Otros temas

Autores

Archivo de entradas

Temas

Fechas

Calendario

7411 Artículos. - 112730 Comentarios.

Religión y apostasía. A propósito de ‘Silencio’

Arregi
Una vez más reaparece Scorsese en Atrio, cuando ya ha desaparecido el film de las carteleras.

Hace ya dos meses que dos matrimonios amigos fuimos a ver Silencio, de Scorsesse. Entretanto, ha desaparecido de las carteleras y de los medios que todo lo devoran. Todo lo devoramos sin haberlo saboreado y sin tiempo para digerir y nutrirnos. En cuanto a la película como tal, carezco de criterio competente para afirmar si es buena o mala, ni me interesa en este momento. Nos dio para una larga y sabrosa sobremesa, con discordancia de opiniones y concordia comensal: ¿Apostatan realmente los jesuitas Ferreira y Rodrigues o solo fingen hacerlo? Por lo demás, ¿es la película fiel a la historia? Y las grandes cuestiones de fondo: ¿Qué es fe? ¿Qué es apostasía?…

Pero antes de nada: ¿Qué movía a unos jóvenes jesuitas –o franciscanos y dominicos– europeos a embarcarse hacia las lejanas islas de Japón, con una lengua, unas tradiciones y una religión tan distintas de las suyas, mientras su propia Europa se desangraba en guerras de cristianos por cuestiones de dogmas y de poderes? Les movía sin duda la mejor voluntad, pero no la mejor inteligencia de la fe. Iban en nombre de Jesús, pero al amparo de monarcas y de ricos mercaderes. Les inspiraba el evangelio liberador de Jesús, pero estaban sujetos a su letra, convencidos de que la fe consiste en profesar el Credo, el evangelio se identifica con religión cristiana y la religión cristiana católica es la única verdadera. Creían con razón que el mensaje del evangelio es universal, pero ignoraban que el lenguaje y todas las formas en que lo expresaban eran –siguen siendo– radicalmente particulares. Embarcaban para enseñar lo que conocían, pero no para aprender lo que desconocían. Querían salvar a aquellas gentes, pero pensaban que la salvación era cosa del cielo después de la muerte y que solo se podrían salvar quienes abrazaran sus creencias y recibieran su bautismo. Se exponían heroicamente a la tortura y la muerte, pero les confortaba la certeza de que obtendrían la corona suprema en lo más alto del cielo.

Eran mensajeros de Jesús. Solo que Jesús nunca pretendió fundar una religión, ni jamás se le pasó por la cabeza enviar a nadie a “convertir paganos”. Él se sintió profeta de Dios de un mundo nuevo inminente y, con un grupo de discípulos y discípulas, se fue a anunciarlo y vivirlo por caminos y aldeas. “Convertíos a la vida”, venía a decir.

Pero muy pronto el evangelio de la vida se convirtió en religión clerical, la Iglesia se alió con el imperio y los cristianos entendieron que Jesús los enviaba a cristianizar y, sin saberlo, a helenizar, romanizar y europeizar todo el mundo. Los profetas de un mundo nuevo se volvieron misioneros de la única religión que garantizaba el perdón de los pecados aquí y la vida feliz solo en el más allá.

En la nueva religión de los misioneros cristianos, muchos encontraron consuelo y libertad, la esperanza de sus vidas, y de buena gana apostataron de sus antiguas creencias y prácticas religiosas, incluso hasta morir torturados. Otros muchos, incontables, fueron sometidos contra su voluntad a una terrible disyuntiva: o apostatar o morir. Pero la Iglesia jamás ha proclamado mártires a cristianos disidentes o a quienes ella hizo morir por no apostatar de su religión o de su ateísmo.

A veces cambiaron las tornas, como en Japón a lo largo del siglo XVII, cuando el poder político impuso el budismo como religión de Estado, igual que los reyes europeos imponían su confesión católica, protestante o anglicana en sus reinos y en las tierras conquistadas. Muchos cristianos japoneses prefirieron entonces la muerte más terrible a la apostasía, mientras los monjes budistas cantaban mantras al Buda compasivo Amida, y ellos –los cristianos– se preguntaban por qué Dios callaba, sin atreverse a pensar que un Dios así no puede existir. Otros –como el Kichijiro del film– apostataron del cristianismo para salvar su vida, pero condenándose a vivir el resto de su vida carcomidos por la culpabilidad. El jesuita Rodrigues también apostata, pero solo por salvar a otros, y vive el resto de su vida en el remordimiento de haber pisado un fumie, una mera tablilla con la imagen de Jesús. Mucho antes que él había apostatado el padre Ferreira, y no solo para salvar a otros sino también para salvarse a sí mismo. Y no tuvo remordimientos por haberlo hecho. Vivió en paz. Vivió.

En nuestra sobremesa hubo discrepancias al respecto: ¿apostató el sabio padre Ferreira por convicción o solo fingió hacerlo? Para mí, el padre Ferreira es el modelo del cristiano maduro, libre de la religión. Es el único que no apostata en realidad. Pues toda religión, el cristianismo incluido, no es en el mejor de los casos sino una representación de la Vida, como el fumie no era sino una representación de Jesús. ¿No querría tu mujer que pisaras su imagen por salvar tu vida y la de tus hijos? Preferir la religión a la vida propia y ajena: eso es apostatar.

(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 19-03-2017)

3 comentarios

  • George R Porta

     

    ¿Actuó mal Jesús cuando profetizó a Pedro su muerte violenta? ¿No debió felicitarle por aquello de negarle cuando el gallo cantase (Mateo 26, 34)? ¿Cómo pueden las Iglesias Cristianas, todas, seguir predicando la lectura sacrificial del asesinato de Jesús que propuso Anselmo, para satisfacer el orgullo divino por el atribuido pecado original? ¿Debió Jesús rebelarse y huir de la cruz para que no hubiese más mártires por causa de sus promesas y enseñanzas?

    Apostatar es apostatar. Lo que discute el artículo más que la apostasía misma es la motivación para apostatar. Y de nuevo la figura clerical es presentada como heroica, aunque en una especie de negativo fotográfico.

    ¿Fueron los demás mártires de la historia solo unos estúpidos fanáticos? ¿Qué tal Camilo Torres y Luis Espinal? ¿Debieron dejarse matar por defender los derechos de los pobres en Bolivia y Colombia o no? ¿Es la eutanasia, por lo tanto, válida? Si se puede renunciar a la propia fe por amor ¿cómo se puede argüir contra matar para evitar una agonía violentamente sufrida e inhumana desde el punto de vista médico? ¿Fue Juan Pablo II realmente santo o fue víctima de la conspiración tejida a sus espaldas, es decir, el maltrato perpetrado por quienes le ¨cuidaban¨ para prolongar su propio poder a expensas del decrépito Papa ocultándosela precisamente para no disgustarle (según el cardenal Dziwisz)? ¿Tenía razón Maquiavelo o no en cuanto a la relación de medios y fines? ¡Pobre Giordano Bruno!  

    ¡Qué tonta la Juana de Arco! ¡Cuán inteligente Pío XII que encontró la alternativa perfecta!: Arriesgar la muerte de unos pocos y comprar tiempo para evitar la muerte de muchos. ¿No es comparable esa transacción al razonamiento ético de Caifás según le atribuye Juan 11, 50 o al de Enrique IV yendo a Misa en pago por Paris? ¿Llevarán al fin y al cabo al piísimo Pio XII a los altares? ¿Fue Garrupe, el jesuita que muere ahogado en la película un estúpido fanático? o ¿muere por amor tratando de salvar al menos a la joven amiga que morirá ahogada?

    La respuesta a la pregunta propuesta al final del artículo es afirmativa. Sí, una madre preferiría que su hijo pisase su fotografía y Jesús mismo posiblemente también. Queda la cuestión de si todos los mártires que prefirieron morir para no apostatar fueron un atajo de egoístas y de imbéciles o irracionales porque prefirieron la muerte antes que pisar el fumie o su equivalente en cada caso. Quizás ninguno de los curas debe ser considerado protagonista y menos heroico. ¿Por qué Ferreira no aceptó el vergonzoso regreso a sus superiores que, según la creencia de Rodrígues, hubieran podido perdonarle, aunque tuviera que destruir su orgullo?

    Quizás la tensión entre Rodrígues y Kichijiro es de alguna forma la auténtica protagonista, aunque se aparte del esquema dramático aristotélico. Después de todo Kichijiro parece bastante católico en su síndrome de la puerta giratoria, después de todo para eso estaba la confesión sacramental y la comprensión misericordiosa de la infinita vulnerabilidad que el Creador le permitió a su “obra de arte”.
    ¿Cuál es el verdadero dilema? En medio de todo este relativismo ético me parece que sea por un lado la necesidad personal de ser autónomo versus la renuncia a ella en nombre de la heteronomía predicada por el teísmo. La pregunta que no formula Arregui al final es si los cristianos clandestinos que desvirtuaron sus creencias porque perdieron la conexión con la “fuente” de las mismas (los misioneros) fueron heroicos en su perseverancia o no.

  • Carlos

    En mi modesta opinión cada vez más Arregui se decanta por la simplificación y a partir de ahí dice lo que quiere. Es muy dueño de hacerlo  pero decir que Jesús fue un predicador de un mensaje. “conviértete a la Vida”, me parece que es no sólo inexacto sino arbitrario.

    Sin duda hay gente que ha hecho malas experiencias con la religión pero borrarlas porque sí de un plumazo y de paso toda la teología y en el fondo hasta los evangelios reo que es una frivolidad. Aunque venga envuelta en un lenguaje atrayente y se haga una referencia a un Jesús (a mi modo de ver, inventado)

  • Antonio Toston De la Calle

    Gracias José Arregi, siempre tan claro, siempre tan humano. Algo que a mi me pasó cuando me liberé de la religión que me habían incrustado. Y desde entonce al recuperar mi libertad he visto que no era tan sencillo, y compruebo que hay mucha gente que siente miedo a esa liberación, pensando que se va a quedar en el vacío. Yo tuve la suerte de hurgar y hurgar (aquello de: “sapera aude”) hasta encontrar compañeros del camino, como Juán Luis Herrero, cuyo libro había llegado antes que yo escribiera el libro que tenía ya muy adelantado, que me lo pisó (fortuna para él, y fortuna para mi) ya que no tengo de él más que palabras de agradecimiento cuando hablamos.En esa onda he visto que vamos muchos, y José Arregi entre ellos, y Torres Quiruga, el mentor de Juan Luís, y el mio.Y este Atrio rompedor y apoyo de los caminantes que como yo, hemos encontrado a tantos más…..Y la luz de un Jesús de Galilea, ya, tan cercano, tan amigo, tan…..humano. Gracias amig@s,tod@s.