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Algo sobre ciencia, realidad y persona

Con más de 60 comentarios, el artículo de Carlos Barbera ha demostrado que el debate sobre ciencia y fe no está anticuado, al menos en la vivencia del actual ser humano que experimenta lo exterior al sí mismo con instrumentos que multiplican por millones el alcance de sus sentidos y la capacidad de cálculo de su cerebro. Pero que se ignora a sí mismo como ser sujeto de conciencia y sentido, como persona. ¡Que sigan las reflexiones auténticas y el debate, a partir de lo nuevo que escribe Mariano! Os leo a todos. Disculpad que no baje al ruedo, expresando mi propio pensar, sentir y creer. Algún día lo haré . AD.

Cualquier intento de fundamentar a la Persona bajo el paradigma científico es un reduccionismo que devalúa a la Persona en objeto material o inmaterial y a la propia ciencia en cienticifismo….

Las ciencias físicas, tanto la denominada clásica como la cuántica, se plantean la cuestión de la realidad de forma experimental, de ahí su nombre de ciencias experimentales. Esta labor se sustenta en dos elementos básicos, uno inmaterial y otro material. El primero es la mente del científico y el segundo lo constituyen sus sentidos biológicos y una extensión de los mismos que es la tecnología. La mente ejerce su función a través del razonamiento lógico de las matemáticas, razonamiento abstracto y por tanto inmaterial que va de lo concreto y singular a lo universal y general en una relación de coherencia lógica (método lógico-inductivo). Los sentidos biológicos y la tecnología, realidades materiales, son los responsables de captar, es decir de sentir, evidenciar y experimentar lo que físicamente se entiende por realidad, siendo entonces y solamente entonces cuando la ciencia admite a lo observado y pensado bajo el concepto de realidad. No es que la realidad sea primero pensada y luego experimentada o a la inversa, si no que ambos procesos se imbrican en una dinámica de retroalimentación positiva.

Es en este proceso en el que el científico al observar la realidad a través de su mente y de sus sentidos biológicos (ésta era su tecnología inicial), definió el concepto de materia como el sustrato básico de toda realidad física. Con el tiempo fue incorporando otros medios distintos a los de sus sentidos orgánicos para que fuesen capaces de percibir lo que ellos no alcanzaban, consiguiendo distanciarse de ellos, pero captando nuevos ámbitos de le realidad, ampliando así su conocimiento sobre ésta; pero en esta dinámica aconteció que empezó a distanciarse de la impronta percibida por la propia materialidad. Lo inmaterial, pasó a ser como un a priori hipotético de la realidad, era una realidad pensada y posible, pero aún carente de materialidad y por tanto fuera del ámbito de las ciencias físicas, a expensas de que en algún momento la tecnología (sus nuevos sentidos), le garantizase que lo pensado coincidiera con su concepto de realidad al haber sido capaces de percibirlos como tales.

En esta dinámica de retroalimentación mutua entre lo pensado (inmaterial) y lo contrastado (material), se llegó a un punto en el que el concepto clásico de materia se quedaba corto ante la nueva realidad manifestada por sus nuevos sentidos tecnológicos, lo que le llevó a pensar que la materia se le esfumaba de lo que él llamaba realidad, es más pensaba que lo que se le esfumaba era la propia realidad; así le sucedió a ese gran científico que todo el mundo conoce, por lo que no hace falta que lo cite, que abriendo la puerta a la nueva ciencia cuántica con su descubrimiento del efecto fotoeléctrico, se negaba a admitir los postulados que surgieron de ésta, hasta el punto de pasarse los treinta últimos años de su vida intentando encontrar una teoría que los refutase.

En este caminar, es en el que las ciencias físicas empiezan a despojarse del concepto de materia como sustancia fundamental del mundo para ir incorporando otros nuevos como el de fuerza y energía. El concepto de energía se convirtió en el elemento central de toda la realidad física ya que ésta tiene una propiedad inmutable, la de su conservación, uno de los principios básicos de todo el entramado de las ciencias físicas, sin él toda realidad física se derrumba y la física clásica la primera. Este es el primer principio de la termodinámica.

En la física moderna el campo es la sustancia fundamental del mundo. Las partículas elementales se interpretan como vibraciones de un campo y la energía de estas vibraciones está cuantizada y cada cuanto de energía se identifica con una pseudo-partícula elemental y así poco a poco retrocediendo en el tiempo nos topamos con el mundo clásico, que es el que nos daba la percepción de la realidad más inmediata que es la de nuestros sentidos, su materialidad.

Antes de seguir por este camino quiero señalar algo curioso que aconteció en el ámbito de la matemática, la ciencia del pensamiento puro, limpio del polvo y paja de toda materialidad y además por la misma época en que surgió la física cuántica. Me refiero al programa Hilbertiano que concluyó con la afirmación taxativa (científica), de que la verdad de todo sistema formal no se podía encontrar dentro de dicho sistema, es decir que dicho sistema dejaba de ser consistente.

No solo la ciencia experimental, también la ciencia del pensamiento puro, fracasaban en su intento de encontrar científicamente el fundamento de la realidad en la primera y de la verdad en la segunda.

A consecuencia de estos dos acontecimientos surgió un nuevo paradigma, una nueva cosmovisión que convulsionó en gran medida a la sociedad occidental y el cual hoy se encuentra en apogeo, me refiero al paradigma relativista y pragmático. El Hombre posmoderno apoyándose en la ciencia abdica de todo fundamento, es decir de todo sentido de la realidad y de la verdad en la medida que no le resulte útil para sus fines. Lo malo de esta situación es que todos en mayor o menor medida entramos al trapo y muchos sin percibirlo.

Con todo esto lo que quiero resaltar es que este nuevo enfoque científico de la física cuántica no es una fulminación de la frontera entre la materia y el espíritu. La ciencia tanto la clásica como la cuántica no toman como objeto de análisis al espíritu, no lo han definido previamente como una variable susceptible de poder ser cuantificada, no sabe nada de él, no se lo plantea como un ente real, ni físicamente ni matemáticamente, ni clásicamente ni cuánticamente. Lo que sí ha realizado es la ampliación del concepto de realidad más allá del concepto clásico de materialidad y todo ello sin salirse del marco del razonamiento científico y sin descalificar lo que su antecesora explicaba, pero a su vez ha abierto una puerta nueva en la realidad, en la que se exige un nuevo lenguaje porque, en definitiva,” es la palabra quien siempre nos abre a la realidad, sin ella, la realidad se nos esfuma”.

La nueva ciencia cuántica nos ha abierto la puerta a una meta-ciencia, a una meta-realidad, es decir, a una meta-física y por ello precisa de un meta-lenguaje, pero no seamos ingenuos y queramos extrapolar al ámbito del espíritu y menos aún al ámbito de la realidad Persona las conjeturas en que la ciencia se mueve, y todavía mucho menos, si queremos tomarla como argumento justificativo de la existencia de Dios como presencia en toda la realidad material. No es este el camino. Demos pues a la ciencia lo que es de la ciencia y a la Persona lo que es de la Persona y por supuesto a Dios lo que es de Dios.

Cuando el Hombre mira a la Naturaleza, su mirada, su mirada científica, es estrictamente mecánica, ve una dinámica conjugada entre lo que piensa de ella, lo que percibe a través de sus sentidos biológicos y a la energía que percibe bajo el concepto de campo a través de sus sentidos tecnológicos y en el que se pierde el sentido clásico de realidad.

Cuando el Hombre vuelve la mirada a sí mismo, a su ser personal también transciende el nivel de materialidad del que está biológicamente constituido y si nos quedamos en este punto cometeremos el mayor error que podamos imaginar intentando asimilarlo a una meta-materia en forma de campo energético.

Todo conocimiento tiene siempre en origen una pregunta y cuando el Hombre pregunta, lo hace a quien pueda responderle, en caso contrario sería un absurdo preguntar. El Hombre no le pregunta a la Naturaleza como vulgarmente se suele pensar. El Hombre se pregunta a sí mismo sobre la Naturaleza y en ese preguntarse da comienzo a ese dinamismo en el que conjuga lo que él piensa de ella no solo con su razonar sino con todos sus sentidos, con todo su ser y con una praxis sobre la propia realidad, es decir el hombre interfiere en las entrañas de esa realidad a la que llama Naturaleza. ¡Sí!, le mete mano, la estruja y le hace mil perrerías, una de ella es someterla a velocidades astronómicas para que sus partículas choquen entre sí y poder ver qué pasa; pensamiento y acción, palabra y técnica, esta es la dinámica en la que la ciencia empieza a tener presencia y a desarrollarse. Si la Naturaleza tuviese palabra trataría al Hombre de tú a tú y dudo mucho que se dejase manipular en tal medida.

Cuando el hombre se pregunta por sí mismo entonces se ve obligado a responderse, pero ya no precisa aplicar el mismo método que con la naturaleza, – aunque en ocasiones si lo haga, tremendo, ¿verdad? – y porque ya hay una palabra que le responde, la suya propia, pero pronto se da cuenta que el método inductivo, analítico, cualitativo y cuantitativo propio de la ciencia se le queda corto, aparecen una serie de variables incuantificables e indomables, que le impide formular leyes. Es conocida la frase de, “hecha la ley, hecha la trampa”, pues a todos nos viene estrecho el traje de la ley, nos agobia, nos ajustamos a ella “por imperativo legal” no por voluntad propia. La ley es lo propio de la Naturaleza, pues ella y su ley son la misma cosa.

El hombre que camina por el sendero de la ley acabará siendo asfixiado por el propio legalismo del “imperativo legal”. El Imperativo de la fuerza, aunque todavía tiene su espacio de hegemonía, poco a poco será sustituido por el imperativo de la ley, que según dicen algunos nació de la democracia. Esta es la dinámica evolutiva social que podemos apreciar hoy día y a la que se le ha puesto el nombre de N.O.M y que viene a ser algo así como el juego de la Oca.

Sin salirnos del discurso científico, es decir sin entrar en el ámbito filosófico ni teológico, la razón nos evidencia que “Naturaleza y Persona son dos dimensiones de la Realidad en una relación de orden, no de identidad”, en el que el orden superior es el que da fe, justifica y da sentido al inferior. Lo siento por los que quieran identificarse con las fuerzas cósmicas del universo, de la naturaleza, tanto mineral como animal o como energía pura y dura, conozco a no pocos que así piensan y también lo siento por los que se apoyan en argumentaciones cientificistas para justificar realidades de dimensionalidades distintas y distantes, es como mezclar peras con chuletones, esto ya lo aprendimos en el colegio de pequeñitos.

Reitero: Hacer un discurso cientificista para extrapolarlo más allá de la realidad objeto de la ciencia, además de ser un esfuerzo vacío, es una insensatez, pues lo único que conseguiremos es absolutizar el paradigma científico convirtiéndolo en cientifismo, devaluándolo y devaluando aquello que está fuera de su alcance.

La ciencia, presenta a la Realidad dentro de un proceso evolutivo en el que prima el principio de causalidad, pero solo una hipótesis creacionista en la que prima el principio de finalidad da sentido a la Realidad y cualquier otra cae en el absurdo, tal y como decía J.P. Sartre, y que para evitar caer en dicho absurdo añadía: “No hay más universo que el universo humano, el universo de la subjetividad humana”. El existencialismo Sartreano se da sentido a sí mismo, ese es su límite, límite que tiene un nombre bien concreto, es un sentido de muerte y no de resurrección, no se libera del absurdo. Sartre, no tuvo en cuenta la afirmación científica ya mencionada de que la verdad de toda realidad no reside en ella y así mismo podemos afirmar que la realidad Persona tampoco.

Sartre no llegó a asumir el principio de finalidad que es un principio respetuoso con cada realidad creada, es el proceso inverso al de la ciencia evolutiva, salvo que ésta acabe ajustándose en su caminar a dicho principio, por eso se nos hace la vida (en sentido histórico) tan larga, el tiempo siempre acaba siendo aquello que nos ofrece la oportunidad de encontrar el verdadero sentido de la vida, pero no solo de mi vida sino de toda vida y de todo tiempo, del primero al último, sin exclusión alguna, en caso contrario toda vida sería un fiasco, una distopía, en definitiva, el absurdo absoluto, y es por eso que el tiempo de la Historia del Hombre parece obstinarse en darnos la oportunidad de volver la mirada al verdadero sentido de la vida y por consiguiente del propio tiempo, parece ser que se resiste a abandonarnos. “El tiempo es un grito humano al sentido” y por ello le cuesta abdicar de su finalidad, pues ese y no otro es su sentido.

Guitton, alumno de Bergson y ultimo legatario de su pensamiento y uno de los más eminentes filósofos del siglo XX; en relación a estos temas decía que: “Todos tenemos el Infinito en el hueco de nuestra mano”, pero lo decía apuntando a ese Nivel de Realidad superior a la realidad humana, el cual da sentido todos los otros infinitos que busca el ser humano y a los que la propia ciencia acaba siempre evidenciándole.

¡Sí!, somos polvo cósmico en nuestra constitución material, pues estamos formados del mismo contenido que las estrellas, pero como Persona añade otro gran filósofo personalista actual, C. Diaz: “Sí, somos polvo, pero polvo enamorado”.

Concluyo apoyándome en lo mencionado más arriba sobre la imposibilidad de encontrar el principio de Realidad, tanto en las ciencias experimentales como en las del pensamiento científico puro y racional: La Persona al hacerse la pregunta de “Qué o quién soy Yo”, no puede encontrar dentro de sí la respuesta, ha de salir fuera de sí, ha de volver su mirada a Aquel que le ha dotado de palabra con la que pueda preguntarle y al hacerlo se encuentra que le responde: “Quien dices tú que soy YO”.  ¿Se acuerda del ejemplo que puse sobre el poder de la ley?

Volvemos a tener el infinito en el hueco de nuestras manos.

 

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23 comentarios

  • M. Luisa

    Gracias Mariano por tu comentario e  invitación  a tu próximo artículo“El tiempo sin arrugas”, el cual dices que junto a éste lo que  intentas es cerrar un espacio de sentido de la realidad centrado en la persona. A mi modo de ver, aunque esperaré su publicación, en coherencia con lo ya expresado,  creo que la reflexión ha de ser a la inversa. No se trata de que la persona haya de ir  en  búsqueda de sentido, sino al contrario,  es su realidad personal la que le aporta el sentido-  

    -Estos diferentes   puntos de vista  me los trajo a la memoria Leandro, cuando antes de leer tu comentario leí el suyo donde nos recordaba  la deficitaria  antropología de M. Scheler  en el pasado siglo. Sus  directrices estaban encaminadas, precisamente, por la búsqueda de sentido, en cambio, estas ahora   quedan superadas por la actual antropobiología la cual  elabora una biología auténticamente humana y una antropología rigurosamente biológica.  La humana debe verse como una realidad profundamente unitaria y esa unidad ha de venir dada por la propia estructura biológica. 

  • LEANDRO SEQUEIROS

    Gracias, Mariano. En cuestiones de Antropología filosófica (he sido profesor 15 años) me reconozco seguidor de Carlos Beorlegui, que fue profesor de Deusto. Tiene muchos libros muy interesantes. Aunque el “padre” de la Antropología Filosófica es Max Scheler, hay otros filósofos posteriores que para mi avanzan en la reflexión filosófica sobre la condición humana: Arnold Gehlen, Helmut Plessner… Personalmente me identifico más con Plessner. Pero todos ellos intentan superar el fisicalismo reduccionista de los antropólogos del XIX

    • oscar varela

      USO – Gracias!

       
      En el 27/09/2024, 16:55 pm terminábamos con la pregunta:
      – ¿qué es lo primero que es una cosa cuan­do pensamos en ella?-
      ………………………………
       
      POR EJEMPLO:
       
      Nos ponemos a pensar sobre esta luz que me ilumina.
      Ese pen­samiento sobre la luz se llama óptica.
      Conseguimos saber bastante lo que “es” la luz.
       
      Al final de la óptica no tenemos esta luz,
      sino una cosa muy distinta de ella que es el «ser de la luz».
       
      EL SABER …
       
      Cuando tenemos esto, decimos que sabemos.
      “Saber” es posesión del “ser” de una cosa,
      no posesión de la cosa, sino de su ser.
       
      Como esta posesión se verifica en un pensamiento que piensa ese ser,
      decimos que ese pensamiento nuestro es verdad.
       
      Esto nos permite responder a lo que nos preguntábamos:
      ¿qué es lo primero que es una cosa cuando nos ponemos a pensar en ella?
      por tanto, no lo que es antes de pen­sarla sino en el comienzo de pensarla.
       
      … y EL NO SABER (IGNORANCIA)
       
      Si el término de mi pensar sobre ella es saber lo que es,
      el comienzo de mi pensar sobre ella será no saber lo que es.
      El pensar, que culmina en “saber”, comienza por ser “ignorar”.
      El pensamiento es, pues —tanto más y antes que saber—, pura ignorancia.
       
      El que no piensa no es ignorante.
      [La piedra no ignora lo que es la dinamita que la hace reventar].
      Porque igno­rar es pensar positivamente en algo,
      es pensar que no se posee el ser de una cosa,
      es pensar que no se sabe lo que es,
      en suma, es saber que no se sabe.
       
      La igno­rancia sabe que la cosa tiene un ser,
      pero no sabe cuál es ese ser,
      no sabe lo que es.
       
      IGNORANCIA y PREGUNTA
       
      Pero «que es» tiene ori­ginaria y propiamente un sentido interrogativo:
      ¿qué es esta luz?
       
      He aquí nuestro primer pensamiento sobre la luz,
      nuestra inicial ignorancia: es una pregunta.
       
       Y para ese primer pensamiento esta cosa es…
      una cosa cuestionable, preguntable: un problema.
       
      Lo primero que una cosa es cuando pensamos en ella es… cuestión.
       
      (¿seguirá?)

      • oscar varela

        En el 28/09/2024, 13:36 pm decíamos que:
        lo primero que las cosas son, cuando pen­samos en ellas es … cuestiones.
        …………………
         
        EN EL PRINCIPIO ES LA CUESTIÓN
         
        Antes de que yo sepa lo más mínimo sobre esta luz,
        antes de que yo pueda decir que esta luz es esto o lo otro o lo de más allá,
        he tenido que hacerme cuestión de ella, que preguntarme: ¿qué es?
        Todo lo otro que vaya a ser viene con posterioridad a su ser preguntada,
        a su ser cuestión.
         
        PIENSO PORQUE EXISTO CUESTIONADO
         
        Porque algo me es cuestión mi pensamiento comienza su actividad a fin de resolver la cuestión.
        Si no, mi pen­samiento no funcionaría, no tendría para qué ponerse en marcha
        y aunque yo lo posea como mecanismo a mi disposición, como «facultad», no usaría de él.
         
        Bien, pero ESA PREGUNTA: ¿Qué es esta luz?, ¿A QUIÉN SE HACE?
        Preguntar es un hacer mío. Soy yo pregunto.
        Bien: pero toda pregunta sobre algo se hace a alguien
        ¿A quién hago yo la pregunta?
        ¿A mí mismo o a otro, por ejem­plo, a un físico?
         
        Aclaremos el primer caso:
        yo me hago la pregunta a mí mismo: yo me pregunto.
        ¿No es esto extraño?
         
        LOS DOS ‘YO’
         
        Por lo visto, se trata de que una parte de mí mismo pregunta a otra parte de mí mismo;
        (como si dijéramos —y esto sí es metáfora— que un lóbulo de mi cerebro pregunta a otro lóbulo de mí mismo cerebro: Oye, amigo, ¿qué opinas tú de esto?)
         
        Algo hay de tal, en efecto:
        yo dirijo mi pregunta a lo único en mí que puede responder, que tiene voz, que habla:
        A MI INTELECTO (Toda cuestión como tal es cuestión intelectual).
         
        Pero esto supone que
        EL YO INTE­RROGANTE (el yo que pregunta a su intelecto) NO ES EL INTE­LECTUAL.
        Y si ese yo no intelectual propone la cuestión al intelecto
        quiere decirse que ya para él son las cosas cuestiones,
        pero EN UN SENTIDO PRE-INTELECTUAL.
         
        (¿seguirá?)

        • oscar varela

          En el 28/09/2024, 16:08 pm decíamos que:
           
          ser cuestión algo significa que buscamos saber qué es ese algo o cosa,
           
          para lo cual tenemos que estar ya (antes) en relación con la cosa,
          tenerla a ella, vivenciarla.
          [Yo ahora tengo esta luz y por eso puedo preguntarme cuál es su ‘ser’ o ‘qué es’].
          [ De una cosa que yo no tuviese no se me ocurriría preguntarme por su ‘ser’].
           
          Las cosas que yo tengo ahí, que me rodean, al ser distintas de su ‘ser’,
          van a tener un ‘ser’ solo cuando las busque.
          ¿Y mientras tanto, cuando no las busco: ‘qué son’?
          ¡Sí! No podemos evitarlo, hay que decirlo:
          NO SON”, “SON NADA
           
          PARADOJA: “SER O NO SER”
           
          ¿De modo que esta luz que me está alum­brando
          cuando no pienso en ella, ES… NADA? Pero,
          ¿no decimos que ella está ahí, que nos alum­bra, etc?
          ¿Cómo podemos añadir que es nada?
          El asunto resulta difícil de entender.
           
          Hay que quitarle a “esta luz” todo lo que ‘pensamos sobre’ ella,
          y quedarnos solo con lo que esta luz es sin todo eso encima.
          ¿Qué es entonces?
          Pues es:
          – lo que ahora me alumbra,
          – lo que yo puedo encender y apagar,
          – lo que cuesta un cierto dinero a fin de mes,
          – etc.
           
          ¡Ah!; pero nada de eso es EL SER de esta luz.
          Cuando pienso en ella y llego a las teorías ópticas,
          hallo que el ser de esta luz consiste en ser vibración etérea.
          ¿Qué tiene que ver esto —ser vibración eté­rea—
          – con alumbrarme ahora a mí,
          – con que yo la pueda encender y apagar,
          – con que me cueste dinero todos los finales de mes?
           
          EL INSOSLAYABLE RODEADO YO
           
          Todo esto habla casi más de mí que de la luz;
          dice LO QUE A MÍ ME PASA O ACONTECE AHORA con la luz
          (ser alumbrado por ella)
          y LO QUE A ELLA LE PASA CONMIGO
          (alumbrarme a mí).
           
          Pero no dice lo más mínimo sobre lo que ES’ la luz.
          Mi hacer con ella es reci­birla para que yo pueda leer
          encenderla con este propósito,
          apagarla para que no me cueste mucho a fines de mes, etc.
           
          Contestando a nuestra pregunta:

           
          ¿QUÉ ES ESTA LUZ CUANDO YO NO PIENSO EN ELLA?
          Pues es
          – lo que me alum­bra y me permite leer,
          – lo que enciendo y apago cuando la necesito o no,
          – lo que me cuesta tanto y cuánto.
           
          Pero, y ¿qué más es?
          Pues… nada más; es decir, pues nada… además.
          Por tanto; es todo aquello y, además, nada.
           
          O dicho en otra forma: ser todo aquello es ser nada.
           
          ¿POR QUÉ SEGUIR AT(RAS)ADO?
           
          No se pretende que, por el pronto, se entiendan bien esto que se acaba de decir.
          Sin embargo, la nueva idea, aun en su primera aparición, produce como una vislumbre de que por allí hay una cierta verdad in­sospechada.
           
          Importa tener plena claridad de que, si nuestra vida consiste en lo que hace­mos,
          podemos dividirla en dos porciones:
          – de un lado, todo lo que hacemos con las cosas que no sea pensar en ellas, y
          – de otro, aislado, ese peculiarísimo ha­cer que es el pensar para conocer.
           
          Esta división sec­ciona nuestra vida en dos regiones muy desiguales
          – de un lado está solo el hacer que es el pensar, y
          – del otro, todos los demás innumerables haceres que componen nuestra existencia.
           
          Ahora necesitamos habituarnos y ejercitarnos a pensar
          cómo son las cosas cuando y mien­tras no pensamos en ellas.
          ……………………….
          (¿seguirá?)

          • oscar varela

            En el 28/09/2024, 21:54 pm decíamos que:
            Ahora necesitamos habituarnos y ejercitarnos a pensar
            cómo son las cosas cuando y mien­tras no pensamos en ellas.
            …………………..
             
            Si en vez de “esta luz” hubiéramos elegido “la tierra” nos hubiéramos preguntado:
            ¿Qué ES esta tierra que veo con mis ojos, que piso con mis pies, sobre la cual camino despacio unas veces, de prisa otras?
             
            CUANDO ALGO FALLA (me fallutea) …
             
            Pero, de pronto, la luz se apaga y yo que me estaba ocupando de la Tierra y no de la luz suspendo enton­ces aquella ocupación y me pongo a ocuparme de esta luz.
             
            Mi vida, que era ahora leer, queda perturbada, anulada por la falta de luz,
            y se convierte en otro ahora, en otra situación, en otra vida constituida por no poder leer.
             
            Este no poder ser el que necesito ser, esto es, un lector, me hace “caer en la cuenta” de que
            – no coincido con la circunstancia, que ésta es distinta de mí,
            – que no puedo «contar con» ella,
            – que me es ajena,
            – en suma, que me extraña.
             
            … ES ENTONCES CUANDO “ME DOY CUENTA”
             
            Al fallar en algo nuestro contorno, es cuando, lo sentimos como extraño, por tanto, como otra cosa que nosotros y entonces, precisamente entonces, cuando nos falla, cuando nos extraña es cuando reparamos, en él.
             
            LA INCOMODIDAD NOS CUESTIONA
             
            Al apagarse esta luz es cuando volvemos a ella nues­tra atención y nos preguntamos:
            ¿Qué le pasa a esta luz?, pregunta que lleva en sí la otra: ¿Qué es esta luz?
             
            La luz cuando no luce y necesito que luzca,
            cuando no hace conmigo lo que venía haciendo
            y con lo cual me sentía cómodo,
            hace algo nuevo conmigo:
            me incomoda y al incomodarme se me haceCUESTIÓN.
             
            LA INCOMODIDAD ES EL ORIGEN DEL “SER”
             
            Si todo lo que me rodea, empezando por mi cuerpo, me fuese cómodo yo no repararía en nada, no sentiría la circunstancia como tal circunstancia, como algo ex­traño a mí, sino que creería que el mundo era yo mis­mo.
             
            Si al acercar la mano a la mesa esta cediese y no opusiese resistencia, tendría derecho a sentir y a pensar que mi mano y la mesa pertenecían a mi yo, que eran yo.
            Pero como yo nece­sito ahora apoyar en ella mis brazos, al ceder ella me incomodaría
            y la sentiría como extraña.
             
            Cada cosa en mi vida es originariamente un sistema de comodidades e incomodidades.
             
            Cuando una cosa me es incómoda se me hace cuestión:
            porque la necesito y no «cuento con» ella, porque me falta.
            Las cosas, cuando faltan, empiezan a tener un “ser”.
             
            Por lo visto, EL SER ES LO QUE FALTA EN NUESTRA VIDA,
            el enorme hueco o vacío de nuestra vida que
            EL PENSAMIENTO, en su esfuerzo incesante, se afana en llenar.

             

            ……………………

             

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            (fin del ‘destilado’ a Lección V de “UNAS LECCIONES DE METAFÍSCA” -1932/33- Madrid)

    • mariano alvarez valenzuela

      Querido Leandro, soy yo quien te da las gracias, pues con tus pocas palabras, me das acceso a un manantial de sabias palabras. El buen docente suele siempre anteponer a las suyas las de sus maestros, y en este sentido yo me considero además de alumno tuyo, alumno de muchos maestros compartidos. El saber sin sabor es un saber soso  (isótropo). El saber se aproxima al sabor como en las comidas familiares, compartiendo el pan del saber y del querer. Luego nos queda el sabor de la buena digestión.

      Gracias nuevamente por leerme, pues al hacerlo rompemos la dimensión metafísica del espacio-tiempo.

      Nota: Sé que muchos no entenderán lo que quiero decir, aspecto que me interpela a mí mismo, siendo esta interpelación mi metafísica intrínseca, que me enfrenta conmigo mismo.

  • M. Luisa

    Existe una diferencia abismal entre responsabilizarse  con la ciencia  y  absolutizar su paradigma,  por lo que   sería  del todo deseable que tal diferenciación se tuviera en cuenta para evitar erróneas interpretaciones-   -Leí hace muchos años el libro “El hombre y Dios”  de Zubiri  de entre tantos que en aquel entonces leyera de su extensa Obra,  toda ella de mano de la Ciencia. Digo esto porque en el libro citado hay un capítulo  titulado “La persona fundada en la realidad” lo cual  no hace desorbitar  mi planteamiento de ayer-  –

    No obstante, según leo hoy en el escrito suplementario, pienso que no se trata de dos órdenes en relación dimensional, sino de una sola estructura.  De ahí que haya de tenerse en cuenta que el concepto tradicional de  causalidad  en la ciencia haya sido sustituido por el de  funcionalidad  interna…en fin es todo lo que quería decir.  Un cordial saludo!

    • mariano alvarez valenzuela

      Querida M. Luisa, como siempre tus respuestas activan mis neuronas, especialmente porque creo que vibran aparentemente en oposición de fase, y precisamente esta oposición, que para utilizar el símil de las arrugas que citaba en mi anterior artículo sobre el tiempo, representa a esas arrugas que posibilitan la anisotropía de toda realidad, es decir enriquecen a la realidad dejando ésta de ser isótropa e insípida.
      Por otra parte, quiero aclarar que todo texto, como es el caso de este articulo y de cualquier otro, sea de quien sea, siempre está envuelto por tres papeles de celofán y el celofán es un polímero, y como bien sabes, todo polímero se compone de una cadena de monómeros. Bien, dicho esto, dejamos en evidencia aquella frase de Ortega que decía: “yo soy yo y mi circunstancia”, al ampliar dicha circunstancia en una triple dimensión espacio, temporal y de sentido que va más allá de todo contexto, pues también está influida y determinada por un pretexto y por un supertexto.
      Sobre este tema al que considero muy importante en todo análisis de la realidad, y de toda crítica científica y no científica, es decir en nuestras propias relaciones domésticas y cotidianas, acabo de escribir una reflexión complementaria a la anterior del “Tiempo también tiene arrugas” pero esta vez bajo el título, “El tiempo sin arrugas”,  y que junto al actual intentan cerrar un espacio de sentido de la realidad centrado en la persona.
      El pretexto que modula el texto de este artículo es el de desvincular la razón que busca el sentido de la vida de toda persona del contexto pragmático relativista actualmente predominante y fundamentado el el llamado saber científico, para ubicarlo en un supertexto no identificado por ninguna metafísica.
      En esta dinámica que yo denomino como logo-antropológica, dinámica centrada en la palabra y envuelta en papeles de celofán, es en la que intento dar testimonio de lo que yo creo, más allá de lo que yo sé, pues entre ambos conceptos, el del creer y el del saber, hay un gran e insondable trecho.
      Si es publicado el citado artículo del “Tiempo sin arrugas”, tiempo tendremos de volver al tema, recuerda, esto es como el juego de la Oca.

  • carmen

    Es que, efectivamente, soy madrugadora. A veces, demasiado.

  • LEANDRO SEQUEIROS

    Sin querer abusar, tal vez podáis encontrar información en https://www.bubok.es/libros/172874/quienes-somos-nosotros-antropologia-filosofica 

    • mariano alvarez valenzuela

      Querido Leandro, nada de lo tuyo suena a “abusar”, por lo menos para mí siempre es bien recibido, pues veo que tenemos amigos en común como son el caso de Teilhard: Mi primer gran maestro que despertó en mí la necesidad de buscar en la ciencia, en la razón, el espíritu oculto de toda verdad creadora de toda realidad, al tomarle la palabra que el solía pedir en oración diciendo algo así como: “Señor concédeme el don de ser tu apóstol de la ciencia…”,  y  donde a mí me hubiera gustado verme como discípulo suyo, y también como es el caso de Carlos Beorlegui, al que ahora citas, con quien comparto un proyecto nada filosófico ni científico y sí en línea de lo que tú expones en lo que nos adjuntas, y posiblemente de un tercero cuyo nombre no te resultará nada extraño, Patxi Loidi, y algunos otros como J. M. Mardones y Pedro Olalde.., así que al menos ya serán más de tres los compartidos. Dicho esto, también me gustaría que en vez de mandarnos reseñas nos las mandases después de haber sido digeridas por tí y fuera de todo formalismo epistemológico y desde muy dentro de tu entrañable testimonio personal, único, concreto y  singular, e irrepetible, como suelo decir en mis reflexiones sobre la persona. Ya se que mis reflexiones intentan no ser nada académicas y tampoco nada convencionales. Difícil equilibrio el que persigo y que las hace poco aptas para unos y otros, incluso yo mismo me las cuestiono al lanzarlas al aire de la crítica, pues en ellas encuentro muchas respuestas….

      Aunque solo sea por el hecho de leerme te estoy agradecido.

  • Antonio Duato

    YA APARECE EN EL ARTÍCULO DE MARIANO LA FAMOSA ULTIMA PÁGINA QUE FUE SUPRIMIDA EN LA EDICIÓN DE MEDIANOCHE!

    Como me lo había dvertido, la incluí en el texto de madrugada. Pero debió faltar un último aprEtar el botón de actualizar y quedó como borrador hasta ahora. Perdonad este tipo de descuidos y fallos. ¡Y siga el debate sereno!!!

    • oscar varela

      UNAS LECCIONES DE METAFÍSICA
       
      LECCIÓN V
       

      La circunstancia y lo que sabemos «sobre» ella. —La vida desnuda y el despensar los pensamientos. —Yo y la circunstancia formamos parte de mi vida. —Los di­versos «haceres» con la circunstancia. El pensar es un «hacer» no primario. —Previa presencialidad del «con­tar con». —Los dos modos del ser de las cosas: pen­sarlas y vivirlas. —El primado de la interrogación y su alcance preintelectual. —Las cosas son primariamente comodidades e incomodidades. —El hueco del ser.

      • oscar varela

        «PENSAR EN ALGO» no puede ser nunca nuestro hacer primario con ese algo.
         
        Para poder yo ejercitar este peculiar hacer de “pensar ese algo” es preciso, evidentemente,
        que ese algo haya estado en una relación previa conmigo,
        que “cuente con él”, que “me dé cuenta de él”.
         
        Yo no “me doy cuenta” del sillón en que estoy sentado,
        hasta que se mueve; entonces “caigo en la cuenta de él”,
        contaba con él”, pero no pensaba en él, no lo pensaba siquiera.
         

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        Resumiendo: pensar en algo es un hacer nuestro que supone siempre otros haceres nuestros con ese algo, los cuales no son pensamiento y solo implican el simple «contar con», esa extraña presencia que ante mí tiene todo lo que forma parte de «mi vida»

         
        Pero esta presen­cia ante mí de todo aquello con que al vivir cuento,
        – no es un estar ante mí en la forma especialísima en que
        – un objeto de conciencia está ante el sujeto consciente,
        – en que lo pensado está ante el que piensa.
         
        [La raíz y simiente de toda la Edad Mo­derna ha sido la creencia opuesta a lo que acabo de de­cir. La Edad Moderna se formó en torno a la afirma­ción fundamental de que nuestra relación primigenia con las cosas es el pensarlas y que, por tanto, las cosas son primordialmente lo que son cuando las pensamos. Eso es lo que se ha llamado «idealismo» y toda la Época Moderna —en su filosofía y en todo lo demás— ha sido esencialmente idealismo.]
         
        Esto insinúa la importancia que puede te­ner esta sencilla averiguación que acabamos de hacer,
        según la cual:
         
        LO QUE LAS COSAS SON PRIMARIAMENTE ES LO QUE SON:
        – cuando no pensamos en ellas,
        – antes de que pensemos en ellas,
        – cuando contamos con ellas,
        – esto es, simplemente las vivimos.
        …………………
         
        Ahora bien,
        – ¿qué es lo primero que es una cosa cuan­do pensamos en ella,
        – en el momento inicial de todo pen­sar en algo?
         
        (¿seguirá?)

      • mariano alvarez valenzuela

        Querido Oscar:

        UNA LECCIÓN DE METAFÍSICA

        LECCIÓN I

        Ni, el pienso luego existo. Ni el yo y mi circunstancia. Ni el primado de la interrogación y su alcance pre-intelectual. Ni el hueco del ser…. SOLO LA PALABRA. Principio de toda metafísica

  • M. Luisa

     A la ciencia hay que darle el valor que tiene ni más ni menos. Su estudio que es la realidad lo  prueba el hecho de que con el tiempo lo estudiado en ella va siendo rectificado y modificado. No hay necesidad de invertir los términos hablando de cientificismo, pues es la realidad misma la que  le va parando los pies a su posible desmadre.  El grave error  está en  asignarle  a la ciencia categorías que no son propias de su estudio y que, por lo tanto, no puede dar razón de ellas.  ¿Cómo se pretende hacer ver que no se sale del discurso científico si a él se le hace entrar la categoría teológica de “persona”? Justo ahí recae la  provocación cientificista. Naturalmente que la ciencia puede llegar a ella, pero mediando el estudio que la constituye como realidad humana.  Preguntas todas, sí, por supuesto, pero no que  te las den ya hechas.

  • carmen

    Pues me pierdo en muchas cosas. Mi cabeza es como es. Tiende a la sencillez. Y lo que no entiendo, no entiendo.Una amiga tiene un nieto que este verano leyó la tesis doctoral en la Sorbona. Cuatro años en París . Cuando me enteré que la iba a leer, uf. Pobrecico, empecé a preguntar y a preguntar. No entiendo como una particular con masa, se puede comportar como una onda. Una cosa es que la luz sea una especie de simbiosis entre particula con masa y onda, y otra diferente que una particular con masa se comporte como una onda. Valió el Premio nobel de principios de siglo. Es más. La luz se curva debido a …a qué? Pregunto.Mira, ni siquiera nosotros lo entendemos del todo. En ello se está. Fue su respuesta. Atención. Lo entendemos del todo. Respuesta del mes de junio o por ahí. Pues imagínense mi cabeza.La física cuántica va de probabilidades. Y soy una clásica. O si o no.Creo que todo está revolución cuántica va más por los logros tecnológicos que son incontables, que por el acierto pleno teórico. Una cosa es la tecnología que es alucinante y otra que el modelo teórico esté en lo cierto. Esa, para mí, es la maravilla de un modelo científico.

    Siempre sujeto a revisión. Me encanta.El modelo de la física cuántica no es inamovible. Porque nada lo es. Gracias a Dios

    .Y luego está el tema de Dios, que también me gusta un montonazo. Ahora parece que se quieren dar la mano , por aquello de que todo en el fondo son ondas y vibraciones y , en el fondo, energía. No sé si hay por ahí alguien que haya definido a Dios como energía en estado puro. Pero está al caer.

    No sé. Vivo en un mundo material. Que se niegue la mayor acerca de la existencia real de la materia, me rechina un montón. Porque desde luego, existo. Y lo digo porque algún pensador, filósofo entre otras cosas, creo que Descartes, dijo: pienso, luego existo. Pues eso pasa. Y tengo que pensar que no existe la materia? Pues con todos mis respetos, existe. Por la sencilla razón de que existo.

    En fin. Un tema interesante.Buen día. 

  • oscar varela

    Leo:”Todo conocimiento tiene siempre en origen una pregunta y cuando el Hombre pregunta, lo hace a quien pueda responderle, en caso contrario sería un absurdo preguntar. El Hombre no le pregunta a la Naturaleza como vulgarmente se suele pensar. El Hombre se pregunta a sí mismo sobre la Naturaleza y en ese preguntarse da comienzo a ese dinamismo en el que conjuga lo que él piensa de ella no solo con su razonar sino con todos sus sentidos, con todo su ser y con una praxis sobre la propia realidad, es decir el hombre interfiere en las entrañas de esa realidad a la que llama Naturaleza.
    “………………… 
    La pregunta que no se ha preguntadoes la que acá tampoco se preguntaquedando todo el Artículo en mera “ingenuidad”.Es esta:¿Por qué el humano pregunta?Hasta ahora se ha respondido así:“el humano se pregunta porque tieneuna “facultad” que llama “inteligencia”. Pero:- ¿de dónde salió esa “facultad”?- es “regalada” o “fabricada”?- ¿no será una “creencia” que no nos deja ver?:”¿Por qué el humano pregunta?

    • mariano alvarez valenzuela

      Querido Oscar, muy interesante tu pregunta, pero supongo que por algún motivo técnico el artículo editado carece de la última página conclusiva de todo lo expuesto previamente, en donde sí creo responder a tu pregunta concreta, por lo que aplazo la misma ya de una forma más explícita a que esta página se añadida al texto original. Ya se lo he comunicado a Antonio Duato y supongo que no tardará en resolverlo.  Agradezco también a Carmen su pronta lectura y su comentario. No esperaba lectores tan madrugadores.

      • oscar varela

        Gracias Mariano!

        1) ¿Madrugar?
        Un poco de atención al horario te alertaría de que estoy en otro hemisferio.

        2) ¿Que tu agregado responde?

        ¿Qué? ¿Dónde?

        Ni siquiera rozaste la pregunta.

        No se sale de la “arruga” del ‘racionalismo’.

        • mariano alvarez valenzuela

          Tú y yo. Tú austral, y yo boreal. Cuando uno termina el otro empieza. El juego de la oca. Quién da más.

          Seguro que te acuerdas de Jorge Luis Borges, paisano tuyo, cuando dijo aquello de que: “Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos”.

          Encuentro lógico que no encuentres la respuesta a tu pregunta de ¿Por qué el humano pregunta?. 

          Recuerda; tú austral y yo boreal. ¿ Lo coges?. Estoy seguro que sí, pues ingenio no te falta. ¿A quién le hace la pregunta el ser humano?, ser singular, concreto, único e irrepetible y a su vez que sea la causa que ocasiona el tener que preguntar, si previamente no ha sido llamado, si previamente no ha sido interpelado. A quién preguntar, pues toda pregunta tiene un precedente en forma de interpelación que demanda respuesta. En el ser humano, lo primordial es la palabra para responder de sí.

          En este caso creo que eres tú quien no sale de la “arruga” del racionalismo. No te preocupes ocasión tendremos para entendernos. Pero tu exposición me recuerda dos reflexiones también un poco atípicas, como le he comentado a L. Sequeiros hace un momento respecto a lo que suelo escribir, bueno según interpretemos tú y yo lo que se entiende por arrugas.  Para mi es una lástima que de los dos artículos que he remitido a la redacción de Atrio, solo haya sido publicado el de las arrugas en el tiempo, pero no así el del tiempo sin arrugas, ambos desde dos puntos de vista distintos  pero con el mismo fondo, la persona, y que posiblemente complementaria éste de ahora.

          Un abrazo Oscar. Me hubiera gustado conocerte cuando he estado por esos “arrabales” de tu tierra. Tengo buenos amigos y buenos recuerdos, a ritmo de tango, que es mucho más cálido y apasionado que el filosófico.