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Renovar la Iglesia es hacer actual el ‘recuerdo peligroso’ de Jesús

 

CastilloSi la Iglesia quiere renovarse en serio y a fondo, una de las primeras cosas que tendría que hacer es renovar en serio y a fondo el recuerdo de Jesús. No meramente recordando lo que sucedió cuando Jesús andaba por el mundo. Sino actualizando lo que ocurrió entonces. Es decir, la liturgia tiene que celebrarse de tal manera que se haga presente, en lo que vivimos ahora, lo que Jesús vivió, hizo y decidió cuando estaba en esta vida. Concretamente lo que ocurrió la noche aquella en que cenó, por última vez, con el grupo de personas que le acompañaron y compartieron lo que él vivió y cómo lo vivió. En aquella ocasión, Jesús dijo: “Haced esto en recuerdo mío” (1 Cor 11, 24. 25; Lc 22, 19). Lo cual quería decir: “Haced esto para que me tengáis presente”, como en seguida explicaré.

Lo que acabo de indicar se basa en un presupuesto previo: la última cena de Jesús con sus discípulos no fue un ritual religioso. El ritual de la “cena pascual” que celebran los judíos, con motivo del pèsaj, la fiesta del cordero, que marcó el punto de partida de la liberación de los judíos esclavos en Egipto (Ex 12). Por supuesto, sabemos que, según los evangelios sinópticos, la última cena fue la cena de Pascua (Mc 14, 12; Mt 26, 17; Lc 22, 7). Pero el evangelio de Juan, que se escribió después que los sinópticos, puntualiza este dato capital indicando que la cena se celebró antes de la Pascua (Jn 13, 1; 18, 28), de forma que Jesús murió el día de la Preparación de la Pascua (Jn 19, 14; cf. 19, 31. 42). Y san Pablo, que nos ha conservado el recuerdo más antiguo de la cena, ni menciona la Pascua (1 Cor 11, 23). Además, en ninguno de los relatos de la Cena se menciona el cordero pascual, ni se habla de las hierbas amargas, ni hay alusión alguna a los mazzen, ni de la haggadà, ni del primer hallel, ni se mencionan las cuatro copas que eran esenciales en el ritual judío de la Pascua. No hay, pues, traza ni indicio alguno de que allí se estuviera celebrando un ritual sagrado (Ulrich Luz, El evangelio según san Mateo, vol. IV, Salamanca, Sígueme, 2005, 138-139).

Ahora bien, si aquello no fue un “ritual sagrado”, sino una “cena”, en la que se vivieron una serie de experiencias muy fuertes, cuando Jesús les dice a sus “amigos” (Jn 15, 14-15): “Haced esto en memoria mía” (1 Cor 11, 25) o sea,”Haced esto para que me tengáis presente”, sin duda alguna, el término “esto” (toûto) engloba la cena entera, no únicamente el pan, sino el conjunto de experiencias vividas allí aquella noche (François Bovon, El evangelio según san Lucas, vol. IV, Salamanca, Sígueme, 2010, 282-283). Hacer lo que allí dijo Jesús no es repetir rutinariamente un ritual, sino actualizar (hacer presente y operante hoy) lo que allí se vivió aquella noche. El “recuerdo”, la “anamnêsis”, según la raíz original zkr, quiere decir “hacer presente el pasado” (H. Patsch, en Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, vol. I, Salamanca, Sígueme, 2005, 251-254).

Pero, ¡atención!, estos datos no son meras matizaciones –por lo demás, muy elementales– de erudición. Nada de eso. Aquí se juega el ser o no ser de la autenticidad o del fracaso de lo que Jesús quiso. Sabemos que Jesús no fue amante, ni practicante de ritos, ceremonias, altares y templos. Jesús centró sus preocupaciones en tres cosas: el “sufrimiento humano” (curaciones), la “alimentación compartida” (comidas y comensalía, sobre todo con pobres y pecadores), las “relaciones humanas” (sermón del monte, en Mt, o de la llanura, en Lc). Al proceder así, Jesús desplazó la religión: la sacó del templo, la disoció de los “rituales” y la puso en el centro y en el conjunto de la “vida”.

Aquí y en esto está la clave y el secreto de todo lo demás. ¿Por qué? Porque hoy está sobradamente demostrado que los ritos constituyen un factor tan importante en la pervivencia de las sociedades humanas, que, desde hace incontables generaciones, los ritos (religiosos, políticos, sociales…) son decisivos en la integración o exclusión del individuo en la sociedad y, en general, en el sistema establecido (Walter Burkert, La creación de lo sagrado, Barcelona, Acantilado, 2009, 60 ss; ID., Homo necans, Barcelona, Acantilado, 2013, 50-61). Pero no se trata de esto solamente. Porque los ritos integran al sujeto en el sistema de tal forma, que, al mismo tiempo que el sujeto hace suyos los valores del sistema, por otra parte, esos mismos ritos no modifican la conducta del sujeto que los cumple. Concretamente, un piadoso creyente se puede pasar cuarenta años comulgando a diario, y al cabo de ese tiempo sigue teniendo los mismos defectos que tenía el día que inició su comunión diaria. Y es que el ritual, por sí solo, no solamente no modifica la conducta, sino que además tiene la virtualidad de tranquilizar la conciencia del observante.

Entonces, ¿qué quiso decir Jesús cuando afirmó en la Cena: “Haced esto en memoria de mí”? No se refería simplemente a repetir lo que llamamos ahora “las palabras de la consagración”. Porque esta referencia al recuerdo o memoria (anamnêsis) lo introdujo san Pablo (1 Cor 11, 24. 25), del que depende el relato de Lucas (22, 19), para motivar a la comunidad de Corinto, al decirles a aquellos cristianos que lo que ellos hacían –y tal como lo hacían–, en realidad aquello ya no era la Cena del Señor. Literalmente: “eso ya no es comer la Cena del Señor” (“oúk éstin kyriakòn deipnon phagein”) (1 Cor 11, 20) (H. Patsch, o. c., 252-254). O sea, en Corinto, realizando exactamente el rito, realmente no celebraban la eucaristía. ¿Por qué? Porque la comunidad de Corinto estaba dividida. No por ideas teológicas, sino por la forma de vida que llevaban. Concretamente, porque allí había ricos y pobres. Y cuando se reunían para la eucaristía, los ricos comían hasta emborracharse, mientras que los pobres se quedaban con hambre (1 Cor 11, 21). Es decir, lo que pasaba en Corinto es que allí se repetían las palabras del Señor, pero allí no había una comunidad unida en la que quienes tenían dinero y comida lo compartían con los demás. Cada cual iba a lo suyo. Y Pablo afirma: donde hay división entre ricos y pobres, por mucho y muy bien que se repitan las palabras de Jesús, en realidad la memoria de Jesús está ausente. No se recuerda a Jesús. En esas condiciones, se dirá misa, pero allí no está Jesús. (J. D. Crossan, J. L. Reed, En busca de Pablo, Estella, Verbo Divino, 2006, 398-405).

Conclusión: la Eucaristía no consiste en “decir misa”, observando exactamente lo que manda la Sagrada Congregación de Ritos (o del Culto divino). Se puede hacer eso y no celebrar la Cena que quiso Jesús. Y tal como la quiso Jesús: haciéndonos esclavos unos de otros (Jn 13, 12-15), queriéndonos unos a otros, como él nos quiso (Jn 13, 33-35), mojando todos en el mismo plato, como él lo hizo (Jn 13, 20). Celebrar la Eucaristía no es repetir literalmente un “ritual”. Eso es una misa que nos tranquiliza (incluso nos da devoción). Pero eso no es lo que instituyó y quiso Jesús: el “recuerdo peligroso” (J. B. Metz, La Fe en la historia y en la sociedad, Madrid, Cristiandad, 1979, 100-102; 210-211), que hace actual la subversión de esos presuntos valores que se sostienen repitiendo los ritos. Lo que instituyó Jesús fue un “proyecto de vida”, que se expresa simbólicamente y que hace presente la persona y la vida de Jesús, en nuestras vidas y en nuestra sociedad. El día que resulte más “peligroso” ir a misa que acudir a una manifestación, ese día empezará a ser cierto que celebramos la Cena del Señor, en la que los cristianos vivimos la presencia, en el recuerdo vivo, de aquel Jesús que “aceptó la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado” (G. Theissen, El movimiento de Jesús, Salamanca, Sígueme, 2005. 53). Entonces será cierto y la gente palpará que la misa no es un mero “rito”, sino un “recuerdo peligroso”.

10 comentarios

  • Román Díaz Ayala

    hola josé Ramón pérez,

    gracias por tener en la memoria este trabajo de don José María que permanece aquí desde el día 25 de mayo pasado.

    Yo también tenía la esperanza de que la reflexión sobre la eucaristía y el sacerdocio católico (en la mentalidad católica el sacerdocio sacramental, sacramento del orden ,  existe en razón de la eucaristía como un sacrificio, al estilo de los levitas de la Antigua Alianza), esta reflexión digo, hubiera servido para encausar la renovación por la que vengo luchando  y que me aprovecho de Atrio para pregonarla con cada ocasión.

    El sacerdote vive para el altar y en él encuentra su razón de ser según la doctrina tradicional. que parte de la teología medieval. Sin embargo por la Nueva Alianza establecida por Jesucristo el papel del sacerdote se ciñe a la comunidad y de ella toma su razón de ser y de actuar. Cuando un cura de almas alcanza a comprender esto puede crecer y madurar en la fe junto con su comunidad  o iglesia. Entonces sí se entiende el oficio de pastor que nó el de intermediario de la divino en el pueblo de Dios.

     

  • Jose Ramon Perez

    Completando la esclarecedora reflexión de J. Mª sobre la Cena del Señor, creo que habría que seguir profundizando en lo que no es la Eucaristía. Según yo creo, nos hay sacramento del Orden, no hay transformación del pan y vino en el Cuerpo y Sangre, en la Persona íntegra de Jesús, Los curas no tienen capacidad alguna de hacer transformaciones milagrosas, como se aplican en hacernos crerer todos los días, Jesús no esta en la Hostias, ni en los sagrarios. Jesús sólo se hace presente, místicamente, cuando la gente se ama, comparte,se sirve, “limpia los pies al otro”. Claro, hay que concluir que si el sacramento del orden es pura creación de los clérigos, el resto de los poderes sacramentales son pura ficción.  La desigualdad entre clérigos y laicos, los que mandan y los que obedecen, se hunde. Y lo único que queda es el Pueblo de Dios, el pueblo de iguales, con distintos karismas. Pero eso a la Jerarquía no le interesa y mandará excomuniones a quienes pensemos así.

    Me gustaría que debatiéramos esta cuestión.

  • Asun Poudereux

     
    Aparentemente este post de JM Castillo puede calificarse de un gran salto,  por la rotundidad expresada en el título. También da esa sensación siguiendo su lectura. Lo cual es quitar envolturas que impiden ver en lo que la religión establecida ha ido sobreabundando y enmarañando.  Este esfuerzo por su parte es muy valioso y se lo agradezco por el eco de sus escritos en el mundo de los creyentes y, también,  no creyentes.
     
    Sin embargo,  me gustaría deciros que este testimonio y solicitud en boca de Jesús, y el hecho de circunscribirlo a una cena, marcando las diferencias de un momento determinado en la vida práctica, rememorándolo en un rito institucionalizado,  no me resulta claro, si es que ese hecho sucedió,  que sean las palabras de Jesús exactas y el fondo al que siguen apuntando tampoco.
     
    ¿Por qué? Pues, sencillamente,  una persona como Jesús, no pone el acento en torno suyo, en su recuerdo mimético, sino, al contrario,  pone su mirada y su atención, en la vida de todos los seres humanos, en todos los demás, sin distinción alguna. En hacer descubrir y vivir aquello que somos en el día a día. En el abrirse, partirse,  repartirse, como parte y todo de lo que compartimos de fondo al reconocer lo que somos: ESTO SOY YO Y TU Y TODOS.
     
    Al desaparecer la dualidad en la que se circunscribe la religión, y que tanta influencia ha ejercido en la historia de occidente, la mirada  se abre al AQUÍ Y AHORA, y no dudo que la  Humanidad habría sido muy distinta, porque el centro estaría en el ser humano, en todo el potencial que le viene dado para sí y los demás,  mirándose en el otro como a sí mismo, considerando a su entorno y  a sus siguientes, como si fuera él/ella mismo/a, siendo  tan solo consciencia en la Consciencia.
     
    Ni qué decir tiene,  habría ausencia de poderes que violentan, paralizan y lo que es peor, lo ignoran.  
     

  • h.cadarso

    No sé, quizá el meollo del evngelio al díade hoy está actualizado en la dedlacración de derechos humanos de la ONU, en cada propuesta desuperación de los conflictos que nos destrozan al género humano, en la lucha contra el impacto de la crisis, en…

    ¿Por qué la doctrina social de la iglesia nos decía que los clérigos no deb emos actuar en política, que ese es el terreno de los laicos?

    El caso es que ahora los laicos muy metidos en la vida de la iglesia lo de hacer política y del compromiso temporal les suena a naranjas de la China…Y a los grandes predicadores de catequética y guionistas de homilética les pasa lo mismo.

    Por algo será que Jesús, cuando quería hablar con su Padre, se retiraba a la más solitaria soledad y a lo más negro de la noche. en vez de montar escenas teatrales en medio del templo…En lo ritual creo que se limitaba a cumplir estrictamente lo mandado, y además se atrevía a ofender a los oídos pios con aquello de que “el sábado está hecho para la persona, y no al revés…”

    Hagamos oración en lo secreto, hermanos, y en lo público hagamos política en favor de los pobres y oprimidos. Amén.

  • daniel leal

    Este  artículo  de Castillo, me parece que  complementa muy bien su anterior  reflexión sobre la Humanidad de Jesús.

    http://www.periodistadigital.com/religion/libros/2016/05/21/jose-maria-castillo-religion-iglesia-humanidad-jesus-libro-trotta-papa-francisco-teologia.shtml

    El teólogo español, citado por el Papa, publica “La Humanidad de Jesús” (Trotta)
    José María Castillo: “Jesús vivía con la gente; ésa es la cristología que aprendieron los apóstoles”

    Daniel Leal- Fraternidad Laica Ch. de Foucauld,  México

  • RománDíazAyala

    ¡Vaya! ¡Qué atinado está don José María hoy!

    Enhorabuena !

  • oscar varela

    Hola René!

    ¿Sabés algo de Fernando Portillo?

    (o se murió o estará re-viejo ¿no?)

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • mª pilar

    Me siento esperanzada…

    Con estos toques tan certeros de atención, quizá…

    Venga de verdad:

    ¡¡¡Un nuevo amanecer!!!

    Nunca debió ser “embadurnado” el Mensaje de Jesús vistiéndolo de tanta medianía, lujo, boato, riqueza etc…

    ¿Donde queda todo cuanto Él nos dejó dicho?

    ¡Sentir, contagiar, servir, compartir!

    Es, lo verdaderamente necesario para seguir…

    ¡Dando Vida!

    mª pilar

  • René H. Flores

    El artículo está muy bueno. Me hace acordar al dictador y genocida Jorge Rafael Videla comulgando de la mano de Mons Aramburu durante la dictadura. Después de comulgar se encargaba de mandar a secuestrar, torturar, asesinar y desaparecer a tantos y tantas…..La liturgia para él (y muchos otros) iba por un lado y la vida por otro. Es por eso importante la liturgia de la vida como expresaba hace muchos años Leonardo Boff, al fin y al cabo es simplemente ser coherente con el evangelio de Jesús. Y dejemos de considerar que la diferencia entre ricos y pobres la hizo Marx, ya Jesús tuvo a los pobres como sus preferidos. Un gusto.

    René-Fraternidades Laicas Carlos de Foucauld de Argentina

  • oscar varela

    Hola!

    ¡Muy interesante consideración! ¿no?

    ¡Vamos todavía! – Óscar.