Este es el título de una miniserie producida por Netflix, que aún no se puede ver en España. Parece que valdrá la pena verla cuando podamos. Entretanto es interesante leer un serio artículo de Aldo Duzdevich en Pagina 12 con este mismo título: trata de cómo presenta la película las actuaciones de Bergoglio durante el tiempo de Videla, por las que de vez en cuando vuelve a ser criticado Francisco. Pero una vez más Oscar Varela nos da la oportunidad de recorrer todo ese artículo, pues nos lo ha resumido con su gran estilo en una serie de afirmaciones que colgó como comentario de otro hilo pero que deben encabezar otro. En definitiva, tras la entrevista del domingo en El País, y esta opinión del periodista-historiador argentino que Oscar hace suya, ¿es el fenómeno Francisco una pose mediática o un hecho revolucionario del papado? AD.
1- NETFLIX
La nueva serie Netflix Llamame Francisco está basada en una investigación de Martín Salinas, sobre la vida de Jorge Bergoglio. En materia de libros esto sería una “biografía autorizada”. Es decir que el protagonista de la historia, hoy Francisco, conoció y aprobó en términos generales su contenido.
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2- LA VERGÜENZA DE NO ESTAR MUERTOS
“Y ahora, los que estamos vivos, y aquí enteros, después de habernos muerto de miedo, muertos de vergüenza por no estar muertos, mientras otros morían de verdad(…). Estas palabras pertenecen a otro cura, el padre Jorge Galli, quien, a diferencia de Jorge Bergoglio, había sido un activo militante de la Resistencia Peronista y jefe de Montoneros hasta febrero de 1974 en que rompió con la organización.
* Entre las heridas profundas que el genocidio dejó clavadas en la sociedad argentina existe una poco tratada por la literatura: la culpa del sobreviviente.
* Nos referimos al sobreviviente como aquellas personas que en los años 70 tuvieron una militancia política dentro, o cercana, a los grupos armados, u otras que por su rol social o laboral estuvieron muy cerca de la tragedia.
* La mayoría de los sobrevivientes cargan con su cruz. Por lo que hizo para salvar su vida, por lo que no pudo hacer para salvar a los demás, por el dolor que produjo en su familia. Siempre algo está dando vueltas en la conciencia de los viejos militantes.
Llegada la democracia y expuesto el horror de la represión, también la sociedad, la opinión pública dirigió su mirada sutilmente acusadora hacia los sobrevivientes. Y del “algo habrán hecho” que justificó la represión, se pasó al “algo habrán hecho para seguir con vida”.
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3- Por qué estamos vivos
Por mi tarea de investigar y escribir sobre los setenta, cuando entrevisto a algún compañero, lo primero que hace, sin que yo lo pida, es dar largas explicaciones sobre cómo hizo para “zafar”, palabra que usamos los ex militantes para explicar por qué estamos vivos; algo tan normal para el común de los mortales.
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4- Dos Casos:
UNO: Hace poco tuve oportunidad de conocer a Jaime Dri, fugado de la ESMA, quien en 1978, acompañado por Mitterrand, dio una conferencia de prensa en París denunciando al régimen militar. Lo primero que hizo fue contarme su huida en la frontera y cómo obtuvo refugio en el obispado paraguayo, único lugar a salvo de los milicos. Con dolor dice: “todavía hay quienes me tratan de traidor por haberme fugado. Y si la Orga no me enjuició, fue porque ya se habían mandado la cagada de condenar a Tucho Valenzuela”.
OTRO: Pero sin duda la explicación que me produjo más dolor y vergüenza de estar en el papel no deseado de inquisidor, fue la de una compañera sobreviviente de la ESMA, “esclava sexual” de un marino, que fingió ser su amante para salvar la vida. El libro Putas y Guerrilleras expone estas historias, aclarando que la palabra “putas” no venía de los milicos sino de sus propios compañeros.
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5- Caso Bergoglio:
¿Por qué esta introducción? Porque el padre Jorge Bergoglio, por el rol social que tuvo en la época, por la cercanía con personas de su afecto que sufrieron la represión, por lo que hizo para salvar unos pocos y lo que no pudo hacer para salvar a muchos más, pertenece a este colectivo social argentino de los sobrevivientes con culpa. Y realmente creo que esta biografía autorizada hecha película es su larga explicación que ya nadie le pide pero que él necesitaba dar.
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6- Denuncias contra Bergoglio:
Hay quien dice que “la serie falsifica los hechos para presentar al protagonista como un héroe de la resistencia a la dictadura”. Bueno, yo no vi eso, más bien se ve a un cura algo burocrático, muy mesurado, exageradamente prudente, temeroso, que sólo da ayuda a unos pocos, que por amistad y/o por su condición de buen samaritano no podía negar.
(NOTA mía, Óscar: Aldo Duzdevich se refiere a 2 Artículos de Horacio Verbitsky aparecido días pasados en el mismo Diario Página 12)
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7- La Película “LLÁMAME FRANCISCO!”:
Jorge Bergoglio ingresó al Seminario de Villa Devoto en 1958 pero sólo hizo allí su primer año. Este seminario fue cuna de lo mejor de la Iglesia progresista y revolucionaria. De allí salió un grupo de seminaristas que dejaron los hábitos para fundar las Fuerzas Armadas Peronistas, FAP.
* Seguramente el joven Bergoglio se cruzó en los pasillos y conoció a muchos de ellos. Pero se hizo jesuita, no se integró a los curas del Tercer Mundo ni, mucho menos, a alguna organización vinculada a la lucha armada.
* ¿Podemos juzgarlo mal por esto? Bueno, para quienes consideran que el único compromiso real y verdadero era la lucha armada seguramente sí. Pero, para quienes aun habiendo alentado y participado de la violencia revolucionaria entendemos que fuimos una pequeña parte de un todo muchísimo más amplio, que es la lucha del pueblo por su liberación, ya no juzgamos con la vara de los “elegidos” a quienes no lo hicieron.
* Bergoglio, entonces, fue en los 70 un cura jesuita que por historia y formación intelectual simpatizaba con el peronismo. Que, a los 36 años, le dieron un alto cargo en su congregación y se dedicó desde allí a su labor pastoral. Por lo tanto nada hacía prever que fuese asesinado o desaparecido, ni tampoco que encabezara la lucha contra la dictadura.
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8- El MIEDO
¿Bergoglio tuvo miedo? Y… sí. Todos tuvimos miedo. Mucho miedo. Qué creemos ¿que los 30 mil no tuvieron miedo? Hay que meterse en la piel de los militantes de las organizaciones armadas, que a partir del 24 de marzo sufrieron un verdadera cacería, en la cual lo más temido eran los “dedos” o las citas cantadas, es decir los propios amigos y compañeros que quebrada su condición humana se transformaban en delatores y cazadores de su propia gente.
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9- Los Casos Yorio y Jalics ¿desprotegidos?
Se han generado sospechas sobre el papel de Bergoglio ante el secuestro de dos sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics.
* Francisco Jalics, que aún vive, hizo público un comunicado desmintiendo que acuse a Bergoglio de ser su denunciante.
* Yorio falleció en agosto del 2000, pero quedó una carta de 1977 dirigida al superior jesuita padre Moura donde deja claro dos cosas, una que su relación con Bergoglio no era buena y, dos, que al ser liberado Bergoglio se ocupó de conseguir documentos y pasajes para sacarlo del país, hecho que se muestra en la película.
* Respecto al tema de la “desprotección” que significó que fueran separados de la Orden Jesuita, es un tema discutible. Los curitas de San Patricio no se salvaron por ser Palotinos, ni Angelelli ni Ponce de León se salvaron por ser obispos. No creo que pertenecer a la Compañía de Jesús haya dado garantías de preservar la vida. En 1989, en El Salvador fueron asesinados seis jesuitas por los escuadrones instruidos por militares argentinos.
10- Más cuestionamientos (de Verbitsky):
Cuestionar la serie porque el autor desconoce que Esther Balestrino de Careaga era militante del Partido Febrerista paraguayo; si los tres seminaristas se escondieron antes del 76 o si la película no es estricta en lo cronológico, es tan importante como debatir cuántos ingleses se mojaron las patas en las invasiones inglesas de 1806.
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11- La Iglesia Argentina:
Hay quienes creen que la Iglesia es “una retrógrada institución eclesiástica”. Y es una opinión respetable. Yo creo que en los 70 un sector importante de la Iglesia Católica, comprometida con la causa de la liberación, fue la simiente de muchos de los mejores cuadros revolucionarios en Argentina y latinoamérica.
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12- El ahora Francisco (viejo peronista):
No será la Iglesia el movimiento revolucionario de los proletarios del mundo. Pero hoy la Iglesia tiene un Papa llamado Francisco que predica cosas como ésta: “un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica de las ganancias a cualquier costo, de dar con el fin de conseguir sin pensar en la explotación de las personas (…) y vemos los resultados en la crisis que estamos viviendo”- El ser humano está en “peligro” y en el mundo “no manda el hombre, sino el dinero”.
13- Concluyendo hacia la sensatez:
Decía Perón que “aquellos que luchan contra mi enemigo son mis amigos”.
Y hoy este hombre expuesto a la acusación fácil y la sospecha, hoy este hombre llamado Francisco está plantado casi en soledad en el mundo, predicando contra el capitalismo salvaje y explotador de los pueblos.
* Y creo que desde este modesto ejército de militantes, perdedores de tantas batallas, debemos llamarnos a la humildad de los juicios. Juicios que algunas veces también se alzan contra nosotros.
* Los verdaderos responsables del genocidio –el neocolonialismo y sus aliados– son los mismos que hoy cuestionan al papa Francisco. ¿Hay necesidad de seguir tomándole examen y pidiéndole explicaciones?
* Bueno, aunque me disguste hacerle publicidad a Netflix, vean la serie y saquen sus propias conclusiones.
Gracias y ¡Bravo por lo de Luis!
Sienndo tú un De la Calle”, tal vez te encuentres con ese que se definió “un CALLEJERO”.
(aunque yo prefiera las VEREDAS, que es por donde “anda” la Gente; las Calles se han ido haciendo muy “atropelladoras” y no se puede con-versar ¿no?
¡Vpoy todavía! – Óscar,
Hoy he hablado con Juan Luis Herrero del Pozo, durante unos quince minutos por teléfono y tengo la satisfacción de comunicarle a Oscar Varela, que se encuentra de salud bien, y durante el tiempo que tuve el placer de hablar con él le sentí afable y agradecido por mi llamada y también por “el interés de Oscar”. Hablamos de su libro por supuesto, y con mis comentarios se sintió bien. Ni a él ni a nadie engaño si digo que su libro para mi ha sido un punto de inflexión en mi vida, y siempre estaré en deuda con él. Y otra cosa que quiero hacer constar; el agradecimiento de los dos hacia Andrés Torres Queiruga, del cual somos tributarios
He cometido un error. El libro de Juán Luis Herrero del Pozo es RELIGIÓN SIN MAGIA. Gracias.
Hola!
El Sr. “De la Calle” propone lo de Juan Del Pozo.
¿Alguien sabe cómo la está pasando?
Gracias! – Óscar.
Soy de la misma opinión que Pepe Blanco.No es el papa Bergoglio (Francisco) una persona para cambiar esta iglesia. A lo sumo meterle un poco de miedo a su nuevo Torquemada, Muller,respecto a alguna ideita, por si es o no es ortodoxa. Si, como hizo su antecesor, que quito del nacimiento el buey y puso una mula.¡¡¡Gravísimo cambio, vive Dios!!!. Y gestos con palabras que a lo sumo concitan un pacto de cuatro cardenales celosos de su buen vivir. Eso será todo. Y la iglesia o mejor, el Estado del Vaticano seguirá ahí con su cientos de Embajadores (nuncios) ante los gobiernos del mundo, que aportan nada menos,que, la mejor información de la marcha del mundo¡¡¡Me rio yo de la CIA.!!!. ¿Para qué?. Para mi gusto yo le propondría que adoptara el libro de JUAN LUIS HERRERO DEL POZO, “Teología o magia”,como CATECISMO, y después realizar el sueño que hace tiempo tuvo JOSE ARREGI. Aunque me temo será una vez más el cambio gatopardiano de siempre.
La mención del affair Saulo-Pablo en mi última entrada. Me alegra reconfirmar eso que aclara Oscar. Gracias.
En el primer consejo o reunion de agentes de pastoral que convocó Bergoglio como arzobispo, el documento de trabajo que utilizó fue un pequeño ensayo de unas 75 u 80 páginas que él mismo había escrito (unos años antes para unos religiosos jóvenes) sobre un escrito de Doroteo de Gaza, un monje del siglo VI, acerca de la murmuración, la humildad, el amor a la verdad. Cuando lo desempolvaron los claretianos de Buenos Aires en 2013, lo leí y me impresionó mucho y se lo agradezco.
Hola!
Me parece que no hay que perder de vista que tanto Yorio como Jalics no fueron secuestrados-asesinados por una “entrega” a la Dictadura Militar por parte de Bergoglio,
– sino que, por el contrario, fue él quien les ayudó a “salvar el pellejo”, que ellos pretendían entregar como “curas-jesuitas”.
Yorio siguió su camino: Estudió, volvió a Argentina a la Parroquia de Berazategui (de la cual yo fui “curita” recién “ordenado” en 1964). Luego pasó a Uruguay, también como Cura; y falleció por un “paro cardíaco”.
Jalics sigue vivito y coleando con sus años a cuesta como cualquier hijo de vecino.
NOTA: Nada que ver esta situación con lo de Paulo-Saulo, que puede ser interesante el análisis de George, pero: “nada que ver”.
Todo lo demás que se ventila, pues que se siga investigando; y si hay quienes “gustarían” de “más explicaciones”: que se saquen el gusto de seguir pidiéndolas y hagan algo efectivo para bien de todos.
Pero tendrán que aceptar que no es obligatorio satisfacer todos los “gustos”, y mucho menos si hay serios daños a “lo que se tiene entre manos por Tarea perentoria a realizar”.
NOTA: una de las características de la Vida humana es la de que “tenemos los días y horas contadas”
Cualquier mamá sabe que debe dejar al hijo “caprichoso” cuando su otro hijo se está ahogando ¿no?
¡Voy todavía! – Óscar.
A veces he pensado que al encontrarse Pablo con los cristianos y admitir que les había perseguido, lo haya hecho porque le reprocharon o porque voluntariamente quiso, hábilmente, quitar los obstáculos que pudieran impedir su aceptación. Esto último es hábil porque también hace posible que le amonesten si fuese necesario (que lo era) pero que lo escuchasen en ese momento y en lo sucesivo.
Más que evidencias testimoniales, me gustaría que Bergoglio mismo aclarase más y admitiese cualquier error que hubiese cometido si, en efecto, lo cometió. También me gustaría que explicase por qué ya no hay “tolerancia cero” en los casos de jerarcas que encubren o encubrieron maltratos sexuales por parte del clero en sus jurisdicciones pertinentes.
Pensar que no tiene que dar explicaciones no me parece que le sea típico. No darlas porque se lo aconsejen los que tienen más experiencia de la Curia, es más posible. Pero siempre queda el dictum evangélico de que la verdad nos haga libres por aquello otro de que no haya secreto que permanezca oculto para siempre.
Hola!
Sigue el Rodriguito achicando las opiniones de los demás.
Al achicarlas se achica (Rodriguito).
Es una forma de tergiversar el cauce dialogal hacia solo “aguas para su molino”.
Polemizador y con trampitas iniciales de “captatio benevolentia”, alude al franquismo para disponer al lector en contra y a su favor.(¡el viejo truco!)
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Tal vez sea con otro, que no conmigo, con quien esté polemizando, cuando acusa:
– “a quienes buscan que se deje de cuestionar a Bergoglio por estos hechos (y)
– “promover el silenciar el reclamo de verdad y justicia”-
(todo envuelto y preparando su escape al diálogo abierto con su habitual “lo dejo ahí”, al usar los condicionales “si fuera cierto”)
– “si fuera cierto que los hechos ocurrieron como dijo la víctima y
– “si fuera cierto que Bergoglio sigue distorsionando los hechos.
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Tal vez sea con otro, que no conmigo, porque no habrá leído que escribí:
3- Ok! Habría que conseguir, entonces, más pruebas testimoniales ¿no?
4- Cabría, también, interpretar el recurrente dicho de Bergoglio sobre de que él es un “pecador”, siendo culpable de “casos” como estos.
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¿Lo “dejará ahí”?
¡¡¡Chara-cha-chan!!!
¡No deje de leer el Próximo Comentario de Rodriguito
y sus ad infinitas polemizaciones leguleyas e intrascendentes!
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Yo ¡Sigo aquí todavía! – Óscar.
Quizás Jesús, buscando al peor de su grupo de seguidores para encargarlo de cuidar los demás del grupo, como Judas no regresó, escogió al otro traidor y violento, Pedro. Por alguna razón no escogió al llamado “discípulo amado”. Pero esa razón no se conoce. En cambio, encargó al “amado” el cuidado de su madre según atribuye el 4to. Evangelio.
Creo que el pecado es lo que más evidencia la condición humana, no el amor. Es más fácil amar que tolerar y perdonar. Por eso me parece necesario que Jesús llegara a reprocharle a su Abba antes de morir y de que lo hiciese confiadamente, según el 4to. Evangelio. Quizás Pedro también confió a él su dolor por haberlo negado. Judas es una incógnita y el suicidio la hace impenetrable, pero ni regresó ni expresó su arrepentimiento, que es lo que exige ahora de Bergoglio.
Nadie debiera tener el derecho de negar el delito que cometió (la víctima y la sociedad merecen ese respeto de parte de su victimario) y todos debiéramos sentir la obligación de asumir responsabilidad por nuestra conducta. No soy abogado y no sé juzgar mejor y además no se nos educa de esa forma.
En el caso de Bergoglio lo que me parece más conflictivo es la tensión que le tira, por un lado, su deseo de corregir lo que esté mal e implantar lo que deba ser; y por otro la tensión que le tira para hacerlo colegialmente. Es un modo de corregir fraternalmente según el Evangelio de Jesús.
El tiempo que se tomó Gerhard Müller (Congregación para la Fe) para censurar la conducta de los cuatro rebeldes, me parece que sugiere que Bergoglio tiene que pasar tiempo convenciendo gente para que se suban al carro —para que den “el paso”. Una vez que lo “hayan dado”, si lo dan espontáneamente, se sentirán más en sintonía con la reforma que Bergoglio quiere. Si lo hiciera solo estuviera repitiendo el viejo estilo monárquico.
¿Debe Bergoglio dar más explicaciones? Pablo lo hizo según el NT.
Pienso que fuera mejor que las diera espontáneamente. Fue provincial jesuita de 1973-1979 y la Junta de Videla gobernó desde 1976 a 1983. Eso hizo coincidir su sexenio provincial con la junta desde 1976 a 1979. Debió de experimentar un período de perplejidad o parálisis con el golpe de estado que puso la Junta de Videla en el poder), pero no puede haber permanecido perplejo indefinidamente y hay evidencia de que intentó salvar a gente perseguida y no solo jesuitas.
Quizás Bergoglio piense que ya haya suficiente transparencia en su pasado y en su conducta como Papa. Pero pudiera estar errado porque hay gente que aún le pregunta por explicaciones adicionales. Tolerancia como la que parece tener con el caso en Chile (Karadima y todo ese escándalo) le acusa y demanda la intervención directa de Bergoglio como en el caso de la Orden de Malta hace menos de tres días.
Bergoglio me recuerda a Pedro.
Vaya, para defender a Bergoglio ya se incurre en el mismo discursito de los franquistas contra la Ley de Memoria Histórica (¿ a quién aprovecha?). Maravilloso!
Y no, la pregunta no va dirigida a Bergoglio, sino a quienes buscan que se deje de cuestionar a Bergoglio por estos hechos. ¿Hay o no hay responsabilidad personal de promover el silenciar el reclamo de verdad y justicia si fuera cierto que los hechos ocurrieron como dijo la víctima y si fuera cierto que Bergoglio sigue distorsionando los hechos?
Para mí, de ser ciertos los hechos, una persona que se dice seguidora de Jesús tendría que ponerse del lado de quienes piden la verdad y justicia para la víctima y en contra de quienes buscan que se de como asunto cerrado sobre el que hay que silenciar los cuestionamientos. Y al responder así a la pregunta, no puedo darme por satisfecho con las explicaciones dadas hasta hoy. Entiendo que la respuesta de Oscar a la pregunta es que si fuera cierto lo denunciado por Yorio y si fuera cierto que Bergoglio hasta el día de hoy sigue mintiendo, es intrascendente en términos de coherencia para una persona que se afirma católica progresista y por tanto, puede seguir llamando a que se deje en el pasado, que se siga mintiendo sobre la víctima y lo ocurrido. Bueno, pues para mí, en esa dirección no vale la pena ir; así como no vale la pena ir en la dirección de quienes descalifican a quienes siguen exigiendo verdad y justicia para las victimas del franquismo, diciendo que no tiene sentido remover viejas heridas, que hay demasiados retos en el presente como para perder el tiempo en el pasado, etc.
Ok, Rodrigo! Reiteras:
– “que significaría que los hechos afirmados por Yorio fueran ciertos y,
– que hasta el día de hoy Bergoglio siguiera distorsionando lo ocurrido?.
– En responder esta pregunta está la necesidad de seguir pidiéndole explicaciones.
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1- Yo no te entiendo bien la “redacción sintáctica” (con verbos en “modos” potencial y subjuntivos en una oración de relativo; y con un signo cierre de pregunta que no dice dónde se abre).
2- No sé si acierto, pero lo que interpreto de tu opinión es que:
– no te satisface la respuesta-explicación que Bergoglio ha dado al Asunto.
3- Ok! Habría que conseguir, entonces, más pruebas testimoniales ¿no?
4- Cabría, también, interpretar el recurrente dicho de Bergoglio sobre de que él es un “pecador”, siendo culpable de “casos” como estos.
5- Sin embargo, creo que el Autor parece apuntar a la sabia pregunta:
– “¿Cui bono?”, o también: ¿”Cui prodest”? (“¿A quién aprovecha?”),
meter al “acusado” en una situación tan reiterada y prácticamente “juzgada”;
más aun cuando ese sujeto tiene en sus manos las papas calientes del mundo actual que le queman y le exigen otras perentorias respuestas y explicaciones.
¡Sigo yendo todavía! – Óscar.
AD plantea la pregunta de si Bergoglio es una pose mediática o un hecho revolucionario del papado.
Mi opinión no es una novedad en este foro: por ahora, no me parece que haya revolucionado nada importante en la iglesia católica. Por ejemplo, sus palabras sobre una iglesia pobre o sobre el clericalismo, que han copado unos cuantos titulares, son muy parecidas a las que en su momento pronunció Benedicto XVI sobre esos mismos temas (no tengo aquí las citas, pero puedo buscarlas). La constitución de implantar los sínodos en su formato actual no es de Bergoglio, sino de BXVI. Etc.
Por otra parte, el que clame contra el capitalismo salvaje me parece muy bien, pero ni es el único ni tampoco es lo que algunos esperamos de él como papa. Aunque tiene todo el derecho del mundo a expresarse libremente, lo que muchos esperamos de él es que transforme la iglesia católica, pues ese es el ámbito de su gobierno. Los asuntos económicos, civiles y políticos, los gestionarán los gobernantes que elijamos los ciudadanos cuando votemos. Precisamente, uno de los males que, en mi opinión, parece estar acarreando el papado de Bergoglio, es que muchos cristianos progresistas parecen estar abandonado el camino de la laicidad que antes habían defendido.
Estoy suscrito a Netflix y he visto la serie sobre Bergoglio dos veces. Me alegra haberla visto y me pareció muy buena. En todo caso, me pareció humanamente creíble el Bergoglio que proyecta.
Esto recuerdo de otra saga:
Teniente del G-2 (interrogando a alguien): Sé sincero porque siempre es mejor: ¿Estás a favor o en contra?
R/ No puedo comprender el hecho de estar aquí siendo interrogado y que usted no pueda responder su pregunta…
T-G2: Trata de no pasarte de inteligente…eso no es bueno
R/ Solo pienso en alta voz porque no tengo tiempo para pensar mis respuestas. Me parece que ser interrogado por alguien de la Seguridad del Estado pueda ser evidencia de que al menos en opinión de ésta yo pueda estar en contra de la Revolución…
T-G2: Pero dame una respuesta en un sentido u otro, precisa, sin ambigüedades.
R/ No estoy en contra pero no estoy a favor, en esos términos no ambiguos, absolutos.
T-G2: Veo que insistes en pasarte… En ese caso, has de saber, te lo recuerdo por si acaso, que si supieras de alguien en la Iglesia que esté activamente en contra de la Revolución y no me lo revelaras, estuvieras incurriendo en el delito de encubrimiento y por lo tanto de conspiración… ¿de acuerdo?
R/ Sí.
T-G2: En ese caso, ¿conoces de alguien en la iglesia que sea activamente contrario a la revolución?
R/ No
T-G2: ¿Quiénes son los ciudadanos más opuestos a la revolución, sin contar desde luego a los curas y al obispo, las monjas y ese tipo de gente?
R/ Usted da por sentado que los curas, el obispo y las monjas, etc., sean contrarios a la revolución y eso yo no lo sé. Si me da tiempo, puedo pensar en quienes son las personas más opuestas a la revolución entre los que conozco de la iglesia local…
T-G2: ¿De cuánto tiempo estamos hablando?
R/ Un día…
T-G2: Me lo respondes mañana. Te recuerdo que como te advertí al principio de esta interrogación no puedes hablar de ella a nadie, ni siquiera en tu casa a tu familia. ¿Lo recuerdas?
R/ Sí.
T-G2: ¡Ves!, ¡esa es una respuesta clara! (y prosiguió el interrogatorio cuatro horas más)
Al otro día.
T-G2: Me debes una respuesta. ¿Lo recuerdas?
R/ Sí
T-G2: Pues bien, ¿quiénes son?
R/ Me parece que fueran estas dos personas (nombres)
T-G2: ¿Cómo lo sabes?
R/ No lo sé, lo supongo porque yo tengo miedo de hablar de la Revolución porque siempre he tenido miedo de esto que estoy pasando ahora, aquí…
T-G2: Eso es bueno, el miedo conserva la vida, ayuda… (prosiguió el interrogatorio por seis horas más.)
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Nota: ¿Quiénes eran las dos personas mencionadas al interrogador? Eran las dos personas que el obispo me había dicho que él sabía que eran informantes y que él sabía que me habían acusado en el seminario a mí mismo de haber sido un infiltrado de la Seguridad del Estado y a quien los superiores del seminario creyeron. Cuando fui expulsado del seminario, alrededor de un año antes) el obispo de mi diócesis estaba recibiendo tratamiento médico en España.
Fui autorizado a salir del país cuando los vecinos lo pidieron al Poder Popular, tras de la muerte de mi padre quien era muy querido entre ellos, un mes y una semana después de salir de Cuba, seis meses antes de que una organización dependiente de la OMS solicitara una casa céntrica en mi ciudad de Pinar del Río para instalar una escuela para ciegos. Salí hacia España justo un año después de la salida de mis padres y mi tía.
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Ninguna de las dos personas mencionadas por mí fueron nunca siquiera interrogadas o detenidas y a partir de ese momento comenzaron a progresivamente alejarse de la comunidad de la catedral a la que yo pertenecía y, como un año después, comenzaron a estudiar abogacía, una carrera que en la Cuba revolucionaria requería los credenciales ideológico-políticos más altos.
Evaluar el último párrafo del artículo. Ok
a) Falacia -en que frecuentemente incurre también Castillo- identificar la crítica a Bergoglio con ser neocolonialista (en Castillo, ser conservador o de derechas). Claro que los neocolonialistas, o conservadores o de derechas le critican, pero eso no significa que toda persona que le crítica sea de derechas, conservadora o neocolonialista.
b) Hay necesidad de seguir pidiéndole explicaciones? La víctima Yorio mantuvo esa necesidad hasta su muerte, y aun de muerto, en esta entrevista de El jesuita, Bergoglio sigue afirmando que fue Yorio quien quiso salir, así que si, claro que hay necesidad aun de aclarar la verdad. Reitero el final de mi comentario: que significaría que los hechos afirmados por Yorio fueran ciertos y que hasta el día de hoy Bergoglio siguiera distorsionando lo ocurrido? En responder esta pregunta está la necesidad de seguir pidiéndole explicaciones.
Pues yo cuestiono al papa Francisco y no soy responsable de ningún genocidio.
Hola!
1- Claro y coherente lo de Rodrigo.
2- Lo mismo para su afirmación:
-“Por supuesto, se puede creer a Bergoglio o se puede creer a Yorio”.
3- Pero estimo que lo que no se puede “concluir” es que Bergoglio los “entregó” a la Dictadura; que es lo que no se podía sacar de la cabeza Horacio Verbitsky; porque en sus últimas “estimaciones” se muestra muchísimo más “cautelar” (o porque así lo cree o porque le habrán dicho “¡acabala con esa postra de “Bergoglio entregador”!
4- También es cierto que:
– “Aquí en ATRIO Oscar ha mostrado cómo se engañó y manipuló a Podestá para hacerle firmar la renuncia como obispo; y nadie cuestiona o duda de la veracidad de la manipulación.”-
Sin embargo, casi todo el Episcopado (incluido Angelelli, y ni qué decir de Eduardo Pironio que a su traición le pagaron con un “cardenalato”) con su actitud dudaron y cuestionaron la veracidad de la manipulación.
5- Queda, entonces, por evaluar el último ítem-parrafado de Aldo:
13- Concluyendo hacia la sensatez:
Decía Perón que “aquellos que luchan contra mi enemigo son mis amigos”.
Y hoy este hombre expuesto a la acusación fácil y la sospecha, hoy este hombre llamado Francisco está plantado casi en soledad en el mundo, predicando contra el capitalismo salvaje y explotador de los pueblos.
* Y creo que desde este modesto ejército de militantes, perdedores de tantas batallas, debemos llamarnos a la humildad de los juicios. Juicios que algunas veces también se alzan contra nosotros.
* Los verdaderos responsables del genocidio –el neocolonialismo y sus aliados– son los mismos que hoy cuestionan al papa Francisco. ¿Hay necesidad de seguir tomándole examen y pidiéndole explicaciones?
Dos manipulaciones evidentes sobre el caso Yorio y Jalics, una en este artículo por el articulista y la segunda en el libro-enrevista “El jesuita”, por Bergoglio mismo
De Duzdevich en este artículo.- Reducir la larga carta (realmente un Informe de 27 folios) de Yorio a Moura a que queda claro que su relación con Bergoglio no era buena y que al ser liberado Begoglio se ocupó de conseguir dinero y papeles para sacarlo del país.
Es manipulador, pues colocar la impresión de que la mala relación era por parte de Yorio pero aún así Bergoglio le salva ayudando que salga del país, quedando Bergoglio como el generoso salvador en todo caso liberando de sospecha alguna ; cuando los hechos de la carta muestran que hasta sólo un poco antes del secuestro, Yorio y Jalics estaban convencidos de que su relación con Bergoglio era buena confiando en él, y que sólo semanas antes del secuestro múltiples informaciones (de las que da fechas y nombres concretos) evidenciaron reiteradas mentiras de Bergoglio sobre su situación; mentiras que continuarían después de su liberación. Segundo, porque en el informe si bien reconoce que Bergoglio facilitó su incardinación en Roma, ello no le impide seguir cuestionando la responsabilidad de sus superiores (no sólo de Bergoglio, pero especialmente de él). Justo el párrafo siguiente a narrar las gestiones de Bergoglio para facilitar su incardinación en Roma escribe: “Pero explicaciones de lo ocurrido anteriormente no pudo darme ninguna. Él se adelantó a pedirme por favor que no se las pidiera porque en ese momento se sentía muy confundido y no sabria dármelas. Yo tampoco le dije nada. Qué podía decirle“.
Y en el párrafo inmediato posterior, retoma la mentira de Bergoglio posterior a la liberación. Estando oculto en casa de su madre, Bergoglio le visita dos días después de la liberación sí para hablar frente a él con Monseñor Novak de su incardinación en Roma, pero también para informarle que ha realizado un “Acta bajo testigos” para facilitar los trámites para que pueda salir de Argentina e incardinarse en Roma. El trayecto de la salida de Yorio de la Compañía es 1) primero Bergoglio convence a Yorio y Jalics de que hay una presión de Roma de disolver su comunidad, ante su reclamo de que no se puede cerrar sin dar explicación a las personas y comunidades y con tiempo de transición, les convence que la forma de ganar tiempo es solicitando una “legitime absens” (ausencia legítima de su pertenencia a la Compañía); OJO, no es que ellos quisieran ausentarse, sino que Bergoglio les convence de que es la forma canónica de ganar tiempo para no obedecer una orden de cierre inmediato; 2) el segundo paso es que Bergoglio regresa de Roma con una orden terminante de Arrupe de cerrar la comunidad, sin mencionar la solicitud de “legitime absens” (de hecho, nunca hubo muestras de que la haya entregado Bergoglio a Roma), y Bergoglio les convence entonces que la forma canónica más convenniente para evitar cumplir la orden de cierre inmediato y poder preparar a las comunidades y fieles es firmando una “dimisoria” (tal cual, la renuncia a la Compañia; nuevamente, no es que ellos quisieran renunciar a la Compañía sino que Bergoglio les convence de que es la forma burocrática para proteger a sus comunidades y fieles); 3) el día que se reúnen después de su liberación, Bergoglio le afirma que ya no es necesario que firme la dimisioria, porque para hacer más expedito el trámite en que pudiera salir de Argentina y poder incardinarse en Roma, él (Bergoglio) había elaborado un “Acta bajo testigos” sobre su salida de la Compañía. Yorio estuvo bajo la impresión de que era algo que Bergoglio había hecho a partir de su liberación y justificado en que no podía abandonar la casa en que estaba escondido; cuando llega a Roma se entera que esa “Acta bajo testigos” era para su expulsión, y fue firmada por Bergoglio 3 días ANTES del secuestro. Dicha acta afirma que Bergoglio intimó a Yorio a salir de la Compañia en una reunión el 20 de mayo (tres días antes del secuestro); a lo que Yorio afirma que es mentira porque la última vez que se reunió con Bergoglio fue no 3 días antes del secuestro sino 7 o 10 días antes, y que en esa reunión Bergoglio no le intimó a salir de la Compañía sino le otorgó Licencias para celebrar en casas de la Compañia.
Al final del Informe, Yorio mantiene una serie de fuertes cuestionamientos sobre toda la situación.
De modo que el Informe de Yorio no es algo que se pueda descartar con un simple “tenía una mala relación con Bergoglio pero él le ayudó a salir”.
De Bergoglio en “El jesuita”.- Bergoglio coloca la impresión de que el conflicto fue que ellos querían hacer otra congregación religiosa, que Arrupe les exige elegir ese proyecto o seguir en la Compañía, que ellos insisten en la nueva congregación, que ellos disuelven el grupo, que ellos piden la salida de la Compañía y que esa renuncia les fue aceptada el 20 de mayo (cuando el Acta no es aceptación de renuncia sino de expulsión y es del 20 de marzo).
El largo informe de Yorio muestra que el conflicto no fue que ellos quisieran hacer una nueva congregación, sino las resistencias y calumnias de un sector de la Compañía contra la experiencia de esa comunidad; que ellos no querían dejar la Compañía, sino que fueron convencidos por Bergoglio de que la solicitud de legitime absens primero y de dimitoria después eran meras formalidades canónicas para ganar tiempo en vez de cerrar de inmediato la comunidad, con perjuicio de fieles y comunidades a las que atendían.
Es manipulador que distorsione así las raíces del conflicto y las motivaciones de los involucrados.
Por supuesto, se puede creer a Bergoglio o se puede creer a Yorio. Todo el informe de Yorio muestra a Bergoglio diciéndoles unas cosas y proponiéndoles alternativas (que todas las alternativas llevaban a que salieran de la Compañía); y encontrándose que todas las propuestas se cerreban bajo la razón de que el Provincial había dado informes en contra de que se aceptaran.
Aquí en ATRIO Oscar ha mostrado cómo se engañó y manipuló a Podestá para hacerle firmar la renuncia como obispo; y nadie cuestiona o duda de la veracidad de la manipulación. El nivel de detalle del informe de Yorio, su cercanía temporal a los hechos, su coherencia interna, y que no fuera un documento hacie al público sino una comunicación confidencial, hacen creíble el contenido de su informe; pero muy probablemente se cuestionará su veracidad en ciertos ambientes del catolicismo “progresista”. Porque ¿que consecuencias de coherencia para una persona católica “progresista” tendría que el Informe fuera cierto, y que hasta el día de hoy Bergoglio siguiera distorsionando los hechos?. Mejor dudar de la víctima. ¿Será?
pd— Aquí está completo el Infome de Yorio a Moura
(Continuación en Relato de los Periodistas Autores )
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(sobre) Alicia Oliveira:
Cuando el joven padre Jorge Bergoglio golpeó la puerta de su despacho, la doctora Alicia Oliveira pensó que mantendría una más de las tantas reuniones de trabajo que celebraba como jueza en lo penal, allá, por la primera mitad de la década del setenta. No se le pasó por la cabeza que establecería una buena sintonía con el sacerdote de la que surgiría una larga amistad, que la terminaría convirtiendo en una testigo calificada de buena parte de la actuación de Bergoglio durante la dictadura militar. Es que Oliveira cuenta con una larga militancia en la defensa de los derechos humanos, que fue abrazando desde que comenzó a ejercer como penalista. Una militancia que, tras el último golpe militar, le costó su cargo de magistrada, al ser la destinataria del primer decreto de exoneración.
Firmante de cientos de habeas corpus por detenciones ilegales y desapariciones durante la última dictadura, se desempeñó como letrada e integró la primera comisión directiva del Centro de estudios Sociales y Legales (Cels), una de las más emblemáticas ONGs dedicadas a luchar contra las violaciones a los derechos humanos.
Con la vuelta a la democracia ocupó diversos cargos, entre los que se cuenta haber sido constituyente de la convención nacional de 1994 (resultó electa como integrante de la lista del Frente Grande, una agrupación peronista disidente de centro izquierda); Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires entre 1998 y 2003 y, desde entonces —con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia—, Represéntame Especial para los Derechos Humanos de la Cancillería, tarea que desempeñó durante dos años, hasta que se jubiló.
– “Recuerdo que Bergoglio vino a verme al juzgado por un problema de un tercero, allá por 1974 o 1975, empezamos a charlar y se generó una empatía que abrió paso a nuevas conversaciones. En una de esas charlas hablamos de la inminencia de un golpe. Él era el provincial de los jesuitas y seguramente, estaba más informado que yo. En la prensa hasta se barajaban los nombres de los futuros ministros. El diario La Razón había publicado que José Alfredo Martínez de Hoz sería el ministro de Economía”, evoca Oliveira y agrega que “Bergoglio estaba muy preocupado por lo que presentía que sobrevendría y, como sabía de mi compromiso con los derechos humanos, temía por mi vida. Llegó a sugerirme que me fuera a vivir un tiempo al Colegio Máximo, Pero yo no acepté y le contesté con una humorada completamente desafortunada frente a todo lo que después sucedió en el país: ‘Prefiero que me agarren los militares a tener que ir a vivir con los curas’”.
De todas maneras, la magistrada tomó sus prevenciones. Le dijo a la secretaria del juzgado, de su máxima confianza, la doctora Carmen Argibay —a la postre ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a propuesta de Kirchner- que estaba pensando en dejarle un tiempo los dos hijos que, por entonces, tenía para esconderse por temor a ser detenida por los militares. Finalmente, no tomó la decisión, ni fue apresada. En cambio, Argibay fue detenida el mismo día del golpe. Oliveira, desesperada, trató de dar con su paradero hasta que en la cárcel de Devoto le informaron que estaba allí, pero nunca supo —ni ella ni la propia detenida— el motivo por el que Argibay pasó varios meses presa.
Tras la caída del gobierno de Isabel Perón, las reuniones de Oliveira con Bergoglio se hicieron más frecuentes. “En esas conversaciones, pude comprobar que sus temores eran cada vez mayores, sobre todo por la suerte de los sacerdotes jesuitas del asentamiento”, relata Oliveira. “Hoy creo que Bergoglio y yo —acota— comenzamos a entender tempranamente cómo eran los militares de aquella época. Su inclinación a la lógica amigo-enemigo, su incapacidad para discernir entre la militancia política, social o religiosa y la lucha armada, tan peligrosas. Y teníamos muy claro el riesgo que corrían los que iban a las barriadas populares. No sólo ellos, sino la gente del lugar, que podía ‘ligarla de rebote’.”
Recuerda que a una chica amiga que iba a catequizar también al asentamiento —y que no tenía militancia alguna- le imploró que no fuese más. “Le advertí que militares no entendían, y que cuando veían en la villa a alguien que no vivía allí pensaban que era un terrorista-marxista-leninista internacional”, cuenta. Le costó mucho hacérselo entender. Al final, la chica se fue y, años después, le reconoció que su consejo le había salvado la vida. “Pero otros que se quedaron no corrieron la misma suerte y, por eso, Bergoglio estaba tan preocupado, por los sacerdotes de la villa y quería que se vayan”, redondea.
Oliveira recuerda que el padre Jorge no sólo se preocupó por localizar a Yorio y Jalics y procurar su liberación; también, se movió para dar con el paradero de muchos otros detenidos. O para sacar del país a otros tantos, como a aquel joven que se le parecía y a quien le dio su cédula. “Yo iba, con frecuencia, los domingos a la casa de ejercicios de San Ignacio y tengo presente que muchas de las comidas, que se servían allí, eran para despedir a gente que el padre Jorge sacaba del país”, señala.
Bergoglio también llegó a ocultar una biblioteca familiar con autores marxistas. “Un día lo llamó Balestrino de Careaga para pedirle que fuera a su casa a darle la extremaunción a un familiar, cosa que le sorprendió, porque no eran creyentes, pero una vez allí ella le dijo que el verdadero motivo era pedirle que se llevara los libros de su hija., que estaba siendo vigilada y que, luego, fue secuestrada y, finalmente, liberada (a diferencia de lo que sucedería con ella)”, rememora
Universidad del Salvador y Eugenio Zaffaroni:
En cuanto a la actitud de la Universidad del Salvador durante la última dictadura y el papel que jugó allí el futuro cardenal, Oliveira asegura que lo que a ella le tocó vivir en esa casa de altos estudios no puede emparentarse con ninguna complicidad con la dictadura, ni mucho menos. “No sé lo que pasó en la universidad, pero muchos nos fuimos a resguardar allí”, subraya. Cuenta que compartía la cátedra de derecho penal con Eugenio Zaffaroni (otro exonerado por la dictadura, pero como profesor de la UBA, que también llegó a la Corte Suprema promovido por Kirchner). Y que en sus clases hablaba con libertad. “Cuando exponía sobre la ley de ordalía (las terribles pruebas para establecer la culpabilidad o inocencia en la Edad Media) los alumnos me decían que eso era horroroso y yo, entonces, les contaba lo que estaba pasando en el país; Bergoglio me marcaba que los militares iban a venir a buscarme con el Falcon verde”, recuerda.
Con su compañero de cátedra, Oliveira vivió un episodio que para ella es muy ilustrativo de la posición de Bergoglio frente a la dictadura. Hacia el final del gobierno militar, en la etapa preelectoral, Zaffaroni se enteró que el jurista Charles Moyer —ex secretario de la Corte Interamericana de Derechos Humanos— quería venir al país para convencer a los candidatos sobre la importancia de que la Argentina adhiriera a la Convención Interamericana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica). Dado que, en ese momento, estaba cumpliendo funciones en la sede de la OEA en Washington, su secretario general, el argentino Alejandro Orfila, al enterarse de su propósito, lo amenazó con despedirlo si viajaba a Buenos Aires. “Es que Orfila tenía intereses muy grandes con la dictadura”, acota Oliveira. Entonces, Zaffaroni le preguntó a ella qué podían hacer para que igual viniera, pero con un motivo falso. Oliveira recuerda: “¿Que hice? Recurrí, claro, a don Jorge, que me dijo que no me preocupara. Al poco tiempo, cayó con una carta en la que la universidad invitaba a Moyer a dar una charla sobre el procedimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos… ¡Una cosa aburridísima! Para la ocasión, se convocó a los profesores de derecho internacional. Bergoglio me pidió que ni pasara por la puerta. El gringo no sabía de qué hablar. Después, discreta mente, lo llevamos a ver a los candidatos. Fue patético: casi nadie conocía el Pacto de San José de Costa Rica. A su regreso, Moyer le envió a Bergoglio una carta de agradecimiento. Y Raúl Alfonsín, ni bien asumió, ratificó el pactó.”
De todas maneras, Oliveira —crítica de la actuación de muchos obispos durante la dictadura— admite que siempre flotará el interrogante acerca de si los miembros del clero, que se ocuparon personalmente de víctimas de la represión ilegal, siguieron la mejor estrategia al privilegiar por las gestiones reservadas, en vez de la denuncia pública ¿Era lo más conveniente para la seguridad de las víctimas? ¿Un superior de una comunidad religiosa, podía “cortarse solo” y salir a la palestra? “La verdad es que no sé qué hubiera sido lo mejor, ni cómo se manejan los diversos estamentos de la Iglesia”. Con todo, considera que las legítimas dudas—surgidas, muchas veces desde la perspectiva que brinda el paso del tiempo- sobre el camino que se siguió, no invalidan comportamientos como el de Bergoglio. Ni mucho menos, dejan lugar a acusaciones infundadas. Por eso, Oliveira califica como “una operación de inteligencia bazofia” el que se haya enviado al correo electrónico de los cardenales, que se aprestaban a elegir al sucesor de Juan Pablo II, el artículo donde se denunciaba su supuesta complicidad con la dictadura. Sobre todo porque –según asegura- el periodista que lo escribió “había redactado otro, unos años atrás, donde decía cosas bien distintas, donde decía la verdad”.
No obstante, admite que se sintió aliviada al enterarse de que Bergoglio no fuera electo Papa. “La verdad es que, si lo hubieran elegido, habría experimentado una sensación de abandono ya que para mí es casi como un hermano y, además, los argentinos lo necesitamos”, concluyó.
(Fin Capítulo Catorce)
Del Libro-Entrevista “EL JESUITA” (Jorge Mario Bergoglio)
CAPÍTULO CATORCE
La noche oscura que vivió la Argentina
1- Cuando la vida de Juan Pablo II se apagaba, se intensificaban las especulaciones sobre los candidatos a sucederlo y el nombre de Bergoglio figuraba en casi todos los pronósticos de los periodistas especializados. En esos días, volvía a agitarse una denuncia periodística publicada unos pocos años atrás, en Buenos Aires, sobre una supuesta actuación muy comprometedora del cardenal durante la última dictadura. Más aun: se asegura que, en las vísperas del cónclave, que debía elegir al sucesor del Papa polaco, una copia de un artículo –de una serie del mismo autor- con la acusación fue enviada a las direcciones de correo electrónico de los cardenales electores, con el propósito de perjudicar las chances que se le otorgaban al purpurado argentino.
2- En la denuncia se le atribuía al cardenal una cuota de responsabilidad por el secuestro de dos sacerdotes jesuitas, que se desempeñaban en una villa de emergencia del barrio porteño de Flores, efectuado por miembros de la Marina en mayo de 1976, dos meses después del golpe. De acuerdo con esa versión, Bergoglio —quien, por entonces, era el provincial de la Compañía de Jesús en la Argentina— les pidió a los padres Orlando Yorio y Francisco Jalics que abandonaran su trabajo pastoral en la barriada y, como ellos se negaron, les comunicó a los militares que los religiosos ya no contaban con el amparo de la Iglesia, dejándoles así el camino expedito para que los secuestraran, con el consiguiente peligro que eso implicaba para sus vidas.
3- El cardenal nunca quiso salir a responder la acusación, como, tampoco, jamás se refirió a otras imputaciones del mismo origen sobre supuestos lazos con miembros de la Junta Militar (ni, en general, nunca contó públicamente cuál fue su actitud durante la última dictadura). Pero, frente a nuestro cometido, reconoció que el tema no podía omitirse y accedió a contar su versión sobre los hechos y la actitud que asumió en la noche negra que vivió la Argentina. “Si no hablé en su momento, fue para no nacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar, afirmó.
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— Cardenal: usted deslizó antes que durante la dictadura escondió gente que estaba siendo perseguida, ¿Cómo fue aquello? ¿A cuántos protegió?
Bergoglio: — En el colegio Máximo de la Compañía de Jesús, en San Miguel, en el gran Buenos Aires, donde residía, escondí a unos cuantos. No recuerdo exactamente el número, pero fueron varios. Luego de la muerte de monseñor Enrique Angelelli (el obispo de La Rioja, que se caracterizó por su compromiso con los pobres), cobijé en el colegio Máximo a tres seminaristas de su diócesis que estudiaban teología. No estaban escondidos, pero sí cuidados, protegidos. Yendo a La Rioja para participar de un homenaje a Angelelli con motivo de cumplirse 30 años de su muerte, el obispo de Bariloche, Fernando Maletti, se encontró en el micro con uno de esos tres curas que está viviendo actualmente en Villa Eloisa, en la provincia de Santa fe. Maletti no lo conocía, pero al ponerse a charlar, éste le contó que él y los otros dos sacerdotes veían en el colegio Máximo a personas que hacían “largos ejercicios espirituales de 20 días y que, con el paso del tiempo, se dieron cuenta que eso era una pantalla para esconder gente. Maletti después me lo contó, me dijo que no sabía toda esta historia y que habría que difundida.
— Aparte de esconder gente ¿hizo algunas otras cosas?
Bergoglio: — Saqué del país, por Fox de Iguazú, a un joven que era bastante parecido a mí con mi cédula de identidad, vestido de sacerdote, con el clergiman y, de esa forma, pudo salvar su vida. Además, hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con que contaba, para abogar por personas secuestradas. Llegué a ver dos veces al general (Jorge) Videla y al almirante (Emilio) Massera. En uno de mis intentos de conversar con Videla, me las arreglé para averiguar qué capellán militar le oficiaba la misa y lo convencí para que dijera que se había enfermado y me enviara a mí en su reemplazo. Recuerdo que oficié en la residencia del comandante en jefe del Ejército ante toda la familia de Videla, un sábado a la tarde. Después, le pedí a Videla hablar con él, siempre en plan de averiguar el paradero de los curas detenidos. A lugares de detención no fui, salvo una vez que concurrí a una base de náutica, cercana a San Miguel, de la vecina localidad de José C. Paz, para averiguar sobre la suerte de un muchacho.
— ¿Hubo algún caso que recuerde especialmente?
Bergoglio: — Recuerdo una reunión con una señora que me trajo Esther Balestrino de Careaga, aquella mujer que, como antes conté, fue jefa mía en el laboratorio, que tanto me enseñó de política, luego secuestrada y asesinada y hoy enterrada en la iglesia porteña de Santa Cruz. La Serra, oriunda de Avellaneda, en el gran Buenos Aires, tenía dos hijos jóvenes con dos o tres años de casados, ambos delegados obreros de militancia comunista, que habían sido secuestrados. Viuda, los dos chicos eran lo único que tenía en su vida. ¡Cómo lloraba esa mujer! Esa imagen no me la olvidaré nunca. Yo hice algunas averiguaciones que no me llevaron a ninguna parte y, con frecuencia, me reprocho no haber hecho lo suficiente.
— ¿Puede relatar alguna gestión que llegó a buen término?
Bergoglio: — Me viene a la memoria el caso de un joven catequista que había sido secuestrado y por el que me pidieron que intercediera. También en este caso me moví dentro de mis pocas posibilidades y mi escaso peso. No sé cuánto habrán influido mis averiguaciones, pero lo cierto es que, gracias a Dios, al poco tiempo el muchacho fue liberado. ¡Qué contenta estaba su familia Por eso, reitero; después de situaciones como esa, cómo no comprender la reacción de tantas madres que vivieron un calvario terrible, pero que, a diferencia de este caso, no volvieron a ver con vida a sus hijos.
— ¿Cuál fue su desempeño en torno al secuestro de los sacerdotes Yorio y Jalics?
Bergoglio: — Para responder tengo que contar que ellos estaban pergeñando una congregación religiosa, y le entregaron el primer borrador de las Reglas a los monseñores Pironio, Zazpe y Serra. Conservo la copia que me dieron. El superior general de los jesuitas quien, por entonces, era el padre Arrupe, dijo que eligieran entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús, y ordenó que cambiaran de comunidad. Como ellos persistieron en su proyecto, y se disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía. Fue un largo proceso interno que duró un año y pico. No una decisión expeditiva mía.
Cuando se le acepta la dimisión a Yorio (también al padre Luís Dourrón, que se desempeñaba junto con ellos) —con Jalics no era posible hacerlo, porque tenía hecha la profesión solemne y solamente el Sumo Pontífice puede hacer lugar a la solicitud— corría marzo de 1976, mas exactamente era el día 19, o sea, faltaban cinco días pora el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón. Ante los rumores de la inminencia de un golpe; les dije que tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de la Compañía.
— ¿Ellos corrían peligro simplemente porque se desempeñaban en una villa de emergencia?
Bergoglio: — Efectivamente. Vivían en el llamado barrio Rivadavia del Bajo Flores. Nunca creí que estuvieran involucrados en actividades subversivas como sostenían sus perseguidores, y realmente no lo estaban. Pero, por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje. Dourrón se salvó porque, cuando se produjo el operativo, estaba recorriendo la villa en bicicleta y, al ver todo el movimiento, abandonó el lugar por la calle Varela. Afortunadamente, tiempo después fueron liberados, primero porque no pudieron acusarlos de nada, y segundo, porque nos movimos como locos. Esa misma noche en que me enteré de su secuestro, comencé a moverme. Cuando dije que estuve dos veces con Videla y dos con Massera fue por el secuestro de ellos.
— Según la denuncia, Yorio y Jalics consideraban que usted también los tachaba de subversivos, o poco menos, y ejercía una actitud persecutoria hacia ellos por su condición de progresistas.
Bergoglio: — No quiero ceder a los que me quieren meter en un conventillo. Acabo de exponer, con toda sinceridad, cuál era mi visión sobre el desempeño de esos sacerdotes y la actitud que asumí tras su secuestro. Jalics, cuando viene a Buenos Aires, me visita. Una vez, incluso, concelebramos la misa. Viene a dar cursos con mi permiso. En una oportunidad, la Santa Sede le ofreció aceptar su dimisión, pero resolvió seguir dentro de la Compañía de Jesús. Repito: No los eché de la congregación, ni quería que quedaran desprotegidos.
— Además, la denuncia dice que tres años después, cuando Jalics residía en Alemania y en la Argentina todavía había una dictadura, le pidió que intercediera ante la Cancillería para que le renovaran el pasaporte sin tener que venir al país, pero que usted, si bien hizo el trámite, aconsejó a los funcionarios de la secretaría de Culto del ministerio de Relaciones Exteriores que no hicieran lugar a la solicitud por los antecedentes subversivos del sacerdote …
Bergoglio: — No es exacto. Es verdad, sí, que Jalics —que había nacido en Hungría, pero era ciudadano argentino con pasaporte argentino— me escribió siendo yo todavía provincial para pedirme la gestión pues tenía temor fundado de venir a la Argentina y ser detenido de nuevo. Yo, entonces, escribí una carta a las autoridades con la petición —pero sin consignar la verdadera razón, sino aduciendo que el viaje era muy costoso— para lograr que se instruya a la embajada en Bonn. La entregue en mano y el funcionario, que la recibió, me preguntó cómo fueron las circunstancias que precipitaron la salida de Jalics. “A él y a su compañero los acusaron de guerrilleros y no tenían nada que ver”, le respondí. “Bueno, déjeme la carta, que después le van a contestar” fueron sus palabras.
— ¿Qué pasó después?
Bergoglio: — Por supuesto que no aceptaron la petición. E1 autor de la denuncia en mi contra revisó el archivo de la secretaría de Culto y lo único que mencionó fue que encontró un papelito de aquel funcionario en el que había escrito que habló conmigo y que yo le dije que fueron acusados de guerrilleros. En fin, había consignado esa parte de la conversación, pero no la otra en la que yo señalaba que los sacerdotes no tenían nada que ver. Además, el autor de la denuncia soslaya mi carta donde yo ponía la cara por Jalics y hacía la petición.
— También se comentó que usted propició que la Universidad del Salvador, creada por los jesuítas, le entregara un doctorado honoris causa al almirante Massera.
Bergoglio: — Creo que no fue un doctorado, sino un profesorado. Yo no lo promoví. Recibí la invitación para el acto, pero no fui. Y, cuando descubrí que un grupo había politizado la univesidad, fui a una reunión de la Asociación Civil y les pedí que se fueran, pese a que la Universidad ya no pertenecía a
la Compañía de Jesús y que yo no tenía ninguna autoridad más allá de ser un sacerdote. Digo esto porque se me vinculó, además, con ese grupo político. De todas maneras, si respondo cada imputación, entro en el juego. Hace poco estuve en una sinagoga participando de una ceremonia. Recé mucho y, mientras lo hacía, escuché una frase de los textos sapienciales que no recordaba: “Señor, que en la burla sepa mantener el silencio.” La frase me dio mucha paz y mucha alegría.
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(sigue en otro Comentario)
Hola!
Varias cositas:
1- Lo de Horacio Verbitsky hace una semana: UN BERGOGLIO FICTICIO
https://www.pagina12.com.ar/14496-un-bergoglio-ficticio
2- El Artículo es del militante-escritor Aldo Duzdevich. Yo solo lo “ítem-paragrafié”.
3- Los sentimientos descritos en los ítems 2- LA VERGÜENZA DE NO ESTAR MUERTOS y 8- El MIEDO, recuerdo que fue así la de muchos compañeros durante muchos años; pero no se la mencionaba casi nunca.
4- Algunas consideraciones en el Libro “EL JESUITA” (Va en 2 Comentarios sub-siguientes)