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Nuestro futuro está amenazado

        Un hecho que ha provocado que muchos científicos, especialmente biólogos y astrofísicos, hablen del eventual colapso de la especie humana es el carácter exponencial de la población. La humanidad necesitó un millón de años para llegar en 1850 a mil millones de personas. Los espacios temporales entre un crecimiento y otro son cada vez menores. De 75 años –entre 1850 y 1925– han pasado actualmente a cada 5 años. Se prevé que hacía 2050 habrá diez mil millones de personas. Es el triunfo innegable de nuestra especie.

        Lynn Margulis y Dorian Sagan, en su conocido libro Microcosmos (1990), afirman con datos de los registros fósiles y de la propia biología evolutiva que una de las señales de colapso próximo de una especie es su rápida superpoblación. Eso puede verse con microorganismos colocados en una cápsula de Petri (placas redondas de vidrio con colonias de bacterias y nutrientes). Poco antes de alcanzar los bordes de la placa y agotarse los nutrientes, se multiplican de forma exponencial. Y de repente mueren todas.

        Para la humanidad, comentan ellos, la Tierra puede mostrarse idéntica a una cápsula de Petri. En efecto, ocupamos casi toda la superficie terrestre, dejando apenas el 17% libre, por ser inhóspita, como los desiertos y las altas montañas nevadas o rocosas. Lamentablemente, de homicidas, genocidas y ecocidas nos hemos hecho biocidas.

        El eminente biólogo Edward Wilson atestigua en su sugestivo libro El futuro de la vida (2002, 121): El hombre ha desempeñado hasta hoy el papel de asesino planetario… la ética de conservación, en forma de tabú, totemismo o ciencia, casi siempre llegó demasiado tarde; tal vez tengamos todavía tiempo para actuar.

        Vale la pena citar también dos nombres de ciencia muy respetados: James Lovelock, que elaboró la teoría de la Tierra como Superorganismo vivo, Gaia, con un título fuerte La venganza de Gaia (2006). Él es contundente: hasta el fin de siglo desaparecerá el 80% de la población humana. El 20% restante vivirá en el Ártico y en algunos pocos oasis en otros continentes, donde las temperaturas sean más bajas y haya algunas lluvias. Casi todo el territorio brasilero será demasiado caliente y seco para ser habitado (Veja, Paginas Amarelas del 25 de octubre de 2006).

        El otro notable científico es el astrofísico inglés Martin Rees, que ocupa la cátedra de Newton (Hora final, 2005), y prevé el fin de la especie antes de terminar el siglo XXI. Carl Sagan, ya fallecido, veía en el intento humano de mandar misiones a la Luna y enviar naves espaciales, como el Voyager, más allá del sistema solar una manifestación del inconsciente colectivo que presiente el peligro de nuestra próxima extinción. La voluntad de vivir nos lleva a idear formas de supervivencia más allá de la Tierra.

        El astrofísico Stephen Hawking habla de la posible colonización extrasolar con naves, especie de veleros espaciales, propulsadas por rayos laser que les permitirían una velocidad de treinta mil kilómetros por segundo. Pero para llegar a otros sistemas planetarios tendríamos que recorrer miles y miles de millones de kilómetros de distancia, necesitando años y años de tiempo.

        Sucede que somos prisioneros de la luz, cuya velocidad de trescientos mil kilómetros por segundo es hasta hoy insuperable. Así y todo, para llegar a la estrella más próxima, la Alfa Centauro, necesitaríamos cuarenta y tres años, sin saber todavía cómo frenar esa nave a tan altísima velocidad.

        Naturalmente tenemos que tener paciencia con el ser humano. Él aún no está listo. Tiene mucho que aprender. En relación al tiempo cósmico posee menos de un minuto de vida. Pero con él la evolución dio un salto, de inconsciente se hizo consciente. Y con la consciencia puede decidir qué destino quiere para sí. En esta perspectiva, la situación actual es más un desafío que un desastre inevitable, la travesía hacia un nivel más alto y no fatalmente un hundirse en la autodestrucción. Estaríamos por tanto en un escenario de crisis de paradigma civilizacional y no de tragedia.

        ¿Pero tendremos tiempo para tal aprendizaje? Todo parece indicar que el tiempo del reloj corre en contra nuestra. ¿No estaríamos llegando demasiado tarde habiendo pasado ya el punto de no retorno? Pero como la evolución no es lineal y conoce frecuentes rupturas y saltos hacia arriba como expresión de mayor complejidad, y como existe el carácter indeterminado y fluctuante de todas las energías y de toda la evolución, según la física cuántica de W. Heisenberg y N. Bohr nada impide que ocurra la emergencia de otro nivel de consciencia y de vida humana que salvaguarde la biosfera y el planeta Tierra.

        Esa transmutación sería, según San Agustín en sus Confesiones, fruto de dos grandes fuerzas: un gran amor y un gran dolor. Son el amor y el dolor que tienen el poder de transformarnos por completo. Esta vez cambiaremos por un inmenso amor a la Tierra, nuestra Madre, y por un gran dolor por los sufrimientos que está padeciendo, de los participa toda la humanidad.

*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y ha escrito: Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Nueva Utopía 2011.

        Traducción de María José Gavito Milano

7 comentarios

  • carmen

    Ay, Santiago. Yo me troncho.El nombre de la diosa de la justicia egipcia es Maat. Ja ja jaaaaaaaaaaaa. El nombre que he puesto me ha salido en el corrector y ,zas, pues es una página de citas por internet.Aaaaaaaaaaaayyyyyy, aaaaaaaaaaaayyyyyy.Sooooooorrryyyyy.Es que no sé cómo, conociéndome me atrevo a dar un solo nombre.Qué riiiiiiiiiiisa.Por favor, Antonio, pública esto.c

  • carmen

    Ay, querido Santiago.

    Qué es la realidad? Vale, usted esté seguro de la trascendencia. Me alegro por usted. Por todos los que tienen esa certeza. No la tengo. A veces creo que algo me protege y mi madre murió a los cinco días de enterarme que estaba embarazada de mi primer hijo, 1980. No podía dejar a su hija pequeña Sola. O quizás no es cierto.Una vez, una amiga monja me dijo que esa certeza que tenía de que mi madre me protegía desde hacía años, era una experiencia de Dios. Pues bueno. Le digo yo que Dios nada tiene que ver en esto. Es algo entre mi madre y yo. Me tuvo a los casi 47 años. Y se quedó unos años conmigo.

    Usted cree unas cosas. El resto de la humanidad también creemos en cosas. Todos. De verdad si no creo en el Dios de Jesús voy a ser una persona materialista sindios que voy camino a la perdición? Está usted seguro?

    Si lo mejor que tiene mi Jesús imaginario es su posición ante la injusticia. Por ello es un personaje universal. Los cristianos, también lo creen dios. Pero no es exclusivo de nadie. Su pensamiento es patrimonio de la humanidad. Humanidad. De los seres humanos, como mi personica.Ya lo creo que es pesimismo. Pero con mi cabeza no van a poder. No necesito un Salvador que venga a poner orden. Lo siento. No lo necesito. He leído cosas de historia.

    En España nos estamos jugando mucho en estas elecciones. El otro día le dije a un amigo, lo que está en juego es la magia de la vida.Pero, sabe? Luego pensé. Y cuanto duró el fascismo en Europa? Y empecé a pensar hacia atrás. Creo que empezó con Mussolini en la década de los veinte. Pero, con todos mis respetos, era un problema, digamos local en Europa, porque Italia, a ver … Y mucha, mucha demagogia. Pío once anduvo listo. Vale, quédate con Roma entera, con Italia si quieres, pero dame un estado pequeñico al margen del mundo. Y te prometo silencio. En Alemania Hitler. Uf . Creo recordar que ganó las elecciones en el 33. Aprendió de Mussolini y creyó que podía conquistar el mundo.

    Pues en el 45 se suicidó. Creo que son doce años. Devastó Europa. Es cierto. Pero Europa resurgió. Quiero decirle con esto que, aunque en Europa haya un resurgimiento del fascismo y en mi país también y en Murcia, o sea, es innegable, no me voy a asustar. Porque lo que no se puede es poner puertas al campo. Y es un movimiento que volverá a caer. Cuándo? No lo sé, todavía tiene que asentarse. Sé que la muerte me acogerá en un momento histórico que posiblemente deteste. Pero la historia no empezó conmigo ni acabará conmigo. Seguirá. Y sé que la generación de mis nietos reaccionará. Porque mal que le pese a algunos, la especie humana avanza. Precisamente por personajes como mi Jesús imaginario y como mil más . Y porque una vez descubierta la libertad no hay marcha atrás. No. No la hay . Parones? Todos. Retrocesos? Algunos. Pero la libertad volverá.Eso es no tener esperanza? No. No necesito un Salvador. Somos nosotros los que nos tenemos que salvar. Y una vez que mi vida acabe, pues no sé. Espero que mi corazón no pese más que la pluma de Meetic. Si es que esa diosa se llamaba así. Tengo una cabeza para los nombres…

    Un abrazo.

  • Santiago

    No se trata de pesimismo sino de realismo…

    Y si no confiamos en la trascendencia sólo nos queda un materialismo dialéctico que conduce rápidamente al aumento de la entropía universal que es lo que estamos viviendo. La esperanza no ha de ser efímera sino permanente y satisfactoria a nuestros deseos infinitos.

    Un saludo cordial
    Santiago Hermández

  • carmen

    Anda Santiago que no es usted exagerado… ufffffffff.

    Que sí, que sí… que la moral cristiana en teoría es maravillosa. No puede ser de otra manera, su fundador, mi Jesús imaginario, además de judío era un señor que creía, estaba convencido de que la salida a la opresión estaba en lo que hoy llamamos derechos humanos. Después las cosas se trastocaron un pelín.

    Pero decir que la especie humana por sí misma está condenada al fracaso, a la autodestrucción si no se pone en manos de Dios… Pues no sé yo exactamente qué quiere decir. En qué Dios? En el suyo o en el mío? Porque no tenemos el mismo. Pues eso elévelo a la enésima potencia. A ver si la solución va a estar en formar una asociación de dioses y dejar que ellos hablen.

    Mire, no le haga caso al señor este que escribe continuamente sobre el fin del mundo. No es un profeta. Lleva unos años que le ha dado por ahí. Punto.

    Acuérdese de la literatura apocalíptica de hace dos mil años. Y aquí seguimos.

    Tenga fe en la vida. Tenga fe en su especie. Siga la ética y las creencias del catolicismo. Con eso es suficiente. Y otras personas de otras culturas que hagan igual con sus religiones. Si no son satánicas, en el fondo todas dicen lo mismo. La nuestra original, original, pues no es. Tenemos unas raíces egipcias superbonitas. Ellos también andaban preocupados por la vida después de la muerte, el libro de los muertos es superinteresante y el juicio final de la balanza con la pluma y el escarabajo que representa el corazón, no puede ser más precioso. Pero de ahí a desear que la humanidad enterita se convierta en una teocracia… jolín, Santiago. Bastante tenemos con el vaticano.

    Usted sea bueno. Los demás también intentamos serlo.
    Un abrazo.

  • Santiago

    El problema es fundamentalmente ético-moral “desde el principio” porque no somos seres irracionales sino con “conciencia moral” capaz de amor y sacrificio en busca de un bien mayor. Los espacios físicos de nuestro planeta pueden albergar muchos más millones si podemos y nos damos a la tarea de construir y no destruir nuestro entorno, cuidándolo adecuadamente para que siga produciendo y dejando atrás la violencia y el crimen contra nuestra misma humanidad, dándonos a la tarea de amor a todos y a todo.

    Pero NO vamos a cambiar básicamente nuestro destino porque no podemos vencer las distancias cósmicas y estamos muy limitados por nuestra propia incapacidad biológica.
    Y por nuestra rebeldía y tendencia al mal.

    Por tanto, sin ayuda,  sin aceptar la gracia por la que vinimos a existir y rechazando todo lo que está por encima de nosotros, que es extra-natural,  jamás podremos obtener la felicidad ansiada, permanente e infinita que buscamos incesantemente en este mundo, deseo realista, universal e íntimo de todo lo que constituye nuestro ser.Por eso, tenemos que aceptar nuestra temporalidad de aquí abajo y la de la Tierra, que es solamente un cobijo breve de nuestro tránsito hacia la realidad verdadera trascendente  ya que este mundo no sólo está pasando ahora,  sino que pasará totalmente. Es la imagen del Padre, (no la de la Tierra) lo que permanecerá puesto que fuimos creados en y por Su misma esencia, y es a esa vida trascendente a la que nos dirigimos vertiginosamente.

    Saludos cordiales
    Santiago Hernàndez 

  • Juan A. Vinagre

    Este tema que nos propone L. Boff tiene mucha envergadura y mucha complejidad…  Este tema demanda mucha atención y responsabilidad, individual y colectiva. No podemos pasar de largo ante él, porque nos va la vida, y requiere mucho sentido-conciencia ética. Una ética con una jerarquía de valores bien definidos, de modo que se considere acción ética la que respete fielmente esa jerarquía de valores.El tema es muy espinoso, porque consensuar esa jerarquía no resulta fácil….. ¿A dónde voy con este “preámbulo”?  Pues a que si, como población, seguimos creciendo a la velocidad actual -cada vez más acelerada-, y si al mismo tiempo se van ampliando los desiertos…  y no se reduce ese consumismo sin control, que nos lleve a optar por una vida moderada, puede que la hermana tierra no sea capaz de alimentar-albergar a tantos…,  y entonces luchemos entre nosotros por sobrevivir…

    Pues bien, en este caso,  o recurrimos a la ciencia a fin de que, por una parte, nos ayude a producir suficientes alimentos “procesados”…, y por otra a que la ciencia nos enseñe a controlar mejor nuestra poco consciente demencia contaminante y/o  a que seamos capaces de controlar el clima -temperatura, lluvia, vientos y tempestades…- (lo que hoy es un sueño, a mi juicio no imposible), una catástrofe  dramático-trágica puede sobrevenir…   En este caso, debemos pensar más y mejor en el futuro, en nuestro futuro, y no quedarnos impasibles explotando en el presente inmediato…  Es una responsabilidad moral dejar a nuestros nietos una tierra mejor y no una peor, por nuestros desmanes…

    Y es aquí donde se plantea con crudeza el problema de los valores consensuados y bien jerarquizados. Más en concreto: El control preventivo de la natalidad (no hablo del aborto) o se facilita y extiende a toda la población humana -sin coste para nadie- o no habrá manera humana de controlar la sobrepoblación.  El control preventivo de la natalidad, en mi opinión es hoy un deber, un deber ético. Pensar de otra manera ¿es realista, es en el fondo ético?  ¿No hay realidades -y “valores”- en la vida, que necesitamos repensar? ¿El sexo debe ocupar el lugar de los primeros valores o, aún siendo importante, debe ocupar lugares de segundo o tercer orden?Estas preguntas llevan a replantear ciertos principios de la moral tradicional, y por supuesto, a “desacralizar” el sexo…  Y al decir “desacralizar” el sexo no quiero decir vulgarizarlo ni utilizarlo como un grato pasatiempo, frívolo. Aunque no sea un valor de primer orden, el sexo, en mi opinión, es importante, y no debe frivolizarse, como si se tratase de un buen vino a disfrutar. El sexo es importante porque en él va -debe ir- una parte muy importante de nosotros mismos. El sexo humano debe concebirse como una consecuencia del amor. Debe servir para unir, para estrechar lazos personales… (Uno de los momentos en que más se evidencia la madurez-inmadurez humana es en el uso del sexo)   Por eso digo que no debe frivolizarse. Como no deben frivolizarse las consecuencias…: un bebé que sufra las consecuencias de nuestra frivolidad… o de la falta de control razonable y responsable de la natalidad. Un hijo, una hija son algo sagrado… Traerlo a esta vida requiere alta responsabilidad. No me parece moral ni responsable traer los que la naturaleza decida…, si no se está en condiciones de sostenerlos y educarlos bien. Por otra parte, no es realista pedir “continencia” con tu amor al lado. Pedir esa continencia es cargar con pesos que un célibe con vocación no tiene o tiene menos, pues “no se quema”…  Esto me lo han hecho ver con más claridad los años…  (Sé que el tema requiere mucho matiz, pero permitid que solo lo esboce.)   

    • Antonio Llaguno

      Por supuesto que es un tema importante.

      Por eso cuando alguien tan inteligente y capaz como Boff lo afronta con ese pastiche de lugares comunes y tópicos de salón (Sin que falte el recurso a la “fisca” cuántica, aunque no venga a cuento y que siempre aporta un nivel de cultureta significativo) me cabrea. De hecho, no iba a comentar, pero ya sabéis que me puede la bocaza y al final me animo.

      El futuro del planeta no está en entredicho. Es más toda persona con un poco de conocimiento científico sabe cual es el futuro de nuestro planeta. En unos 5.000 millones de años (Aprox. lo que lleva nuestro sol de existencia), las capas externas de nuestro sol habrán crecido hasta alcanzar la órbita de marte mientras su núcleo se habrá reducido considerablemente convirtiéndose en una gigante roja cuyo final será o bien una enana blanca o bien, más probablemente, una nebulosa planetaria de gas y polvo.

      Lo que peligra es el futuro próximo de nuestra especie.

      Tampoco despareceremos de golpe y porrazo como los dinosaurios a menos que se produzca un cataclismo similar. Ni siquiera una guerra nucleara acabará con la especia. Seguirá habiendo humanos por aquí.

      Pero la Humanidad habrá retrocedido miles de años en comodidad, nivel de vida y bienestar.

      Esa es la cuestión, como mantener los niveles de bienestar que el planeta puede tolerar. Conservar la naturaleza por conservarla no tiene interés. Hay que conservarla porque nos va a permitir conservar nuestro nivel de vida.

      Y tampoco vale eso que vemos en algunos ecologistas radicales de “Volvamos a vivir como en la edad media”, no.

      El reto es conservar el planeta manteniendo o aumentando los niveles de bienestar lo que implica repartir mucho mejor la riqueza, teniendo en cuenta que lo que hoy llamamos riqueza es muy cambiante y que hoy es el petróleo pero mañana puede ser el agua o el alimento.

      Es nuestra responsabilidad que nuestros hijos y nietos reciban un planeta habitable y hay que tratar de darles en herencia eso, pero no lo conseguiremos más que si hacemos caso a los expertos y a unos expertos desprovistos de los dos condicionante más peligrosos: la ideología y el interés.

      Solo así es posible, pero lo es.