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El rostro de Dios; una aproximación al Misterio

RománJob era un hombre justo y cabal, tanto así que la Biblia lo describe como “un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”. Yahvé mismo habló bien de él: “¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra: es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.


Las pruebas a las que  Job se vio sometido por instigación de Satán, privado de sus bienes, de sus hijos y padeciendo una asquerosa enfermedad no quebrantan la sumisión de Job a Yahvé, pero su conciencia que no le hace presente ningún pecado por el cual sentirse culpable le hace exclamar: “Yo sé que vive mi defensor (mi go’el) que se alzará el último sobre el polvo, que después que me dejen sin piel, ya sin carne veré a Dios”. Tal ejercicio de fe le eleva sobre las  ideas teológicas de su tiempo sobre la retribución temporal, en contra de los consejos de sus amigos, es una fe que viene de lo alto, que sin estar sujeta a la reflexión humana, ilumina como un regalo divino.

El ser humano que vive justificado en su inocencia y sin otra visión de las cosas, la razón inocente, tiene una percepción de la realidad que no incluye a Dios, y si acaso esto sería “de oídas”:

“Me doy cuenta de que todo lo puedes, que eres capaz de cualquier proyecto. [Dijiste:] “¿Quién es éste  que vela mi designio con razones carentes de sentido?”.

Sí, hablé sin pensar de maravillas que me superan y que ignoro. (Escucha y déjame  hablar, te voy a preguntar y tú me instruirás).

Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto y me arrepiento echado en el polvo y la ceniza.”

¿Dónde está el cambio producido por la nueva fe renacida de Job? Ahora el justo ve a Dios con una perspectiva nueva, ahondado en la realidad que se le revela, que es la percepción del misterio del Dios “que todo lo puede”. La justificación que viene de Dios sobrepasa a cualquier sufrimiento y hasta la muerte. Debemos esperar  hasta Jesús, la Sabiduría de Dios, quien dé cuenta de esta justicia contenida en “los misterios del Reino de los cielos” (Mateo 13,11; 16,17; 11,25 y Lucas 10,21-24)

Cuando Jesús dijo a los suyos: “Es que a vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los cielos…”, nos dice que debemos ser particularmente felices, al recibir en posesión verdades que de otra forma quedarían ignoradas por el ser humano.

Esta aproximación a los textos resulta arduo difícil, porque nos hemos estado envolviendo en un proceso  imparable de desacralización, que se puede confundir con el ateísmo en nuestras reflexiones sobre el misterio. Pero el vocablo evangélico es nítido, ajeno a las filosofías de la época y de ahora, puesto en boca de Jesús. No es una elaboración teológica posterior que en las epístolas se aparta del mensaje de Jesús.

Veamos en los sinópticos; Mateo 11,25 (también  Lucas 10,21-24)

“En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre. Ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

La filiación divina de Jesús es tan patente y clara en la tradición sinóptica como en Juan, y Jesús muestra plena conciencia de realizar revelaciones que vienen de arriba, de junto al Padre. (Tomado de la nota al pie de este versículo de la Biblia de Jerusalén)

La revelación del misterio está  íntimamente ligada, más que a nuestro nivel de comprensión intelectual, como si sólo de verdades se tratase, al conocimiento de Jesús, el rostro de Dios, el Padre, tratándose de un asunto de transformación, de cambio de nuestra vida, en obediencia al Evangelio.

El Misterio establece una relación del ser humano con Dios a través de Jesús.

3 comentarios

  • Santiago

    Román, no solo la “justificación que viene de Dios” sobrepasa el sufrimiento humano, sino la promesa del futuro Mesías que iba a rescatarnos….Por eso el primer Misterio quiso revelársenos, haciéndose visible en Jesus de Nazaret…El Dios encarnado y visible ya no es el Dios inasequible y distante del A. T….Nuestra vida y nuestro sufrimiento humano ya no es tan acuciante y desesperado..La vida adquiere su verdadero sentido,encontces…….hay una esperanza para el mundo y como dice Honorio es la “voluntad salvífica” de Dios la que quiere que todos los seres humanos nos salvemos, porque se puede pertenecer a Jesus y a su Iglesia visible  de varias maneras, aun imperfectamente…Por eso, solo podemos entender los avatares de nuestra existencia y nuestro sufrir, a la luz del amor de Dios hecho hombre….Es esta trasformación de lo invisible en visible. del amor Escondido en amor luminoso,  de la oscuridad de nuestra vida a una claridad total, lo que nos mueve a nosotros,  y mueve al mundo a su destino final,….. que es el  BIEN…

    Por eso, la promesas del Antiguo Testamento se cumplieron en la Nueva Alianza…..y las promesas de Jesus superan con creces todas las miserias de esta vida, que bien vale la pena vivirse….porque es la misma fuerza del amor triuno la que dirige todas las cosas y todos los acontecimientos,…. en un designio misterioso, e incomprensible, para nosotros…los humanos….que solo vemos parcialmente la realidad….que es mucho mas extensa y profunda….
    Por eso, nuestra queja sobre el Misterio y su aparente silencio, es supérflua….Nunca es tarde, y aun ya en el ocaso de nuestra vida, de agarrar firmemente y oportunamente el llamado que en nuestro interior sucede en cada momento…que nos incita a caminar aceleradamente hacia lo que es verdaderamente trascendente, a satisfacer nuestros deseos infinitos de amar y ser amados….ya que vemos que las cosas de esta vida pasan, nos están dejando cada vez mas rápidamente en nuestra ya añeja percepción, y somos nosotros -seres contigentes y creados- los que tambien estamos pasando de esta vida a la otra….

    Por eso Juan, el Apóstol, que es el discípulo amado de Jesus, escribe lo siguiente: “sabiendo Jesus que era llegada su hora de pasar de este mundo al Pad,re, como hubiese amado a los suyos que estaban en el mundo, LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO” (Io. 13,1)  Y en su
     oración sacerdotal previa a su Pasión nos dice:

    “NO os dejaré huérfanos; volveré a vosotros…el mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis, porque YO vivo y vosotros viviréis. En aquel día conoceréis vosotros que yo estoy en mi Padre y vosotros en Mi y yo en vosotros…..y quien me AMA, será  amado de mi Padre, y yo también le amaré y me manifestaré a el…Si alguno me ama, guardará MI PALABRA, y mi Padre le amará y a el vendremos y en el haremos morada” (Io. 14, 18-23)

    Es, pues Jesus,… el rostro visible de Dios…Esta es la  mejor aproximación al Misterio, la mas segura….Esta es la verdadera FE de la Iglesia, como Pueblo de Dios,. que nos incluye a TODOS…y a nadie puede excluir….
    Todos podemos acceder al Misterio,…. que es el mismo Jesus…… en el cual se recapitulan TODAS LAS COSAS,  y que es el alfa y omega, el primero y el ultimo, el principio y el fin…

    Enhorabuena Román por tu magnífico artículo   Un abrazo   de Santiago Hernández   

  • h.cadarso

    Amigo Román: tendré que leer despacioel libro de Job. el que, contra toda evidencia, creyó en Dios, a pesar de que no llegó a conocer a Jesús, que es el que nos revela y nos muestra al Padre. Que por cierto el Padre le premia con bienes de este mundo al final, dejando de lado el misterio, invalidándolo, como si dijésemos.
    Porque es que, en mi opinión, y salvo error, en la noche del no saber y no entender y negarse a creer, Jesús sigue iluminando y descurbiendo el misterio que tú dices a todo ser humano, por aquello de la voluntad salvífica de Dios que dicen que nos alcanza a todos: ateos, agnósticos, budistas, hinduístas, yijadistas, musulmanes, fetichistas, pobres, ricos…!A TODOS!.

  • Manuel PEDROSA

    Todo por El y nada sin  El.