Todo buscador atriero, si no la escuchó en directo, debe entrar en esta lección de vida expuesta con coraje y autenticidad. Y dejar después aquí su comentario. AD.
Conocí de cerca a una familiar afectada por el ELA. Al principio la sobrellevó con bastante fortaleza, pero una vez imposibilitada para moverse y hasta para hablar, y comprobar que era una carga muy pesada para los suyos, deseó morir, solo morir. Sufría mucho al verse así, y sufría más al ver sufrir a los suyos. Un día cuando la despedí y le dije (sin pensarlo bien) “hasta el año que viene”, me contestó inmediatamente con lo poco que podía mover de la cabeza: “NO, hasta el año que viene NO. Eu quero morrer”, intuí que quería decirme, que me decía. Cosa que ocurrió dos meses después.
En este caso, me acordé de la eutanasia, que muchos exigen para estos (y parecidos) casos. Cuando el mal avanza y no hay esperanza de curación, cuando se hace sufrir a otros y se les complica demasiado la vida… ¿es justo prolongar esa vida de sufrimiento, si el enfermo no desea seguir viviendo…? Una ley que permita la eutanasia (y la controle debidamente para evitar abusos) ¿no es una ley inspirada en un profundo sentido humano y ético? Más: ¿muchos de quienes reclaman esa ley no solo piden una muerte digna, piden también lo que es -o puede ser- poder ejercer una obra de caridad: ayudar a morir dignamente al que sufre sin esperanza. Este tipo de ayuda, insisto, me parece una obra buena, una obra de caridad. Lo inmoral, a mi juicio, es obligar a prolongar una vida de sufrimiento sin esperanza de curación… ¿Quienes se oponen a la eutanasia por motivos religioso-morales entienden bien esos motivos?
Es impresionante la capacidad y la fortaleza mental y anímica de este hombre. Yo me he quedado sin palabras ante su actitud ante tanto sufrimiento y con una evolución de su enfermedad cada vez peor.
Yo no sé si sería tan valiente como él.
Lo único que me queda es unirme a su petición de que aprueben la ley que está paralizada mientras tantas familias y tantas personas están necesitando lo que es justo que se les otorgue. Esto sí que decepciona de la política, pues parece que las personas y las familias con un problema tan inmenso no sean escuchadas.
Conocí de cerca a una familiar afectada por el ELA. Al principio la sobrellevó con bastante fortaleza, pero una vez imposibilitada para moverse y hasta para hablar, y comprobar que era una carga muy pesada para los suyos, deseó morir, solo morir. Sufría mucho al verse así, y sufría más al ver sufrir a los suyos. Un día cuando la despedí y le dije (sin pensarlo bien) “hasta el año que viene”, me contestó inmediatamente con lo poco que podía mover de la cabeza: “NO, hasta el año que viene NO. Eu quero morrer”, intuí que quería decirme, que me decía. Cosa que ocurrió dos meses después.
En este caso, me acordé de la eutanasia, que muchos exigen para estos (y parecidos) casos. Cuando el mal avanza y no hay esperanza de curación, cuando se hace sufrir a otros y se les complica demasiado la vida… ¿es justo prolongar esa vida de sufrimiento, si el enfermo no desea seguir viviendo…? Una ley que permita la eutanasia (y la controle debidamente para evitar abusos) ¿no es una ley inspirada en un profundo sentido humano y ético? Más: ¿muchos de quienes reclaman esa ley no solo piden una muerte digna, piden también lo que es -o puede ser- poder ejercer una obra de caridad: ayudar a morir dignamente al que sufre sin esperanza. Este tipo de ayuda, insisto, me parece una obra buena, una obra de caridad. Lo inmoral, a mi juicio, es obligar a prolongar una vida de sufrimiento sin esperanza de curación… ¿Quienes se oponen a la eutanasia por motivos religioso-morales entienden bien esos motivos?
Es impresionante la capacidad y la fortaleza mental y anímica de este hombre. Yo me he quedado sin palabras ante su actitud ante tanto sufrimiento y con una evolución de su enfermedad cada vez peor.
Yo no sé si sería tan valiente como él.
Lo único que me queda es unirme a su petición de que aprueben la ley que está paralizada mientras tantas familias y tantas personas están necesitando lo que es justo que se les otorgue. Esto sí que decepciona de la política, pues parece que las personas y las familias con un problema tan inmenso no sean escuchadas.