Ruidos

Más aún que el anterior de Iñaki, este comentario de Jaun expresa el hastío a que pueden conducir algunos temas

Tuve yo un mecánico amigo llamado Ernesto, de grato y sentido recuerdo, que, en cierta ocasión, a raíz de un ruido que me hacía el coche, después de ver, examinar y comprobar la  existencia real del ruido, me dijo que en el caso en que nos encontrábamos, que era un ruido de la carrocería y no de la mecánica, como la búsqueda del origen era ardua y seguramente de no fácil solución “lo más oportuno era acostumbrarse al ruido”.

Y me vino la cosa a la mente preocupado como ando (que hay que ver como nos marean un día sí y al otro también) con la cosa de los catalanes y la lucha de muchos de ellos por la ansiada independencia. Porque pienso que si se consigue la independencia al menos un porcentaje muy alto de su población se verá desposeído de su nacionalidad española, pero si no se consigue, un porcentaje similar se verá desposeído de su nacionalidad catalana. O sea, pase lo que pase, todo tiene la pinta de volverse en suspiros, ayes y madres mías.

Dándole vueltas al asunto, se me ocurrió que quizá la solución es que como los porcentajes andan fifty-fifty, lo posible es dividir el territorio de la actual Catalunya en dos partes, si no iguales, lo más equivalentes posible y declarar independiente a la una y no dependiente a la otra, de manera que las personas pudieran trasladarse de una a otra conforme a sus ideales. Sí, ya se que esto se parece mucho al juicio salomónico de partir al niño por la mitad. Pero enseguida pensé lo duro que es dejar oficio, puesto de trabajo, piso, ambiente, familia, amigos, etc. Así que creo que esta solución es inviable. Y no parece que exista solución alguna que no lesione gravemente los intereses y los deseos de muchos catalanes.

Y como resulta que unos y otros (los políticos y los medios, claro), visto lo visto en los últimos años, no van a parar, ha decidido que me acostumbraré al ruido, que, quizá sea lo único que pretendan, lo de hacer ruido, al menos el Mas y el Rajoy, ambos de derechas y ambos de nuestros pecados.