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José Aldunate cumplió un siglo de vida

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Publicado: Lunes 5 de junio de 2017 | Autor: Cooperativa.cl

El sacerdote jesuita José Aldunate, ícono de la defensa de los derechos humanos durante la dictadura en Chile, cumple este lunes un siglo de vida.

Aldunate nació el 5 de junio de 1917 en el seno de una familia acomodada que, entre 1927 y 1930, se trasladó a vivir a Inglaterra. En 1935 ingresó al Noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán, siguiendo el ejemplo de su hermano Carlos.

 En su larga trayectoria sacerdotal fue discípulo de San Alberto Hurtado y seguidor de la Teología de la Liberación, además de “cura obrero” y hombre cercano al mundo sindical.

A mediados del siglo pasado participó en el proyecto Acción Sindical Chilena (Asich) y tras el golpe de 1973 formó el equipo Misión Obrera y el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, organización que denunciaba públicamente los recintos de tortura, realizando protestas pacíficas fuera de éstos.

“La tortura sigue practicándose en Chile (…) Yo creo que nuestro efecto ha sido más bien la conciencia sobre la tortura. Creo que hay más conciencia, hay más reconocimiento del hecho y más repudio también, un repudio más universal. Eso es lo que pretendemos”, decía Aldunate durante los años del régimen militar.

José Aldunate creó los boletines “No podemos callar” y “Policarpo”, que se hacían mediante stencil y eran repartidos a distintas instituciones sociales, denunciando los atropellos de la dictadura. También ha sido director de la revista Mensaje y del Centro Belarmino, formador de jesuitas jóvenes, superior provincial de los jesuitas en Chile y autor de varios libros.

“Don Pepe Aldunate y esas otras personas de esa generación, mayores, vivieron la iglesia antes del Concilio (Vaticano II) y después del Concilio, y pudieron experimentar los cambios enormes que se produjeron. Lo que resulta interesante en el caso de don Pepe es que él, siendo al mismo tiempo un seguidor del padre Hurtado, se orientó por el cristianismo social, que ha caracterizado a la Compañía de Jesús en los últimos años“, reflexiona el sacerdote Jorge Costadoat, quien es parte de la revista Reflexión y Liberación, donde también escribió José Aldunate.

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“No sé si soy digno de recibirlo”, dijo “Pepe” Aldunate cuando le concedieron el Premio Nacional de Derechos Humanos.

Hace dos años, al cumplir 98, el religioso decía a Cooperativa que su larga vida le había permitido observar “tiempos muy interesantes y desafiantes”.

Aldunate PremioLa gente anda, a veces, muy pesimista, pero yo no. Yo creo que todo tiempo difícil es un tiempo de oportunidad que nos apela a poner lo mejor que tengamos“, señalaba Aldunate, quien el año pasado recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos.
Carmen Molina, hoy de 79 años, cuenta a Cooperativa que conoció a Aldunate cuando llegó a Chile desde España y se comunicó con siete sacerdotes jesuitas, con los que escribió el libro “Caín, ¿dónde está tu hermano?“, sobre la desaparición del sacerdote valenciano Antonio Llidó y otros casos. Luego coincidieron en la Pastoral Ecuménica de Acompañamiento al VIH Sida

El padre Aldunate es el único sacerdote que en ese minuto atendió a los chiquillos gays, que, en ese momento, eran muy desprestigiados. Fue el primero que habló a favor del matrimonio gay, del respeto a las personas homosexuales. Él bendijo muchos matrimonios de personas lésbicas y gays: les decía que bendecía, con mucho respeto, a dos personas que se comprometían a amarse”, recuerda.

El próximo sábado 10 de junio a las 10:45 horas se realizará en la Iglesia San Ignacio (Alonso Ovalle esquina San Ignacio, en Santiago) una misa en gratitud por los 100 años de vida de “Pepe Aldunate“. La liturgia será oficiada por su amigo, el cura Mariano Puga.

Un comentario

  • Gonzalo Haya

    El Padre Aldunate era Profesor de Moral en la Facultad de Teología en Santiago, pero quiso participar en nuestra experiencia obrera en Calama, que quedó abortada por el golpe de estado de Pinochet. Desde entonces ha estado comprometido con la ayuda a los perseguidos y torturados durante la Dictadura. Lo recuerdo como un hombre sereno, bien documentado, con sincero compromiso cristiano, que inspiraba seguridad y confianza. Después solamente lo he seguido muy de lejos, pero siempre en la misma línea de profundo y sereno compromiso con los perseguidos.