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El cristal con que se mira

JAVIER

¡NOTA IMPORTANTE! Los tres útimos párrafos de este artículo no se incluyeron, por error, cuando se publicó en ATRIO el pasado 20 de julio. Quienes se interesaron en él, conviene que hagan ahora una lectura completa.

Hace algo más de un mes Mar Seguí explicó en ATRIO cómo una lectura de la Amoris laetitia la dejaba insatisfecha como mujer feminista. Hoy, Javier Almela, un compañero de Mar en el mismo Grup de seglars y rectors del Dissabte, explica cómo ha hecho una nueva lectura de la Instrucción Pastoral, sin encontrar ofensa a la mujer en aquellos pasajes que destacaba Mar en su lectura. Buen ejemplo de reflexionar sobre estos temas de feminismo y familia, con claridad, pero sin acritud. ¿Qué os parece?  AD.  

Leyendo el comentario de mi buena amiga Mar Seguí a Amoris Laetitia me vino a la memoria la antaño popular cuarteta de Campoamor cuyo último verso encabeza esta nota.

Digo esto porque donde ella lee una ambigüedad que puede alentar la sumisión ante la barbarie machista (nº 127 y 140), yo leo una hermosa forma de expresar realidades que experimento yo mismo: el profundo amor que veía en los ojos de mi madre cuando ya no era capaz de reconocerme (nº 127); el enorme valor de renunciar a imponerse en una discusión (nº 140); la gran belleza que sigo viendo en mi mujer, pese a la huella que el tiempo va dejando en nuestros cuerpos sexagenarios (nº 164).

Donde ella se sorprende de una mención específica a las mujeres y niños migrantes no acompañados como si no formaran parte del colectivo personas (nº 46), yo veo el deseo de destacar que las mujeres migrantes en tierra de nadie son objeto de violaciones y abusos en mucha mayor medida que los varones en igual situación. Así me lo han contado varias mujeres internadas en el CIE de Zapadores refiriéndose a su tránsito, a veces de años, hasta Europa.

Donde ella se indigna porque el Papa recuerde que la maternidad es algo exclusivo de la mujer aun siendo deseable y muy legítimo el que las mujeres estudien y desarrollen sus capacidades personales (nº 173), yo veo lo que he vivido siempre: que la mujer puede elegir con toda libertad el ser madre o no, pero si lo elige se le impone un deber que no puede trasladar por completo al varón, especialmente en los primeros meses de vida.

Donde ella ve la infiltración de una ideología que de manera descarada atribuye roles diferenciados a los progenitores en la pareja humana (nº 173 a 177), yo no veo más que una exposición de lo que he podido constatar en mi familia y en prácticamente todas las familias con niños que he conocido. Exposición basada, además, en nuestra creencia primigenia de que Dios nos creó varón y mujer.

Donde ella se sorprende de que se dé a entender que el maltrato infantil es cosa del pasado (nº 176), yo leo que la forma autoritaria de la figura paterna ya no es defendible, sin que el contexto me evoque los terribles casos del abuso sexual en el hogar o el del maltrato infantil para infligir dolor a la madre.

En cuanto a la preocupante visión masculina en documentos de la Iglesia, comprendo perfectamente la necesidad de reivindicar la radical igualdad entre la mujer y el varón a todos los efectos. Siempre la he promovido y creo que ninguna de mis tres hijas me desmentirá (ni ninguno de sus dos hermanos). No se puede aceptar que siga postergándose a la mujer frente al varón como se hace en muchos ámbitos privados y públicos.

Precisamente por eso, por tratarse de un asunto tan trascendental para el futuro de la Humanidad que soñamos, me pregunto si una incidencia excesiva en la depuración del lenguaje que vehicula el pensamiento no será contraproducente. Quiero decir que cuando alguien como el papa Francisco ha demostrado tan inequívocamente su apoyo a la causa de la mujer, ¿hay que seguir insistiendo en los todos/todas, los/las, nosotros/nosotras, etc.?

Si la preocupante visión masculina se eliminara con el desdoblamiento os/as bien valdría la pena el esfuerzo necesario para cambiar una tradición de siglos. Pero es evidente que ese cambio puede ser meramente cosmético, como lo prueba el que la mayor parte de nuestros representantes políticos lo hayan adoptado con entusiasmo sin que ello se traduzca en las leyes, los reglamentos y, sobre todo, los comportamientos imprescindibles para conseguir una auténtica igualdad.

Ninguna lengua expresa el pensamiento a la perfección. Todas tienen limitaciones y una de las de la lengua castellana –también de la valenciana– es que un término masculino puede, en determinados contextos, englobar al femenino sin que eso suponga una postergación. ¿Os es que pensamos que los naturales de países de habla inglesa son menos machistas y más respetuosos con la mujer sólo porque sus vocablos children, all, they, parents, the, grand-parents, we, brothers and sisters, aunts and uncles, etc. evitan lo que se presenta como un grave inconveniente de la tradición lingüística española?

Para escribir estas líneas he releído la Exhortación y pienso que es un documento muy bueno, en lo cual coincido con Mar, pero no sé si lo hubiera leído de haber visto antes su comentario, al igual que no he leído numerosos documentos de nuestra jerarquía –seguramente tampoco el muy reciente de la CEE– cuando lo que he oído sobre ellos de personas que me merecen confianza ha sido poco estimulante. Eso es lo que lamento: que los que consideramos al papa Francisco como una bendición absolutamente inesperada no favorezcamos la difusión de sus planteamientos por considerar que se podría haber ido más allá o por buscar en un documento la solución a todo lo que no se ha resuelto antes.

4 comentarios

  • oscar varela

    Bla bla bla … y el filo de la plancha:

    COBRATE y DAME EL VUELTO

    Lo que pasa muy seguido

    Entre marido y mujer,

    Por no decir entre novios

    Que ya no se pueden ver

    ………………….
    Mirá ñata es necesario
    Que hablemos como es debido,

    Porque ya estoy aburrido

    De hacer el papel de otario.

    Vivir así es un calvario

    Te lo bato con franqueza,

    Sacate de la cabeza

    El berretín de mandar,

    Que si no vas a rajar

    Con las pilchas de la pieza.

     
    Si caigo una “sera” en curda
    Suena en fija la milonga,

    Y me gritás, meta y ponga:

    ¡Basura, reo a la gurda!.

    Hasta que un día la zurda

    De tu coso que bien faja,

    V´ a empezar a dar baraja

    Y entonces vas a ligar,

    Y al rato te vi´ a manyar

    Envuelta en una mortaja.

     
    Ni soy dueño de atorrar
    Cuando se me da la gana,

    Ni batirte: ¿Qué macana

    hiciste para morfar?…

    Y si vuelvo de truquear

    Del almacén de la esquina,

    Dejás de ser gente fina

    Y ya ni el diablo te aguanta,

    Y me la querés dar chanta

    Como si fuera una gallina.

     

    Que te creés que soy el gato

    Tranquilo del mes pasado,

    No, m´hijita yo he cambiado

    De tanto pasar mal rato.

    Hoy soy todo un arrebato

    Mi genio no aguanta nada,

    Y si es que estás rechiflada

    Con mi manera de ser,

    Hoy mismo podés volver

    Con tu mama, ¡desgraciada!

     
    Aquí mando yo, señora
    Y oiga lo que estoy batiendo,

    Así que vaya sabiendo

    Quién es el que bronca ahora.

     

    Y la parda sobradora

    Lo escuchó con mucha cancha,

    Le hizo hacer la pata ancha

    Y sin decirle “¡Atajáte!”

    Le partió al ciruja el mate

    Con el filo de la plancha.

  • ana rodrigo

     
     
     
    El autor se plantea si el uso del lenguaje inclusivo sirve para algo a la hora del cambio de mentalidad machista o androcéntrica o patriarcal.
     
    No quise tocar este tema en mi anterior comentario por no parecer pesada en un tema abundantemente tratado en atrio.
     
    Reiterando la idea de mi último comentario, repito que el mayor peligro para el feminismo es el machista camuflado, aquel que dice estar lleno de buenas intenciones, pero su falta de conocimiento del mismo es monumental. Hay muchos machistas camuflados bajo ideas aparentemente bondadosas sobre la historia y la situación actual de la mujer en general y de las mujeres en particular.
     
    El ser humano no sería tal sin el lenguaje, configurador del pensamiento y de todo el mundo interior y exterior de los seres humanos. El lenguaje es importante no sólo por lo que dice, sino por lo que se calla. Con las palabras damos identidad a las cosas, a las personas, a los sentimientos, a los actos, etc. etc.
     
    Si la cultura y el lenguaje, así como la marcha de la historia, ha sido cosa de hombres, es normal que el idioma español (desconozco otros idiomas) hayan configurado un lenguaje masculino y por tanto poniendo al hombre como centro de acción en todos los campos del hacer humano y, por tanto, excluyendo a las mujeres, consideradas como un apéndice para el hombre. El androcentrismo ha parido un lenguaje androcéntrico excluyendo  el femenino así como a lo que representa, es decir a las mujeres.
     
    Así pues, no es menos cierto que con el español tal cual lo tenemos no nos resulta fácil construir un lenguaje incluyente, pero se pueden hacer muchas cosas sin caer en la pesadez y en la ridiculez en la que muchos caen, consiguiendo con ello el rechazo a buscar alternativas. No son capaces de estrujar un poco su cerebro y ver qué se puede hacer y mejorar.
     
    Claro que nombrar a la mujer y usar el femenino no elimina el machismo, pero un hombre que se preocupa de usar el femenino indica que ha entrado en el fondo de la cuestión feminista, darle nombre a algo que existe, la mujer, y esto le va a despertar una cierta empatía por la causa de la mujer y le ayudará mucho a no ser machista.
     
    Si bien el machismo es mucho más que el lenguaje y que no es éste el momento de entrar en ello.
     
    Pero dejo aquí mi luz roja de alerta sobre los machistas camuflados en buenas intenciones, sin más. Y no digamos de aquellos que cuando ven un titular sobre feminismo enseguida se acuerdan de aquella mujer feminista que conocen para que lo lea ella, cuando en realidad quien debiera leerlo es él mismo.
     
    Las mujeres somos las víctimas, no los verdugos de nuestra desgraciada historia de abuso masculino sólo por el hecho de ser mujeres.
    Por si alguien quiere refrescar estas ideas os remito a mi post escrito en 2009
     
    Aprender un lenguaje no sexista
     
    16-Marzo-2009    Ana Rodrigo
     

  • ana rodrigo

     
    Pienso que hay gente de buena fe y buenas intenciones dentro del patriarcado, lo que no quiere decir que eso supla la falta de conocimiento de la mujer y de lo que es el feminismo en profundidad.
     
    La asignatura del feminismo no es cosa para mujeres, sobre todo es cosa de hombres y para hombres que han sido educados como “el macho dominante”. Sin embargo hay hombres que superan esa “maldición”. Siempre digo que, desde hace muchos años, mis dos maestros en feminismo han sido dos hombres que se ocuparon de incorporar a su formación, a su persona y a su vida, el conocimiento de la mujer en sí misma, en la historia y en la sociedad actual.
    Dice el autor de este post: “Digo esto porque donde ella lee una ambigüedad que puede alentar la sumisión ante la barbarie machista (nº 127 y 140), yo leo una hermosa forma de expresar realidades que experimento yo mismo: el profundo amor que veía en los ojos de mi madre cuando ya no era capaz de reconocerme (nº 127); el enorme valor de renunciar a imponerse en una discusión (nº 140); la gran belleza que sigo viendo en mi mujer, pese a la huella que el tiempo va dejando en nuestros cuerpos sexagenarios (nº 164)”.
     
    Realmente cuando se idealiza un determinado modelo de ser mujer, se está entrando en un terreno resbaladizo. La sonrisa, la ternura, la belleza, el cuidado y dedicación a la crianza o a las personas mayores de la familia, renunciar a imponerse en una discusión (horror!), etc. etc., son machismos aparentemente buenos por elogiosos, pero esas mismas alabanzas no suelen atribuirse a los hombres y, sobre todo, si una mujer no cumple estos requisitos, ya no es la buena mujer que se esperaba.
     
    La idealización de María como la madre Dios, y por tanto, inmaculada en su concepción y perfecta desde que nació, hasta llegar a ser la esclava del Señor, ha hecho mucho daño a la cultura femenina y feminista occidental. Y ahí seguimos: ¡Viva mi virgen!!!!!”, dicen en cada pueblo, mujer de lo que apenas se dice nada en los Evangelios, aunque de eso se hayan vaciado ríos de tinta en diversas letanías y teologías marianas, y cantidades ingentes de santuarios con imágenes cubiertas de oro, plata, terciopelos, piedras preciosas.
     
    Pues esa devoción a ese tipo de mujer se ha convertido en imaginario colectivo en gente de buena voluntad que, aunque no se sea religioso, ha impregnado el subconsciente en su cotidianeidad. Mucha veneración a la mujer perfecta según el modo masculino, y muchas desgracias en las mujeres de carne y hueso cuando no entran en ese patrón.
    Hay que reconocer que se ha avanzado en concienciación en algunas regiones del mundo, pero lo que queda por hacer es tan inmenso y tan sangrante que no podemos andar con paños calientes. Y eso que se nos acusa de ser tan radicales, demasiado poco lo somos.
    Si alguien quiere avanzar más en este tema, puede buscar en google “micromachismos”
     

  • Gonzalo Haya

    Para compensar el péndulo, los nuevos líderes lo llevan hacia el otro lado, y les resultan antagónicos los que tratan de mantenerse en el centro. La denuncia social, para que impresione y no resbale, necesita exagerar y provocar. Sin embargo socialmente no se puede renunciar a buscar la objetividad y, sobre todo, me parece justo y útil valorar los esfuerzos y los logros de quienes tratan de equilibrar el péndulo. Esto vale no sólo para el feminismo, sino también para otros problemas sociales y teológicos que se agitan en este “cambio de época”.