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Guadalupana

Imagen del Ayate de Nuestra Seora de Guadalupe (Basílica de la Vírgen de Guadalupe,México DF)

Hoy es día 12 de diciembre y para alguien, como yo, casado con una Lupita nacida en el centro geográfico de la República Mexicana es un día grande, que comienza cantándole las mañanitas, no solo a mi señora esposa sino también y junto a ella a la Madre de Jesús, Nuestra Señora de Guadalupe.

Los mexicanos y mexicanas, son valientes, orgullosos de si mismos y de su patria, acogedores (Al menos con este español lo han sido y lo siguen siendo), alegres discutidores, y generosos con lo mucho o poco que tienen y que comparten siempre, y todos, absolutamente todos, son “guadalupanos”.

Y con ellos una gran parte de los latinoamericanos que fueron conquistados por la espada por los españoles y por el corazón por la señora morenita del Tepeyac. No en vano toda América Latina cantó junto a Marito y Cafrune a la Virgen India con la misma devoción y cariño.

Y yo, que uno a mi condición de mexicano de adopción (Condición adquirida por el duro camino del matrimonio) la de hijo de Don Bosco y por lo tanto de vocación mariana no puedo ser más que otro guadalupano más.

Pero… ¿Por qué esa sencilla devoción ha devenido en algo tan grande en toda América latina y sobre todo en México? Hay eruditos mas preparados que yo para hablar de ello, pero visto desde los ojos de un europeo que se encuentra con una realidad tan poderosa y desconocida, voy a tratar de reflexionar sobre ello.

En primer lugar, la devoción guadalupana es una devoción sencilla (Que no simple) revelada a personas sencillas (Juan Diego era un indito que vivía del campo) con una religiosidad no especialmente compleja y que se expresa en términos sencillos, pero muy importantes.

Mucha gente reduce la aparición de Guadalupe al deseo de María de que se le construyera un templo pero hay algo más, porque cuando la señora le pide a Juan Diego que comunique su deseo de que se construya una ermita dice: “Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen…”

Es decir que a diferencia de otros mensajes de las apariciones marianas, lo que transmite la Virgen de Guadalupe es amor, compasión, auxilio y defensa.

No pide que se rece el rosario, ni que se consagre ningún país a su inmaculado corazón (Cosa que no hizo falta pues no hay mayor consagración que la devoción de México con la Guadalupana), ni que se hagan fuertes reparaciones, peticiones ni mortificaciones; ni tampoco comunica grandes desastres o transmite arcanos secretos, no. Se limita a decirle a Juan Diego y a los que quieran amarla que desea mostrarles amor, compasión, auxilio y defensa. ¿Cómo no se va a haber ganado los corazones de los mexicanos?

Además, se presenta en la forma de una imagen de una mujer indígena; muy bella, es verdad (Recomiendo que veáis a reconstrucción del rostro de la imagen del ayate del Tepeyac que ha hecho la Inteligencia Artificial, que pongo al final del artículo), pero claramente indígena. Morenita como la mayoría de las muchachas que ven ellos todos los días y maternal como las madres que cada día les reglan su cariño y soporte.

Es decir que la Madre de Dios se presenta Juan Diego como la Madre con mayúsculas que al estilo de la madre propia, que tan bien conoce, se va a preocupar de que sus hijos vivan mejor.

Cuando escribo esto, no puedo evitar que la mente se me vaya a esa escena de la película “La Pasión de Cristo” (Mel Gibson) en que al ver caer a su Hijo con l cruz encima, María de Nazareth sale corriendo, desesperada, a ayudarle mientras sale un “flashback” de Jesus niño cayéndose y su madre auxiliándole y el propio nazareno contesta a su madre “¿Ves madre? Yo hago nuevas todas las cosas”. Tengo que reconocer haber llorado esa escena cada vez que veo la película e incluso ahora, solo de memoria, no puedo evitar la emoción y la lágrima.

Y es muy divertido ver cómo, a lo largo de la Historia, la Señora cumplió su promesa, o al igual que el pueblo de Israel veía en todas las secuencias de su historia la mano de Dios y de ahí surgió lo que llamamos Antiguo Testamento, el pueblo mexicano ha visto su mano en cada momento difícil en que la necesitó.

Es particularmente llamativo que en el Grito de Independencia dado por la Corregidora en Querétaro y que comenzó la lucha de México por su independencia, el primer estandarte que Miguel Hidalgo y Costilla, a la sazón sacerdote y padre de la patria mexicana, empleó fuera una imagen de la Virgen de Guadalupe.

O como para contrastar con la devoción que los rebeldes tenían por la Guadalupana, el virrey español contrapuso la de la Virgen de los Remedios… y perdimos.

O quizás no, ¿Quién soy yo para cuestionar las opciones de la Virgen, habiéndome casado con una hija de esas tierras?

En fin, que no creo que cuando Antonio Duato me sugirió que escribiera unas líneas sobre la fiesta dl 12 de diciembre, esperara un escrito sesudo y lleno de rigor académico.

Ni que me pusiera a detallar los prodigios que se relatan del ayate de maguey en que está impresa la imagen, o las maravillas que se describen de lo que se puede ver en sus ojos, o de su misteriosa conservación y supervivencia a bombas y ácidos, sino que os expusiera lo que un devoto de la Sra. María puede sentir en un día como hoy.

Y os aseguro que cuando me subí a la escalera mecánica que te acerca al cuadro con el ayate, en la basílica que se construyó en el cerro del Tepeyac y parece que la indita de la imagen te mira, se te “enchina la piel” que diría mi Lupita particular y hace no la olvides jamás.

Ello cambió por completo, en mi interior, el significado de esa frase de la salve que ecitamos sin pararnos a pensar en ella muchas veces. “Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”

Por último, os pongo la imagen que la IA ha hecho para imaginar (Si es que la IA imagina). Cómo sería en imagen real la indita del ayate de maguey.

No creo que mi mujer se ponga muy celosa si digo: “¿Quién no se enamoraría?”

3 comentarios

  • Antonio Llaguno

    Gracias por participar Cristina.Efectivamente da igual lo que crea en materia religiosa un mexicano o mexicana.Llevará en su corazón a la Guadalupana.En o que discrepo es que se haya conertido en algo laico. Cyalquier persona mexicana sabe que la Virgen de Guadalupe es una figura religiosa y aunque no sea una persona religiosa respetará lo que representa.Algo como pasa en Sevilla con a Macarena que much@s personas ateas respetan a la Macarena o al Gran Poder.Es religiosidad popular, èro religiosidad a fin de cuentas.Pero gracias por interesarte

    • Cristina

       
      Antonio, sí hay religiosidad popular, los indígenas depositaron en la Guadalupe a su deidad Tonantzin, que en náhuatl significa “nuestra madre”, o Coatlicue “falda de serpiente”, generando con ello un sistema religioso sincrético que adopta las formas del catolicismo, y a la vez permitió la continuidad del antiguo sistema religioso.

      Pero la Virgen de Guadalupe cumple una función no sólo de protección de desamparados, sino también de acompañamiento de quienes se sienten oprimidos y quieren luchar contra los opresores. En México se generó un consenso social en torno a esta imagen religiosa, que motivó a una gran mayoría de interesados en independizarse de los españoles peninsulares. Y hoy en día también lo es como símbolo nacional.
      Gracias por recordarla aquí, como hija de mexicana.

  • Cristina

     Para muchos mexicanos las fiestas nacionales están vinculadas con actos religiosos. Incluso consideran más importante celebrar a la Virgen que a la Independencia, quizá el catolicismo sea una conciencia de nacionalidad, aunque muchos no se definan como católicos pero sí guadalupanos. La imagen de la Virgen es un símbolo de liberación nacional, es decir, algo profundamente religioso se ha convertido en algo profundamente laico que representaba la Independencia mexicana. Por lo tanto, la Virgen de Guadalupe representa la mexicanidad, incluso siendo ateos. Mi madre es mexicana, no de los -“latinos” conquistados a espada por los españoles-, sí es en gran parte indígena, creyente, casada con un irlandés católico “cómo no”, mi padre, y tiene una hija, entre otras, española y atea, yo.