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El Evangelio según Saramago

La referencia hecha por el papa al escritor Saramago hace oportuna la publicación de este artículo de Gonzalo, cuando salió el famoso libro El Evangelio según Jesucristo. Escrito en los años 90, este artículo había quedado inédito. AD.

Advertencia

        Algunos pasajes de “El Evangelio según Jesucristo”, de José Saramago, pueden herir nuestra sensibilidad cristiana.

        Sin embargo la perspectiva que un autor no creyente proyecta sobre Jesús de Nazareth puede ayudar a los cristianos adultos a depurar su fe de los excesos pedagógicos o teológicos de la cultura judeocristiana.

¿Por qué “según Jesucristo”?

          Durante toda la lectura de la obra me hice esta pregunta. Lo de evangelio se entiende porque pretende narrar la vida de Jesús; también porque quiere ser una buena nueva de solidaridad. Pero ¿por qué lo denomina “según Jesucristo”?  Las alteraciones de los datos biográficos, respecto a los otros evangelios, parecen indicar que se trata de un evangelio según Saramago.

        Los últimos capítulos – la conversación con Dios en medio del mar, y la pasión – me sugieren la siguiente interpretación.

        Saramago quiere interpretar la visión que tendría Jesucristo sobre su propia vida; es decir, cómo hubiera escrito Jesucristo su evangelio, si hubiera podido hacerlo después de su muerte.

        Naturalmente sigue siendo la interpretación de Saramago, y por tanto sigue siendo un evangelio – o, si queremos desacralizarlo, una biografía – “según Saramago”.

        Pero el título de “El Evangelio según Saramago” perdería fuerza literaria y, sobre todo, desvirtuaría la convicción del autor de interpretar los sentimientos de Jesús de Nazareth.

        ¿En que me baso para interpretar así el título de la obra?

 

La clave del evangelio según Saramago

        El sentimiento clave en la visión de Saramago, “según mi interpretación”, es el rechazo ético del sufrimiento. Este es su valor supremo.

        El hilo conductor de la primera parte de la obra se basa en los remordimientos de san José, y de Jesús, por no haber tratado de impedir la matanza de los niños inocentes de Belén.

        En la segunda parte, el autor parece olvidar la soltura de su estilo narrativo para dejar constancia, en 10 recargadas páginas, de los sufrimientos que habrían de sobrevenir a mártires y ascetas, presentados por orden alfabético, como consecuencia de la misión asignada a Jesús de Nazareth.

        Ni la matanza de los inocentes ni el sufrimiento de los mártires son culpa de Jesús, pero se produjeron por su causa. Ahora bien, como Saramago ha simpatizado con Jesús, quiere justificarlo interpretando que Jesús se rebeló contra un destino que habría de causar tanto sufrimiento.

        Según Saramago, Jesús no quiso morir como Hijo de Dios, sino como rey de los judíos.

        La conclusión de este peculiar evangelio deja entrever a un Saramago que suplanta a su héroe agonizante en la cruz para corregir sus últimas palabras: “Hombres, perdonandle, porque él (Dios) no sabe lo que hizo”.

 

El Dios de Saramago

        Creo que aquí se encuentra el problema conceptual de este evangelio.

        El sentimiento ético de rechazo del sufrimiento de los inocentes se rebela ante un Dios que permite el mal, e incluso se satisface con el sufrimiento de los inocentes: la sangre y el humo de los sacrificios del templo de Jerusalén, la matanza de los inocentes, la crucifixión de Jesús, los mártires cristianos, las penitencias de los ascetas.

        Saramago comprende que “si existe Dios tendrá que ser un único Señor, pero mejor sería que hubiese dos, así habría un dios para el lobo y otro para la oveja…”

        Ya que no pueden existir dos dioses, toda la culpa del sufrimiento recae sobre el dios único. Jesús, según Saramago, quiere que todos vean “lo bien que se entienden (Dios y el Diablo), y lo parecidos que son”.

        Sin embargo, como para Saramago no está nada claro que exista un Dios, no le importa aventurar la posibilidad de que cada religión tenga sus dioses, y que exista un pacto entre ellos de no invadir los dominios terrestres de cada uno. Quizás algo así como la mitología griega.

        Pero Saramago parece sentir la necesidad de un cierto orden, y busca alguien superior a ese dualismo o multiplicidad de dioses, que explicaría de alguna manera el problema del mal.

        En un punto muerto del diálogo entre Dios, el Diablo, y Jesús, sobre la culpabilidad respecto al origen del mal “de la niebla bajó una voz que dijo: tal vez este Dios, y el que ha de venir, no sean más que heterónimos. De quién, de qué…. de la Persona”. Ni el Diablo, ni Jesús, ni Dios, entendieron el significado de esta voz. Por supuesto, ni  Saramago, que la hizo aparecer.

        Dios muestra ambición de poder; no le importa planificar la muerte de su Hijo para aumentar sus dominios sobre la tierra. Parece ser  peor éticamente que el diablo. Cuando éste, conmovido por los sufrimientos que han de acontecer,  le pide perdón y desea volver al último rincón del cielo, Dios lo rechaza con el sofisma de que “si no existiera el mal tampoco existiría el bien”.

        Pero toda esta “teología” parece ser solamente un desahogo de Saramago contra el único culpable que encuentra  del sufrimiento humano. “Es necesario ser Dios para que le guste tanto la sangre”.

       

¿Quién es el diablo?

        Desde luego no es precisamente “el maligno”.  Tal vez sea solamente la naturaleza, la libertad rebelde, una especie de  Prometeo encadenado.  Fuerza menos poderosa que Dios y en cierto modo subordinada a él, pero con mayor altura moral.

        En este contexto no es de extrañar que Saramago nos induzca a sospechar que Jesús quizás fuera más hijo del diablo que de Dios. “En cuestiones de paternidad nunca se sabe”.

       

Conclusión

          Esta obra es un alegato contra explicaciones que, en vez de combatir el sufrimiento, parecen justificarlo y alentarlo con doctrinas de expiación dolorosa y  de resignación ante la voluntad de Dios.

        En ella  ha proyectado Saramago  su admiración, y sus propias dudas,  sobre el personaje histórico.

        Saramago no ha escrito un evangelio ni una biografía. Ha imaginado su  propia epopeya sobre Jesús de Nazareth.

        Una idea más próxima, también en clave épica, encontramos en otra exhalación  de Saramago: “Dios es el silencio del universo, y el ser humano es el grito que da sentido a ese silencio”

        La teología, por su parte, ha desarrollado un concepto muy antropomórfico de Dios. Ha racionalizado demasiado el misterio, y esto puede  chocar con un sentimiento ético de rechazo del sufrimiento ajeno.

        De Jesús de Nazareth tenemos una imagen clara: su vida. Ésa es también para nosotros la imagen válida de Dios. Aferrarse dogmáticamente a otras explicaciones puede alejarnos más que acercarnos a él.

        Lo malo no es que Saramago no haya comprendido a Dios, porque nadie puede comprenderlo. Lo malo es que lo haya interpretado mal. Pero lo peor es que lo haya interpretado mal por nuestra culpa.

 

JOSÉ LUIS SAMPEDRO:

       Yo no tengo ningún respeto por los teólogos, porque creo que son petrificadores de la espiritualidad. Tengo una enorme admiración y respeto por los místicos. Porque a Dios se le vive; lo que no se puede es explicarlo. Y pretenderlo me parece el colmo de la soberbia , pero vivirlo, el colmo de la sabiduría. Experiencias como las de san Juan de la Cruz, para mí las quisiera…” (Entrevista de Rosa Pereda, El País Babelia, 22-01-2000).

       

13 comentarios

  • José Miguel Lertxundi

    Saramago representa muy bien ese pesimismo que está presente en la literatura portuguesa. Un pesimismo crítico y reivindicativo. Esa visión catastrofista también está en este libro, aunque quizá como el afirmaba, El mundo es el lugar del infierno; millones nacen para sufrir; no les importan nada a nadie. No soy un pesimista, soy un optimista bien informado.

  • José Miguel Lertxundi

    El libro de Saramago busca entender las raíces de la propia civilización, el misterio de sus tradiciones para posteriormente hacerse preguntas. No niega lo espiritual y divino, ni la religiosidad de cada persona, pero se debería leerlo desde una perspectiva  literarias, poéticas y filosóficas. 

  • carmen

    Una Teología Honesta con el amor y la justicia, en práctica, en mistica Y en lógica.Para enmarcar.Tengo la impresión de que hay diálogos en este foro  que se mezclan. La espiritualidad, el  Evangelio, Dios, La psicología…

    Mi tema es siempre el mismo. La iglesia tiene, necesita un cambio urgente. A tiempo real, no a tiempo de la iglesia. A tiempo de reloj, de almanaque.Porque es la clave de todo de lo que aquí se habla. No podemos seguir en Trento. No se puede.Entonces pasamos a que si el evangelio se puede vivir a nivel individual, que si los jóvenes participan mucho en las ONGS, otro gran tema. Que si hay que ser más místico, que si hay que volver al evangelio, que los grandes psicólogos y psiquiatras dicen que…

    Pero yo hablo de iglesia como institución. Es que no puede ser una Teocracia. No puede seguir siendo. Y el Papa, que no sé porqué se le llama Papa, es un monarca absolutísimo. Y le pedimos que cambie todo como si pudiese el pobre señor. A ver. No puede. Porque la nobleza  de la iglesia tiene unos jaleeeeos internos propios de la Edad Media. Y un monarca, por muy absoluto que fuese, ya me dirán si no necesitaba el apoyo de la Nobleza.Es que el problema es del sistema , no es del Papa. Hay que hacer una renovación total, como en la revolución francesa, pero sin Terror. Sin que rueden cabezas. Lo que tiene que rodar son determinados conceptos.

    Y eso necesita de un acuerdo entre todos los teólogos, un concilio teológico.  Al menos eso creo. Un acuerdo de mínimos, apertura a otras formas de entender el catolicismo. Abrirse a otras , y, por supuesto, manteniendo la actual. Abrirse a otras formas no quiere decir eliminar lo que hay, quiere decir aceptar la diferencia.Qué tiene que ver la sociedad de los siglos cuarto , quinto , sexto, séptimo… así hasta llegar al 16? Cómo, por qué nos hemos plantado en el 16 o 17? No tiene sentido ninguno.En Europa sí nos hacemos muchísimas personas infinidad de preguntas. Por favor, ayuden a buscar respuestas. Pero respuestas a los problemas de la sociedad actual . La iglesia es una institución que tiene mucho peso en la sociedad. Recordamos el águila de dos cabezas? Hace falta nombrar partidos políticos?

    Por favor. Una teología Honesta.Lo ha dicho un teólogo. Gracias. 

  • José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

    Todo esto es muy hermoso, pero el paso de “la fe milagro” a “la fe experiencia comunitaria de amor y justicia en seguimiento de Jesús y su mesianismo samaritano”, es muy difícil todavía; la jerarquía católica te margina y “el resto” creyente que permanece -buena parte de él, la más cumplidora- presiona para que no se le diga “la fe” en esos términos.  Hay mucho camino por recorrer juntos con “amor”, sin rompernos en vanguardia y pueblo, pero no es fácil ni en dos mañanas; doy fe, llevo mucho tiempo trabajándolo, y se presta a dejarlo para cada uno, o en “stand by”, dejarlo pasar, pero no es la solución.

    Y sí, admirado José Luis Sampedro, nuestra cultura religiosa debería ser ante todo mística, pero es también “lógica”; es el signo de occidente; y requiere de una teología HONESTA con el amor y la justicia, en práctica, en mística y  en lógica. Como en Jesús y su mesianismo samaritano. Paz y bien.

    • Antonio Duato

      Querido José Ignacio:

      Quiero expresarte mi sintonía contigo en lo que expresas, desde el reltivo silencio sobre el contenido (me ocupo casi solo de las formas dialogales) de los temas de más de fondo que están saliendo en ATRIO. En concreto, sobre la inteligencia profunnda de la fe, en su vivencia personal y su relación con la inteligencia lógica profunda del Cosmos o Universo. Sabes que, cada vez más, al camino de búsqueda seguido desde hace años con ayuda de Marcel Légaut, estoy desde 2019 siguiendo la búsqueda todavía más oculta del que fué el máximo matemático, lógico y abstracto, del siglo XX, Alexander Grothendieck, muerto ya en este (2014), dejando mucho inédito. Aquí, y en los medios científicos hasta ahora, fue tachado de “loquito”. Pero se está abriendo el interés por su obra matemática y espiritual. Podéis ya seguir el nuevo Instituo-Fundación Grothendieck en https://igrothendieck.org/

      Quien quiera puede ya rastrear textos de y sobre Grothendieck. Pero os aseguro que “estamos trabajando en ello…” y el ofrecimiento de materiales para esa búsqueda conjunta de Légaut y Grothendick no van a faltar en el próximo ATRIO que está renaciendo…

      Buenas vacaciones a José Ignacio y a todos. Aquí no cerramos aunque, a veces, se impongan otras tareas “más importantes”, como la serena reflexión y meditación personal, sin la urgencia de escribir, que es lo que más cuesta, al menos a mí…

  • carmen

    Y, por favor. El pensamiento de Saramago infantil? Por favor…se podrá compartir o no, pero infantil… 

  • carmen

    Es un libro espectacular. Como todo lo que he leído de él. Bueno, no. Más aún. Y señala justo lo que muchas personas piensan pero no lo saben ni expresar. Las páginas que le dedica a los santos son , uf. Y la visión del padre de Jesús, Dios. Es muy difícil escribir como él, pero el sentimiento es muy compartido. Otra cosa, ya digo, es escribir como él.Un señor que ha reflexionado hasta decir basta.Espectacular.

  • Juan A. Vinagre

    Hace ya muchos años leí  “El Evangelio según Jesucristo”. Por una parte en la lectura se advierte lo que destaca Gonzalo, y por otra recuerdo que escribí una nota al pie de página -nota que más bien era una pregunta-: ¿Saramago dice lo que dice porque no acepta -ahora de adulto- el catecismo, muy poco evangélico, que le enseñaron de niño, y por eso interpreta aquella enseñanza-imagen, más bien viejotestamentaria de Dios, demasiado antropomorfizado, con la formación y la mente de un adulto culto y libre, que rechaza esa imagen que le transmitieron de niño, como si esa imagen fuera la definitiva? ¿Las raíces de su crítica se encuentran en esa catequesis infantil, que tanto ha marginado el evangelio y la figura de Dios Padre y del mismo Jesús de Nazarret? ¿Las raíces se encuentran -reitero- en una visión de Dios creada por una catequética viejotestamentaria, demasiado antropomórfica, hoy inaceptable?   (La lectura de ese evangelio me recordó a B. Russel y sus críticas a la religión…)  Me parece que en el fondo ambos reaccionan de modo bastante parecido (no igual). Y de estas reacciones (y abandonos), en parte, somos responsables todos, empezando por la jerarquía que elabora esos catecismos y no da testimonio evangélico ni, en muchos casos, permite que se revise esa catequesis. Catequesis que impartió a los adultos en homilías y sermones… por siglos…

    Otro tema que complica más: El concepto del mal, la causa de ese mal y del sufrimiento como expiación -y su correspondiente espiritualidad penitente- tienen una raíz-explicación bíblica viejotestamentaria, que el mismo Pablo compartía. El pecado original no es cosa ajena al Génesis… Posteriormente siguió esa interpretación S. Agustín, interpretación que pasó a la edad media y a la espiritualidad cristiana hasta no hace mucho…(?) Y es que el mal (realidad que se ha planteado desde muy antiguo en todas las culturas, (no solo en el A. T.) complica mucho la idea-concepto de Dios. Resumiendo mucho, a mí me parece que la mejor respuesta al problema del mal -lo he dicho varias veces- es la que ofrece Torres Queiruga: El amor por lo más humilde, encarnado en materia quebradiza, y que además no permite ver y andar más que a tientas, (de ahí la necesidad inevitable de la fe-confianza-); el amor por lo más humilde -el ser humano- explica mejor el mal y el sufrimiento… El amor, cuando se abaja hasta el extremo, no es capaz-permite el mal, porque al fin ese Amor es capaz de reciclarlo. (Me temo que no resuma bien a Torres Quiruga)Si entendemos a fondo algo de lo que es ser Dios -SER SUPREMO- que es Amor, y somos conscientes de nuestra situación-circunstancia encarnada, muy limitada, creo que es relativamente más fácil comprender que la fe y la confianza es-son inevitables. A Dios no se llega por la vía del raciocinio, aunque ayude, sino por la vía experiencial, por el bautismo del Espíritu del Dios Amor. Y esto requiere humildad. Si buscamos a Dios sin una actitud suficientemente humilde, no sentiremos más que misterio o vacío…  Dios Padre se insinúa a los humildes. La experiencia de Dios, incluso la más sencilla, crea más certeza que cualquier raciocinio.

    ¿A dónde voy con esta reflexión?  A decir que me parece que B. Russel y Saramago -entre otros muchos- se quedaron en sus reflexiones -y en sus críticas- en la etapa del infantilismo religioso, inmaduro, recibido de niños, y no alcanzaron a contemplar la visión evangélica del Dios de Jesús de Nazaret. Un adulto reflexivo y culto -o relativamente culto-, si no madura su visión infantil, la rechazará… ¿Pero es ésta la respuesta correcta o más bien la respuesta es madurar-madurar nuestra fe, la fe recibida?  

    • ana rodrigo

      ¿De verdad crees, Juan A. que el problema de la Iglesia es problema de madurez individual? ¿No crees que la que tiene que “madurar” es la teología en la Iglesia? Piensas que el problema de Saramago o Rusel ocurrió en el pasado, pero ahora ya no es así? ¿Piensas que la religión, la fe, o el evangelio sólo debe ser asequible a personas cultas?  ¿Creer en la asunción de María en cuerpo y alma al cielo no es ficción tal cual? Se me ocurren muchas preguntas más, pero lo dejo aquí.        Aunque te formule estas preguntas a ti personalmente, no quiere decir que tengas que contestármelas. Yo misma me las formulo a mi misma. Perdona, por ser tan directa. Un cordial abrazo

      • Juan A. Vinagre

        Contesto, Ana, y con gusto a tus preguntas. Primero decir que yo no me hago ese tipo de preguntas en este caso de Saramago, Russel  -sin excluir al mismo Feuerbach etc.-. Cuando se habla de la Iglesia y sus problemas, creo que hay que empezar por la Iglesia estructura -que modela demasiado-, por los que la dirigen jerárquicamente -no como un servicio-, por el clero con poder…, con poderes de este mundo. En suma, por la iglesia dirigente infiel al Evangelio, infidelidad que se contagia -y de alguna manera se transmite- a los demás, al pueblo de Dios. ¿Por qué dijo Jesús a Pedro, a todos los Pedros:” Yo he rezado por ti y tú, UNA VEZ CONVERTIDO, fortalece en la fe a tus hermanos?  Mientras Pedro no se convierta al Evangelio, la fe del pueblo -culto o menos culto- se debilitará. Dentro de esas estructuras incluiría las doctrinas no evangélicas que apuntalan esa estructura-sistema sacralizado.  El Problema, pues, no es de hoy, es de siglos… A la cuestión de las “personas cultas”…, solo respondo con las palabras de Jesús: Bendito, Padre, porque has querido que estas cosas las entiendan mejor las personas sencillas…  Otra cosa: La asunción, la inmaculada -vinculada al “pecado original”- para mí son asuntos menores, sin base evangélica. Pero no son estos “dogmas” los que más debilitan la fe de los hermanos, sino las actitudes y doctrinas que compaginan Dios y dinero, Dios y poder, Dios y jerarquías sagradas, Dios y ostentación, Dios y tradición no evangélica, Dios y modelos de conducta farisaicos…  Termino, amiga Ana, no hay nada que perdonar. Otro cordial abrazo.

        NOTA: ¿Alguien puede creer que el pensamiento de Saramago, y tantos otros, es un pensamiento infantil’?  En mi opinión Saramago etc. parten de una formación infantil -transmitida y recibida en la infancia- para plantear un análisis crítico de esa doctina transmitida, con una formación adulta más refinada. Análisis crítico, a mi juicio, no siempre certero.

        • Isidoro García

          Tocáis, Ana y Juan Antonio, un tema que para mí es clave: el de la constatación de que la humanidad, hoy por hoy, (y por mucho tiempo todavía), no es homogénea cultural y religiosamente, ni mucho menos.

          Hay una gran parte analfabeta o mínimamente alfabetizada, otra gran parte alfabetizada, pero muy deficientemente en la cuestiones religiosas, (en parte por falta de interés), y una pequeña minoría de personas, interesadas en el tema, y muy leída y reflexiva.

          Y lógicamente, cada capa humana, asume muy distintamente la revelación escrita.

          Los judíos, ese problema lo resolvieron hace mucho tiempo, (los judíos, en cuestiones religiosas, van siglos por delante de nosotros), con su idea de que la Torá, tiene cuatro niveles de lectura, para cada capa de formación, cada uno válido para su capa. (https://es.chabad.org/library/article_cdo/aid/3675804/jewish/Cmo-se-interpreta-la-Tor.htm). (Lo que no vale es “la fe del carbonero”, en uno que no es carbonero.

           

          Pero la Iglesia, que tiene el mismo problema, no especifica claramente esta solución, solo con un genérico recurso a la libertad de conciencia en la interpretación, (una libertad de conciencia, limitada hasta cierto punto).

          Y encima existe el confusionismo de la famosa frase evangélica citada por Juan Antonio: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla”· San Mateo (11,25-27).

          Esta frase exige una debida interpretación, pues puede parecer que desautoriza a los estudiosos y teólogos, y da vía libre a ocurrencias, y a interpretaciones superficiales.

          Mi interpretación personal de esta frase, está ligada a la dinámica de actuación del “espíritu”-“Espíritu”, en el ser humano.

          En el “espíritu”, no existe una colección de ideas o memes cognitivos, que reflejan la Verdad, que serían malinterpretados por cada uno según su nivel cultural concreto, y muchos ni los entenderíamos.

          Lo que existe en el “espíritu”, es un algoritmo “divino”, que reconduce a cada mente humana a la Verdad, proporcionándola una perspectiva adecuada, para que la mente alcance esa Verdad, con los conocimientos culturales de cada uno. Por eso la Verdad Cósmica está al alcance de todos,… si se escucha al “espíritu”.

          Porque el problema que tienen muchos “sabios”, es que confiados en sus conocimientos culturales alcanzados, y por la “seguridades” de la ideología religiosa que han adoptado, hacen oídos sordos a las intuiciones surgidas del “espíritu”, considerándolas tentaciones demoníacas, contrarias a su fe preadoptada.

           

          Esta explicación tiene apoyos evangélicos. En el Evangelio de Juan (16,13), hay una frase enigmática que dice Jesús: “Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa, PERO NO HABLARÁ POR SU CUENTA, SINO QUE HABLARÁ DE LO QUE OIGA, y os anunciará lo que ha de venir”.

          Y en el Evangelio de Tomás, log. 5: “Dijo Jesús: «Reconoce lo que tienes ante tu vista, (estudia e investiga -mío), y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido, que no llegue a ser manifiesto». Pero hay que estar atentos y escuchar.

          Y seguro que hay muchas mas referencias de Jesús, que ese sí que estaba al cabo de la calle.

        • ana rodrigo

          Gracias, Juan Antonio por tu comentario. Estoy de acuerdo con lo que dices: Pero no son estos “dogmas” los que más debilitan la fe de los hermanos, sino las actitudes y doctrinas que compaginan Dios…..” Esto que dices es, diríamos, el meollo del mensaje y de la praxis de Jesús. Y aquí está la clave, la Iglesia-Institución es, como que ha puesto en segunda o tercera clase las prioridades evangélicas, centrándose en dogmas y ritos estériles, convirtiendo en revelación divina auténticas ficciones y desviando la fe hacia creencias ausentes de lógica y de racionalidad y que no voy a relatarlos aquí por no herir ciertas sensibilidades y que casi son congénitas en nuestra mente y que, cuestionar ciertos dogmas, ummm, como que nos producen incomodidad. Es como lo que decía el protagonista del la novela que cité en otro cometario: ““blasfemar es un privilegio de los hombres, no sirve para mucho, pero en ocasiones, como ésta, no viene mal”

          Creo que la importancia que la Iglesia da a ciertos dogmas, desvía bastante la atención de lo esencial que tú enumeras muy acertadamente. Pero minusvalorar nuestra inteligencia, es algo muy serio. La gente, no quiere ser tratados como tontos con creencias absurdas, y a esto se le añade la incoherencia entre lo que se predica y lo que se hace.

  • ana rodrigo

    Estoy terminando de leer un libro del tan premiado escritor Eduardo Mendoza, titulado El asombroso viaje Pomponio Flato (Seix Barral, 2008) en el que el autor se mete en una ficción, como la de cualquier novelista, en la que el protagonista es un soldado romano al que el azar llevó a Nazaret, donde conoce a Jesús niño (el niño Jesús) y se hacen amigos. En un momento determinado Jesús le pregunta a Pomponio “¿Todo lo que ocurre, ocurre por voluntad de Dios?, a lo que el romano le contesta: “No lo sé, pero si es así, debemos perdonarle, porque Dios o los dioses del Olimpo no conocen el dolor de perder a personas queridas, y, por eso son inferiores a nosotros”. Sigue el diálogo: “blasfemar es un privilegio de los hombres, no sirve para mucho, pero en ocasiones, como ésta, no viene mal”. Aparte de la retranca, la ironía y la sátira que el autor de la ficción le pone en su relato, el contexto del mismo se parece a otras ficciones que han quedado en las religiones, en concreto en la religión católica, nada menos que como dogmas de fe, pero que son tan ficción como las de cualquier novela.

    Pues eso, nadie ha visto a Dios, de Jesús hemos conocido su mensaje sustancial tal como lo captaron sus seguidores y sus seguidoras, y , por otra parte, tan universal, aunque sólo nos lo transmitieran por escrito un grupo de hombres que recogieron la transmisión oral de su entorno. Este dato, además de ser hombres de religión judía, afectó también a la biografía de Jesús, que la hemos normalizado como “nuestra historia sagrada” y, ante la cual, determinadas exégesis que se salgan de la literalidad, se convierte en blasfemia y en anatema. ¿Acaso alguna autoridad eclesiástica se atreve a cuestionar la maternidad de María por obra de un espíritu?¿La virginidad de María antes del parto, en el parto y después del parto? Eso sí, elevando la virginidad de María, la Virgen, a axioma incuestionable, indiscutible, innegable, irrefutable, irrebatible, seguro, probado que ni es falso ni dudoso.

    ¿Qué dicen l@s jóvenes tras su experiencia religiosa en Lisboa? ¿Qué tipo de sociedad acepta esta y otras ficciones de la biografía de Jesús? No digamos sobre los dogmas que se condensan en un Credo irrefutable. No sé, pero hay muchos Saramagos y muchos Eduardos Mendozas, que desde fuera de la Iglesia nos están diciendo “cosas”….