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Mantener viva la esperanza

Es domingo por la mañana. Sigo sobrecogido cómo está el mundo y, sobre todo ahora, la guerra en Palestina. Tendría que dar mi opinión y es tremenda: el gobierno de Israel quiere limpiar de palestinos toda la franja para explotar las grandes bolsas de gas existentes en el sur de Palestina. Y tengo contestaciones pendientes a Isidoro y José María en el tema de la Iglesia y el búnker. Y preparar un debate en Atrio sobre la investidura. Pero. antes, quiero invitar a todos a pensar sobre la parábola de hoy, del evangelio de Mateo 25, 1-13, las diez doncellas. Pikaza, en RelDig, con mucho análisis, dice que en la vida hay personas sensatas y necias. Y un diácono casado francés dice, en el artículo que presentamos, que lo que hay son personas con amor suficiente para aguantar hasta el fin y otras a quienes les falla el amor y la esperanza. AD.    

  • “¡Estad despiertos! Porque no sabéis ni el día ni la hora”
  • Reflexión evangélica para el Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario (Mt 25, 1-13)

Por Patricio Laudet, diácono permanente en la Catedral de San Juan en Lyon, Francia. | La Croix International, 11 de noviembre de 2023

No hay una enseñanza mora ddirecta l en la historia de las cinco mujeres tontas y las cinco sensatas. ¡Tendrías que ser muy tonto para llevarte tu lámpara y no tener suficiente aceite, y muy mezquino para negarte a dar aceite a quienes carecen de él!

Pero no se trata de representar cigarras descuidadas y hormigas poco fiables; una parábola no es una fábula La parábola de las vírgenes insensatas y prudentes se parece a las parábolas que la preceden, a veces llamadas “parábolas de crisis”, como la del ladrón y el dueño de casa, que aparecen todas inesperadamente. Estas parábolas nos restauran sentido de urgencia, despertando el perro guardián dormido dentro de nosotros.

Estemos atentos al nivel de aceite en nuestros corazones. San Agustín, cuya diócesis estaba llena de olivares, repite constantemente en sus sermones que el aceite es el símbolo del amor.

 

Reflexión adicional 

Las malas noticias suceden a las malas noticias, la resignación nos vence y la esperanza se duerme imperceptiblemente en nuestros corazones.

Nuestro deseo profundo se vuelve embotado y con él la vida real se atrofia. Perdemos la pasión de creer, de desear, de perseverar en la esperanza y de convertirla en el corazón profundo y vivo de nuestras vidas. ¡Y en estos tiempos difíciles, nuestras almas se desgastan rápidamente!

Entonces, así como un buen médico vigila de cerca nuestros niveles de colesterol, Jesús vigila de cerca el nivel de aceite en nuestros corazones. Que el aceite de nuestras lámparas nunca se convierta en el simple y ordinario lubricante de la costumbre o de la resignación.

Porque la esperanza, un producto muy esencial, escasea en muchos de los estantes de nuestro tiempo. Y el amor escasea, no sólo el amor de nuestro pobre corazón humano, que es el único que se agota tan rápidamente, sino el amor mismo del corazón de Cristo, en el que hemos sido injertados y ungidos el día de nuestro bautismo.

Sí, en verdad, Cristo es el aceite de nuestras lámparas, y es la intensidad y vitalidad de nuestra relación con Él lo que determina el nivel en nuestro corazón. Por eso la relación íntima que cada uno de nosotros tiene con Cristo no se puede compartir. ¡Cada uno de nosotros es responsable de nuestro propio nivel!

En cada parábola, Dios nos confía acerca de sí mismo, y es en el aceite donde se deja revelar. De la manera que él sabe, puede satisfacernos. Dios puede entrar en nuestros corazones y derramar gracia en abundancia. Lo único que espera de nosotros es un sí. El mundo que nos rodea endurece y enfría nuestras almas.

Si este combustible es de hecho el mismo Cristo, apresurado, en el último momento, es evidente que nunca podremos traficar con él. Por lo tanto, como discípulos, debemos anticiparnos para arder con Cristo, hasta la última tarde, sin agotarnos nunca.

 

5 comentarios

  • Antonio Llaguno

    “lo que hay son personas con amor suficiente para aguantar hasta el fin y otras a quienes les falla el amor y la esperanza.”

    Créeme Antonio, que en una hora sombría, en lo personal, llena de fantasmas y malos pensamientos, esta frase me ha hecho mucho bien

    Gracias

  • carmen

    Sorry.Esto era para el artículo sobre el señor castillo.Pero da igual.Exactamente igual. Lo siento. 

  • carmen

    Ahora es tarde para mucha gente. Muchísima.Por muchas concesiones que graciosamente se hagan .Porque el problema no es el Papa. El problema es el Papado.Gran frase. Aunque luego nos refugiemos en lo que piensa un Papa.

    Pero la iglesia seguirá. Ya está siguiendo. La sociedad está cambiando. Ya no es preciso tanto pensar. Hay que seguir consignas de otros que piensan por todos.Todo cambia. Y todo vuelve a empezar.

  • Isidoro García

        Como yo parto de la idea-base de la conspiración mesiánica en que se embarcó Jesús, yo pienso que quizás la parábola evangélica de las vírgenes sabias y necias, realmente fue una llamada contra la desmovilización de sus seguidores, ante la tardanza en realizar el “salto” de la rebelión anti romana, que estos estaban esperando ansiosamente, y al que seguro que le urgían.

    Cincuenta años después, quizás los seguidores de Jesús de la época, lo interpretan simbólicamente, y referidos a la idea paulina de la “parusía”, o segunda vuelta de Jesús para implementar en la práctica el “Reino político de Dios”, ante su tardanza y la consiguiente desmoralización de la tropa.

    Y ante el fallo clamoroso de una frustrada vuelta anunciada en el mismo evangelio, la parábola se interpreta genéricamente como una llamada a estar alerta ante el incierto momento de nuestra muerte personal, y la consiguiente rendición de cuentas.

    Sinceramente, ligar esta parábola con la esperanza, es una prueba más de los extremos a los que puede llegar la especulación teológica, para “aprovechar todo para el convento”. 

    Tragaderas no faltan, así que hacen bien, para eso están los teólogos pesebrarios, para pintar blanco, lo negro y viceversa.

  • carmen

    No hace falta que sea  en el Cristo Resucitado. No es preciso tener fe en él. Ahí hay otras ideas religiosas. Peores que las nuestras? Erróneas porque tenemos la. Verdad? Por favor…Hay que tener fe en la vida. En la especie humana. En nosotros como especie, no como seres individuales. Como seres individuales lo que nos interesa es no perder la esperanza.Efectivamente, no va de necios, ni de listos. Va de esperanza.Así pienso.