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¿Obispos investigados o imputados por la justicia?

Castillo            Se sabe que, en este momento, hay en España media docena de obispos investigados o imputados por los tribunales de justicia. No es mi intención pronunciarme sobre la verdad o falsedad de los hechos que investigan los jueces, fiscales y abogados, que intervienen en cada uno de estos casos. Lo que pretendo es plantear, con este motivo, una reflexión que me parece importante, no sólo para los encausados, sino para los cristianos en general y los ciudadanos interesados en estos asuntos.

Ante todo, es un hecho, afirmado como dato de la fe de la Iglesia, que los obispos son “los sucesores de los apóstoles”. Así consta desde el siglo primero hasta nuestros días. Teniendo en cuenta que esta sucesión no es un simple hecho de validez sacramental. Quiero decir, para que un obispo sea “sucesor de los apóstoles” no basta el hecho de la “ordenación sacramental”. O sea, no basta que haya recibido el rito o la ceremonia de su ordenación como obispo. Además de eso, se necesita que el que ha sido ordenado en una ceremonia religiosa, transmita – mediante sus enseñanzas y su forma de vida – la doctrina que nos enseñaron los apóstoles de Jesús (Y. Congar, E. Molland, V. Fluchs, G. Bardy…).

Por eso, la Iglesia, durante más de diez siglos, a los obispos (y clérigos en general) que tenían comportamientos escandalosos, les quitaba todos sus poderes y dignidades. Y les obligaba a vivir, el resto de su vida, como laicos (“laica communione contentus”), ganándose la vida como se la gana todo el mundo: ganándose un jornal para tener el pan de cada día (abundan estudios serios y documentados sobre esto: C. Vogel, P. M. Seriski, E. Herman, P. Hinschius, F. Kolber, K. Hofmann, J. M. Castillo…).

Pero hay algo más importante, que normalmente no se tiene en cuenta. Según los evangelios, lo primero que Jesús les exigió a los apóstoles no fue le “fe”, que creyeran en él, sino el “seguimiento”, que vivieran con él y como él. La teología, por desgracia, no ha tenido debidamente en cuenta este dato capital, a saber: que antes que las creencias, está la forma de vivir. Baste pensar que, en los evangelios sinópticos, mientras que la fe se menciona 36 veces, del seguimiento de Jesús se trata en 57 ocasiones.

No voy a hacer aquí un estudio sobre el “seguimiento” de Jesús. Me limito a señalar que los relatos de “seguimiento” destacan sobre todo esto: cuando Jesús llamaba a alguien a seguirle, no presentaba ningún programa de vida, ningún objetivo, ningún ideal. Sólo una llamada: “Sígueme”. Esto era todo (D. Bonhoeffer). Pero esto exigía dejarlo todo: familia, bienes, casa, trabajo… El que era llamado, perdía toda seguridad humana. ¿Por qué? ¿Para qué? Para ser libre de verdad. No estar atado a nada. Ni a nadie. Aunque quienes eran llamados no tuvieran claro lo de la fe, como queda patente en la cantidad de veces, que, según los sinópticos, los que le seguían fueron reprendidos, tantas veces, por el mismo Jesús, que les llamó “hombres de poca fe” (“oligo-pistoi”) o incluso les echó en cara su incredulidad (“a-pistía”).

Con el paso del tiempo, en la Iglesia se dio más importancia a la fe que al seguimiento, sin duda por la influencia creciente que tuvo la teología de Pablo, que, no conoció al Jesús histórico, ni menciona el seguimiento de Jesús. Pablo habla de la “imitación”, pero es para que le imiten a él (1 Cor 4, 16; Fil 3, 17), haciendo una vez referencia a Cristo (1 Cor 11, 1).

En cuanto a los obispos, en lo que más se ha insistido ha sido en la “autoridad”, que, desde el s. IX (con el papa Nicolás I), empezó a considerarse como “potestad”. Y que pronto fue calificada como “sagrada”. Así, el clero centró su interés, más en exigir sumisión a la fe, explicada por los propios clérigos, que en la libertad que nace del seguimiento de Jesús. La Religión, con sus ritos y observancias, le ganó (en importancia y presencia social) al Evangelio. Jesús fue objeto de culto, devoción y arte. De la vida de la gente, de los ricos y de los pobres, se encargaban los poderes públicos, con frecuencia en lucha, para ver quién mandaba más, si el poder civil o el poder sagrado.

¿Nos sorprende o nos escandaliza que haya obispos que se ven denunciados ante la Justicia? Yo no soy quién para decir si son o no son culpables. Lo que se puede – y se debe – decir es que en la Iglesia hay demasiada gente que la da más importancia a la Religión que al Evangelio. Porque es más fácil ir a misa o decir “yo creo en la fe que enseña la Iglesia”, que tomar en serio el seguimiento de Jesús. Quiero decir: lo que nos da miedo y no soportamos es pensar que, si queremos ser cristianos, tenemos que asumir, ante todo, el seguimiento de Jesús. Es decir, el proyecto de vida que nos plantea el Evangelio. Si no empezamos por ahí, ¿qué cristianismo es el nuestro?

Yo no quiero, ni tengo por qué, enjuiciar a los obispos. Muchos de ellos son excelentes personas y hombres ejemplares. Lo que me duele, y no puedo aceptar, es que la Iglesia que tenemos y su teología le hayan dado más importancia a lo que más valora la Religión: creencias, leyes, ritos y jerarquías. Mientras que la forma de vivir y el proyecto de vida, que nos marcó Jesús, tal como consta en los evangelios, no es precisamente ni lo determinante, ni lo que la gente ve y palpa en la vida y en la presencia de la Iglesia.

 

12 comentarios

  • Maite Lesmes

    Coincido con la interpretación que Gonzalo Haya hace de Castillo.

    Lo que sorprende y escandaliza es que no haya más cardenales, obispos, curas… imputados, juzgados por tribunales civiles y encarcelados. Porque el escándalo de las inmatriculaciones de bienes inmuebles diversos, que hace que el enriquecimiento legal pero ilegítimo y falto de toda ética conseguido por la institución iglesia, que la convierte en uno de los poderes económicos más solventes y sin embargo fuera de control por la fiscalidad y por la ciudadanía, es mayúsculo. Pero de esta corrupción no se habla, tampoco preocupa y está protegida por el partido en el gobierno como la suya propia.

    Porque el escándalo denunciado por algunos medios independientes digitales, como Infolibre, Eldiario.es, Europa laica y pocos más, de que las propiedades de la iglesia, incluidas las que carecen de un fin religioso, como pueden ser garajes, frontones, etc, no paguen impuestos como el resto de ciudadanos, es superlativo.

    Porque los escándalos de abusos sexuales a menores fundamentalmente por parte de clérigos, el Vaticano y resto de jerarquía los siguen tapando, minimizando y consintiendo. Porque escandalosos son los privilegios que sigue teniendo la iglesia católica en materia educativa, sanitaria, asistencial, etc y la escasa conciencia social que manifiestan con sus trabajador@s.  No menos escandalosa es su tendencia misógina, homofóbica y premoderna en lo científico.

    Si Jesús no fundó una iglesia, si Jesús no necesitó sacerdotes, mucho menos obispos, si conocemos el origen y evolución de esta institución anacrónica, innecesaria, dañina más que efectiva, no pongamos parches, desinfectemos la herida.

     

  • George R Porta

    Gracias, Gonzalo. Agradezco tu respuesta. Difiero en que si para Jesús las palabras eran importantes, me parece que siempre lo serán. Si no lo fueran, por ejemplo, la comunicación en Atrio careciera de justificación o empeñarse en un proyecto como el de tu libro “Volver al Jesús de Galilea” que agradezco mucho. No creo que el testimonio silente lo logre todo. Ese fue el dilema de los Hermanitos de Jesús, en un medio descristianizado su presencia se diluía y tuvieron que suavizar un poco su renuencia a toda comunicación o a toda explicación. La gente les preguntaba y, sin incurrir en predicación catequética o apologética, tuvieron que abrirse a una comunicación verbal mínima, sobre todo donde el compromiso político era inevitable. Un saludo cordial.

  • Gonzalo Haya

    Hola George, depende de lo que entandamos por seguimiento. Si lo entendemos en sentido amplio, como dar de comer al hambriento, todas las religiones -y las no religiones- lo cumplimos de alguna manera, y no habría que distinguir entre religión y evangelio. Creo que el seguimiento pide algo más, pide un desapego a bienes materiales y al prestigio del yo que facilite compartir todo con los demás. Y este desapego y compartir es lo que se puede perder al sustituirlo por creencias y ritos. Sin embargo lo que importa no es el lenguaje ni las explicaciones, sino incentivar ese compartir, sea motivados por el seguimiento o por la voz de la conciencia. Y gracias por tu interés por mi “Volver al Jesús de Galilea”.

  • George R Porta

    ¡Hola, Gonzalo! ¿Pudieras explicar qué te hace cuestionar el «seguimiento» por parte de Lázaro, de la cananea, del endemoniado curado a pesar de que Jesús le enviara a decir a otros…? ¿Te refieres a solo seguirle de in lado a otro? Me refiero al seguimiento en el sentido que me parece escribe Castillo. ¿No constituye seguimiento Mt 25, 31-46? Gracias.

    Ciertamente algunos de sus discípulos según los evangelios no le entendían y me pregunto si eso era cierto como parece, (que no le entendíeran), entonces ¿no le seguían? No deja de ser interesante y provocador que Jesús sintiese la necesidad de preguntarles «…y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16, 15).

    Dicho sea de paso, compré tu «Volver al Jesús de Galilea» y agradezco que lo hayas escrito. Deseo que esté disfrutando de una Buena recepción.

  • m. pilar

    Fundamental… ¡¡¡Cambiar el lenguaje!!!

    ¿Cómo quieren atraer, convencer, entusiasmar, sin hablar como quien recibe el mensaje habla?

    No pueden abandonar esa sensación de “religiosidad beatifica” en su lenguaje, y eso rompe totalmente el estilo evangélico que solo buscaba ¡sanar a los oprimidos por el poder… en este caso tambien regido por los sacerdotes!

    No hay manera… no lo pueden evitar… todo depende de… la voluntad de ” dios” … aunque este término, nos presente a un “dios” … atado a nuestras constantes peticiones y necesidades.

    Solo, enseñando, que somos las personas, quienes tenemos que descubrir… todas las posibilidades que se nos han entregado por el hecho de nacer.

    Me uno a la explicación de George, y los interrogantes de Oscar, por ahí, llegaría un cambio necesario y urgente.

    m* pilar

  • Gonzalo Haya

    A “don Castillo” le duele -y con razón- que hayamos sustituido el evangelio por la religión, el seguimiento por la fe (creencias). Yo me pregunto si es realista esperar un seguimiento masivo de Jesús; ¿le seguía su amigo Lázaro? ¿le seguía la mujer cananea que le hizo ver que el Reino era también para los gentiles? quiso seguirle el geraseno, pero Jesús sin darle más instrucciones lo envió a anunciar la misericordia que Dios había realizado en él. Lo importante es difundir la fraternidad del Reino, unos mediante un seguimiento cercano (sea cristiano o sencillamente humano), y otros con un seguimiento diluido en religión (sea cristiana, gerasena o cananea).

  • George R Porta

    Una consecuenia de seguir es el compromise de encontrar lo que haya de común entre la humanidad del Galileo y la de cada uno/a. No puede no haberlo y es más fácil de reconocer que reconocer a una divinidad humanizada. Quizá la salida en búsqueda desde abajo, desde el espacio humano propio lo haga más viable. Para empezar más que la mente, se tienen el corazón y la misericordia.

  • oscar varela

    Concuerdo con don Castillo.

    Ahora le preguntaría acerca de ese SEGUIR

    ………………….
    Leo:
    1- “La teología, por desgracia, no ha tenido debidamente en cuenta este dato capital, a saber: que antes que las creencias, está la forma de vivir.”-

    ¿Qué cosas tan raras le pasan a esa “teología” ¿no?

    2- “cuando Jesús llamaba a alguien a seguirle, no presentaba ningún programa de vida, ningún objetivo, ningún ideal”-

    ¿Qué es, entonces, el reinado de dios?

    ¿Qué es, entonces, el “Sermón de la Montaña”?

    ¿Qué es, entonces, (un largo etc, etc, evangélico?)

    ¿No estára “chocheando” don Castillo?

  • oscar varela

     
    Episcopado “creyente” ¿SIGUE a Jesús?
     
    La Conferencia Episcopal Argentina anunció “un tiempo de reflexión” sobre lo ocurrido durante la dictadura militar.
     
    ………………………..
     
    “No hay reconciliación”
     
    Por Washington Uranga
     
    https://www.pagina12.com.ar/35509-no-hay-reconciliacion
     
    “No hay reconciliación posible entre víctimas y victimarios, particularmente cuando estos no han dado ni un solo paso en ese sentido” sostiene en una declaración el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres (COP) al pronunciarse sobre la iniciativa anunciada por la jerarquía católica de “iniciar un tiempo de reflexión sobre los acontecimientos ocurridos durante la última dictadura militar” que llevaría a la escucha de víctimas de hechos de violencia acaecidos en ese entonces.

  • George R Porta

     
    Esta es la primera parte de mi entrada inmediata anterior
     
    Leo en el artículo: «Con el paso del tiempo, en la Iglesia se dio más importancia a la fe que al seguimiento, sin duda por la influencia creciente que tuvo la teología de Pablo, que, no conoció al Jesús histórico, ni menciona el seguimiento de Jesús. Pablo habla de la “imitación”, pero es para que le imiten a él (1 Cor 4, 16; Fil 3, 17), haciendo una vez referencia a Cristo (1 Cor 11, 1).»
     
    No siempre, pero a menudo es bueno soñar.
     
    Este me parece un tema candente para el seglar o laico de hoy día, porque no se escucha a menudo en la Iglesia Católico Romana al menos, que la sucesión apostólica de los obispos no está legitimada solo por el hecho de la ordenación legítima sino por el testimonio que dé con su vida, de manera que, sin éste, aquella queda invalidada. Entonces el número de obispos que realmente merecen ser reconocidos como tales se reduce a un número muy pequeño.
     
    Mientras tanto, quizás va siendo tiempo de hablar de la «sucesión apostólica» de la madre y el padre de familia que no siendo ordenados como obispos, cumplen con el requisito del testimonio ante sus hijos y en la comunidad en la que vivan como cristianos, católicos.
     
    Es cuestión de aplicarse a ver si el matrimonio es o no un modo de ordenación, aunque la del matrimonio sea diferente a la clerical.
     
    Desde el punto de vista del rito de la ordenación sacerdotal, éste comienza con el diálogo del obispo y el ordenando en el cual el obispo pregunta al candidato que pide de la Iglesia y sigue la pregunta a quienes le presentan si creen que el candidato tiene las condiciones necesarias y suficientes. No en balde ha sido comparado tantas veces este rito de ordenación con unas bodas, con un rito nupcial, lo mismo que en la vida religiosa cuando se emiten los votos.
     

  • George R Porta

    Segunda parte de la entrada siguiente a ésta.

    Ya sé que es muy difícil que este modo de verlo sea aceptable a la autoridad eclesiástica, porque tuviera que estar dispuesta a perder o a compartir su territorio. Pero no hay nada que me parezca más justo y válido que tanto la madre cuanto el padre, disfruten de un reconocimiento análogo al sacerdotal en el contexto de la propia familia.

    Va siendo hora que la Liturgia de la Palabra no sea un prólogo a la Consagración Eucarística en la Misa, sino que sea una parte igualmente importante, porque la catequesis que la parroquia debe emprender no es la de los menores, sino la de los mayores y de un modo especialísimo la de los casados o solteros con familia. Fuera entonces extraordinariamente importante que el liderazgo de la parroquia estuviese confiado a cualquiera de los dos que estuviese ordenado o a los dos si los dos lo han sido, el esposo y la esposa. Esto liberaría al párroco o la párroco para que se dedicara a la formación catequética de los matrimonios de su parroquia y éstos, se ocuparan de la catequesis de iniciación de sus propios hijos no a título de individuos ordenados, sino a título de progenitores bautizados. Esto diera legitimidad a la Iglesia a llamarse con derecho «familia» por analogía.

    En esta visión se hace necesaria la legislación del celibato como una opción especial, no ordinaria ni obligatoria, del matrimonio como una opción preferible en la ordenación sacerdotal, la ordenación ministerial de la mujer en paridad con la del hombre, y la ordenación de los/las personas casadas al diaconado, al sacerdocio y al episcopado con todo lo que ello implica.  

    Stephen Hawking acaba de sugerir que todos tenemos unos cien años para escoger otro planeta donde plantar residencia. Quizás esa sea una buena circunstancia para comenzar de cero y acabar de dejar al Mundo lo que es del Mundo y cuesta tanto liberar.

     

     

     

  • Antonio Rejas

    Evangelio, Evangelio, Evangelio. Es la idea  fija en la que siempre insiste José Mª Castillo en sus libros y artículos. Y creo que tiene razón. Los Evangelios marcan el camino a seguir para permanecer dentro del Reino de Dios y si no se hace este seguimiento, todos los demás ritos y creeencias sobran, según mi opinión.

    De manera concreta, pienso que el hecho de las inmatriculaciones ejecutadas por los obispos es un acto contrario a la voluntad de Jesús que envió a los doce a predicar, pero sin pan, sin alforja y sin dinero. Aunque no se interpreten hoy literalmente estas palabras, sin embargo el comportamiento episcopal en ésta y otras materias es contrario a la voluntad del Maestro.