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Camino de la república IX (2ª Parte)

Isorna

 I – AVISO A NAVEGANTES

            A algún asiduo o esporádico navegante en ATRIO pudiera parecer extraño este largo relato del Camino de la República (centrado ahora en Sexenio Revolucionario, 1868-1874), por entenderlo alejado de las preocupaciones actuales y quizá no relacionarlo con la recuperación de la “memoria histórica” que sí se plantea como una necesidad actual e inexcusable para comprender el presente y cimentar el futuro. Por ello creo que es oportuno ofrecer a los lectores un texto, referido a esta cuestión, de Rafael de Francisco López que dice así:

            “Nuestra percepción del Sexenio, al igual que la de la I República, quiere moverse más allá de su productividad, en términos de permanencia o eficacia materiales y políticas. Su sentido, habrá que rastrearlo en la potencia emocional de libertad y de ciudadanía que suscitó. Cuando en este país se habla de memoria histórica, no nos podemos quedar en la recuperación única de nuestro pasado reciente y pararnos en 1931. Septiembre de 1868 y febrero de 1973 deben formar parte de los esfuerzos de reapropiación de nuestra identidad democrática. Repensar el Sexenio no debiera suponer jamás ningún ejercicio de arqueología histórica para una sociedad como la española que todavía presenta sin resolver preguntas que por primera vez se plantearon y se intentaron allanar en el escaso, paradójico y tensionado tiempo, de poco más de cinco años como: la laicidad de la enseñanza escolar pública, la separación real de la Iglesia Católica y el Estado, o la permanencia de un modelo de Estado anacrónico y en el fondo, y muchas veces en las formas, reproducción vergonzante de la Restauración. (…) “. (NOTA 1)

II – LOS PODERES EMERGENTES

            El primer poder emergente de la revolución de septiembre de 1868 es el militar (Prim, Serrano Domínguez, Topete y demás) que se manifiesta y triunfa en Cádiz (días 17,18 y 19) y, de forma patente y decisiva, en la batalla de Alcolea el día 28. Serrano Domínguez y Prim añaden a su poder militar ser líderes, respectivamente, de la Unión Liberal y de los Progresistas.

            El segundo poder, que emerge simultáneamente, es el de las Juntas Revolucionarias. Juntas que surgen de inmediato asumiendo la legitimidad del poder, por aclamación primero y seguidamente por elección mediante sufragio universal. La Junta de Cádiz es, de forma excepcional, designada por el general Prim que pone a su frente a Topete y de la que formarán parte ciudadanos de diversa adscripción política inclusive algunos republicanos.

            Adelantemos que el citado como primer poder emergente, asumirá, en la persona del general Serrano Domínguez, la composición del Gobierno Provisional. El mismo día 3 de Octubre en que Serrano, vencedor en Alcolea, llega a Madrid, la Junta Provisional de la capital, con discutible legitimidad y sin la adecuada representación de las restantes Juntas de España, resolverá encomendarle la formación de un Gobierno Provisional (3-10-1868- Gaceta 5-10-1868), que Serrano no nombrará hasta después de la llegada de Prim a Madrid (7-10-1868) constituyéndose tal Gobierno el día 8 de octubre (Gaceta del 9-10-1868), integrado solo por unionistas y progresistas, quedando excluidos los demócratas, tanto monárquicos como republicanos. (NOTA 2)

III – LAS JUNTAS REVOLUCIONARIAS

            Como queda dicho la ruptura con el sistema monárquico imperante que propicia el alzamiento militar de Cádiz, fue seguida por la constitución gradual en las diversas ciudades de Juntas Revolucionarias que encarnan el poder legítimo. En ellas se integran, unionistas progresistas y demócratas. tanto monárquicos como republicanos. Las Juntas emiten proclamas en las que relacionan los derechos individuales y sociales a los que aspiran:

            Separación de la Iglesia y del Estado, libertad de cultos, de asociación, de imprenta, de enseñanza, de comercio, de industria, de trabajo, de reunión y manifestación pacífica; soberanía nacional; sufragio universal; destitución de la dinastía reinante; abolición de gravámenes de consumos y puertas; desestanco de todo lo estancado; unidad de fuero; unidad Ibérica, abolición de las quintas y matrículas de mar; abolición de la pena de muerte y planeamiento de un sistema penal penitenciario, establecimiento de una contribución única directa e individual, seguridad individual e inviolabilidad de domicilio y de la correspondencia, desestanco de la sal y del tabaco, unidad de fuero, juicio por jurado, libertad de Municipio; descentralización: supresión de todos los consejos, juntas corporaciones y dependencias centralizadoras; milicia ciudadana liberalmente organizada, desamortización; institución del matrimonio civil; etc.

            La reclamación de “sufragio universal” va referida a los varones. Y así lo establecerá el Decreto de 9 de noviembre de 1868 que lo circunscribe a los varones mayores de 25 años. Es de señalar, por otra parte, que los demócratas republicanos, fieles a su previo compromiso con las restantes fuerzas políticas, no incluyeron en general la reivindicación de la República en las proclamas y manifiestos efectuados por las Juntas, en espera de que una Asamblea Constituyente resolviese la disyuntiva entre Monarquía y República.

            Tampoco figura generalmente en el ideario de las Juntas la abolición de la esclavitud, que formaba parte de lo que Morayta considera “la ortodoxia” del partido democrático en vísperas de revolución de 1868. Pero que ese objetivo estaba vivo en el ideario demócrata viene a refrendarlo el acuerdo de la Junta Superior Revolucionaria de fecha 15 de Octubre de 1868 (Gaceta del 17) por el que se propone al Gobierno Provisional, como medida de urgencia, que “queden declarados libres todos los nacidos de mujer esclava, a partir del 17 de Setiembre próximo pasado(NOTA 3)

IV – UN ESQUEMA COMÚN

            Aunque podía haber diferencias entre las reivindicaciones de una y otra Junta, todas responden básicamente un esquema. Muy especialmente las Juntas se hacen eco de los principios y contenido del programa de los demócratas. Desde 1849 los demócratas venían haciendo públicas sus reivindicaciones y su concepto de la vida pública y prioridades de gobierno, bases programáticas que faltaba evidentemente a unionistas y progresistas. Por eso. en relación a las reivindicaciones del manifiesto revolucionario de la Junta de Sevilla de 30 de Septiembre de 1868, el historiador Eiras Roel dirá:

            << Si se compara este programa con el manifiesto democrático de 1849, o con el programa de “La Discusión” , o con el manifiesto democrático de Gibraltar et.etc. se observará una coincidencia casi exacta, o por mejor decir mimética. (…) La confirmación oficial de todos estos principios – de procedencia democrática en su mayoría – la dio la Junta Superior Revolucionaria con su famosa “Declaración de Derechos de 8 de Octubre de 1868, publicada en la Gaceta del día 9 que consagraba los derechos “ilegislables” y las “libertades” individuales y asociativas, junto con el “sufragio universal”, descentralización administrativa etc.. >>

            Concluye Eiras diciendo: << Con rara unanimidad, las juntas de ciudades y villas, y aún las formadas en distritos urbanos y en pueblecitos rurales, adoptaron como programa de la revolución el mismo que hemos visto defender al “partido” demócrata a lo largo de veinte años. >> (NOTA 4)

 V – EL MANIFIESTO DEL 15 DE MARZO DE 1866

            Respecto a la esencia del ideario democrático dice el republicano unitario Miguel Morayta que en las reuniones que los demócratas habían celebrado, bajo la presidencia de Orense, en los días 5 y 6 de noviembre de 1866 en “el antiguo circo de Price”, influyó mucho el manifiesto del 15 de marzo de 1866, suscrito por representantes de muchas provincias, y que estaba basado en otro dado a la luz el 1 de febrero de 1858 por el comité nacional del partido democrático. Del manifiesto de 15 de marzo de 1866, afirma Morayta que resumía todo el credo democrático en las afirmaciones que señala tales como sufragio universal, abolición de la pena de muerte y de todas las perpetuas e irreparables, abolición de la esclavitud y otras hasta 14, y dice Morayta que “estos principios constituían la ortodoxia del partido democrático en las vísperas de la revolución de septiembre. En ellos nada trascendía a socialismo y nada a federación>> (NOTA 5)

            No obstante esta última afirmación, el propio Miguel Morayta, en referencia a las manifestaciones federalistas en las reuniones demócratas en el Circo Price en Octubre de 1868, dirá que “No resultaba entonces una novedad el federalismo. D. Ramón Xauradó y Fábregas,(…) publicó en Barcelona en mayo de 1837 un “Proyecto de Constitución Federal” (…). Pirala habló, sin aducir pruebas, del propósito de proclamar en 1839 una federación republicana: tendencias federales manifestaron tal cual vez algunos propagandistas, y Pi y Margall, dominado por el gigante pensamiento de Proudhon, algo había indicado de federación” (NOTA 6)

VI – LA REVOLUCIÓN NO FUE VENGATIVA

            Las Juntas revolucionarias garantizaron el orden y, en general, no solo no hubo en las ciudades luchas sangrientas sino tampoco espíritu de represión. Al respecto dice Jorge Vilches: << La Revolución no fue vengativa, salvo con algunos policías del régimen. La junta revolucionaria de Lérida expuso en un manifiesto que el movimiento se debía hacer “sin efusión de sangre y fraternizando el pueblo con el ejercito” >> Y cita Vilches unos versos del periodista y activista republicano y anticlerical José Nakens publicado en “Las Novedades“, el 9 de Octubre: “Grande es el pueblo que al pensar valiente (…) hundió en el polvo la opresora frente; pero es más grande el pueblo a quien plugo (…) vencer y perdonar a su verdugo (NOTA 7)

            En su afán por el mantenimiento del orden la Junta R. Provisional de Madrid, en fecha 2 de Octubre de 1868 (Gaceta del 3) da normas a las Juntas de distrito para el control y buen orden de la circulación de gentes armadas, dejando constancia en el preámbulo, del pacifico comportamiento de la población:

            (…) “Una revolución inmensa, consumada en breves momentos; una ciudad populosa sin autoridades y sin gobierno; la explosión súbita y entusiasta del júbilo popular, todo esto ha presenciado Madrid en el para siempre memorable día 29 de Septiembre sin que el menor desorden haya venido a empeñar suceso tan grandioso y magnifico. Pero el pueblo está armado. las Juntas de distrito vigilan sin cesar por el mantenimiento del orden; y es conveniente, si ya no necesario, que se adopten medidas oportunas y eficaces parar la mayor tranquilidad del vecindario (…)”

NOTAS

 NOTA 1. Rafael de Francisco López “Escuela , Maestro y Salud, durante el Sexenio Democrático (I)” publicado en la Revista de Educación núm. 330 (2003) págs. 313-348. Cita pág. 314. La negrita y subrayados son míos.

 NOTA 2. El general Serrano, Duque de la Torre, llegó a Madrid el 3 de Octubre, mientras Prim hacia su recorrido por la costa mediterránea promoviendo el alzamiento. Ese mismo día Serrano logra que por la Junta Revolucionaria Provisional de Madrid se le encomiende la formación del Gobierno Provisional, previsto en los pactos de Ostende. Dicha Junta Revolucionaria Provisional, venía ejerciendo el poder ejecutivo y que en fecha 30 de Septiembre de 1868 (Gaceta 30-09-), había establecido las normas para la elección de una Junta definitiva por sufragio libre y universal del pueblo de Madrid que llegará a constituirse a las once de la noche del 5 de octubre de 1868 (Gaceta 6-10), pero Serrano, impaciente por asumir el poder, no espera a la constitución de la Junta definitiva, y se hace encomendar el mismo día 3 de Octubre, la formación del Gobierno Provisional. Como dice Santos Juliá, “en cualquier caso, con o sin encargo de la Junta, lo hubiera formado” ( “Historia de España” de Julio Valdeón, Joseph Pérez y Santos Juliá. Austral Espasa Calpe 2003, página 387)

 NOTA 3. Compendio extracto integrado del ideario correspondiente a diversas Juntas, especialmente de las Juntas de Sevilla, Málaga, Zaragoza y la publicada el 29 de Septiembre de 1868 por el “Suplemento de las Novedades”, que Eiras Roel considera “oficiosa” y que además se manifiesta partidaria de “Monarquía Constitucional y Cortes Constituyentes“. Para facilitar la lectura he destacado con negrita algunas frases. Ver Antonio Eiras Roel, citado, páginas 356 a 360; Melchor Fernández Almagro, Nota 2 en página 448 y Gaceta del 17-10-1868, sobre ideario de la Junta de Zaragoza y Miguel Morayta: “Las Constituyentes de la República española”. Urgoiti editores. Pamplona 2012, páginas 49, 50, 52 y 53.

NOTA 4. Antonio Eiras Roel, citado, páginas 358 a 360.

NOTA 5  La afirmación completa de Morayta es que el citado manifiesto de 15 de marzo de 1866 << resumía todo el credo democrático en estas afirmaciones: “Sufragio universal. – Libertad completa de la prensa. – Unidad de Legislación y de Fuero. – Abolición de la pena de muerte y de todas las perpetuas e irreparables. – Seguridad individual garantida por el “habeas corpus”. – Absoluta inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia. – Libertad de enseñanza. – Libertad de reunión y de asociación pacíficas. – Libertad de industria, de tráfico y de crédito. – Jurado. – Libertad de la Iglesia. – Milicia Nacional. – Participación de las colonias en la representación nacional . – Abolición de la esclavitud ” Estos principios constituían la ortodoxia del partido democrático en las vísperas de la revolución de septiembre. En ellos nada trascendía a socialismo y nada a federación >>. Miguel Morayta, citado, páginas 49 y 50.

 NOTA 6. Morayta, citado página 54

 NOTA 7. Jorge Vilches: “Isabel II”, citado, páginas 271 y 272. No obstante, sigue diciendo Vilches “circularon manifiestos, normalmente republicanos que incitaban a la violencia” (…) Emergió entonces un republicanismo violento, grosero en algunas ocasiones (….) alejado de esa superioridad moral y política de la que hacían gala algunas de sus primeras figuras, como Pi Margall, Salmerón o Castelar.”

7 comentarios

  • ELOY

    Gracias por tu comentario y buenos deseos Eduardo.

     

     

  • Sigo agradeciendo al amigo Eloy, la claridad y capacidad de síntesis que siempre nos muestra. Sobre todo, esta lectura me incita a ampliar ,con lecturas sucesivas , determinados aspectos.No se puede ni se debe esperar, que con estas impuestas limitaciones de espacio, agote el tema. Así qué ánimo, amigo, en momento en que tu salud, un tanto precaria últimamente, te pueda disuadir del esfuerzo que conllevan estas sustanciosas colaboraciones. Saludos.

  • ELOY

     
    Oscar y Román, ante todo gracias por vuestros comentarios.
     
     
     
    Al respecto  hago dos consideraciones.
     
     
     
    PRIMERO. El “Camino de la República” es (intento que sea) el relato del nacimiento, desarrollo y consolidación de unos ideales, de unos valores, que entiendo que en modo alguno pueden considerarse  ajenos a ATRIO y su ideario, ni a la realidad múltiple y varia no solo de España sino también de otros muchos lugares del mundo.
     
    En efecto no pueden resultar indiferentes ni ajenos a la sensibilidad humana y política en ninguna latitud, los conceptos de soberanía popular, sufragio universal, libertad de cultos, separación de la Iglesia y del Estado, descentralización política, lucha contra la esclavitud, libertad de asociación, de pensamiento y de imprenta …  y tantos otros que han quedado ya expuestos al referirme a las proclamas de las Juntas Revolucionarias , 
     
    Esos conceptos se vinieron elaborando y difundiendo en España a partir de 1849, (influenciados en parte de los acontecimientos de 1848 en Francia), por los demócratas españoles, monárquicos y republicanos. Ellos se esforzaron en matizar su expresión y contenido tanto como en luchar por su difusión en circunstancias muy desfavorables, y a costa de su libertad e incluso de su vida.
     
    Y gran parte de estos demócratas, como consecuencia exigente de sus principios y convicciones, emergieron afirmándose como republicanos a partir de la Revolución de Septiembre de 1868.  
     
    Reconocer este legado es fundamental no solo como homenaje de gratitud a su lucha y esfuerzo, sino también para reconocer nuestra propia historia y el enorme daño infringido por las dictaduras no solo en España sino también en otros lugares del mundo en que tales principios han sido y siguen siendo desconocidos y arrollados por los poderes imperantes.
     
    Y este bagaje cultural, el conocimiento de esta historia, deberá operar como baluarte frente a un concepción meramente formal y nominalista en disyuntiva monarquía – república. Porque hay un ideario republicano ,más allá de cual sea la  forma de gobierno republicana o monárquica.
     
    SEGUNDO.  Recordé en el artículo VII del “Camino de la República” ( ATRIO l 5 de Septiembre pasado) la afirmación de José Antonio Maravall:
     
     “No hay hechos históricos que lo sean de suyo sino que esta condición de históricos surge porque el historiador los engarza en un sistema o estructura que, en consecuencia, viene a ser lo propiamente histórico. Sin teoría no hay propiamente hechos
     
    Y parece ahora oportuno  advertir que siendo efectivamente “que no hay hechos históricos que lo sean de suyo” sino cuando se engarzan en un relato,  no es menos verdad que todo relato puede resultar fabulador si no se sustenta en unos hechos ciertos . Por eso he acudido a relatar los hechos más significativos en el Camino de la República, cuyo seguimiento en efecto obliga a un mayor esfuerzo que el mero (“teórico”)  contraste de ideas, puesto que hay que contrastar los hechos.
     
    En EL PAIS del domingo día 11, dice Santos Juliá:
     
     
     
     
     
    Narrar el pasado respetando el ángulo adoptado por los antepasados es el arte y también la obligación del historiador. Pero si en lugar de narrar lo que, tras un arduo trabajo de indagación, descubre, el historiador presenta lo que, por coacción romántica o por acudir en auxilio del poder en plaza, inventa, entonces comete lo que parafraseando a Julien Benda podría llamarse la trahison des historiens. Nacionalizar el pasado con el propósito de remontar la existencia de la nación propia a tiempos inmemoriales para, de esa manera, legitimar una operación política es una traición de los historiadores a lo que constituye la médula de su oficio. “
     
     
     
    http://elpais.com/elpais/2015/10/08/opinion/1444320757_315511.html
     
     
     
     Es decir advierte contra el riesgo del relato imaginativo, fabulado, a la postre doctrinario y meramente ideológico, que no respete la realidad de los hechos  
     

  • Román Díaz Ayala

    Quien haya leído mis dos comentarios habrá notado como erré por dos veces de forma pertinaz al indicar el año el año 1968  cuando en realidad quería decir  1868 y  septiembre 1868, pues en todo momento me estaba refiriendo a ese primer período de 40 años del siglo XIX, aunque con la mente puesta en mis graves preocupaciones por la situación actual y el trato que se le está dando a nuestro período democrático.

    A  nuestra actual democracia nacida con la Constitución de 1978 que consagra a España como una Democracia Social de Derecho dentro de una Monarquía Parlamentaria no se la puede tachar de haber creado una sociedad cerrada que se mueve por la oscuridad de poderes invisibles dejando  marginada la sociedad civil. Debido a eso esas maneras ufanas de manifestarse  en ciertos ambientes secesionistas atribuyéndose el merito de que todas las manifestaciones de grupos, individuales o populares tengan el carácter de “pacíficas”, como señal de madurez de un territorio con respecto al resto de la ciudadanía resultan además de falsas muy injustas, pues ése es el talante de todo el pueblo español en su conjunto. Y porque vivimos en una sociedad abierta y con garantías plenas en el ejercicio de la soberanía consagrada por nuestra Constitución, no esperábamos otra cosa distinta.

    El concepto de nación y el ejercicio de la soberanía vigente en este primer período del siglo XIX, el de las libertades burguesas, era la prevalencia de un valor simbólico al cual era sometida la totalidad de los individuos que constituían la sociedad. Los conflictos entonces eran resueltos haciendo prevalecer la autoridad y el orden sobre el conjunto. Había cabida para la ignorancia hacia el discrepante o su supresión en aras de la patria. De forma inquietante se están viendo tales síntomas en el proceso catalán, pues la obtención de una independencia política como ideal supremo lo justifica. Convierte a nuestro sistema monárquico actual en garante de la plena democracia y sus libertades cuando se hace gala del ideal republicano para Cataluña en la construcción del actual “procés”.

  • Román Díaz Ayala

    Oscar,

    acabo de leer tu comentario y me adhiero a tu observación.

    El tema del republicanismo aquí produce un poco de nerviosismo, porque no es una mera opción de sistema de Estado, sino que está en la raíz de los momentos históricos más difíciles y al mismo tiempo más esperanzados. Además aquí, aunque no lo pretendamos solemos identificar republicanismo con marxismo, pues son los partidos más de izquierda quienes mantienen el ideal republicano como forma de gobierno para España.

    La historia del PCE (Partido Comunista de España) con Santiago Carrillo a la vuelta del exilio corresponde a uno de los episodios más relevantes de nuestro reciente pasado. Y ahora se recrudece el problema dado que el movimiento secesionista catalán está liderado por “Esquerra Republicana de Catalunya” (ERC)

  • Román Díaz Ayala

    Las debilidades de la República asoman fácilmente por su brevedad y el agravamiento de los problemas y conflictos nacionales, tanto los que arrastrábamos de décadas anteriores como el movimiento cantonal nacido al calor de las juntas revolucionarias con su revolución “desde abajo”

    Problemas todos que no eran inherentes al sistema en sí, pero que correspondían a la coyuntura histórica, para la cual la sociedad no estaba preparada con un retraso memorable para la resolución de los conflictos nacidos a partir de las guerras napoleónicas y la restauración de Fernando VII.

    Sin embargo, acepto el reto del autor sobre “la necesidad actual e inexcusable para comprender el presente y cimentar el futuro”.

    Existen tres períodos en la historia de España, cada uno de aproximadamente cuarenta años que merecen un análisis comparativo.

    1834-1874 La Revolución Liberal que finaliza con la restauración borbónica de Alfonso XII

    1936-1976 Rebelión  militar que produce una guerra civil, acaba con la república e instaura una dictadura

    1976-2015 El más largo período democrático de nuestra historia.

    España contaba con quince millones de habitante en esa primera etapa  se enfrentaba dos guerras por problemas no resueltos: El Carlismo y la guerrra en Cuba (1868-1878). El cantonalismo fue un radicalismo inevitable del proceso revolucionario iniciado en 1968 con las juntas revolucionarias. Hasta entonces la acción política estaba en manos de una élite muy bien definida y corporativizada por su economía, su pertenencia a la clase dirigente y su origen. Y la revolución, incluso los ideales republicanos eran hijos del dominio de la burguesía y la ilustración. mientras que el pueblo era el campo sometido a los experimentos (lo llamaban el progreso) del avance cultural.

    Las agrupaciones y círculos políticos configurados en los “partidos” tenían influencia a través de las personalidades que lo integraban y alcanzaban poder no estando en la Administración por el estamento militar y “sus pronunciamientos”, Era una simbiosis. Los militares obraban en nombre de los partidos que les prepresentaban. Hasta que llegó Pavía durante la republica (1874) que se pronuncia “En nombre de la nación.

    Los ideales enaltecían “categorías universales” y pretendían asentarse en los mismos, pero los derechos no podían alcanzar al conjunto de la población, en una actitud particularmente burguesa. Así por ejemplo Cuba luchaba, ausente del proceso revolucionario iniciada por “La Gloriosa” (septiembre 1968) exigiendo la abolición total de la esclavitud (El 40 por ciento del millón y medio de cubanos eran esclavos, la mayoria ya nacidos en Cuba)

    Y por último quiere resaltar que esa mayoría dirigente con poderes reales de gobierno y administración, Iglesia, Funcionariado y Ejército, Aristocracia, Terratenientes, Empresarios…tenían intereses muy opuestos y no sólo el de Monarquía o República, pues  ésta llegó de forma inesperada ante la renuncia de Amadeo de Saboya como una solución de compromiso ante el vacío institucional. Los borbones en el exilio francés y el pretendiente carlista en guerra civil. Y así fue un breve paréntesis, dominada enseguida por los sectores más conservadores.

    El proceso que inició la Transición política de 1976 fue un signo de madurez de los pueblos de España y mientras no se pueda demostrar que dió respuesta  a los retos de la historia, aunque no con toda la eficacia que hubiéramos deseado, los planteamientos que se hacen hoy en día generadores de conflictos adolecen de éso mismo: de atentar contra fuerte valores domocráticos.

    Pongo por ejemplo, que una democracia sana jamás podrían renunciar al “principio de la mayoría”  pues es inherente a la propia defensa que se está haciendo de la soberanía.

  • oscar varela

    Hola!

     

    Leo:

    – “pudiera parecer extraño este largo relato del Camino de la República por entenderlo alejado de las preocupaciones actuales y quizá no relacionarlo con la recuperación de la “memoria histórica” que sí se plantea como una necesidad actual e inexcusable para comprender el presente y cimentar el futuro.”-

    Tal vez estoy leyendo una “perplejidad” de ELOY.

    Porque, en efecto, ya van 4 días de su publicación y nada de nada.

    ………………

    Si balanceo datos me da lo siguiente:

    a) más de 4 meses del hilado “hilo” (República española)

    b) 9 Entregas

    c) 51Comentarios en total

    d) Promedio de 4,5 Comentarios por Entrega.

    e) Estimando unas 3.000 “Visitas diarias a Atrio” durante esos 130 días darían 390.000 visitas al Conjunto Atrio.

    …………………….

    Aplicado esto a lo dicho al principio por el Autor: -“necesidad actual e inexcusable para comprender el presente y cimentar el futuro.”-

    ¿Estoy muy errado en percibir la “perplejidad” antedicha?

    No sé del Asunto “República española” pero comparto, si así fuere, la misma “perplejidad”;

    O cabría la pregunta: ¿QUÉ ES ATRIO? para

    ¿Seguir todavía? – Óscar.