como un dragón mitológico. Te lo tragas todo, bueno y malo. Porque así es la realidad. Pero sabes que para obtener buenos resultados, para ti, para tu familia, para todos, te has de regir por los siete principios Universales de Hermes Trismegisto, o lo que es igual, la ley del amor.
Si aceptas el mal mas abyecto como inevitable en el mundo en que estamos, no lo combates porque lo aceptas. Pero construyes desde el amor. Ya no hay fantasma del mal que te espante, y tu a lo tuyo. Porque te has desenchufado de la tele, y empiezas a pensar por ti mismo.
Bueno. Aquí lo dejo. si todos hiciésemos lo que propongo, el mundo mejoraría dramáticamente en una semana.
Gastar energías para construir. Lo viejo caduco y negativo, es desplazado por lo nuevo vibrante de vida, y eso viejo y negativo, caerá por su propio peso.
Drasticamente. No dramaticamente.
A mí, me gustan estos artículos como este del amigo Antonio, en el que en vez de lanzar proclamas moralistas, de lo que debemos hacer, a palo seco, (como si fuéramos tontos o infantes), se expone un análisis de las causas de los problemas, y se trata de sacar consecuencias.
Porque ya debería ser tiempo de que se comprendiese, que aquí y en la mayoría de la gente, sabemos muy bien qué es lo que deberíamos hacer, pero el hecho en sí, es que no lo hacemos, y habrá que reflexionar por qué no lo hacemos.
Si la cosa fuese tan sencilla como decirle a alguien lo que debe hacer, ipso facto, todos los terapeutas se quedarían en el paro, porque el problema no es el qué tenemos que hacer, sino por qué no lo hacemos: ¿somos muy malos, somos tontos que nos dejamos engañar por el malvado, o es que estamos poseídos por el demonio malo?.
Entrando en harina, sobre los tres supuestos de Bauman sobre el “imaginario personal y colectivo burgués”, Antonio deja para otro día el del consumismo desaforado.
Sobre el primero, el del crecimiento indefinido, se hace un análisis muy somero. Solo se expone lo insoportable que es en la práctica su resultado. Pero ¿cuáles son sus causas?. Son al menos tres.
La primera es el imparable crecimiento científico-tecnológico, que en sí mismo es una bendición. Y tiene además un carácter de imparable, a no ser que se hiciera una moratoria científica global, lo cual además de pernicioso, es impensable.
La segunda causa es el crecimiento contínuo de la población mundial, (estamos ya muy cerca de los 8.000 millones, y vamos a un ritmo de 1.000 millones/década). Esto supone una presión demográfica en el denominador, que exige necesariamente un aumento similar en el numerador, (la producción mundial).
La tercera causa, sería un conglomerado de subcausas individuales, (psicológicas = las insatisfacciones personales fuente del hiperconsumismo), y sociales, que tienden a aumentar la demanda de la gente y a presionar a los gobiernos por mas “circo, pan y si puede ser pasteles”.
Como por otra parte, el fuerte desarrollo tecnológico, con su mecanización y automatización, produce una fuerte tendencia a la desigualdad, (cada vez hace falta menos trabajo, sobre todo el de menor cualificación tecnológica), los gobiernos intentan resolverlo a base de crecimiento puro y duro.
Y es que lo de la redistribución de la riqueza, entre clases informadas y no informadas (tecnológicamente), va contra los imparables vientos tecnológicos, problema que se agrava más aún, con el imparable y creciente flujo demográfico de personas poco cualificadas.
Total, que estamos ante un gran problema de muy difícil solución, (si no se toman medidas draconianas al menos con el crecimiento demográfico), y por ello todos los gobiernos, realizan una huída hacia adelante, a ningún sitio.
De todas gormas yo sostengo, que la tecnología, es la única salida de nuestros problemas, y no es ningún falso “ídolo”. Todas las soluciones se implementarán gracias a la tecnología adecuada. Otro tema es que hagamos funcionar a las máquinas en la dirección adecuada, y eso depende de la sabiduría de nuestros dirigentes, y de nuestra sabiduría para elegir los más aptos y diligentes.
El tema del tercer supuesto del imaginario burgués, la “meritocracia”, que expone Bauman- Zugasti, entraña en sí una fuerte contradicción interna.
El planteamiento del amigo Antonio Zugasti, parecería ser que los problemas de las personas, todos vienen de la estructura social injusta.
Ese planteamiento, es muy reduccionista y materialista. Los problemas de las personas, además de la imperfecta estructura socioeconómica, están en los problemas de ese “imaginario burgués”, que todos adoptamos, (y que se supone que se tratarán más a fondo, en el próximo artículo del consumismo).
Lleva razón cuando dice que “no es por pereza por lo que una buena parte de la humanidad no tiene la más mínima posibilidad alcanzar una vida digna”. Pero eso es más válido para las zonas subdesarrolladas del planeta.
Pero en la parte, más menos desarrollada, (como podía ser España), muchos de los problemas de las personas, provienen de grandes errores cognitivos que les transmitimos en su ideario personal.
Es muy significativo, que en los colegios públicos y en los institutos españoles, conviven jóvenes españoles y de la emigración.
Y lamentablemente, se ve como (al contrario de muchos jóvenes emigrantes, que aprovechan esa educación que mal que tal, se les ofrece), muchos españolitos, con la cabeza a pájaros, se distraen en unos botellones y discotecas, con alcoholismo, fumaques y pastillazos, que les dura hasta los treinta años y más, y que a un alto porcentaje los convierte en minusválidos laborales funcionales: Los famosos ni-nis, y asimilados).
Y en parte, es porque quizás nuestra generación les hemos enseñado que tenían derecho a todo, porque sí, sin esfuerzo, ni trabajo, y eso justo, cuando más es necesario estar centrado y preparado.
Hay un cartel cerca de mi casa que cada vez que lo veo me pongo negro. Dice media verdad, (que es lo peor): “Tus problemas no son culpa del migrante, sino del sistema”.
Claro es que sus problemas no los causa el migrante, y que el “sistema” no ayuda, pero ¿no tendremos todos alguna responsabilidad personal de nuestras vidas?.
Si Isidoro. Las grandes tradiciones ce sabiduria e incluyo el Hoponopono, nos dicen que somos responsables, no culpables. Del 100% de todo lo que nos pase. Bueno y malo.
Que duda cabe, que si cambias para bien o para mal, esto se ve reflejado en tu realidad.
Si todos cambiásemos para bien. Tendríamos un buen Gobierno, y un buen Estado…
Excelente lo del Cumpa A. Zugasti ¿no?
…………………….
Le han encontrado la manija a la ACUMULACIÓN.
No se le encuentra la manija a la DISTRIBUCIÓN.
(hay quienes piensan que la hay (¿a qué buscarla?)
aunque no haya “mortajas con bolsillos”)