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El papel de la iglesia en el mundo (y II)

Carlos BarberáLa primera entrega de este trabajo (ver) constataba los intentos de avizorar el sentido y el futuro de la historia y el fracaso de los grandes proyectos históricos: desde el de la cristiandad, vigente durante tantos siglos, hasta los de los herederos de la Ilustración. Cada uno de ellos acabó mostrando que la historia carecía de un sentido inmanente y que la voluntad de plantar en la tierra un paraíso acababa creando nuevos infiernos.

No hay ninguna oportunidad, luego aprovéchala. Este slogan cínico no está muy lejos del carpe diem que se ha convertido en el único mandamiento del mundo occidental. En ese marco ¿tendrá la Iglesia una palabra válida que vaya más allá de los consuelos individuales, de las meditaciones trascendentales para ejecutivos o de las concentraciones para masas? ¿podrá ir más allá de ser un placebo espiritual, el opio de la nueva humanidad? No hace falta decir que los creyentes, basados en las promesas de Jesús, contestamos con una afirmación. Sin embargo es preciso llenarla de contenido.

Podemos partir de una hipótesis: el nuevo paradigma postula que no es posible soñar ni predecir ningún futuro. A cambio hay que otorgar valor al presente. El anuncio de la Iglesia no puede ser distinto del de Jesús: el reino ha llegado y está en medio de nosotros. No es el futuro esperado lo que determina todo el conjunto sino el presente vivido. Dios se ha entregado al mundo pero después se ha retirado dejando su Espíritu. En consecuencia, todo es relativo pero cargado de absoluto, todo es profano pero habitado por ese Espíritu. “Este es el momento de la salvación” (2 Cor 6,2)

Esta perspectiva requeriría un largo texto expositivo. En el espacio de un artículo únicamente pueden enunciarse algunas tesis:

La función primera de la Iglesia es hacer una lectura creyente de la realidad. “El acontecimiento será nuestro maestro interior”, decía Mounier. En cualquier acontecimiento, en cualquier momento Dios está presente. Ciertamente lo está al modo que El mismo ha elegido. No se adueña de ese momento, no elimina su carácter profano pero aporta a la vez una compañía y una promesa.

El relato será, en consecuencia, el lenguaje principal del pueblo cristiano. ¿No es chocante que, guardiana de la tradición basada en relatos, la Iglesia los utilice tan poco? La palabra de la Iglesia no habrá de ser, pues, una palabra doctrinal sino narrativa. Contará su experiencia pero no la encerrará en fórmulas dogmáticas. Detrás de sus palabras habrá personas y no solamente ideas.

La invitación del Concilio a “leer los signos de los tiempos” no lo es a diseñar un futuro sino a profundizar en el presente. La realidad es ambigua y muchas veces opaca pero, como formulaba Teilhard de Chardin, es también, para una mirada creyente, “diáfana”.

La lectura de los signos de los tiempos no se agotará en su faceta contemplativa, sino que utilizará su capacidad de indicar, sugerir, animar. Tendrá una intención práctica. Coincidiendo con espiritualidades de origen oriental, se diferenciará de ellas por su dirección a la acción. Así afrontará las acusaciones de escapismo y huida del mundo.

A la hora de contemplar la realidad, un aspecto toma la primacía: es la universalidad del sufrimiento. Nunca antes, pese a inferiores condiciones de vida, ha tenido tanto relieve el sufrir de los humanos. La lectura creyente de la realidad no puede hacerse sin que aparezca la dimensión del sufrimiento. También el de los que ya murieron. El aguijón del sufrimiento libra a los creyentes de una reconciliación “espiritual”, ficticiamente pacificadora.

No hay, pues, otra ética que de la de la compasión. Relativizar la moral no equivale a decir que todo vale. Han de existir normas pero serán, como humanas, provisionales y por tanto cambiantes. Los seres humanos las van encontrando y los creyentes entre ellos. Pero para estos últimos, la mirada a la realidad desde el relato del Jesús crucificado, ayudará a convertir al otro en un prójimo. Especialmente al sufriente, a la víctima.

Toda esta perspectiva demanda el cambio. “Convertíos” es una de las primeras palabras de Jesús. Tentada para amoldarse a las situaciones, la Iglesia mostrará que sin el cambiar nada es posible. Metz ha argumentado que ruptura es uno de los nombres de la religión

A veces se abre la discusión sobre si Jesús fundó o no una Iglesia. No me parece un asunto relevante. Sin ella el propio Jesús no sería sino uno más de los crucificados del Imperio Romano. Es ella quien conserva la tradición de Jesús y asegura la presencia del Espíritu y sobre todo quien construye un pueblo, articulando todas las experiencias individuales. Pero este pueblo se sabe peregrino y sólo podrá serlo si va ligero de equipaje. Necesita estructuras pero ha de saber que éstas son provisionales. En otro caso ellas mismas se convierten en sustitutos del reino en vez de ser sus vehículos. La precariedad debe sr su signo. “Este tesoro lo llevamos en vasos de barro”, ya lo había dicho Pablo. Y no sólo eso: el mismo Jesús había asegurado que “el sábado es para el hombre” y no al contrario. Lo mismo hay que decir de todas las instituciones, de la primera a la última.

Leer cada momento, anunciar su riqueza, sembrar una semilla, curar a los heridos, invitar a un banquete, esas son las misiones de la Iglesia. Hay que conservar lo que ayude a hacerlo y desprenderse del resto. Pero ¿podemos esperar que haya suficiente fe en ella?

16 comentarios

  • ELOY

    Hola de nuevo Oscar.

    Siempre agradezco tus comentarios que me sirven de fuente de reflexión, sin tener necesariamente que aseverarlos, ni desmentirlos.

    Quizá, consciente o inconscientemente, contribuyen a incrementar el acerbo de creencias e increencias, sentimientos y experiencias que, a la postre, configuran mi manera de ser y estar en el lapso temporal que me ha tocado vivir. 

    Un abrazo agradecido, como siempre.   
     

  • oscar varela

    En cuanto a la MÍSTICA y ESPIRITUALIDAD:

    Esos vocablos se nos aparecen, al menos, como “im-precisos”; lo cual difuculta y embarra la cancha de la conversación.

    Quiero precisar el significado que yo les doy.

    Místico es todo aquel que se hace un momento para “meterse dentro de sí en soledad” para ver de compaginar su pretensión lírica con esculpirla en su en-torno multifacético.

    Tal Mística consiste en hallar las Técnicas y Mecánicas que mejor logren esa Pre-Tensión (siempre en vista del En-torno con el que dia-loga)

    Acepto que se diga que “el siglo XXI será Místico o no será”;
    pero preciso que la tal Mística habrá de ser de una Poética Científico-Tecnológica.

    Sigo a Ortega cuando señala que “la constitución de la Ciencia FÍSICA ha sido la creación del ÓRGANO DE LA FELICIDAD humana).
    ………………………..

    Cualquier ser humano, por el hecho de serlo, “hace lo que hace en vista de su mundo entorno”; por eso es constitutivamente MÍSTICO.

    Cuando lo que “HACE” es una cagada, hay que con-vencerlo con la palabra y el des-tierro de los humanos; por lo menos hasta que la limpie.

    Que en los tiempos de Crisis donde la imbecilidad banalizadora es el “pan nuestro de cada día” sean los “MONJES” (los “en-soledad”) quienes hayan de hacer punta hacia un tal vez posible y siempre inseguro Mañana no es ninguna novead en la Historia humana. Solo habría que tener en cuenta que “el Hábito no hace al Monje”. Lo que “hace al Monje” fue y es la SERIEDAD y el ESFUERZO por “Re-absober su Circunstancia”, que al decir de Ortega es “el Destino Concreto del ser humano”.

    ¡Vamos todavía! – Oscar. 

  • oscar varela

    Hola Isidoro y ELOY!

    Pienso que tienen “razón”.
    Ambos apuntan hacia una “razón histórica”
    (la que da cuenta y razón de lo que hacemos y nos pasa).

    Tal vez en Ortega estaba “activada” la comprensión de la Realidad como “multi-facética”.
    (es casi cómico escucharle decir que “nadie a visto jamás una naranja”)
    (por eso propone que para conocer la Realidad de algo hay que flirtear con ese algo; e.d. “darle vueltas hasta que se le caigan los velos y aparezca la “Verdad desnuda”, Alicia o Alezeia)

    Pero Ortega muere en 1955 y no asistió a la eclosión provocada por el invento-tecno-instrumento (Asunto de La Técnica para nada ajeno a Ortega) de la INFORMÁTICA y de las actuales REDES (Asunto que acertadamente ocupa a la REDACCIÓN ATRIO).

    Tampoco asistió Ortega al desarrollo de la teoría y manualidad de las nano-partículas.

    Pero su comprensión de la Vida humana como un Drama argumental donde los Sujetos-Individuos no se constituyen sino en vista de su Circunstancia-Mundo-Escenario, ya Ortega trazaba el Sendero por el que se podría transitar hacia una mayor comprensión de la Realidad.

    Acá es donde invito a ambos a ir pensando la “Subjetividad” como un “relativo-a-la-Objetividad” del Objeto; abandonando todo Absoluto que no sea Lo Relativo. La razón histórica no es sino el Relato de ese “lo que le ha ido pasando a las cosas y personas en su trato y quehaceres”.

    Ese Relato en el que estamos co-implicados es la Fe o Creencia sobre la que estamos parados oteando el horizonte del mañana cuando nos preguntamos -“¿Qué será de mí, de nosotros?”-

    Ese Relato (Evolución de las Cosas e Historia del Drama humano) no es ningún Absoluto al que estamos encadenados (lo cual es lo  propio -por más vueltas que se le quiera dar- de la Religión de dioses meta-físicos o de Mercados Molochianos que todo se lo quieren tragar).

    Ese Relato es el pedestal sobre el que n/tiempo está parado mirando hacia dónde conviene dis-pararse; porque ese Relato-Apoyo-Con/Fiado ya no le sostiene con seguridad para hacer frente a lo que ve que se le viene. Sus categorías de comprensión se le derrumban.

    Es comprensible que en la situación de terremoto (Cambio-Crisis) haya un momento -más o menos largo- de imbecilidad y banalización (que no hay que confundir usando el vocablo “superficial” como su sinónimo).

    Habremos de ¡Seguir yendo todavía! ¿Les parece? – Oscar.

  • ELOY

     
     
    Hola Oscar.

    Gracias por tu comentario. 

    No soy especialista (ni siquiera “enterado”) de teología ni religiones. Aunque cada día vivencio, a mi manera, la mía y me siento, quiera que no,  abierto al misterio, a la sorpresa, a la esperanza.
     
    Por otra parte el respeto a todas las personas, me lleva a intentar respetar sus creencias y el respeto a mí mismo me lleva a intentar respetar las mías.
     
    Porque, aunque pueda resultar asombroso, mis creencias las tengo a pesar de mi mismo.
     
    Tú, que eres lector habitual de Ortega sabes bien lo que suponen las creencias y las distingues muy bien de las ideas.
     
     Quizá por ello comparto parcialmente el comentario de Isidoro García cuando dice:
     
    “Pero si en los terrenos del conocimiento contrastado, no podemos asumir ideas no probadas, porque nos gusten más, (no podemos creer que la tierra es plana, por muy placentero que nos sea), en los terrenos “incógnitos” y en la zona del “misterio”, donde toda hipótesis es probabilística, sí podemos seguir nuestra subjetividad, y asumir lo que nos parece subjetivamente más razonable.” 
     
    Un saludo cordial  
     

  • ana rodrigo

    Buenos días. A falta de tiempo para hacer mi pequeña aportación,  deciros ok,ok,ok. Os leo esperando mi vuelo a Lanzarote donde mi nieto está señalando con su dedito el cielo por donde llagará suabuela

  • Isidoro García

    Prosigo. En resumen, aquí subyace el tema del pluralismo religioso, y la naturaleza de la fé.
     
    Cada uno debe seguir sus intuiciones personales, confiando por una parte en su “daimon” interior, y lo que es mas problemático en su equilibrio mental y su capacidad de discernimiento personales. Y el que tenga la intuición de que Dios padre de todos, ha dado la exclusiva del conocimiento de la Realidad misteriosa, a una Organización radicada en Roma, y le inspira directa y con exclusividad mundial, la verdad, pues hace muy bien en asumirlo. Y el que crea que Dios hace llover para todos, y hace salir el sol para todos, pues también muy bien, y que mantenga sus intuiciones personales.
     
    El pluralismo, no es la simple tolerancia “ecuménica”. Es aceptar que aún estamos en el “valle de lágrimas” de la subjetividad personal, con la consiguiente inseguridad cognoscitiva.
     
    Por eso no es pluralista el que quiere, sino el que puede. Hay que aceptar la realidad, que el creer en exclusividades en la influencia espiritual, infalibilidades, y monopolios de la acción del “Espíritu”, impide todo pluralismo auténtico. No veremos a los demás como iguales, sino como pobres equivocados, y a lo más, les toleraremos displicente y educadamente.
     
    La realidad es que vamos dando palos de ciego, pero con el optimismo, de que vamos acercándonos poco a poco a una situación distinta, una nueva era, un nuevo periodo histórico, en el que la gran Superhumanidad, mediante un sofisticado software integrador, integre todas nuestras inteligencias individuales, y coordine todas nuestras subjetividades y se acerque así al conocimiento de la Verdad de la Realidad.
     
    Y ese proceso esperanzador, ya asoma por el camino inmediato, ya está muy cerca de aquí.

  • Isidoro García

    Yo creo, desde la limitación del simple aficionadillo al tema, que la teología de Pannenberg, tiene mas justificación y utilidad de lo que Oscar señala. Lo que está claro es que, (en este periodo histórico), la teología nunca será científica. Siempre necesita basarse en un postulado previo de la fé-intuición personal, (siempre subjetiva y convencional= hemos decidido esa convención). Y por ello es verdad que es “más de lo mismo “.
     
    A los que no sientan esa intuición interna, o como el feliz y afortunado Pepe Blanco, no sientan nunca el “vacío existencial” que nos aflige a muchos, esta teología no los va a convencer de nada. Pero los que sí que la sentimos, y no queremos renunciar por ello a nuestra cosmovisión moderna, nos proporciona un planteamiento si no racional del todo, sí al menos “razonable”, lo que nos hace la vida un poco más cómoda y llevadera.
     
    Esto no nos exime de dudas y titubeos, sino que los atenúa y los hace mucho mas soportables y asumibles. Se dirá que la verdad es la que es, independientemente de que sea útil y haga la vida mas llevadera o no. Y es verdad. Pero si en los terrenos del conocimiento contrastado, no podemos asumir ideas no probadas, porque nos gusten más, (no podemos creer que la tierra es plana, por muy placentero que nos sea), en los terrenos “incógnitos” y en la zona del “misterio”, donde toda hipótesis es probabilística, sí podemos seguir nuestra subjetividad, y asumir lo que nos parece subjetivamente mas razonable.
     
    ¿Es esa la tan denostada por muchos “religión a la carta”?. Pues sí. Pero es que toda nuestra vida la vivimos “a la carta”, tomando en cada momento las decisiones que consideramos convenientes, y las creencias no iban a estar ajenas a este planteamiento de vida personal.  Lo que caracteriza al hombre individuado es la autonomía y la libertad personal, y si nos equivocamos que sea con nuestras propias ideas y no con las de otros.
     
    El mayor pecado del humano no es no haber sido como Jesús, ni como Mahoma, ni como Einstein. Es no haber sido nosotros mismos. Y eso no es individualismo, porque la Sociedad, la Humanidad, la Supermente global, o la Comunión de los Santos, (como queramos llamarlo), necesita componerse de individuos plenos, autónomos y creativos.

  • oscar varela

    Hola ELOY!

    Gracias por aportarme “otra teología posible”: la teología de la mediación

    Bien está que aparezca en una necrológica, donde ha encontrado su lugar exacto.

    Dice de ella Casale Rolle:

    1.- El objetivo de este intento es hacer razonable la idea misma de Dios, como el poder que todo lo determina,
    2.- para que la revelación de Dios en las religiones,
    (y en especial la cristiana, que es el lugar donde se decide sobre la realidad de la divinidad),
    cuente con un ámbito de inserción al interior de las preguntas fundamentales del hombre.
    3.- Se pretende así hacer una teología con identidad y relevancia.
    ………………………..

    Para mí –visto desde la altura de nuestro tiempo- sigue siendo “más de lo mismo”.

    Sé que con lo que digo no aporto ningún argumento; pero, créeme, que es porque no es el lugar para mostrar lo cercano que están llegando al absurdo intentos semejantes en nuestro tiempo.

    En la vida humana, e.d. en la Historia, el tiempo ni es inocuo ni pasa en vano: o se engorda o se enflaquece y las huellas de las arrugas demuestran que no se puede pasar dos veces en el mismo río.

    La Teología (cualquiera) es una gloria (pasada), pero una pasada (gloria).

    ¡Voy todavía! – Oscar.
    ……………………

     
    PS: lo que digo de la Teología lo extiendo a la Religión.

  • ELOY

    Por si resultara de interés, adjunto enlace con un artículo (disponible en Internet) sobre  Wolfhart Pannenberg del que es autor el Profesor de la Facultad de Teología Pontificia Universidad Católica de Chile  Carlos Casale Rolle y que lleva por título “Wolfhart Pannenberg y el reto de la Modernidad: Pensar a Dios y al hombre desde la mediación (1)”
    Enlace:                  
    http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0049-34492006000100001
     

  • ELOY

    Esta tarde he leído en El PAÍS una nota necrológico sobre el teólogo WOLFHART PANNENBERG,  del que yo no tenía noticia, pero que  según se dice ( y lo dice Manuel Fraijó, catedrático emérito de filosofía de la UNED = Universidad a Distancia), FUE UNO DE LOS GRANDES PENSADORES RELIGIOSOS DEL SIGLO XX Y CLAVE DE LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 

    Me parece que el pensamiento y planteamientos del fallecido que expone la nota necrológica son muy interesantes y encajan bien, en mi opinión, en este “post” de Carlos Barberá por lo que adjunto enlace. 
      
    http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/09/19/actualidad/1411156547_052837.html
     

  • Dracir Abad

    El derecho a juzgar a los agentes de la opresión.
    Los evangelios atribuyen a Jesús la oposición a juzgar a las personas. No obstante creo que los/las oprimido/as tienen derecho de juzgar al opresor/a y a discernir que ellos mismo no tengan la responsabilidad de la opresión que sufran.
    No se trata de meramente discernir que una situación sea opresora sino concluir lo que sea necesario hacer para cambiarla y en ello va implícito distinguir quien sea o no el/la agente de la misma.
    Los evangelios se oponen al juicio como condenación sin esperanza (mala hierba destinada al fuego). A Jesús los evangelios le atribuyen condenaciones llenas de ira contra algunos grupos, no ya individuos, sino generalizaciones contra grupos, pero me inclino a pensar que su condenación se refiera más bien a la conducta y de ahí que también exhorte a la conversión con esperanza.  No niega el juicio de la conducta y por extensión o explícitamente la condenación de quienes la practican. La cuestión es la esperanza que parece mantener Jesús de que puedan rectificar.
    Esa es otra razón para poder hablar de culpabilidad sin temor y denunciarla donde caiga. También esa es razón para que quien sea acusado pueda optar por reconocerse culpable o refutar la acusación por razón de la esperanza de quien proféticamente denuncie.
    El librito de Francisco, cuando era Obispo en Buenos Aires, “La Acusación de sí mismo”, es un ejemplo de esto que digo. Propone que no haya necesidad de llegar a ser acusado cuando se mantienen abiertos la mente y al corazón para reconocer los errores y por tanto las culpabilidades, versus la intransigencia que se limita a defenderse y a vengarse, que parecen más bien fruto del miedo y la soberbia.
     

     

  • Dracir Abad

     
    Ana y Eloy: No minimizo la criminalidad eclesiástica ni critico la totalidad del artículo originador de este hilo.
    Solo deseo apuntar que la mayor responsabilidad decisoria sobre la vida de la Iglesia nos corresponda a los seglares y que se nos mantiene ajenos a ellas Fue Catalina de Siena, una seglar, la que hizo regresar al Papa escondido en Avignon.
    Mi mejor modo de decirlo es que la violencia la deba detener el violento como la paz la deba crear el pacífico, que el robo lo ha de detener el ladrón sea cura sea seglar. Solo el cónyuge y la cónyuge violentos pueden hacer desaparecer la violencia doméstica. Las encíclicas, los discursos, las excomuniones quizás puedan ayudar pero no lo han hecho siempre. Es nuestra praxis seglar la que constantemente hace llegar el evangelio a todas partes.
    La Iglesia es primariamente nuestra, un proyecto seglar, porque somos su mayoría y somos lo que vivimos inmersos en el Mundo.
    Reuniones como el Congreso de Teólogos Juan XXIII tienen derecho a utilizar los espacios que la Iglesia posee porque somos los seglares los que pagamos por ello. Un pigmeo episcopal desfasado no tiene derecho a cerrarles sus puertas simplemente porque les tema o les odie. Muy bien que debiéramos suspender las subvenciones y hacerles emplearse para que bajen a la realidad de la lucha, obligarles a crear familia y que entren en la realidad del matrimonio.
    Al referirme a la culpabilidad de los seglares—dándoles el beneficio de la duda—me refiero, a la de aquellos cristianos seglares con poder decisorio sobre el curso de la economía, la manipulación de los mercados y precios, la política, y las comunicaciones. No me refería a que los eclesiásticos no tuvieran la suya propia.
    Prefiero creer que si los medios de comunicación esconden las injusticias sociales del Mundo—i.e., el nuevo tráfico humano, la usura en la venta de los empleos, el desalojo masivo de las tribus africanas yacente a la raíz de las emigraciones a Europa, la multifacética y omnipresente corrupción administrativa gubernamental y tantas otras situaciones similares—es porque sepan que cometen el mal y a ese conocimiento le llamo “culpa”.
     

  • ana rodrigo

    Dracir, ¿me permites? Creo que debemos desechar el término culpabilidad, eso sólo lo deciden los jueces/zas después de una sentencia. La vida es un caminar, con tropezones, sí, pero caminando se hace camino o “se hace camino al andar”.

    Y sobre seglares y clérigos, a cada cual lo suyo. Si los clérigos se consideran intermediarios entre dios y el resto de los mortales, que apechuguen con las consecuencias, y si no, que pasen al pueblo como cualquier hijo de vecino. Las responsabilidades son distintas.

  • ELOY

    Me parece muy acertado el planteamiento de Dracir Abad , aunque he de matizar que no creo que el planteamiento de Carlos Barberá  sea el que, en hipótesis interrogativa,  plantea  en su comentario al decir: ”
     
    “¿Es esa la fe a la que se refiere el autor o se refiere a tener fe como una incondicional sumisión intelectual al magisterio oficial incluso a veces vicariamente como en el bautismo de menores?
     
    Al contrario, entiendo que en el planteamiento de Carlos Barberá,  es la realidad sufriente, propia y de los demás, la que nos lleva, (debe llevarnos), a la asunción de la ética de la compasión, en la búsqueda de la cual los creyentes van, codo con codo, con los no creyentes:
     
    La lectura creyente de la realidad no puede hacerse sin que aparezca la dimensión del sufrimiento. También el de los que ya murieron. El aguijón del sufrimiento libra a los creyentes de una reconciliación “espiritual”, ficticiamente pacificadora.
    No hay, pues, otra ética que de la de la compasión. Relativizar la moral no equivale a decir que todo vale. Han de existir normas pero serán, como humanas, provisionales y por tanto cambiantes. Los seres humanos las van encontrando y los creyentes entre ellos. Pero para estos últimos, la mirada a la realidad desde el relato del Jesús crucificado, ayudará a convertir al otro en un prójimo. Especialmente al sufriente, a la víctima.”
     
    Y añade Carlos:
     
    “Toda esta perspectiva demanda el cambio. “Convertíos” es una de las primeras palabras de Jesús. Tentada para amoldarse a las situaciones, la Iglesia mostrará que sin el cambiar nada es posible. Metz ha argumentado que ruptura es uno de los nombres de la religión”

  • Dracir Abad

    ¿No es extraordinaria la proposición de que  La función primera de la Iglesia es hacer una lectura creyente de la realidad”? Así, se sugiere que su servicio primario sea el profético. La profecía debe referir más a la esperanza que a la fe pero el autor concluye preguntándose si se pudiera esperar que hubiera suficiente fe en la Iglesia.
    La Iglesia es signo visible, cuasi sacramento del obrar y decir de Jesús materializada en la presencia en cada ambiente del mundo,, de los “seglares” (indebidamente llamados laicos por la ambigüedad coloquial del término).
     Esta multitud omnipresente de los seglares efectúa el impacto de la Iglesia sobre el resto del Mundo desde dentro de él.  
    Consecuentemente, el mal que los seglares inflijamos sobre los demás, cada día, en nuestras profesiones, roles políticos, vida familiar, relaciones personales y grupales, etc., constituye el primer y mayor obstáculo al Evangelio de Jesús.
    No debiera ser extraño que los seglares desvíen la atención de sí sobre la basura de los clérigos—incluyo aquí a ordenados, y bautizados con voto de obediencia—y sus hipocresías, cuando él mismo tiene parte tan inmensa en la injusticia social. Esta culpabilidad global desea que la injusticia de la que surge pase inadvertida. Los seglares, mayoritariamente, no ejercemos el servicio profético de la Iglesia como debiéramos. Solo el ladrón y el violento pueden terminar el robo y la violencia.
    Nuestro servicio profético debiera definir la función primaria de la Iglesia en conjunto lo cual primariamente requiere una esperanza confiada contra toda desesperanza (Cf. Hebreos 11, 27). ¿Es esa la fe a la que se refiere el autor o se refiere a tener fe como una incondicional sumisión intelectual al magisterio oficial incluso a veces vicariamente como en el bautismo de menores?

  • ELOY

    Como siempre la palabra de Carlos F. Barberá me resulta clara y por clara iluminadora de la realidad y, siempre, enfocada a la acción

    Dice:

    “La lectura de los signos de los tiempos no se agotará en su faceta contemplativa, sino que utilizará su capacidad de indicar, sugerir, animar. Tendrá una intención práctica. Coincidiendo con espiritualidades de origen oriental, se diferenciará de ellas por su dirección a la acción. Así afrontará las acusaciones de escapismo y huida del mundo.”