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Flor de cuño

Dos columnas de Gonzalo Haya, alguna catequesis de Sunyol y la lectura del manifiesto de IPDM que en el tiempo han coincidido con un día dedicado a conversar entre cinco viejos amigos sobre pasado, presente y futuro, me mueven –vuelto a mi pueblo– a poner en orden ideas y sentires con ánimo de que los atrieros avezados puedan ilustrar mis sombras.

Don Fausto Ángulo Diez, ordenado in sacris a los 22 años con dispensa pontificia, cantor por oposición de la Real Capilla de SM el Rey don Alfonso XIII, que santa gloria haya, adscrito a una de las parroquias que serví, muerto a los 93 años de su edad, me repetía cuando la baraúnda y el ajetreo eclesiástico cimbreaban al personal “tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, quiero amigo que me diga, ¿son de alguna utilidad?”. Y una tarde linense de levantichon en la sacristía de La Atunara, cuya iglesia está afirmada sobre un saladero de atún, como no podía ser menos, mientras le ayudaba a desvestir los arreos rituales, se volvió para totalmente en serio con su impresionante voz de bajo murmurar :” no creo en la resurrección de los muertos, es que el Dios que enseñamos no puede ser verdad, es que la Iglesia es como el ejército, está para contener a la gente, es que he vivido en una mentira, es que he perdido la vida..”. De aquella tenía 89 años y 67 de ministerio con la guerra civil en zona roja vestido de miliciano.

He revivido ese instante al leer los comentarios densos, matizados, brillantes, de estos días en Atrio. Pero lo de la Iglesia en salida y el manifiesto propuesto me han llevado a don Fausto en volandas ayudándole a doblar el amito. ¿Puede pensar una persona libre, con un intelecto sano, que la Iglesia romana está en condiciones de salida? ¿De salida de dónde y para ir a dónde? Supongo que los adoradores de este señor Papa estiman que su bondad personal, poliédrica por cierto según los detalles que se filtran sobre su conducta con determinados colaboradores, su cordial acercamiento a gentes de toda condición y especialmente doloridos son un basamento de esa salida. Me temo que es imprescindible, pero absolutamente insuficiente y, en no pocos aspectos, muy peligroso por lo que oculta al andar.

¿Está dispuesta la Iglesia a vivir en su liturgia, en su teología, en su praxis moral, en su organización vertebrada que el silencio está en nuestro origen, envuelve nuestra vida en la Tierra, envolverá nuestro final y guarda nuestra salida al perder la vida? San Ireneo, que estaba más cerca de Müller que de Bergoglio, constataba que “por su grandeza es desconocido (Dios) para todos los seres que ha creado, ya que nunca, nadie, nunca, ha podido escrutar su origen”.

Un consiliario jocista belga, muchísimos años trabajando en Brasil, enseñaba a los militantes y responsables del movimiento que “a Dios nadie jamás lo ha visto y nadie sabe lo que es. Los que creen que conocen a ese Dios que nadie sabe lo que es se equivocan y engañan a los demás”. Joseph Comblin, apuntes míos de unas jornadas en El Escorial en 1972.

Ser honestos con el Silencio y en el Silencio, transformaría la Iglesia, a sus miembros dirigentes y a sus miembros del común, a sus escritores y predicadores, y nos pondría en situación de salida a un mundo, a una sociedad en donde estructuras de silencio y recogimiento permitirían contagiar paz, adoración, contemplación de la belleza y la Tierra, del sufrimiento humano y el cuidado que el planeta y sus habitantes exigen para vivir.

Convertirnos al silencio para entrar en el silencio y encontrar al Silencio haría desaparecer estructuras de poder que exigen dinero, funcionarios de la organización eclesiástica, bienes materiales. En silencio no se gasta, el silencio solo requiere callar y esperar que el silencio rebote silencio y entrar así en la verdad del fondo del universo y del ser.

Los seres humanos inventamos las religiones para huir del silencio. Es más fácil cantar que callar. Al cantar nos convencemos que alguien nos oye. En silencio nos damos cuenta que solo resuena silencio y aprendemos donde estamos y con quién nos jugamos los cuartos de la vida. El padre Comblin nos recordaba ya entonces que los cristianos fundaron la religión cristiana y que por tanto es una creación humana y no divina.

Seguir a Jesús de Nazaret, como han recordado bastantes comentaristas estos días, a mi, en la Iglesia que es donde lo he conocido y aprendido a seguirle y a quererle, me ha facilitado un camino, una forma de andar, un ojo para captar quien sufre, un recelo para los que moran en palacios, un miedo a los tesoros que se ajuman, un sistema para escribir en el suelo sin mirar a los que se van con la piedra en la mano, una manía de levantarme todavía oscuro para encontrar el silencio. Tampoco es tan difícil que junto al Silencio la Iglesia  ponga a Jesús.

Con la seguridad de que Jesús, como yo, como todos, no oyó al Silencio cuando le grito Elí, Elí Lama sabactaní.

Apuesto por esa Iglesia. Que sea capaz de contarles a las gentes el Silencio, de vivir el Silencio, frente al Silencio, en el Silencio, con el Silencio, sin otra respuesta.

¿Y qué pinta aquí la flor de cuño? Se dice de aquellas monedas que aún no han circulado y que conservan su encanto al salir de la cilla. En esa salida si espero y si firmaría un manifiesto.

14 comentarios

  • Antonio Toston De la Calle

    Ha pasado más de un mes de este escrito. Me pilló a la salida de las vacaciones, y me dije: Cuando vuelva, tomo nota para decir algo sobre lo que nos cuenta Alberto Revuelta.Me impactaron las palabras que puso en boca de don Fausto Ángulo Diez. Salvando las distancias que haya que salvar, yo viví algo muy parecido hace ya 50 años                                         No creo en la resurrección  de los muertos                                 El Dios que nos han enseñado (mio), no puede ser verdad Es,que la iglesia es como el ejército ; está para contener a la gente. Es, que he vivido en una mentira.Es, que he perdido mi vida…                                                                      Y tanto fue así que mi vida pegó un vuelco total. No he vuelto a pisar una iglesia, por voluntad de participar en nada que a ella se refiriera. Y no sentí ningún sentimiento que no fuera de LIBERTAD. Cierto que en ningún momento sentí decepción por el Dios en el que “yo creía”, pero sí dudas sobre el Cristo o Jesucristo que me administraron. Y fue entonces cuando tuve la impresión de que el Jesús de Nazaret no correpondía, para mi, al Cristo, o al Jesucristo, Saulo.               Han pasado muchos años sí, pero ….hoy leo con cierta satisfacción, que muchas de mis ideas están llegado ahora y, son aceptadas con naturalidad y calan.Decir que en nuestra conciencia nadie puede entrar, salvo al que debemos el ser, es obvio.  Decir ahora que no hay infierno, ni limbo …..lo mismo.Decir ahora, no creo en la resurrección de los muertos ¿que voy a decir?. ¿Se pensó en algún momento y se hizo publico que nuestro espíritu no muere, aunque nuestros restos queden en  la tierra?.Sin embargo, cuanto daño han hecho los que defendían un dios justiciero e inmisericorde que entregó a “su hijo a la muerte, para salvarnos?    ¡¡¡Que dios hemos sufrido, para dar valor y poder….. a sus mediadores….¡¡¡Que era preciso que Jesús muriera, para nuestro bien!!!.El fin justifica los medios…..divinos.

    Podía  seguir y seguir, pero por hoy basta.Mi agradecimiento a Alberto Revuelta, a mi amigo Juan Luis Herrero, a Torres Quiruga,…….

  • George R Porta

     
    ¿Por qué he comentado sobre la recepción de los textos místicos teresiano-sanjuanistas, aunque no sea experto en ello?
     
    Porque basado en las experiencias de quienes sí son expertos y la mías con cubanos recién salidos Cuba, me imagino sin hacer gran esfuerzo que a una persona oyente «desfamiliarizada» con el vocabulario y el uso del lenguaje que escucha, se le ha de hacer difícil la comprensión y que se vea fácilmente tentado/a considerar a su interlocutor ignorante, errado o reo de algún delito contra la comunicación. Por eso también he pedido a menudo que antes de interpretarme dada mis deficiencias comunicativas, por favor me pidan que me explique.
     
    En el caso de Francisco, antes de acusarle de hereje, incompetente, hipócrita, farsante, etc., vale la pena considerar cuán difícil le sea entenderse con la curia que le rodea, sobre todo, sabiendo que se mantuvo alejado de las esferas burocráticas del Vaticano, aun siendo cardenal y arzobispo de Buenos Aires, por encontrarse más metido en su propia diócesis, según cuentan. Pudiera tratarse de una simple cuestión de adaptación porque ni siquiera sus secretarios son argentinos, ventaja que tuvieron el «polaco santo de súbito» y el alemán antiguo nazi juvenil, papas también extranjeros. 

  • George R Porta

     
    Leo en el artículo de este hilo: «… no creo en la resurrección de los muertos, es que el Dios que enseñamos no puede ser verdad, es que la Iglesia es como el ejército, está para contener a la gente, es que he vivido en una mentira, es que he perdido la vida…» (Citando a Don Fausto Ángulo Diez, en la Sacristía de La Atunara)
     
    Paradójicamente, confío en que Don Fausto perdiéndola haya ganado su vida si no de momento, alguna vez y si no, pues nada, vivió siguiendo a Jesús como pudo. Sus sentimientos, como los narra Revuelta, me recuerdan los de teresa de Calcutta, Teresita de Lisieux, Edith Stein en sus últimos días ya a punto de tomar el tren hacia Auschwitz-Birkenau, a Dietrich Bonhöeffer cuando esperando subir al cadalso en Flossembürg (Baviera), afrontaba la inefectividad de su predicación ante el descreimiento y la amargura de sus compañeros de prisión, y, desde luego, a Jesús en la cruz a punto de expirar.
     
    Un posible problema de la homilética y la catequesis católico-romanas es que están diseñadas para ser propuestas en el contexto paradigmático escolástico que tiene muy poco que ver con el mundo postmoderno.
     
    Cuando el creyente postmoderno se atreve a creer por sí solo, sin recurrir a la autoridad que lo ha amaestrado hasta ese momento solo puede recurrir a la negación de lo que sabía. Es ese el final, sí, como lo fue el abandono en la cruz.
     
    Este es el terreno del místico. San Juan de la Cruz y Santa Teresa se aventuraron a imaginar sintiéndola su afectividad por y con Jesús. Teresa lo reconoce y recomienda a sus monjas: “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas, con quien sabemos nos ama.” (Vida 8, 5). Juan lo hace en el Cántico Espiritual: vv. 166-170, cuando describe la entrega de la esposa al esposo, siguiendo el modelo del Cantar de los Cantares. A Teresa de Calcutta la guía un extraño que no experimenta lo que ella está pasando. Ya imagino la agonía que debió vivir durante sus 25 años de tinieblas interiores dirigida por alguien que le decía que lo que sentía no era real, que lo real era precisamente aquello que ya no sentía.
    No sé cómo hubiera reaccionado Jesús a alguien que le reprochara ingratitud por increpar a su Abbá en medio de su terrible «noche» de abandono.

  • mª pilar

    Solo decirle… Alberto, comparto totalmente esta mirada.

    ¡He aprendido tanto del silencio!

    Porque el silencio interior… se hace palabra cuando de verdad se abandona una a ello, y sin buscarlo; solo entregarse al silencio… quizá para comprender… o no, pero estar y ser fiel a lo que rebosa de el.

    ¡¡¡Gracias Alberto amigo!!! 

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar

  • George R Porta

    El lenguaje místico puede ser muy difícil y hasta rechazado por lectores desfamiliarizados, es decir, en palabras de Umberto Eco, porque el lenguaje místico es leído dentro de un proceso hermenéutico dinámico que presupone una relación de diálogo entre la obra y su lector/a y la siempre oculta intencionalidad del escritor o poeta. (Cf., por ejemplo, U. Eco, The Limits of Interpretation, Bloomington and Indianapolis, Indiana University Press, 1994). De manera más simple, cada persona lee desde la butaca en la que está sentado y por lo tanto lee solo desde su propio ángulo. Esto hace más importante la necesidad de asumir la responsabilidad por lo que se «recibe» de la lectura y no simplemente imputársela al escritor que, desde luego, comparte dicha responsabilidad.

    “El «Cántico Espiritutal» de Juan de la + produjo religioso terror a Marcelino Menéndez Pelayo, espanto a Dámaso Alonso, Roger Duvivier califica a la obra de inclasificable, Pi yMargall encuentra la poesía del cántico incorrecta pero sublime y completamente nueva, Azorín delata las transgresiones gramaticales del Cántico, Antonio de Campagny se queja de que los versos de Juan de la Cruz a menudo le parecen descuidados. Paul Valery no lo rechaza porque le lee desde la perspectiva de las vanguardias y por eso describirá a San Juan como un poeta afrancesado. Bousoño le considera un poeta contemporáneo en 1970…” Lo cierto es que “San Juan lo escribió para una lectora ideal, la Madre Ana de jesús…” Más aún, el poeta explica a su lectora “que debía asumir el mensaje profundo de las liras que le iba dedicando desde las coordenadas literarias, la estética de un poema semítico, el Cantar de los Cantares y hasta le especifica: «aunque a Vuestra Reverencia le falte el ejercicio de la teología escolástica, con que se entienden las verdades divinas, no le falta el de la mística, que se sabe por amor, en que no solamente se saben, más juntamente se gustan».” (Cf. Luce López Baralt, Acerca del Aroma del Yemen en las letras dl Siglo de Oro y de la dificultad de su estudio, en Actas de la Asociación Interamericana de Hispanistas, Roma, 2010).

  • Durante muchos años he practicado la meditación Zen. La de la secta Soto, que no usa koans como la Rinzai.

    La secta Soto usa la meditación de foco abierto. Sentarse y sentirse, sin concentrarse en koan alguno. Te sientas en silencio obviamente.Y desde una imaginaria altura, ves tus pensamientos pasar como nubes que se mueven. El maestro Zen Taisen Deshimaru, decía que eso nos limpiaba el subconsciente.

    Cuando oras, le hablas a Dios. Cuando meditas, es Dios que te habla a ti. Porque al hacer vacío en tu mente, hay sitio para que entren las energías del kosmos del cual somos hijos.

    Pero en nuestro tiempo de ahora. He descubierto el Método Yuen. Algo mucho mas rápido y efectivo, que pasarte horas frente a una pared meditando.

    Ademas como interesado en el tema espiritual, y gracias al Internet. He descubierto, el mirar al Sol, o Sun Gazing, el Hoponopono, La Conexión de Montserrat Fernandez Romera. Etc. Como también los profetas del Salto Cuántico. Como es  Joe Dispenza.

    Todo lo que he visto en You Tube, del tema, y he leído. Son tecnologías transformativas, que buscan el Despertar. Una muerte y una resurrección a una realidad mas depurada, mas real.

    Y si nos remontamos a la historia, para que te voy a contar….

    En eso estriba, en el Despertar. Toda espiritualidad que se precie.

    Espiritualidad transformativa. Esa es la útil. Y para no hacerme reiterativamente pesado en ATRIO. Solo os propondré un acertijo. ¿Cuando el cristianismo, ha sido transformativo?. Y a partir de que época, se convirtió en muletas traslativas, ideal para plañideras.

    Silencio, si. Silenciar la mente. Lo demás lo tendremos por añadidura.

    http://nuevodesordenmundial.blogspot.com.es/2017/02/te-sientes-extrano-es-por-la-vibracion.html

    Dicen que la Tierra de 7,8 hz, ha subido su vibración a mas de 30 hz. y sigue subiendo. Esto es un dato objetivo….

    También es un dato objetivo, desde Hermes Trismegisto, que todo es vibración.

    Si aumenta la vibración de la Tierra, o resonancia Schumann. Esto tiene consecuencias que nos afectan hasta en lo mas intimo de nosotros.

    Existe una profecía oriental, en la que se dice que al final del Kali Yuga, época en la que estamos, aparecerían los bodhisattvas. Y han aparecido. Como os digo, yo los veo en el Internet. Y la mayoría son laicos….

    En definitiva, y para concluir. O subimos de vibración con la tecnología espiritual que mas nos acomode. O lo pasaremos muy mal, con una Tierra, que se aleja de las vibraciones bajas….

    Si me pidierais lo mas efectivo y rápido, para la muerte del viejo yo. Y un renacer a nuestro autentico SER. Os recomendaría.

    “La Conexión”. De Montserrat Fernandez Romera.

    El Silencio. También… Que “ca uno es ca uno”.

     

  • George R Porta

     
    Leo: «Los seres humanos inventamos las religiones para huir del silencio. Es más fácil cantar que callar. Al cantar nos convencemos que alguien nos oye (sic). En silencio nos damos cuenta que solo resuena silencio y aprendemos donde estamos y con quién nos jugamos los cuartos de la vida. El padre Comblin nos recordaba ya entonces que los cristianos fundaron la religión cristiana y que por tanto es una creación humana y no divina.»
     
    Me hace bien que Revuelta me recuerde estas afirmaciones de las que es casi imposible discrepar (al menos yo no puedo, y ya no lo necesito). Por eso agradecí el artículo.
     
    Para buena parte de la antropología de la religión y de la filosofía de la religión la progresiva autoconsciencia de la vulnerabilidad fue el disparador por excelencia de dos movimientos: a) La religión y, en respuesta al fallo de ésta para disminuir la sensación de impotencia que la fuerza de la naturaleza intima; b) el desarrollo de las tecnologías, las técnicas, y simultáneamente la ciencia. Con aquella debió nacer la música —«es más fácil cantar que callar», escribe Revuelta— y con éstas el instrumento de labranza o de caza, que con el tiempo devino arma homicida. ¡Trágica ruptura del silencio!
     
    Se puede comprender que el surgimiento de lo religioso parece que viniera acompañado de algún murmullo de voces o musical y no solo en forma de palabra y canto, sino de danza, y no siempre «monotonal». ¿Es la oración de petición, de acción de gracias, de lamento fúnebre, o para cualquier intención, otra cosa que ruptura del silencio que el ser humano religioso no tolera y se siente compelido a romper?
     
    El ser humano parece que necesitó socializar, por tanto, de comunicar y que así rompiera el silencio. También, en general, la primitiva imaginería religiosa, con mayor o menor poesía, «narren» a un «creador/a» con habilidades alfareras, es decir, conversando él/ella misma con la materia, sea la tierra, sea el agua, sea ambos en forma de trabajo creativo.
     
    En el guatemalteco Popol Vuh —en 1701-1703, dizque lo descubrió fray Francisco Ximénez, en Santo Tomás de Chichicastenango (Guatemala)— cuando las divinidades crearon a los cuatro primeros hombres todo estaba en silencio: «Los primeros cuatro hombres son: Balam Quitzé, el segundo Balam Akab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui Balam (Cf. Popol Vuh, La Habana, Casa de Las Américas, 1964) y están hechos de maíz, tras de ellos fueron creadas las primeras cuatro mujeres. Las tribus descendientes de ellos/as, hablan el mismo lenguaje y viajan a Tulan. El lenguaje de las tribus se confunde y éstas se dispersan. Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio.» Como es tardío el documento que se conoce de Fray Ximénez, no se puede eliminar el temor de que contenga contaminaciones cristianas.
     
    En el caso de Japón, la mitología sostiene que sus islas fueron originadas al impacto de las lágrimas de los dioses sobre el océano y la música se origina de ese impacto de las lágrimas sobre el mar.
     
    Parece que los judíos prefirieron introducir su divinidad alfarera con conciencia autocrítica pero pocas tonalidades morales o éticas, en contraste con aquellas otras que utilizaron como narrativas fundacionales.
     
    De cualquier modo, el ser humano rompió el silencio primigenio y de esa ruptura nació el insulto, es cierto, pero también la poesía.

  • ana rodrigo

     
    A pesar de que Alberto nos ofrece su desahogo personal, nos da la ocasión a sus lectores y lectoras de participar de sus oscuridades, de sus interrogantes y de sus increencias. Y sobre todo nos ayuda a calmar un poco nuestros ruidos personales y observar la cantidad de “ruidos” que nos limitan o nos anulan nuestra capacidad de escucha, o, como dice él, nuestra capacidad de escuchar el silencio.
     
    Acerca del silencio han corrido litros de tinta, se ha analizado el silencio desde muchas perspectivas tanto beneficiosas como perniciosas. Quizá quienes más han valorado la importancia del silencio han sido las filosofías orientales. En Occidente hemos abusado y casi olvidado el silencio en pro de la razón para todo.
     
    En nuestra sociedad actual aún lo tenemos más difícil pues estamos siendo bombardeados constantemente por informaciones, imágenes, noticias, escritos infinitos en internet sobre todos los temas, etc. etc.
     
    Por eso no viene mal que alguien, gracias Alberto, nos recuerde la existencia del silencio, ya sea con minúscula o con mayúscula.
     
    Pero no es menos cierto que, como viene a decir, M. Luisa, desde el silencio es desde donde podemos escuchar, y desde donde podemos hacer avanzar a esta sociedad pensante, reflexiva y creativa de nuevos mundos. Siempre desde la escucha y la reflexión activa, los seres humanos podremos dar sentido a por qué y para qué estamos en este planeta interactuando con nuestros semejantes y con la Naturaleza en general. La acción es contraria a la pasividad, el silencio no es pasividad, sino la catapulta para nuestras decisiones.
     
     
     
    Con respecto a la IGLESIA es cierto que su capacidad de ocultar el silencio con tantas explicaciones, teologías, dogmas, ritos, prédicas, normas, etc. etc., es infinita. Pero “la salida de” siempre parte del primer paso, y sigue con pequeños pasos, y esto conforma un caminar ¿hacia dónde?, pues hacia el cambio de cosas que hasta ahora no se han hecho bien. Lo contrario sería tirar la toalla, y la vida con horizonte tiene un aliciente increíblemente positivo en nuestro caminar.
     

  • M.Luisa

    El silencio es correlativo a la escucha formando una unidad. Si escuchamos necesariamente estamos en silencio. No es que se esté en silencio porque no se tenga nada que decir, por pura pasividad, sino que al formar con la escucha una unidad es la reflexión de esta unidad la que nos obliga a permanecer en silencio. El reflejo de esta unidad en la escucha nos hace reflexionar, pararnos antes de actuar. El silencio es un momento de esta estructura unitaria, con lo cual esto significa que si la iglesia no cesa de hacer ruido se hallará  muy lejos todavía  de estar en condiciones de esta salidad ruidosa y adoptar la posición de escucha  porque engañando a los demás y manteniéndolos en el ruído también se engaña así misma.

  • Gonzalo Haya

    Creo, Alberto, que hay un tiempo para el silencio y un tiempo para comunicarnos, aunque sean nuestras propias incertidumbres. Cada uno experimenta (en su silencio) qué es lo que la comunidad le pide en cada momento. En silencio o dialogando, lo importante es actuar para mejorar la vida de los demás. Jesús, a su manera, curó a los enfermos, y nos animó, con parábolas, a hacer lo mismo. También habló de Dios, y lo describió como Padre que cuida hasta de nuestros cabellos (providencia que muchos cristianos discuten o interpretan). Sabemos que tú también ayudas a los que lo necesitan, y de vez en cuando nos animas a todos contándonos tus experiencias. Gracias, por alentarnos a vivir el silencio.

  • George R Porta

     
    Leo: «¿Puede pensar una persona libre, con un intelecto sano, que la Iglesia romana está en condiciones de salida? ¿De salida de dónde y para ir a dónde?»
     
    En mi primera entrada agradecí este artículo y lo agradezco de nuevo. Es hora de lidiar con este tema de «iglesia en salida». Primero, a la fuente que es la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (EG), 24-11-2013, de Francisco. Así, las siguientes ideas entre muchas otras se pueden apuntar a este respecto:
     
    1.    La Iglesia Católica Romana está constituida por lo eclesiástico (la jerarquía y los profesionales de la religión de su membresía, e. gr., obispos, curas, monjas, etc.) pero la mayoría de la Iglesia está constituida por los laicos y, por lo tanto, lo comprenda o no aquella minoría eclesiástica, la evangelización es tarea que nos compete a todos (n. 17, c).
     
    2.    Por el hecho de que los laicos somos mayoría numérica en la Iglesia, nos corresponde en mayor medida o proporción a los laicos o seglares que a la jerarquía eclesiástica (Francisco recuerda y reafirma todo esto en los nn. 81, 82, 102; 201 de EG).
     
    3.    Desde el comienzo de EG, Francisco aclara en el n. 49, cómo Francisco prefiere «una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.» De la situación de perfeccionismo ha de salir.
     
    4.    A la pregunta de si la Iglesia Católico-Romana «está en condiciones de salida», la respuesta es afirmativa. De hecho, urge que salga de su encerramiento y que se movilice si no quiere simplemente momificarse. No lo tiene que estar en su totalidad, pero ciertamente hay partes de ella que lo están. De eso hablaba J Comblin cuando proponía otro paradigma teológico en el Escorial (Ut supra).
     
    5.    En Atrio aparece mucha gente inquieta y deseosa de «salir» y mucha que ya ha salido, a la que el anquilosamiento institucional no le ha extinguido el deseo de dar testimonio del Galileo y de su estilo de vida. Precisamente, sirviéndome de las palabras del autor, solo «una persona libre, con un intelecto sano» puede y debe comprometerse a esa salida. Los demás que no se escondan, pero que busquen su liberación y su sanidad y cuando estén listos que se sumen, ya al hacerlo se habrán puesto en salida.
     
    6.    A la pregunta de «de dónde y para ir a dónde» cada persona ha primero de dar «un paso» interior, en salida de sí misma, y en seguida otro exterior en la dirección de los demás para manifestar al Galileo y su evangelio, mejor en referencia a un grupo válido.
     
    7.    Salvador Santos Pacheco, en «Un Paso, Un Mundo» (2009) se anticipó a Francisco en cuatro años. No otra cosa propone que esa misma urgencia de «salida» al servicio solidario, a la compasión, a la paz y la justicia, a implantar como se pueda el «reinado» preconizado por el Galileo.

  • George R Porta

    Gracias, Alberto, por este artículo. Y gracias También porque enseñarme, sin quererlo, una palabra nueva: «cilla».

    Se lee en el DRAE: cilla

     

    Del latín cella ‘despensa’.

    1. f. Casa o cámara donde se recogían los granos.
    2. f. Renta diezmal.

  • oscar varela

    Hola!
    Los escritos “místicos” son interesantes y valederos.
    Gracias, entonces!
    Pero suelen olvidarse de la “diversidad” que:
    * suena y canta
    * sin, por ello, ser “ruido”.
    ¿no?

  • ELOY

    Respeto, reflexión, silencio..

    Y la huella que siempre dejan las palabras sentidas …  que transmiten sentimiento.

    Me quedan el silencio y el sentimiento.

    Gracias.