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Conversiones

Carlos BarberáUna lectura casual me ha recordado que en el siglo pasado se produjeron numerosas conversiones de personajes relevantes: de pensadores (C.S. Lewis, Edith Stein, García Morente, Maritain, Gabriel Marcel), escritores y artistas (Graham Green, Charles du Bos, Evelyn Waugh, Giovanni Papini, Paul Claudel, Julien Green, Gerhard Stanley Hopkins, Ernst Jünger, Max Jacob), personalidades diversas (Thomas Merton, Charles de Foucault, Lorenzo Milani)… Un poco de memoria y de paciencia podrían alargar esta lista. Algo sin embargo ha llamado mi atención. Se trata de procesos que tienen lugar únicamente en la primera mitad del siglo.

En una ocasión preguntaron al historiador del arte E. H. Gombrich por qué se había producido en Venecia esa serie de generaciones de grandes pintores, si era debido a la riqueza de la República, al mecenazgo de las autoridades. Gombrich respondió lapidariamente: “Fue por casualidad”. Y añadió que en Génova se dieron, en el mismo período de tiempo, idénticas circunstancias sin ningún resultado apreciable. ¿Puede, pues, decirse lo mismo de esas conversiones, que se produjeron por casualidad? Si queremos, sin embargo, sacar alguna conclusión para el presente no podremos rendirnos a ese diagnóstico tajante

Pero quizá habría que hacer, antes de nada, una pequeña acotación del terreno. A mi modo de ver, la conversión significa un corte, un cambio de mentalidad y de conducta. En consecuencia, la deriva de tantos latinos hacia las comunidades evangélicas no es para mí una verdadera conversión. Es sólo un acomodo mejor para hacer lo mismo que hacían, un paso de la misa dominical distante y codificada a un culto más cercano y más libre. Sí lo es en cambio la de quienes se hacen testigos de Jehová o el paso de Martínez Lozano desde el catolicismo militante a esa fe panteísta del no-dualismo.

En las historias evocadas al comienzo ha habido casos en que la llamada, el empujón para ese paso ha venido, por así decirlo, “de lo alto”. Así sucedió con Charles de Foucault, con García Morente, con Edith Stein o Paul Claudel. En otros casos jugó un papel importante una personalidad fuerte y atractiva como Newman en Inglaterra o Leon Bloy en Francia. Para el resto algo les resultó atrayente en el catolicismo, algo que venía a cubrir un hueco, un vacío en sus convicciones o en sus vivencias anteriores. “Desde los átomos hasta los pueblos de la Tierra toda, la existencia no es más que una tentativa, un conato, un desastre y una derrota”, así escribía Papini en su diario. La fe en Jesús significaba romper ese destino que el escritor, romántico y rebelde, se negaba a aceptar.

Pero vengamos al momento presente. Dos afirmaciones radicales y opuestas podrían resumir nuestra percepción de la realidad actual: el mundo es hermoso, el mundo es horrible. La primera viene avalada por los múltiples mensajes que pueblan los whatsApps y los correos electrónicos. La segunda se confirma en las noticias de cualquier telediario.

A mi modo de ver el cristianismo puede asumir ambas afirmaciones y ofrecer a cada una una dimensión nueva y más profunda.

El mundo es hermoso pero no sólo su estética a veces sublime, no sólo por su engranada complejidad sino porque está habitado por el Espíritu. Para una lectura creyente cada momento, cada acontecimiento, cada persona puede vivirse como soporte de una profunda belleza.

El mundo es horrible pero es a la vez una llamada a la solidaridad y a la misericordia. El dolor y el sufrimiento se multiplican pero nada de todo lo que se siembre se perderá y llegará un día en que los sufrientes serán bienaventurados. Todos los santos del siglo XX -Martin Luther King, madre Teresa…- asumieron el sufrimiento y lo transformaron en solidaridad y promesa.

Y sin embargo, en el concierto de las ofertas de salvación que se muestran en el mercado, la de la Iglesia no es especialmente atrayente. Si no hay conversiones, habrá que preguntarse por qué. ¿Quizá sí las hay pero son ya de gente corriente de los sencillos a quienes Jesús se dirigía?¿Quizá faltan personalidades fuertes y atractivas y no basta la de Francisco? ¿O quizá haya que esperar simplemente que las conversiones ocurran por casualidad?

13 comentarios

  • George R Porta

    Cuando el mensaje se institucionaliza, Sr. Barberá, se corrompe porque pierde lo más importante, el aval del testimonio personal. Dicho sea de paso, Edith Stein se sintió cuestionada por Juan de la Cruz y por Teresa; Cristina Kaufamnn, mucho más reciente se sintió movida por Teresa. Charles de Foucauld se sintió conmovido por la actitud orante de adoración de los musulmanes del desierto.

    Quizás falten esos testimonio personales. Mire usted al montón de Papas con pretensiones de realeza que ha habido, mire usted la legión de escándalos de una jerarquía identificada sistemáticamente con las monarquía, que ha bendecido a ejércitos de unos católicos enfrentados a ejércitos de otros católicos. Mire usted al empecinamiento por enfocarse en la ideología doctrinaria y abandonar la práctica y la prédica de la solidaridad, por ejemplo, frente a las dictaduras de Latinoamérica (No me meto contra la de Franco porque esa la debe usted conocer mejor que yo y yo no la conozco).

    Para confesar hay que hacer cita. Ya el cura no va a la gente. Mire usted lo que desgraciadamente ocurrió con los curas obreros, lejos de abrir los espacios para que madurara la iniciativa, los obispos la suprimieron. Mire usted al descrédito de los jerarcas supremos de la Iglesia en Roma, el estilo de vida que Francisco ha explícita e implícitamente denunciado y aún así el ex arzobispo de Madrid no dejó su exagerado piso.

    No deje de mirar a la canonización de Juan Pablo II el mismo día que la de Juan XXIII aunque fueran dos personajes distintos. Mire usted a la premura para subirle a una peana con la que su secretario, que llevaba años colectando futuras reliquias, logró que Benedicto accediera a beatificarlo. Compárelo con la demora en declarar santo a Pedro Fabro o a Charles de Foucauld. Piense en cuan escandaloso es que le mantuvieran vivo y rigiendo la Iglesia cuando estaba incapacitado y más muerto que vivo y qué cantidad de delincuentes estaban protegiéndose a su sombra. Fíjese cómo su secretario el arzobispo emérito de Cracovia publicó después de aprobada la fecha de la canonización que Juan Pablo II ignoraba la basura que ocurría a sus espaldas, al confesar esto cuestionaba la validez del proceso de virtudes heroicas del infeliz anciano porque si no lo sabía no podremos saber a ciencia cierta qué hubiese hecho, si ocultarlo o condenarlo y poner fin a situación tan irregular.

    Es esta deshonestidad institucional la que caracteriza públicamente a la Iglesia aunque los pobres sepan que hay montones de miembros del clero y las órdenes religiosas de la Iglesia que testifiquen honestamente el Evangelio de Jesús, el Galileo de Nazareth.

    Mire usted a la corrupción política y financiera que sostienen y dirigen tantos cristianos laicos y al hacerlo maltratan a los pobres, los obreros, los consumidores impunemente y traicionan a su vez al Evangelio.

    La Iglesia tiene demasiado poder y no necesariamente lo ejerce para bien. No le basta mirar a la resistencia que experimenta Francisco desde dentro? No siente curiosidad por saber más de los billones que administra la Orden de los Caballeros de Colón? Que tal la Orden de Malta? Todos estos laicos corruptos destruyen toda apariencia de fidelidad al Evangelio.

    Eso es lo que está causando que no haya conversiones. No es que los convertidos busquen una religion fácil y libre de compromisos. Es que esos laicos no fueron persuadidos por la Iglesia de que el Evangelio valía la pena del compromiso serio aún a costa de reducir un poco el éxito y las ambiciones que Francisco llama carrerismo, mundanidad, etc.

    No puede ser que yo, desde afuera de las estructuras eclesiales tenga que ofrecer respuestas hipotéticas a sus preguntas. Usted que está dentro y tiene poder investigativo debiera saberlas o pudiera averiguarlas por sí mismo.

    Busque usted las fotos del cardenal Burke en el internet y le verá como pollo mojado enfundado en moaré y armiños. Averigüe usted sobre los tres anillos de oro por falta de uno que se escogió Benedicto. Y despierte de su sueño, la prensa siempre ha de centrarse en estos problemas porque la Iglesia se erige en Maestra de la Verdad y exige que le crean infalible y se permite hacer lo que los Evangelios dicen que Jesús no hizo: Juzgar.

    Todo eso que menciono que a alguien de fe bien formada y con experiencia espiritual de Jesús le debe escandalizar pero no confundir, escandaliza y confunde a todos los demás que la propia Iglesia no ha formado adecuadamente.

  • M.Luisa

    Pienso que el fenómeno multitudinario de las des-conversiones tiene que ver más con el fenómeno de la de- construcción al que me referí días atrás en otro hilo. Precisamente como consecuencia de  haber identificado estas dos conceptuaciones de la realidad a saber: “ Realidad última”   “Última realidad”.  Mientras aquella es de creación libre y la posibilita (la conversión)  esta última  se la cierra  al ser   fruto de una construcción mental

  • M.Luisa

    Me fijé también en la frase de Gonzalo –

    “No podemos comprehender la Realidad última, pero tenemos experiencias que apuntan hacia ella“

    Y para mí, la verdadera cuestión que afecta a esta temática de la conversión, no está en  que la referencia recaiga sobre   la “Realidad última” sino en la asignación errónea que a esta Realidad última se le ha dado como “Última realidad”.

    De entrada, vista  así la cuestión, cambia las cosas de arriba abajo. Es la primera inversión, a mi modo de ver,  que necesariamente se requiere para que se pueda hablar con posterioridad de  conversión.

    Es esta la primera consideración para  no errar en situar el objeto de la experiencia. Porque la experiencia que tenemos como hecho fundamental, no nos la da en absoluto el entendimiento que entiende la última realidad en tanto que última y cerrada, porque si así fuese es cuando   la realidad se da ya  por  entendida. Sino que  la experiencia que tenemos de la Realidad, que la tenemos, la tenemos porque precisamente es una realidad que por ser última es abierta.

    Y es porque es abierta que la sentimos primero en aprehensión y  luego en comprensión. No es primero la comprensión del ser, sino la aprehensión de  realidad que nos lleva a comprender su ultimidad sin llegar a entenderla, lo cual nos circunscribe en el momento de la opción humana.

    Por tanto, de mi reflexión concluyo que lo que está en cuestión no es la “Realidad última”  sino lo que se ha tenido por “Ultima realidad” La primera se siente, la segunda se pretende entender. Pienso que para que haya verdadera experiencia  interior de realidad que derive en conversión, habrá primero que invertir los  términos sobre los cuales he encaminado  mi reflexión.

  • h.cadarso

    Eso de las conversiones, como que no lo veo…Bien dices, Varela, que el autor de este hilo no pone atención en el fenómeno mucho más multitudinario de las “desconversiones” o del abandono masivo de las iglesias y creencias al uso…

    A lo mejor Jesús fue también, de alguna manera, un “desconvertido” por cuanto formuló sus enseñanzas con la fórmula aquellade “Oisteis que se dijo a los mayores…pero yo os digo”.

    Bonhoeffer fue ahorcado por conspirar contra Hitler…Cientos de miles de revolucionarios españoles fueron fusilados por luchar por un mundo más justo. De estos qué podemos decir: que eran “desconvertidos” o que eran convertidos a “buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás es os dará por añadidura”?

    Yo tengo encargado que me entierren en un cementerio de fusilados de la guerra civil. No sé si me lo merezco, reconozco que no he buscado el Reino de Dios y su justicia con tanta intensidad como los que descansan en aquellas tumbas…

    Allá cada uno con la conversión que le cumpla. Pero está claro cuál es la llamada y cuál la conversión a la que estamos llamados.

  • oscar varela

    Hola Gonzalo!

    Te leo:

    – “No podemos comprehender la Realidad última, pero tenemos experiencias que apuntan hacia ella“-

    Ok!

    ¿Cuál sería y dónde está esa “Realidad última” a la que nuestras experiencias apuntan?

    Tal vez sea, precisamente, esa “Realidad última” la que está en Cuestión hoy.

    Si así fuera estaríamos frente a una real problemática de “Conversión” ¿no?

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • Carlos

    Sólo una pequeña aclaración. En mi artículo no comparaba en absoluto a Martínez Lozano con los testigos de Jehová. Sólo los ponía como ejemplos del cambio que supone una conversión.

    Pero ya de paso: leí con atención los 11 artículos que Martínez Lozano contó en Fe Adulta (“Cuando caen las creencias ¿caos o liberación?”) Con ello ya se cerró el tema para mí

  • Gonzal Haya

    El autor plantea un problema aparentemente sencillo y desencadena respuestas que “convierten” nuestros “paradigmas”: “arquetipos”, “fractales de Dios” (¿habría dualidad entre los fractales y Dios). No podemos comprehender la Realidad última, pero tenemos experiencias que apuntan hacia ella.

  • oscar varela

    Hola!

    Leo:

    – “en el siglo pasado se produjeron numerosas conversiones de personajes relevantes: de pensadores“-

    También hube escuchado que:

    – “en el siglo pasado se produjeron numerosísimas des-conversiones de la Masa europea”-

    Tal vez Carlos se anime a compaginar ambas realidades ¿no?

    ¡Voy todavía! – Óscar.

  • carlos

    Concuerdo con Luis, no podemos comparar a los Testigos de Jehová con Enrique Martínez, pues hay una enorme distancia entrambos.

    Lo mismo en cuanto a no-dualismo que el autor toca de manera superficial y equivocada.

  • “Sí lo es en cambio la de quienes se hacen testigos de Jehová o el paso de Martínez Lozano desde el catolicismo militante a esa fe panteísta del no-dualismo.”

    Parece como si el articulista quisiera meter en el mismo saco, a los testigos de Jehová y a Martinez Lozano.
    “Esa fe panteísta”. Primero: Para mi, Dios es trascendente, pero también inmanente. Por lo tanto es “filopanteista….”
    Segundo. ¿Qué sabes tu, amigo mío, del no-dualismo?. En otros artículos tuyos que he leído referentes a este tema. He llegado a la conclusión, de que tenías una visión de la no-dualidad del todo equivocada. O quizá intencionadamente equivoca…..
    Te resumo que es el no dualismo. Por encima del dualismo bien y mal, está Dios. Pero podemos estar nosotros también, porque somos fractales de Dios en potencia. ¿Somos dioses? SI. Somos hijos de Dios. Luego tenemos la misma genética….
    Para saber más de la no dualidad, A Salamanca. A aprender a salamanca……

    Ah!. Mis respetos para Martinez Lozano. Ante todo un hombre libre. Que no se ha dejado lobotomizar por la religión.

  • Isidoro García

    Teilhard, en una carta de 28-4-1926: escribe: “En materia de “conversiones”, el cristianismo está en un verdadero atolladero. Visiblemente, no será por los caminos actuales como se establecerá el reino de Dios, sino mediante algún renacimiento, alguna “revelación” que (una vez más en la historia de la Humanidad) se difundirá en la masa humana como el agua y como el fuego. 

    Esto es lo que hay que desear y preparar. A mí me parece (…) que la chispa surgirá de la conjunción que más pronto o más tarde, se llevará a cabo en las conciencias, entre Dios y el mundo, pasando este último a ser sagrado y absoluto en Aquel, al término de un largo esfuerzo creador”.

     

    Un artículo el del amigo Carlos, que toca un tema primordial.

    Lo primero deberíamos contemplar el mecanismo psicológico con el que se producen las conversiones. Se dirá que es la “gracia” de Dios, pero no olvidemos la famosa declaración de Santo Tomás de Aquino: “La gracia perfecciona la naturaleza”. 

    Según esta idea, la gracia no actúa, como un “deus ex machina” exterior, sino que quizá lo hace, (incluso no necesita hacerlo explícitamente), mediante los mecanismos psicológicos de la mente, y especialmente los “conocimientos ignorados” que se nos han incluído innatamente en la mente de todo humano.

    Esto además sirve para analizar este fenómeno de las “transformaciones radicales” de la mente individual, desde un ámbito no necesariamente providencialista, y ni siquiera desde un punto de vista creyente.

    Yo como recientemente he descubierto las posibilidades teológicas” y “filosóficas” de los arquetipos del inconsciente colectivo, tiendo a explicarlo todo mediante ellos.

    Además, esta visión psicologista del tema, sirve para explicar las conversiones no religiosas, de tipo político o filosófico, que también existen, pero no se les suele equiparar a las religiosas.

    Por ejemplo a los 28 años, en 1901, Bertrand  Russell, leyendo un poema, (“Tiger, tiger”), se convirtió repentinamente a pacifista. Cuenta en su Autobiografía, su repentina experiencia: “Súbitamente, el suelo pareció ceder bajo mis pies, y me encontré en otra región muy distinta… Al final de esos cinco minutos, me había transformado en una persona completamente diferente. Fuí poseído durante un tiempo por una especie de iluminación mística… Antes era un inglés imperialista y tras esos cinco minutos pasé a ser pro-Boer y pacifista”.

    Están claras dos cosas. Una que casi siempre el suceso “conversión” es involuntario, y por otra, que es excepcional, aunque no tanto.

    Y ello porque cambiar fuertemente parte de nuestra cosmovisión de creencias, es dificilísimo y se precisa una enorme potencia psíquica para semejante terremoto interior.

    Eso solo pueden conseguirlo los arquetipos del inconsciente colectivo, que según Jung, cuando detectan una fuerte contradicción interna con contenidos de nuestra mente consciente, (conocimientos erróneos o falsas creencias), se activan, proyectando a la conciencia imágenes simbólicas directa o indirectamente relacionados con las fantasías en vigilia (y en sueños).

    Esto constituye un fenómeno aparentemente “numinoso”, fácilmente confundible como una experiencia religiosa de la “gracia”. (Esos cinco minutos de experiencia-cumbre que Russell, narra de su experiencia).

     Su finalidad es la de representar la dinámica de la energía de lo inconsciente, en su proceso de canalización e integración con los materiales de la  conciencia, y pretendiendo conseguir el desarrollo y la ampliación de la conciencia y crear así una nueva personalidad y una nueva vida anímica. (Rosario Scrimeri).

     

    Y ahora volviendo al tema concreto del artículo. Carlos se pregunta por qué en la segunda parte del siglo XX, ya no hay esas conversiones que se producían en la 1ª al menos entre intelectuales.

    (Entre personas con menos conocimientos, muy posiblemente valga su idea de que en el cambio de iglesia, buscan un mensaje más claro y accesible, y unas prácticas que den más sentido de pertenencia a un grupo homogéneo, y menos contaminado de frenos y ataduras históricas).

    (Esto también explica, la razón del éxito de las sub-sectas católicas, (Opus, C y L, Kikos, etc., dentro del catolicismo. Proporcionan a sus miembros, seguridad, claridad, autoridad y fuerte sentido de pertenencia a un grupo, que se contraponga al virus endémico de la “soledad”).

     

    Yo creo que la respuesta la da Teilhard en su escrito de arriba.

    El inconsciente, nos sigue mandando muchas señales de que el planteamiento reduccionista materialista-existencialista, no encaja con nuestra sabiduría interior innata oculta.

    Por eso abundan tanto por todos los lados, los anhelos de espiritualidad, que se dispersan en múltiples caminos más o menos idóneos.

    Cuando algo no nos llena en nuestro interior, buscamos consciente o inconscientemente otra cosa distinta. Los materialistas del siglo XIX y 1ª del XX, en Europa y América, estaban en una dicotomía cultural-filosófica: materialismo-creencia religiosa, en su caso su iglesia local.

    Hasta 1945, (fecha simbólica), la 1ª mitad del siglo XX, por una parte contempló el desastre de dos terribles guerras con millones de muertos, a os que había llevado la filosofía imperante. Y por otra parte, la ciencia, aunque ya había iniciado un gran despegue, aún no mostraba al hombre una idea clara de su realidad y de su situación en el cosmos. Solo genios precursores como Teilhard, estaban empezando a vislumbrarlo.

    Por eso aún, la creencia religiosa en su Iglesia, era una alternativa válida a contemplar y un paso adelante significativo, merecedor del terremoto psicológico a dar.

    Pero ahora, la persona con cierto nivel cultural, ya no encuentra en las iglesias, un consuelo o remedio a sus contradicciones internas.

    Desde hace setenta años, la explosión de la ciencia y la tecnología y su aceleración, es tal que una cosmovisión que no acepte sus avances como referencia básica de la idea del hombre de sí mismo y del sentido de su existencia, está condenada al fracaso en ambientes culturales.

    Las personas, si no encuentran esa opción, se mantienen en una espera perpleja, una permanente espera que caracteriza esta época, llenando el tiempo con actividades cortoplacistas, hedonistas y consumistas.

    El malestar existe, y persiste, (como pueden atestiguar las repletas consultas de los terapeutas y juzgados de familia), pues esas contradicciones internas en nuestra mente, entre nuestra cosmovisión y nuestra sabiduría interna ignorada, se encuentran sin posible salida y resolución, y nos mantienen a todos en un plan “líquido”, sin seguridades válidas, agarrándonos a alguna idea-mantra-ídolo simple y anticuada, que nos proporcione cierto sentido a la vida, sin hacer caso de nuestras intuiciones-proyecciones de nuestro inconsciente, esperando a … Godot.

    Es necesario articular una creencia alternativa moderna, y yo creo que el kerigma básico del cristianismo es perfectamente válido para articularla, pues creo que es perfectamente compatible con una visión cultural ultra moderna.

    Esperemos que el próximo Pablo, haya nacido ya, y quizás podría ser alguno de nuestros jóvenes lectores.

  • Isidoro García

    Teilhard, en una carta de 28-4-1926: escribe: “En materia de “conversiones”, el cristianismo está en un verdadero atolladero. Visiblemente, no será por los caminos actuales como se establecerá el reino de Dios, sino mediante algún renacimiento, alguna “revelación” que (una vez más en la historia de la Humanidad) se difundirá en la masa humana como el agua y como el fuego. 

    Esto es lo que hay que desear y preparar. A mí me parece (…) que la chispa surgirá de la conjunción que más pronto o más tarde, se llevará a cabo en las conciencias, entre Dios y el mundo, pasando este último a ser sagrado y absoluto en Aquel, al término de un largo esfuerzo creador”.

     

    Un artículo el del amigo Carlos, que toca un tema primordial.

    Lo primero deberíamos contemplar el mecanismo psicológico con el que se producen las conversiones. Se dirá que es la “gracia” de Dios, pero no olvidemos la famosa declaración de Santo Tomás de Aquino: “La gracia perfecciona la naturaleza”. 

    Según esta idea, la gracia no actúa, como un “deus ex machina” exterior, sino que quizá lo hace, (incluso no necesita hacerlo explícitamente), mediante los mecanismos psicológicos de la mente, y especialmente los “conocimientos ignorados” que se nos han incluído innatamente en la mente de todo humano.

    Esto además sirve para analizar este fenómeno de las “transformaciones radicales” de la mente individual, desde un ámbito no necesariamente providencialista, y ni siquiera desde un punto de vista creyente.

    Yo como recientemente he descubierto las posibilidades teológicas” y “filosóficas” de los arquetipos del inconsciente colectivo, tiendo a explicarlo todo mediante ellos.

    Además, esta visión psicologista del tema, sirve para explicar las conversiones no religiosas, de tipo político o filosófico, que también existen, pero no se les suele equiparar a las religiosas.

    Por ejemplo a los 28 años, en 1901, Bertrand  Russell, leyendo un poema, (“Tiger, tiger”), se convirtió repentinamente a pacifista. Cuenta en su Autobiografía, su repentina experiencia: “Súbitamente, el suelo pareció ceder bajo mis pies, y me encontré en otra región muy distinta… Al final de esos cinco minutos, me había transformado en una persona completamente diferente. Fuí poseído durante un tiempo por una especie de iluminación mística… Antes era un inglés imperialista y tras esos cinco minutos pasé a ser pro-Boer y pacifista”.

    Están claras dos cosas. Una que casi siempre el suceso “conversión” es involuntario, y por otra, que es excepcional, aunque no tanto.

    Y ello porque cambiar fuertemente parte de nuestra cosmovisión de creencias, es dificilísimo y se precisa una enorme potencia psíquica para semejante terremoto interior.

    Eso solo pueden conseguirlo los arquetipos del inconsciente colectivo, que según Jung, cuando detectan una fuerte contradicción interna con contenidos de nuestra mente consciente, (conocimientos erróneos o falsas creencias), se activan, proyectando a la conciencia imágenes simbólicas directa o indirectamente relacionados con las fantasías en vigilia (y en sueños).

    Esto constituye un fenómeno aparentemente “numinoso”, fácilmente confundible como una experiencia religiosa de la “gracia”. (Esos cinco minutos de experiencia-cumbre que Russell, narra de su experiencia).

     Su finalidad es la de representar la dinámica de la energía de lo inconsciente, en su proceso de canalización e integración con los materiales de la  conciencia, y pretendiendo conseguir el desarrollo y la ampliación de la conciencia y crear así una nueva personalidad y una nueva vida anímica. (Rosario Scrimeri).

     

    Y ahora volviendo al tema concreto del artículo. Carlos se pregunta por qué en la segunda parte del siglo XX, ya no hay esas conversiones que se producían en la 1ª al menos entre intelectuales.

    (Entre personas con menos conocimientos, muy posiblemente valga su idea de que en el cambio de iglesia, buscan un mensaje más claro y accesible, y unas prácticas que den más sentido de pertenencia a un grupo homogéneo, y menos contaminado de frenos y ataduras históricas).

    (Esto también explica, la razón del éxito de las sub-sectas católicas, (Opus, C y L, Kikos, etc., dentro del catolicismo. Proporcionan a sus miembros, seguridad, claridad, autoridad y fuerte sentido de pertenencia a un grupo, que se contraponga al virus endémico de la “soledad”).

     

    Yo creo que la respuesta la da Teilhard en su escrito de arriba.

    El inconsciente, nos sigue mandando muchas señales de que el planteamiento reduccionista materialista-existencialista, no encaja con nuestra sabiduría interior innata oculta.

    Por eso abundan tanto por todos los lados, los anhelos de espiritualidad, que se dispersan en múltiples caminos más o menos idóneos.

    Cuando algo no nos llena en nuestro interior, buscamos consciente o inconscientemente otra cosa distinta. Los materialistas del siglo XIX y 1ª del XX, en Europa y América, estaban en una dicotomía cultural-filosófica: materialismo-creencia religiosa, en su caso su iglesia local.

    Hasta 1945, (fecha simbólica), la 1ª mitad del siglo XX, por una parte contempló el desastre de dos terribles guerras con millones de muertos, a os que había llevado la filosofía imperante. Y por otra parte, la ciencia, aunque ya había iniciado un gran despegue, aún no mostraba al hombre una idea clara de su realidad y de su situación en el cosmos. Solo genios precursores como Teilhard, estaban empezando a vislumbrarlo.

    Por eso aún, la creencia religiosa en su Iglesia, era una alternativa válida a contemplar y un paso adelante significativo, merecedor del terremoto psicológico a dar.

    Pero ahora, la persona con cierto nivel cultural, ya no encuentra en las iglesias, un consuelo o remedio a sus contradicciones internas.

    Desde hace setenta años, la explosión de la ciencia y la tecnología y su aceleración, es tal que una cosmovisión que no acepte sus avances como referencia básica de la idea del hombre de sí mismo y del sentido de su existencia, está condenada al fracaso en ambientes culturales.

    Las personas, si no encuentran esa opción, se mantienen en una espera perpleja, una permanente espera que caracteriza esta época, llenando el tiempo con actividades cortoplacistas, hedonistas y consumistas.

    El malestar existe, y persiste, (como pueden atestiguar las repletas consultas de los terapeutas y juzgados de familia), pues esas contradicciones internas en nuestra mente, entre nuestra cosmovisión y nuestra sabiduría interna ignorada, se encuentran sin posible salida y resolución, y nos mantienen a todos en un plan “líquido”, sin seguridades válidas, agarrándonos a alguna idea-mantra-ídolo simple y anticuada, que nos proporcione cierto sentido a la vida, sin hacer caso de nuestras intuiciones-proyecciones de nuestro inconsciente, esperando a … Godot.

    Es necesario articular una creencia alternativa moderna, y yo creo que el kerigma básico del cristianismo es perfectamente válido para articularla, pues creo que es perfectamente compatible con una visión cultural ultra moderna.

    Esperemos que el próximo Pablo, haya nacido ya, y quizás podría ser alguno de nuestros jóvenes lectores.

  • ELOY

    Me quedo reflexionando sobre estas palabras de Carlos:
    El mundo es hermoso pero no sólo su estética a veces sublime, no sólo por su engranada complejidad sino porque está habitado por el Espíritu. Para una lectura creyente cada momento, cada acontecimiento, cada persona puede vivirse como soporte de una profunda belleza.
    El mundo es horrible pero es a la vez una llamada a la solidaridad y a la misericordia. El dolor y el sufrimiento se multiplican pero nada de todo lo que se siembre se perderá y llegará un día en que los sufrientes serán bienaventurados. Todos los santos del siglo XX -Martin Luther King, madre Teresa…- asumieron el sufrimiento y lo transformaron en solidaridad y promesa.