Pensamientos preparatorios antes de comentar el libro de Tomas Halik1.
1 Hay que partir de la idea seminal expresada por Francisco, de que no estamos ante una época de “cambio”, sino que estamos en los inicios de un gran cambio de Época.
El último Concilio, justo antes del inicio del actual gran Cambio, (1968), puso en circulación una frase feliz, que fue, la de “adaptarse a los signos de los tiempos”. Y desde entonces han proliferado multitud de “meteorólogos teológicos”, para discernir, hasta donde llegan esos signos de cambio. Y en esas seguimos. Costó eliminar el latín, como idioma vehicular interno de la Iglesia, y una Misa mas “modernizada”. Luego se puso la frontera en el celibato clerical, y ahora va por la incorporación con normalidad, de la mujer a la dinámica eclesial. Y ahora, a la vista del grave peligro de colapso en las zonas desarrolladas culturalmente, con un escenario de falta de vocaciones, y de ausencia popular clamorosa de la gente secular moderna, a las actividades pastorales y sacramentales, algunos se están preguntando, si es necesario una reforma mas radical, y reconstruir todo de nueva planta.
Y para ello habría que retraducir a lenguaje moderno, las ideas que nos han llegado de Jesús, en su originaria labor reformadora del judaísmo.
2. Es claro que Jesús de Nazareth, (sobre cuyas ideas, sus seguidores, acabaron montando una Institución, para difundirlas a la humanidad), habló a sus coetáneos, en su lenguaje cultural del momento, en el mundo judío, de hace 2.o00 años.
Y que si se quiere seguir transmitiendo su mensaje, se debe traducir, no simplemente a los idiomas modernos, (para lo que están los lingüistas), sino, (lo cual es mucho mas difícil), a las mentalidades, las cosmovisiones, y las categorías, del momento actual.
Y para esta difícil labor, lo que se necesita lo primero es un gran conocimiento de estas nuevas cosmovisiones actuales, con toda su complejidad, y también se precisa una gran inspiración espiritual, del estilo rompedor de Pablo de Tarso, en su época, además de un gran valor y tenacidad, para soportar las enormes resistencias al cambio de la mentalidad, (o dicho en lenguaje actual, cambio de “conciencia”), que hemos interiorizado, durante nuestra fase vital de formación.
Hay que tener en cuenta, que las cosmovisiones individuales, o mentalidades, o “conciencias”, no solo es una cuestión de ideas diferentes. Sino que eso supone, no solo un cableado neuronal distinto, y hasta en ciertos casos, una arquitectura neuronal distinta. Lo cual no nos hace ni mejores, ni peores, solo distintos.
Por ello este cambio es prácticamente imposible en cualquier individuo. Solo es posible contando con la acción de “espíritu” interior que todos portamos en nuestra mente, reflejo, fractal y “mano oculta” del gran Espíritu de Dios, que dirige el Universo del que formamos parte. Y ese “espíritu” individual, es el único que tiene poder para “milagrosamente” recablear nuestra mente, a un diseño distinto, que se produce cuando cambiamos de mentalidad, y empezamos a ver las cosas con otra perspectiva.
Es el fenómeno de las “conversiones”, tanto religiosas, como seculares, y “las caídas de los caballos”.
3. Y para reflexionar sobre la transmisión del mensaje de Jesús, a las personas de la Postmodernidad, lo primero que necesitamos es comprender bien, qué caracteriza a dicha “Postmodernidad”. La Postmodernidad, es sinónimo de antitotalitarismo, o sea de ninguna pretensión de poseer la Verdad, solo nuestra verdad, que compite en el libre mercado de ideas con las otros grupos, con buenas artes.
Por eso la Postmodernidad, es sinónimo de Democracia, y solo en ellas se puede desarrollar. Decía María Zambrano, en “Persona y democracia”: «Si se hubiera de definir la democracia, podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no solo es permitido, sino exigido, el ser persona». Y el ser “persona”, implica personas autónomas y autoreflexivas. Por ello la religión del futuro, descarta todo adoctrinamiento ovejuno, con exigencias de obediencias ciegas, y culto a la personalidad del jefe.
Hay una frase, que no se si es directamente de Halik, o es de su editorial, que da que pensar.
“¿Por qué tipo de transformaciones tienen que pasar la Iglesia, la teología y la espiritualidad, para aceptar esta crisis como una oportunidad y pueda servir de apoyo a la gente? Si resiste a la tentación de disolverse en el pluralismo posmoderno, y mira más allá de las trabas del aislacionismo, un cristianismo maduro podrá comprometerse en un nuevo ecumenismo, en esa «fraternidad universal» a la que nos insta el papa Francisco”.
En esta frase, se habla disolverse en el pluralismo posmoderno, como de una tentación, (se supone que a evitar), pero disolverse, no es desaparecer, sino coexistir y convivir con el resto de actores culturales y religiosos, lo que es la tercera vía, entre desaparecer o aislarse en la aldea gala.
El pluralismo es la característica fundamental, que caracteriza dicha Posmodernidad. Y lo que la diferencia de la Modernidad, gira sobre la frase: Los humanos somos todos iguales y todos diferentes. Resolver y conciliar esa contradicción, es la clave de todo. La Modernidad, desde su atroz carencia de conceptos psicológicos científicos, considera el ser humano, como un tipo muy moldeado, muy similar, muy unitario: “Todos somos iguales”.
Incluso ante la evidencia de que los dos cincuenta por ciento de la humanidad, la masculina y la femenina, tienen marcadas diferencias, no ya solo anatómicas, sino psicológicas, con cableados neuronales diferentes, la Modernidad se resiste a reconocerlo, por miedo a que de ello se derive superioridad de uno sobre el otro, cuando la realidad es que ser diferente, no significa necesariamente ser mejor cualitativamente.
Y de ese pecado original de la Modernidad, vienen todas las actuales dinámicas identitarias, que se rebelan contra el monolitismo moderno de la persona humana.
Y ese pecado original, de considerar un ser humano monolítico, impulsó el racionalismo exacerbado de la Modernidad, (ya que la razón consciente es lo mas igualitario en el ser humano), y de rebote, el totalitarismo moderno de la creencia en que podemos conocer la Verdad, (que lógicamente es la que creemos nosotros), y todo lo que vaya en contra de esa Verdad, es falso, mentira o locura
Quizás la lucha antiesclavista, que caracterizó, el s. XIX, donde cristalizaron las ideas modernas, influyó psicológicamente en la resistencia al reconocimiento de la realidad del pluralismo humano, en el que se cada uno “vemos” la realidad desde una perspectiva distinta. Quizás para evitar el peligro de la discriminación por el color de la piel, la Modernidad nos ha conducido a la discriminación, por el género, los gustos sexuales, las culturas locales, y por las ideas diferentes a la nuestras. Un sinsentido total
Y Halik, reconoce esta realidad del humano plural, cuando dice: “Estoy convencido de que Dios habla a todos, pero a cada uno de diferente forma”. Porque cada uno necesita distinto tratamiento, por sus peculiaridades
4. La frase de Halik, “Si resiste a la tentación de disolverse en el pluralismo posmoderno, y mira más allá de las trabas del aislacionismo…”, refleja asimismo, la contradicción no superada entre individualismo y tribalismo. El peligro al que se resiste la Iglesia, no es el aislacionismo, (un peligro voluntario), sino a considerar que siempre será un grupo social más, distinto de los muchos otros grupos sociales que conforman la humanidad. Eso supondría simplemente el reconocimiento de una realidad, y la demostración de una humildad que la haría mas simpática en la Sociedad.
Dice Francisco: “Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas… hay que embarcarse en la aventura de la búsqueda”.
Esa es la clave del ecumenismo, y e la universalidad de toda religión que no quiera ser una capillita. El contemplar a las demás religiones, y grupos seculares, como compañeros, y no como rivales, con los que dialogar, sin ínfulas morales del que posee la Verdad, lo que es muy ofensivo para los demás. La Iglesia tiene que renunciar explícitamente al totalitarismo de la Verdad. eso sí que es elitismo ofensivo, y arroparse para ello con el Espíritu Santo, posiblemente sea el misterioso pecado evangélico contra el Espíritu.
Por simplificar hablamos de LA humanidad, pero deberíamos hablar de LAS humanidades, la gran familia humana, en la que hay de todo, lo que aun que complejiza mucho, también enriquece nuestra mirada creativa sobre el Universo.
Final.
En el Universo parece como si hubiera una “lucha” sempiterna entre el “Caos”-Complejidad y el “Orden”. Incluso en el mito de la rebelión de Lucifer, en su versión cabalística luriánica, “curiosamente”, se describe a los rebeldes como las fuerzas del Orden y la Justicia.
La controversia entre Modernidad y Postmodernidad, sigue ese mismo patrón universal, en donde el “Orden”, lo constituye la Modernidad, con un falso Orden reduccionista de la Realidad, y donde el “Caos”, lo representa una Postmodernidad, con la Psicología profunda y transpersonal, como eje vertebrador, y que en vez de ofrecer mas luz y claridad, lo que está vertiendo es mas complejidad y confusión, advirtiéndonos de que queda mucho camino por recorrer aún, en nuestra búsqueda de la Verdad.
Del Milenio Postmoderno en que estamos, solo llevamos sesenta años, los iniciales. Ojalá la I.A. nos ayude a poner un poco de orden en nuestras mentes, y avancemos decididamente en la resolución de nuestros graves problemas.
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