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El peligro de una guerra nuclear y de un cielo blanco

En declaraciones recientes con referencia a la guerra contra Ucrania, que se defiende con armas de USA y de la OTAN cada vez más potentes, Putin declaró: “si hay un peligro existencial para mi país, usaré armas nucleares”.

Ciertamente no serán las estratégicas con un devastador poder de destrucción. Provocaría una represalia de los USA con el mismo tipo de armas. Esto, probablemente, liquidaría gran parte de la vida humana y de la biosfera.

Putin usaría las tácticas, más limitadas, pero también con efectos altamente destructivos. La amenaza no parece ser un bluf, sino una decisión tomada por todo el cuerpo de defensa de la Confederación Rusa. Como dijo el Secretario General de la ONU, António Guterrez, al inaugurar los trabajos en septiembre: “Nos estamos acercando a lo inimaginable – un polvorín que corre el peligro de destruir el mundo”. Si llegara a ocurrir, surge el grave peligro de una escalada peligrosísima para nuestro futuro.

Al límite, puede ocurrir un invierno nuclear en el cual el cielo quedará blanco (en la expresión de Elizabeth Kolbert: El cielo blanco: la naturaleza de nuestro futuro, 2020) a causa de las partículas radioactivas. Los árboles apenas podrían realizar la fotosíntesis y proporcionarnos el oxígeno suficiente, y la producción de alimentos se vería altamente afectada. Tal catástrofe pondría en peligro la vida humana y la biosfera.

El asunto es demasiado amenazador como para no darle importancia. Toby Ord, filósofo australiano que imparte clases en Oxford ha escrito un libro minucioso sobre los peligros presentes: Precipice: Existencial Risk and the Future of Humanity (2020). Esto no es ni alarmismo ni catastrofismo. Tenemos que ser realistas esperanzados y éticamente responsables. Ya hemos tenido la experiencia del que es el mayor acto terrorista de la historia, cuando los USA con Truman lanzaron dos bombas nucleares simples sobre Hiroshima y Nagasaki que mataron en minutos a doscientas mil personas.

Después hemos creado armas mucho más devastadoras y también el principio de autodestrucción como lo llamó el eminente cosmólogo ya fallecido Carl Sagan. El Papa Francisco en su alocución en la ONU el día 25 de septiembre de 2020, advirtió dos veces de la eventualidad de la desaparición de la vida humana como consecuencia de la irresponsabilidad de nuestro trato a la Madre Tierra y a la naturaleza superexplotadas. En la encíclica Fratelli tutti (2020) afirma severamente: “estamos todos en el mismo barco, o nos salvamos todos o no se salva nadie” (nº137).

El premio Nobel, Christian de Duve, en su conocido libro Polvo Vital (1997) afirma que “en cierta forma, nuestro tiempo recuerda una de aquellas importantes rupturas en la evolución, marcadas por extinciones en masa” (p.355). Antiguamente eran los meteoros rasantes los que amenazaban a la Tierra; hoy el meteoro rasante se llama ser humano que está dando origen a una nueva era geológica, el antropoceno y, en su fase más aguda, el actual piroceno (los grandes incendios).

Théodore Monod, tal vez el último gran naturalista moderno, dejó como testamento un texto de reflexión con este título: ¿Y si la aventura humana llegara a fallar? (2000), donde escribe: “somos capaces de una conducta insensata y demente; a partir de ahora se puede temer todo, realmente todo, inclusive la aniquilación de la raza humana” (p. 246). Y añade: “sería el justo precio de nuestras locuras y nuestras crueldades” (p.248).

Si tomamos en serio el drama mundial, sanitario, social y el calentamiento creciente, en la era del piroceno ese escenario de horror no es impensable.

Edward Wilson, gran biólogo, en un libro titulado El futuro de la vida, que invita a la reflexión, (2002), afirma: “El hombre hasta hoy ha desempeñado el papel de asesino planetario… la ética de la conservación, en forma de tabú, totemismo o ciencia, casi siempre ha llegado demasiado tarde” (121).

No podemos dejar de citar un nombre de enorme respetabilidad, James Lovelock, el formulador de la hipótesis/teoría de la Tierra como Super-organismo vivo, Gaia, con un título que lo dice todo: La venganza de Gaia (2006). En su paso por Brasil declaró a la revista Vea: “hasta el fin del siglo, el 80% de la población humana desaparecerá. El 20% restante va a vivir en el Ártico y en algunos pocos oasis en otros continentes, donde las temperaturas sean más bajas y haya un poco de lluvia… casi todo el territorio brasilero será demasiado caliente y seco para ser habitado” (Páginas Amarillas del 25 de octubre de 2006).

Así lo expresó el mayor pensador del siglo XX, Martin Heidegger, en un texto publicado 15 años después de su muerte, consciente del peligro planetario: “Sólo un Dios nos puede salvar” (Nur noch ein Gott kann uns retten).

No basta esperar en Dios, pues él no es un tapa-agujeros de las irresponsabilidades humanas, sino que hay que cuidar del ser humano enloquecido, poner límites a una razón que se ha vuelto irracional hasta el punto de forjar los medios de autodestruirse. Confiamos en que, ante esta catástrofe, haya un mínimo de sabiduría y de contención en los que toman las decisiones.

Después de haber matado al hijo de Dios que se hizo hombre, nada es imposible. Pero Dios, no los poseedores de armas de destrucción masiva, es el señor de la historia y del destino humano. De las ruinas Él puede crear un nuevo cielo y una nueva Tierra, habitada por seres humanos transfigurados, cuidadores y amigos de toda vida. Es nuestra fe y nuestra esperanza.

*Leonardo Boff ha escrito Tierra madura:una ética de la vida, Planeta 2023; Cuidar de la Casa Común: pistas para retrasar el fin del mundo, Vozes 2024.

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

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2 comentarios

  • Antonio Llaguno

    Me hace mucha gracia que Boff y quienes piensan como él, siempre se las apañan para que aunque la amenaza llegue de Rusia, aunque quien afirme que va a usar armas nucleares sea Putin, los culpables y los malvados sean siempre los gringos y la OTAN.

    Simplemente no tiene credibilidad en ese argumento.Lo que se está dirimiendo en Rusia es mucho más que unos pedazos de tierra en Donbas o Crimea. Lo que se dirime es la supervivencia del modelo de democracias modernas frente al modelo político de tiranías basadas en la represión, la fuerza y la falta de libertad.

    Para mi, debería ser muy significativo que los aliados fundamentales de Putin sean Bielorrusia, Chechenia (Que de hecho forma parte de Rusia ya), Irán, China y Corea del Norte. Sin olvidarnos de sus amiguetes venezolanos, nicaragüenses y cubanos. Lo mejor de cada casa.

    Boff, al que respeto muchísimo como teólogo, en esto hace el trabajo del pregonero que había en mi pueblo en los años 70 (Todavía tenían pregonero en Campillo de Altobuey, Cuenca) que empezaba los pregones con un “De orden del Sr. Alcaldeeeee”. En este caso el alcalde se llama D. Vladimiro.

    Si Rusia decide usar armas nucleares, de baja o de alta intensidad, la responsabilidad es exclusivamente de Rusia, igual que por muy justificado que esté su derecho a responder a Hamas, si Israel bombardea un hospital en esa lucha, la responsabilidad es exclusivamente suya, incluso aunque Hamas use los enfermos como escudos humanos. Búscate la vida Netahyahu para atacar a los terroristas del hospital sin hacer una masacre de inocentes. Los malos son malos y utilizan la maldad para tratar de vencer pero si nos ponemos a su altura nos convertimos nosotros mismos en malos.

    La gran diferencia entre Ucrania e Israel es que Ucrania está siendo invadida mientras que es Israel quien invade Gaza y Libano (Aunque Irán aquí tiene tanta responsabilidad como israel)Rusia, con la amenaza de usar armas nucleares, está actuando igual que Hamas con los inocentes que usa como escudos humanos, pero Rusia usa como escudo humano a toda la Humanidad pues amenaza con un invierno nuclear.

    Ceder a su chantaje es eso CEDER A UN CHANTAJE. La OTAN, USA y los aliados de Ucrania no pueden rendirse a los caprichos y chantajes de un tirano, por mucho que le respalde su propio y paniaguado consejo de defensa.No señor Boff, a mi no me importa la amenaza nuclear de Rusia. Soy cristiano y Jesús es la Buena Noticia llevada a los más pobres y la penúltima bienaventuranza dice “Bienaventurados los que luchan por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Usted también es cristiano. Cuando era usted Teólogo de la Liberación, esta bienaventuranza  la tenía usted muy clara. ¿Por que se ha pasado ahora a justificar al malo? ¿Qué diferencia a Putin de Bolsonaro, Dubuisson, Somoza, Salinas de Gortari, Videla, Castro, Noriega, Trujillo, o Pinochet? Sólo una cosa: la tiene mucho más grande que todos ellos juntos (La bomba y la propaganda).

    Pero ya sabe usted que esta época moderna ha disminuido la importancia del tamaño. El tamaño no importa. Importa saber usar la herramienta. Que se lo digan a Hezbola y sus usuarios de mensafonos.  

  • Santiago

    Termina Boff este sobrecogedor y  realista ensayo sobre la situación del mundo actual ante la amenaza nuclear que es cada vez más próxima…con un mensaje esperanzador que  Haidegger esbozó: “Sólo un Dios nos puede salvar”….

    Pero no “un Dios” cualquiera, impersonal, y anónimo sino el Dios de la Misericordia, YAWE, El Que ES, y El Que Está,  que sólo permite el mal para sacar el mayor bien. Y el mayor bien ha sido el milagro de traernos a la existencia, NO para que perezcamos para siempre, sino para ofrecernos el camino hacia la vida eterna, con la ausencia de todo mal, y en la presencia del Supremo Bien que es Dios mismo.

    Por tanto, Dios -que nos “habla de muy diferentes maneras- lo que nos está diciendo ahora con esta actual realidad del mundo -tan trágica -es que la vida terrestre planetaria NO es eterna, que està pasando y va a pasar…y que tenemos un destino final que es trascendente y que nuestro ser no se va a “diluir” en la nada de donde salió, ni se “aniquilará” totalmente, ni tampoco se va a “anular” cómo algunos creen firmemente…. puesto que el espíritu creado “a imagen misma de Dios Espíritu”  sobrevivirá la muerte por su propia  intrínseca naturaleza creada y otorgada cómo don de la gracia.

    Porque no solo existe actualmente la guerra existencial por la supervivencia del planeta sino que la verdadera batalla principal es de naturaleza espiritual -apocalíptica y escatológica-, donde el mal quiere imponerse en un anti-cristianismo mundial que quiere destruir toda creencia que trascienda la hegemonía artificial de la materia. Pero ésta  no tiene un poder infinito y no posee la última palabra, ni la vida en sí misma.  Al final, solo quedará en pie el Amor que reside en la íntima naturaleza divina y que acogerá y protegerá a  todos los que perseveraron con El, y en El, hasta el final.

    Un saludo cordial
    Santiago Hernández