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Otra imagen de Dios

Haya            La imagen de Dios como Padre es la mejor síntesis plástica del mensaje de Jesús, la más entrañable y acogedora, plasmada en el padre del hijo pródigo. Sin embargo esta imagen no coordina bien con los conceptos de la cultura occidental emergente.

La imagen del padre destaca la dualidad que nos distancia de un Dios trascendente y protector, y se contrapone a nuestra proclamada autonomía. La tendencia actual sólo admitiría una trascendencia que sea inmanente, que respete la autovaloración ética humana, sin más ayudas o premios que los de la sociedad o de la propia conciencia.

Los conceptos sobre el mundo que nos aportan las ciencias –desde la física hasta la psicología– fundamentan nuestros conceptos más abstractos sobre Dios, como ya reconoció santo Tomás. Es, pues, congruente que busquemos una nueva imagen de Dios en los datos que nos aportan las ciencias actuales.

Las últimas investigaciones de la física nos dicen que la realidad última consiste en un flujo de energía que se manifiesta indistintamente como onda o como corpúsculos. Por mi parte me atrevo a imaginar que esta constatación científica podría plasmar la imagen de Dios como realidad trascendente e inmanente. Dios como flujo de energía que se nos manifiesta en forma de onda –trascendencia– y en forma de corpúsculo –inmanencia–.

Esta imagen correspondería bien a la experiencia de los místicos, que en su vida terrena –corpúsculo– se sienten identificados con Dios –onda–. Los místicos cristianos, para no caer en un panteísmo– describieron esa experiencia como unión conyugal (pero según el Génesis 2,24 en esa unión “se hacen una sola carne”); Willigis Jäger expresa la identificación del hombre con Dios al decir que “la ola es el mar”, y nosotros podemos interpretarlo como “el corpúsculo es la onda”; el místico sufí Al-Hallaj afirmó claramente su identificación con la divinidad al decir “Yo soy la Realidad”.

¿Me acusarán de heterodoxia por comparar a Dios como un flujo de energía? Considero que esa energía creadora no es ciega, es una energía lúcida porque se ha manifestado en nosotros (ha colapsado en nosotros), capacitándonos para pensar y para amar.

Desde la tradición más antigua se viene presentando a Dios como Espíritu, y el Espíritu es energía; dynamis tou Theou (la energía de Dios), Dios que se manifiesta como energía (genitivo epexegético, como el amor de Dios, que equivale a decir que Dios se manifiesta en el amor).

La imagen de Dios como energía, que se manifiesta (colapsa) en nosotros y a la que retornaremos, no es una imagen plástica sino conceptual, coherente con una trascendencia inmanente. Una imagen quizás aceptable también por ateos de buena voluntad. No será una imagen popular, pero puede ser una imagen ortodoxa más coherente con el pensamiento científico y ético de muchos cristianos. En todo caso es una metáfora, pero la imagen de Dios como padre también es una metáfora. Metáforas que sólo pretenden acercarse al misterio indecible de Dios.

7 comentarios

  • mª pilar

    Y seguimos… intentando hablar de Dios… cosa del todo imposible.

    ¡Que le vamos hacer!

    El ser humano parece que “necesita” tenerlo “atado-controlado” tarea del todo imposible.

    mª pilar

  • Asun Poudereux

     
    Muchas gracias, Gonzalo, por tu valor y gran empeño en esclarecer.
     
    El hecho de poner el nombre al artículo “Otra imagen de Dios” implica ya la inevitable proyección humana en ello, condicionada, en gran parte, por el anhelo de trascendencia-inmanencia-transparencia en todo,  que, de hecho,  sentimos y experimentamos, cuando nos acallamos,  y que al punto,  nos urge interpretar mentalmente, temiendo permanecer simplemente en el solo estar, un vacío inmenso sin nombres.
     
    Sin embargo, es ese estado de vacío consecuente de no- saber, el que se ve impulsado por la mente egocéntrica para ponerle imágenes y nombres sin fin. Resultando de esa urgencia, que la palabra explicativa y conceptual, en tratados y rituales,  haya tenido y siga teniendo mucho más valor práctico y fuerza histórica influyente, que la propia experiencia, única e intransferible,  siendo esa misma experiencia la que lleva a la vida vivirla en coherencia haciéndose una con ella, sin dualidades. Sin necesidad de objetivos ni porqués, cuando solo es portadora del amor que es.
     
    Por lo que aun entendiendo perfectamente  la trayectoria sugerida en el artículo,  a mi modo de ver, puede volverse en una huida más en querer atrapar y hacer nuestro,  mediante la mente, lo que de hecho, no se manifiesta a su través,  aunque ella es posible y la hace posible  a través y desde Lo Que Es.   
     
    “Dios solo se le puede conocer desde Dios. Y eso requiere que la persona se vacíe por completo, para que Dios pueda hacerse presente en ella. Al acallar la mente- no es meditar- lo que queda es Nada y es precisamente la nada de Dios la que desmiente y pulveriza al dios proyectado a nuestra imagen”. (Enrique M.L., de comentario al Evang. Jn 14, 7-24 del 23 de abril 2016).
     
    Añadiría a ello, que habitar en la Nada, familiarizarse con Ella, en nuestro estar ahí, está Todo incluido, al ser un estar siendo sin más: Plenitud, la identidad compartida y única en cada uno/a la vez,  que la mente olvida e ignora,  que en realidad,  es Dios mismo  quien se está viendo a sí mismo, a su través, en todo. (Idem)
     
    Un abrazo.
     
     
     

  • Joaquin de Miguel Dicenta

    La cuestion no es; que es Dios, sino: podemos experimentar su amor libremente, y si es asi que hacemos aqui escribiendo lecturas misticas de autores ajenos en clave metaforica. fin

  • Román Díaz Ayala

    Las definiciones de Gonzalo no parten de sí mismas, pues son definiciones explicativas aunque las valores como metáforas. Podríamos valorar la fe como lo que se explica por sí mismo y entonces le estamos dando un sentido de “creencia” ( lo que se nos hace verdadero y tiene valor y es de naturaleza o índole intelectual)

    Pero, vamos a ver, Gonzalo nos trata de introducir en la Parábola del Padre Misericordioso a la que mucha gente considera “del hijo pródigo” desvirtuando un poco su esencia, aunque dé para ríquisimos sermones en los púlpitos de las iglesias durante la misa del domingo.

    ¿Qué imagen de Dios nos trasmite Jesús? Podríamos detenernos en lo que encierra que Jesús hable de Dios llamándole “Mi Padre”, pero es mejor seguir lo propuesto por Gonzalo. Y nos encontramos con que los Evangelios nos dicen Padre Celestial refiriéndose a Dios hasta 170 veces ( 4 en Marcos, 15 en Lucas, 42 en Mateo y 109 en Juan)

    Deducimos que Jesús no habla “de oída”, producto de su cultura religiosa, sino que es consecuencia de una relación estrecha y personal, es por ello un hecho de experiencia.

    Cuando en Lucas 11 los discípulos le reclaman que les enseñe a orar, igual que lo hacía Juan con sus discípulos, no recibieron una enseñanza, un seminario, una disertación, sino la exhortación a ponerse en comunicación con Èl,  “Padre nuestro celestial” El Padre Nuestro no es “una fórmula”, sino la revelación que hace Jesús de que podemos acercarnos a Alguien, una persona, quien además está buscando reiniciar una íntima y estrecha relación.

    No podemos despojarnos de nuestros antropomorfismos, porque nuestra cultura sí es consustancial a nosotros mismos, ya que no se trata de sustituir un universo mental caduco por otro nuevo, porque sólo estaríamos haciendo un cambio de lenguaje, que se nos antoje más conforme a nuestra realidad.

    Gonzalo se esfuerza en dar una explicación, hace pedagogía, de la fe, pero en cuanto a nosotros no se trata de ver el dedo señalador de Jesús, sino de ver y contemplar al Dios, Su Padre, que nos quiere revelar.

  • Isidoro García

    Como añadido, y para entender las limitaciones del lenguaje cuántico:

    Nils Bohr: “Al llegar a la descripción de los átomos, el lenguaje debe ser usado como en la poesía: como al poeta, al científico no le interesa tanto describir hechos, como crear imágenes, (símbolos)”. 

  • Isidoro García

    Este artículo del amigo Gonzalo, es un compendio de todas las dificultades que nos encontramos cuando tenemos un puzle de ideas encima de la mesa, que tenemos que encajar en un sistema coherente.

    Un Dios hipotético origen de todo, de una naturaleza desconocida y desconocible para nosotros, (pero desde luego NO como una persona, que por definición tiene unos límites), para el hombre moderno es poco coherente con un Dios cercano = el “Dios – padre amantísimo”.

    Sabemos que denominarlo con una palabra (“Dios”), ya supone una “cosificación” de algo desconocido, que nos permite especular y especular sobre algo del que no sabemos nada.

    Por eso quizás la sabiduría de la tradición judía prohibía escribir el nombre de Dios, y por eso hay gente, que para no ser seducidos por la magia engañina del lenguaje, lo escribe como (  ). Los orientales le llaman Vacío, la Nada, no porque no sea nada, sino porque no SABEMOS NADA de lo que sea.

    Entonces a todo ese gran misterio, (que no tiene nada de metafórico), muy real, de lo (  ), aplicarle parábolas simbólicas como las del padre del hijo pródigo, u otras, es algo imposible, como vaciar el océano con un cubito de plástico.

    Yo creo que la solución la pone Gonzalo mismo, encima de la mesa en su párrafo: “Los conceptos sobre el mundo que nos aportan las ciencias –desde la física hasta la psicología– fundamentan nuestros conceptos más abstractos sobre Dios, como ya reconoció santo Tomás. Es, pues, congruente que busquemos una nueva imagen de Dios en los datos que nos aportan las ciencias actuales”.

     

    Yo defiendo que hay que concretizar todos esos conceptos metafísicos abstractos, en imágenes “visibles y manejables”.

    Pensar es trabajar con ideas e imágenes. Una imagen es la visualización sensible de una idea. Y es de esta forma como trabaja mejor la mente humana. Lo que no podemos imaginarnos, nos cuesta comprenderlo y al final lo ignoramos.

    Pues eso es lo que sucede con las ideas abstractas que bullen en nuestra mente, y que queremos relacionar. Nos es muy difícil hacerlo. Es necesario concretizarlas hacerlas visibles, tangibles, porque si no, no las entendemos y nos perdemos en un océano de confusión.

    (Aunque es verdad que hay gente que se desenvuelve muy bien entre la confusión, en el arte del cantinflismo, el cáncer de la cultura, el arte de hablar sin decir nada, tan admirado por muchos).

     

    Pero donde discrepo con Gonzalo, es adoptar la idea tan leída por ahí, de intentar realizar esta concretización de las ideas, utilizando la física cuántica.

    Porque la física cuántica es ya de por sí, una concretización de ideas abstractas, (o muy difícilmente imaginables), con un vocabulario simbólico e ininteligible.

    ¿Qué podemos imaginarnos, que una onda, “colapsa” en otra cosa distinta?.

    Para entenderse entre ellos, y describir algo en sí indescriptible, los físicos hacen una “convención” profesional, y crean una jerga profesional, como una prótesis que les permite seguir adelante, hasta que llegue el tiempo soñado, en que se conozcan las cosas bien y se puedan explicar satisfactoriamente.

    Es el mismo truco lingüístico, que han utilizado todas las profesiones, y ha dado origen a todos los argots profesionales.

    Entonces utilizar ese argot cuántico, para intentar hacer comprensible a Dios, sabe a café recolado, o como el caldo de pollo, después de haber cocido diez veces el mismo pollo: agua del grifo.

    Por ahí, no vamos a convencer a nadie que no esté ya convencido.

     

    Y yo me pregunto: ¿No será que si el puzle no encaja, es porque nos faltan piezas?. Porque todo este panorama contradictorio podía provenir de intentar llevar al extremo el monoteísmo judío, hasta extremos que los mismos judíos no llevaron.

    La unión del monoteísmo original judío, (que no ignoraba la existencia de otros dioses, sino que otorgaba más poder y categoría al suyo), con el neoplatonismo griego de las ideas abstractas, (= como idea no hay más que una idea de Dios, como no hay más que una idea de cordero, como no hay más que una idea de caballo…), ha dado como producto, este galimatías cristiano.

    ¿Qué problema hay para admitir seres “divinos”, secundarios respecto al Dios (  ), y creados por Él. La Biblia está llena de ángeles, y la Ontología divina es común a todas las tradiciones religiosas.

    Y algunos dirán que si el hombre moderno no cree en Dios, menos va a creer en ángeles. Pero yo creo que en el imaginario de la gente moderna, especialmente de la más joven, la existencia de seres inteligentes no humanos, es algo común y admitido, y en el campo científico, cada vez es mayor la corriente de científicos que creen en la alta probabilidad de su existencia.

     

    Ahí tenéis una imagen moderna de trascendencia inmanente, de “alguien exterior y no humano, posiblemente cercano a nosotros”.

    Una vez metida esa nueva pieza del puzle, todo encaja. Todo lo de que “Dios es energía, y se manifiesta (o colapsa), como energía, o como luz, o como se quiera llamar”, son expresiones simbólicas de la influencia espiritual telepática que el Mundo Espiritual, realizaría sobre los humanos.

     

    La gente joven este planteamiento, lo aceptará o no, pero lo entenderá fácilmente.

    4. “Yeshúa dice: La persona mayor en días no vacilará en preguntar a un niño de siete días sobre el lugar de la vida—y vivirá. Pues muchos que son primeros serán los últimos {y los últimos primeros}; y se convertirán en una sola unidad”. (Evangelio de Tomás)

     

  • oscar varela

    Hola Gonzalo!

    No sé cómo sorteas (si has caido en la cuenta de ello), cómo sorteas el “círculo vicioso” de definir “algo” usando ese mismo “algo”.

    Te leo:

    – “La imagen de Dios como energía, en todo caso es una metáfora.

    – La imagen de Dios como padre también es una metáfora.

    Metáforas que sólo pretenden acercarse al misterio indecible de Dios.”-

    Pero el “misterio indecible de Dios” ¿no es acaso también un Decir Metafórico?

    ……………..

    ¿Te parece ¡Seguir yendo todavía? – Óscar.