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¿Yihadismo cristiano?

Gil de Zúñiga 1

Las religiones: violencia y caminos de paz es el tema del 35 Congreso de Teología, 10-13 septiembre 2015.

Buena la lió el teólogo J. Ratzinger, apenas un año como papa Benedicto XVI, en la universidad de Regensburg un 12 de septiembre de 2006. En su conferencia titulada “Fe, razón y la universidad: memorias y reflexiones” el teólogo Ratzinger reflexiona en torno a la conversión a la fe mediante la violencia, y manifiesta que Dios, en el cristianismo, es entendido como un ser que actúa de acuerdo a la razón, mientras que en el islam, la absoluta trascendencia de Dios significa que éste “no está supeditado ni siquiera a su propia palabra”, y para ello trae a colación aquel diálogo (1391) entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un persa culto sobre la razón, la religión y la guerra santa: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”.

La miopía de muchos clérigos, de diferente rango eclesiástico, es histórica; a quienes se le puede aplicar aquello del evangelio que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo, pues la historia del cristianismo no ha sido un camino de rosas y mucho menos de paz. Pero la historia es historia y, como dice nuestro refranero, agua pasada no mueve molino. Tampoco creo que en el cristianismo se pueda aplicar aquello de K. Marx de que la violencia es la partera de la historia, por más que algunos historiadores de la Iglesia en su afán de justificar lo injustificable dicen que las cruzadas, por ejemplo, fueron muy beneficiosas para el comercio entre oriente y occidente. Sería impensable hoy, al menos en nuestra cultura, invocar la espada para la conversión a la fe. Pero…

Si alguna vez uno se retira buscando el silencio de un monasterio y participa de su liturgia de las horas, se puede encontrar con cosas desagradables y estremecedoras. Si se cantan o recitan los laudes del domingo de la primera semana del salterio se topa uno de bruces con estos versículos del salmo 149: “Que los fieles festejen su gloria/… con vítores a Dios en la boca/ y espadas de dos filos en las manos:/ para tomar venganza de los pueblos/ y aplicar el castigo a las naciones,/… Ejecutar la sentencia dictada/ es un honor para todos sus fieles”. Se pueden aducir más textos bíblicos, donde el yihadismo es su hilo conductor.

Ahora bien, este salmo no pasa desapercibido dentro de la liturgia de las horas, pues se trata de un salmo que se repite en cada fiesta o solemnidad litúrgica. Es más, la liturgia en sí se basa y fundamenta en unos paradigmas teológicos que nos remiten a cierto yihadismo al considerar a Dios como Todopoderoso: Gloria, Credo y oraciones diversas de la liturgia, incluso en oraciones que después de invocar a Dios como Todopoderoso se ruega que sea misericordioso con los que creen en Él. Aquí más que tomar como paradigma el poder de Dios tendría que ser su bondad, es decir, Dios Todobondadoso. En la metafísica escolástica el ser (ente), sobre todo en san Buenaventura, se caracteriza por estas cualidades ónticas: unum, verum, bonum, pulchrum. Así también Dios, el Ser. En ningún momento el franciscano Buenaventura ni el dominico Tomás de Aquino hacen referencia al possum divino.

Jesús de Nazaret, como epifanía de Dios, nos lo manifiesta no como Todopoderoso, sino Todobondadoso, al ser Padre de misericordia y de bondad que se hace débil con el débil y el que sufre; la muerte en cruz es el auténtico paradigma divino. Dramáticamente bello es el testimonio de D. Bonhoeffer en la carta a su amigo B. Bethge el 16 de julio de 1944, apenas nueve meses antes de ser ahorcado en el campo de concentración nazi de Flossenbürg (Baviera): “¡El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona!… Dios, clavado en la cruz, permite que lo echen del mundo. Dios es impotente y débil en el mundo, y sólo así está Dios con nosotros y nos ayuda”.

No se entendió así en la historia de la Iglesia, sino todo lo contrario. Dios, desde el paradigma de un Dios Todopoderoso, actúa en el mundo desde el poder. De ahí que Bernardo de Claraval, en su predicación para reclutar gentes para las “santas cruzadas”, argumentaba, entre otros razonamientos, que matar al malhechor no es un homicidio, sino un “malicidio”, y, por eso, es bueno, porque, entre otras cosas, con la muerte del malvado se evita que el mal se extienda por el mundo; o lo que es lo mismo, de este modo hay un malvado menos. Así también lo entendió G. Bush en sus diferentes guerras con países islámicos mediante una iluminación divina: “Dios me ha dicho: George, ve y lucha contra esos terroristas de Afganistán; y yo lo hice. Y Dios me dijo: George, pon fin a la tiranía de Irak; y yo lo hice”. No menos a la zaga se queda B. Obama cuando anuncia al país la muerte de Bin Laden: “Volvemos a recordar que EEUU puede hacer lo que se proponga…, somos una nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos”. Aunque en un peldaño inferior, pero desde el mismo principio teórico, la ley de la prisión permanente revisable, que ha entrado en vigor en estos días, pretende acabar con los malhechores, con los “malicidas”. Es una ley de un gobierno, el del PP, que algunos de sus componentes más relevantes se manifiestan cristianos como pertenecientes a congregaciones católicas.

El yihadismo se puede llevar a cabo de múltiples maneras; no sólo aplicando la violencia y el castigo con la “espada de dos filos en las manos”, sino también condenando por doquier, mediante excomunión o no, comportamientos necesitados de misericordia y acogida. No es necesario retrotraerse a los tiempos de la inquisición o de los Syllabus; ahora la jerarquía, mediante la interpretación literal de la metáfora del pastor y del rebaño o interpretando sesgadamente aquello de atar y desatar en la tierra y en el cielo, condenan, con argumentos sin consistencia, a teólogos/as, a homosexuales y lesbianas (el obispo de Cádiz ha dado más que la nota en estos días), a los divorciados, a matrimonios de homosexuales y de lesbianas… Es un modo de “aplicar el castigo” teniendo la “espada de dos filos en las manos”.

Que se cante o se rece el salmo 149 (o cualquier otro texto bíblico similar) en la Liturgia puede parecer una cosa baladí, pero el lenguaje no es inocente, como ya advertía F. de Saussure, por cuanto estructura el pensamiento, si seguimos a L. Wittgenstein; incluso, se puede ir más allá, al pertenecer a la esfera de lo óntico, ya que, según M. Heidegger, el lenguaje es “la casa del ser”. De ahí que la Liturgia, pionera en otros tiempos de los cambios teológicos, pero que en su reforma posconciliar se quedó en un mero lavado de cara, necesita con urgencia, como lenguaje de celebración y del orar comunitarios, una adaptación radical no sólo a nuestra historia, sino, y sobre todo, a la epifanía de Dios a través de Jesús de Nazaret, que nos presenta un Dios Todobondadoso que se hace débil y participa de la debilidad y del sufrimiento del ser humano. Las palabras de J. Moltmann son elocuentes: “Un Dios que no puede sufrir es más desgraciado que cualquier hombre. Pues un Dios incapaz de sufrimiento es indolente. No le afectan sufrimiento ni injusticia. No puede llorar, pues no tiene lágrimas. Pero el que no puede sufrir tampoco puede amar. O sea, que es un ser egoísta. El Dios de Aristóteles no puede amar, lo único que puede hacer es que lo amen todos los seres no divinos, a causa de su perfección y belleza, atrayéndolos hacia sí de esa manera. El “motor-inmóvil” es un amante-egoísta…; un narcisista en potencia metafísica: Deus incurvatus in se”. Los clérigos desde este Dios narcisista y todopoderoso anatematizan y condenan con su “espada de dos filos en las manos”. Los obispos españoles estaban desubicados en el Vaticano II, porque para ellos un concilio en el que no había proclamación de dogmas y de condena de doctrinas, no se puede considerar un verdadero concilio. Por el contrario, el papa Francisco repite con frecuencia: “¿Quién soy yo para juzgar y condenar?” Erradicar, pues, el yihadismo religioso en todas sus manifestaciones es una tarea que aún no ha llegado a la meta que se desea.

8 comentarios

  • kontxita

    ENHORA BUENA HOLGA POR TU CLARIVIDENCIA DA GUSTO ENCONTRAR  PENSAMIENTOS COMO EL TUYO EN EVULUCUIN CONSTANTE

  • Antonio Rejas

    Sin duda alguna la guerra santa existió en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo cuyos comienzos y su continuación hasta la actualidad se basan en las enseñanzas del nazareno, aquél que recriminó a uno de los suyos la utilización de la espada en el momento de su arresto. A pesar de la voluntad de Jesús contraria a la violencia, sus seguidores situados en la parte superior de una pirámide, así como los últimos de la parte inferior, no han seguido, en general, las pautas marcadas por el considerado fundador del cristianismo, aunque pienso que él no quiso fundar ninguna religión y menos el cristianismo que ha tenido tanta influencia en las abundantes guerras de religión desarrolladas en Europa con motivo de la Reforma protestante y la Contrarreforma católica, o sea, cristianos con diferentes marcas luchando a muerte y con crueldad por la legitimidad de su interpretación doctrinal. Remontándonos a tiempos más lejanos, ya se producían enfrentamientos entre pueblos que adoraban a una diferente deidad. Por ello, no veo que las religiones hayan estado muy identificadas con caminos de paz. Es posible que de manera individual, alguien con base en su fe religiosa haya sido promotor de paz, pero la religión como tal estructura orgánica ha estado más cerca de la violencia que de la paz.
    Resulta esclarecedor el pensamiento de Buenaventura y Tomás de Aquino sobre el possum divino. Para ellos no existe el Todopoderoso, pero sí el bonum, fundamento de toda bondad y contrario a toda violencia. En este mismo sentido se `pronuncia también Hans Küng en su obra “Credo”, manifestando sus sudas sobre un Dios Todopoderoso.
    De estas afirmaciones surge, a mi entender, un enigma no resuelto: la existencia del sufrimiento humano. ¿Cómo actúa la bondad de Dios en el mundo? Tragedias humanas existieron siempre, pero ahora las vemos en directo sin que los poderes políticos y económicos hagan algo para evitarlas. Europa, sus poderes no tienen alma, carecen de la más mínima sensibilidad social y humanitaria que les incapacita para encontrar una solución a los movimientos migratorios tan sangrantes que se están produciendo.

  • pepe blanco

    Victor Matiello,
    No hace falta recordar sucesos medievales o modernos (la inquisición también es de época moderna) para descubrir la violencia en el cristianismo. El cristianismo contemporáneo también es muy cruel y violento. El catolicismo actual sigue maltratando psicológicamente a todas las mujeres (la mitad de la población) al negarles la igualdad respecto a los hombres en su seno. ¿No te parece eso una gran crueldad y una gran violencia?

  • Asun Poudereux

    Hola Victor:
    Puedo comprenderte,  si mi visión es un juicio desde la propia cultura en la que he crecido, me han formado  y se me ha  ido inoculando.
      
    Está bien,  dejemos de comparar  en uno u otro sentido, según donde esté situada nuestra barrera y por lo mismo,  aprendamos a no poner etiquetas reductoras y  miremos con limpieza a los hechos.
     
    Nuestro hoy es el hoy de siempre, del que se puede aprender  la mismidad  del ser humano, si lo consideramos en el sentido atemporal  de la realidad que es.  La injusticia de hoy  es la injusticia de siempre,  la que crea miseria e ignorancia, y no otra cosa,  provocando  en todo tiempo la violencia que nos escandaliza por la muerte que conlleva.
     
    Pero seamos sinceros, ¿Qué violencia es la causante de más violencia? La respuesta es fácil: El no reconocimiento y respeto a la dignidad de todo otro.  Y no hay que irse a ver,  oír,  o leer  las noticias, sino mirar en el entorno más próximo, a las personas que me encuentro y cruzo en la calle, por ejemplo:
     ¿Qué sentimientos experimento al mirarme en el otro, en el diferente,  si es que los hubiera? Por ahí habría que empezar  a analizarse y trabajarse,  cuando no hay nada que se  conmueva por dentro.  Pues la otra persona soy yo misma…
     
    Gracias por estar aquí. Buenas noches.

  • Manuel

    Es verdad Victor.
    Todo el día hablando de la memoria historica, las cunetas, el Valle de los Caídos, las Trece Rosas, Yagüe… ¿no forma parte eso del pasado? ¿acaso o día se le puede culpar de algo al PP porque quiera desmantelar los recuerdos de quienes tienen el deber de no olvidar? ¿no podemos fijarnos hoy día, lo bien que estamos y no rememorar semejantes episodios tan aburridísimos?
    Es que no podemos fijarnos en los malos de hoy día? Por ejemplo en Venezuela,  pero no en Arabia Saudita, en Gaza,  pero no en Israel, en Serbia, pero no en Croacia……
    Este discurso cínico, por hipócrita y falaz, es el que se escucha, mire usted por donde, en 13tv. La emisora que defiende ese revisionismo histórico de la iglesia y ese mismo enfoque teológico con la que tú pretendes deleitarnos con tu intervención. La misma que en armonía con los herederos del franquismo, insta a los rencorosos a olvidar y perdonar.

  • Víctor Mattiello

         ESTIMADOS AMIGOS:
                                                      Me fastidia escuchar siempre la misma cantilena: “las religiones son    violentas” y también el cristianismo porque las cruzadas, el salmo tal dice….etc, etc. etc.
    Yo digo que miremos “hoy” el panorama, el ahora histórico que estamos viviendo. No volver siempre a la edad Media y otras épocas pasadas. Es ahora que estamos contemplando el terrorismo islámico-religioso no ayer. Es ahora que los cristianos son asesinados. Es hoy donde
    las iglesias cristianas son incendiadas. Es ahora, hoy, que existe el EI (estado islámico) no ayer y sus aberraciones de violencia impensables. 
              Basta de responder siempre lo mismo: Las cruzadas….Galileo Galilei….por lo tanto el cristianismo es violento. Miremos el HOY y comparen lo que hace el terrorismo religioso-islámico y el cristianismo.
                                                                                                                                           Víctor

  • oscar varela

    Ok, ok, Olguita!

    Te leo:
    – “Francisco dice ¿Quién soy yo para juzgar y condenar? Y tiene toda la razón. A él Dios no se le ha aparecido y habla como un hombre cuerdo y bondadoso.”-

    Sin embargo, conviene tener en cuenta que nadie es ni termina en su genio, figura y voluntad, sino que los humanos somos “en nuestra vida”. Y la vida de cada cual, además del YO (ese “¿quién soy yo?” de panchito), se existe “en el mundo o circunstancia”. Y ese señor panchito, su YO-VIDA es también -inseparablemente- Capo de una Religión y Estado.

    Así que ¡Bien pancho! Pero no me chupo el dedo y comprendo que “haces política”. ¡Enhorabuena, que alguien la haga como corresponde a toda vida! La Vida es un Asunto político! Y el que no ha caído en la cuenta ¡que no se distraiga! porque no le va a ir nada bien en su vida diaria.

    Yo no sé -ni tengo porqué saberlo- qué sea lo que Pancho “tiene que ver” en los Asuntos como los que le preguntan. Pero ¡ALGO-MUCHO! tiene que ver un tipo que está donde Pancho está ¿no?
    ………………………..

    Ok, Olguita, ok!

    ¡Vamos todavía! – tu Oscarito.

  • olga larrazabal

    Me parece tremendamente aberrante que los seres humanos definan a Dios.  Pero además que lo definan sentados en su escritorio sin ni siquiera mirar la naturaleza de la Creación, atendiendo a sus propios conceptos, pensamientos, emociones, prejuicios, complejos, enfermedades, rencores, amores, represiones, cultura, miedos etc y después pontifiquen como si Dios se comunicara con ellos todas las tardes, es el colmo.  Y peor si nosotros nos tragamos todo el cuento.
    Así crean a su pinta dioses”absolutamente perfectos”  sin siquiera poder determinar lo que es “perfección” o “santo” y a propósito  ¿Qué significa la palabra “santo”?  Y encima hay que vivir por conceptos atribuidos a Dios y que ni siquiera están claros.
    Las leyes de convivencia inventadas hace 4000 o 2000 años pueden no servir ahora, porque todo cambia en la cultura y en la naturaleza. Y la religión pre -supone que todo es fijo, inamovible, porque alguien invento un Dios “terminado” sin posibilidad de evolución y que no acepta la evolución en la naturaleza ni la diversidad, únicas características constantes de lo que vemos.  Todo es diverso y mutable.
     
    Es la sociedad la debe dar leyes  que optimicen la posibilidad de tener buenas relaciones en la convivencia, y  que sean perfectibles.  Es decir, tomando en cuenta que la naturaleza es dinámica y también la cultura, haya posibilidad de cambio.  Y su transgresión es un delito, no un pecado contra Dios.
    La religión es la ansiedad de comunicarse con el creador y volver a él y conjetura acerca de las intenciones de este creador al darnos la existencia.  Pero son solo conjeturas de comunicarse con lo que no se conoce y no se pueden imponer las conjeturas como verdades.
    Nacen hombres buenos como Jesús, otros dirán que es inventado, pero aún y así su bondad nos conmueve.  Pensamos que el mundo sería un poco mejor si nos dejáramos seducir por su capacidad de ser misericordioso. Y entonces aparecen los jueces de las religiones lanzando normas, la mayoría de las veces extemporáneas y muy poco aterrizadas a la realidad de lo que en siglo 21 llamamos  una buena convivencia que permita una buena vida.  Lo peor es que muchos de ellos son cristianos y parece que no se percataron de la mirada de Jesús.
    Mujeres encapuchadas con ablaciones genitales, matrimonios sin posibilidad de revisión, personas que no calzan en el concepto de “género” de la cultura tradicional excluidas, mujeres obligadas a ser madres por violaciones, etc  Todas ellas personas dolientes que merecerían tener una vida mejor, y que están siendo sacrificadas como Ifigenia, a los vientos de una supuesta norma salida de una mente dogmática y que corta la posibilidad que tiene esa persona de llenar su anhelo de comunicarse con el creador.
    Francisco dice ¿Quién soy yo para juzgar y condenar?  Y tiene toda la razón. A él Dios no se le ha aparecido y habla como un hombre cuerdo y bondadoso.