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Urgencia del cuidado y de la autocontención

Me alineo con los científicos descritos por la periodista de asuntos ecológico-científicos, Elizabeth Kolbert, en sus dos libros famosos La sexta extinción y Bajo un cielo blanco: cómo los humanos estamos creando la naturaleza del future (Planeta 2021). Aunque alimenta alguna esperanza, Kolbert delinea cómo sería el cielo después de una Guerra nuclear devastadora: blanco, impidiendo el paso de los rayos del sol, de los cuales depende casi todo en la Tierra.

Es un hecho experimental, aunque haya un gran número de negacionistas, particularmente entre los CEOs de los grandes oligopolios que niegan el estado degradado de la Tierra, que ahora posiblemente se ha iniciado una nueva era: el piroceno.

La cultura del consumo de las porciones opulentas, ego-centradas y desalmadas requiere ya más de una Tierra y media (1,7) para atender su voracidad. La Sobrecarga de la Tierra de este año fue constatada el día 22 de julio. Eso significa que sus bienes y servicios renovables, indispensables para nuestra supervivencia se han agotado. Se han encendido todas las alarmas.

Así y todo, la siguen violentando, arrancándole lo que no les puede dar. Como es un Superente vivo que funciona sistémicamente, la Tierra reacciona mandando eventos extremos, como grandes sequías por un lado y nevadas enormes por el otro, disminuyendo el volumen de las aguas, aumentando los desiertos, destruyendo con huracanes regiones enteras, sacrificando la biodiversidad, enviando más virus y otras enfermedades. El aumento de la temperatura de 1,5 grados C, esperado para el año 2030, está anticipándose a los próximos 3-5 años.

Es comprensible que muchos climatólogos se muestren escépticos e incluso fatalistas al darse cuenta de que la ciencia y la técnica llegan atrasadas. No tenemos mucho que hacer sino prevenir las catástrofes y aminorar sus efectos dañinos. La Tierra está cambiando, día a día, de forma irreversible, buscando un nuevo equilibrio, cuyo centro de gravedad no conocemos.

Supongamos que climáticamente se estabilice en 38-40 grados C. Quien pueda adaptarse a esta temperatura sobrevivirá, pero muchas personas, niños y ancianos principalmente, así como innumerables organismos vivos no tendrán tiempo suficiente para adaptarse y estarán condenados a desaparecer, después de millones de años de vida sobre este planeta.

Las advertencias de los sabios son serias. La Carta de la Tierra(documento asumido por la ONU) o las dos encíclicas del Papa Francisco: Cómo cuidar de la Casa Común y la otra Todos hermanos y hermanas denuncian perentoriamente la alarma ecológica. La Carta de la Tierra advierte: «La humanidad debe elegir su futuro… o formar una alianza global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida». El Papa es más severo: «Estamos todos en el mismo barco; o nos salvamos todos o no se salva nadie».

La gran mayoría no piensa en estas cosas, pues encuentra insoportable tratar con los límites y eventualmente con el desastre colectivo, posible aún en nuestra generación. Alienados, acabarán engrosando el cortejo de los que van en dirección a la fosa común.

Nos queda un rayo de esperanza,suscitada siempre por el sabio de 103 años, Edgar Morin: «La historia ha mostrado varias veces que el surgimiento de lo inesperado y la aparición de lo improbable son plausibles y pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos». Creemos que ambos –lo inesperado y lo plausible– sean posibles. Sería nuestra salvación.

Entre tanto, tenemos que hacer nuestra parte. Si queremos garantizar el futuro común de la Tierra y de la humanidad se imponen dos virtudes: la autocontención y la justa medida, ambas expresiones de la cultura del cuidado.

¿Pero cómo postular esas virtudes si todo el sistema está montado sobre su negación?

Esta vez, sin embargo, no tenemos elección: o cambiamos y nos pautamos por el cuidado, autolimitándonos en nuestra voracidad y viviendo la justa medida en todas las cosas o enfrentaremos una tragedia colectiva.

  • El cuidado nos lleva a establecer un lazo de afecto con todos los seres para que continúen entre nosotros.
  • La autolimitación es un sacrificio necesario que salvaguarda el Planeta, tutela intereses colectivos y funda una cultura de sencillez voluntaria. No se trata de no consumir, sino de consumir de forma responsable y solidaria para que, si hay tiempo, los que vienen después de nosotros puedan heredar una Tierra habitable y fecunda. Ellos también tienen derecho a la Tierra y a una vida de calidad.

*Leonardo Boff ha escrito La justa medida: cómo equilibrar el planeta Tierra, Vozes 2023; Habitar la Tierra,Vozes 2021.

Traducción de María José Gavito Milano

4 comentarios

  • Juan A. Vinagre

    La “Urgencia” planetaria de que habla L. Boff me ha recordado una obra de Saramago: “Ensayo sobre la ceguera”. La insensibilidad de muchos -o quizá más bien los intereses de unos pocos “oligos”…- ante la explotación y degradación sin control del planeta tierra es una ceguera que no permite ver… Y quien no ve -o no quiere ver- niega y desautoriza a quienes denuncian esa ceguera, de modo que la mina tierra se siga explotando sin control…  ¿Hasta cuándo, sin caer en lo irreversible?  El fatalismo es posible. Y en este caso cabe la pregunta: ¿La ciencia podrá reparar un día los daños causados y así enderezar el rumbo…?  Muchos esperamos que sí será posible enderezar el rumbo, y convertir la tierra en más habitable para todos. La tierra más que un barco me parece una nodriza.  Si ésta cae enferma y no puede más… Si el “oligo” no es capaz de ver, yo creo en la esperanza de que la ciencia corrija tales abusos y aprendamos para siempre… ¿Es mucho pedir y esperar?Si un día conseguimos liberarnos del culto idolátrico al beneficio, si entramos en razón, será posible. De lo contrario, sufriremos las consecuencias de una explotación ciega, sin auténtico sentido del hombre y de la vida. ¿Qué hacer para poder liberarnos de los ídolos que exigen sacrificios y crean adiciones salvajes que destruyen y matan?  Creo que no tendremos más opción razonable que someternos a una ascesis -poda- terapéutica, que nos libere de idolos y adiciones y nos haga caer en la cuenta de que, para vivir, necesitamos valores que nos humanicen. Si conseguimos crecer en valores humanos y en autoconciencia responsable, que nos conviertan en más sapiens, seremos capaces de revertir-reparar-reciclar la basura vertida en la madre tierra y en la atmósfera que nos protege.  La tierra exige tratarla con responsabilidad -y con cariño agradecido-. Solo así recobraremos la vista para saber discernir y convivir en la paz de los valores que humanizan. El “Ensayo sobre la ceguera” nos puede ayudar a ver mejor. Es una oportunidad para repensar y corregir…, a tiempo.

  • Nacho Dueñas

    A mi parecer, estas serían las amenazas sistémicas que probablemente extingan a la humanidad, mediante un colapso múltiple, consistente en la interrelación de tales amenazas, a partir de un suceso puntual a modo de gota que colma el vaso. Salvo que, por fin, decidamos despertar:

    -El hambre, la pobreza y la desigualdad.
    -La guerra nuclear, o en el mejor de los casos, una gran guerra mundial convencional.
    -El cambio climático de este antropoceno, que está provocando la sexta extinción masiva.
    -La mutación de la humanidad por un proceso lineal de robotización, a partir del uso acrítico de la IA, la pantalla, el red, el chat GPT, etc.Cuando ocurra el colapso, y se rompa indefinidamente el servicio de red de agua, la alimentación, la electricidad, la red…cuando hospitales, bancos, tiendas dejen de funcionar…cuando no haya gasolina disponible, ni servicios públicos de seguridad…creo que sólo se salvarán las minorías comunitarias autosuficientes que hoy viven con otros valores. Esas que desde las comunas taoistas, pasando por os monasterios y falansterios, y desembocan hoy el ecoaldeas.

    ¿Y qué alternativas estamos creando? Ninguna, salvo la técnica del avestruz. Por tanto, urge despertar. Contracultura o extinción, diría yo.

    Besos a todas.
    Nacho.

    • ana rodrigo

      Nacho, no es apocalíptico el resumen de lo que dices estar ocurriendo en el Planeta Tierra, es la auténtica realidad, pero como  dice chascarrillo popular: “Tú pita, pita, que como tú no te apartes” Pues ahí está, ante nuestros ojos, aturdiendo nuestros oídos, pero, como si no pasase nada. 

      Esto es como el machismo y tantas otras barbaries sistémicas que configuran nuestras sociedades, hay que ser constantemente pesad@s, no parar de denunciar lo que ocurre ya y lo que nos va a ocurrir, no sé cuál será el punto que nos abra los ojos, los oídos y la razón para corregir y evitar tantas catástrofes como se nos avecinan.

  • Nacho Dueñas

    Al igual que el tema de la extinción por robotización, este tema de la extinción por el cambio climático, no es ni de lejos menor a ninguno de los restantes temas que a las atrieras nos importa y por los que nos enzarzamos.

    De nuevo nos falla, sumo y sigo la lucidez.

    Besos a todas.

    Nacho.