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Ética compasiva, ¿la ética del débil?

Gil de Zúñiga 1Puede parecer una provocación iniciar esta reflexión con F. Nietzsche, un acérrimo detractor de la compasión. Para este filósofo el compasivo es una persona débil que no es capaz de enfrentarse ni al dolor y sufrimiento propio ni al ajeno. Viene a ser un ser humano cobarde que no busca el superarse en las dificultades, un perdedor como se dice en las película americanas. Es un sentimiento, pues, enfermizo.


De ahí que Nietzsche critique duramente a Schopenhauer por ser enemigo de la vida al considerar la compasión como una virtud. En esto Nietzsche no está solo. Ya Aristóteles consideraba la compasión, la piedad, como una situación enfermiza, depresiva y, por ello, al compasivo había que administrarle algún purgante como terapia. Esto nos suena hoy día a lo que algún que otro obispo y cardenal dicen sobre los homosexuales. Pero el filósofo alemán va aún más lejos, cuando Zaratustra pregunta al Papa, jubilado, cómo ha muerto Dios, el Papa le responde: “Un día se asfixió con su excesiva compasión”.

La ética compasiva de Jesús de Nazaret es nuclear en su evangelio, en su buena nueva, hasta el punto de que en el relato del juicio simbólico, “ateo” lo llama José Mª Valverde, al final de los tiempos, la ética compasiva va a ser el test del examen: “…tuve hambre, y me disteis de comer; … estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme” (Mt. 25,35-36). La ética compasiva, pues, es el leitmotiv de su predicación y de sus enseñanzas y de su vida, como se pone de manifiesto en la parábola del samaritano. Jesús de Nazaret escenifica en esta parábola la regla de oro de la ética: “Haz al otro lo que hubieras querido que hicieran contigo”. El samaritano, en contra de la actitud de lejanía del sacerdote y del levita, se aproxima, se acerca al agredido y, “movido por la compasión” (Lc. 10, 30-37), le cura sus heridas; pero da un paso más, se responsabiliza del otro hasta el punto de que paga los gastos de los cuidados del herido en la posada. Y es aquí donde se crea, a mi modo de ver, un principio ético nuevo: “Haz al otro lo que él quiere que le haga”. En la parábola de Buda se realza más este principio. El herido en la cuneta del camino dice a los caminantes que pretenden socorrerle: “No hagan nada para curarme. Busquen a los malhechores, quiénes son y por qué dispararon la flecha”. Jesús de Nazaret innova el campo de la ética hasta límites insospechados en una sociedad en la que dominaba el “ojo por ojo y diente por diente” o la atención a las necesidades del clan familiar.

Ahora bien, ¿la compasión es un sentimiento enfermizo y, por lo tanto, necesita de una terapia? Los argumentos para rechazar esta tesis pueden ser variados, pero me voy a fijar en cuatro.

  • 1. El yo atrincherado en su búnker necesita, al menos por higiene y salud, respirar aire nuevo y fresco, no viciado; salir a la calle. De ahí que debe abrir las ventanas al otro; preocuparse de su situación; atenderle si ésta es de debilidad y de sufrimiento.
  • 2. El narcisismo tiene sus riesgos. Según el mito de Narciso, éste se ahogó al contemplar su imagen en un río de aguas cristalinas. Vivir en sí y para sí termina ahogándose en las aguas no tan cristalinas de la complacencia. La ética basada en el amor propio, cuya máxima se puede resumir con F. Savater, gran defensor de la misma: “Yo hago cosas con otros, pero nunca por otros”, no voy a decir que tenga los días contados, porque por desgracia es el comportamiento de muchos hombres y mujeres durante siglos, pero es de una mezquindad y miopía escalofriantes. De aquí al dicho “homo homini lupus” (el hombre es un lobo para el hombre) hay un paso. Para no llegar a esta situación habría que corregir el postulado por este otro: “Yo hago cosas por otros y con los otros”.
  • 3. El mismo Aristóteles manifiesta que el ser humano es “animal político”, es decir, ontológicamente es relacional; M. Heidegger nos advierte de que es un ser-con. Esto quiere decir que el ser humano no es una isla; que se relaciona con los otros, a veces para defender intereses comunes y otras para ayudar a levantarse a quien se ha caído en el camino, porque esa interrelación me lleva a ser responsable del otro. Escribe E. Lévinas que “ desde el momento en que el otro me mira, yo soy responsable de él…; su responsabilidad me incumbe”. La ética del filósofo de Kaunas, nacionalizado francés, la tilda F. Savater de teología, en plan despreciativo. Si yo soy responsable del otro, es hora, pues, de desterrar lo que JP. Sartre defendía con ahínco: “El infierno es los otros”.
  • 4. Desde la psicología individual se puede decir que uno al poner en práctica la ética compasiva no se siente depresivamente debilitado, sino todo lo contrario, realizado y fortalecido y eufórico por ser protagonista en crear una sociedad con menos dolor y sufrimiento; en definitiva, más justa y compasiva. Nuestra sociedad actual, empujada por los trágicos recortes sociales del gobierno del PP, es rica en la praxis de la ética compasiva. Ahí están los colectivos “Stop desahucios”, “Marea blanca”, “Marea verde”…; o, desde un punto de vista eclesial, la tarea ingente de los voluntarios de las Cáritas parroquiales.

Compasión, padecer-con, (me gusta más “misericordia”, etimológicamente “pasar por el corazón la debilidad y el sufrimiento humanos”). Pero aún así, la compasión viene a ser el mejor antídoto contra el egoísmo tan arraigado en el ser humano. Mediante la compasión uno abre una puerta en las paredes de su búnker y sale al encuentro del otro y se siente responsable del otro. He aquí la máxima de Blas de Otero, un hombre compasivo de los de verdad: “El yo, por su misma configuración, deviene en hoyo, en vacío, al extrañarse del tú y quedar desterrado del nosotros”.

Octubre 2014

32 comentarios

  • Yadira

    ¡Hola! Me he encontrado tu entrada la cual me ha parecido bastante interesante, honestamente soy demasiado ignorante en todo y he leído muy poco, sin embargo, me ha entrado esta duda de si la compasión es “buena” y he querido guiarme un poco buscando bibliografía, en tu post ya has anotado algunos autores que me ayudan (muchas gracias) y bueno, comento mi duda porque trabajo cuidando niños y entiendo que a veces los adultos necesitamos una mano o que alguien nos escuche para aliviar nuestras “penas” pero creo que el problema es que no podemos afrontar nosotros mismos nuestros dolores o nuestros problemas, en esto me incluyo totalmente y es una de las causas que me ha llevado a plantearme esta duda.

    No se si estoy siendo clara, cuando tengo un dolor o un problema deseo que alguien me escuche para no ahogarme yo misma en un vaso de agua y me dé otras perspectivas pero noto que esto es ciclico y que cada vez que me enfrentó a un “problema” lo hago en vez de afrontar el dolor que esto me causa y encontrar una verdad o una solucion, busco que alguien me reconforte. Al compartir mi historia personal busco compasión para sentir que no he hecho las cosas mal, para sentirme comprendida, para no enjuiciarme pero la verdad es que al hacer esto solo estamos evadiendo las cosas y no estamos buscando soluciones, solo buscamos sentirnos en paz. Observo a los niños y veo que esto es algo muy primitivo, ellos se sienten necesitados y buscan ayuda pero en la mayoría de los adultos es igual, no hemos evolucionado esa etapa.

    Habló en primera primera persona para darme av explicar.

    Claro que es bonito ayudar al prójimo, se siente muy reconfortante pero ¿hasta que punto lo ayudó? Y es que si ayudo de más la gente se aprovecha y si no los ayudo soy indiferente, entonces, encontrar el punto sabio ante todo y ver cuáles son las verdaderas necesidades de la gente y hasta que punto ayudarlos porque la mayoría nos acostumbramos y nos volvemos parásitos emocionales y materiales.

  • Isidoro García

    Como complemento a lo anterior, ver http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2014-10-14/logran-borrar-recuerdos-en-ratones-al-estilo-men-in-black_238889/
    Fijaros las posibilidades de eliminar cicatrices mal cerradas de experiencias pasadas, que alteran nuestra capacidad de buen discernimiento de las cosas.
    Eso, ya, hoy. Claro que como todo avance entraña peligros.

  • Isidoro García

    Mira Maria Luisa. No os enfadéis conmigo, pero yo tengo ideas muy materialistas y deterministas. Soy espiritual a fuer de hipermaterialista. Por ello creo que la libertad es algo que está muy sobrevalorado.
     
    La libertad humana, está basada en nuestra erraticidad cognoscitiva. Si no tenemos todos los datos de una cuestión, (conocimiento suficiente), y si los datos que tenemos los evaluamos de forma dispersa, por múltiples errores cognoscitivos recibidos en la educación, y por múltiples errores autogenerados, por nuestras cicatrices psicológicas mal cerradas, acumuladas en nuestra biografía personal, (conocimiento erróneo), entonces actuamos de una u otra manera.
     
    Creemos que decidimos con la consciencia, pero ésta solo justifica y confirma, las decisiones tomadas previamente por nuestra mente global, en una especie de consenso interno subconsciente. Hay estudios neurológicos que confirman de que una décima de segundo antes de decidir conscientemente hacer algo, se ha encendido la zona cerebral concerniente.
     
    La flor es maravillosa y no es libre de ser como es. El pajarillo, igual. La misma lógica que se dice que es el lenguaje de “Dios”, tiene unas leyes deterministas: dos y dos son cuatro, y no hay libertad de decir otra cosa correcta.
     
    Empezaba una novela, un autor que ahora no recuerdo, diciendo que todas las familias felices lo son de la misma manera. Las desgraciadas lo son cada una de una forma diferente. La plenitud de conocimiento, la sabiduría, uniformiza éticamente a sus poseedores, y por eso los grandes sabios de todas las religiones y filosofías vienen a decir lo mismo, aunque lo expresen culturalmente distinto.
     
    ¿Quiere decir eso que el hombre perfecto, (que espero llegará algún día), será un robot sin libertad?. No. Pero el gran reto que tenemos por delante, consiste en eso precisamente: en conciliar, una potente y fecunda creatividad personal, individual, pero integrada en una organización comunal, (nuestras relaciones con los “otros”), que no solo no nos castre intelectual y emocionalmente, sino que nos potencie y estimule, mediante dinámicas sinérgicas y catalizadoras.
     
    Esa gran Comunidad, los cristianos creemos que es el reino de Dios, el Cuerpo de Cristo, (Teilhard lo denominaba la Cristogénesis), los budistas que es el Nirvana, Aurobindo decía que era la Gran mente global, y los islamistas, el Paraíso. Es un tema precioso, y sería digno de desarrollar indefinidamente.
     
     
    Por otra parte,  Antonio, llevas razón en que la psicología es una ciencia “social”, y por ello, estrictamente hablando no proporciona unos conocimientos incuestionables, sino teorías e hipótesis que se acercan más o menos al conocimiento de la realidad. Pero en su auxilio, está despegando una ciencia “de verdad”, que es la neurología, que está en sus inicios, pero que promete un futuro espléndido y maravilloso, casi inimaginable.
     
    Hace tiempo leí creo que en Google, una anécdota muy significativa, (que ahora no encuentro, pero encontraré), y que conoceréis, de que un obrero sufrió un grave accidente y se clavó un hierro en una zona del cerebro, a partir de ahí sufrió una mutación radical de su conducta y de su moralidad. Y a partir de ese primer caso, se han producido miles en las consultas de los neurólogos.
    Por eso yo cada vez creo más, que lo que se nos pide no es que seamos “buenos”, sino “sabios”, o sea que depuremos nuestro conocimiento de la realidad, que es la clave de lo que se desprende todo lo demás. Y por eso, (creo yo) a Jesús se le denomina el “Logos”, (el significado), no se le llama el Bueno, ni el Sanador: el “Logos”, (el que sabe).
    Adjunto un copioypego de Glenys Alvarez – sindioses.org sobre el tema.
    Las células spindles. Estas enormes neuronas son numerosas en los humanos e inexistentes en los demás mamíferos a excepción de los grandes simios y otros primates. Sin embargo, el número que se presentan en el cerebro humano nos distinguen de todos los demás animales. Los investigadores han descubierto que estas células están directamente involucradas en la producción, organización y manipulación de los sentimientos, las emociones y el sentimiento de moral. La mayoría de estas células están ubicadas en la ínsula derecha frontal. Un humano adulto tiene 82,855 de estas células. Un gorila tiene 16,710. Un bonobo 2,159. Un chimpancé sólo posee 1,853.
     
    “Estas neuronas que forman estos circuitos aparecieron probablemente hace unos 10 a 15 millones de años en un ancestro común de los simios y los humanos. Creemos que dieron un salto evolutivo hace 100,000 años y que han desarrollado mapas emocionales para el cerebro sentimental del ser humano. El cingulate anterior, por ejemplo, que es el área más antigua, es un sistema de enseñanza que toma toda la información de los circuitos emocionales humanos y luego las envía a todas partes de la corteza cerebral para que el cerebro decida que acción tomará”, explicó Antonio Damasio, neurólogo del Centro Médico de Iowa y autor del libro “Buscando a Spinoza: alegría, pena y el cerebro sentimental”.

  • M.Luisa

    Ah! Rodrigo, siempre nos queda algo por decir!..  que me alegro  de que  sigas ahí y que siento   con   tristeza las noticias  que  en la actualidad nos llegan de   México.

  • M.Luisa

    No sabes cuánto te agradezco,  Rodrigo, tu reconocimiento sobre mi comentario   y la idea que subyace  en él  pues me quedé, al pulsarlo, algo pensativa  y un poco, como no, desanimada  ya que,  aunque intento  siempre que puedo, con más o menos suerte,  reflejarla en distintas temáticas   (esta vez la compasión) considero  que es  compleja de explicitarla.
     
    Gracias también a  Antonio Gil de Zúñiga. Vuestras consideraciones  me animan!
     
    Un abrazo a ambos.

  • Rodrigo Olvera

    ah… tu intervención no es de hoy, sino de ayer 12 de octubre. Bueno, se entiende a cual me refiero ¿no?

  • Rodrigo Olvera

    Estimada Ma Luisa
     
    Ma ha gustado particularme tu intervención de hoy. Sabes que siempre te leo, pero me parece que te has lucido especialmente en este comentario.
     
    Un abrazo desde esta inabarcable fosa común que es hoy México

  • Antonio Gil de Zúñiga

    Me da la impresión, Isidoro García, que elevas a dogma la “realidad”, la “psicología”, como aquellos que dicen que si no comes tres manzanas al día no vivirás sanamente, que es casi como decir que estás muerto al día siguiente de este incumplimiento.
    Sobre la “realidad” suscribo lo que dice Mª Luisa. Respecto a la psicología, sin duda es una ciencia a tener en cuenta para el crecimiento y madurez personales. Pero la “persona”, como bien afirma Ortega y Gasset, es un proyecto, que se va realizando desde su yo y a través de sus “circunstancias”; el otro viene a ser el espejo y si no hay otro, uno no se puede objetivar y entonces camina a su antojo. La psicología, por lo tanto, es relevante, pero cuál de ellas: ¿la de W. Wundt, W.James, BF Skinner o el Eneagrama?

  • M.Luisa

    Estimado Isidoro,  con la compasión de fondo  y considerándola  no como algo que naturalmente poseyéramos, es decir, como una propiedad  natural nuestra,   sino como algo que requiere, justo   de una apropiación  personal para posibilitar,  precisamente, el ethos compasivo,  no puedo estar de acuerdo contigo  cuando concluyes diciendo    que el logro del  “hombre nuevo”  ha de venir de la mano de la genética. Otra vez ahí se está pensando la realidad humana en términos  de sustancia  y no como  sistema o  como un todo formado por partes invariables y variables,   de modo que la articulación de estas partes es lo que analíticamente  nos   permite explicar el dinamismo de la esencia humana.
     
    La realidad humana se ha de entender como un hacerse continuo  en el que, sin embargo,  en este proceso no se pierde la identidad, es  decir, la esencia. Somos siempre “el-la mism@” pero no  siempre “lo  mismo”.  Frente a los meros agregados en la teoría de la sustancia que, entonces sí ocurre lo que tú dices, el deber ser: debes ser esto o aquello, debes ser compasivo etc.,   hay que revindicar   la teoría  de la sustantividad    como un todo  de notas estructuradas y reguladas por una unidad interna propia de una realidad sistemática que se va haciendo. Nos hacemos compasivos  no porque tengamos tal o cual  propiedad que de ella, en el tiempo, pueda surgir esto que llamamos compasión,  sino, justo al revés,  por apropiación de posibilidades reales de nuestro entorno mundano  que nos van  configurando humanamente.

  • Dracir Abad

    Encuentro difícil la comprensión de esta afirmación: “Hay lugar al odio cuando se deja entrar al miedo.”
     
    Lo gregario en sus dos variables: atractivo y aversión, compatibilidad e incompatibilidad—pudiera ser tanto la raíz del amor cuanto de la del odio— y esta tendencia a aglutinarse de aquello que sea compatible o complementario está presente hasta en los minerales. La raza humana es solo un caso más complejo de la misma.
     
    El miedo es reactivo y por lo tanto provocado por la percepción de una amenaza de suficiente intensidad. No se causa voluntariamente en ausencia de dicho agente suficientemente amenazante, sea real sea imaginario. De la atracción pudiera decirse otro tanto cambiando los términos necesarios.
     
    Las personas que tienen predisposición a la conducta arriesgada o riesgosa la experimentan con euforia la cual a su vez exacerba o refuerza su atracción a ella, es decir su deseo.
     
    Por el contrario las predispuestas a eludir o evitar riesgos experimentan la presencia de los mismos con disforia, la cual exacerba su aversión a dicha, su rechazo anticipado. Por estos caminos no es difícil comprender la naturaleza del amor y del odio.
     
    También encuentro difícil comprender esta otra: “Y el miedo proviene de la inseguridad personal, y esta, de nuestra incompletud.”
     
    Mecanismos defensivos como el mimetismo en los lagartos, la tinta en el pulpo, y el mal olor en las mofetas son naturales. El repertorio de estos mecanismos naturales de aversión o de defensa es enorme.  
     
    Desde que la raza humana inventó el lanzamiento de una roca, ha variado la magnitud, el alcance y el poder destructivo del proyectil pero todavía seguimos lanzándonos “piedras” unos a otros, aunque ahora se trate de piedras “nucleares” o de misiles dirigidos con 99 % de precisión. Los animales se han “inventado” defensas mucho más diversas y, en muchos casos, suficientemente efectivas pero menos destructivas.
     
    A veces nos olvidamos que la tendencia química a combinarse de los elementos solamente parece determinada por la necesidad de un equilibrio estable, en lo cual hay una belleza impresionante.
     
    La inseguridad parece depender de la percepción de una presencia amenazante combinada con la anticipación de la incapacidad de reducirla efectivamente a una amenaza tolerable. ¿Cuál puede ser el rol de la conciencia de “completitud” o de falta de ella si la complementariedad (la diferenciación individual por lo tanto) puede ser un catalizador positivo de la tendencia gregaria y por lo tanto del amor y del odio?

  • Asun Poudereux

    De nuevo es una intervención de Isidoro de 10-Octubre-2014 – 14:01 pm, la que me llevó a escribir esto, por lo que te agradezco, muy mucho tu presencia en Atrio.
     
    Sobre la última parte que comentas, no creo conveniente hacer separaciones entre unos y otros, pues nadie sabe, ni la persona misma,  lo que le hace verse y reconocerse en el otro, moviéndole a ser más eso que vive y siente, que en pararse a definirlo y delimitarlo. Y sobre todo si eso es creencia, o más bien vivencia que deja ser lo que fluye en lo más hondo de todo ser humano.
     
    Las religiones surgen y ahí están, mientras dan respuesta y sentido a la vida, son “agarraderos iniciales” para la madurez integral humana psíquica y espiritual, y  que sin duda van dejando de perpetuarse individualmente, en principio, según sea la fuerza de la inercia de pertenencia o no  a un grupo circunscrito de la persona en particular,  pero sobre todo del nivel de consciencia, que no para en su despliegue continuo, descansando más y más en la Realidad, Conciencia de Todo Lo Que Es. En un no-saber que va desescombrando  todo el constructo heredado y adquirido anterior, que abre  al reencuentro en quien se es realmente, en la genuina espiritualidad,  la auténtica humanidad, la infancia espiritual de la que intuyo habla Antonio Duato. 
     
    ¿Y dónde están entonces los miedos?
    Alguien dijo que el miedo natural,  real es,  o bien a un ruido inesperado o bien ante la inminente pérdida de equilibrio y caída consecuente. Lo demás es creación mental, fantasías del ego, cuya entidad imaginaria se ve amenazada y, sin que haya nada que lo justifique realmente,  desde ella y con ella, como constructo de nuestra mente, no paramos de identificarnos y en muchas ocasiones sufrir inútilmente.
     
    Pero eso, sin duda, no somos, ese temor, ese miedo, esa inseguridad, esa euforia pendular con la depresión, aunque el entorno y la sociedad insisten en inducirnos a este  juego de identificación para crearnos dependencias, frustraciones, y hasta creer y participar en las desigualdades,  haciéndonos  valorar infinitamente más  las cosas y objetos que nos vienen y nos surten del exterior, que a las personas en su mismidad, en lo que realmente son y somos.

  • Isidoro García

    Quiero hacer un corolario a mi intervención anterior, que quizás suene un poco fuerte, y solo es naturalmente, mi opinión personal.

    Desde la filosofía la rama que trata del comportamiento humano es la ética. Y desde la ciencia, la rama que trata de lo mismo es la psicología. Por eso no tiene nada de extraño que la ética y la psicología tiendan a confundirse, y como la ciencia es la hermana mayor del conocimiento, lo adecuado es psicologizar la moral.

    Y lo mismo pasa con las respectivas partes de la ética y la psicología, que tratan del ideal ético, y del comportamiento adecuado. En este caso hay que diferenciar muy bien ética y estética. La ética tiene que estar de acuerdo con la ciencia, con las leyes generales del universo. Mientras que la estética, no tiene por qué seguirlas.

    Un ejemplo. Cuando vemos en la tele un documental en el que un oso o un leopardo, devoran un tierno cervatillo, eso claramente es algo repugnante estéticamente, (yo suelo cambiar de canal). Sin embargo no podemos considerar que los depredadores tengan un comportamiento contrario a la ética.

    Por eso si queremos mejorar el comportamiento humano, de poco valen los llamamientos estéticos, de que lo más bonito y adecuado es esto o lo otro, que es lo constituye la “moralina barata”, y demás sermones de clérigos laicos o religiosos. El único camino eficaz es el cambio mediante los mecanismos de la ciencia, (terapias psicológicas, implantación en los niños de un “manual para la ciudadanía” conveniente, enseñanzas varias para eliminar errores cognitivos, y hasta en un futuro, llegará la manipulación genética que logre un “hombre nuevo”).

    Soy consciente de que este panorama se abre sobre muchos peligros. Pero eso es lo que hay.
     

  • Isidoro García

    El último párrafo, del comentario anterior se me ha colado del borrador.

  • Isidoro García

    Yo en su tiempo leí casi todo Savater, y tengo casi todos sus libros y durante mucho tiempo fue mi filósofo de cabecera.
     
    En parte mi simpatía hacia él, viene por una parte del detalle personal, de que somos “quintos”, del mismo año, 1947, y por eso Savater para mí ha sido siempre una referencia y un acicate de todo lo que se puede llegar a hacer, si no se pierde el tiempo, como yo lo perdí en su momento. Por otra parte me atrae su “radicalidad” para no asumir ovejunamente el pensamiento políticamente correcto, si no se siente interiormente, solo por el miedo al qué dirán.
     
    Pero lo tengo bastante olvidado, y debería releerlo, pero ya me faltan las fuerzas, y además he ampliado mucho la gama de mis intereses, y ¡hay tantas cosas que leer, y tan pocas ganas…!
     
    Pero sí recuerdo, porque estoy de acuerdo y de él lo aprendí, su idea del “egoísmo” y el “altruismo”, que no son lo simples como algunos  suponen. En estos temas hay varios errores que se suelen cometer. Uno de ellos es negar la realidad, y confundir, lo que es, con lo que nos gustaría que fuera. Y cuando negamos a la realidad, ésta, más tarde o más temprano nos explota en las narices, con tan mala fortuna, de que como a veces lo hace con retraso en el tiempo, cuando sucede, no sabemos asociarlo con su causa verdadera. Y esa es una de las causas de nuestro estupor, y nuestra perplejidad ante las cosas.
     
    Y la realidad es que ante todo somos individuos, personas individuales, y la “alteridad”, la relación cooperativa con los otros, no solo no es incompatible con nuestra afirmación personal, sino que necesita de unos individuos maduros y desarrollados, para que luego la alteridad que realicemos sea fecunda y eficaz.
     
    Lo contrario al amor, no es el odio como algunos creen: es el miedo. Hay lugar al odio cuando se deja entrar al miedo. Y el miedo proviene de la inseguridad personal, y esta, de nuestra incompletud. De aquí viene la famosa frase de que “un fascista es un burgués asustado”. Por eso la afirmación personal no es la antítesis de la generosidad y la cooperación con los otros, sino su requisito previo fundamental.
     
    Y cuando queremos hacer un atajo, y obviamos o ponemos en segundo plano nuestra realización personal, escondiéndonos detrás de una abnegación “exagerada”, estamos poniendo el carro delante de los bueyes. Y esas incoherencias, a la larga no funcionan, y acabamos en muchos casos como unos abnegados amargados en vida, (con su corolario de intransigencia y demás), o como unos cínicos buenos burgueses “obreristas”, que viven a tutiplen y luego no se les caen los pobres de la boca. (De todo hay en la viña del señor).
     
    Este tema enlaza con un segundo comentario que dejé pendiente al artículo de Antonio Duato, del “Viaje a Roma”. Decía Duato:
    “La fe en sí mismo, la infancia espiritual, invita a abrirte y a tener fe en el otro, en toda otra persona –misterio único e irrepetible– que encuentras en la vida. La conexión con el otro puede ser así abierta, respetuosa, confiada y, a veces, amorosa. La fe en el otro exige y renueva la fe en sí mismo. Se crean conexiones, comunidad, red. Amor es la palabra suprema que hay que usar con reserva para no banalizarla. Es mejor limitarse a respetar a la otra persona y hacerte presente a ella, abriéndose para que se produzca la conexión, agradecido siempre al misterio cuando esta se produce. Como los niños, nada somos ni podemos si no es con otros. Y esos otros –padres y madres, hermanos y hermanas, hijos e hijas– son los que viven en mí y yo en ellos. La infinitud llega así a ser real sin perder mi finitud. Yo, siendo ínfimo y efímero, soy todo y todos los que me han precedido, desde el primer átomo y el primer homínido, y seguiré sin ningún límite en quienes habrán recogido alguna chispa de mi ser. Y esto no es imaginación neurótica de una monjita del siglo pasado, que vio cómo se le escapaba su vida llena de deseo con tuberculosos vómitos de sangre, sino análisis profundo de realidad.
    Toda esas convergencias entre materia global y personas, ese misterio que no está fuera sino dentro de cada uno, es lo que nos hace presentir que no está fuera de sentido el tener fe en el Otro, el gran misterio que a todos y a todo une y en-reda. Sobre él no podemos hablar conceptualmente, pero podemos sentirlo o presentirlo”.
     
    Yo creo que Duato lleva toda la razón, pero su explicación puede inducir a errores. Mi opinión personal, es que no es esa “infancia espiritual o fe en sí mismo”, lo que lleva directamente hacia los otros. Esa infancia espiritual es la confianza en la conexión con una fuente de influencia espiritual, que unos llaman Espíritu Santo, “Dios”, espíritu de Jesús o de María, ángel de la guarda, o patrono espiritual.
     
    Y los que crean en la existencia de esa “realidad”, a través de ese contacto con la “fuente”, entrarán en un proceso lento de maduración personal, mejorando su “completud”, (sin que sea la pócima mágica que lo resuelve todo en un plisplás), y se les impulsará a una actuación solidaria y cooperante con los demás, como lo demuestra la ética de todas las religiones del mundo, (no solo la cristiana).
     
    Y los que no crean en la existencia de un mundo espiritual real y “tangible”,  o para ellos este sea un mundo abstracto de ideas, (algo así como el nebuloso mundo de las ideas de Platón), abordarán la solidaridad a través solo de la empatía natural que radique en su personalidad psicológica, y del grado de madurez humana y psicológica que tenga cada uno.
    (Siguiendo siempre en todos los casos, el esquema que veíamos arriba de incompletud-inseguridad personal-miedo-insolidaridad e hiperindividualismo).
     
    y el que no tenga muy desarrollada esa empatía en su personalidad, no lo hará, dando rienda suelta a su hiperindividualismo. Y al final para los “incrédulos”, todo se resolverá en

  • Antonio Gil de Zúñiga

    Dices, Antonio Rejas: “No obstante, cuestiono en cierto modo la interpretación de la palabras de Savater. Me cuesta pensar que éste no hiciera lo que pudiese ante una emergencia (la del samaritano) dependiente exclusivamente de su actitud”. Para Savater en su libro Ética como amor propio (ya de por sí el título es significativo) el altruismo, por ejemplo, es un altruismo cristianoide (en plan despectivo). Si hubiere que ayudar a alguien, hay que hacerlo desde un egoísmo bien entendido (dice él), pero no por el otro en cuanto otro. De ahí que hace suyas las palabras de Roland Barthes: “Hay que elegir entre ser egoísta y ser terrorista”. “Terrorista” como sinónimo de desprendido, desinteresado, altruista.

  • Asun Poudereux

    Gracias, Isidoro, por el enlace. Os incluyo el resto, además de otro link en inglés, porque refleja bien el fondo común  que une más que separa. La compasión anida en toda persona, cuando sus ideas religiosas o no, no les separa de los demás. La negrita es mía.
     
     
    La opinión del líder budista está mejor alineada esta vez con la ciencia de las creencias. El suelo común por el que transitan creyentes y no creyentes no está en el “atrio de los gentiles” sino en la psicología común de la religión y el ateísmo, según la interpretación que hacen los autores de un estudio experimental dirigido en la universidad de Missouri, y publicado en Personality and social psychology bulletin.
     
    De acuerdo con el autor del trabajo, Kenneth Vail “las visiones del mundo de los ateos y creyentes religiosos poseen el mismo objetivo (…) ambos buscan una visión del mundo coherente para tratar con el miedo a la muerte y enlazarse a sí mismos con una entidad más grande e inmortal, tales como un ser supremo, el progreso científico o la nación” Y añade: “Si las personas fueran más conscientes de esta similitud psicológica, quizás podría haber más entendimiento y menos conflictos entre grupos con diferentes creencias”.
     
    Distintos trabajos de científicos cognitivos habían hallado previamente que los estímulos que recuerdan a la muerte son capaces de incrementar la religiosidad implícita de las personas, o hacer que se incremente su propensión a aceptar explicaciones creacionistas en lugar de las evolucionistas. El nuevo estudio, en cambio, no ha hallado “ateos en la madriguera”, es decir, no ha podido constatar que los ateos incrementen su presunta religiosidad implícita, ni tampoco su hostilidad contra otras creencias, cuando se enfrentan con recordatorios de la muerte en las condiciones del experimento.
     
    Es curioso esto último. Para reflexionar ¿No?

  • Isidoro García

    Leído en “Humanismo secular”. Publicado originalmente en Tercera Cultura
    “Recientes “tweets” de dos de los principales líderes religiosos del planeta muestran actitudes bastante distintas sobre la relación entre religión y comportamiento moral. El 21 de diciembre la cuenta oficial del papa Benedicto XVI publicaba el siguiente mensaje: “Cuando niegas a Dios, niegas la dignidad humana. Quien defiende a Dios, está defendiendo al hombre”. El decimocuarto Dalai Lama publicaba, por su parte, este breve texto (en inglés) el 26 de noviembre: “Siempre intento compartir con otros la idea de que para convertirse en compasivo no es necesario convertirse en religioso”.
    El artículo completo en: http://humanismosecular.net/?p=2063

  • Antonio Rejas

    Puesto que obras son amores y no buenas razones, habrá que llegar a la conclusión que Jesús fue un paradigma de compasión como confirma su praxis durante el tiempo dedicado a la predicación del Reino de Dios, a pesar de que tal comportamiento rebasaba los límites establecidos en la sociedad de aquella época. Algunos comentarios a este artículo se aferran a que determinadas palabras de Jesús no expresan sentimientos compasivos. Yo no lo veo así, como explica el autor en un breve comentario. El fundamento cristiano de una ética compasiva radica en el comportamiento humano de Jesús.
    Por otra parte, considero que la idea del autor no es defender una ética compasiva cristiana, imprescindible para los seguidores de Jesús, sino que se formula a sí mismo una pregunta laica con respuesta también laica, argumentada en cuatro puntos muy bien definidos. No obstante, cuestiono en cierto modo la interpretación de la palabras de Sabater. Me cuesta pensar que éste no hiciera lo que pudiese ante una emergencia (la del samaritano) dependiente exclusivamente de su actitud. Habría que hacer una exégesis para distinguir la diferencia entre ese “con otros” y “por otros”. Hacer por otros lo que se pueda sería aproximar a Sabater a comportamientos ético-religiosos, de los está a una distancia visceral imposible de superar. Y por ello también en su formulación teórica busca expresiones que obvien tal aproximación.
    Yo también afirmo rotundamente que la ética compasiva no es la ética del débil. La compasión es un sentimiento muy humano y su carencia sí es una anomalía que podría necesitar de una terapia adecuada, aunque Nietzsche y Aristóteles, éste fundador de la Ética, digan lo contrario.
    En la casuística pueden encontrarse ejemplos de enfrentamiento y superación a circunstancias adversas propias y ajenas de gran dificultad.

  • Asun Poudereux

    Hola Rodrigo:
    Gracias por este eterno  abrazo, sin delimitación, que nos sorprende  en lo más profundo que compartimos. Lo he leído tres veces.
     
    Pero sobre todo, me ha sido muy grato,   en un momento en que me llegan sin cesar noticias  de  guerra y destrucción dentro del mundo islámico y árabe. Y perdona que lo inserte en el comentario.
     
    Todo el mundo opina y discute en los despachos y televisiones, pero los civiles, niños mujeres y ancianos son los que sufren la codicia del poder y  del fanatismo disfrazado de todo lugar y época.  No nos dispersemos en lamentos,  que todo esto tiene su origen desde las implicaciones de la 1ª guerra mundial y las inconsecuencias inhumanas que se derivaron del reparto impuesto por los vencedores.  
     
    La compasión requiere no solo que se nos remuevan las entrañas al vernos  y sentirnos en el otro, sino sobre todo fortaleza, lucidez  y sabiduría para poner todos los medios posibles en el diálogo y  evitar toda clase de muertes innecesarias. Acabar de una vez por todas, con  la única estrategia que nos hacen creer solo  funciona hasta el momento, la de disponer de todos los recursos armamentísticos necesarios y provocar la destrucción y las muertes masivas, para que finalicen los enfrentamientos y llegar, imponiendo, a lo que los altos dirigentes internacionales de la humanidad llaman la “paz”.  
     
    Que no consintamos con enterarnos  de lo que ocurre y creamos inútil intentar buscar otras soluciones a lo establecido, que muestra de su incompetencia en buscar la alternativa del encuentro  en las diferencias.  No me convence que nada se puede hacer ni intentar. Callar, además,  nos hace cómplices de los que  deciden  la destrucción de pueblos enteros  y de  desapariciones humanas.
     
    Gracias por tu paciencia.  Un abrazo grande.

  • Rodrigo Olvera

    Hola Asun
     
    No tiene nada que ver con evangelios, o quizá sí, pero cuando leí tu frase sobre la compasión inclusiva que todo abraza, me acordé de esta experiencia de la que escribí hace tiempo en mi blog personal, bajo el título “De abrazos, vida y dioses”
     
    Y  me ha nacido compartirtela junto con un abrazo cariñoso desde México
     
    http://rodrigolverab.blogspot.mx/2009/12/de-abrazos-vida-y-dioses.html
     

  • Asun Poudereux

    Nos solemos olvidar que los evangelios evolucionan en su reinterpretación,  apoyándose en palabras puestas en boca de Jesús, según  las nuevas circunstancias  y los problemas que van surgiendo en la comunidad constituida. Ya no se anima, por ejemplo, como en el primer evangelio, el de Marcos,  a hacer descubrir que el Reino de Dios está cerca, es decir, dentro de nosotros,  sino que en  unas pocas décadas se anima a ir a bautizar a las gentes,  reforzándose así  a la comunidad incipiente con signos que imprimen carácter a la religión de toda época, la pertenencia y seguimiento de normas,  poniendo los medios disponibles posibles para que se cumplan y rechazar en su caso la no uniformidad.
     
    Más que del propio Jesús sabemos por sus dichos y  palabras del nivel de consciencia de los que le interpretan y de las gafas con las que se le miran, y sin duda están lejos de vivir la no-dualidad, la inclusión compasiva que todo abraza y que está al alcance de todo  ser humano que descubre quién es realmente y lo que le une a los demás en lo más profundo de todo lo que es y que somos.
     
    A modo de reflexión os incluyo este comentario de Enrique Mártinez Lozano  sobre un pasaje de Mateo:

    Evangelio de Mateo 22, 1-14
     
     En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo:
     El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: 
    — Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto, Venid a la boda.
     Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
     — La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.
     Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. 
     Cuando el rey entró a saludar a los comensales reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
     — Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? 
     El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
     — Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos. 
     
    ******
     
    NO OLVIDAR LO QUE SOMOS
     
     Parece que Mateo ha enlazado aquí dos parábolas, la primera de las cuales parece remitir al Jesús histórico, aunque no así la segunda. 
     La imagen de las bodas es una de las preferidas para hablar del Reino. La celebración nupcial se prolongaba durante varios días y era considerada como la gran fiesta de la alegría y de la abundancia. Si tenemos en cuenta que se trataba de una sociedad donde la comida era escasa, apreciaremos mejor hasta qué punto se valoraba una celebración de ese estilo.
     La primera parábola presenta a un rey que prepara la boda de su hijo. Pero, al llamar a los comensales –a los que, según la costumbre, se había
    invitado previamente-, estos empiezan a excusarse, llegando incluso a maltratar y asesinar a los criados. 
     Rechazar la invitación a una boda –invitación que seguía un protocolo sumamente cuidado- suponía una ofensa grave hacia el anfitrión. 
     Ante el rechazo, el rey decide abrir las puertas a todos los que deseen, “buenos y malos”, hasta que la sala queda completamente llena. 
     
     Hasta aquí la primera parábola. Como decía, la imagen de la boda parece remitirse al propio Jesús, aunque Mateo haya alegorizado la parábola, para leerla en clave cristológica y eclesiológica: nosotros –vendría a decir Mateo a su comunidad- somos aquellos invitados que se hallaban “en los cruces de los caminos”, que han sido llamados a las bodas del hijo de Dios (Jesús), en lugar del que había sido el “pueblo elegido”, que se negó a asistir (a reconocer a Jesús) y actuó de mala manera.
     
     Pero, a continuación, Mateo añade otra parábola, referida ahora a su comunidad que ocupa ya la “sala del banquete”. En ella se encuentra alguien que ciertamente ha sido invitado, pero que no lleva el “traje de fiesta”. 
     Ese “traje” es un símbolo del bautismo. El reproche que se hace al invitado es que está participando del banquete sin ser coherente con el bautismo que ha recibido. La parábola se torna amenaza, con vistas a exigir un comportamiento adecuado a quienes se han integrado en la comunidad.
     Con toda seguridad, este añadido no es de Jesús –que no podría haber hablado del bautismo comunitario-, sino que habría surgido dentro ya de la comunidad mínimamente establecida. 
     
     Aparte la primera interpretación –en claves cristológica y eclesiológica-, la imagen de las bodas alude a la unidad de todo lo real: todo es uno. Cuando lo vemos, en nuestra existencia aparece una sensación de vinculación, pertenencia, paz, plenitud, unidad… 
     Nuestro drama, por el contrario, consiste en ignorar esa realidad compartida. No es raro que vivamos distraídos –ocupados en “las tierras y los negocios”-, absolutizando lo que solo es relativo y confundidos con aquello que hacemos. 
     Cuando eso sucede, nos olvidamos de “las bodas” –de la realidad que es, de nuestra verdadera identidad- y nos entretenemos en aquellas cosas a las que el yo se aferra. La consecuencia es una vida egocentrada y carente de significado profundo. 
     
     La palabra de Jesús, en forma de invitación, constituye una buena noticia: nos anima a mirar en profundidad, más allá de la inmediatez que entretiene al ego, hasta reconocer lo que realmente somos, Aquello que es uno y pleno, lo único estable y permanente, lo que siempre se halla a salvo. 

  • Tomas

    Ana y  Antonio, os agradezco vuestros comentarios. Pero quería aclarar que yo no pongo en duda la compasión de Jesus, sino que se recurra a  citas evangélicas textuales para  demostrarla. El hecho de tener que recurrir a expertos exégetas para interpretar cada texto, además de  entrar en el debate con todos los exégetas  ” oficiales ” que concluyen con la doctrina de la iglesia con infiernos, pecados mortales y demás, creo que resta credibilidad a estos textos para saber como era de verdad Jesus y como fue su vida, pero lo cierto es que no es algo anecdótico, sino que hay bastantes pasajes que le muestran no tan compasivo( desde la Higuera que queda seca por no dar higos a pesar de que no es tiempo, a las parábolas de los talentos que condena a quien no produce,  a quien no va con el traje de boda, a quien no tiene aceite para sus lámparas,etc, etc.).
    Es más, en mi opinión hay mejores ejemplos de vidas entregadas a la compasión  en  seguidores de Jesús ( y en no seguidores ), muchos de ellos los vemos hoy en personas que entregan su vida al servicio de los demás,sin más exigencias, que en él mismo si nos atenemos solo a los textos evangélicos por mucha exégesis que hagamos.
     
     
     
     

  • Antonio Gil de Zúñiga

    La sospecha de Tomás sobre la compasión de Jesús y de la compasión divina no me parece fundamentada por el solo texto de “id malditos al fuego eterno” de ese juicio final. Independientemente de lo que los/as exégetas digan sobre este texto de Mateo, como bien advierte Ana Rodrigo, hay que decir que se trata a) de un género literario apocalíptico y Jesús se mueve dentro de una tradición judía; b) de un “juicio”, que yo lo he llamado simbólico, y en el lenguaje judicial hay inocentes y culpables; c) la praxis de Jesús es enormemente compasiva a lo largo de los relatos evangélicos; éste es un hecho innegable, a pesar del lenguaje apocalíptico de algunos de ellos

  • ana rodrigo

    Tomás, ya sabes que a los textos sagrados les hacemos decir lo que queremos escuchar. Pero en estos tiempos, una buena exégesis teniendo en cuenta el contexto religioso y sociológico, más lo que añadieron los evangelistas, a lo que hay que añadir mitología, metáforas, símbolos, etc. posiblemente ese texto que citas, un o una buena exegeta le haga decir otra cosa dentro del contexto de la praxis de Jesús.

    Un saludo cordial de bienvenida

  • Tomas

    En primer lugar, creo que la compasión es un sentimiento humano ( en mi opinión muy noble ), y cualquier rechazo o descalificación supone una negación de lo humano y el desprecio a quienes la practican o la sienten. Una actitud así, por muy argumentado filosóficamente que esté, no vale la pena discutirla, porque para discutir se requiere mutuo repeto. No digamos ya de quienes puedan opinar que a los compasivos hay que aplicarles alguna terapia…y nos encontramos ya en los campos de reeducación sovieticos, chinos o inquisitoriales de cualquier ideología.
    Lo que me llama la atención es que se hable de la enorme compasión de Jesus y se apoye con citas evangélicas que si se continúan dicen ” id malditos al fuego eterno” porque tuve hambre y no me disteis de comer, etc, etc.
    No parece tan compasivo un mensaje así, ni siquiera para los que llegan a la presencia de Dios sabiendo que ” debajo” hay seres que sufren “eternamente”. Por supuesto hay que poner en perspectiva lo que en realidad fue y lo que se escribió en los textos evangélicos actuales, seguramente muy diferente, pero apoyarse en esos textos para defender algo creo que es un arma de doble filo.
    Creo que Los textos “oficiales ” no dejan en muy buen lugar la compasión divina. Por desgracia.
    Tomás

  • oscar varela

    Hola Dracir!
     
    La frase “Haz al otro lo que él quiere que le hagas” está en el texto del Artículo y yo la acepto como Ética.

    Mi Comentario va en el sentido de que toda Ética descansa en una Cuenca matrix de ella: una ESTÉTICA originada por el Punto de vista o “INSTALACIÓN” en el Mundo (Circunstancia) resultando “Lo que hay que hacer en y con ese Mundo”.

    Por ejemplo: el Sajón es un modo humano de instalación en el Mundo: él es “guerrero” y su modo de comportamiento es “hacer-la-guerra”, ed. “dominar; donde el “Domus” o “Casa” o “Habitat” es la arquitectónica de un Castillo, donde no el “lay out” no está co-mandado por el “confort” sino por la ecuación “ataque-defensa”.

    Etc. – Oscar.

  • Dracir Abad

    Comento una frase de Oscar V. que me ha parecido extraordinaria sin propósito crítico o argumentativo. La frase en cuestión es la siguiente:
    “Haz al otro lo que él quiere que le hagas”.
    Me parece cuestionable afirmar que otra persona pueda determinar mi conducta solo porque crea necesitarlo y, consecuentemente, pedirme, por ejemplo, aquello que sea contrario a mi convicción.
    A modo de ilustración: Estoy de acuerdo con aplicar cuidados paliativos, incluyendo opioides, cuando el dolor sea excesivo o cuando el deterioro sea imposible de detener o de revertir, aun si ello implica cambios fisiológicos que secundariamente puedan acelerar la muerte. Otro caso fuera la supresión de la hidratación cuando la necesaria eliminación espontánea y proporcional de líquido no esté ocurriendo, causando retención del mismo, no solo perjudicial  sino irreversible, etc. Con la supresión de la alimentación puede establecerse otro caso, no así con el oxígeno.
    Lo mismo cuando alguien pida algo que en realidad le convirtiera en dependiente de mí en contra del desarrollo de su propia autonomía según sus capacidades, sobre todo si no dispongo de una capacidad ilimitada de recursos para asumir su sostenimiento indefinidamente en lo sucesivo y no solo deba sostenerme a mí mismo sino a otros. Un caso muy simple pero ilustrativo es el del orden en el que uno/a deba colocarse la máscara de oxígeno en un avión para asegurar poder ayudar a otros versus el apuro de esas otras personas porque se les ayude inmediatamente.
    El servicio compasivo (Oscar habla de “hacer”) no parece que deba ser unilateralmente determinado por la percepción que tenga la persona necesitada de su propia necesidad.
    Mirando a los textos evangélicos, por ejemplo en Juan 5, 1-15, siguiendo el comentario de J. Mateos y J. Barreto, sin demeritar el hecho de que Jesús comience por preguntar al enfermo “¿quieres ponerte sano?”, ni siquiera induce la respuesta del necesitado, pues le pregunta “¿quieres que yo te sane”? y no, por ejemplo, “¿qué quieres que haga por ti?” lo que favorece la interpretación de que el beneficiario de la curación tuviera su propia idea de qué necesitase (i.e., que alguien lo introdujese en la piscina) y Jesús tuviese la suya propia y diferente. Así, le cura a su modo que fue completamente inesperado y/o milagroso aunque con el mismo resultado.
    El objetivo del enfermo era entrar en la piscina y los autores del comentario que utilicé (J. Mateos y J. Barreto) sugieren que  Jesús tuviese otra intención aunque deseaba complacerlo según su propia pregunta inicial.   

  • Dracir Abad

    El siguiente enlace siguiente conduce a un artículo sobre la historia clínica de Nietzsche, que es breve, ofrece la bibliografía consultada en las notas finales y es, a pesar del lenguaje médico, comprensible porque evita cualquier opinión argumentativa y se atiene a hechos reportados por estudiantes de Nietzsche de diversas disciplinas. En suma parece un artículo que pueda ser leído productivamente por cualquier persona y el autor ofrece al final su dirección de correo electrónico, por si alguien quiere aclarar cualquier cosa de lo que apunta:  http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=s0034-98872007001000019
     
    De cualquier modo la compasión parece un valor válido para quien se identifique con el Jesús de los evangelios, cuya “visión del Mundo” era eminentemente relacional y en modo alguno centrada en él mismo. Si bien se ponen en boca de Jesús promesas escatológicas, lenguaje de recompensas (quid pro quo entre la humanidad y la divinidad, etc.) mucho más consistente con la totalidad del reporte evangélico sobre Jesús de Nazaret es su generosidad y la gratuidad de su compassion ni siquiera orientadas a realizarse a sí mismo, sino en bien de quien tenía necesidad y sin expectative de recompensa.
     
    Como propone el autor del artículo al origen de este hilo parece extraordinariamente chocante que la compasión pueda o deba ser propuesta o considerada un signo de debilidad de cualquier clase.

    La Historia contiene sobradas evidencias de las consecuencias de la trivialización del mal y de la ausencia de compasión. En este punto vuelve a cobrar significación el argumento hecho por ambos, Hannah Arendt en “Eichmann en Jerusalén”:
    http://www.book.tubefun4.com/downloads/Eichmann.pdf
    y Primo Levi en “Si esto es un hombre”:
    http://switch2011.upa.edu.mx/biblioteca/LIBROS_Psicolog%C3%ADa/Si-esto-es-un-hombre.pdf

  • ana rodrigo

    Gracias, Antonio, por este magnífico artículo, tan inspirador para reflexiones personales y comunes.
     
    En estos últimos tiempos hemos tratado en varias ocasiones acerca del AMOR en todas sus variedades y matices. Pienso que la ética-amor-compasión-misericordia, es la consecuencia de vivir desde lo más humano así como lo que más nos humaniza, ya sea personalmente ya sea colectivamente.
     
    No entiendo cómo pensadores tan lúcidos e inteligentes y tan acertados en ciertos aspectos, como es el caso de Nietzsche pueden hacer aseveraciones como las que nos menciona Antonio: “Para este filósofo el compasivo es una persona débil que no es capaz de enfrentarse ni al dolor y sufrimiento propio ni al ajeno. Viene a ser un ser humano cobarde que no busca el superarse en las dificultades,” O Sabater  “Yo hago cosas con otros, pero nunca por otros”.
     
    No puedo entenderlo, porque la experiencia nos dice, en el caso de Nietzsche, que quienes viven una ética que parte de lo más profundo de su ser, son personas admirables, entregadas hasta comprometer su propia vida pensando en remediar males ajenos y en colaborar, como dice Antonio, en un mundo más vivible, más humano y más humanizador.
     
    Si el Dios de Jesús lo definieron como “Dios es Amor”, si Jesús fue coherente con la fe en su Dios-Padre-Madre, aún quien no sea creyente ni en Dios ni en Jesús, la afirmación es universalmente válida. La ausencia de ética-amor-misericordia-compasión, nos metería en un mundo peor que el de los animales que, por lo menos, se respetan entre sí en casi todas las especies.
     
    PD. Después de haber conocido a Antonio ya a su esposa en Madrid, no os podéis ni imaginar la manera tan diferente que tengo al leerlo. Es que es majísimo y su esposa igual, y de personas así, salen cosas así de buenas.

  • Gonzalo Haya

    Me gusta la presentación de la vida de Jesús como “ética compasiva”. Ya Pedro, en los Hechos de los apóstoles, la resumió diciendo “Pasó haciendo el bien”

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo:
    – un principio ético nuevo: “Haz al otro lo que él quiere que le haga”.
     
    No está nada mal ¿no?
     
    Pienso que tal vez está en ciernes –si no lo mata una helada- otros brotes de aquellas Cepas ÉTICAS.
     
    Se trataría de una raigambre en la ESTÉTICA.
     
    La ESTÉTICA es el Paisaje panorámico integral comprendido desde un Punto de vista.
     
    Se trata de una PERSPECTIVA generadora.
     
    Se trataría, en nuestro tiempo, de AGRADECER LA VIDA
    (global en la que me encuentro incluido, no solo “a” la Vida que tengo-tenemos)
     
    Ese AGRADECER aparece infartado (lleva en su Seno)
    la DIVERSIDAD y su COMPRENSIÓN (vistazo panorámico).
     
    Recién entonces es donde queda ubicada en su necesario Capítulo la COMPASIÓN ÉTICA, referida a aquellos Escenarios en que la Vida la encontramos menguada o pisoteada.
     
    Tal vez ¿no?
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Antonio Vicedo

    Efectivamente la COnM- PASIÓN (Compartir la situación mas necesitada de ser remediada) es ingrediente elemental en lo que supone la ENCARNACIO =HUMANIZACIÓN DE DIOS en y por Jesús; Misión confiada por el Padre y que Jesús, a su vez confía a su Discipulado.
     
    Pero esa COMPASIÓN no se detiene en lo que las necesidades tienen de consecuencia, sino que principalmente, porque es el modo más eficiente de superarla como desorden, tiene como prioridad las exigencias del Reino de Dios (Hermandad Humana Universal como exigencia de UNIVERSAL  e IGUAL CREACIÓN y FILIACION) y LA JUSTICIA que asegure su eficaz LOGRO.
     
    La advertencia de NOVEDAD en BIEN que supone el testimonio y mensaje de Jesús no tiene como objetivo principal (Dejada aparte la urgencia de remedio para males concretos) las consecuencias de la INJUSTICIA, sino el remedio de la misma INJUSTICIA como causa de los males humanos.
     
    Por ello, la orientación testimonial de su vida y su mensaje van directos hacia el objetivo de la VERDAD contra la FALSEDAD, haciendo propia la mayor situación injusta de SU CONDENA y MUERTE EN CRUZ siendo INOCENTE y la proclamación clara y diáfana de que el Vino Nuevo requiere Odres Nuevos, que el Paño Nuevo no es para REMIENDOS; que lo primordial es la búsqueda del Reino y SU JUSTICIA: y que no se trata de REFORMAR, sino de RENACER en cuestiones de ese Reino.
     
     
    Tan es así que el mismo Sistema de Poderes, manantial de injustos desórdenes, no se consideró amenazado por las acciones compasivas de BENEFICENCIA que iba realizando Jesús y sí acuso ser amenazado y reaccionar con toda virulencia ante su actitud inquebrantable del COMPROMISO VITAL CON LA JUSTICIA.
     
    Y en ello estamos todavía, cuando nos entusiasmamos y aquietamos con los REMIENDOS BENEFICOS, pero nos resistimos al COMPROMISO  que nos demanda la JUSTICIA.
    La ETICA  HUMANA ( Que de tal se precie, religiosa o laica) no puede quedarse en la correlación NECESIDAD AYUDA, sino en el efectivo paso hacia la CAUSA de las NECESIDADES en una situación de ABUNDANCIA de BIENES y CAPACIDADES con lo que generosamente nos mima el PADRE en su PROYECTO NATURAL. del UNIVERSO del que somos PARTE