En recuerdo de Mariano Gamo, clérigo defensor de las libertades y derechos ciudadanos, a quien conocimos mi mujer y yo en aquellos años de la dictadura franquista y visitábamos en la “cárcel” del monasterio de El Paular
De momento los obispos españoles, cuando escribo estas líneas, están callados ante las próximas elecciones del 23 de julio. Lo tienen un poco crudo, pues el PP por medio de su candidato a la presidencia del Gobierno, Núñez Feijóo, ha defendido la ley del aborto. Ya sólo queda Vox como partido contrario a dicha ley. Pero su silencio es más llamativo es más llamativo en cuanto a los pactos en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas entre el PP y Vox, quienes ya están tomando medidas, subida de sueldo incluida, frontales y opuestas a los derechos ciudadanos.
El silencio de los obispos es la tónica generalizada ante esta merma de derechos civiles propuesta por PP y Vox, y ya realizada en algunos lugares, cuando han hablado largo y tendido contra el gobierno social-comunista de Pedro Sánchez. Baste recordar al arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en su “carta semanal”, en el 2019, considera que en el preacuerdo de Gobierno “entre socialistas y socialcomunistas” se atisba un cambio cultural y la imposición de un pensamiento único. También señala que ha causado “conmoción”, que quebrará más la sociedad y asegura que “nos encontramos ante una grave emergencia, la emergencia de España” que necesita una “sanación urgente”. Palabras que han sido confirmadas por la CEE en su Fieles al envío misionero, línea de acción para los cuatro próximos cursos pastorales (2021-2025), cuando dice que la puesta en cuestión de la Constitución, la monarquía, el poder judicial, junto a las fuertes tensiones independentistas en medio de una inédita crisis económica, llenan de preocupación e incertidumbre a la sociedad española
La ideología fascista de PP y Vox es evidente por cuanto implica recortes en los derechos civiles de los ciudadanos, conseguido no tan fácilmente después de una dictadura prolongada y una democracia con sus altibajos. Testigo de ello y protagonista relevante, entre otros muchos, ha sido el clérigo Mariano Gamo, fallecido el pasado día 5. Repasemos algunos espacios donde la ideología fascista de estos partidos que gobiernan en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos (esperemos que no sea también el gobierno de España el próximo día 23) y que los obispos españoles de algún modo han hecho suya.
- Ginefobia. La política ideológica del PP y Vox de rechazo de la violencia de género y cambiarla por la violencia intrafamiliar implica desvirtuar el feminismo como el derecho de igualdad entre el hombre y la mujer y una marginación profunda del rol de la mujer en la sociedad; o lo que es lo mismo, reforzar el patriarcado tanto en la familia como en la sociedad. Es cierto que el PP tiene cierta visualización de la mujer en puestos políticos, pero es más escaparate que convencimiento. De nuevo, la meta es que la mujer vuelva a sus tareas domésticas y que el protagonismo social, político, científico… sea exclusivo del varón. ¿Dónde están los derechos civiles conquistados por las mujeres? Habrá que recordar lo que decía F. Nietzsche: “la mujer es el refugio del guerrero”
En la Iglesia los derechos de la mujer están aparcados desde tiempos remotos; ni se habla de ellos por parte de la jerarquía eclesiástica. Y lo más llamativo es que a la mujer se la ha demonizado, puesto que el pecado vino al mundo por ella. “¡Ah!, yo no tengo la culpa, dijo Adán, es la mujer la que me ha dado la manzana”. El papa Francisco ha iniciado un proceso para que el rol de la mujer en la Iglesia sea paritario, porque también es una bautizada como el varón, pero el camino es largo y el vehículo para caminar es un burro, no una moto. Ahí están las palabras de Juan Pablo II en la Ordenatio sacerdotalis: “La Iglesia no tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”. A este respecto se podrían hacer muchas preguntas simples, como ¿cuántas mujeres están al frente de un departamento en una curia diocesana española?; ¿cuántas son responsables de los diferentes equipos pastorales diocesanos o de las diferentes vicarías? Creo que con los dedos de una mano tendríamos suficientes.
- Homofobia. En este espacio los obispos españoles se mueven como pez en el agua. Para ellos la homosexualidad, el lesbianismo, etc son perversiones sexuales y antinaturales, que tienen un tratamiento adecuado para volver a lo correctamente natural. En algunas diócesis españolas se programan talleres para “curar” estas perversiones sexuales. La homosexualidad va contra la ley natural; éste es el hilo conductor del argumentario episcopal. Habría que preguntar: ¿quién determina el contenido de la ley natural?
En lo político el rechazo del PP y de Vox a homosexuales, lesbianas, trans, es evidente, máxime en estos días de campaña electoral y de gobiernos autonómicos y municipales, incluidas algunas violencias físicas. Es curioso que el PP, que votó en contra de la ley de matrimonios homosexuales de Rodríguez Zapatero, aceptó la realidad del contenido de la ley, visualizándola con matrimonios homosexuales de algunos de sus militantes más destacados. Una cosa es predicar y otra es dar trigo.
- Aporofobia. Para el PP y Vox los pobres no existen. Más de una vez se ha escenificado en sede parlamentaria o ante las cámaras de televisión el gesto obsceno de algunos políticos del PP y de Vox de buscar a su alrededor a algún pobre, aunque, por otra parte, los migrantes, los menas… son los culpables de lo malo que ocurre en España y por eso los rechazan frontalmente.
Los obispos españoles no están lejanos de esta postura de aporofobia, como lo expresó el Secretario de la CEE, Luis Argüello, cuando el gobierno de coalición iba a aprobar el salario mínimo vital: “La necesidad perentoria de una renta básica en este momento no debería ser una coartada para una especie de subsidio permanente que retirase del horizonte de las personas -antes hablaba de los jóvenes- el poder ejercer un trabajo, el desarrollar tus capacidades, el poner en juego lo que el trabajo significa de relación con otros, que hiciera desaparecer esto del horizonte de porcentajes grandes de la población”.
- Democrafobia. Este neologismo viene a resumir los anteriores. Rechazo a la democracia y a todo lo que sea conseguir nuevos derechos civiles. El PP y Vox ya lo han puesto en práctica en algunas Comunidades y Ayuntamiento y es el objetivo de las nuevas elecciones generales. En la Iglesia la democracia ni está ni se la espera, para eso Pablo en su carta a los efesios (Ef. 2,20) decía, según la exégesis clerical, que la Iglesia se fundamenta en los apóstoles (y no había mujeres entre ellos); pero esta exégesis se calla que Pablo habla de que la Iglesia se fundamenta en los apóstoles y en los profetas, por lo tanto, también hay que incluir a las mujeres y a los laicos en general.
El 42 Congreso de Teología del próximo septiembre abordará el tema de la democracia y el cristianismo; sin duda, un tema de mucha actualidad tanto en el terreno político como, sobre todo, en el eclesial. Aprovecho el momento para invitaros a participar en dicho Congreso, cuyo desarrollo será vía telemática. Como he dicho antes, en la Iglesia la democracia ni está ni se la espera. Los bautizados no podemos aparcar este asunto y que otros lo resuelvan, porque los clérigos, varones del ministerio ordenado, no están por la labor. Ahí está el Syllabus de Pío IX que condena severamente algunos fundamentos básicos de la democracia: la libertad de opinión, de expresión y de prensa, la libertad de conciencia y de culto, la separación de la Iglesia y del Estado; y la Vehementer Nos de Pío X donde la Iglesia jerárquica es la autoridad competente en todo y a los feligreses, los laicos, sólo les queda obedecer.
La llegada de la democracia en la Iglesia no puede esperar más, porque la Iglesia es el Pueblo de Dios, integrado por hombres y mujeres bautizados. También no puede esperar más a que haya una “metanoia”, un cambio profundo en los obispos españoles para abandonar la ginefobia, la homofobia, la aporofobia, ideología más bien de una política fascista que no del Evangelio.
¡Pero vamos a ver Antonio, lo tuyo es más prevención que otra cosa! Te has sentido juzgado y usas todo aquello que te viene en mano para reconducir la situación a tu manera. Ahora hasta sacas a colación el tan olvidado “procés” acaso pienses pueda servirte para tal fin. No obstante, creo que estás confundido. Con todo déjame decirte una cosa, no es lo mismo un nacionalismo surgido por pelear por un ideal que un nacionalismo que a lo que se aviene es a preservar pacíficamente con determinación y libertad todo su bagaje cultural e histórico. Y no te quepa la menor duda que este no tiene nada de excluyente.Por mi parte le dejo aquí.
La Alianza Popular que entonces dirigía Manuel Fraga se dividió en tres bloques:8 votaron a favor?, 5 en contra y tres se abstuvieron……¿A qué viene el furor constitucionalista?.¡¡¡¡¡¡¡
Es que yo no voto a Alianza Popular sino al Partido Popular.
Fraga, Areilza, Osorio y demás ya murieron.
La Constitución la votaron los españoles no los políticos. El furor constitucionalista es el de los españoles. Lo que votara Alianza Popular me trae sin cuidado, en mis primeras elecciones vote CDS no AP.
Lo suyo es demagogia y de la barata, típica de quien llama fascista al que discrepa porque no tiene argumentos.
Le recomiendo que si pretende argumentar emplee argumentos sólidos y no comentarios que no tienen nada que ver.
Ha conseguido cabrearme. Nunca me dieron juna respuesta menos inteligente.
No puedo entender que se considere fascista a quien piensa de otro modo. Una vez leído los comentarios, no he sido capáz de encontrar que algún comentarista llame fascista a quien piensa diferente a él. La definición de fascista o comunista está muy clara desde hace tiempo. Ambos conceptos son totalitarios, aunque opuestos en sus teorías. Cada uno está en su derecho de seguir la ideología más adaptada a su pensamiento. Pero los errores existen. Y yo considero un error grave ser seguidor del fascismo, porque es un pensamiento político antidemocrático y antisocial que desprecia absolutamente a la clase baja de la sociedad y favorece todo lo posible a la clase alta de la misma, aunque sea en perjuicio de los más necesitados. Negar que esto es así es cerrar los ojos a la realidad. Está claro que no se debe considerar fascista por pensar diferente. Es muy sencillo descubrir las características del fascismo. No quiere un sistema democrático pleno. El fascista quiere tener todo el poder exclusivamente en sus manos. No quiere elecciones, pero las acepta para imponer su voluntad y, si puede, eliminarlas.
Yo también considero un error grave seguidor del fascismo.
Por eso no tengo ningún problema en votar al PP ni lo considero un error.
Agradezco las intervenciones plurales de los atrieros. Mi respuesta es generalizada (lo lamento Mariano); me gusta que mis reflexiones estén a la intemperie abiertas a las opiniones de los demás. Ya sé que la verdad es poliédrica, como decía Ortega y Gasset, pero los hechos están ahí, como bien dice María Luisa. No he querido demonizar a nadie; la libertad de expresión es fundamental. Uno tiene que asumir sus creencias tanto religiosas como políticas. Si un partido político (o la Iglesia jerárquica) elimina derechos civiles (voto femenino, educación y sanidad públicas, libertad sexual, libertad de expresión…), tiene ideología fascista; por el contrario, si elimina todas las libertades y todo lo que sea privado, entonces diríamos que tiene ideología comunista. La verdad no es tuya ni mía; hay que buscarla juntos, como decía Machado. Reitero mi agradecimientoPD. En mi artículo hice referencia al 42 Congreso de Teología. Para más información aquí tenéis el enlace http://www.congresodeteologia.info
Muchas gracias Antonio Gil de Zúñiga por esta reflexión y considero que es de lamentar que no lleguemos a erradicar totalmente las interpelaciones y argumentos “ad hominem” en lugar de razonar con respeto y con argumentos.
¡Seamos serios! En el escrito el autor no llama a nadie fascista, otra cosa es que aluda, sí, a políticas, a ideologías fascistas susceptibles de ser defendidas personalmente o institucionalmente, como de hecho sucede. Son ya más de dos décadas que se viene hablando del sentido democrático que la iglesia debería ostentar y, sin embargo, a lo largo de tanto tiempo no ha habido ningún cambio en ella que lo acredite. A finales del siglo pasado tal empresa se materializó en forma de congresos anuales. Por ejemplo, en Barcelona el llamado “Cristianismo del siglo XXI” en los que en algunos participó el profesor J.J.
Tamayo a quien allí conocí y también a Fransesc Torralba conocido filosofo catalán entre otros. Sin embargo, no percibo a esas alturas después de tantos años ninguna transformación en el seno de la iglesia, ninguna. Tanto la Iglesia como el Estado- nación, se refugian en la “indivisibilidad”. En consecuencia, pues, lejos de ser las coordenadas en virtud de la cuales pudieran en este sentido estructurarlas realmente tanto a una como a la otra, confiriéndoles consistencia, entonces, en contra, todo recae en la famosa piedra angular. Esa piedra que rige el edificio entero, de manera que si se llegase a tocar todo el tinglado se vendría abajo
” La ideología fascista de PP y Vox es evidente ”
Si esto no es llamar fascista a quienes no pensamos como él, dime tú que significa, Maria Luisa.
Si te gusta más corrijo mi frase: “A mi quienes denominan fascista a las ideologías diferentes a las suyas no me interesan. Desconecto inmediatamente de lo que dicen”
Con esta frase: ”La ideología fascista de PP y Vox es evidente” el autor no juzga a nadie. Constata un hecho en torno al cual gira toda su argumentación aportando razones que la caracterizan como tal ideología, pero en absoluto llama fascista a nadie en particular. Y menos todavía da pie a afirmar como tú lo haces, que quienes no piensen igual que él pueda atribuírseles el calificativo de fascista. Me sorprende de ti, amigo, esta banalización que haces del concepto.
Pero es que, María Luisa, la ideología del PP, si es que eso existiera que está por ver, no es fascista. Y eso es objetivo.
Puede ser liberal, incluso ultra liberal en el caso de una parte del PP, pero no es fascista. Tu te sentirías aludida si yo dijera que la ideología que subyace en el “proces” catalán es fascista, y tendrías derecho, porque no es verdad. Pues pasa lo mismo.
El que tú no estás de acuerdo con la ideología del PP no les convierte en fascistas.
Fascismo, si obviamos la definición referente al fascismo histórico italiano, que no viene al caso, tiene como definición según la RAE: “Actitud autoritaria y antidemocrática que socialmente se considera relacionada con el fascismo.”
Y el PP ni es antidemocrático ni es totalitario, y eso no es una opinión, son hechos objetivos. Están regulados por una constitución democrática aceptada por el 90% de los españoles que decidieron ir a votar en su día (Y que si no te gusta, tienes mecanismos para cambiar) y que , en tu tierra alcanzo una mayoría amplia y está sometido a las leyes emanadas de un parlamento elegido por sufragio universal.
Luego NO SON FASCISTAS, NI SU IDEOLOGÍA ES FASCISTA.
¿Son nacionalistas españoles ? Probablemente sí. Igual que los tuyos son nacionalistas catalanes ¿Acaso ahora resulta que hay nacionalismos buenos y malos? Ningún nacionalismo excluyente es bueno, María Luisa. Tampoco el tuyo. Hoy viajo a tu tierra, a hacer un negocio importante en Cataluña y ¿Sabes qué? Yo se que quien allí me espera, no piensa como yo y el sabe que no pienso como él; pero no vamos a insultarnos. Como decís allí “El negoci es el negoci”
Y sí. Sí está juzgando. Está juzgando a quienes votamos, libre. democrática, responsable, y pacíficamente a una opción política y dice que tenemos ideas fascistas. Esa frase es anti democrática, injusta, mentira y además un prejuicio más grande que los kilos que perdí.
No es propio de un “Lugar de encuentro” que en el momento en que alguien discrepe se le espete “fascista” (Yo podría hacer lo mismo buscando otros calificativos peyorativos y estaríamos como en el chiste del cura pendenciero. Si no te lo sabes me lo dices y te lo cuento) y se quede uno tan a gusto. Yo votaré al PP y el que determinadas personas me digan que es un voto fascista, lo único que hace es animarme a votar con mayor convicción. Y llamarme, a mi o a mi voto, fascista os califica mucho más a vosotros que a mi.
Yo tengo que reconocer que en el momento que alguien llama fascista a otro por pensar diferente a él, desconecto inmediatamente. Simplemente no me interesa el resto.
De las urnas saldrán los gobernantes para los próximos cuatro años, y quienes hacen posible esto, somos cada ciudadano y cada ciudadana que echamos nuestro voto en las urnas.
Hasta aquí, bien, pero de las urnas salió Hitler. Por tanto nuestra obligación es ir a las raíces de lo más humano, sus derechos aceptados mundialmente en la Declaración de lo DDHH, así como en la Constitución. ¿Que a esto lo llaman ideologías políticas? Allá cada cual.
EL PP ha negado muchos derechos cuando han estado en la oposición, pero después las han aceptado según sus necesidades. El señor Álvarez Cascos hasta escribió un libro contra el divorcio y creo que lleva ya tres divorcios; lo mismo podíamos decir del matrimonio homosexual, del aborto o de la eutanasia. Por tanto, cuando ha gobernado, ha mantenido estas leyes, en concreto y otras. El mismo Abascal está divorciado y vuelto a casar.
El problema que tiene el PP en estas elecciones es que, para gobernar tiene que aceptar leyes contrarias a los derechos humanos y de dudosa constitucionalidad, como son (Art. 14 de las constitución) la Igualdad de las mujeres y de los hombres, el respeto profundo a l@s inmigrantes, el respeto igual de profundo a l colectivo LGTBIQ, el respeto a la Naturaleza, y hasta van a quitar los defensores del pueblo o las agencias meteorológicas (con la falta que le hace a los campesinos o a otras empresas turísticas conocer el tiempo que va a hacer) (número 174 de su programa).
Creo que si le quitamos la tan manoseada palabra “política” y pensásemos a las personas a las que perjudican, quizá veríamos las cosas no tan a la ligera.
Por lo demás, estoy de acuerdo con todo lo que dice Antonio Gil.
Nota. No temáis, quienes así lo hacen, tanto al comunismo, porque el único alcalde comunista de España es el de Zamora que ha renovado por tercera vez su mandato en una tierra, la mía, tradicionalmente conservadora, y lo está haciendo muy bien.
Sr. Gil de Zúñiga, veo que con su artículo se ha quedado a gusto y no por falta de argumentos porque todavía podría haber añadido unos cuantos más, aunque no compartidos por muchos a la la vista de las actuales estadísticas y de los últimos comicios, por lo que ante esta situación me gustaría saber su propuesta si los fachas, como usted dice, del PP y VOX ganasen las elecciones. ¿Sería usted acaso partidario de ese eslogan muy oído de, “arderéis como en el treinta y seis”, o de otros igualmente parecidos o qué propondría?. No es mi intención soliviantarle ni llevarle la contraria, solo lo hago por curiosidad y también para quedarme tranquilo por si decidiese votar a PP y/o VOX. Porque supongo que usted es por encima de todo un demócrata de los pies a la cabeza.
Todo esto se lo digo Sr. Gil de Zúñiga sinceramente sin acritud, pues por la sinceridad con que se expresa en este artículo ya se merece todos mis respetos. Estoy seguro que muchos de un extremo político u otro adolecen de su sincero atrevimiento a mostrar en público y sin tapujos sus sentimientos en forma de razonamientos.
Mis más cordiales saludos, pues usted para mí como persona, está mas allá de sus ideologías y de las mías. Espero su sincera respuesta.
Por palabras gruesas que no falte. El PP es fascista y punto. Vox es fascista y punto. Recortan los derechos. No dice qué derechos han recortado, ni qué derechos se proponen recortar. Uno no sabe si está leyendo un panfleto o un conjunto de exabruptos, que viene a ser lo mismo. Es fascista el PP porque es contrario a las mujeres. No importa que la primera presidenta de las Cortes fuera del PP. Es contraria a las mujeres y punto. No importa que fuera una mujer la primera Defensora del Pueblo. Es contrario a la mujer y punto. Lo fetén es la ley del sí es sí, considerada en un principio por Sánchez como la luz que habrá de alumbrar a las legislaciones europeas.Dígase lo propio de las otras fobias. Son fascistas y punto. Pero no me siento a gusto defendiendo ningún partido. Me duele el ataque gratuito a los representantes de la Iglesia. Es expresión cínica atribuirle, por decir una, odio a los pobres, porque los que se predica del PP y de Vox, como si fueran lo mismo, se predica de la Iglesia. No sé si Adela Cortina pensó en el éxito que tendría su neologismo cuando publicó el libro. Caritas, sabido es, es un modelo de aporofobia. Ha aumentado exponencialmente el número de pobres en estos últimos años. O como se dice de manera eufemística, en situación de vulnerabilidad. La culpa es de los obispos, del PP y de Vox, que son partidarios de la pobreza de la gente.
He expuesto con detalle hasta que punto veo yo el gobierno social-comunista gobernante, unidos en la cogobernanza por proetarras, sediciosos y partidarios de la balcanización de España. Con datos sobre la mesa, o negro sobre blanco. Con gravísimo daño, mortal incluso, para la ciudadanía.
Perdón.Permítanme una opinión.
No creo que la solución no está en volver al mundo judío del año 30. A lo mejor sí. Diría que el mundo no es el mismo. También diría que la iglesia es una realidad con un peso en las personas, que no tienen todas por qué ser creyentes, con un peso brutal. Porque se ha ido transformando en una institución de Poder con el paso de los siglos. Y las personas necesitamos creer en la magia. Pues hagamos magia blanca. No creo que las religiones desaparezcan y, si lo hacen, aparecerán otras. Así somos.
Buena suerte
Planteénse cosas…
Sobre todo, de qué forma se puede hacer un cambio profundo, real, si es que se desea hacer. Si no, pues no.
A ver en qué se fundamenta la iglesia oficial, digo la oficial, para seguir manteniendo según qué posturas. Se puede cambiar todo lo que se desee simplemente cambiándolo o antes hay que revisar las bases programáticas?
Por qué tanta dificultad en cambiar una serie de normas obsoletas? Porque alguna razón habrá. Digo. No sé.