Señor Presidente: me permito robarle nada más cinco minutos, para hablarle de los “asentamientos”. Aunque personalmente disiento de su modo de proceder en este punto, no voy a entrar en razones éticas o políticas: hay otras instancias y otros momentos para esos debates, aunque no funcionen demasiado bien… Me limitaré más sencillamente al aspecto bíblico, dado que muchos colonos arguyen: “esta tierra es nuestra, porque Dios nos la dio a nosotros”.
Prescindamos ahora de la falta de nobleza de cuantos arguyen así sin ser creyentes. Atendiendo sólo a aquellos que todavía creen y siguen rezando el “Shemâ Israel”, debo decir que esa argumentación bíblica no se sostiene. Por estas razones:
1.- El mismo Dios que dio la tierra, vista la infidelidad del pueblo que sigue adorando a “Baal y Astarté”, proclama: “tampoco Yo quitaré de en medio a las naciones que Josué dejó al morir”; de modo que “los israelitas vivieron en medio de cananeos, hititas, amorreos, fereceos y jebuseos” (Jueces 2, 21.23; 3, 3-5). Los arqueólogos creen, además, que la ocupación de la tierra fue más bien pacífica porque había muchas zonas despobladas; se narró de forma militar para inspirar confianza en el apoyo de Dios que da la victoria. Y, por ejemplo, consta que ni Jericó ni Ay ni otras ciudades existían en la época en que el libro de Josué narra su conquista.
2.- La revelación bíblica de Dios tiene un carácter progresivo que se muestra en infinidad de ejemplos: al principio, cada desgracia que le sucede al pueblo es leída como un castigo de Dios, por unos hombres que eran al menos muy conscientes de su infidelidad al Señor. Pero entender eso de manera fija y estática hizo que, durante el Holocausto, muchos judíos de buena fe no supieran defenderse creyendo que se trataba de un castigo de Dios, que se valía de Hitler como antaño se había valido de Nabucodonosor. Cuando la agresión de Antíoco IV, Israel había aprendido ya que aquello no era un castigo de Dios sino una agresión injusta. ¡Lástima no haber recordado a los Macabeos cuando estalló la barbarie nazi!
Pero ahí se ven los estragos que puede hacer una lectura estática y no progresiva de la revelación de Dios.
3.- El exilio fue vivido por su pueblo como un castigo de Dios; pero allí aprendió Israel que Dios no era un bien exclusivamente suyo, sino Creador de todos los hombres y que también había gente agradable a Dios fuera de sus fronteras, tanto que Israel incorporó en su Biblia, como palabra de Dios, mucha sabiduría de otros pueblos. Y pese a las resistencias conservadoras impuestas al regreso del destierro babilónico (que obligaron a varios repudios), un judío podrá en adelante casarse con una mujer no judía y eso quedará después como algo definitivo: porque lo que tenemos en común como humanos capaces de amar, es superior a lo que nos diferencia como hijos de una u otra religión. Precisamente de uno de esos matrimonios mixtos era descendiente David y nacería luego Salomón.
4.- Fruto de esa dinámica es la lección de que cuando Dios llama o elige a alguien no lo llama para provecho suyo, sino para bien de los demás. Isaías dirá que Israel ha sido elegido como “luz para las gentes” (42,6), creando una sociedad que, en su humildad y su pequeñez, era modelo de justicia y de colaboración, donde no debía haber pobres ni esclavos. El actual estado de Israel, como sus antecesores, ha perdido esa ejemplaridad, empeñándose en ser “como las demás naciones” (Samuel 8,5): adorador de Mamôn, esa palabra aramea tan intraducible, que designa la confianza en la riqueza por delante y en contra de la confianza en Dios; con lo cual pervierte aquello que es un don de Dios, (la abundancia para todos), convirtiéndolo en una ofensa a Dios (la abundancia para unos pocos).
5.- Fruto de toda esa dinámica es también la crítica de la religión patente y presente en la Biblia, donde la religión deja de ser cuestión de culto, para pasar a ser una cuestión de justicia interhumana: “quiero misericordia y no culto” (Os 6,6); el ayuno que yo quiero es que partas tu pan con el hambriento, des casa al que no tiene… (Is 58); y Dios sabe que va a ser tan poco escuchado en este punto, que le dice al profeta: “clama, no ceses, grita en voz bien alta”. No tranquilices tu conciencia diciendo “el templo del Señor, el templo del Señor” (Jer 7,4) porque tengo toda la tierra para morar en ella y no necesito para nada tus ofrendas y tus holocaustos, ni tus templos. ¡Cómo ha ido creciendo aquí la pedagogía de Dios desde los tiempos de David hasta los del profeta Jeremías!
Si algún colono es todavía creyente ¿no escuchará la voz del Señor diciéndole como a Jonás: tú te quejas por tu vivienda; y ¿crees que a Mí no me importa nada esa Palestina donde habitan cientos de miles de hombres? (4,11).
Desde esta panorámica comprenderá Ud. que apelar al don de Dios, para quitar la tierra a otros, es sencillamente una blasfemia o una locura: la misma (si me permite decirlo así) de los que apelan a un “Alá más grande” para descargar su metralleta contra hermanos suyos.
Temo que, tras esta carta, ya nunca podré obtener visado para visitar Israel; y quizá no sea ésa la única venganza que me caiga. Pero le he escrito no sólo en defensa de muchos palestinos maltratados, sino también en defensa de otros judíos fieles, verdadero “resto de Israel”, que se sienten arrinconados en su tierra y se han jugado a veces la vida o la libertad, por no querer disparar contra hermanos suyos en humanidad. Comenzando por Isaac Rabin que aprendió, como David, a entonar su “Hannení Elohim Behasedeka”: ese “misericordia Dios mío por Tu bondad” que hoy reza tanta gente, judíos o no.
Que ese espíritu de Yahvé, que llena toda la tierra, le ilumine también a Ud.
Netanyahu está siendo investigado por su propio país por acusaciones de corrupción y malversación de fondos de campaña y soborno a algunos órganos de prensa.
Con este tipo de líderes que una parte del país apoya porque se mantienen en el gobierno no tiene sentido razonar nada y menos acerca de algo que ha sido negociado y vuelto a negociar hasta la nausea, que es el problema de la construcción en las áreas que están en disputa entre israelíes y palestinos, que por lo tanto constituyen provocaciones para crear malestar en la región y una región llena de conflictos volátiles.
Es por lo menos ingenuo esgrimir la Biblia para razonar con alguien obviamente mal intencionado porque miente y se compromete y retracta con la misma facilidad, no importa lo que diga la Biblia. El Gobierno de Israel no se relaciona con la Biblia como las teocracias islámicas con el Corán.
Respeto el criterio de que Inglaterra le diera las tierras al Estado de Israel, pero lo cierto es que el resto de las potencias estuvieron de acuerdo en hacerlo. Si no presionan a Israel es solo porque no quieren terminar el conflicto. Los árabes pudieran ponerle freno pero Deben estar mezclados en el comercio de armas y se bnefician del malestar porque pueden ejercer control sobre el petróleo impunemente si la atención política se enfoca a impeder que este conflicto multilateral explote.
reflejo de esta situación es que en las campañas presidenciales de los EE UU y me imagino que en las de Europa pueda ser otro tanto, la cuestión de asegurar al capital israelí en suelo estadounidense es in punto álgido que decide los apoyos monetarios que sostienen las campañas y que inclinan el favor popular hacia in candidato u otro.
Volviendo al tema del articulo del cual me separé momentáneamente: Leo en el n. 4: «Fruto de esa dinámica es la lección de que cuando Dios llama o elige a alguien no lo llama para provecho suyo, sino para bien de los demás. Isaías dirá que Israel ha sido elegido como “luz para las gentes” (42,6), creando una sociedad que, en su humildad y su pequeñez, era modelo de justicia y de colaboración, donde no debía haber pobres ni esclavos.»
Aquí ya no se trata de hermenéutica sino de exégesis y la exégesis de González Faus es, en este caso, por lo menos defectuosa aunque sea común o acostumbrada, sobre todo en los terrenos de la homilética y la dogmática ortodoxas.
Un primer problema fuera el de la necesidad de asumir que, en efecto, la divinidad haya «hablado» a su pueblo y que lo haya hecho, desde luego, sabiendo cuán «cogotudos» y engreídos tendían a ser (Isaías ya sabía de eso acerca de su pueblo).
Mala pedagogía es esta de echar leña al fuego de un pueblo casi megalómano que exageraba su autopercepción. Cuando la Biblia fue recopilada y puesta por escrito era apenas un puñado de tribus mal organizadas y vulnerables, en exilio forzado y algunas de las tribus mezcladas para siempre y disueltas entre el pueblo que les conquistó.
Que la divinidad le haya dado en heredad unos terrenos medio baldíos, o medio desérticos, y justificar el derecho divino para justificar el robo de territorios ya es el colmo. El Decálogo de la tradición mosaica prohibía el robo, aunque se refería al robo a otro hebreo y no al extranjero. Y este mal hábito de hacerse de las cosas de mala forma no era nada nuevo o algo que dejara que ocurrir: Eran de cuello duro y no aprendieron, por eso presentaban a la divinidad paciente porque en realidad era que ellos reincidían. Imposible no recordar la violación de Dinah, hija de Jacob, que el propio padre provocó a fin de que el padre del violador le cediera los terrenos que necesita y deseaba en forma de dote.
Leer los evangelios e imaginar que Jesús conociera un Israel que alguna vez hubiera constituido una sociedad que en su humildad y pequeñez fuera modelo de algo, es realmente exagerado y carente de mucho fundamento.
Veo en este artículo una exposición clara y valiente en la defensa de los Derecho Humanos, y una muestra razonada de la hermenéutica bíblica. No se trata de una defensa en favor de los palestinos, sino en favor de la justicia; por eso también deja claro su rechazo a la metralleta.
En el caso de Israel la mano de Dios fueron los ingleses que repartieron tierras que no eran de ellos. Es más, premiaron a un químico fabricante de gas mostaza o algún horror igual usado en la guerra del 14, con la presidencia del Estado de Israel.
Y ese cuento de que ” Dios nos dio la tierra” encierra varias falacias, si es que alguien se lo cree. La primera es que el Antiguo Testamento es un libro histórico, cosa que ni los arqueólogos israelíes creen.
Es un mito fundacional muy respetable, pero de dudosa autenticidad como para ir a un tribunal.
Segundo, los análisis genéticos hechos actualmente dicen que los actuales libaneses son los descendientes directos de los cananeos. Y que los judíos actuales, descienden más bien de europeos y comparten sus genes con kurdos e iranies.
Además después de 2000 años nadie es dueño de nada. Y según la Torah cada cierto tiempo se celebraba el Año del Jubileo y las tierras deberían volver a sus dueños originales es decir a los cananeos.
No creo que los descendientes de los visigodos, si es que hay alguno, postulara para volver a Crimea, de donde partieron al Oeste o a Ucrania. Y si alguno hiciera ese reclamo lo encerrarían por chiflado.
Esto es nada más que un problema de poder, como son todos los problemas políticos y los problemas de injusticias en este mundo.
Mi mejor amiga es judía. Pero no hablamos nunca de Israel para no perder nuestra amistad.
Me voy a apartar del problema de Israel y las construcciones en disputa para mirar a in detalle que me parece importante y que se relaciona con la primera evidencia a la que apunta el autor.
Leo: «El mismo Dios que dio la tierra, vista la infidelidad del pueblo que sigue adorando a “Baal y Astarte”».
Este es uno de esos textos que revela la noción de divinidad o de dios que sus autores tenían la cual era compatible con la idea de una divinidad a la que la humanidad podía sorprender, desilucionar, traicionar y no una vez, sino muchas veces.
Esta circunstancia ha sido interpretada como signo de la misericordia de Dios que olvida el pecado, acepta el arrepentimiento, y permite que la historia humana continue. La experienciar pedagógica humana apunta en el sentido de no consenter la mala conducta porque si no se la corrige adecuadamente, la laxitud en la disciplina, solo agrava la conducta. Esta intuición está impresa en la psyche humana y en la cultura como puede estarlo la ley natural porque es consecuencia del sentido retributivo de la justicia que se supone que es creado, natural. Hasta los animales aprenden experimentando la corrección.
¿Cómo se puede explicar que el Creador haya instilado en la conciencia humana, si ese fue el caso, un sentido de la justicia y de la pedagogía casi opuesto al que se atribuye a la divinidad en este texto? ¿Cuál puede ser el sentido de permitir esta diferencia en el modo de enfrentar el pecado o la maleficencia si, siglos después, los evangelios atribuirán a Jesús, el Galileo de Nazareth, la enseñaza de que debamos imitar a la perfección de su Padre?