UNO. –
Escribo en el oscuro y húmedo crepúsculo de las primeras vísperas de la fiesta de Andrés, el primer seguidor del amigo galileo de Salvador Santos, a quien pusieron por nombre Jesús, y que murió crucificado cabeza abajo, a petición suya, para no morir a la altura de su Señor (y nuestro, […]
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