76 años, 79 años, 82 años. A esa edad las mujeres son ancianas que esperan el fin en sus casas, en los geriátricos, con sus hijos si tienen suerte.
Que hacían Lucia Pulici, Bernadetta Boggian y Olga Raschietti en un barrio perdido, de un país perdido en un continente perdido en lugar de estar en la bella Italia devanando los días a la espera del fin de su paso por esta tierra?
Mujeres de hierro estaban con el hombre de sus sueños a la espera de la llamada con las lamparas encendidas.
Mujeres de esperanza no quisieron abandonar la acción en medio de la vida para ponerse inyecciones y tomar pastillas y contar historias de cuando eran jóvenes o maduras.
Habian encontrado al hortelano que les dijo: Lucia!, Bernadetta!, Olga! y esa voz destruyó la vejez y las dejó plantadas en los cincuenta hasta morir.
Y qué muertes!. Violadas, machacada la cabeza, decapitadas en la noche del día del Señor. Destruidas. Como el hombre de sus sueños. Como el hortelano escapado del sepulcro ya vacío. Lo ha cantado Wolf Biermann : ” Quien no busca el peligro, perece”.
Las legiones de ángeles no llegaron. No tuvieron la misericordia que ellas dieron a lo largo de sus días. Dios escondido no movió un dedo en su defensa. Como con el hombre de sus sueños permaneció mudo y sordo.
Lucia, Bernadetta y Olga han resistido impávidas las llamadas del retiro. Han dicho SI a la vida y SI a la muerte en medio de la vida. Estando de servicio hasta el final. Su jubilación se la han conseguido sus asesinos. Ellas son su pensión contributiva.
Nuno Judice, un maestro de la poesía portuguesa de estos dias, lo ha contado : “Pregunto como se escribe el poema. Y laúnica respuesta posible /es escribir el poema”. Lucia, Bernadetta y Olga son doctoras cum laude en poesia contemporanea. Como santa Cecilia han muerto de amor.
Yo hubiese titulado este post “Tres mujeres asesinadas”, tres generosas y entregadas mujeres al bien de los demás asesinadas.
Por lo visto no se sabe bien las circunstancias, y de cualquier manera es terrible y lamentable. A lo largo de la historia la vida humana ha tenido muy poco valor, no sólo ante la muerte sino ante la vida. La historia de la humanidad ha sido la historia de una especie de atrocidades contra su misma especie, cosa que, creo, no ocurre en la mayor parte de las especial animales.
Y estoy de acuerdo con Dracir, mi recuerdo y mi exigencia de justicia para tantas mujeres asesinadas en países llamados civilizados, como España, en donde en lo que llevamos de año se han asesinado a 41 mujeres por violencia machista y ni se sabe los miles de mujeres que sufren violencia y agresiones a diario y que no saben o no saben cómo ni siquiera denunciar su situación.
Este horrible asesinato múltiple es incuestionablemente condenable y profundamente lamentable. No ocurren solo en los países de misión, sino en nuestros propios países “civilizados”. Estas víctimas pudieran clamar justicia pero fuera un clamor contrario al mensaje de Jesús que trataban de vivir y practicar.
¿Habrá un propósito válido que genuinamente cueste este precio de muerte? No puedo imaginar el terror que debieron sentir estas mujeres mientras unas veían actuar al asesino sobre las otras y se me hiela la sangre al pensarlo. Quisiera comprender el comentario del autor acerca de la poesía. Pero no lo logro.
La historia incluye cientos si no miles de muertes comparables pero: ¿Puede una institución plagada de corrupción moral e incluso financiera, que aún menosprecia a la mujer y ha perdido la credibilidad en tan gran medida, pedir un espacio propio para llevar a cabo su trabajo de “servicio” sin renunciar a intentar cambiar las creencias y las culturas de otros pueblos e imponerles las propias? ¿Es aún posible la vieja mentalidad imperial de Occidente de que los demás tienen que cambiar según nuestro parecer?
¿No es el deber de los superiores religiosos aprender de la experiencia y negarse a enviar misioneros/as a estos “ambientes” tan hostiles cuando hay países no hostiles que los/as aceptarían de buena gana, sobre todo si sus propios países de origen igualmente necesitan de los servicios que desean prestar?
Tradicionalmente los religiosos asumían el riesgo del martirio. Los tiempos han cambiado y esa mentalidad ya no parece válida. Los llamados “países misioneros” nunca han carecido de la incivilidad que han tratado de erradicar en los llamados “países de misión” y hasta la propagaron. Nunca se justificó enviar misiones a países desconocidos u hostiles a fin de hacer caridad fuera de casa cuando dentro de casa era urgente y la historia ha demostrado que el propósito no fuera exclusivamente cumplir el mandato atribuido en Marcos 16, 15 y Mateo 28, 19.
Terrible crimen del que tengo conocimiento por este artículo de Alberto Revuelta y que, desgraciadamente, es una muestra más del poco valor que la vida humanan, sea de personas religiosas o no, parece tener en determinados ámbitos o para determinadas personas y grupos violentos.
Ignoro las causa concretas de lo sucedido que , según parece, todavía están sin esclarecer, pero no dejo de pensar en el vacío de educación y valores y el cruce con nefasto intereses, ambiciones y abusos que se cierne sobre tantas y tantas personas, de todas las edades, que llevan a la producción de esta y otras tragedias y crímenes en todos los ámbitos.