En un escrito anterior hablaba del capitalismo como una religión donde se da culto al dinero, a la riqueza, y para conseguirla se sacrifica todo, hasta millones de vidas humanas si es necesario. Pero las religiones para ser aceptadas necesitan además ofrecer un paraíso. Y el capitalismo ofrece también un paraíso: su paraíso consiste en un consumo inagotable, tener de todo, todo lo que se nos ocurra.
El atractivo de este paraíso se ha difundido por la sociedad, y hoy goza de una aceptación muy generalizada. Se define nuestra sociedad como sociedad de consumo. Se pregona que la posibilidad de consumir todo lo que a uno le apetezca es el pasaporte a la felicidad. Y la felicidad es, precisamente lo único a lo que los seres humanos no podemos renunciar. Por tanto es muy difícil poner límites a la aspiración a consumir, si hemos asumido eso como el paraíso. Aunque esté muy claro que ese consumismo desbocado supone una grave amenaza para el medioambiente natural que nos sustenta, se prefiere cerrar los ojos ante el hecho incuestionable de que esta civilización consumista es insostenible en un planeta limitado como la Tierra.
Además, un gran problema es que esta idea capitalista del paraíso ha sido asumida por sectores teóricamente anticapitalistas. Erich Fromm en su libro “Tener o Ser” escribe:
«El socialismo y el comunismo rápidamente cambiaron, de ser movimientos cuya meta era una nueva sociedad y un nuevo Hombre, en movimientos cuyo ideal era ofrecer a todos una vida burguesa, una burguesía universalizada para los hombres y las mujeres del futuro. Se suponía que lograr riquezas y comodidades para todos se traduciría en una felicidad sin límites para todos».
O sea, que este ideal capitalista ha sido aceptado por gran parte de la población que no se considera capitalista, pero piensa que realmente el consumo abundante es un elemento básico de nuestra felicidad. ¿Puede ser esto una de las causas de la actual debilidad de los movimientos anticapitalistas?
A pesar de todo, también hay mucha gente consciente de que si los seres humanos seguimos aspirando al paraíso capitalista del consumo, mal se presenta el futuro de nuestra especie. Para evitar este futuro es necesario reconocer, defender –y disfrutar– que existen otros caminos hacia la felicidad, caminos de realización humana, plenamente satisfactorios y realmente sostenibles, lo mismo en el terreno ecológico que en el social. Defender que el paraíso capitalista es engañoso, que la riqueza y el consumo no nos dan la felicidad y que otro bienestar es posible y totalmente necesario.
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No conocía esta frase de Erich Fromm con la que estoy muy de acuerdo. La misión de la izqquierda actualmente (y también de la derecha) debería ser apoyar el decrecimiento voluntario para conseguir “una austeridad compartida”. A todos nos cuesta renunciar a nuestros privilegios porque los consideramos derechos adquiridos. Para aceptar esta renuncia es necesario vivir de cerca las injustas carencias de gran parte de la humanidad, dejar que aflore la fraternidad y la compasión, pero el urbanismo mantiene alejados los barrios ricos de los barrios pobre; y la política cierra las puertas a los migrantes empobrecidos que se acercan a los países confortablemente establecidos.Desde luego, como dice Carmen, es difícil cambiar el sistema económico mundial, pero las guerra y otros grandes cataclismos lo consiguen (no siempre en sentido positivo) y ahora no faltan prestigiosos economistas que han presentado propuestas
Hola.Es que es un tema de todo, menos fácil.
Si se deja de consumir tal y como se hace en este momento, qué sucedería en la economía mundial? Qué países se verían más afectados? No entiendo mucho de economía a nivel mundial, tampoco sé cómo hemos llegado a esto. Sí sé que no es fácil salir del bucle.Algo leí acerca de economía en europa. Me intrigaba el manifiesto comunista y El capital. El primero me gustó, y me llamó mucho la atención la fecha de publicación. Y ya fui leyendo cosas por aquí y por allá. Con El Capital, no pude. Demasiado para mí.Cuando me metí un poquito en el pensamiento europeo de mediados del siglo 19, empecé a entender alguna cosa. También leí algo acerca de Smith, creo que ese es el señor que habla de capitalismo por primera vez, pero soy fatal para los nombres. También creo recordar que Marx no veía una locura , algo a abatir las ideas de Smith, a lo mejor vuelvo a equivocarme.Y ahora, casi dos siglos después, tenemos la sociedad que tenemos. Si le interesa mi opinión, creo que la riqueza es capaz de generar riqueza. Si no hay riqueza, no habrá trabajo. Porque, a mí juicio, el trabajo es consecuencia de que la riqueza se mueva.
Que es un mundo injusto, a ver, lo cantan los ciegos por las esquinas. Que se está esquilmando el planeta, o sea, lo he explicado millones de veces desde el año 76, he sido profesora de ciencias en secundaria. Ya venía en los libros de texto. No le voy a contar la lucha de los profesores de ciencias contra la locura que estaba sucediendo, no porque fuésemos más listos que nadie, sino porque es que venía en los libros de texto.Esto se sabe desde hace muchas décadas. Muchas. Y ahora nos echamos las manos a la cabeza. Pues ya he bajado las manos. De nada valen en la cabeza.
Solución? Supongo que la habrá, la desconozco. Para mí que pasa por la economía planetaria, o global, como se le quiera llamar. Pero, qué tipo de economía? No creo que valga ningún modelo de los propuestos hasta ahora. Ni en nombre de Dios ni en nombre del diablo. Son modelos que fueron, supongo que son o tal vez ya ni son aplicados . Fueron. Fueron. Pasado.
Haría falta una cabeza de esas que de vez en cuando nacen o se hacen, y que idease un modelo nuevo, integrador, novedoso, adaptado a los problemas que tiene nuestro planeta, y con el tirón suficiente para que se conociese y se pusiera a prueba, a lo mejor funcionaría. No sé. Aquí cada persona cree en lo que puede. Creo en mi especie. He conocido a un montonazo de niños y niñas, un montonazo, la mayoría, pues lo dice la palabra, entra dentro de la norma, pero algunos, algunas, tenían una cabeza espectacular. Asombrosa. Alucinante.
Mi fe está puesta en los jóvenes. Porque sé que son capaces de idear nuevos proyectos y sé que el resto, está dispuesto a apoyar, a colaborar, si se les convence. La palabra es convencer.Y eso pienso.
Leo todo lo que escribe. Me apetecía decirle lo que pienso.Cuídese mucho.