A un franciscano ya mayor con quien tuve la suerte de convivir durante años, y de bromear y debatir a menudo, le escuché: “De toda la historia de la Iglesia, solo me interesan los herejes. Solo ellos han aportado algo verdadero”.
Y vaya si el buen fraile, ilustrado y locuaz, sabe de historia. Lo que no superaría es un examen de ortodoxia, por laxo que fuera el examinador. Pero en servicialidad fraterna, ahí se lleva la palma. ¿Y de qué se trata sino de eso en la vida franciscana? ¿Y a qué nos invita sino a eso el Evangelio de Jesús, él que puso como modelo al samaritano hereje y compasivo, frente al sacerdote servidor del templo, juez de la ley y guardián de la doctrina, para los que la pureza y la verdad son más importantes que el socorro del herido?
En las religiones tradicionales, sobre todo monoteístas, y en el cristianismo católico más que en ninguna otra, ha predominado una errónea preocupación por la verdad. Y ahí se corrompe todo. Nada más peligroso que la pretensión de poseer la verdad y el bien, de creerse nombrados por “Dios” para ser sus garantes en la historia. No hay persecución, cruzada, inquisición, tortura ni hoguera que no se haya justificado en nombre de la verdad y del bien.
Sin embargo, no quisiera incurrir en contraposiciones simplistas: dogma contra vida, creencias contra praxis, verdad contra bondad. Ni quisiera descalificar sin más el dogma, la creencia o la convicción de la verdad. Un dogma puede inspirar la vida, una creencia puede animar una buena praxis, la convicción de una verdad puede apoyar la bondad. ¡Benditos sean entonces el dogma, la creencia, la convicción verdad! Pero solo en cuanto fomentan vida buena, praxis bondadosa, bondad feliz. He ahí el criterio del evangelio en cualquier página que se abra. Ninguna creencia es mala de por sí, pero solo es buena si ayuda a una vida solidaria y feliz.
Pues bien, ese mismo es el criterio de la “herejía”. Por eso mismo, tampoco querría hacer sin más el elogio de la herejía o del hereje. La herejía es tan ambigua y parcial como lo que llamamos verdad. Y solo será liberadora en la medida en que no se impone como nuevo dogma, es tolerante, humilde y desapegada, esté en fin inspirada por la bondad, por la entraña compasiva del buen samaritano hereje: Vio al herido y se compadeció, se compadeció y se acercó, se acercó y lo atendió, y siguió feliz su camino tomándolo a su cargo.
Sin embargo, con toda su ambigüedad, la herejía es indispensable. Todo orden necesita subversión para seguir fomentando nueva vida. Toda afirmación –incluso esta misma– necesita negación para seguir hablando, escuchando, entendiéndonos más a fondo. Toda verdad necesita contradicción para avanzar a la luz y a la sombra del misterio salvador. Todo dogma necesita herejías para seguir inspirando la liberación y la vida, más allá de los límites del pensamiento. ¿Qué sería una Iglesia sin mucho más pluralismo, sin mucha mayor libertad de expresión y de enseñanza en su seno que la que reina, por ejemplo, en los partidos políticos? No sería Iglesia de Jesús. Pero así es la Iglesia que vemos: una institución donde un estamento clerical se ha hecho dueño de la verdad que llaman divina. Solo es su verdad.
Avancemos. La herejía no solo es sana y necesaria. Es también inevitable, como escribió Rahner. Quien se tome a la letra el dogma de la Trinidad no tiene alternativa: o niega la unidad o niega la trinidad, “herejías” ambas. Y así con todos los dogmas, que son construcciones mentales, radicalmente limitadas, como todos nuestros esquemas y lenguajes, por mucho que se consideren doctrina revelada. Toda “revelación divina” viene del fondo de la experiencia humana individual y colectiva con su límite, su ambigüedad, su provisionalidad radical. La “revelación” es el misterio indecible al que apunta lo dicho en el texto “sagrado” o en la fórmula dogmática. Y solo aquel que se atreve a transcender lo dicho en la palabra se abre a la revelación del misterio indecible más allá de la palabra.
Así pues, todo dogma y todo texto que se presenta como “revelado” nos sitúa ante una elección: quedarnos en lo dicho o abrirnos más allá. “Herejía” significa justamente “elección”, y nadie está libre de elegir. La “herejía”, la elección es un imperativo. Solo quien elige ir más allá de la doctrina se abre al misterio y, en último término, a la misericordia fraterna, a la projimidad compasiva. La “herejía” es hoy más imperativo que nunca, invadidos como estamos por la información, la opinión, la palabra. Amigo, amiga: escoge la palabra que más te inspira, y transciéndela, déjate llevar por su impulso hacia el misterio y la misericordia.
No hay peor elección que identificar la revelación o el misterio con la fórmula dogmática con su significado concreto, limitado por la palabra, la historia, la cultura. Y no hay peor elección que la pretensión de estar en posesión de la verdad. Quienes se creen investidos de poder divino para definir la verdad y el error no son neutros, también eligen, se eligen a sí mismos. Solo que a su elección, su opinión, la llaman divina, y en esa ceguera está el peligro. Mala elección. La peor herejía. Lo grave no es errar, sino creerse infalible.
Evoco con emoción la memoria de todos y de todas las herejes de cualquier religión, iglesia, patria y partido. La memoria de los “paganos” condenados por la Iglesia solo por seguir otra religión o no seguir ninguna. La memoria de los cristianos y cristianas silenciadas, condenadas, apresadas, desterradas, quemadas vivas en nombre de la verdad. Amarga historia de la Iglesia, llena de lágrimas. Vosotros, innumerables, perdonadnos en nombre de Jesús, el hereje. Y rogad por nosotros, seguid inspirándonos, caminad con nosotros.
José Arregi
Ayer decidí abrir hoy Atrio, dormí inquieto y me levanté más pronto que de costumbre. ¿Qué se habrá comentado?…, pensando sobre todo en las dos líneas (esta de “Herejías ” y en la de “Nuevas imágenes de Dios”) en las que intervenía con exceso y pasión, por tratarse de temas tan fundamentales para mí, sin parar todo el día de darle vueltas a los asuntos que iban surgiendo en ellas. Quiero retomarlas en la misma forma, poniendo toda mi atención y esfuerzo en comunicar mis ideas, pues no quiero y creo que no debo guardármelas para mí. Si me agoto, pues volveré a pedir un receso y disculpas, ya que esta semana de desconexión me ha sentado bien para disminuir tensiones. No estoy seguro de que haya sido suficiente, pero…..
Santiago, podría estar de acuerdo en lo que dices si quitases sustancialidad o peso a la visión y a la iluminación de la fe, y que esa otra categoría del conocimiento (que lo es, pues no es científica) que se construye en respuesta a los porqués existenciales, la rebajases de su estatus trascendental y sobre todo sobre-natural que le pones. ¿Cuál es la razón para dar un valor superior a la iluminación o a la visión tan aleatorias y escurridizas, por encima de la racionalidad mucho más manejable y justificable? Que quieres que te diga, yo no me fío de las iluminaciones que algunos dicen tener y menos de las visiones, pues ¿cómo justificar su validez y peor aún su veracidad? Las corazonadas son importantes como pistas o advertencias, pero para elevarlas al grado de conocimiento hace falta desarrollarlas y darles cierta verificación, para que pueda tenerlas en cuenta.
Supongo que la categoría que le das de trascendente a ciertas cuestiones existenciales proviene del tema a que se refieren y estoy de acuerdo en que el tema lo es. Pero de aquí no puedo deducir como haces de que yo sea trascendente y menos aún sobre-natural, aunque sea solo un poquito un soplo, porque esas cuestiones me preocupen y las plantee buscando respuestas.
La vida del espíritu, desde mi punto de vista, es la vida en el espíritu común de la Plenitud Humana. Y es verdad que podemos sentirnos atrapados y atraídos por él apasionadamente, practicando el amor, la justicia,…tal como Jesús nos mostró. Estoy de acuerdo que inspira nuestra razón, que inspira (o debe inspirar) a la Iglesia, que parte de Jesús, que actúa en los que creen en él y le siguen… pero no veo ninguna razón para atribuirlo a un orden sobre-natural y actuando mágicamente. Me basta con lo humano y por tanto lo natural.
Saludos cordiales
MENOS hay seguridades en esta vida, Juanel….de la naturaleza humana es el cambio y la inseguridad….hoy tenemos casa, mañana amanecemos sin techo, hoy tenemos riquezas, mañana podemos quedar en pobreza, hoy tenemos salud, pero no es raro enfermar súbitamente, hoy estamos vivos, pero muchos ya han muerto…Por tanto, la seguridad ABSOLUTA de todo, no está aquí en nuestra humanidad..ésta tiene que adquirir otras propiedades para poder “sobrevivir” a la destrucción, a su fragilidad, a su desaparición…
Por eso, no podemos tener certezas absolutas aquí…. porque solo estamos “en tránsito” hacia lo trascendente que nos tiene que ser dado ya que nuestra débil humanidad no lo tiene en si misma..Por eso la esperanza de ahora se ha de transformer en vision..Ahora solo podemos conformarnos con la iluminación esplendoroso de la FE….
La Ciencia puede explicarnos los hechos de nuestro origen y de nuestro destino… Los mecanismos del desarrollo y del comienzo…..Sin embargo, no puede responder a los “por qués” de nuestra existencia……estas son preguntas en relación con nuestra trascendencia…que pertenecen al pensamiento humano mas profundo…y la Ciencia noo puede penetrar en él..ya que ésto se encuentra en “otra” categoría del conocimiento..ya no físico…sino trascendente y espiritual…que está sobre la nuestra naturaleza..Es por tanto supra-natural….
Por eso, hoy que es la fiesta el Espíritu, nadie puede decir “Señor Jesus” sino por el Espíritu Santo” (1 Cor 12,3)…Es el espíritu el que ilumina la razón para que podamos creer…Por eso existe un camino mejor que el “natural”…..el camino del amor….que es el mismo del espíritu….Es el que reclamó Cristo para su Iglesia, el que el envió hoy al Pueblo de Dios …….para todos los que creen en El..Y que es el camino de la VERDAD…
Un abrazo de Santiago Hernández
Dices Santiago que la Ciencia puede servir de base para la fe. Pues claro que sí en esto coincidimos, y además es lo que trato de hacer con todo mi esfuerzo. Pero si me sirve de base no puedo entonces alterar, ni cambiar nada de cuanto dice, teniendo en cuenta de que lo que dice es provisional y sujeto a revisión. Por tanto, lo que trato de hacer es sumar con coherencia la fe a la Ciencia sin corregirla ni añadirle nada.
El porqué estamos aquí, SÍ es una cuestión de la Ciencia que nos explica de dónde venimos, y nuestro destino final junto con el Cosmos también lo es. Pero lo que evidentemente no es un asunto de la Ciencia son las posibles alternativas existenciales de la vida humana. Entre ellas está la que hablas, las expectativas de vida permanente y definitiva con otra dimensión del conocimiento y realidad…… que se apoya en la fe, puesto que todo ello no nos pertenece sino que sólo podemos recibirlo como don. En esto coincidimos, pero mi objeción es que ese don lo tendremos, pero aún no. Y esto trae consecuencias para no sentirnos tentados a apropiarnos desde ya/ahora de cosas que no son nuestras ni nos pertenecen (lo divino, alma, espíritu, lo sobrenatural,….) dejando libre a la Ciencia para que diga cuanto quiera de nosotros mismos y del Cosmos.
Es cierto lo que dices de que ese don que recibiremos en el futuro (definitivo) sólo será posible si existe una otra realidad definitiva, si Dios existe. Pero no hay seguridad alguna de esa existencia, y por tanto tampoco de que ese don nos sea dado. Pero es que la fe no necesita de seguridades, le basta con una apuesta cargada de esperanza.
Un abrazo
Gracias George por tu intención de colaborar en la exploración de mi fe. La necesito porque aún me quedan problemas y algunos conflictivos por resolver y toda ayuda es bien recibida, sobre todo si es crítica pues me impulsa a ponerme sobre las incoherencias que me indican y que me pasaban inadvertidas. Parece que en mi comentario anterior no las has encontrado cosa que me alegra, pues quiero pensar que en lo que digo en él coincidimos al menos en parte. Lo que me comentas en esta ocasión ya lo sé, no soy un erudito pero tampoco analfabeto funcional de mi religión, pero me viene bien para precisar mis pensamientos.
Sé que el judaísmo, en tiempo de Jesús y anteriores, empleaba el título de “hijo de Dios” para ciertos hombres en variadas ocasiones y escenarios. Pero si interpretamos el conjunto del NT vemos claramente que el sentido en el que se emplea el título de “hijo de Dios” aplicado a Jesús, no es el mismo que el empleado en el judaísmo y menos en otros contextos fuera de él. Su claro sentido trinitario como Hijo de Dios, viene bien expuesto en la cristología de Pablo de Tarso. Y si queremos ver su significado y su sentido en el NT, no es posible hacerlo prescindiendo de esa cristología como algunos teólogos interesadamente hacen. La tipología de Jesús que la Iglesia desde un principio anuncia y trasmite, no es sólo la reflejada en los sinópticos, sino la que deriva del conjunto del NT que incluye las cartas de Pablo y su elaborada teología cristológica.
Un abrazo amigo George
Amigo Juanel: Solo a modo de colaboración en la exploración que haces acerca de tu fe, permíteme copiarte estos párrafos relacionados con el título de “Hijo de Dios” atribuido a Jesús después de ya ser conocido como el Cristo, el Ungido o Mesías.
En Israel no era desconocida antes del nacimiento de Jesús la denominación “hijo de Dios”, que se aplicaba ante todo al pueblo en su conjunto (cf. Éxodo 4,22; Oseas 11,1; cf. Deuteronomio 32,6.18; Jeremías 3,4) y, como consecuencia, a cada uno de los israelitas en cuanto miembros del pueblo (Deuteronomio 14,1; 32, 19; Isaías 43,6; Cf. 1 Corintios 29,10; Tobías 13,4; Sabiduría 14,3); “hijos de Dios” se llamaba también a los ángeles y a los otros seres celestes miembros de la corte divina (cf. Salmos 89,6-7; Génesis 6,2; cf. además Salmos 29,1).
En relación con la denominación del pueblo y de sus miembros como “hijos de Dios”, en época tardía se califica de tales, de un modo particular, a los justos (cf. Eclesiástico 4,10; Sabiduría 2,13.16.18; 5,5).
Entre los personajes a los cuales se aplica el título en Israel sobresale “el ungido”, es decir, el rey; la aplicación tiene que ver en este caso con la ideología monárquica que Israel ha recibido de los otros pueblos del Antiguo Oriente (Mesopotamia, Egipto e incluso Canaán). La mitología egipcia leída en las inscripciones en piedra del templo de Abu Simbel recogen este diálogo atribuido a Ramsés II, en el que increpa al dios Amón en estos términos tras una derrota sufrida a mano de los Hititas (Ca. 1286) “¿Qué es lo que te aflige, Amón, padre mío? ¿Es propio de un padre olvidar a su hijo?” en el contexto de su milagrosa escapada que el faraón atribuye a que en respuesta a su demanda Amón apareció junto a él y le salvó.
En este marco se insertan y se entienden perfectamente las palabras de Dios al rey de Israel recogidas en la profecía de Natán (2 Samuel 7,14) y en otros textos bíblicos, sobre todo de los Salmos, en los que la entronización del soberano se entiende en términos de generación divina: “Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Salmos 2,7; cf. además 89,27-28; 110,1.3).
De acuerdo con ello, el judaísmo tardío, que usó frecuentemente el título “hijo de Dios”, lo aplicó incluso al futuro hijo de David; de ello dan testimonio evidente textos de la comunidad de Qumrán, como el siguiente: “Esto (es decir, el texto de 2 Samuel 7,14) se refiere al ‘retoño de David’ que se alzará con el intérprete de la ley en Sion en los últimos días, como está escrito: “Levantaré la cabaña de David que está caída” precisamente para salvar a Israel. “Será llamado hijo de Dios y llamarán hijo del Altísimo” (4 Qumrán 246, 2,1; cf. además 4 Qumrán Florilegio 1,11-12; 1 Qumrán 2,12; 4 Qumrán 369, 1, 11,6-8).
Para información adicional referente al título Hijo de Dios aplicado a Jesús ya identificado como el Cristo de Yahvé, ver la Cristología (Ch. Duquoc, Salamanca, Sígueme, 1981) sobre todo las pp. 245-254.
Amigo Juanel, no cabe duda que también coincidimos en la razón de nuestro diálogo ya que tu tambien, benevolamente, me permites expresar mis puntos de vista y esa es una de las razones por la que puede seguir por aquí..Por otro lado, como ya hemos hablado, no estamos tan lejos uno del otro en el pensamiento….y creo que coincidimos en cosas bastatente básicas…
Y POR SUPUESTO, estoy de acuerdo contigo en que para el conocimiento puro del Cosmos,y del ser humano biológico y antropológico,para nada se necesita la fe. Las ciencias, en general, que provienen de lo que es cierto -de lo que es verdadero- pueden aportar un dato y una base a la fe…que tambien procede de la verdad como un don..una apertura…hacia algo mayor….Por tanto, estas dos partes del conocimiento del ser humano no se han de mezclar….a pesar de que puedan -en un momento dado- interaccionar…..sin un amago de contradicción, ya que lo que es verdad no puede negarse a si mismo….
LA FE pues no puede ser vision..sino que constituye “otro modo” de conocimiento…que va mas allá de la pura razón natural que entonces se ilumina….Sin embargo, la fe tampoco es magia barata y charlatana y mentirosa sino que, al contrario, no necesitaríamos de la fe si no tuviéramos la vision maravillosa del Cosmos y de la vida en nosotros mismos como seres que han venido a existir…Pero no somos meras criaturas físico-biológicas e irracionales….Hay “algo mas” en el ser humano…ya que lo meramente “cósmico” y lo exclusivamente “humano” tampoco explica el por qué de nuestro origen, ni por qué vinimos y estamos aquí, ni hacia donde nos dirigimos, ni el sentido real de nuestra vida, ni nuestro destino final…La materia-energía propia de nuestra naturaleza humana por si sola no puede explicarse “a si misma” sino que necesita algo o a “alguien” que la explique para poder responder a la pregunta existencial acuciante que de alguna manera o en algún momento de su vida , todo ser humano acaba por formularse, de si en realidad hay un sentido trascendente en la vida…y si estos deseos infinitos e insaciables que se encuentra por encima de nuestra naturaleza propiamente natural y biológica no consistirán en la indicación de que estoy solamente “en el camino” hacia otra dimension del conocimiento y de la realidad , hacia esa “otra vida” permanente y definitiva que tanto ansiamos en lo profundo de nuestro ser y es hacia lo que tendemos y sentimos desde nuestra aparición en el mundo de la razón….y que es imposible de completar aquí.
POR LO TANTO, la FE es una realidad buscada y vivida, de alguna o de muchas maneras en todo ser humano..ya que su “humanidad” es movediza, cambiante, efímera y pasajera…que se destruye…se corrompe…se aniquila…y que para poder salvarse y perdurar le hace falta “algo mas” que le pueda dar trascendencia..ya que no la posee en “si misma..puesto que la naturaleza humana no fue creada por nosotros…sino que la recibimos como el principal don de la Creación…
ES POR ESO que razón y fe se complementan porque una se apoya en la otra….la fe sin la razón llega a ser absurda…porque no creo “porque si”….sino porque lo que creo se me presenta a mi como algo posible…existe una base existencial cierta…estoy aquí y existo en el Cosmos..y no fuera de el…….Y por otro lado, la razón sola no puede acceder a un grado de conocimiento superior…y se cierra en la meramente subjetivo…e instrospectivo…negando toda posibilidad de una realidad objetiva supra-racional….que es tambien una posibilidad a considerar..sobre todos para los críticos acérrimos del “dogma” y de toda “intolerancia”…Por tanto, ES la flexibilidad la que se impone para una apertura completa y razonable hacia la VERDAD…ya que esta es tambien una realidad..
Tanto la FE y la RAZÓN constituyen la realidad del ser humano y no descansan en “arenas movedizas”….al contrario, la experiencia nos enseña que han existido JUNTAS desde que empezamos a pensar y a querer…..ya desde la pre-historia de esa misma “humanidad”
Un abrazo de Santiago Hernández
No voy a oponerme a lo que comentas George sobre el origen de la autoridad auto-atribuida por la jerarquía, ni a la continuidad necesaria que justifique la legitimidad de la enseñanza, que has expuesto con una erudición que ya me gustaría a mí tenerla. La historia de la Iglesia es la que es y cambiarla a conveniencia me parece no sólo absurdo sino innecesario. Es que la fidelidad del mensaje original al que me refiero consiste en el Kerigma, en el núcleo central de la fe, el cual en toda la historia de la Iglesia ni ha dejado de proclamarse ni se ha cambiado. Todo lo demás que se ha hecho gravita de ese núcleo y depende de él a mayor o menor distancia.
Lo que pasa y ha pasado a lo largo de la historia de la Iglesia es que han habido siempre personas críticas y preguntonas como nosotros, que han exigido explicaciones razonables. Y como no podía ser de otro modo, las discrepancias y la multiplicidad de las fórmulas y formas para hacerlo, surgen desde el principio incluso entre los Apóstoles y entre los que escribieron los libros del NT. Junto a periodos críticos de gran creatividad y fecundidad de ideas vienen periodos de calma la mayoría de veces conseguida de muy malas maneras, silenciando y expulsando o cosas bastante peores. Pero en lo que nos ha llegado por la Iglesia Católica en la actualidad, dejando aparte todo aquello otro que algún día fue de máxima importancia pero que hoy ha dejado de tenerla, yo que quieres que te diga veo continuidad, pues puedo rastrearlo en la historia sin grandes dificultades hasta los orígenes de la Iglesia.
Por ejemplo, he leído algunos autores que afirman que en lo referente al dogma trinitario no se encuentra ni rastro de él en el NT. Pero cuando uno lee casi sin poner demasiada atención es que en el NT (cuyos libros son teológicos y apologéticos y no literatura histórica aunque tenga algunos datos que pueden considerarse como tales), se puede leer el título de Hijo de Dios aplicado a Jesús, que éste hace referencia al Padre un montón de veces, y al Espíritu Santo o Paráclito también. Claro es que si lo que se busca es la fórmula del dogma trinitario tal cual pues no aparece.
A pesar Santiago de que digas que Ciencia y Teología tienen que coincidir con la Verdad, afirmación en la que no voy a entrar, en particular porque la Verdad no es un asunto de la Ciencia y sólo quizás pueda servir de horizonte final pero no como parte de ella, todo cuanto escribes no forma parte de la Ciencia sino de una Teología concreta. Y esa Teología que conozco forma parte de mi pensamiento precisamente para enfrentarme a ella, para rebatirla punto por punto en todos y cada uno de sus planteamientos. Quizás por ello me guste dialogar contigo porque tú la defiendes, lo cual me estimula a mí a buscar argumentos en contra.
Tu Teología del Cosmos así como la Antropología Teológica que sostienes junto a otros, para mí no tiene consistencia porque la idea de Cosmos y del ser humano en la que se fundamentan, no tienen una base firme en la que apoyarla sino en las movedizas aguas de la fe, de la cual parte toda una metafísica en su apoyo, lo cual nada tiene que ver con lo que propone la Ciencia. Sin la fe la idea de Cosmos y del ser humano de estas Teologías se vienen abajo en un profundo absurdo. Cuando en Ciencia decimos que para el conocimiento del Cosmos y del ser humano no se necesita para nada la fe, ni resultan en nada absurdos sin ella, los mentores de tales Teologías se mueven en sus asientos porque se dan cuenta de que se les vienen abajo. Es que es evidente de que el Cosmos incluido el ser humano no depende de la fe.
Saludos cordiales
Estimado José Arregi: mucho me complace que dentro de la Iglesia Católica se alcen voces no sólo para reivindicar la herejía si no para pedirle perdón a los herejes por los crímenes cometidos contra ellos, que son como, otros genocidios y masacres, crímenes de lesa humanidad, absolutamente imprescriptibles y que siguen reclamando justicia, la mayor de ellas, el reconocimiento del crimen cometido. Admiro su franqueza, libertad y apertura de espíritu para expresar lo que ha escrito. Le escribe alguien de formación y cultura católica pero desde hace años anticlerical y espiritualista. Sigámonos encontrándonos en el camino de la paz y de la justicia todas las personas de buena voluntad. Saludos desde Montevideo, Uruguay
Somos nosotros, los seres humanos, Juanel, los que sacamos las conclusions..sin que esto implique la fe en si,,,que es otra cosa….Pero tanto la Ciencia como la Teología proceden de una misma fuente,que es la verdad y por tanto no puede existir ninguna contradicción entre ellas….Estas dos formas de conocimiento han de ser complementarias y no antágonicas…. ….La Ciencia experimental, en realidad, solamente expone hechos comprobados, emite tesis, formula hipótesis….Los modernos avances de la ciencia indican que la complejidad del Cosmos, y por tanto de la vida, no son meros productos del azar….sino que sugieren una inteligencia externa al sistema, una información extrínseca capaz de traer al Universo su existencia….y lograr organizarlo…..y mantenerlo en equilibrio para su crecimiento y vida….Esto no quiere decir que la Ciencia pruebe la existencia de Dios….ya que Dios mismo no puede se objeto de un experimento científico…mas bien, somos los seres humanos, los que podemos sacar nuestras propias conclusiones…que pueden apoyar
la FE…si necesidad de probarla científicamente….
La diversidad de las causas naturales y la interacción de la Ciencia con la TEología forman parte, pues, de una realidad…que es la vida del Cosmos….Estas dos disciplinas se tocan, se rozan…sin que necesariamente se confundan, ni se mezclen…..La observación de la naturaleza y su investigación hablan de un origen, plan, afinamiento, intención y propósito….Claro que podemos negar el propósito y la finalidad del Universo en si…como también los existencialistas como Sartre pueden decir que la vida humana es un absurdo, un “sin sentido”…Sin embargo, los hechos están ahí y es imposible afirmar que la secuencia de los aminoácidos junto con las constantes vitales vinieron a la existencia y permanecen activas por un juego del azar…por un mero accidente de la naturaleza….Los hechos hablan mejor que las palabras….Pero aún contra la evidencia, mi libertad me permite negarlo todo….aunque muchas veces sea difícil negar la evidencia…..La ciencia no es la vida….Somos nosotros los que tenemos la capacidad de pensar y formular conclusiones….Mi fe no es mas que un don….pero que se basa en motivos serios…en el que mi intelecto es una parte…y mi voluntad otra…
Los cuerpos naturales que no poseen en si inteligencia, siempre actúan orientados hacia una meta…que debe ser el bien para ellos..Llegan a la meta, no por mero accidente, sino intencionalmente…Pero ellos adquieren eso no por propia intención -ya que en si
las cosas y los seres irracionales no son inteligentes, sino a traves de una inteligencia que los dirige hacia el fin. La naturaleza no es mas que el plan tecnológico de Dios que es dado a las cosas para dirigirlas a su ultimo fin…La naturaleza actúa como si tuviera propósito pero como ella no posee inteligencia en si misma, ni intencionalidad intríseca, esta inteligencia se encuentra fuera de ella, fuera de la materia-energía..Por eso la inteligencia del Cosmos es dada desde fuera….DE otra manera estaríamos “deificando”a la materia…y atribuyéndolo propiedades que no tiene…ni poseerá jamas…porque vino a la existencia y se informó desde fuera, y esta
fuente que informó la materia…y le permitió organizarse en multiples y compléjisimas estructuras inertes y vivientes es propiamente lo que llamamos Dios….
Dios pues nos habla en en lenguaje de la Creación y por medio de nuestra mente que es también su creación…para que podamos escucharlo y entenderlo….Dios pudo crearnos de otra manera…pero escogió crearnos en esta libertad del Cosmos….dando al Universo la suficiente autonomía para su desarrollo y para que alcance su ultimo fin….que es El mismo…
Gracias por tu comentario….Con un saludo cordial Santiago Hernández
Esta es la parte final de mi comentario anterior e igualmente prescindible aunque si lo posteo es porque aprecio en alguna medida lo que comento.
La infame mentira conocida como la “Donación de Constantino” que hoy día la jerarquía católica reconoce como mentira e infame, cuestiona en su misma base legal la historicidad del Primado y la sucesión.
Los dogmas del catolicismo occidental (Romano) han sido definidos sobre la base suprema del Primado aunque como dices hayan tenido precedente episcopal disperso o precedente teológico entre los especialistas del mundo católico, que en realidad es arbitrario aunque sea ancestral.
Fue la propia comunidad original la que delegó la autoridad de Pedro y no hay evidencia de que después del Concilio de Jerusalén Pedro y Pablo al coincidir en Roma hayan tenido colegialidad o siquiera contacto. Se puede asumir pero no saber y menos probar. Pablo se sentía confortable con la existencia de diversas interpretaciones. Los historiadores y exégetas tienen suficiente consenso para asegurar que rehuyera la controversia con los judaizantes y que su propio “evangelio” no tiene el estilo literario de los 4 reconocidos canónicamente. ¿Por qué esto puede ser significativo? Porque lo original históricamente es la multiplicidad de fórmulas del Símbolo de la Fe o Credo. Por tanto tienes derecho a tener la tuya propia si estiras la cuerda, pero si quieres coincidir con la Iglesia Católica en su magisterio, esa autonomía no fuera legítima.
Respeto tu forma de creer aunque no la puedo compartir, por lo que me parece comprender.
Por mi parte para poder llamarme católico-romano no me queda más remedio que cuestionar en mi interior aquello propuesto magisterialmente que me cueste creer, pero simultáneamente abstenerme de proponer doctrinas alternativas.
No propongo la falsedad de ninguna doctrina, solo mi dificultad en aceptarla pero profeso in totum el Credo católico romano a pesar de la lista significativa de diferentes fórmulas o símbolos de la fe que son aún válidos. (Cf. las listadas en las página 53-81 de Denzinger-Hünremann, “Enchiridion Symbolorum Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum”, Barcelona, Herder 1999). A un católico-romano no le es concedida, lamentablemente, la certeza de que el Espíritu Santo, si en efecto guía a la Iglesia no solo guíe a los líderes, sino a cada uno/a de sus miembros.
Esto que digo ha sido percibido por los obispos como una amenaza tal que causó que hicieran fracasar el movimiento carismático hunde raíces en el movimiento pentecostal pluralista de inicios de los sesenta y estalló prolíficamente siendo acogido en Europa sobre todo en Bélgica por el Cardenal Suenens (Bruselas) y Pablo VI le concedió reconocimiento.
Los Kikos y otras organizaciones seglares, por ejemplo, (los Focolares no tanto) lo han dividido pero los actuales hermanos separados (antiguos herejes) lo mantienen vigoroso y fuerte en América Latina y Europa y a pesar de haberlo inspirado son considerados por sectarios e ilegítimos por la Iglesia Católica.
No soy carismático pero admiro la libertad y la apertura de la teología académica carismática. Siempre me ha impresionado muchísimo un corto ensayo de K Rahner, el cual releo a menudo, sobre el discernimiento de espíritus (en los ejercicios espirituales de Ignacio) publicado al final de los sesenta (Barcelona, Herder, colección Quaestiones Disputatae) que se llama “Lo Dinámico en la Iglesia”, en el cual Rahner analiza la (a mi modo de ver) importantísima tensión entre carisma y ministerio, o entre autoridad y liderazgo porque el riesgo de que aquella ahogue al carisma en su celo por validarlo o por su autoritarismo está siempre presente.
Escribo en dos partes para que sea menos larga la respuesta y desde luego quien desee leerla ya queda advertido de que quizás no le valga la pena de hacerlo. Valoro lo que escribo pero me parece absolutamente prescindible.
Amigo Juanel, como rehúyo la controversia (no contigo, sino en general) verás que mis comentarios son impersonales cuanto más pueda.
Me interesa mucho la historia de los concilios y sínodos y leo todo lo que puedo aunque se trate de una historia escabrosa y, con demasiada frecuencia, documentada tendenciosamente o indocumentada. Casi me parece preferible (para mí) acudir y leer a los críticos de la Historia de Iglesia que a sus apologetas, cuando deseo saber más de algunos detalles que me parecen particularmente oscuros.
El problema del Primado lo comprendo desde el punto de vista de una controversia multidimensional de mis tiempos de estudiante joven de teología entre Rahner, Ratzinger, Congar y Von Balthasar, Danielou, De Lubac, Küng, Moltmann, Bultmann, etc., en el período inmediato anterior y posterior al Vaticano II cuando el problema de la colegialidad se vino a convertir en importantísima para Pablo VI por unas razones diferentes de las que la hicieron importantísima para Juan Pablo II y siempre en tema candente. Esto puede explicar por qué hoy miro al Magisterio través de aquellas preguntas que me quedaron sin respuesta cuando los gigantes de la teología de mi tiempo no pudieron ponerse de acuerdo.
Gregory Palamas (1296-1359) era un monje greco-ortodoxo de la comunidad de Monte Athos cuya teología del Espíritu Santo es extraordinaria. Es una pena que haya sido dirigido por sus superiores a empeñarse en la Trinidad cuando lo que se le daba extraordinariamente prometedor era su pensamiento/sentimiento sobre el Espíritu, el cual en su visión, fuera la forma de la revelación del Dios de Jesús que debiera ser mejor comprendida en estos tiempos (o los de él).
Mis perspectivas son por eso laicales, porque realmente no me interesa el punto de vista clerical. Cualquier cosa que afirme tanto un clérigo obviamente lo afirmará sobre la base de la legitimidad de ser clerical, cuanto un laico o seglar lo hará desde la suya, pero esta última es la que me corresponde.
Ya en otro hilo he explicado porque me identifico con la díada que Ricoeur describió acuñado los nombres de “hermenéutica de la sospecha” y “hermenéutica de la afirmación”, que encaja muy bien en mi forma dialéctica de pensar (agradezco a Oscar Varela el recuerdo de Georges Gurvitch cuyo ensayo sobre la dialéctica me ha rejuvenecido alguna arrugas cerebrales porque también le leí en Cuba al final de los sesenta cuando era libro prohibido y quizás por esa razón, porque entonces tenía menos educación e información que ahora y lo aproveché, me parece, menos que en esta segunda lectura. Por eso soy sospechoso y crítico del magisterio basado en autoridad auto-atribuida como es el caso del de la jerarquía católica. Si me decidiese a escoger por mí mismo, autónomamente o a mi manera, aquello que me parezca aceptable o no, también tuviera que sospechar de mis motivaciones inconscientes o menos conocidas por mí mismo y lo hago. Ese discernimiento me parece el mínimo de honestidad intelectual o moral necesario.
Escribo todo esto para explicar que desde mi punto de vista la cuestión de la autoridad está íntimamente ligada a la legitimidad de la enseñanza que proponga porque es ejercida en el caso del dogma católico para imponer y una autoridad espuria en sus orígenes que reclama ser tenida por ininterrumpida pero no lo es, no puede ser legítima o lícita aunque sea auténtica a ratos. Los obispos no siempre tuvieron sentido de colegialidad ni se sintieron obligados a confesar comunión obligatoria con uno de ellos considerado supremo. Esa no es la noción de primado.
Más aún en los primeros siglos la confirmación legitimadora de un Patriarca en el ejercicio de su Patriarcado, sobre todo en cada una de los cinco más importantes y legitimados históricamente, dependía de que se intercambiaran las llamadas “Cartas de Comunión” porque la comunicación era más bien difícil y a menudo retardada con respecto a los acontecimientos. Los Sínodos y Concilios dependían de votos representativos si los mismos Patriarcas eran viejos y no podían estar físicamente presentes y en esas reuniones la presión política de los emperadores y líderes locales se hacía sentir y no siempre éticamente.
En aquella época no era posible siempre que la Iglesia toda confesara su fe en el sentido actual y relativamente reciente del “sensus fidelium”. Más bien la unanimidad de fe o comunión dependía de alguna forma de consenso entre los obispos o sus representantes, lo cual no siempre equivalía a fidelidad recíproca o compartida, porque las nociones de consistencia y “validez interna” ni existían ni eran apreciadas como lo son en Ciencias hoy día. La estadística como la conocemos no existía (es muy posiblemente posterior a la segunda mitad del siglo XVIII)
Si cada católico fuese libre de seleccionar los dogmas que le conviniesen o le pareciesen aceptables al hacer esa selección estuvieran contraviniendo precisamente la continuidad de la autoridad magisterial y la por tanto la de la sucesión apostólica, que son objeto de definiciones dogmática ellas mismas. Esta última no es mero linaje o “lineaje” episcopal y las sedes vacantes nunca carecen, que yo sepa, desde que esa noción existe en el derecho Canónico, sin que las lidere un administrador apostólico o un presbítero con o sin derecho a sucesión. Por eso no deja de continuar la comunión aparente o real con Roma y, en el plano del ecumenismo, algunas confesiones cismáticas pueden conferir bautismos legítimos y válidos para la Iglesia Católicas y otras no.
Hay una mirada hacia la Naturaleza, hacia los seres y procesos que se dan en ella, sensible a la belleza, y también la hay inquisitiva que se sorprende, asombrada y perpleja de lo que en ella descubre. La mirada científica más analítica y quizás reductora, intenta buscar explicaciones a lo que se da, partiendo de la hipótesis de trabajo de que todo cuanto hay y ocurre se produce por causas internas al propio sistema con plena autonomía. Esto no se trata de una verdad, es sólo una hipótesis de trabajo. Se niega por tanto, dentro de lo que considera Ciencia, a interpretaciones sobrenaturales o mágicas y a aquello que no alcanza a explicar simplemente lo deja en suspenso. Tú Santiago por lo que dices, opinas que las explicaciones de la Ciencia te resultan insuficientes, opinión que comparto, pero lo que no puedo compartir contigo es que en lo que dice y conoce la Ciencia lo contradigas por razones de fe.
Repites una y otra vez, cosa que no me importa pues siempre hay matices diferentes y que además yo también hago, que en cualquier proceso o hecho dado en la Naturaleza es imprescindible un diseño previo inteligente, lo cual es una hipótesis contraria a la que propone la Ciencia en sus estudios. Por supuesto que es una proposición tan válida como la de la Ciencia, que podría situarse en un plano distinto junto a ella, pero lo que no es de recibo es que se sitúe en contraposición y trate de enmendarle la plana, considerándose como la verdadera Ciencia. En esto no podemos ponernos de acuerdo. La Teoría del Diseño Inteligente NO ES científica, no es capaz de demostrar nada, en ningún proceso por muy concreto o general que sea. Nada de nada. Y aquí no hablamos sobre la fe sino sobre Ciencia. Si te empeñas en hacerlo siempre me tendrás en frente, porque no puedo dar por científico algo que no lo es. Yo trato de respetar en mi fe escrupulosamente lo que la Ciencia dice y tú, dicho llanamente sin intención de ofensa alguna, no lo haces y es que no tienes porqué hacerlo, no es tu estilo. Mi pretensión de mantener la fe junto con la Ciencia la ves poco viable, una alternativa sin salida, y yo me empeño en decirte que la tiene.
Si el asunto o trasfondo del que hablamos es sobre la Verdad, verdad definitiva o absoluta, entonces la Ciencia debe callar porque no es asunto de ella. Las verdades o hechos o datos ciertos que la Ciencia maneja son siempre parciales, provisionales sujetos a revisión y prueba ensayo-error-corrección o en su caso eliminación si no concuerda con nuevos datos observados o experimentales. ¿Podría ser que en Verdad tras los procesos que se dan en la Naturaleza hubiese una Inteligencia, una fuerza o energía espiritual, algo así como una “causa segunda” de los mismos? Puede, pero esta propuesta no es científica (aunque ello no nos indica que sea falsa) y considero que podría admitirse siempre y cuando se mantenga fuera del campo de la Ciencia. Pero esta posición no es la que yo he decido adoptar para explicar y justificar mi fe. Desde mi posición cientificista una proposición como esa no tiene cabida.
Saludos cordiales
Vamos a ver George si logro explicarme, para mostrarte mi posición lo más claramente posible, no para convencerte de algo ni para que tu adoptes la mía, ni para dilucidar en una controversia quien tiene razón y quien no aunque si se da el caso no la rehuyo. El problema de la autoridad en la IC para mí es un asunto marginal para la fe. No necesito imaginar la transmisión mágica del Espíritu Santo en la IC, ni tampoco entiendo la necesidad de una línea ininterrumpida de la sucesión apostólica referente al papado, para que yo pueda ver en la IC la fidelidad al mensaje original. Sin embargo, puedo afirmar sin temor a equivocarme que existe una línea de sucesión apostólica continua episcopal, y si en cuanto al papado no no fuese o sea así, en mi opinión no afecta en nada a la fidelidad del mensaje, sino a la autoridad, a la legitimidad o no en la sucesión del poder jerárquico y su jurisdicción, que son asuntos que no me interesan. No me interesan porque junto al papa hay una comunidad episcopal que lo nombra y sostiene (¿o es que no ha habido en la historia del papado tiempos de sede vacante?). El papa no es la IC.
La formulación de un dogma no proviene de un arrebato de inspiración de un papa, que declara que aquello que se le ha ocurrido de pronto es la Verdad de obligada creencia. Provienen de una controversia sobre la fe surgida en la comunidad de fieles que implican a uno o varios obispos, y que la IC tiene la “obligación” de determinar que es lo que está en línea con la Escritura,Tradición y Magisterio, y qué no lo está en ese punto controvertido que produce interpretaciones opuestas. Y para ello el papa convoca consejos o concilios y luego dictamina. No siempre las cosas han funcionado así pero esto es lo común, y es cierto lo que dices que unas cuantas veces los dictámenes papales se han tenido que cambiar y unos pocos han resultado heréticos. Han habido papas declarados heréticos y también concilios.
Me interesa la controversia producida previamente a la formulación de un dogma, precisamente porque me informa de cuál es la fe de la IC en el asunto tratado y qué queda fuera de ella. Me interesan sobre todo los primeros Concilios de la IC entre el 300 y quizás el 700, y como supondrás no tengo ningún interés en el dogma de la Asunción que me parece el más marginal y por tanto el de menor importancia de todos.
No tengo duda alguna de que hay un conjunto de escenarios, sobre todo en el AT pero también en la vida de Jesús de Nazaret, que están expresados en lenguaje mítico. Pero en cuanto al lenguaje empleado en la formulación de los dogmas, no recurro para solucionar los problemas que me puedan plantear a decir que se trata de lenguaje mitológico, como alguna teología hace en la actualidad, sino más bien, que se trata de un lenguaje propio de la cultura helenística, y que si queremos entenderlo hay que traerlo a nuestro contexto. Y la obligación de un católico no es entender, aunque yo esté empeñado en ello junto a otros muchos, sino solamente aceptarlo sin pararse a pensarlo como dices, algo así como “si usted (el papa) lo dice y quiero seguir en la IC, pues….”
Por favor, diculpadme las confusiones que crean la innecesaria palabra “carente en la tercera línea y la omission del segundo paréntesis en la sexta línea después de “iconoclasia”, en mi entrada de de las 3: 51 h.
El mito y la mitología solamente son formas de la verdad histórica o de la memoria histórica profundamente inscritas en el ser humano. A menudo me quedo con la impresión de que la noción de mito sea demasiado frecuentemente equiparada a la de leyenda o invención carente ingrávida, hueca, y eso es gran injusticia.
El mito refiero o remanda a esas intuiciones de las cuales el arte y la literatura, la música de la humanidad ha mantenido una memoria que no reside en el cerebro. No es por gusto que algunas culturas hayan practicado aniconismo (el DRAE no incluye una definición para la palabra y lo más cercano que llega a definir es iconoclasia pero designa la práctica de evitar o rehuir la representación visible de la divinidad o de personajes religiosos respetados como intercesores).
Por ejemplo, la abundancia de recuerdos sobre una gran inundación planetaria debida a lluvia que ha limpiado de maldad el Mundo conocido; la frecuencia con la que las divinidades solo han nacido de mujeres versus la opresión que hace miles de años sufren las mujeres que obviamente hace sobrevivir la valoración paradójica de la mujer sobre el hombre; la necesidad de imaginar el origen “sobrenatural” o divino de lo natural versus la pequeñez y vulnerabilidad sentida por el ser humano; la frecuencia de la idea de un primer pecado como causa de la injusticia y de la miseria humana, algo así como marcando el comienzo del mal humano.
Engels interpretó la historia en función de la propiedad privada y la familia en ruta al Estado sobre el estudio del desarrollo mítico. Freud y Frazier, cada uno a su manera y en sus campos respectivos, dedicaron detalladísimas interpretaciones a los mitos. Más modernamente, Jacques Delumeau, Joseph Campbell y Mircea Eliade entre otros han dedicado sus vidas al estudio del mito y la mitología y a descubrir su valor a fin de poder interpretar mejor la historia de la humanidad. Otro ejemplo fuera René Girard que ha enseñado en muchas universidades y ha podido proponer interpretaciones extraordinariamente iluminadoras sobre la historia humana a partir de la figura mitológica principalmente hebrea del “chivo expiatorio” cuya influencia entra incluso en el estudio psicológico de la mimesis, la formación del deseo y sus raíces neurológicas, y la globalización.
Hay indudablemente un mito sobre Jesús de Nazaret que el cristianismo aún está elaborando y en el que ha quedado oculto como en un sudario el llamado Jesús Histórico al que se le reza, se le ofrecen cosas, se le honra, con demasiada frecuencia, idolátricamente porque su memoria devino práctica e institución religiosa causando su segunda muerte: Ya Jesús de Nazaret no es quien era sino lo que se dice de él.
Nada ha podido eliminar la esperanza de que pueda ser realmente capaz de hacer cumplir las promesas que se le atribuyen en los evangelios y la tradición cristiana, aunque afortunadamente nadie puede tener evidencia material anticipada de ello.
Amigo Juanel, las verdades no dejan de serlo por la edad o el tiempo que fueron formuladas….La “modernidad” no ha resuelto el problema existencial del ser humano..Hoy en día el mundo se aproxima en forma progresiva, segun estudios modernos, a su autodestrucción..Por lo que el cambio de vision no ha favorecido a la especie humana, pues la misma supervivencia de la naturaleza humana en si, está en juego…Por eso si la cosmovisión de la Edad Media estaba pasada de “moda”, tampoco la moderna cosmovisión ha mejorado las cosas….Hay ciertas verdades…y ciertas verdades ineherentes a nuestra propia nataraleza humana…como ser viviente…que está de pie en este pequeño planeta Tierra, que no son inter-cambiables. por ejemplo….un ser viviente capaz de atisbar la realidad, no solamente “natural” sino lo que es “extranatural”….Una verdad, sigue siendo verdad, aunque hayan pasado 20 siglos de su formulación….
Claro que la Ciencia experimental no puede -como dices y sugieres tu- meterse a contester preguntas que están fuera de su entorno….Esto corresponde a otra disciplinas en donde se discuten la racionalidad del por qué de las cosas…Sin embargo, la Ciencia apunta a un mundo inteligente…por lo pronto, puede decir que existe inteligencia -no casualidad- en los procesos vitales del
Cosmos…Pero no se necesita tampoco que un científico lo sugiera….cualquier persona de inteligencia común se puede dar cuenta….de que el Cosmos resultaría una imposibilidad sin una fuerza inteligente que lo mantenga en un equilibrio inestable….y que su existencia
es de tal rareza…que el azar sería lo mas improbable….
Si la inteligencia solo reside en el Homo Sapiens tampoco este ser vino a la existencia “por arte de magia”…tampoco por su propia decision ya que la propia naturaleza de este ser no tiene la capacidad de darse la vida a si mismo, ni organizarse en los complejísimos procesos vitales sin una previa información ya que sería totalmente absurdo..Para lograr la maravilla de la evolución que pudo formar el Universo y seguir creciendo en inteligencia y en información tuvo que existir una causa previa….ya que tampoco se podría dar ninguna clase de proceso evolutivo sin el concurso de un motor primero….puesto que es mucho mas improbable que la materia-energía posea las cualidades necesarias para tamaña hazaña evolutiva….que la probabilidad de un Dios creador….Por tanto, es improbable que la material-energía sea el único ser…
Dios creador tuvo la capacidad de crear libremente un Cosmos que pudiera evolucionara libremente con la información necesaria para el desarrollo de todos los procesos vitales que El mismo fundamentara…Para los efectos necesarios, Dios prove las causas necesarias…y para los efectos que el quiere que sean libres proporciona las causas libres que actúan de manera diversa….Por eso, la naturaleza de Dios es distinta a la humana….porque la nuestra es contingente….Ella no puede tener en si la plenitud…ya que para tenerla -no solamente tuvo que tener causa- tuvo y tendrá que recibirla de Otro..que es el que la posee en suma PLENITUD….Este ser es Dios…..del que lo hemos recibido todo….Claro que puedes tratar diferentes alternativas….Pero para mi en esencia, no hay muchas….Se puede variar la “forma”…pero la esencia divina se puede entender mejor…..pero permanecerá inmutable…como su misma naturaleza divina
Un gusto poder dialogar contigo…Un abrazo de Santiago Hernández
Prefiero rehuir la controversia porque la misma implica la defensa de posiciones como si alguna de entre quienes contienden tuviera que resultar vencedora. Realmente no me cuesta reconocer mis errores pero a menudo la experiencia ha sido que o he sentido la necesidad de salirme de la controversia porque la misma se vuelve personal, encontronazo de personas como en un combate cuerpo a cuerpo, o porque mi contendiente en realidad solo desee conscientemente o no que su punto contencioso sea aprobado o aceptado. Esta aclaración la hago porque al comentar específicamente algunas afirmaciones de la entrada de Juanel me parece necesario cuestionarlas para poder comprenderlas o acogerlas en el sentido que él las propone, más que para demostrar si de mi punto de vista son o no aceptables. Deseo poder comprenderlas, no deseo refutarlas o demostrarlas falsas.
Leo en la entrada de Juanel (18-mayo-2015; 13:20 h.)
“…para sacar algo positivo del dogma me olvido por un momento de la autoridad que subyace en todo dogma… …para poder coger cualquier dogma con pensamiento crítico, buscar qué sentido puede guardar para mí, el orden que ocupa en la jerarquía de dogmas y su distancia con los troncales o fundamentales, que sirven de base a la fe.” (Énfasis añadido)
Las preguntas que me hago a este respecto es: ¿Cuál fuera el propósito de sacar algo positivo del dogma que, en el mejor de los casos, si no impone un techo a la investigación la hace partir de una premisa indemostrable?
Mi respuesta es que para mí carece de propósito, precisamente porque pertenecer a la Iglesia Católica como pertenezco me resulta posible porque me reconozco el derecho (cuyo ejercicio no considero opcional) de buscar la Verdad por mi cuenta porque la autoridad jerárquica ha demostrado estar no solo errada en suficientes casos (por ejemplo los cismas entre Occidente y Oriente causados por la autoridad que ayer arrogantemente declaró la universalidad obligatoria de una creencia que hoy es lugar de arrepentimiento y solicitud de perdón) precisamente por atribuirse una sucesión apostólica que en realidad no tuvo continuidad histórica.
Una referencia interesante al respecto es la discontinuidad del magisterio que reporta un documento cuya credibilidad como evidencia documentaria de aquello que todo católico deba creer como verdadero es aceptada. Me refiero al “Enchiridium Symbolorum, Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum” el cual comienza en su segunda parte por admitir que las listas de la sucesión de los Papas no solo ha ido cambiando a lo largo del tiempo, sino que la última vez que cambió fue en 1949, preparada precisamente para el Enchiridium, la cual describe como “muy mejorada”. Cf. Ibidem, H. Denzinger, P. Hünermann, Barcelona, Herder, 1999, pp. 101-123).
Más aún, esta compilación magisterial, al compilar los documentos de los papas, no ha podido incluir ninguno de la mayoría de los papas de los primeros trescientos años que pueda atestiguar que sean de la autoría, por ejemplo con respecto a los tres primeros pontífices: Pedro, cuya fecha final de pontificado y de muerte no puede precisar; ninguno original de Lino, cuyas fechas de comienzo y final de pontificado y de muerte no puede precisar; ninguno de Anacleto, cuyas fechas de inicio y final de pontificado no puede precisar. Cita uno de la autoría de Clemente I de Roma cuyas fechas de inicio y final de pontificado no puede precisar; y se repiten otros casos similares hasta el Sínodo de Arlés (A.D. 314), pasado el de Elvira (cuya fecha no se conoce pero por consenso se sitúa en circa A. D. 300-303) del cual se cita su Canon 33, el cual “parece” que sea la ley más antigua sobre el celibato.
La segunda pregunta que me plantea este comentario de Juanel es la siguiente: ¿Cómo poder olvidar aunque sea momentáneamente lo que hace dogmático a un dogma, es decir la legitimidad de la autoridad que lo define?
Si yo lo intentara (no digo que ese sea el caso de otras personas, pues no lo sé) estuviera haciendo una especie de malabarismo intelectual para adecuar lo que el dogma en cuestión proponga a lo que deseo creer. En efecto, para mí, el dogma es lo que la autoridad que lo define quiere decir y si “es” se debe únicamente a esa autoridad. Los dogmas no requieren más evidencia, en el mejor de los casos, que el poder de la autoridad o del consenso de varios individuos que se consideren autorizados para definirlo. Por ejemplo, Pío XII consultó obispos para definir el Dogma de la “Asunción de María en Cuerpo y Alma al Cielo” y con la mayor probabilidad conocía o pudo conocer de la relación de nombres pontificios que representaba la sucesión apostólica en 1949 y, subsecuentemente, que no hubiera evidencia de la opinión de esos predecesores suyos con respecto al dogma que definió sobre la Asunción de María en 1950, cuya lista está incluida en el Enchiridium (Cf. Denzinger-Hünermann, nn. 3900-3904).
Pío XII formula su definición de este modo: “…por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre. Fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. Por eso, si alguno, lo que Dios no permita, se atreviese a negar o voluntariamente poner en duda lo que por Nos ha sido definido, sepa que se ha apartado totalmente de la fe divina y católica.” (Énfasis y bastardilla añadidos),
De esta suerte si yo deseo llamarme católico, como lo deseo, tengo que sufrir la violencia de la ignorancia científica de Pio XII, Pablo, Pedro e incluso Jesús y contra todo racionamiento aceptar y confesar que sea verdad que lo que los astronautas han comprobado acerca de la magnitud de temperatura fuera de la atmósfera de la Tierra no fue válido con respecto al cuerpo físico de María. Mi conducta al respecto solo pudiera ser la de no pensar en ello porque si lo pienso no puedo dejar de intencionalmente dudarlo e ipso facto “quedar totalmente apartado de la fe divina y católica” (sic) aunque mi fe es y solo puede ser humana y por lo tanto, naturalmente capaz de cuestionarse y aprender a base de dudar, es decir discernir la verdad de la falsedad, precisamente en ejercicio de lo que Pio XII con Pablo hubiese llamado “la dignidad de los hijos de Dios”.
A mí me parece George, que hay un resquicio por donde colar algo positivo sobre el dogma, sorteando la imposición autoritaria y arbitraria, lo que es verdad que ocurre como un hecho común y desgraciadamente frecuente en la IC y que tan claro has expuesto. Yo para sacar algo positivo del dogma me olvido por un momento de la autoridad que subyace en todo dogma, (que no es lo mismo que autoritarismo, pues este parte de saberse en posesión de la Verdad y no queda otra que imponerla, de lo cual deriva el dogmatismo, muy alejado de mi pensamiento). Me olvido de la autoridad para poder coger cualquier dogma con pensamiento crítico, buscar qué sentido puede guardar para mí, el orden que ocupa en la jerarquía de dogmas y su distancia con los troncales o fundamentales, que sirven de base a la fe.
Comprendo que lo que a mí me pasa personalmente es que he decidido tener la misma fe que la de la Iglesia Católica. Por supuesto que esto no es estrictamente necesario para el seguimiento a Jesús, es una cuestión particular mía aunque la pueda compartir con muchos otros. Y si he tomado esta decisión tengo que saber exactamente cuál es la fe de la IC, que es lo que dice y lo que no. No es una cuestión de autoridad y menos de autoritarismo, ni tampoco requiere suponer que lo que dice la IC le viene de arriba o del Espíritu Santo. Me es suficiente suponer que lo que dice la IC en cuestiones importantes calificadas como dogmas, expresan con fidelidad adaptado a los tiempos (más o menos), el mensaje o legado que transmitieron los Apóstoles, (Pablo de Tarso incluido, puesto que no sólo fue admitido sino “enviado” a transmitirlo). De aquí mi interés en interpretar el Credo, mientras sea mantenido por la IC, tal como nos ha llegado. Hay muchas tipologías sobre Jesús, muchas formas de interpretarlo, pero a mí las que me interesan son aquellas que puedan ser incorporadas al legado de la IC porque no rompen ni con las Escrituras ni con la Tradición ni con el Magisterio, las que puedan ser consideradas por la IC como expresión fiel al mensaje original apostólico en un contexto cultural distinto en el que se formalizaron.
Saludos cordiales
(…) este enfrentamiento, en fin, trato con las cosas es, decía Oscar el pasado 11 de Mayo, precisamente La REALIDAD (lo que nos pasa y lo que hacemos con las cosas).
Por supuesto que lo que nos pasa y lo que hacemos con las cosas es realidad, qué otra cosa podría ser si no?
Es nuestra realidad circunstancial. Pero el hecho de que lo que nos pase dependa de cómo hacemos las cosas ya eso implica agrandar el horizonte.
¿No son las cosas las que nos piden cómo ser tratadas? ¿No es esta la cuestión que tanto le preocupa a Boff? Y que, para ello, tanta tinta emplea? ¿El cuidado con las cosas, no exige, por tanto, un modo específico de tratarlas, el modo humano por excelencia. No hay un modo superficial de tratarlas y otro específicamente humano, en profundidad? Aquella ” simultaneidad” en la que ambos estamos de acuerdo no se produciría, pienso, a menos que lo que hagamos con las cosas no sea justo lo que ellas nos piden.
En el “estar viviendo” tratando con las cosas, lo que se nos impone, como decía el otro día, no son éstas en cuanto tal, apareciéndonos así precisamente por la forma objetiva según, como sujetos, ponemos nuestras leyes. Es lo que decía, también al terminar mi comentario del otro día, respecto a nuestras construcciones mentales a diferencia de entender, es decir, de-tener configurado estructuralmente lo real en nuestra mente. Lo que se nos impone no son las cosas en su contenido sino lo propio y real de ellas. No es la fuerza de las cosas sino el dinamismo de sus formas lo que posibilita que el trato con ellas nos configuren y así mismo configuren nuestro estar en la vida.
La herejía, a mi modo de ver (aunque defiendo el derecho de cada uno de posser su propia opinion a este respect) debiera o debe estar den o de la parte del dogma y del que dogmatice.
El sitio en la red “Etimologías de Chile” que es suficientemente confiable establece que dogma deriva de la palabra griega δόγμα, que significa “pensamiento, principio, doctrina”. Que a su vez deriva del griego δοκειν que significa “opinión”
El DRAE establece lo siguiente del vocablo “dogma. (Del latín dogma, y este del griego). 1. Masculino. Proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia. 2. Masculino.. Doctrina de Dios revelada por Jesucristo a los hombres y testificada por la Iglesia. 3. Masculino. Fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión.
Un dogma, por definición es una opinión arbitrariamente declarada como premisa necesaria por quien enseñe no sobre la base de evidencia sino sobre la de una autoridad que se atribuye para declarar como incuestionablemente cierta alguna afirmación que no pudiera demostrar mejor que avalándola violentamente en ejercicio de su auto atribuido poder docente. Al ejercer el poder autoritario violento siembra la división, porque establece (en ejercicio de una autoridad que afirma haber recibido de la divinidad lo cual no puede demostrar) la obligación o imperiosa necesidad de aceptar la doctrina que propone so pena de perdición eterna (en el caso de los dogmas religiosos y católicos al menos).
El dogma católico constituye una negación de la posibilidad futura de conocer mejor sin hacer violencia imponiéndolo so pena de perdición eterna, es afirmado atribuyéndose una autoridad de derecho divino que es otra afirmación dogmática previa y por lo tanto una evidencia que en sí misma no es demostrable tampoco; viola el derecho individual a creer y actuar en conciencia y por lo tanto causa violencia y atenta contra la dignidad esencialmente humana de que cada uno busque descubrir la vedad en y desde su circunstancia.
Quiero añadir que el modo de ver la actuación o el modo de hacer de mi Dios, (es decir, mi forma de entender un posible contenido de Dios), como una acción “a posteriori” de acogida y protección en lugar de creación o de origen de las cosas o de lo que sucede es para mí primordial, ya que tiene consecuencias que considero muy importantes no sólo teológicas sino también morales.
Si digo que mi Dios me acoge y protege una vez concebido y nacido, sin ser la causa directa de mi origen, significa que tampoco lo hago responsable del nacimiento de tantos niños que nacen cargados de enfermedades y miseria. Suponer que Dios CREA tanto sufrimiento y tanta injusticia, resulta para mí y para muchos incomprensible. No lo hago responsable de que las parejas no tengan ningún hijo cuando lo quieren, ni tampoco pienso que Dios tenga algo que ver o que decir sobre la decisión de las parejas de no tener ninguno, uno, dos o 17, o que le preocupe de alguna manera si se pierde semen fecundador u óvulos marcados durante siglos con la sangre menstrual y la discriminación que ello supuso para las mujeres en ese momento infértiles. Tengan los hijos que tengan las parejas los acogerá en las condiciones y circunstancias que sean y punto.
Mi Dios respeta las decisiones humanas tanto las buenas como las malas, tanto como respeta la autonomía del mundo. Que respeta las malas decisiones es evidente, ante tanto mal y sufrimiento humano que producen, sigue acogiendo lo que se le venga encima. Acoge hasta lo incomprensible, la crucifixión de Jesús y de tanta víctima inocente. Acoger no es lo mismo que querer. Que las cosas que suceden sean voluntad suya y por tanto responsable de las mismas como consecuencia de suponer en Dios una acción creadora, choca contra la razón y la ética. Al contrario, al suponer que las cosas suceden por causas intrínsecas al propio sistema con plena autonomía y una vez hechas Dios actúa “a posteriori” acogiéndolas, pienso que eleva la calidad ética que suponemos en Dios y desaparece la proposición que asocia el mal del mundo con su voluntad y por tanto con su responsabilidad.
Saludos cordiales renovados.
Entiendo Santiago tus planteamientos, desde tu perspectiva de ver e interpretar el mundo, al ser humano y su entorno, desde tu cosmovisión. Es la misma que se ha mantenido desde el medievo sin tener en cuenta la modernidad. ¿No te has dado cuenta que la modernidad le ha dado un duro golpe a la cosmovisión anterior haciéndola irrecuperable?
La Ciencia no dice que la energía-materia sea trascendente, ni tampoco que tenga inteligencia, eso lo dices tú, la buscas en ella aunque no la encuentres, de acuerdo con la cosmovisión de la que partes. La trascendencia no es una cuestión ni un concepto científico, y lo que sí dice la Ciencia es que la inteligencia no está en la materia, ni en la energía, ni en los seres o cosas, ni en los procesos que ocurren, sino “casi” exclusivamente en nuestra especie el “Homo sapiens”, no por arte de magia llegada a ella desde el exterior del sistema (de Dios) sino surgida como consecuencia del proceso natural evolutivo. Es que hay otros seres vivos inteligentes en grado diverso (cuervo, delfín, elefante, perro, monos….cada vez mejor estudiados y comprendidos), siendo por supuesto mucho mayor en el ser humano que en cualquiera de los demás, por las circunstancias y condicionamientos de su propia estructura y del medio en que se fue produciendo su proceso adaptativo y evolutivo en el tiempo, tal como ocurre en las demás especies.
Yo me reconozco como individuo de mi especie, un organismo formado por un conjunto de células, y punto, originado como cualquier otro ser vivo de cualquier especie que se reproduzca por fecundación, con una ínfima probabilidad de que el preciso óvulo de mi madre y aún más improbable el espermatozoide de mi padre entre millones, se encontrasen para dar precisamente a mí, a Juanel y no cualquier otro. No ya el azar, sino una probabilidad casi nula marcan el origen de mi vida. Ahora bien si yo creo en la Plenitud Humana y por tanto pertenezco a ella como todos los humanos que hemos llegado a la vida, de algún modo tenía necesariamente que nacer y de algún modo que aún desconozco me puedo sentir “protegido” por Dios desde el punto de la fecundación que dio origen a mi vida. A veces me gusta imaginar que ciertos angelitos (je,je,…) se preocuparon de unir sexualmente a mis padres en el momento preciso y facilitando el camino al único espermatozoide que me podía dar la vida, única e insustituible. Por supuesto que esto es irracional y por tanto lo que pienso es que Dios protege “a posteriori”, es decir, deja que las cosas sucedan de modo natural autónomamente, y luego las acoge para sí. De este modo me puedo sentir igual de protegido, por Dios, porque mi destino es la Plenitud. Y del mismo modo lo hace con el mundo lo deja desarrollarse por sí mismo y luego lo toma para sí.
Acabas Santiago con una frase lapidaria, “no hay alternativas”. ¿Qué quieres decir que nuestra fe no puede darse en una cosmovisión diferente a la que supones definitiva como la del medievo? Pues no, tenemos la obligación de hacer “apología” de nuestra fe en nuestro mundo actual con todas sus consecuencias y no recluirnos en un pasado desfasado irrecuperable. Nuestros predecesores en el mundo helenístico lo supieron hacer ¿por qué no lo vamos a saber hacer nosotros en el nuestro?
Un saludo a ti MªPilar me alegro de que, según me dices, te interesen estos comentarios y te abran perspectivas nuevas con un lenguaje novedoso.
Saludos cordiales Santiago, ya sabes que me gusta dialogar contigo pues me obligan a precisar mis ideas. Gracias.
Es mucho mas difícil suponer que es la materia-energía la que tiene la trascendencia per se que aceptar un Dios trascendente per se….Nuestra humanidad corpórea es efímera, se acaba…muere…..acabamos en la tumba….Nuestra inteligencia es limitada…no puede abarcar, por si misma, toda la reallidad….Si esta humanidad, a la que tu quieres deificar para que encaje en tus ideas científicas, fuera dios, tendría que tener la vida en si misma….Pero la naturaleza humana fue creada….nos fue dada….fue recibida por nosotros….somos por tantos seres contingentes que no necesitaban existir…sino que fueron traídos a la existencia por otro….
No somos Dios…ni aun en conjunto….la plenitud está solamente en Dios..es El el que dió la información “primera” ya que la energía física nunca pudo darse a si misma su propia información, incluso si admitimos una información eternal en un mundo eterno, incluso si admitimos desde siempre seres vivos y pensantes en el mundo. Hoy en día se reconoce con mucha mas frecuencia la existencia de una fuente de información, distinta de la materia informada….Esta información es extríseca a la material…ya que ella no puede pensarse a si misma…ni mucho menos darse a si misma la exisstencia…Si hay autonomía en el mundo es porque el mundo existe…y para existir -aun en potencia, aun en pensamiento- alguien inteligente tuvo que hacerlo….pues va contra la razón puramente natural que los seres que empezaron a existir no tengan causa…..Por lo tanto, si existimos, como seres contingentes, es que somos productos de una causa primera…que es Dios…aunque no podamos abarcarlo en su totalidad…ni comprenderlo perfectamente….sino que solo podemos llegar a El por la razón y como tu dices por la FE…Nuestra razon natural puede llegar a la idea de Dios…pero no puede ir mucho mas allá…Hace falta la luz de la gracia,.o sea,..la capacidad que tenemos para poder siquiera pensar en el concepto de Dios…pues somos los únicos seres de la creación capaz de abstraer, formar conceptos, y amar y sufrir no solo biológicamente sino en el espíritu…espíritu que no es el producto evolutivo de la energía física….sino que ha sido infundio en nosotros por el Creador….
Por eso, la realidad no es possible, ni pensable, si no recibe información de un ser distinto de la materia-energía,,,En el Cosmos existe inteligencia….estos procesos no pudieron ser meros productos de la casualidad…como se ha demostrado con el genoma humano…El mundo ha sido informado inteligentemente desde fuera…..ya que la energía física no tiene el poder, por si sola, de pensarse a si misma para poder tomar decisiones inteligentes…si no ha sido previamente informada….El Cosmos no puede ser el único ser, o el ser considerado absolutamente….Considerado el Cosmos como una evolución objetivamente creadora, una creación en proceso de realización desde hace miles de millones de años, no puede ser, pues explicado por si solo…pues caeremos en enormes contradicciones….
La hipótesis del mundo como el único ser absoluto no se ha probado…..Pero hay un principio informante distinto de la materia…que no es inherente al mundo físico….Hay algo mas….somos mas que biología y materia…..El principio está por encima de lo física….ya que la vida del ser humano trasciende lo meramente biológico y material…en ese principio diferente de ellos…
Las preguntas existenciales…seguirán siendo eternas….pero la FE nos dice que el “misterio” algun día se nos revelará..Hasta entonces tenemos que aceptar con humildad que “algo” existe por encima de nuestra humanidad….que corruptible ahora….será revestida de incorruptibilidad…No existen muchas mas alternativas…
Un abrazo de Santiago Hernández
Ummmm: Este tema… se está poniendo:
!!!Muy interesante!!!
Con un lenguaje novedoso y acogedor, mirando en todas direcciones posibles.
!Gracias por hacerlo posible!
m* pilar
Me hago la pregunta de Oscar ¿de qué lado está la herejía? Si por herejía entendemos lo que está del lado de la disidencia, de la no sumisión ni obediencia ciega a lo que la IC dice, (pues si lo hiciéramos nos llenaría de culpas dado que siempre nos pilla en el pecado ya sea por una cosa o por otra), pues tengo motivos sobrados para ser hereje. Si nos obliga a aceptar los principios y dogmas de la fe tal cual se nos dice, pues soy hereje. Ahora bien si de lo que trata la herejía es de la falta grave de sumisión a la autoridad de la Iglesia, tanto como para separarse o ser rechazado por ella, entonces yo no soy hereje. Mantener la disidencia fuera de la Iglesia Católica no me interesa. No me interesa formar ni incluirme en otra Iglesia distinta, fuera de la Católica, y además yo no entiendo el seguimiento a Jesús sin una comunidad de fe y vida. A mí lo que me gustaría es estirar tanto la disidencia la pluralidad y la diversidad dentro de ella, que cupieran todos los cristianos que asumen y proclaman la fe en Jesús, en Cristo. Ya sé que esto es muy difícil, pues los modos de entender y de seguir a Jesús no son sólo diversos, sino divergentes y a menudo contrarios entre sí. A tanto llego en esta decisión mía de no separarme de la IC ni verme rechazado por ella, que en el caso de darse esta coyuntura me retractaría públicamente de lo que fuese necesario, sin embargo, yo no puedo ni podría cambiar privadamente mi actitud, ni mi razón, ni mis deseos y actuar en consecuencia, lo contrario sería hipócrita y falso. No puedo considerarlos un error si yo no puedo verlo, y lo que me serviría para seguir adelante sería el pensar que aún no ha llegado el tiempo para ciertas ideas y actitudes. Y sí trabajaría tanto como pudiese “dentro de ella” para que mi Iglesia cambiase.
En estas ideas estaba cuando abro el link que nos propone Oscar. ¡Sorpresa! Trata sobre la petición de firmas para el tema de la familia en el 2014, en la línea de la moral católica más rancia. Una moral que hace muchísimo daño a las personas comunes y corrientes que quieren ser católicas seguir al Papa, y no les dejan. Algo así como aquella frase de Jesús que dice “ni entran en el Reino ni dejan entrar a nadie”. Carecen de empatía, de sensibilidad y de amor hacia aquellos cuyos derechos y sexualidad no cuadra en sus estrechos esquemas morales. Yo creo que el error está en esa moral rancia que ha defendido la IC en el lado de los vencedores en ella por ahora, y por tanto la herejía está hoy del lado de los que proponen una moral sexual alternativa. Pero me pregunto ¿será así dentro de unos cuantos años? ¿podrán los que tienen el poder hoy mantener una moral tan mezquina y ramplona, cuando la comunidad católica junto a una mayoría de sus obispos diga otra cosa?
Saludos cordiales
Hola Oscar!
Ya ves, entre unas cosas y otras me he retrasado un poco, pero ahora que me llegó el tiempito para con-versar permíteme que antes te ruegue, eso sí, no me dejes, como alguna vez has hecho, sin respuesta. Ya sabes que admito todo tipo de críticas. No sé en qué punto estará la conversación pues hace días que no os leo. Por mi parte me limitaré sólo a responder tu comentario del pasado 11 de mayo 22:11
Pienso que no andamos muy alejados, sólo le añadiría a ese “estar viviendo” “estar viviendo sabiéndome y sabiéndolo” Concepción que se aleja de un saber sin experiencia (trato con las cosas) y este modo de estar viviendo implica esa simultaneidad entre mi yo y las cosas. Tu simultaneidad es sinónimo de lo que para mí es la actualidad intelectiva. “El poder del ahora” ¿te acuerdas? Creo que fue Luis Troyano que nos habló hace algún tiempo de E. Tolle , filósofo alemán. Yo, por aquel entonces tenía entre las manos la trilogía zubiriana de Inteligencia y Realidad (publicada en 1980) y me ayudó a entender el concepto de intelección.
Repito, esta simultaneidad entre mí yo y las cosas no es aquel yo que sólo las piensa conceptivamente, como cuando el otro día lo expresara diciendo que no es el juicio el que determina la inteligibilidad de las cosas, sino que es la realidad de ellas la que determina la estructura pensante y capacitada que el juicio posee.
Sí, ya sé que te estorba ese vocablo pero es que la realidad no admite definición. La realidad es sólo un momento de la cosa, aquel momento que la hace real para nuestro vivir. Y precisamente por esto es multifacética porque está en todas las cosas y ninguna de ellas es la realidad.
Desde este planteamiento y en coherencia con lo dicho, yo no diría que ENTENDER sea INTERPRETAR. Porque la interpretación apunta a tener que enfocar la cuestión a “nuestro modo”(otra vez sale aquel polémico concepto ) en cambio el entender como modo nuestro propio del ser humano nos abre a una posterior intelección en continuidad con aquella primera de actualización o de aquel “ahora” si se quiere de actualidad.
Cuando se ha entendido algo lo que sucede, creo, es tener ante nuestra mente desplegado, por así decirlo, lo real de ello en todas sus estructuras. Todo lo contrario de lo que se ha venido en llamar construcciones mentales.
Puede ser que tarde un poco en contestarte, pues otro fin de semana sin ordenador….GRACIAS,amigo!
Santiago yo no puedo aceptar suavemente una verdad revelada si me resulta contraria a la razón. No puedo, no tengo nada de sumiso.
A primera vista parece que la mirada de Dios Trascendente hacia lo humano carece de sentido y aún más admitir que tiene un componente humano. Es que resulta absurdo plantearlo. Sabemos que nuestra especie es insignificante, perdido en un planeta pequeño del sistema solar, siendo nuestro sol una estrella vulgar o común entre las 100 mil millones que tiene nuestra galaxia, una galaxia como muchas otras de entre las miles de millones observadas en nuestro Universo. Que tiene un origen biológico evolutivo como millones de otras especies de seres vivos, que no es otra cosa que un conjunto de células que conviven en un organismo durante un tiempo escaso. Ante esta constatación evidente, si digo que Dios apunta a lo humano, la pregunta que surge de inmediato podría ser la misma que se hace el salmista ¿que tiene el hombre para que Dios se fije en él? Entonces la Teología en general se ha dedicado intensamente a decirnos que el ser humano es otra cosa de lo que nos resulta evidente y lo que nos dice la Ciencia. Que el ser humano tiene alma inmortal, que tiene una constitución dual cuerpo-espíritu, que somos creados a imagen y semejanza de Dios, que somos hijos de Dios,….., tal y como dices Santiago en tu comentario. Para mí, cambiar la constitución o naturaleza humana para dar cabida a la fe, no me resulta ni razonable ni científico. Prefiero quedarme sólo con una antropología científica que sobreponerle o añadirle otra de cualquier tipo.
Entonces, ¿no queda espacio para la fe, para la fe revelada? Pues yo creo que sí. Si nos fijamos no tanto en lo que el ser humano ES, sino en lo que puede LLEGAR A SER, entonces la fe puede tomar espacio y enraizar sin chocar contra la razón ni contradecir la Ciencia. Lo que propongo es cambiar el punto de observación, en lugar de dirigirlo al pasado a nuestro origen y buscar lo que somos, dirigirlo al futuro a lo que es posible que lleguemos a ser, hacia la plenitud humana. El pasado está cerrado, somos lo que somos y venimos de donde venimos, pero el futuro está abierto lleno de posibilidades y en él podemos afianzar nuestra esperanza y asentar nuestra fe. Ya Jesús en alguna ocasión nos dijo que es bueno despreocuparnos un poco sobre lo de aquí abajo, sobre lo que comeremos y vestiremos, y nos ocupáramos más bien de lo de arriba de las cosas del Cielo. Y el Cielo no está en nuestro pasado sino en el futuro de nuestras vidas.
Esta manera de ver las cosas me permite hacer razonable la mirada de Dios, ese fijarse o apuntar hacia el ser humano, e incluso que Dios Trascendente tenga asumido un componente humano. Y es que en realidad Dios no ha puesto su mirada, ni ha creado, a los indivuduos de una especie de ser vivo tan insignificante y efímera como el homo sapiens, sino en la plenitud humana, en todos y cada uno de los individuos o personas humanas que la componen, en el conjunto de la humanidad plenificada, sin exclusiones de ningún tipo. Y es que a mí me resulta posible y razonable sin contradecir en nada a la Ciencia, que la plenitud humana pueda llegar a ser del ámbito divino, trascendente. Y es de aquí y no por nuestro origen ni por lo que somos, en dónde puedo seguir manteniendo la verdad revelada, de los hijos de Dios creados por él a su imagen y semejanza, una vez plenificada su “naturaleza”. Estamos siendo llamados por Dios hacia la Plenitud Humana, que reafirma nuestra fe común y anima nuestra esperanza.
Saludos cordiales
Es pues, Juanel, la fe la que ilumina…Es la iluminación de la fe la que hace posible abrirnos mas….para que podamos dejar atrás el mito, la fantasia y el absurdo….Es la luz que hace que sea posible que Dios se una a nuestro propio misterio humano….siendo divino…..siendo uno y trino,….. individual y colectivo,…. contemplativo y activo…Es de ese Dios “desconocido” de los atenienses del que Pablo en el Aerópago habló, que en realidad, no se “hallaba lejos de cada uno nosotros”…”pues de El tambien somos nosotros linaje”…Dios pues “intimó”, por medio de un hombre, de tal manera que ha puesto al alcance de todos la FE por haberle resucitado de entre los muertos”…PERO.”unos se burlaron”..y “algunos” adhiriéndose a Pablo, “creyeron”….(Act. 17, 22-34)
LA FE es pues apertura……. al misterio…al grado que podamos penetrar en el…La elección en realidad es movernos hacia la verdad….no la negación de la verdad,, no el retroceso….no la elaboración de mi fantasia…no forzar a que el “misterio” se acomode a mi humana lógica…sino,, todo lo contrario, que yo pueda suavemente aceptar una verdad revelada, sin considerarla como estúpida, o pasada de moda….Por otro lado, las formas dogmáticas, no son, ni pueden ser definidas “a priori” sino SOLO cuando la verdad “ya estaba presente”, como cierta, en el Pueblo de Dios, cuando existía el “sensus fidei”, o sea, la fe de todo el Pueblo de Dios y coincidía con el “sensus fidelium”, el sentido de REALIDAD espiritual que se encontraba ya presente en los fieles….Por eso la herejía propiamente dicha es alejarse de la fe de la Iglesia,….FE que nunca es individual, sino colectiva…en un asentimiento común de la mente al misterio….La herejía no puede ser una mera duda….una mera exploración…una mera consideración…sino una separación voluntaria y consciente de la FE del Pueblo de Dios que es “su” verdadera realidad espiritual….una FE que no fue creada por nosotros…sino recibida como el primer DON espiritual…que recibimos al pasar de la muerte a “la vida”…
Gracias por tu comentario….abrazos de Santiago Hernández
Hola!
¿De qué lado estaría la HEREJÍA?:
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