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Recuperar la igualdad de género en el cristianismo

En el Día Internacional de la Mujer

“Desmasculinizar a la Iglesia”

En su audiencia a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, formada por 25 hombres y cinco mujeres, el Papa Francisco lamentó la escasa presencia femenina y les dijo que “uno de los grandes pecados que hemos cometido es masculinizar a la Iglesia” y que había que “desmasculinizarla, y hacerlo a partir de la teología”. Pero “esto no se resuelve por vía ministerial”, matizó, sino “por el camino místico”. No voy a entrar en lo que esta matización implica de importante limitación en la certera propuesta de desmasculinizar la Iglesia. Lo dejo para otra ocasión. 

        En este artículo intentaré fundamentar teológica y bíblicamente tan importante y necesaria tarea encomendada por Francisco a los miembros de la Comisión Teológica Internacional. Espero que esta fundamentación les sea de utilidad y facilite su trabajo al tiempo que contribuya a la creación de religiones y, especialmente, de comunidades cristianas que pongan en práctica la igualdad y la justicia de género.  

 

Las religiones siempre se han llevado mal con las mujeres

        En su obra La Ciudad de las Damas, de principios del siglo XV, la escritora francesa Christine de Pisan constataba la disparidad que existía entre la imagen negativa de los varones sobre las mujeres y el conocimiento que ella tenía de sí misma y de otras mujeres. Los varones afirmaban que el comportamiento femenino estaba colmado de todo vicio; juicio que en opinión de Christine demostraba bajeza de espíritu y falta de honradez. Ella, por el contrario, tras hablar con muchas mujeres de su tiempo que le relataron sus pensamientos más íntimos y estudiar la vida de prestigiosas mujeres del pasado, les reconoce el don de la palabra y una inteligencia especial para el estudio del derecho, la filosofía y el gobierno. 

        La situación de entonces se repite hoy en la mayoría de las religiones, que se configuran patriarcalmente y no se han llevado bien con las mujeres. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las coloca bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de las “virtudes femeninas”, que deben practicar patriarcalmente como la obediencia (=sumisión), el recato (=invisibilidad), el silencio (renuncia a la palabra, a la libertad de expresión)), la humildad (=humillación), el servicio (=servidumbre), la abnegación (=renuncia a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de otras personas), el sacrificio (=renuncia al propio proyecto de vida), el recato, la prudencia, etc. Y todas ellas se presentan con frecuencia como voluntad divina.  

        Se las niega el derecho a la libertad de decidir dando por supuesto que hacen mal uso de ella. Se las veta a la hora de asumir responsabilidades directivas por entender que no tienen capacidad para ello y son irresponsables por naturaleza. Son excluidas del espacio sagrado por impuras y por no ser capaces de representar a Dios. Se las silencia por creer que son lenguaraces y dicen inconveniencias. 

        Son objeto de todo tipo de violencia: antropológica, al considerarlas inferiores; moral, al negarles capacidad para guiarse por sí mismas; religiosa, al dificultarles el acceso directo a lo sagrado; simbólica, al tenerlas por menores de edad; cultural, al no reconocerles la misma capacidad que a los hombres; teológica, al negarles capacidad para pensar la experiencia religiosa e impedirles –o al menos, limitarles- el derecho a enseñar, etc., etc. 

 

El movimiento igualitario de Jesús de Nazaret 

        Sin embargo, las religiones difícilmente hubieran podido nacer y pervivir sin ellas. Por ejemplo, sin las mujeres es posible que no hubiera surgido el cristianismo y quizá no se hubiera expandido como lo hizo. Ellas acompañaron a su fundador, Jesús de Nazaret, desde el comienzo en Galilea hasta el final en el Gólgota. Recorrieron con él ciudades y aldeas anunciando el Evangelio (=Buena Noticia de Liberación), le ayudaron con sus bienes y formaron parte de su movimiento en igualdad de condiciones que los varones.   

        La teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza ha demostrado en su libro En memoria de ella (Desclée de Brouwer, Bilbao, 1989) que las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas liberadas de toda dependencia patriarcal, que se identificaban como mujeres en solidaridad con otras mujeres y se reunían para celebrar comidas en común, vivir experiencias de curaciones y reflexionar en grupo.  

        El movimiento de Jesús era un colectivo igualitario de seguidores y seguidoras, sin discriminaciones por razones de género. No identificaba a las mujeres con la maternidad, como demuestra el texto en el que una mujer encumbra a la madre de Jesús llamándola bendita por su maternidad y Jesús declara que benditas son, más bien, las personas que escuchan su palabra y la ponen en práctica. Se oponía a las leyes judías que las discriminaban, como el libelo de repudio y la lapidación, y cuestionaba el modelo de familia patriarcal. 

        En el movimiento de Jesús se compaginaban armónicamente la opción por los pobres y la emancipación de las estructuras patriarcales. Las mujeres eran amigas de Jesús, personas de confianza y discípulas que estuvieron con él hasta el trance más dramático de la crucifixión, cuando los seguidores varones lo abandonaron.

        En el movimiento de Jesús las mujeres recuperaron la dignidad, la ciudadanía, la autoridad moral y la libertad que les negaban tanto el Imperio Romano como la religión judía. Eran reconocidas como sujetos religiosos y morales sin necesidad de la mediación o dependencia patriarcal. Un ejemplo es María Magdalena, figura para el mito, la leyenda y la historia, pionera de la igualdad e icono en la lucha por la emancipación de las mujeres. 

        A María Magdalena apelan tanto los movimientos feministas laicos como las teologías desde la perspectiva de género, que la consideran un eslabón fundamental en la construcción de una sociedad igualitaria y respetuosa de la diferencia. María Magdalena responde, creo, al perfil que Virginia Woolf traza de Ethel Smyth: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”. 

        Las mujeres fueron las primeras personas que vivieron la experiencia de la resurrección, mientras que los discípulos varones se mostraron incrédulos al principio. Es esta experiencia la que dio origen a la Iglesia cristiana. Razón para afirmar que sin ellas no existiría el cristianismo. No pocas de las dirigentes de las comunidades fundadas por Pablo de Tarso eran mujeres, conforme al principio que él mismo estableció en la Carta a los Gálatas: “ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra” (Gál 3,28) y de acuerdo con el listado de mujeres con responsabilidades directivas en las comunidad de base de Roma, a quienes cita elogiosamente en el capítulo 16 de la carta a los Romanos.  

        Sin embargo, pronto cambiaron las cosas. Pedro, los apóstoles y sus sucesores -el papa y los obispos-, se apropiaron de las llaves del Reino y se hicieron con el bastón de mando, que nada tenía que ver con el cayado del pastor para apacentar las ovejas, mientras que a las mujeres les impusieron el velo, el silencio y la clausura monacal o doméstica. Eso sucedió cuando las iglesias dejaron de ser comunidades domésticas y se convirtieron en instituciones políticas. 

        ¿Cuándo se reparará tamaña injusticia de género para con las mujeres en el cristianismo? Habría que volver a los orígenes, más en sintonía con los movimientos de emancipación que con las Iglesias cristianas de hoy. Es necesario cuestionar la primacía –el primado– de Pedro, que implica la concentración del poder en una sola persona e impide el acceso de las mujeres a las responsabilidades directivas compartidas, y la participación del laicado en las funciones directivas de la Iglesia a nivel local y universal. 

 

Recuperar el cristianismo igualitario y la autoridad de María Magdalena

        Hay que recuperar el discipulado de María Magdalena, “Apóstola de los Apóstoles”, reconocimiento que se le daba en la Antigüedad cristiana y que recuperó la teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza en un artículo del mismo título, que fue pionero en las investigaciones feministas sobre el Testamento cristiano. Es necesario revivir y refundar el cristianismo de María Magdalena, inclusivo de hombres y de mujeres, en continuidad con los profetas y las profetisas de Israel y con el profeta Jesús de Nazaret, pero no con la sucesión apostólica, de marcado acento jerárquico-patriarcal y clerical, de la teología escolástica, que entendía la Iglesia como una monarquía.  

        Aquel cristianismo fue olvidado entre las ruinas valladas de la ciudad de Magdala, lugar de nacimiento de María Magdalena, que visité hace varios años, a siete kilómetros de Cafarnaún, donde tuvo su residencia Jesús de Nazaret durante el tiempo que duró su actividad pública. En las excavaciones que se llevan a cabo en Magdala se descubrió en 2009 una importante sinagoga. Ahí se encuentra la memoria subversiva del cristianismo originario liderado por Jesús y María Magdalena, que fue derrotado por el cristianismo oficial.  

        De aquel cristianismo sepultado bajo esas ruinas emerge un cristianismo liberador vigoroso, desafiante y empoderado a través de los movimientos igualitarios que surgen en los márgenes de las grandes iglesias cristianas, como surgió en los márgenes el primer movimiento de Jesús, de María Magdalena y de otras mujeres que le acompañaron durante el tiempo que duró su actividad pública.

        Es necesario recuperar la autoridad moral y espiritual de María de Magdala como amiga, discípula, sucesora de Jesús y pionera de la igualdad. Hay que reconstruir la línea de continuidad de los movimientos emancipatorios a lo largo de la historia y establecer nuevas alianzas inclusivas, creadas desde abajo y no desde el poder, en lucha contra el neoliberalismo sexual, contra la exclusión social, política y religiosa de las mujeres, que desemboca en violencia patriarcal, y contra la discriminación de las mujeres, que tiene carácter interseccional: por clase social, cultura, etnia, religión, género, identidad afectivo-sexual, etc.

*Juan José Tamayo es teólogo y autor de Teologías del Sur. El giro descolonizador, cuya segunda edición acaba de aparecer en la editorial Trotta (2024, 2ª ed.).

7 comentarios

  • Mónica

    Que se entiende por cristianismo?, la iglesia católica parece ser. Siempre mirándose el ombligo  …, esa apropiación  del término no es demasiado patente?, habría que titular, “Recuperar la igualdad de género en el catolicismo”. Después, a mi el evangelio me parece un texto interesante de lectura y lo considero una obra literaria que de puede leer, y lo de María Magdalena pues según se lee, y lo que afirmar muchos sesudos investigadores y exegetas pues no se ve por ningún lado. Y si las religiones, en general, son una forma más de discriminar y de justificar la superioridad del hombre frente a la mujer.

  • oscar varela

    Horizontes encendidos

    • oscar varela

      LA MUJER y DARWIN
       
      1- La ELECCIÓN amorosa se ha convertido en SELECCIÓN, y nuestra idea desemboca en el gran pensamiento de Darwin —la selección sexual—, potencia gigante que contribuye a la forja de nuevas formas biológicas.
       
      2- Este magnífico pensamiento no ha podido aplicarse fecundamente a la historia humana: queda recluido en el corral, en el redil y en la selva. Le faltaba una rueda para funcionar como idea histórica.
      – La historia humana es un drama interior: pasa dentro de las almas. Y al trasponer al íntimo escenario humano la selección sexual ésta se hace por elección, yendo regida por ideales profundos, fermentados en lo más subterráneo de la persona.
       
      3- A la idea de Darwin le faltaba esta rueda y le sobra otra: en la selección sexual eran elegidos, preferidos, los mejor adaptados. Esta idea de la adaptación es la rueda que sobra.
      – ¿Cuándo un organismo está especialmente bien adaptado?
      – ¿No lo están todos, salvo los enfermos?
      – ¿No puede decirse que no lo está plenamente ninguno?, etc., etc.
       
      4- Es falso definir la vida como adaptación. Pero sin un mínimum de ésta no es posible vivir; lo sorprendente de la vida es que crea formas audaces, atrevidísimas, primariamente inadaptadas, las cuales, no obstante, se las arreglan para acomodarse a un mínimum de condiciones y logran sobrevivir.
      – De suerte, que toda especie viviente puede y debe ser estudiada desde dos caras opuestas: a) como lujoso fenómeno de inadaptación y capricho y
      b) como ingenioso mecanismo de adaptación.
      – Diríase que la vida en cada especie se plantea un problema de aspecto insoluble para darse el gusto de resolverlo, generalmente con riqueza y elegancia.
       
      5- Ignoramos por completo cuáles sean los propósitos últimos que dirigen la selección sexual en la especie humana. Sólo podemos descubrir resultados parciales y hacernos algunas preguntas sabrosamente indiscretas. Por ejemplo, ésta:
      – ¿ha sido en alguna época normal que la mujer prefiera al tipo mejor de hombre existente en ella?
      – Apenas planteada la interrogación, entrevemos ya la grave dualidad:
      – el hombre mejor para el hombre y el hombre mejor para la mujer no coinciden.
      – Hay vehementes sospechas de que no han coincidido nunca.
       
      6- Digámoslo con toda crudeza: a la mujer no le han interesado nunca los genios, como no fuera per accidens; es decir, cuando a lo genial de un hombre van adyacentes condiciones poco compatibles con la genialidad.
      – Lo cierto es que las calidades que suelen estimarse más en el varón para los efectos del progreso y grandeza humanos no interesan nada eróticamente a la mujer.
      ¿Quiere decirme qué la importa a una mujer que un hombre sea un gran matemático, un gran físico, un gran político? Y así sucesivamente;
      – Y si buscamos cuáles son, en cambio, las calidades que la enamoran, hallamos que son las menos fértiles para la perfección general de la especie, las que menos interesan a los hombres.
       
      7- Desde el punto de vista de la selección humana, este hecho significa que la mujer no colabora con su preferencia sentimental en el perfeccionamiento de la especie; al menos, en el sentido que los hombres atribuimos a éste.
      – Tiende más bien a eliminar los individuos mejores, masculinamente hablando, a los que innovan y emprenden altas empresas, y manifiesta un decidido entusiasmo por la medianía.
       
      8- Éste es el hecho que la observación apronta; mas no se crea que al formularlo va incluso una censura al carácter normal de la mujer. Los propósitos de la Naturaleza quedan superlativamente arcanos.
      – ¿Quién sabe si a la postre conviene este despego de la mujer hacía lo mejor?
      – Quizás su papel en la mecánica de la historia es ser una fuerza de freno frente a la turbulenta inquietud, al afán de cambio y avance que brota del alma masculina.
       
      9- Ello es que, tomando la cuestión con su más amplio horizonte y como zoológicamente, la tendencia general de los fervores femeninos parece resuelta
      – a mantener la especie dentro de límites medianos,
      – a evitar la selección en el sentido de lo óptimo,
      – a procurar que el hombre no llegue nunca a ser semidiós o arcángel.
      ……………………………
      (Ortega y Gasset OCT5,623-626) Julio de 1927.

  • ana rodrigo

    Mi pequeño empujoncito a la causa de la igualdad

    • ana rodrigo

      Si partimos del principio de que las religiones han sido los instrumentos más poderosos para configurar una sociedad, diríamos que el fenómeno de la desigualdad entre hombres y mujeres, no ha sido siempre así. Durante cientos o miles de años, el concepto deidad caía en lo femenino: Isis, la reina Todopoderosa Nana, Sumeria, s. XIX a.C., en Egipto, s. XIC a.C., La diosa del sol Arina, s. XV a.C. en Boghazköy, Turquía, Ishtar, Babilonia, siglos XVII. y XVIII a.C. En Grecia y Romsa fe decayendo poco a poco y pasaron de ser diosas con poder, a ser esposas de dioses.
      El androcentrismo en el estudio de la arqueología y en el relato de historia de la humanidad, ha sido muy dañino a la causa de la mujer, puesto que al quedar en manos exclusivamente de hombres, la escribieron a su favor, se olvidó a las mujeres, y no sólo se las relegó, sino que desaparecieron de la existencia, pues todo aquello que no se nombra no existe. Yo que he sido profesora de historia toda mi vida laboral, cuando le proponía al alumnado que buscasen en sus libros de texto a mujeres protagonistas de algún fenómeno histórico de tipo político, social, artístico, científico, o cultural en general, no encontraban a nadie ¡¡¡¡!!!!. Y no es que no hayan existido, sino que se las ha ignorado porque haylas, las ha habido a montonones, con el mérito de tenerlo todo en su contra.
       
      Las mujeres pasamos a ser cuerpos reproductores, hembras a las que fecundar, tentadoras y pecadoras, viles y perversas, hechiceras y brujas, cuidadoras y pasivas, reclutadas en nuestras labores y en nuestro domicilio, es decir en la vida privada.

      • ana rodrigo

        Además de este pequeño relato de la historia “civil”, nadie duda que el principal instrumento, como he dicho más arriba, de que las religiones han sido (ya aún se siguen utilizando) el mejor instrumento de masculinización de las sociedades.

        Estando de acuerdo completamente con el artículo de mi primer maestro en feminismo hace casi cuarenta años, Juanjo, copio y pego su siguiente párrafo donde se pone de manifiesto la indecente hipocresía de la Iglesia al proponernos como virtudes, los recortes de nuestros derechos y libertades y señalarnos su proyecto (según sus intereses), como el mejor para nosotras. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las coloca bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de las “virtudes femeninas”, que deben practicar patriarcalmente como la obediencia (=sumisión), el recato (=invisibilidad), el silencio (renuncia a la palabra, a la libertad de expresión)), la humildad (=humillación), el servicio (=servidumbre), la abnegación (=renuncia a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de otras personas), el sacrificio (=renuncia al propio proyecto de vida), el recato, la prudencia, etc. Y todas ellas se presentan con frecuencia como voluntad divina.” (la negrita es mía)

        Ayer escuchaba a José Antonio Pérez Tapias (el que le disputó el acceso a a candidato a presidente de Gobierno, creo que a Pedro Sánchez ¿?) catedrático de la Universidad de Granada, en una conferencia sobre Laicidad liberal y laicidad republicana, decir más o menos, lo siguiente respecto a los restos religiosos que se camuflan en términos aparentemente laicos. Las monarquías vienen de la antigua idea de que el poder venía de Dios, eran soberanas y absolutas como Dios, aunque ahora sean parlamentarias en Occidente, siguen siéndolo por herencia, es decir eternas, como Dios. Pero ahí sigue el camuflaje religioso.

        Si pasamos a la Iglesia, tenemos pocas dudas: el poder absoluto, soberano, incuestionable, autoritario, jerárquico y SAGRADO del Papa y sus representantes, lo tenemos ante nuestros ojos y quien lo niegue, tiene problemas serios de ceguera y, sin embargo hay millones de católicos en el mundo que ni se los cuestionan o, mejor dicho, cuestionarlo es una herejía. Por eso de ser de origen divino, ya sabéis….

        Todo es cuestión de poder que puede manifestarse descaradamente, o ser muy sibilino, es decir, como el que hace un favor. La rebelión, la visibilidad de la mujer, sus derechos o la igualdad, ha sido cosa de la lucha feminista, mayoritariamente de mujeres, pero a la que se han ido sumando muchos hombres muy convencidos y muy competentes, como el que escribe éste artículo y autor de tantas otras actividades en la lucha por la igualdad, JJ Tamayo.

        Ánimo a los hombres de atrio, ¿queréis ser nuestros cómplices?

    • oscar varela

      8M Argentina
       
      I- Las mujeres luchadoras nuevamente tomamos la calle en un grito de libertad
      – que va contra la dictadura de los monopolios del gobierno de Milei.
       
      II- Nos posicionamos contra el genocidio que Israel provoca en Gaza.
      – Repudiamos el genocidio en Haití, República Democrática del Congo y Wallmapu.
      – No es guerra: es GENOCIDIO.
       
      III- Contra los grupos económicos que vienen
      – por el Litio, el Cobre, Vaca Muerta, y la Pampa Húmeda.
      – En cada rincón del país, cada compañera con su pañuelo verde,
      – agitará “la patria no se vende” y “Aborto legal”
       
      IV-LA LIBERTAD ES NUESTRA
              Y NO DE LOS MERCADOS
              NI DE LOS GOBIERNOS”.
       
      ESTAMOS ACÁ
      1. CONTRA EL HAMBRE Y EL AJUSTE
      2. POR EL DERECHO ABORTO LEGAL, SEGURO Y GRATUITO
      3. POR EL TRABAJO Y CONTRA LOS DESPIDOS
      4. PARA DECIR:
      – ¡ABAJO EL DNU! (Decreto de Necesidad y Urgencia);
      – ¡BASTA DE EXTRACTIVISMO!
      – ¡BASTA IR CONTRA LOS CUERPOS Y TERRITORIOS!
      – ¡ABAJO EL PROTOCOLO REPRESIVO!
      – ¡BASTA DE VIOLENCIA INSTITUCIONAL!
      – CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS
       
      ACÁ ESTAMOS en esta plaza y en todo el país en alerta y movilizadas.
      Decimos NI UN PASO ATRÁS.
      – A Milei no le tenemos miedo.
      – ¡Tuvimos marea, y seremos tsunami!