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Nuestra responsabilidad en la era del piroceno

Con la irrupción del piroceno (la Tlierra bajo fuego) mostrándose en la mayoría de los continentes con incendios que nos asustan por su tamaño, surge la pregunta: ¿Cuál es nuestra responsabilidad frente esta tragedia?

Esta pregunta es válida porque gran parte de los incendios, especialmente en Brasil, habrían sido causados por los seres humanos. Nuestra responsabilidad, sin embargo, es proteger los ecosistemas y el planeta vivo, Gaia, la Madre Tierra, pero parecemos un ángel exterminador del Apocalipsis.

Para superar nuestro sentimiento de desolación y miedo del fin de la especie, como resultado de la tierra hirviendo, estamos obligados a hacer una seria reflexión para comprender mejor nuestra responsabilidad por tales acontecimientos devastadores.

La Tierra y la naturaleza no son un reloj montado de una vez por todas. Provienen de un largo proceso evolutivo y cósmico que dura 13.700 millones de años. El “reloj” se fue armando poco a poco, los seres fueron apareciendo desde los más simple a los más complejos. Todos los factores que entran en la constitución de nuestro ecosistema con nuestros planetas y organismos poseen su naturaleza ancestral, su latencia y después su emergencia. Todos ellos poseen su historia, irreversible, propia de cada tiempo histórico. El principio cosmogénico actúa permanentemente.

Ilya Prigogine, premio Nobel en 1977, mostró que los sistemas abiertos como la Tierra, la naturaleza y el universo ponen en jaque el concepto clásico de tiempo lineal, postulado por la física clásica. El tiempo no es ya un merlo parámetro de movimiento sino la medida de los desarrollos internos de un mundo en proceso permanente de cambio, de paso del desequilibrio hacia niveles más altos de equilibrio (cf. Entre o tempo e a eternidade, Companhia das Letras, S. Paulo 1992, 147ff). Es la cosmogénesis.

La naturaleza se presenta como un proceso de autotrascendencia; al evolucionar se autosupera creando órdenes nuevos. En ella opera el principio cosmogénico (energía creadora), que está siempre en acción, mediante el cual todos los seres van surgiendo y en la medida de su complejidad van también superando la inexorabilidad de la entropía, propia de los sistemas cerrados. Esta auto-trascendencia de los seres en evolución puede apuntar a aquello que las religiones y las tradiciones espirituales llamaron siempre Dios, la más absoluta transcendencia o aquel futuro que ya no es la “muerte térmica”; al contrario, es la culminación suprema de orden, de armonía y de vida (cf. Peacoke, AR, Creation and the World of Science, Oxford Univ. Press, Oxford l979; Pannenberg, W Toward a Theology of Nature. Essays on Science and Faith, John Knox Press, 1993 29-49).

Esta observación nuestra cómo es de irreal la separación rigurosa entre naturaleza e historia, entre el mundo y el ser humano, separación que consolidó y legitimó tantos otros dualismos. Todos están dentro de un inmenso movimiento: la cosmogénesis. Como todos los seres, el ser humano con su racionalidad, su capacidad de comunicación y de amor es también el resultado de este proceso cósmico.

Forman parte de su constitución las energías y todos los elementos que maduraron en el interior de las grandes estrellas rojas desde hace mil millones de años. Poseen la misma ancestralidad del universo. Existe una solidaridad de origen y también de destino con todos los demás seres del universo. No puede considerarse fuera del principio cosmogénico, como un ser errático enviado a la Tierra por alguna Divinidad creadora. Si aceptamos esta Divinidad debemos decir que todos los seres son enviados por Ella, no solo el ser humano. Esta inclusión del ser humano en el conjunto de los seres y como resultado de un proceso cosmogénico impide la persistencia del antropocentrismo (que concretamente es un androcentrismo, centrado en el varón con exclusión de la mujer). Este revela una visión estrecha desgarrada de los demás seres. Afirma que el único sentido de la evolución y de la existencia de los demás consistiría en la producción del ser humano, hombre y mujer.

Lógico, el universo entero se hizo cómplice en la gestación del ser humano pero no solo en la de él, sino también en la de los otros seres. Todos estamos interconectados y dependemos de las estrellas. Ellas son las que convierten el hidrógeno en helio y de la combinación de ambos proviene el oxígeno, el carbono, el nitrógeno, el fósforo y el potasio, sin los cuales no existirían los aminoácidos ni las proteínas indispensables para la vida. Sin la radiación estelar liberada en este proceso cósmico, millones de estrellas se enfriarían y el sol posiblemente no existiría y sin él no habría vida ni nosotros estaríamos aquí escribiendo sobre estas cosas.

Sin la pre-existencia del conjunto de los factores propicios a la vida que se fueron elaborando en miles de millones de años y a partir de la vida en general como un subcapítulo la vida humana, jamás habría surgido el individuo personal que somos cada uno de nosotros. Nos pertenecemos mutuamente: los elementos primordiales del universo, las energías que están activas desde el big-bang, los demás factores que constituyen el cosmos y nosotros mismos como especie que irrumpió cuando el 99,98% de la Tierra estaba lista. A partir de esto debemos pensar cosmocéntricamente y actuar ecocéntricamente.

Importa, pues, dejar atrás como ilusorio y arrogante todo antropocentrismo y androcentrismo. No debemos, sin embargo, confundir el antropocentrismo con el principio antrópico (formulado en l974 por Brandon Carter, cf. Alonso, J. M., Introducción al principio antrópico, Encuentro Ediciones, Madrid l989).

Por él se quiere expresar lo siguiente: solamente podemos hacer las reflexiones que estamos haciendo porque somos portadores de conciencia, sensibilidad e inteligencia. No son las amebas, ni los sabiás o los caballos quienes poseen esta facultad. Recibimos de la evolución tales facultades para exactamente hablar de todo esto y facultar a la Tierra para contemplar a través de nosotros a sus hermanos los planetas y demás estrellas y a nosotros pudiendo vivir y celebrar la vida. De ahí decimos que somos Tierra que siente, piensa y ama. Para eso existimos en medio de los demás seres con los cuales nos sentimos conectados. Esa singularidad nuestra no nos lleva a romper con ellos, pues nos incluimos en todo lo que vemos. Puesto que somos seres de conciencia, de sensibilidad y de inteligencia surge en nosotros un imperativo ético: nos corresponde a nosotros cuidar a la Madre Tierra, velar por todas las condiciones que le permiten continuar viva y dar vida.

En estos momentos nos enfrentamos al mayor desafío de nuestra existencia en la Tierra: no permitir que el fuego la destruya, como está escrito también en las Escrituras cristianas. Si esto sucede, será por nuestra irresponsabilidad y falta de cuidado. Hemos inaugurado la era del antropoceno. Es decir, no es un meteoro rasante el que está amenazando la vida en la Tierra. En este momento, el punto culminante, tal vez final del antropoceno, es el piroceno, la era del fuego. El fuego se ha apoderado de la Tierra. Hasta hace poco controlábamos el fuego. Ahora el fuego nos controla. Podría hacer que el planeta se volviera inhabitable.

De esto derivamos nuestra responsabilidad de salvar el planeta para que no sucumba a los efectos del fuego y garantice su biocapacidad de entregarnos todo lo que necesitamos para sobrevivir y sostener nuestra civilización, que debe cambiar radicalmente. De nosotros depende si tendremos futuro o si seremos incinerados por el fuego.

*Leonardo Boff escribió Cuidar da Terra-proteger a vida, Record 2010; Cuidar da Casa comum , Vozes 2023; Habitar a Terra, 2021.

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

20 comentarios

  • M. Luisa

    De nuevo Mariano aquí para intentar encauzar debidamente mi comentario del otro día, solo encauzarlo, digo, porque no entraré en tus interesantes preguntas, si acaso ya lo haré en tu próximo artículo-   -En un primer momento, leí en tu réplica el parágrafo tal cual me seleccionaste, sin reparar en las líneas precedentes. Allí en donde tu crítica a Boff le consideras en una concepción del mundo eminentemente evolucionista y no creacionista, decías-   -Fue ahí, pues, que fijara la atención en esta connotación partidista que ambos términos añaden al significado.  Es bien conocido  que por el uso literal de la Biblia  los creacionistas americanos no admiten el evolucionismo, en cambio, como ya de inicio apunté, el evolucionismo no excluye la creación, pues por sí misma la evolución  es creativa.  Quisiera solo añadir que por mi parte son bastantes las veces que no coincido con L. Boff. -Nada más de momento, Mariano, un cariñoso saludo! 

  • Juan A. Vinagre

    El día de hoy, 4-10, anima a abundar en la reflexión que sugiere el artículo de L. Boff. Me apoyo en la idea-convicción de I. Prigogine: El desarrollo del Universo no es lineal sino complejo. Dependemos del trabajo de composición-integración y de ruptura-desintegración y recomposición de los elementos básicos de estrellas masivas, que en su proceso evolutivo de integración, de ruptura y reintegración -dentro de su ciclo “vital”-, han generado los elementos que permiten la vida: hidrógeno, oxígeno, carbono etc.  De modo que ese desarrollo complejo (no lineal) dio lugar a un aparente “milagro”: La vida y sobre todo la CONSCIENCIA que es capaz de autoafirmarse y de decidir y/o maldecidir…

    Hoy sabemos con bases científicas que compartimos un origen común, origen común que de alguna manera nos hermana. Por eso debemos-deberíamos pensar y actuar con coherencia, también con sentido “cosmocéntrico. Nuestra “singularidad” antrópica (hombre y mujer) debe concebirse con sentido global, cósmico, solidario. No debemos desligarnos de nuestras circunstancias -aunque tampoco debamos someternos a ellas-. Somos la consciencia del Universo, y por ello no olvidar que todo nos hermana.

    -Esto recuerda la intuición genial de Francisco de Asís y su sentido de fraternidad y de paz universal. “Hermano sol, hermano fuego, hermano lobo, hermana muerte…”  (debemos la vida a estrellas que se han muerto.) Gracias al piroceno vivimos, pero no volvamos a él, porque nos destruiríamos.-Decía antes que el hombre puede mal-decidir, y si decide mal, con el ego inflado y ciego, podemos crear mucho sufrimiento y acaso volver la tierra inhabitable, estéril, lo que equivaldría volver al piroceno. Para ello, es necesario, absolutamente necesario, que el “homo” de carne y hueso madure más, mucho más, de modo que se vuelva cada vez más “sapiens”, capaz de organizar un mundo con sentido más solidario, más pacífico, más fraterno. La fraternidad universal de Francisco de Asís -fraternidad que se extiende también a la naturaleza-, es un sueño pendiente…, incompatible con las guerras, con el maltrato, con el “homo deus todopoderoso” que depreda. 

  • carmen

    Hola Óscar.No. No. No…

    No me aleja… Todo lo contrario. Por fin lo he entendido. Porque, entonces, nada nuevo bajo el sol.Porque, claro, no sé de qué año es el libro. Ahora lo miraré. Pero hace muchos que murió. Y ha llovido algo desde entonces. Muchos autores de diversas disciplinas han hablado de muchas cosas. Recuerda que tengo una licenciatura en pedagogía, y dentro de ella, educación especial. Algo he leído de psicológia y esas cosas.Lo que no entendía era la frase. Porque está sacada de un contexto que es el que entre tú y Julián Marías me habéis aclarado.  Le daba una interpretación, ya te he dicho, determinista y esas cosas no me van. Porque defenderé hasta el final que tengo opciones para elegir.Y claro. Si no modificas la circunstancia, pues no puedes avanzar. Totalmente de acuerdo.

    Y es que a mí, la inteligencia artificial, como que no… prefiero la natural. Prefiero a la persona que me lo cuente en cuatro palabras. Pero conociéndome. De esa manera soy su circunstancia momentánea y tiene que modificar mi desconocimiento, transformarlo un poquito en conocimiento y de esa manera, lo dejo tranquilo. Porque su circunstancia ha cambiado. Y todos contentos.
    Gracias. 

  • Antonio Llaguno

    Reconozco que Boff me confunde.

    Pensaba que lo que Boff defendía es que estamos en el Antropoceno y ahora resulta que no., que estamos en el Piroceno.
    En fin, ese tipo de “abusos del lenguaje” tan propio de los filósofos creadores a veces confunde. Al menos a mi.
    Lo que yo quisiera decir es algo que aprendí aquí, en Atrio.
    Es cierto que el ser humano tiene una responsabilidad en el desarrollo y evolución de la Tierra, como cualquier otro animal o planta, pero con la particularidad de que su infuencia es mucho mayor y sobre todo que somos conscientes de ella.
    Coincido con Mariano, que extrapolar de ahí conclusiones sobre la condición del planeta de madre casi consciente es algo que está muchos pueblos más allá de donde, a mi juicio, estamos ahora pero eso me pasa con casi toda la reflexión “ecológica” de Boff. Pero eso es normal, él es un ECOTeólogo y yo soy un ingeniero y los ingenieros solemos ser las bichas de cualesquiera autoreferentes que utilicen para si mismos el prefijo “ECO”.Pero me gustaría apuntar un hecho que pasa siempre desapercibido cuando se discute sobre este tema: Solemos decir que hay que evitar el “antropocentrismo” (Y si ya encima lo ceñimos a un “machocentrismo” que me resulta más gráfico que “androcentrismo”, ni te cuento)  sin embargo no nos damos cuenta de que el “antropocentrismo” (Incluyendo en el prefijo “antropos” al hombre y la mujer) no solo es inevitable sino que es muy pertinente.

    Es como aquel grito del un gañan del pueblo en la geniel película de José Luis Cuerda “Amanece que no es poco” en el que le asegura al alcalda: “Alcalde, todos somos contingentes pero tú, tú eres necesario”. Pues eso el antropocentrismo, no solo es necesario, es que es fundamental.

    Antes de que algún filósofo demasiado ideologizado me cuelge de un hilo de pescar, aclaro por qué:
    La ciencia tiene cada día más claro que existen determinadas barreras físicas (Como por ejemplola velocidad de la luz y la enorme extensión del universo; para hablar solo de dos de ellas) que hacen sumamente improbable el contacto con seres inteligentes de otros planetas. Que sí. Que lo más probable es que los haya. Que existen tantos mundos en este Universo que posiblemente haya millones de civilizaciones inteligentes… que se van a encontyrar con las mismas barreras físicas que nosotros.Y que por lo tanto, si no tenemos posibilidad (O tenemos una probabilidad infinitesimal de que ocurra) de ponernos en contacto con ellos, si no podemos interactuar, sencillamente ¿Qué más da que existan?
    Si no podemos interactuar, su existencia para nosotros es un suceso posible pero irrelevante (y vuelvo aquí a un concepto, la irrelevancia de una reflexión o axioma. Lo que en electrónica digital llamamos sucesos irrelevantes y sucesos imposibles) y por lo tanto, una vez establecida esa circunstancia de irrelevancia, es una pérdida de tiempo detenernos en esas posibilidades.

    Pero eso ocurre también en entornos mucho más cercanos.
    Lo que ocurra en el planeta Tierra, si el ser humano desparece, sigue siendo irrelevante. Si no existe el “Homo Sapiens” que, hasta nueva orden, es el único ser consciente y trascendente ¿Qué más da cómo vivan las almejas o los cefalópodos si no estamos nosotros para ser conscientes de ello? ¿Que sentido tendría un universo sin un ser inteligente?
    Incluso el planeta inerte más alejado de nuestra Tierra, existe única y exclusivamente para que nosotros lo sepamos y si no lo cnocemos, sencillemente no existe (O su existencia es irrelevante).
    Por eso es vital que el planete NO SOLO SE CONSERVE, sino que se desarrolle para que el unico ser que le da sentido, el “Homo Sapiens” lo habite y lo habite felizmente.
    Quiero decir que hacer de este planeta un lugar mucho más habitable para el ser humano es la verdadera ecología, puesto que los atunes (Por poner un ejemplo, y los atunes son animales superiores) no tenen conciencia de su existencia y esa existencia solo tiene sentido porque nosotros sí somos conscientes de su existencia (y de la nuestra, obviamente).
    Eso obliga a una lucha no solo ecológica (Conservacionista) sino evolutiva (Habría puesto de progreso, pero tiene connotaciones ideológicas). No solo hay que evitar los incendios forestales sino que hay que hacerlo procurando que los seres humanos cada día podamos habitar esos entornos mejor y a ser posible sin destruir es entorno en el que vivimos.
    Así las cosasm y aceptando el término “Piroceno”, en el significado que Boff le da. Yo afirmo que a mi me gustaría vivir en el “Evoceno” (De evolución) o en el “Progresoceno” (De progreso), es decir una era donde dediquemos nuestros esfuerzos no solo a “conservar” el planeta, sino a hacerlo más habitable, también para los 80 emigrantes subsaharianos que estuviero a punto de perder la vida ayer, como les ocurrió a los otros 200 que cayeron de la patera y murieron sin que nadie haga nada.  

    • Nacho Dueñas

      Hola, Llaguno: tú eres ingeniero y, por tanto, en el debate técnico llevas la delantera. Pero si lo técnico es el motor (o el cómo), la ideología es el volante (el para qué), aquel sin este se descentra, y este sin aquel se diluye.

      Yo, por hacer ideología, diré que soy radicalmente anti-antropocéntrico y asumiría tu discurso antropocentrista si el ser humano como especie no fuese la mayor amenaza a la vida en la tierra (6ª extinción masiva), ni que el hombre como género haya sido y siga siendo una amenaza para el otro género.

      Cuando se elabore, de modo teórico-práctico, una eudaimoncenio (o era de la felicidad), para lo cual tenemos los medios técnicos y los éticos, seré antropocentrista.

      Y mientras esto no ocurra, seguiré la ecología biocéntrica e integral reflejada en la feliz Laudato Si, que afirma que el centro de la vida es toda vida, y no la vida humana.

      Obvio, si yo pienso que tu vida es más importante que la de un ornitorrinco alado, es porque tú y yo compartimos especie. Exactamente igual que si fuéramos ornitorrincos alados, pero al revés.

      Un abrazo.

      Nacho.

      • Antonio Llaguno

        Tus conclusiones y las mías no sn incompatibles, Nacho.

        Porque yo no estoy haciendo ideología y por tanto cualquier ideología, si está de acuerdo, puede asumir mi reflexión. Tu aportas la tuya y en este caso, no me resulta especialmente difícil de asumirla.

        Yo lo que digo es que eliminar el antropocentrismo es imposible porque si desapareciera el ser humano, aunque quedaran docenas o centenares de seres vivos no tendría importancia lo que pasara, porque ninguna otra especie tiene conciencia y mucho menos trascendencia (Y te lo dice un papa perruno, que trata a sus perros como los hijos que no supo fabricar, que espera qu le entierren con ellos y que está convencido de que estaré con ellos en sea lo que sea que haya después de la muerte).

        No es una reflexión técnica. O por lo menos es mucho más filosófica.

        Amo a mis perros con locura. Son mi familia. Sólo un paso muy pequeño por debajo de mi mujer y mis hermanos (Que es lo que me queda de familia). Daría mi vida por ellos, de hecho ya me toco arriesgarla. pero si desapareciéramos, ¿Quién (No qué cosa) tendría conciencia de la existencia de mi Maxito y mi Quetzalli (Es un “mi” nada posesivo)?

        Cuando ellos ven otro perro ¿Qué es lo que ven? ¿Cómo se identifican con él? Desde luego no tienen conciencia de especie. Para ellos mi mujer y yo somos algo más que su especie, somos su manada, parte de su familia, de hecho su único entorno.

        Y lo mismo pasa con el resto de los seres vivos desde las amebas hasta las ballenas rocuales.

        ¿Podría volver a surgir en la Tierra vida inteligente, consciente y abierta a la trascendencia? Es posible que sí. Y entonces el universo, en esta parte infinitesimal de si mismo, volvería a tener sentido. Pero entiéndeme, eso que lo “piensen” los “reptilianos” que nos sucedan, si es que nos suceden. No me aporta nada. Solo puedo ser generoso con mi prójimo que significa próximo y esos “reptilianos” me pillan un poco a trasmano.

        Imagínate lo lejos que me quedan las vicisitudes de los alienígenas de la constelación de Perseo a mano derecha de la Vía Láctea.

        Me imagino el universo en su muerte térmica y sencillamente no tiene sentido. Es probable que sea el futuro inexorable del universo pero sería un universo sin sentido.

        Un Universo sin vida inteligente, consciente y abierta a la trascendencia, sencillamente es un pan sin sal, un florero inútil para decorar un salón que nadie habita.

        Por eso y en ese sentido soy antropocéntrico. Porque es muy necesario salvar el planeta, no solo por cada uno de nosotros o de nuestros hijos o de nuestros nietos, sino por el propio planeta, cuya existencia cobra interés sólo porque existe un bicho de dos patas (Incluidos esos que tanto menciona Paquita la del Barrio) que se piensa a si mismo y a su entorno y por lo tanto le proporciona un sentido por el que exsistir.

        Ojala pudiéramos construir ese “Eudamocenio”, que en lenguaje más del tipo que empleamos los del Atleti, debe ser algo parecido a lo que el hijo del carpintero de Nazaret llamaba  “Reino de Dios”. Porque, como dice el papa, ese Reino de Dios, pasa inevitable e inexorablemente por el buen trato al planeta, no solo por su conservación.

        Hoy que asistimos con mucho dolor de corazón a los misiles que Irán manda a Israel mientras el ejército hebreo masacra a los musulmanes del sur del Libano y les coloca mensáfonos explosivos, nos damos cuenta de lo mucho que falta para llegar a esa era feliz y lo mucho que nos queda por construir.

        Esos hermanos y hermanas, seres humanos como tú y como yo, que ven como su vida se desmorona a punta de Goma 2 y misil termobárico, son los que a mi al menos, me interpelan. Mucho más que los “reptilianos” que nos sucedan o el mismísimo ET que aterrizara por aquí.

        Este sentimiento, nunca lo tendrá un rinoceronte.

        Y hay mucho trabajo que hacer.

    • mariano alvarez valenzuela

      Antonio, no sé si será por esa afinidad que tú citas sobre tu mentalidad ingenieril, pues también es la mía, por lo que me resulta muy afín y comprensible todo lo que aquí dices y como lo dices.
      Nuestra mentalidad nos inclina a ser práxicos, es decir, a aunar lo que pensamos con lo que tocamos, sentimos y finalmente hacemos sin salirnos de la más inmediata realidad, eso sí, para transformarla en una nueva realidad al servicio de todos, sin exclusión, y además con una previa contrastación y experimentación, aspecto muy distante y distinto al de las ideologías propias de los autodenominados ideólogos, y también es evidente que hasta la fecha no ha aparecido otro ser en la naturaleza con dicha facultad, por lo que no es nada aventurada esa afirmación de que toda realidad es “antropocéntrica”, y que tú muy bien argumentas en esta respuesta.

      Con todo esto, no quiero dar a entender que las ideologías no tengan valor, pues ellas también se ven afectadas por la razón científica y técnica, pero ya desde otra perspectiva y con otros intereses, así lo confirman los políticos al proponer muchos de ellos lo que denominan por una “ingeniería social”, y en mi opinión también los científicos desean ser ingenieros, pues ya las ciencias biológicas son más ingeniería que ciencia, hasta tal punto que la física actual ha dejado paso a la denominada “mecánica” cuántica, y además me da la impresión que no pocos filósofos y teólogos también lo intentan a su modo. Así las cosas, no dudemos que además del antropoceno y del piroceno aparezcan pronto en el horizonte muchas más especialidades de ingeniería, pero eso sí con el prefijo de “Antropo”.

      En cuanto a tu predilección por los conceptos de “Evoceno” o “Progresoceno”, no tengo nada que objetar pues ya sabes, contra gustos y valga la redundancia no hay nada que objetar.

      Aprovecho también para decir que la propuesta de Nacho Dueñas a tu “antropocentrismo” manifestándose como “anti-antropocéntrico”, en espera de que se elabore un modelo teórico-práctico de un “eudaimoncenio” (era de la felicidad), al afirmar que ya en la actualidad disponemos de los medios técnicos y éticos, volviendo así al terreno de la ingeniería, entonces y solo entonces será antropocentrista, término que a mí me suena más a futbolístico que antropológico.

      En todo este tema y fuera ya de este tono irónico creo que nos vendrá bien a todos entrar y reflexionar en el artículo recién publicado por Salvador Santos que en mi opinión sí que “centra” bien el tema, (iba a decir el balón), el subconsciente me traiciona.

  • carmen

    Óscar.Una pregunta.

    Añades a la frase mágica de tu amigo: si no la salvo a ella, no me salvo yo.No entiendo lo que quiere decir. A lo mejor es que nunca he entendido esa frase . Siempre la he entendido como que en mi vida influye mi circunstancia tanto como mi propio yo. No sé exactamente en que proporción. Y eso tiene unas implicaciones psicológicas muy , muy importantes. En último extremo tú no eres tú. Entonces de alguna manera niega la capacidad de elección.

    No estoy de acuerdo. Porque he tomado decisiones a lo largo de mi vida muy incómodas, pudiendo haber elegido otras. Como nos ha pasado a todos. Porque puedo elegir, a pesar de los pesares. Supongo que infinidad de personas pensarán lo contrario. Eliges lo que tú circunstancia te permite. Pues sí y no. Porque entonces todos elegiríamos lo mismo en las mismas circunstancias y eso no es cierto. Solamente tengo que mirar a mí alrededor.

    No digo que no influyan. Lo que niego rotundamente es que me quite mi posibilidad de elegir.

    No sé si me explico. Es una frase que he oído millones de veces y , es que me parece de un determinismo que no me gusta un pelo. Ya te digo. A lo mejor es que no la he entendido bien. Eso es lo que tienen las citas. Que sacadas de contexto pueden decir lo que tú quieras que digan. Por eso no me gustan. Prefiero hablar de libros o de películas enteritos o enteritas. Donde se contenga la cita.Hace unos días se nombró a Conrad. Es un señor que para transmitir una idea, sencillamente escribe una novela. Y, claro. Acabas entendiendo lo que quiere decir.

    Si tienes un ratito, me contestas. Porque no sé de otros temas, pero de este señor, seguro que sabes lo que quiere decir con lo que dice. Porque te has leído toooodo.
    Gracias  

    • oscar varela

      ¡Hola Carmen!

      En 3 segundos respondió la Inteligencia Artificial de Elon Musk a tu pregunta.
      (¿no tienen, en España-Europa, un redondelito azul incrustado sin permiso en el celular dicha App de este señor Mr. X?)
      …………………………………….
      Respuesta de la AI:

      La frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” es una de las más famosas del filósofo español José Ortega y Gasset, y se encuentra en su obra “Meditaciones del Quijote” (1914).

      En esta frase, Ortega y Gasset quiere expresar la idea de que:

      1. La identidad personal (yo) no es algo aislado, sino que está profundamente relacionada con el entorno (circunstancia) en el que se vive.
      2. La circunstancia no es solo el entorno físico, sino también el social, cultural y histórico.
      3. La salvación o realización personal no puede lograrse sin considerar y transformar la circunstancia en la que se vive.

      En otras palabras, Ortega y Gasset está diciendo que:

      – No podemos entendernos a nosotros mismos sin considerar el contexto en el que vivimos.
      – Nuestra identidad y nuestro destino están ligados a la circunstancia que nos rodea.
      – Si no trabajamos para mejorar y transformar nuestra circunstancia, no podemos esperar mejorar o realizar nuestro propio potencial.

      Esta idea tiene implicaciones profundas en diversas áreas, como:

      – La responsabilidad social y política: no podemos ignorar los problemas de nuestra sociedad y esperar que alguien más los resuelva.
      – La educación y el desarrollo personal: debemos considerar el contexto en el que aprendemos y crecemos para poder desarrollarnos plenamente.
      – La ética y la moral: nuestra acción o inacción en la circunstancia tiene consecuencias para nosotros mismos y para los demás.

      Ortega y Gasset busca enfatizar la interconexión entre el individuo y su entorno, y la necesidad de asumir responsabilidad por la transformación de ambos.
      ………………………..

      Carmen:
      – esta respuesta es solo una aproximación;
      – tal vez te sirva para aproximarte, o no.
      – Pero te diré que es una “aproximación” que “aleja”.

      • oscar varela

        [Comentario de Julián Marías a “Meditaciones del Quijote”, págs. 266.268]
         
        “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
         
        “Esta es la fórmula más apretada de la intuición fundamental de Ortega.
         
        Como vemos, enuncia en forma conceptual y rigurosa lo que en “Adán en el Paraíso” había expresado metafóricamente cuatro años antes.
         
        Pero hay que advertir en este lugar la circunstancia no se ha de entender sólo de un modo geográfico, ni siquiera en general físico, ni aun simplemente orgánico. Basta con tener presente lo que dice más adelante:
        “¡El mundo exterior! Pero ¿es que los mundos insensibles —las tierras profundas— no son también exteriores al sujeto? Sin duda alguna: son exteriores y aun en grado eminente.”
         
        Es decir, lo no sensible, el mundo llamado “interior”, es exterior al sujeto, al segundo “yo” de la expresión comentada; por tanto, forma parte de la circunstancia; sólo puede decirse que forma parte de mí en el sentido del primer “yo”, aquel que designa mi realidad personal entera.
         
        Quizá no sea inoportuno recordar un an­tiguo comentario mío de este pasaje orteguiano: “El momento de yoidad del hombre —el segundo yo de la frase orteguiana— no agota al ente humano, como creyó el idealismo.
         
        Pero ahora nos interesa más bien el primer yo, el que incluye la circuns­tancia, el que no es puro sujeto del vivir, centro de una circumstantia.
         
        La circunstancia, en efecto, está definida por su estar en torno —circum— a un yo: él es quien le da su carácter unitario y circuns­tancial, o sea vital; pero no podemos ahora definir simplemente al yo por la circunstancia, como su punto central.
         
        El yo es inseparable de la circunstan­cia, y no tiene sentido aparte de ella; pero, a la inversa, la circunstancia sólo se constituye en torno a un yo, y no a un yo cualquiera, a un mero sujeto de actos y haceres, sino a un yo mismo, capaz de entrar en sí, que es, no diremos algo —es decir, cosa, res—, pero sí alguien, o sea persona.
         
        Podría­mos decir que yo estoy definido por mi circunstan­cia, pero mi circunstancia no me define; esto es, no soy más que con ella, y decide mi ser, pero no lo agota, no está dado mi ser —si se quiere mi ser futuro— cuando está dada mi circunstancia y un yo abstracto. puntual, puro sujeto de ella.
         
        La circunstancia es mi circunstancia; y este posesivo no indica una imple localización, sino una efectiva posesión. Por ser yo mismo, por tener una mismidad y ser dueño de mí, puedo tener algo mío.
         
        La yoidad no agota al hombre, pero tampoco la mera subjetividad —es decir, la función de ser sujeto de lo “objetivo”, no habla de la inmanencia—; el yo no es mero soporte o sustrato de la circunstancia, no es sólo el que vive con ella, sino quién vive, quién hace su vida con la circunstancia, dando a ese quién su riguroso sen­tido personal.
         
         El hombre, además de ser un yo y el sujeto de sus actos vitales, soporte de su mundo, es también persona” (Miguel de Unamuno„ 1943, capítulo III, apartado “Existencia y persona”).
         
        Sobre el sentido radical del yo, y por tanto el ca­rácter último de la vida humana, Ortega no da pre­cisiones en este pasaje, y se ha podido pensar que no aparecen en este nivel de su pensamiento; pero más adelante veremos cómo tales precisiones se en­cuentran en este mismo libro.
         
        La expresión “si no la salvo a ella (la circunstancia) no me salvo yo” en­cierra la razón filosófica de que Ortega se ocupe te­máticamente de España, y también la justificación del patriotismo en general.”
        ……………
        Carmen!
        A Marías se lo considera “discípulo privilegiado” de Ortega. ¡Tal vez!
        No estoy seguro que este “acercamiento” no te “aleje” más aún.

  • M. Luisa

    Permíteme, Mariano  esta rápida  reflexión tras leer tu réplica a Boff. 

    -El evolucionismo no tiene por qué excluir la creación, sí, en cambio, quien se afirma como creacionista pareciera  como si para él la creación  estuviera dada toda de una vez para siempre y  no en evolución constante. Creo que es ahí  donde los seres humanos podemos en ella  intervenir creativamente…

    • mariano alvarez valenzuela

      Querida M. Luisa, si te fijas bien, verás que en ningún momento expreso que la evolución excluya a la creación. Concretamente te transcribo lo que literalmente digo: El concepto evolucionista además de carecer de un principio de causalidad (Primer principio de la termodinámica) de toda realidad, también carece del principio de finalidad y  también contenido en dicho principio, por eso la ciencia en su análisis de la realidad se topa con dos infinitos, el del principio y el del fin.

      Por otra, parte permíteme recordarte mi articulo publicado en Atrio el pasado 10/10/23 bajo el título “Evolución, Inercia de la Creación” y que solo tuvo dos comentarios y uno de ellos, fue el tuyo y al que te respondí manifestando mi admiración por tu finura metafísica en todos tus análisis. Ahora y a la luz de de esta puntualización tuya me podrías decir: ¿Cuál de los dos principios tiene para tí el carácter de primacía?.

      Siempre agradeceré tus comentarios a mis reflexiones. Me ayudan a mejorar mi capacidad expresiva, y que aprovecho para decir que todas son personales y no doctorales, como las lentejas….

      Gracias M. Luisa.

      • M. Luisa

        Tienes toda la razón del mundo, Mariano, mi reflexión excusada por la rapidez no ha tenido en cuenta  todo este conjunto de consideraciones que me expones.  Volveré a su lectura con más calma y también a la del enlace   que me facilitas … y lo haré con mucho gusto, mil disculpas  Mariano!

    • oscar varela

      USO – Gracias!

       
      A: mariano alvarez valenzuela
      30/09/2024, 20:13 pm

      0) Los “sofocos” de Mariano ante Boff
      – por la pirotécnica que anuncia y
      – por el cargo de conciencia que me crea”
      – porque “considera al planeta Tierra como nuestra Madre”
      – porque “quien lo redacta es un teólogo”
      – porque “concibe mundo y persona (como) no creados”.

      1) Determinismo
      – “lo miremos por donde lo miremos y
      por muchos esfuerzos que hagamos los humanos,
      no lograremos salvar al planeta Tierra de
      la tan anunciada era del piroceno.
      Todo es cuestión de tiempo.”

      2) Maniqueísmo
      – “Todo mal procede del ser humano …

      3) Incongruencia con
      – “el fin del mundo y el fin nuestro,
      – pasa por la “responsabilidad” de todo ser humano”

      4) Sin dar razones (dialogo)
      – “pero no al modo de como lo describe (Boff).
      …………………………….

      5) Mi falta:
      A “Yo soy yo y mi circunstancia”
      Se ha de completar con: “si no la salvo a ella no me salvo yo
      …………………………….

      6) El ASUNTO del Artículo es la “NUESTRA RESPONSABILIDAD

      La MÁSCARA simboliza esa RESPONSABILIDAD
      (futuriza “lo que hay que hacer”)

      La PERSONA ‘justifica’ solo lo RESPONDIDO
      (pasadiza “sic rebus stantibus”)

      7) El ASUNTO del Artículo es la “NUESTRA RESPONSABILIDAD

      El PENSAMIENTO LATERAL (Video)
      trata de SIEMPRE HAY ALTERNATIVAS
      a “Lo que hay que hacer

  • carmen

    Hola Óscar.Es curioso que hables de máscara.Cuando en pleno jaleeeeeeo de divorcio, hace ya por lo menos 13 años, tenía, claro, a mí psiquiatra el loco, pobrecico, murió a principios de la pandemia. Hacía ya como diez años que no lo veía, pero lo recuerdo con un cariño enorme. Una persona extraña, me cogió el aire a la primera. Los extraños nos reconocemos. Y como no le daba importancia a eso del divorcio, pues el señor me hablaba de cosas muy interesantes. Recuerdo varias. Según le apetecía. Desde historia de España hasta placebos. Pasando por historias de amigos que se habían divorciado. Sobre el número de divorcios al año en España y su interpretación. Me tronchaba. Hasta que me dió el alta.

    Le debo mucho. Y no creía en las vacunas. Era como era. Lo mismo pensó que era un placebo y… cayó.Paralelamente, en verano me mandó mi hermana a un psicoanalista. Estaba muy preocupada, me veía fatal.Fue una experiencia estupenda. Divertida. Otro que me habló de cosas. Me encanta escuchar a personas que saben. Me habló de Freud, de Jung y me indicó algún libro para leer.

    Bueno, pues llegó el día de la despedida. Dime algo. Le dije. Estoy loca o no?Su respuesta fue impresionante. Loca? Que va. No distorsionas la realidad. Pero eres muy…rara, me adelanté. No, tienes una personalidad poco frecuente. Tu manera de ser tiene rasgos de varón y de mujer. Una mezcla sorprendentemente. Bueno, pensé, pues tampoco…Y añadió. Tu problema e que no eres persona. Oooooye, le dije.Espera. Y me contó de dónde viene la palabra persona. Algo parecido a lo que acabo de leer. Y añadió. Tienes que aprender a protegerte. Las máscaras protegen. Porque si conocen cómo sientes, cómo piensas, eres muy fácil de atacar.

    Protégete.No sé si he aprendido a protegerme. O ya, era imposible. Tenía 58 años. No lo sé.Asi que me ha hecho sonreír lo que has escrito. Es cierto. Pero no todos podemos ser actores. Gracias.

  • oscar varela

    Hola!

    • oscar varela

      1- “Yo soy yo y mi circunstancia

      2- “la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre“.

       

    • mariano alvarez valenzuela

      Querido Oscar, permíteme que elija tu “responder”:
      En cuanto al artículo de L. Boff y no solo de este último, he de confesar que me producen una sensación de sofoco, no solo por la pirotécnica era que nos anuncia en este último, también por el cargo de conciencia que me crea al responsabilizarnos de todos los males que los seres humanos ocasionamos al planeta Tierra o a la Madre Tierra, como suele decir. Es evidente que razones y argumentos no le faltan, es más, aún puede ser que se quede corto, y a los que no les pongo objeción alguna, ya que nuestro bienestar es evidente que depende de la pulcritud con que cuidemos nuestro hogar, pero de ahí a considerar al planeta Tierra como nuestra Madre y ubicar en ella nuestro principio de realidad, identificándola con quien nos engendra, creo que hay un buen trecho, máxime cuando quien lo redacta es un teólogo, pues creo que subordina su concepción del mundo, y de paso al de la persona, a un contexto eminentemente evolucionista y no creacionista.
      El concepto evolucionista además de carecer de un principio de causalidad (Primer principio de la termodinámica) de toda realidad, también carece del principio de finalidad y  también contenido en dicho principio, por eso la ciencia en su análisis de la realidad se topa con dos infinitos, el del principio y el del fin.
      En conclusión, creo que su enfoque está bien intencionado, pero mal enfocado, ya que lo miremos por donde lo miremos y por muchos esfuerzos que hagamos los humanos, no lograremos salvar al planeta Tierra de la tan anunciada era del piroceno. Todo es cuestión de tiempo.
      Hay una cosa en la que si coincido plenamente con el autor de este artículo: Todo mal procede del ser humano y es por ello que el fin del mundo y el fin nuestro, pasa por la “responsabilidad” de todo ser humano, pero no al modo de como lo describe.
      En cuanto a tu escueta y breve respuesta a este artículo a través de tus dos sentencias:
      1.- “Yo soy yo y mi circunstancia”
      2.- “La reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre”
      He de manifestarte que estoy completamente de acuerdo, aunque posiblemente no coincida con lo que tu quieres expresar con ambas.
      Prefiero de momento no explicitar mi interpretación de dichas sentencias, pues recientemente he mandado una reflexión que las bordea y que si es publicada ya tendremos ocasión de volver a ellas.
      He de reconocer que tienes ingenio en tus escuetísimas sentencias, pues comprometes al lector en la necesidad de encontrarles el sentido adecuado. Gracias

      • oscar varela

        1- QUIÉN TENEMOS QUE SER
         
        Todos sentimos en cada instante, allá en el secreto fondo de nuestra conciencia,
        – quién es EL QUE TENEMOS QUE SER
        – y, con frecuencia, nos damos cuenta de que somos infieles
        – o incapaces de ser ese que tenemos que ser.
        – Eso que cada cual tiene que ser es la PERSONALIDAD.
         
        2- LA FELICIDAD
         
        Cuando el hombre logra realizar esa personalidad, por tanto,
        – cuando logra ser el que tiene que ser
        – y de este modo coincide con su auténtico sí mismo,
        – el hombre es feliz.
        PER­SONALIDAD es el destino individual del hombre.
         
        3- LA GENIAL PARA­DOJA
         
        El auténtico ser de cada hombre no es una realidad
        – que desde luego le constituye,
        – sino una especie
        * de figura imaginaria,
        * de pro­yecto irreal,
        * de inexistente aspiración
        – que se ve comprometido a realizar;
         
        – Cada uno de nosotros es propiamente algo que aún no es,
        – que se halla siempre en un futuro problemático:
        – no es un factum (un ‘echo’), sino un faciendum (un ‘quehacer’);
        – no es una cosa, sino una empresa.
         
        4- TEATRO – PERSONA – MÁSCARA
         
        El sentido de la palabra «personalidad» cumple el más viejo sentido del vocablo.
         
        – A la figura, papel o róle teatrales que el actor tenía que realizar en la escena llamaban los latinos persona porque significaba máscara.
         
         El rostro del actor desaparece bajo la máscara
         
        En la MÁSCARA esta­ban representados los rasgos de la figura imaginaria
        – cuyo destino la tragedia o la comedia hacía manifiesto.
        – La cara casual del actor no era la auténtica faz del personaje dramático.
        Lo auténtico era la máscara.
         
        5- MÁSCARA y RELIGIÓN
         
        Pero el teatro no inventó la máscara.
        – sino que la encuentra en la más vetusta tradición religiosa.
        (uno de los más primitivos inventos del hombre fue la máscara).
         
        – Un historiador de la religión romana, persiguiendo la génesis del vocablo persona, encuentra que uno de los dioses más antiguos del Mediterráneo se llamaba Porsen o Pursen—en etrusco fersu, el dios de los muertos
        (en Grecia se lla­ma Dionysos; en Italia, Bacchos), por lo cual
        – estaría en relación con él la divinidad subterránea Persefone o Proserpina.
         
        6- DIOS y el DESTINO
         
        Porsen era el encar­gado de regir el destino de los vivientes.
        – El hombre, para obtener su favor, por tanto, para lograr su destino, su personalidad,
        – le ofren­daba su máscara, la representación plástica de su propia cara, por tanto,
        – lo que parecía más auténtico y esencial del ser humano,
        – pero deformado según la figura del dios.
         
        7- MÁSCARA – CARA – PERSONA
         
         Y cara —os— debió ser el nombre más antiguo de máscara,
        – que por ser ofrendada a Porsen habría pasado luego a llamarse persona.
         
        – Estas máscaras aseguradoras del destino individual
        – se colgaban de un árbol sagrado.
        – Influido por el dios, se esperaba que el viento al moverse
        – eludiese, sortease los efluvios adversos, los destinos hostiles;
        – Se lo llamó el rito de la cara que se balancea con el vaivén del viento (oscillans),
        – es el rito oscilatorio.
         
        – La máscara primi­genia, símbolo del destino personal,
        – esclarece lo que nombramos con la palabra personalidad
         
        8- PERSONALIDAD – PSICOLOGÍA – DRAMA
         
        – La PERSONALIDAD no es lo que en cada momento somos,
        – sino algo, como la máscara, externo a nuestro ser actual
        – y que necesitamos esfor­zarnos en realizar,
        – como el actor se esfuerza en hacer vivir en la escena
        – el personaje imaginario, el papel que representa.
         
        La perso­nalidad tiene poco o nada que ver con la psicología.
        – No denomina hecho de conciencia,
        – cosas que pasan dentro de nuestra mente,
        – sino el DRAMA que es siempre nuestro per­sonal vivir.
        – El cual es drama porque nos pasa fuera,
        – en el tremendo y absoluto «fuera» que es el Universo.
        …………………