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La cultura y el inconsciente colectivo

Isidoro, tras publicar tres comentarios a la presentación del Homenaje A los diez años de la muerte de Grothendieck que le va a hacer reciente el Istituto A. Grothendieck, ha enviado un cuarto a ese hilo. Como considero que en este desrrolla de una manra más sistemática su teoría sobre la cultura y el inconsciente colectivo propuesto por Jung, contando cosu autorización, lo he trasladado a la columna central, para iniciar con él un nuevo hilo de comentarios. AD.


Nosotros los humanos, no organizamos nuestra vida, mediante los instintos como el resto de animales, sino que al poder autogenerarnos una cultura, (un catálogo de conocimientos adquiridos y de creencias sobre la realidad), vamos organizando nuestra existencia en función de dicha cultura adquirida.


Esto exige conocer el enorme entramado de Leyes generales del Universo del que formamos parte, agrupadas en tres grandes grupos: Leyes de la materia inanimada, Leyes de la Vida, y Leyes de la Inteligencia, (estas últimas que estamos empezando a descubrir).

Y todo ese conglomerado de Leyes sectoriales, responden a unos Principios generales del Universo, que constituyen la Inteligencia de DXios: su “Espíritu”.
Y el atisbamiento, aunque sea muy difuso de ese gran agujero negro filosófico, es donde precisamos de una ayuda externa. Nosotros por nuestra cuenta, con nuestro mísero cerebro actual, nunca lo descubriríamos: no estamos a su altura.

Aquí vuelvo a repetir la figura del Barón de Münchhausen, que se quería sacar del barro, agarrándose del pelo de la cabeza.

Y esa rama exterior a la que agarrarse son las imágenes primordiales que llevamos todos inscritas en nuestro Inconsciente colectivo, y que fue el gran descubrimiento inicialmente empírico de Jung, en su consulta terapéutica.

¿Cómo nos habla ese I. C.?  A todos igual, pero a cada uno somos mas sensibles a una manera distinta, A Alexandre le habla en sus sueños lúcidos, otras veces habla en sucesivos episodios psicóticos con un flujo intuitivo inspirador, de escritores y artistas, y también habla en forma de la resonancia.

Yo, personalmente, soy muy sensible a ese procedimiento. La resonancia, funciona como un detector de metales. Cuando a nos encontramos ante una frase o una idea determinada, sentimos o no sentimos un cosquilleo interior, débil, pero inconfundible si estamos atentos.

Se nos enciende un “sexto sentido”, o el “tercer ojo” de los hindúes, que nos señala, la importancia de la idea, y al tiempo se nos impulsa casi irresistiblemente, a apuntarla para no perder ese tesoro, que hay que unir al resto para ir construyendo el enorme puzzle del cuadro del “Orden del Universo”.

(Muchas veces he apuntado ideas, que no he comprendido bien en su momento, y no ha sido hasta años después cuando he comprendido su verdadera sabiduría).


Muchos se niegan, con mucha razón, a admitir el “espíritu”, como un órgano independiente paralelo a la mente humana, (al estilo del “alma” tradicional”). Porque el “espíritu” es una parte integrante de la mente humana, y sería un sistema interno de la mente.

De todas formas, no hay que confundir el mapa con el territorio. Las conceptualizaciones de la realidad, son constructos mentales que cada uno realiza, simplemente para comprender mejor la complejidad de la realidad, con nuestra pobre mente. Y por so cada uno se apaña con su propio sistema de constructos.
Lo importante, no es el nombre de la cosa, ni si existe de esa forma en realidad, lo importante es que nos ayude a comprender y a sacar partido a los fenómenos que percibimos, en este caso psicológicos, para el objetivo fundamental de la “espiritualidad”:

Acercarnos a un conocimiento mejor de la Realidad en que vivimos, para así desarrollar y desplegar nuestra naturaleza latente, y al tiempo vivir además una existencia lo mas feliz posible. Eso es la sabiduría.

¿Qué eso no tenemos que llamarlo “espiritualidad?, sino simple cultura humana?. Pues muy bien. Se le puede llamar como cada uno quiera, siempre que sus constructos, le ayuden a comprender bien el fenómeno.

Por eso yo soy muy refractario instintivamente, a la espectacularización del fenómeno espiritual, y a las espiritualidades y místicas desaforadas y peliculescas de personas “especiales”. Esa espiritualidad, se acaba convirtiendo en una especie de “parada de los monstruos”, junto con la mujer barbuda, y el hombre-bala, y nos distrae y desenfoca la mirada .

5 comentarios

  • M. Luisa

    Después de leerme todo este comentario-artículo de Isidoro no puedo por menos de llamar la atención en un punto que considero fundamental.

    Parece que Isidoro no distingue entre una construcción  mental y un constructo  teórico. La construcción mental  viene favorecida por la prioridad  que se le dan  a los conceptos  que mejor se adecuen a la realidad, pero no en cuanto ésta es sentida, sino sensible y meramente   pensada. Ha sido lo típico del racionalismo

    ¿Qué es entonces el estado constructo? Aquí no juega el “ es o el ser” del juicio que afirma lo que la cosa es conceptuándola según  adherencias, atributos, etc.,  aquí se trata de comprender  lo que la cosa es internamente en su estructura propia.  Si la construcción mental ha sido lo propio de la filosofía Occidental,  el  estado constructo  es lo propio de  las lenguas semíticas.  Lo crucial no es el “es” de un juicio, sino el “de” como  determinante  coherencial  de todo el conjunto estructural que la cosa posee     y que sensiblemente nos notifica

    Recomendaría la lectura de Inteligencia y Realidad  de X. Zubiri.

  • Javiierpelaez

    Los episodios psicóticos no tienen nada de inspirador. Es más su característica esencial es un egocentrismo patológico. En cuanto a la resonancia y ese concepto en Jung no lo conozco suficiente como para pronunciarme. Simplemente diré que la capacidad de relación de conceptos e ideas es muy propia de gente inteligente. Los episodios paranoicos se caracterizan x la enorme y accelerada capacidad de relación de ideas y conceptos. De hecho yo tenía un amigo esquizofrénico paranoico que presumía de un elevadísimo coeficiente intelectual ,De hecho lo tenía.

    Ahora como el hombre es el animal que inventó la excusa,más que el animal racional; la capacidad que tienen para inventarse excusas las personas que tienen estas características se multiplican por mil o millones.

    Tb me decía un hermano que Chesterton decía (no lo he comprobado) no es que el loco no tenga razón,es que sólo tiene razón.Como yo tengo una capacidad de desbarrar bastante considerable procuro no utilizar substancias que la potencien,tb xq soy monoreno(me refiero al alcohol,las drogas salvo el tabaco ni las toco,no me vaya a flipar más de mi estado habitual).

    • oscar varela

      EL “OTRO MUNDO”
       
      Parece ineludible y constitutivo de la condición humana duplicar el mundo y a éste oponer otro que goza de atributos con­trarios. Se postu­la un trasmundo.
      – Ahora se trata de descubrirlo, de tomar contacto con él, de verlo. ¿Cómo? ¿Por qué procedimientos, medios, métodos, técnicas?
       
      1- El carácter general con que este mundo se presenta al hombre es la habitualidad.
      – El mundo en que vivimos desde luego y sumergidos en el cual nos encontramos es el «mundo habitual», lo «or­dinario».
      – Paralelamente el otro mundo queda, por simple repercu­sión, caracterizado por ser lo «excepcional», lo «extraordinario».
      – Y todo lo que se ofrece con esta fisonomía adquiere ipso facto el rango de Ultramundo y es divino.
       
      LOS SUEÑOS
       
      De aquí que desde los tiempos más primitivos haya considera­do el hombre que los sueños y los estados visionarios eran, por su relativa excepcionalidad y su sesgo extraordinario, lo que le reve­laban ese mundo que es otro y porque es otro es superior.
       
      3- El hombre no ha sido nunca muy inteligente, no lo es todavía.
      – Hace milenios lo era todavía menos. No sabía pensar.
      – En cambio, supo siempre soñar cuando dormía.
       
      4- Los sueños han sido la «cien­cia» primigenia del ser humano y su inicial pedagogía.
      – Nosotros, por supuesto, no poseemos aún ninguna idea clara sobre lo que es el sueño y esto nos invita a no menospreciar la Humanidad prime­riza porque juzgase que al soñar se le hacía presente la realidad de un modo superior, exactamente lo mismo que las percepciones normales de la vigilia le presentaban la realidad del «mundo ha­bitual».
       
      5- En el sueño vemos, tocamos y oímos.
      – Es como si todas nuestras facultades de percibir se duplicasen formando dos equi­pos:
      – uno que funciona en la vigilia y
      – otro que opera en el sueño.
      – Y como nosotros hacemos «teorías del conocimiento»
      – los primiti­vos hicieron y siguen haciendo «teorías de los sueños».
      Por ejem­plo:
      – como al soñar ve el primitivo a sus muertos, éstos adquieren por lo mismo un carácter divino.
      – No es de extrañar que, viceversa,
      – los Bakongo piensen que los muertos son quienes «nos dan los sueños».
      – los «pawnee» creen que los sueños nos son traídos por ciertos pájaros.
      (Los traen en el pico, los depositan donde dormimos y se vuelven sin flete).
       
      6- Los sueños no son, pues, escamoteados por el hombre primiti­vo,
      – quiero decir, no se les convierte en meros estados subjetivos.
      – Los sueños son cosas, realidad, mundo, son algo que «está ahí».
      – Lo propio piensan los niños.
       
      NIÑOS SOÑANDO (Piaget)
       
      He aquí un diálogo que transcribe el suizo Juan Piaget:
       
      EL CASO DE FAV
       
      7- «Fav forma parte de una clase escolar cuyo maestro tie­ne la excelente costumbre de dar a cada niño un «cuaderno de ob­servaciones» en el cual el niño anota diariamente, con o sin dibu­jos explicativos, un acontecimiento observado personalmente fuera de la escuela. Una mañana Fav ha anotado espontáneamente, como siempre: “He soñado que el diablo quería hacerme cocer.” Ahora bien, Fav ha unido a esta observación un dibujo donde se ve, a la izquierda, a Fav en su cama (I); en el centro, al diablo, y a la derecha a Fav en pie, en camisa de noche (II), ante el dia­blo que va a hacerle cocer. Nos han mostrado este dibujo y hemos ido a ver a Fav. Su dibujo ilustra, en efecto, y hasta con cierta potencia, el realismo infantil: el sueño está junto a la cama, ante el durmiente que lo contempla. Además, Fav está en camisa de noche, en su sueño, como si el diablo le hubiera sacado de la cama.
       
      8- Pero lo que Fav no comprende es la interioridad del sueño. «—Mientras soñamos, ¿dónde está el sueño? —Ante nuestros ojos. —¿Dónde? —Cuando estamos en nuestra cama, ante los ojos. —¿Dónde, muy cerca? —No, en la habitación Enseñamos a Fav su imagen. «—¿Qué es esto? —Soy yo. —¿Cuál es la más exacta; ésta (I) o ésta? (II).
      En el sueño (señala II.) —¿Esto es alguna cosa? —Sí. Soy yo. Eran sobre todo mis ojos los que habían permanecido allá dentro (señala I) para ver (!). —¿Cómo estaban allá tus ojos? —Estaba todo entero, sobre todo mis ojos. —¿Y el resto? —Estaba dentro también (en la cama). —¿Cómo es eso? —Estaba dos veces. Estaba en mi cama y miraba todo el tiempo. —¿Con los ojos abiertos o cerrados? —Cerrados, ya que era durmiendo.» Un instante después Fav parece haber comprendido la interioridad del sueño. «—Cuando soñamos, ¿el sueño está en nosotros o estamos nosotros en el sueño? —El sueño está en nosotros, porque somos nosotros los que vemos el sueño. —¿Está en la cabeza o fuera de ella? —En la cabeza. —Tú me has dicho hace un momento que estaba fuera de ella; ¿qué quiere decir esto? —No se veía el sueño sobre los ojos. —¿Dón­de está el sueño? —Ante nuestros ojos. —¿Hay alguna cosa «de veras» delante de los ojos? —. —¿Qué cosa? —El sueño.» Fav sabe, pues, que hay algo de interior en el sueño; sabe que la apariencia de ex­terioridad del sueño es debida a una ilusión («no se veía el sueño sobre los ojos»), y, sin embargo, admite que para que haya ilusión es necesario que haya «de veras» alguna cosa ante nosotros. «—¿Tu estabas allí (II) «de veras»? -—Sí, estaba dos veces de veras (I y II). —Si yo hubiera estado allí ¿te habría visto? (II). —No. ¿Qué quiere decir esto: «yo estaba dos veces de veras»? —Porque cuando estaba en mi cama estaba de veras, y luego, cuando estaba en mi sueño, cuando estaba con el diablo, estaba también de veras».
       
      9- Es un error diagnosticar esta operación del niño como una contradicción.
      – En ella el niño va ha­ciendo constar, con una precisión digna de un fenomenólogo, los varios caracteres del sueño.
      – El sueño, en efecto, tiene el carácter de una escena real.
      – Se la presencia desde fuera de ella, como los acontecimientos corporales de la vida despierta.
      – El sueño tiene, pues, el carácter de algo exterior al sujeto.
      – Pero al mismo tiempo tiene el carácter de estar más adscrito al sujeto individual que las esce­nas en la vigilia.
      – Por tanto, es algo subjetivo e interior. Ambas no­tas son verdad:
      – es verdad que el niño está en la cama y es verdad que está dentro del sueño,
      – el cual acontece en la habi­tación. ¿Es esto contradecirse?
      – Tan no lo es que el análisis cien­tífico de lo que es un sueño tiene que comenzar haciendo esas dos afirmaciones.
      – Precisamente porque ambas son verdad, el sueño es un problema.
      – Es la «cosa» sueño quien es contradictoria y por eso nos es cuestión.
       
      Lo que pasa es que el niño no continúa el desarrollo dialéctico iniciado hasta llegar a un resultado estable. Se detiene. Se detiene, primero, por falta de interés; segundo, porque la mole de pensa­mientos que es necesario ejecutar y recorrer para llegar a ese re­sultado estable es tal, que la Humanidad, en su inmensa labor co­lectiva, ha tardado milenios en llegar a una aproximada solución. Pero el proceso dialéctico no ha concluido aún hoy. El sueño si­gue siendo cuestión, es decir, seguimos contradiciéndonos al hablar de él. Sólo en este sentido cabe decir que el niño se contradice —a saber, lo mismo que nosotros.
       
      OTRO CASO
       
      En otro lugar hay un niño de siete años que ha averiguado ya, o ha aprendido de los mayores, que los sueños son irreales, que «no son de veras». «—¿Dónde está el sueño mientras se sueña, en la habitación o en ti? —En mí. —¿Lo has hecho tú o ha venido de fuera? —Lo he hecho. —¿Con qué cosa se sueña? —Con los ojos. —Cuando sueñas, ¿dónde está el sueño? —En los ojos. —¿Está en el ojo o detrás del ojo? —En el ojo.»
       
      10- Aún no sabe, sin embargo, que los sueños son fantasías.
      – Es, pues, para él algo no-subjetivo, y en ese sentido objetivo pero irreal. Por eso dirá que no es pensamiento, sino cosa, y con admirable lógica lo reúne a «los cuentos».
      – Es una admirable ontologia —el sueño tiene un modo de ser afín con el de los cuentos.
       
      11- Pero lo dramático es la intervención de los adultos.
      – Estos lo hacen con palabras que o son distintas, inhabituales para el niño ya que él tiene que buscarles, crearles una significación, o tienen sig­nificaciones más o menos incoincidentes con las del niño.
      – Hasta aquí éste se ha hecho por sí solo su mundo a base de sus eviden­cias:
      – es un mundo auténtico en que cada componente es lo que es.
      – Pero las intervenciones adultas lo descoyuntan y desprestigian.
      – El niño sigue creyendo sus creencias porque no puede menos
      (proce­den de evidencias).
      – Pero se ve obligado, a la vez, a dudar de sí y de rechazo
      – duda de lo que cree sin poder dejar de creer.
       
      El término de esta etapa, la digestión de esa primera desilusión se precipita en el descubrimiento de que, además de lo que es (lo real), hay «lo que se cree», «lo que parece ser» y el «como si».
       
      12- De este modo tiene que disociarse en una doble faena:
      – de un lado, sigue organizando su mundo a base de evidencias, pero,
      – de otro, tiene que irlo adaptando a lo que le dicen y que no es para él evidente.
      – Esto quita al mundo resultante autenticidad, lo hace híbrido, com­puesto de lo visto y de lo oído (inauténtico, in-evidente, coecus).
       
      No se ha estudiado esta socialización del niño que es, a la vez, una deformación de su individualidad.
       
      EL CASO DE TANN
       
      Ejemplo de inautenticidad: «Tann. «—¿De dónde vie­nen los sueños? —Cuando cerramos los ojos; en lugar de que esto produzca noche, vemos cosas. —¿Dónde están estas cosas? —En ninguna parte. No existen, están en los ojos. —Los sueños ¿vienen de dentro o de fuera? —De fuera. Cuando vamos y venimos, y vemos alguna cosa, ésta se señala sobre nuestra frente, sobre pequeños glóbulos de sangre. —¿Qué pasa cuando dormimos? —Vemos las cosas. —¿Este sueño está en la cabeza o fuera? —Viene de fuera y cuando soñamos en ellos viene de la cabeza. —¿Dónde están las imágenes cuando soñamos? —Desde dentro del cerebro vienen dentro de los ojos. —¿Hay alguna cosa delante de los ojos? —No
       
      Estos glóbulos rojos y su función de recibir el «engrama» de las cosas es ya in-evidente, Es ya hipótesis y, además, sin claridad para el niño… ni para nosotros.
       
      SOÑAR DESPIERTOS ¿PERO, CÓMO?
       
      En el sueño el hombre está dormido. Sería preferible te­ner sueños despierto. Esto se logra con estupefacientes (acaso, el invento más antiguo de la humanidad). El sueño despierto es la embriaguez.
      Importaría mucho su estudio fenomenológico, porque acaso es el estado mental decisivo para el «descubrimiento del trasmundo».
      Sin embargo, la embriaguez por sí no incluye momento alguno que lleva a o tenga que ver con lo religioso y que haga de ese «otro mundo» un mundo divinal.
      Habría que postular, pues, una embriaguez, en algún sentido;
      – religiosamente predirigida —de suerte que todo el fenómeno, con cada uno de sus momentos, quede teñido de color o cariz religioso.
       
      ORGÍA – MULTITUD – BEBIDA – FIESTA – DANZA – RITO – ULTRAVIDA
       
      El hombre necesita periódicamente la evasión de la cotidianeidad en que se siente esclavo, prisionero de obligaciones, reglas de conducta, trabajos forzados, necesidades.
      – Lo contrario de esto es la orgía. La simple idea de que la tribu o varias tribus próximas van a reunirse un día, no para trabajar, sino precisamente para vivir unas horas de otra vida que no es trabajo —en suma, la fiesta—, co­mienza ya a alcoholizarle.
      – Luego la presencia de los otros, compa­ginados en multitud, produce el conocido contagio y despersonali­zación —si a esto se añade la danza, la bebida y la representación de ritos religiosos que hace rebrotar del fondo de las almas todas las emociones profundas, extraordina­rias, trascendentales del patetismo místico—, da un resultado de ilimitada exaltación y hace de esas horas o días una forma de vida que es como ultravida, como participación en otra existencia supe­rior y sublime.
       
      FE y CULTO
       
      Un perfeccionamiento de estos métodos y técnicas que descu­bren al hombre el trasmundo son las ceremonias y ritos en que las religiones antiguas consisten.
      – Porque, a diferencia de islamismo y cristianismo, esas religiones no son fe, sino que son sustancialmen­te culto.
      – No se trata en ellas de recogerse dentro de sí y allí en la soledad de sí mismo, en la «soledad sonora» del alma (San Juan de la Cruz) encontrar a Dios que mana en nosotros como un hon­tanar desapercibido,
      – sino que se trata, inversamente, de «ponerse fuera de sí», de dejarse absorber por una extrarrealidad, por otro mundo mejor que de súbito, en el estado excepcional y visionario, se hace presente, logra su epifanía.
      …………………………………………………….

  • ana rodrigo

    Excelente reflexión como suelen ser tus escritos, Isidoro, por lo bien que argumentas lo que dices y cómo me ayudas a hacer mis propios constructos.

    Dices; “Las conceptualizaciones de la realidad, son constructos mentales que cada uno realiza, simplemente para comprender mejor la complejidad de la realidad”. Efectivamente, somos hij@s de una cultura en la que hemos crecido y nos hemos desarrollado, pero también es cierto, como dices, de que, cada cual también va creando su personal ámbito vital, porque no somos seres pasivos Aunque sí, receptivos, y, el cerebro humano, nos da la capacidad de discernir sobre lo que hemos visto, oído o leído. De ahí sale el dicho popular de que “cada persona es un mundo”. Y yo añado, partiendo de mi ego o/y de mi identidad propia, yo no soy la misma, ni pienso lo mismo ahora que cuando tenía 15, 30 o hace dos años.  Y, en ese océano del subconsciente colectivo, vivimos “peces” de distintos colores. De ahí se deriva la necesidad de una serie de actitudes para la convivencia, que sólo es posible desde unos valores de respeto, solidaridad, fraternidad-sororidad, y un sin fin de valores comunes a cada individuo que configuramos el consciente colectivo. Lo contrario, nos llevaría a una imposibilidad de ir aportando humanización, que creo que es lo mejor que puede hacer la Humanidad como conjunto o como colectivo.

    Es lo que yo pienso, con mis eternas dudas, de si puedo aportar algo a las reflexiones que compartimos, aunque procuro estar con la actitud de aprender y respetar, aunque no siempre lo consiga. De ti, por ejemplo y porque estoy hablando contigo, te digo que he aprendido muchísimo más de lo que te imaginas Al igual que de otros y otras que han pasado o están en mi vida. Me parece muy provechoso estar siempre con las antenas puestas partiendo de mis infinitas limitaciones.

    Abrazos

    • oscar varela

      1- Hubo una tendencia a creer que en la evolución de la cultura
      – cada nuevo estadio suprime el anterior y todos ellos suponen la muerte previa del salvajismo.
      – Del mismo modo se imagina que en el desarrollo del organismo, hasta su culminación, cada etapa implica la supresión de la antecedente;
      – que la madurez trae consigo la desaparición de la niñez en el hombre.
      – Nada más falso.
      – Hegel vio muy bien que en todo lo vivo —la idea o la carne— superar es negar; pero negar es conservar.
       El siglo XX supera al XIX en la medida que niega sus peculiaridades;
      – pero esta negación supone que el siglo pasado perdura dentro del actual,
      – como el alimento en el estómago que lo digiere.
       
      2- Así, la madurez no es una supresión, sino una integración de la infancia.
      – Todo el que tenga fino oído psicológico habrá notado que su personalidad adulta forma una sólida coraza hecha de buen sentido, de previsión y cálculo, de enérgica voluntad, dentro de la cual se agita, incansable y prisionero, un niño audaz.
      – Este díscolo personaje interior es el que nos hace tal vez reír en medio de un duelo, o decir una impertinencia a un grave magistrado, o seguir tomando el sol cuando el deber nos obliga a ausentarnos.
      – Somos todos, en varia medida, como el cascabel, criaturas dobles, con una coraza externa, que aprisiona un núcleo íntimo, siempre agitado y vivaz.
      – Y es el caso que, como el cascabel, lo mejor de nosotros está en el son que hace el niño interior al dar un brinco para libertarse y chocar con las paredes inexorables de su prisión.
       -El trino alegre que hacia fuera envía el cascabel está hecho por dentro con las quejas doloridas de su cordial pedrezuela.
      – Así, el canto del poeta y la palabra del sabio, la ambición del político y el gesto del guerrero son siempre ecos adultos de un incorregible niño prisionero.
       
      3- Influidos por una psicología ya anticuada,
      – queremos cegarnos ante el hecho palmario de que, en la realidad psíquica, el pasado no muere, sino que persiste, formando parte de nuestro hoy.
      – Y no sólo perduran aquellos breves trozos de nuestro personal pretérito que recordamos, sino que todo él, íntegramente, colabora en nuestro ser actual, como en el fin de una melodía actúa su comienzo, inyectándolo de sentido peculiar.
       
      FREUD
       
      4- El genial psiquiatra Freud descubre
      – la génesis de muchas enfermedades mentales y de ciertas formas del histerismo
      – en la explosión anómala que hace dentro del hombre adulto su niñez maltratada.
      [* fue acaso una escena violenta presenciada en los primeros años],
      [* una cruda negativa de los padres a satisfacer un enérgico deseo del niño];
      – el choque afectivo experimentado entonces forma a modo de un quiste o tumor psíquico que acompaña al alma en su crecimiento, deformándola, hasta el día en que explota como una carga de espiritual dinamita.
      – ¡Cuántas veces, al mirar los ojos de un hombre maduro, vemos deslizarse por el fondo de ellos su niño inicial, que se arrastra, todavía doliente, con un plomo en el ala!
      (Esta es la idea inicial de Freud, que considero digna de no ser abandonada. Luego tomó su teoría un sesgo extravagante, concretando el origen de la psicosis en perturbaciones sexuales de la primera edad);
       
      (Grande parte de la pedagogía actual —no obstante los progresos innegables, que comienzan con Rousseau y Pestalozzi— tiene el carácter de una caza al niño, de un método cruel para vulnerar la infancia y producir hombres que llevan dentro una puerilidad gangrenada);
       
      (Y todo ello por querer suplantar el paisaje natural del niño con el medio que rodea a las personas mayores).

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