Amigo Duato: Te dejo a ti la labor de señalar hasta qué punto este diagnóstico de los obispos franceses es aplicable a nuestro país y a nuestra iglesia española. Y de calcular cuándo los obispos españoles serán capaces de denunciar este cuadro macabro y reconocer sus propias faltas y responsabilidades de esta situación. Esto ha sido publicado por el periódico0 GARA de la izquierda abertzale vasca en francés hoy. Lo firma un tal Antton Rouget, journaliste freelance.
La considero, Honorio, muy novedosa (la toticia en sí y el medio que la publica) y creo que vale la pena publicarla. Gracias por la traducción. AD
En un mensaje dirigido a los franceses el viernes pasado, la Conferencia de obispos de Francia ha alertado sobre los riesgos de ruptura del contrato social. La Iglesia estima que, si los responsables políticos no cambian su conducta, la sociedad se orienta hacia una crisis política todavía mayor.
Se trata de un documento rara y suficientemente alarmante como para que su alcance sobrepase y desborde a los medios católicos. El Consejo Permanente de la Conferencia de los obispos de Francia ha llamado de forma inédita a los dirigentes y ciudadanos del Hexágono a recuperar el sentido de la política. A seis meses de la elección presidencial que todos los observadores asocian a un nuevo avance de la extrema derecha, por encima del 30% de los votos, los más altos responsables de la iglesia levantan un acta siniestra de una sociedad “inquieta, ansiosa, insatisfecha”, como enfrentada a una crisis política mayor.
No es la primera vez que toman posición para hacer sonar la alarma. En 1991 esta Conferencia había hecho público un texto evocando a “unos franceses que viven un tiempo de desilusión y de reflujo de las grandes ideologías”. En 1999 habían deplorado que “el sentido de lo político tiende a evaporarse y a degradarse”. Pero 20 años más tarde, la evolución del análisis político de la Iglesia muestra que el temor de la ruptura del “contrato social” gane a todas las capas de la sociedad.
La Iglesia ha puesto el punto de mira en tres líneas de fracturas de mayor entidad: una inseguridad social inédita, un sentimiento de injusticia creciente y unas referencias culturales fuera de nuestro momento histórico. “Los franceses temen, más que todos los otros europeos, que están expuestos a un empeoramiento de su nivel de vida”. Impresión reforzada por las desigualdades cada vez más grandes. “Francia comprende mal, por ejemplo, el salario indecente de algunos grandes patronos, mientras que la inmensa mayoría de pequeños empresarios se baten para mantener viva y desarrollar su empresa” o la “gran injusticia” que representa el desempleo.
En este clima social sensible interviene, según la CEF, la tercera dificultad de la sociedad francesa, es decir, la “inseguridad cultural”. Mientras rechazan la idea de una nación homogénea, construcción política constituida a menudo a marchas forzadas, centralizando y unificando de manera autoritaria y borrando a menudo las referencias de lo uno y de lo otro”, la Iglesia cree que la concepción misma de un relato nacional unificador es ampliamente rechazada y puesta en duda hoy en día.
Para hacer frente a este triple desafío mayor, los representantes católicos apelan a la responsabilidad de los políticos. “Desde hace ya varios años, la política en nuestro país no cesa de ver cómo su descrédito crece, provocando, en el mejor de los casos el desinterés, en el peor la cólera”.
Ambiciones personales desmesuradas, maniobras electorales permanentes, promesas no cumplidas, ausencia de proyectos a largo plazo… la conferencia de los obispos diseña una larga requisitoria con las derivas del sistema político actual. “O somos capaces de encontrar el camino para vivir juntos, o nos hacemos la guerra”: así ha puntualizado en las columnas de Le Monde su presidente Monseñor Pontier, a guisa de advertencia a unos dirigentes a menudo desconectados de las realidades sociales.
Si la Iglesia reacciona con esta gravedad, es también porque ella misma está atravesada por una crisis política mayor. Con ocasión de los últimos escrutinios locales o nacionales, la prensa católica se ha interrogado seriamente sobre el deslizamiento de una parte del electorado practicante hacia el Frente Nacional, “Los católicos franceses han votado en unas proporciones nunca conocidas al partido de Marine Le Pen en la primera vuelta de las elecciones regionales (32%, por encima de la media de los franceses, que quedó en un 28%)” deploró en diciembre de 2015 el periódico La Croix. Una tendencia, ésta, que afecta igualmente al episcopado francés. En el verano de 2015, en Toulon, Monseñor Rey (amigo del obispo de Bayona Monseñor Aillet que fue su vicario general) fue el primer obispo en invitar al Frente Nacional a una universidad católica.
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