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Solo nos queda la esperanza:

Un árbol que se dobla pero no se quiebra

En 2023 han ocurrido hechos que nos asombran y nos obligan a pensar: en Brasil hubo un intento frustrado de golpe de estado, dos eventos extremos sobrecogedores: grandes inundaciones en el Sur y sequías devastadoras en el Norte, seguidas de inmensos incendios. Todo indica que esta situación se va a repetir con frecuencia.

A nivel internacional la prolongación de la guerra Rusia-Ucrania, el atentado terrorista del brazo armado de Hamas de la Franja de Gaza que provocó una reacción violentísima por parte del gobierno de extrema-derecha de Israel y sus aliados sobre toda la población de la Franja de Gaza, con visos de genocidio. Y lo más grave, con el apoyo ilimitado del presidente católico Joe Biden.

Un hecho que tal vez no puede en modo alguno ser pasado por alto es la Sobrecarga de la Tierra (The Earth Overshoot), anunciado por la ONU a finales de agosto. Esto quiere decir que todos los bienes y servicios naturales que la Tierra ofrece para la continuidad de la vida llegaron a su límite. Necesitamos más de una Tierra y media para atender el consumo humano, muy especialmente el de los países ricos y consumistas. Como está viva, la Tierra reacciona a su modo, enviándonos más enfermedades víricas, más eventos extremos y calentándose cada vez más. Este último hecho es de consecuencias imprevisibles, pues hemos sobrepasado el punto crítico. El año 2023 ha sido el más caliente desde hace miles de años. La ciencia y la técnica solo nos ayudan a prevenir y aminorar los efectos dañinos, pero ya no pueden evitarlos. Este cambio climático es responsabilidad de los países industrialistas y consumistas y poquísimo de las grandes mayorías pobres del mundo. Por tanto, es un grave problema ético.

Existe además el peligro de un conflicto nuclear, pues Estados Unidos no renuncia a ser el único polo que controle todos los espacios del planeta, no aceptando la multipolaridad. Si esa guerra nuclear generalizada ocurriera, sería el fin de la especie humana y de gran parte de la biosfera. Algunos analistas piensan que será inevitable; va a ocurrir no sabemos cuándo ni cómo, pero las condiciones ya están dadas.

Además hay que reconocer que está en auge la crisis del modo de habitar el planeta (devastándolo) y de organizar las sociedades, en las cuales reinan injusticias inhumanas. Bien nos lo ha advertido innumerables veces el Papa Francisco: tenemos que cambiar, en caso contrario, estando todos en el mismo barco, nadie se salvará.

Estos escenarios tenebrosos han llevado a una buena parte de la humanidad al desamparo y a la conciencia del fracaso de la especie humana, particularmente con el ocaso completo del sentido ético y humanístico que permite presenciar, a cielo abierto y a la vista todos, el exterminio de un pueblo en la Franja de Gaza, principalmente miles de niños asesinados bajo los bombardeos ininterrumpidos de las fuerzas de guerra de la ocupación israelí. No son pocos los que se preguntan: ¿merecemos aún estar sobre la faz de la Tierra a la que destruimos sistemáticamente violentando sin escrúpulos a sus humanos hijos e hijas así como a los organismos de la naturaleza que nos sustentan? ¿no es eso el preaviso de nuestro fin como especie? Cabe recordar que nosotros entramos en los ultimísimos momentos en el largo proceso evolutivo, dotados de gran agresividad. ¿Será que entramos para destruir trágicamente nuestro mundo?

En este contexto enmudecen las grandes utopías. La razón moderna se ha mostrado irracional al construir el principio de autodestrucción. Las propias religiones, fuentes naturales de sentido, participan de la crisis de nuestro paradigma civilizatorio y en muchas de ellas está vigente el fundamentalismo violento.

¿A qué agarrarse? El espíritu humano rechaza el absurdo y busca siempre un sentido que vuelva la vida apetecible. Nos queda un único soporte: la esperanza. Ella es como un árbol: se dobla pero no se quiebra. Como nos fue mostrado antropológicamente, la esperanza es más que una virtud junto a otras virtudes. Ella representa, independientemente del espacio y del tiempo histórico, ese motor interior que nos hace proyectar sin cesar sueños de días mejores, utopías viables, caminos aún no recorridos que pueden significar una salida hacia otro tipo de mundo.

Se atribuye a San Agustín, el mayor genio intelectual y cristiano de Occidente, africano del siglo V de la era cristiana, la siguiente afirmación que eventualmente puede animarnos:

Todo ser humano está habitado por tres virtudes: la fe, el amor y la esperanza. Dice el sabio: si perdemos la fe no por eso morimos. Si fracasamos en el amor, siempre podemos encontrar otro. Lo que no podemos es perder la esperanza, pues la alternativa a la esperanza es el suicidio por la absoluta falta de sentido de vivir.

Entre tanto, la esperanza tiene dos hermosas hermanas: indignación y coraje. Por la indignación rechazamos todo lo que nos parece malo y perverso. Mediante el coraje, empeñamos todas nuestras fuerzas para cambiar lo malo en bueno y lo que es perverso en benéfico.

No tenemos más alternativa que enamorarnos de estas dos hermosas hermanas de la esperanza: indignarnos y rechazar firmemente ese tipo de mundo que impone tantos sufrimientos a la Madre Tierra y a toda la humanidad y la naturaleza. Si no podemos superarlo, por lo menos resistir y desenmascarar su deshumanización. Y tener el coraje de abrir caminos, sufrir por el parto de algo nuevo y alternativo. Y creer que la vida tiene sentido y que le cabe a ella escribir la última página de nuestra peregrinación por esta Tierra.

*Leonardo Boff ha escrito Tierra madura, una teología de la vida, São Paulo, Editora Planeta, 2023; Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo evitar el fin del mundo, Rio de Janeiro, Record&Madrid, Nueva Utopía 2010.

Traducción de María José Gavito Milano

 

10 comentarios

  • Santiago

    La vida no puede tener sentido verdadero si no es el trascendente, a pesar de todos los avances de técnica y de la ciencia en general…que a términos científicos son, en realidad, lentos y modestos…y que no pueden ni siquiera resolver los enigmas mas elementales del Universo ya filosóficos, ya sociológicos, o simplemente humanísticos y científicos. Pero el ser humano presenta los mismos problemas existenciales desde los albores de la prehistoria siempre en “búsqueda” de ese sentido del por qué vinimos a existir, por qué sufrimos y cual es el propósito último de nuestra vida, ya que nuestros deseos tienden paradójicamente a lo que NO es efímero sino lo que es estable y perpetuamente permanente. Y eso se opone a que seamos meramente seres físico-biológicos porque lo que predomina en nuestra vida es lo espiritual. Y esas preguntas  son las que no puede respondernos “el mundo de hoy”…. Sólo Jesús nos da la respuesta a todos nuestros problemas vitales derrotando a la muerte y resucitando gloriosamente por “Su propia virtud” dàndonos así la oportunidad de participar en la vida eterna. Solamente El puede salvarnos.Un saludo cordialSantiago Hernández  

  • Juan A. Vinagre

    ¿Solo nos queda la esperanza después de tantos milenios bregando y buscando sentido, un sentido razonable que vaya más allá de lo inmediato y superficial? ¿Tan pobres de espíritu somos que seamos capaces de permitir que nuestras utopías acaben en la basura? ¿Tan poca cosa es el HOMO (así con mayúsculas, pues no quiero ser demasiado pesimista) que no sabe discernir el valor de la utopía humanizadora la Esperanza? ¿Tantos errores -y tan viles muchos- comete este homo llamado SAPIENS, que no aprende? ¿En esa definición de “sapiens” no cabe la utopía humanizadora la Esperanza? ¿O “sapiens” es solo una mala definición? ¿No somos capaces de aprender de nuestros reiterados errores y de rectificarlos?  ¡Ay si caemos en manos del homo sapiens fanaticus, con orejeras, que no ve más que a corto…! Estas preguntas pueden plantearse con frecuencia, si contemplamos la historia de los yerros de este homo, que tropieza muchas veces en la misma piedra y comete errores e inmoralidades cada vez más “grandiosas” y horribles…  Esta situación me llevó a componer un poema, lamentando y preguntando si el homo es de verdad “sapiens” o más bien un “presapiens.” O quizá mejor, un sapiens “parbulus” o un oligo…Por ser un poco largo, expongo nada más que unos cuartetos:-“Cuando veo que no nos escuchamos, / que el hombre piensa en sí, sin esforzarse / por entender razones que le exponen / y se llama homo sapiens”, // no comprendo que pueda definirse / y usar ese lenguaje con disfraces / verbales que no tienen la entidad / que corresponde a un “sapiens.” // Cuando veo que incumple los acuerdos, / que los hombres recurren al lenguaje / de mentirse, como si fuera honesto, / ¿ése es un homo sapiens? // Sin diálogo sincero, en empatía, / que permita un encuentro responsable, / siempre caben las dudas de si el hombre / es de verdad un sapiens. // Y cuando se resuelven los conflictos / por la fuerza -blandiendo finos sables-, / de nuevo me pregunto, sorprendido, / ¿es ése un homo sapiens? // Si tras conflictos surgen atropellos / y esas muertes que la honradez abaten, / y no se reconocen como horrores, / ¿es eso el homo sapiens?”…//Hay muy negros nubarrones en la mente de muchos “homo”, sobre todo si son fanáticos y ultra patriotas…  ¡¡Que no caiga el poder en manos de psicópatas…, que siempre es posible!!  No obstante, yo sigo creyendo en la Esperanza. Espero que algún día el hombre entre en razón y sepa convivir en paz -humana satisfactoria-, no impuesta.

    • Juan A. Vinagre

      En estas circunstancias de un mundo tan absurdo, inhumano y cruel, que cultiva armas -y no pan…-  como primera gran industria, y en el que quienes más sufren son los y las de siempre, añado una breve nota, como respuesta a la pregunta de L. Boff: ¿SOLO NOS CABE LA ESPERANZA? Nota que puede en parte puntualizar algo más mi comentario anterior. La respuesta es ésta: Si solo nos queda LA ESPERANZA, nos queda lo mejor, lo mejor si es Esperanza de veras, no un placebo. Mientras tengamos Esperanza, tendremos ilusiones y proyectos de vida; mientras tengamos Esperanza, nos sentiremos mejor; mientras tengamos Esperanza, tendremos futuro. Mientras tengamos Esperanza, viviremos… Tal Esperanza es más que mera ilusión, es más que un sueño, es algo razonable -para mí muy razonable-, es poesía inefable con contenido real, que detecta el corazón. Corazón que no miente, pues la siente, aunque no sea fácil entenderla desde nuestra dimensión encarnada…….   ¡La Esperanza es mi apuesta! ¡Creo en la Esperanza!

      El maravilloso-impresionante Universo, en el que no cabe el mero azar (así piensan muchos científicos), ¿no sugiere-intuye también esa Esperanza?  Esperanza que no se demuestra con silogismos ni con pruebas experimentales, sino que se vivencia… y deja la mente más convencida que con  razones.

  • carmen

    Lo que vosotros llamáis esperanza, lo llamo Fe. Fe en que la especie humana mejora con el tiempo, Fe en que, aunque volvamos atrás, será para coger impulso. Esperanza en que ese niño que cuenta Thompson, mejorará pese a todos los pesares.

    Fe en la Vida. Que es como es, claro.

    Esa Fe es de segunda, de tercera clase? Quizás no se vale?Pues para mí es de primera. Y esa Fe también ‘ salva’.Buen día. 

  • Santiago

    La diferencia es que la esperanza humana en esta vida está limitada ya que la vida carece de trascendencia total y no puede ofrecernos la felicidad completa ya que nuestros deseos son infinitos. Siempre queremos más y  lo perfecto, la ausencia de dolor y sufrimiento, lo perpetuamente estable, la abundancia sin medida, cosas inalcanzables en este mundo caótico en el que estamos viviendo. Pero lo que vemos a nuestro lado  a veces es puro desconcierto y puro dolor…La virtud de la esperanza cristiana nos conduce a esperar y  a inclinarnos a creer que las promesas de Cristo se cumplirán para que “nuestra felicidad sea completa” porque según Jesús de Nazaret “en la vida  tendréis tribulaciones pero no os preocupéis, Yo he vencido al mundo”…(Y) Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. El que crea en Mi, aunque muera, vivirá…Y Yo le resucitaré en el último día…La muerte ya no tiene poder ante El… Es por eso que cuando todo se nos viene abajo, todavía hay Alguien cuyo eco nos dice: Venid a Mi todos…que Yo os aliviaré…Un saludo cordialSantiago Hernández 

  • José Thompson

     Os cuento el caso de un pequeño paciente, un niño de siete años, de la región del Dombás, en Ukrania,  debido a los bombardeos falleció su madre, él perdió la audición del oído derecho, no ha vuelto a hablar, dejó de comer hace dos días, no quiere, no puede, le tenemos en terapia, ahora ingresado, y siento una gran impotencia. Esa es la guerra, la sin razón, la barbarie, que se lleva la vida, las ilusiones y la felicidad de las personas. En este caso la esperanza hay que hacerla efectiva en el hoy y ahora.

  • Santiago

    Sólo la esperanza cristiana como virtud puede salvarnos de la desesperación ante la irracionalidad del mundo de hoy..y de la autodestrucción a la que éste parece dirigirse. Cristo vino para ser la fuente principal de la esperanza universal. “Vino a los suyos, pero ellos no le recibieron”….No quiso Dios privarnos de ser libres de decidir…pero El nos creó para nuestra participación  de Su propia vida divina y así salvarnos eternamente.Junto con la fe, Dios nos da la capacidad de acceder a la esperanza y a la caridad. Podemos aceptarla o rechazarla. Es nuestra decisión personal. ES la esperanza la que mantiene la fe hasta el final. Solamente con ella podremos resistir y lograr morir en la Misericordia del Señor.

    Un saludo cordial
    Santiago Hernández

  • oscar varela

    Hola!

    • oscar varela

      1- “Se trata de que, una vez más, el hombre se ha perdido.
      – Porque no es cosa nueva ni accidental.
      – El hombre se ha perdido muchas veces y a lo largo de la historia.
      – Es constitutivo del hombre, a diferencia de todos los demás seres,
      – ser capaz de perderse.

      – De perderse en la selva del existir, dentro de sí mismo.
      – La capacidad y desazón de sentirse perdido
      – es su trágico destino y su ilustre privilegio.

      2- En el mundo de cada uno de nosotros
      – no hay nada que no tenga que ver con uno,
      – y uno tiene, a su vez, que ver con cuanto forma parte de ese mundo.
      – Éste está compuesto exclusivamente de referencias a mí
      – y yo estoy consignado a cuanto en él hay,
      – dependo de ello para mi bien o para mi mal;

      3- En un mundo de “cosas” no tenemos ninguna intervención:
      – él y todo en él es por sí.
      – En cambio, en un mundo de “asuntos” o “importancias”,
      – todo consiste exclusivamente en su referencia a nosotros,
      – todo interviene en nosotros, es decir, todo nos importa
      – y sólo es en la medida y modo en que nos importa y afecta.

      4- Tal es la verdad radical sobre lo que es el mundo,
      – porque ella expresa aquello en que consiste originariamente
      – como elemento en que tenemos que vivir nuestra vida.

      – Para vergüenza de los filósofos hay que declarar que no habían visto nunca
      – el fenómeno radical que es nuestra vida. Siempre se lo dejaban a la espalda
      – y han sido los poetas y novelistas, pero, sobre todo el «hombre cualquiera»
      – quien ha reparado en ella, en sus modos y situaciones.

      5- Piénsese en la honda cuestión que enuncia el giro «hacer tiempo»
      – por tanto, nada menos que el esperar, la expectación y la esperanza.
      – Está por realizar una fenomenología de la esperanza.

      – ¿Qué es en el hombre la esperanza?
      – ¿Puede el hombre vivir sin ella?
      – ¿Es posible un humano vivir que no sea un esperar?
      – ¿No es la función primaria y más esencial de la vida la expectativa
      – y su más visceral órgano la esperanza?

      – Como se ve, el tema es enorme.

      6- No es de menor interés ese otro modo de la vida
      – en que el hombre «hace que hace»?
      – ¿Qué es ese extraño, inauténtico hacer a que, a veces,
      – el hombre se dedica precisamente para no hacer de verdad,
      – incluso eso que está haciendo?”
      ………………………….

      • oscar varela

        1- “La vida es algo que tenemos que hacernos cada uno;
        – La expresión no corresponde al pacifico vivir del vegetal;
        – significa lucha, combate cotidiano y enérgico.
        – El hombre tiene que conquistarse a sí mismo.
        – La planta, en cambio, no parece ser beligerante.
         
        2- Según la doctrina vetustísima de los egipcios,
        – cuatro divinidades asisten al nacimiento del hombre:
        * Daimon, el demonio interior, el poder elemental que es nuestro carácter;
        * Ananke, es decir, las necesidades inexorables de nuestra condición;
        * Eros, es decir, la capacidad de sentir entusiasmo;
        * en fin, Tyche, el Azar.
         
        3- Goethe reconoce esos cuatro ingredientes de nuestra existencia
        – descubiertos por tan vetusta sabiduría, pero añade uno,
        – el menos botánico que cabe imaginar: Elpis, la esperanza.
         
        4- El Daimon y la Ananke intervienen en todas las criaturas del Universo;
        – su nombre aristotélico, un poco escolástico y pedante, sería la Entelequia.
        – Pero el Eros, la Tyche y Elpis, la esperanza,
        – son patrimonio exclusivo del hombre.
        (La planta no espera nada; somos nosotros quienes esperamos
        – que cada nueva primavera flo­rezca
        – y cada nuevo estío u otoño fructifique)
         
        5- el tiempo es, ante todo futuro, porvenir.
        – Este es el que originariamente nos interesa, nos importa. ¿Por qué?
        – Porque el porvenir es por esencia lo que no sabemos cómo va a ser,
        – ni siquiera sabemos si dentro de un minuto existiremos aún.
        – Vivir como presencia del porvenir es estar en lo absolutamente proble­mático.
        – ¿Qué va a pasar en el mundo y, por tanto, a cada uno de nosotros?
        – No lo sabemos. El porvenir es, por defi­nición, inseguro.
         
        6- Esta indocilidad del porvenir, esta su insumisión a nuestra vo­luntad, esta dolorida conciencia de que lo mismo puede pasamos mañana una cosa que otra nos la representamos bajo la fisonomía de un poder misterioso sin figura ni personalidad, inexorable y despectivo que llamamos Azar.
         
        7- Si pudiéramos entrar aquí en el estudio del hombre primitivo yo intentaría hacer ver a ustedes cómo es el Azar el primer Dios ante el que la humanidad se encontró.
        – Pero ese Dios primigenio, el Azar, no tiene inteligencia, no tiene voluntad, no tiene compasión ni sensibilidad alguna; en suma, no es un Dios personal.
        – Depender pura y simplemente de un poder sobre el cual no cabe ejercer el menor influjo, que es sordo, que es ciego, que, en rigor, es… Nadie, resulta demasiado horrible y por eso los hombres tuvieron que imaginar figuras de dioses más asequibles, a quienes se pudiese llegar con la plegaria, el culto y el sacrificio.
        – Y esas figuras de dioses asequibles fueron puestas como máscaras tranquilizadoras, sobre el Azar, para ocultar el Dios primigenio que no tiene cara.
         
        8- El porvenir es la inseguridad. Esta inseguridad está administrada, regida por el poder irracional del Azar.
        – Si la vida es un sistema de ocupaciones, nuestra primaria ocupación es ocu­parnos de nuestro porvenir. Pero el porvenir es lo que aún no es, por tanto, es ocuparnos por anticipado con algo. La ocupación con el porvenir es pre-ocupación. El porvenir nos ocupa porque nos preocupa.
        – A esto reaccionamos buscando me­dios para asegurar esa inseguridad.
        – Entonces retrocedemos del por­venir y descubrimos el presente y el pasado como arsenales de medios con que podemos contar.
        – Al chocar, pues, con el porvenir que no tenemos en nuestra mano rebotamos en él y somos lanzados hacia lo que tenemos: presente y pasado.
        – De esta manera nacen la técnica y la historia.
         
        9- Pero es evidente que no podríamos hacer esto si ante la terrible inseguridad que es el Azar no hubiese en el hombre una última confianza tan irracional como el Azar mismo: es la Espe­ranza.”
        ………………………..