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¡Ojo a la información! Miscelánea monárquico- republicana

Isorna

NOTA PREVIA.

El comentario que sigue, relativo a una noticia publicada en El PAÍS el pasado día 8 de junio fue enviado a ATRIO el siguiente día  9.

Como hasta el momento no se ha publicado, agradecería que, en caso de que se publique, se añada una referencia al artículo del defensor del lector, Tomás Delclós, La interpretación de los datos, donde trata de errores en el cálculo de porcentajes y en la presentación o análisis de cifras, aunque las mismas sean exactas.

Mi comentario de urgencia respondía a una primera impresión que sigo considerando válida y ahora complementada y enriquecida por las opiniones de otros lectores de EL PAÍS.

I

Un Gobierno que improvisa sobre hechos previsibles no parece un buen Gobierno.

Es evidente que el Gobierno ha improvisado de forma patente en el tema de la regulación de la abdicación del Rey y sus implicaciones sucesorias.

En ATRIO ya se advirtió el 23-10-2013, en Disquisiciones sobre la Republica 1, sobre el arrinconamiento de esta cuestión, cuando en octubre de 2013 arreciaban las declaraciones de diversos políticos y a las informaciones de prensa que advirtiendo de la existencia de un vacío legal.

Entonces nos preguntamos por las razones de la desidia regulatoria y alertábamos:“¿Miedo a  abrir una cuestión sucesoria que pueda alentar voces republicanas?”.

II

Leo (EL PAÍS 8-06-2014.Portada):

“Entre una monarquía con Felipe VI y una República, la mayoría de los españoles prefiere lo primero, según la encuesta de Metroscopia  para EL PAÍS. Un 49% de los consultados se inclina por el nuevo rey, frente a un 36% que prefiere una república presidida por alguna de las figuras políticas actuales”.

¿Qué extrañará más a los lectores del párrafo transcrito?.

A mí me llama la atención que un 36% prefiera “una república presidida por alguna de las figuras políticas actuales”.

Me pregunto:  ¿Quienes son y donde están esas figuras políticas actuales que, según se nos dice, prefieren el 36% de los españoles? Político y actual: difícil elección, difícil búsqueda. Yo no las encuentro ni en el Congreso ni en el Senado. Tampoco en los Parlamentos autonómicos. ¿Existen?

III

Extrañado, busco el dato de la encuesta (pagina 14 de EL PAÍS citado ) y me encuentro con que la pregunta formulada, las alternativas propuestas y los porcentajes de cada una fueron los siguientes (omito detalles de respuesta por partidos políticos y edad):

“Si se convocara un referéndum en que se diera a elegir a los españoles entre una monarquía con don Felipe como rey o una república presidida por una  figura  pública relevante, ¿qué preferiría?

  • Una monarquía con Don Felipe como Rey   49%
  • Una república presidida por una figura pública relevante: 36%

La diferencia hasta 100 corresponde a “NS/NC”

Aquí una de las claves es que, en contra de lo que dice la información de la portada aludiendo a “políticos actuales“, la pregunta alternativa a la monarquía que se hizo a los encuestados, y consiguientemente las respuestas, se referían a “una figura pública relevante“.

Y una “figura pública relevante” no es lo mismo que “una figura política actual”.

Hay, o puede haber, muchas figuras públicas relevantes en el campo de la investigación, la docencia, la universidad, la industria, la judicatura y en cualquier otro ámbito de la sociedad, sin que sea precisamente “un político actual”.

Y esto, creo que explica mejor ese 36 por ciento de elección republicana, porque los políticos actuales no gozan precisamente de general estima. Algunos les llaman “casta”, otros “nomenclatura”.

IV

Pero no solo la explicación del resultado, sino que la misma formulación de la pregunta puede ser traicionera. En efecto se pregunta sobre una monarquía con nombre propio (Felipe VI) frente una republica presidida por una innominada persona comprendida en la abstracta expresión de “figura pública relevante”.

Evidentemente los parámetros para la elección no son homogéneos, no están expresados de forma igualitaria y neutra respecto a la respuesta.

V

En el extremo, la igualdad de la pregunta sería

1) Preguntar por la opción entre Monarquía o República con abstracción de persona.

2) Preguntar por la opción entre Monarquía o República con personas concretas, figuras públicas relevantes.

3) Un caso extremo , para distinguir entre la elección personal y la elección del sistema, sería por ejemplo, preguntar:

“¿Qué preferiría:?
Una monarquía con Mayor Zaragoza como rey
Una república presidida por Don Felipe como presidente de la misma.”

4) También podría plantearse la siguiente alternativa extrema:

    “¿Qué preferiría:?
    Una monarquía con Don Felipe como rey
    Una república presidida por Don Felipe” .

Caben muchas otras formas de preguntar. Depende de lo que se pretenda saber. Pero en todo caso las alternativas que se presenten al consultado han de guardar cierta relación de equilibrio.

Podríamos seguir matizando y comentando otros varios aspectos de la encuesta pero en aras de la brevedad, baste lo dicho para ponernos alerta ante la mucha información que nos va a llegar de uno u otro signo que habrá que cribar y analizar con sosiego.

NOTAS

1) : Dejemos constancia , en todo caso que en el editorial de El PAÏS del lunes 9 -06-2114, se hace referencia no a políticos actuales, sino a “una figura pública relevante”,  es decir se atiene a los términos exactos de la pregunta de la encuesta, pero es evidente que la pregunta, como hemos dicho, no parece estar redactada de forma equilibrada y correcta pues se compara a una persona concreta (y “figura pública relevante”, en todo caso) con una persona  abstracta ( innominada “figura política relevante).

Dice, entre otras cosas,  este editorial del día 9:

“(…) Una mayoría de españoles quiere que la cuestión se plantee en algún momento, según la encuesta de Metroscopia publicada por EL PAÍS; y a la vez, muchas más personas prefieren a don Felipe como rey, frente a la opción de una República presidida por una figura pública relevante.(…)

2) El comentario del Defensor de EL PAÍS del domingo 15 de junio de 2014, comienza diciendo:

La exactitud de las cifras que se publican en cualquier información son objeto de escrutinio por parte de los lectores. En algunos casos se señalan que son erróneas o que se ha hecho mal un cálculo de porcentajes. En otras, sin discutir su exactitud, se considera que no explican la realidad de forma ajustada y, por último, están los casos de discrepancia en la interpretación de unos mismos datos.

El último caso se refiere a la titulación en portada de la encuesta encargada por este diario sobre la aceptación del futuro rey Felipe VI y la demanda social de un referéndum sobre el modelo de Estado. Según la encuesta, si se convocara un referéndum donde se diera a elegir entre una monarquía con don Felipe como rey o una república presidida por una figura pública relevante, el 49% optaría por la Monarquía y un 36%, por la República. El resto de encuestados no se pronuncia. El título de portada decía “Una mayoría prefiere a Felipe VI que a un presidente republicano”. Para Luis de Luxán se trata de un titular “equívoco” y no cumple con el encargo del Libro de Estilo de que los titulares sean “inequívocos, concretos (…) y ajenos a cualquier clase de sensacionalismo” en la medida que no informa de la consistencia numérica de esta mayoría. Para el lector, el diario ha forzado el titular. (…)”

7 comentarios

  • ELOY

     
    Hola Lola.

    Me alegro de saber de ti. Gracias por tu comentario.

    Dices:

    << (…) Nos deberíamos negar a comentar ninguna predicción, si no sabemos todos los datos técnicos de la consulta, y nos convencen.  Quizá hayáis visto la consulta callejera que hizo con buen humor  uno de los colaboradores del Gran Wioming, resultando que cuando preguntaba a los interesados, si preferían Monarquía o Republica, la mayoría de los que mostraron decían República. Pero esos mismos, cuando les dijeron si  les parecería por ejemplo  Aznar de presidente de la República, contestaron que mejor “Monarquía”. >>
     
    Tienes razón.
     
    Y creo que, además de exigir la debida calidad técnica en la formuñación de preguntas y recopilación de datos, debemos de alertar sobre la manipulación y tergiversación, errónea cita y mal uso  en general de los datos estadísticos obtenidos de las encuestas.
    En cuanto al reportaje que citas, sí lo vi. Era interesante y,  al verlo, pensaba yo que concordaba, en esencia, con lo que ya se planteaba en ATRIO  el 7 de  abril de 2013 en el artículo Titulado “¿Monarquía o república?. Una reflexión”.
     
    Se decía allí, en el  apartado Segundo, lo siguiente:
     
    “Centrándonos en la alternativa republicana, surge la duda de en qué medida los problemas que ahora acucian nuestra sociedad puedan resolverse por el mero establecimiento de una forma de gobierno republicana, sin ningún otro cambio respecto a la situación actual.(…)
     
     (…) Me planteo una hipotética situación y una pregunta al respecto. Supongamos que ya se ha instalado la República.(…), Supongamos un resultado como el de las últimas elecciones. Supongamos que permanecen todos los demás parámetros constantes. ¿Quién sería el Presidente de la República?. Probablemente el que lo es ahora del Gobierno.
     
    Y ahora la pregunta: con ese resultado, ¿qué parte de nuestros actuales problemas fundamentales ( económicos, de profundización democrática, de servicios públicos de sanidad y enseñanza etc.) se habrían resuelto? ¿O se habrían empeorado?”
     
    http://www.atrio.org/2013/04/%c2%bfmonarquia-o-republica-una-reflexion/
     
     

  • Román Díaz Ayala

    La explicación de Lola Cabezudo, que agradezco, me abre nuevas interrogantes.
    Los errores de las encuestas primero hay que achacarlo a una cuestión técnica inherente al uso que se hace en la recogida y estudio de los datos.
    Bien, pero  tenemos la inclinación a darle un alto valor de eficacia a las ciencias, incluso en las ciencias sociales, donde las fuertes dosis de subjetivismo por tener como objeto al ser humano  deberían conducirnos a relativizarlas un poco. Pero es un signo de este tiempo tanto prestigio.
    La primera conclusión que saco es que debemos, la gente de a pie, tener unos conocimientos básicos para que no nos den gato por liebre y para que podamos leer o escuchar en los medios con mejor criterio aquellas cosas que nos informan.
    Todavía recuerdo cuando hasta hace muy poco, la Economía ( y los economistas) eran gurús indiscutibles hasta que aceptáramos como algo incuestionable que la Economía primaba sobre la Política. (Todavía resuena en mis oídos aquello de: “¡Es la Economía, imbécil!”)
    Hasta que descubrimos que la Economía era algo muy serio para que la dejáramos en manos de economistas y políticos.

  • Lola Cabezudo

    Me ha gustado tu llamada de atención -Eloy- sobre el tema. El fracaso de los resultados de predicción de las encuestas no está en la estadística sino en el que hace la consulta, que no respeta ni la claridad ni el carácter excluyente de las preguntas, NI EL NÚMERO DE PERSONAS A LAS QUE HAY QUE ENCUESTAR. Da la impresión de que las empresas se creen que encuestando a menos gente que la necesaria para tener un determinado grado de valor de la predicción, se obtiene un “verdad, pero flojita”. Y efectivamente, son una tomadura de pelo. Nos deberíamos negar a comentar ninguna predicción, si no sabemos todos los datos técnicos de la consulta, y nos convencen.  Quizá hayáis visto la consulta callejera que hizo con buen humor  uno de los colaboradores del Gran Wioming, resultando que cuando preguntaba a los interesados, si preferían Monarquía o Republica, la mayoría de los que mostraron decían República. Pero esos mismos, cuando les dijeron si  les parecería por ejemplo  Aznar de presidente de la República, contestaron que mejor “Monarquía”.

  • ELOY

    Hola Román.
    Yo tampoco soy un experto en la materia.

    Entiendo que las encuestas pueden tener distintas finalidades y también distintos usos.

    En marketing pueden utilizarse para conocer las preferencias de los consumidores o sus sensibilidades a fin de utilizarlas parar el diseño de campañas publicitarias.

    Ciertamente es posible que , como indicas, los resultados de las encuestas se utilicen para establecer estrategias generales de “orientar” o “conformar” una opinión pública.

    Pero en todo caso mi opinión, como digo, no es la de un experto

    Gracias. un saludo

  • Román Díaz Ayala

    Al carecer de los conocimientos necesarios  al respecto, lo que a continuación voy a expresar debe ser considerado como una interrogante que muchas veces me hago, es decir, siempre que trato de estudiar una encuesta:
    Las encuestas son un instrumento, para sondear la opinión pública.
    Algunas encuestas se hacen con fines publicitarios ( dar a conocer una  opción, o una personalidad), muy útiles en períodos electorales.
    Algunas encuestas tienen el fin dentro de una estrategia más general de “generar una opinión pública” en un sentido muy determinado, es decir con un elemento de propaganda, con doctrinamiento.
    ¿Estoy en lo cierto?

  • ELOY

    Sí, Ana, se venden los resultados de las encuestas sin explicarnos “las tripas” o “la cocina” del origen de los datos.

    Además se les aplica el marchamo de “científicas” y, como se decía antes, nos hacen creer (y muchos se creen) que eso “va a Misa”. 

    En todo caso, lo que me ha sorprendido más es el cambio del resultado que se produce al transcribir los datos de la encuesta al texto de primera página del diario, refiriendo el dato a “políticos actuales“, cuando debiera referirse a “una figura pública relevante“.
     
    Un saludo y gracias por tu comentario. Eloy
     

  • ana rodrigo

    La empresas encargadas de hacer sondeos pienso que están desacreditadas desde hace mucho tiempo porque no aciertan ni una, pero después de haber leído la pregunta formulada por metroscopia, por poco me parto de la risa por no llorar, porque da la impresión que es una tomadura de pelo. Yo no hubiese contestado a pregunta tan absurda. Un dos preguntas en una y encima teledirigida a la confusión. ¿Por favor, es que nos hemos vuelto tontos en este país que hasta empresas que se las supone profesionalidad, son capaces de una estupidez como es la formulación de semejante esperpento.
     

    Claro, le titular es simple y simplista: los porcentajes así, a secas