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La Iglesia sin poder

Agradezco mucho a nuestro amigo y colaborador Juanjo Tamayo este artículo sobre Ivan Illich, una figura indispensable para entender la sociedad de hoy, que yo también integré en mi visión del mundo y en la que pienso ahora más que nunca: la comunicación, la educación, las técnicas que pueden ayudar tanto a crear como a masificar personas. Celso Alcaina nos contó con qué ligereza el Santo Oficio desmontó y condenó aquel centro de estudios que había creado él en Cuernavaca, con el obispo Méndez Arceo. AD

Publicado el 01 de Mayo de 2023 en Amerindia

          Desde mi juventud vengo leyendo con verdadera fruición y en plena sintonía a Ivan Illich (1926-2002), un pensador radical y uno de los intelectuales críticos más brillantes y creativos de la segunda mitad del siglo XX. Para quienes no hayan seguido el itinerario intelectual de Ivan Illich, recuerdo algunas de las actividades y facetas de su personalidad a cuál más interesantes y provocativas.

          Nació en Viena en el seno de una familia de orígenes judíos y católicos. Estudió filosofía y teología en la Universidad Gregoriana de Roma entre 1942 y 1946. Tras su ordenación sacerdotal trabajó en una parroquia de Nueva York. En 1956 fungió como vicerrector de la Universidad Católica de Ponce en Puerto Rico.

          En 1961 creó en Cuernavaca (México) el Centro de Investigaciones Culturales (CIC) y cinco años después el Centro Internacional de Documentación (CIDOC), espacio de reflexión y crítica de referencia a nivel internacional, En él participaron figuras relevantes como Erich Fromm, Paulo Freire, Peter Berger, Susan Sontag, André Gorz, Everett Reimer, autor de La escuela ha muerto. Alternativas en materia de educación escolar  A partir de 1980 ejerció como profesor invitado de filosofía y ciencia, tecnología y sociedad en la Universidad Estatal de Pensilvania e impartió seminarios en la Universidad de Bremen (Alemania). Sus ideas y actividades generaron un profundo conflicto con la Santa Sede y el gobierno de México.

          Illich se mostró crítico con la ineficacia de la educación escolar institucionalizada que, a su juicio, conduce derechamente al consumismo, y defendió una sociedad desescolarizada con una educación autodirigida y un aprendizaje en libertad, como demuestra en su libro La sociedad desescolarizada (1971).

          Illich es autor de otra obra fundamental, La convivencialidad (1973; Editorial Virus, 1978), donde analiza las estructuras de dominación presentes en nuestro mundo, siendo una de las más importantes el capitalismo, que coloniza cada vez más espacios y extiende sus tentáculos a todas las instituciones: escuela, medicina, hospitales, transportes, construcción de viviendas, alimentación, etc. Una de sus ideas más originales en este libro es la idea de que estanos instalados en un “fascismo tecnoburocrático”, que mantiene el control sobre toda la población.

          Como alternativa propone un sistema político basado en la convivencialidad, que se caracteriza por la producción de bienes y servicios para los seres humanos y por la crítica de la idea de crecimiento y la defensa de una sociedad austera y libre.

          Los textos de Iván Illich generaron una lúcida e intensa polémica ideológicamente muy enriquecedora. Polémica que se aprecia también en los escritos de 1955 a 1985 reunidos en el libro La Iglesia sin poder (edición de Valentina Borremans y Sajay Samuel, Trotta, Madrid, 2022),  que cuenta con un clarividente prólogo de Giorgio Agamben, quien califica a Illich d “arquitecto de la convivialidad” y sitúa el libro en el horizonte del Reino en la dialéctica entre el “ya sí” y el “todavía no”.

          Los textos abordan temas plurales de carácter preferentemente religioso, como, la parroquia estadounidense, el significado de la virginidad, la pobreza de espíritu y el carácter misionero, el sentido de la muerte en el cristianismo, la experiencia religiosa y la experiencia estética, y, quizá el más relevante, “El clérigo evanescente”, por el que el Vaticano le impuso cuatro años de silencio.

          Son textos analizados desde una profunda cultura teológica, con sentido crítico y de denuncia de la institución eclesiástica romana, con una fuerte carga política y social liberadora y teniendo como guía “la pobreza, el desvalimiento y la no violencia elegidos por uno mismo”, que “está en el corazón del mensaje cristiano” (p. 217). Para Illich, el mensaje cristiano es “la política más racional en un mundo cada vez más consagrado a ensanchar el hueco entre ricos y pobres” (p. 217).

          En el más emblemático y crítico de los artículos sobre “El clérigo evanescente”, de 1967, define a la “Iglesia romana como “la burocracia no gubernamental más grande del mundo”, que “emplea a un millón ochocientos mil trabajadores a tiempo completo: sacerdotes, religiosos, religiosas, y laicos” y cuyo funcionamiento está “al nivel de General Motors y el Chase Manhattan” (p. 147). A su vez, considera “altamente irresponsable continuar preparando hombres para una profesión [el clero] que se extingue” (p. 167). Crítica que el ministerio sacerdotal esté asociado al poder y el privilegio clericales.

          Se muestra crítico también de la idolatría del progreso, de la escalada contaminante de la producción, de una tecnocracia desatada y de la pseudoteología de la educación como preparación para una vida de consumo frustrante, y propone como alternativa “un consenso antitecnócrata”, que debe traducirse en una pobreza voluntaria como la predicada por Jesús de Nazaret (p. 217-218).

          Reconoce la importante y crucial responsabilidad del entonces llamado Tercer Mundo en la liberación del progreso, del desarrollo y de la eficacia, ya que sus ciudadanos todavía no son adictos y dependientes del consumo. En las sociedades de hoy, recuerda, “los discípulos están llamados a predicar el Evangelio a los pobres mostrándoles que incluso a los no escolarizados se les puede educar” (205).

          En el último artículo de los seleccionados, dedicado al recuerdo del padre Robert J.  Fox, se refiere a “su capacidad de res-pectar [con el significado de “mirar una y otra vez”] la basura, el despojo, el desecho” (242). En las páginas finales escritas por Fox se insiste “en el derecho a pertenecer al inasequible Dios a pesar de las pretensiones de la Iglesia sobre el clero, en el derecho a ver a Dios encarnado en la escoria a pesar de las pulcras y límpidas imágenes de nuestros legítimos vecinos que la Iglesia difunde y en el derecho a oír el nombre de Dios revelado por boca de aquellos que nos apabullan con amor” (243).

          ¡Dios inasequible, encarnado en la escoria, en la basura! Illich lo deja claro: Otro Dios es posible ¡Y necesario! También tiene clara la imagen del ser humano, no como solidario, solipsista, sino como “persona con los otros”.  El final está en plena sintonía con la teología de la liberación y las comunidades de base, de quienes siempre estuvo cerca Illich, con la antropología comunitaria de Martin Buber y con el principio de la filosofía Ubuntu: “yo solo soy si tú también eres”.

          Solo un Dios encarnado en los basureros de la historia puede contribuir a liberar a los pueblos oprimidos y a las personas empobrecidas enfangados en la basura generada por la gente satisfecha. Solo una Iglesia sin poder puede ayudar a liberar a quienes el poder niega su dignidad y su derecho a vivir. Solo un cristianismo en defensa de la vida de quienes la tienen más amenazada puede luchar contra la necropolítica. De lo contrario, Dios, la Iglesia y el cristianismo seguirán legitimando los diferentes sistemas de dominación: capitalismo, patriarcado, colonialismo, racismo, xenofobia, supremacismo, imperialismo, fundamentalismos, dictaduras, aporofobia, depredación de la naturaleza, etc.

         MÁS SOBRE ILLICH: https://omnesmag.com/actualidad/ivan-illich-convencionalidad/ 

         

         

3 comentarios

  • Celso Alcaina

    Mucho me agrada poder leer este panegírico de Ivan Illich. Me referiré a su faceta personal, más que a su labor aquí resumida por Tamayo. En mi libro “Roma veduta.Monseñor se desnuda” , en el capítulo “Modernos heterodoxos. Moderna Inquisición“, dedico 24 páginas al affaire Ivan Illich en el Santo Oficio. Mi contacto personal –  siempre subrepticio -, en Roma y luego epistolar, dejó en mí la impresión de estar ante un ser excepcional.  Me permito citarme, pag. 145:

    La solidez de ideas y la altura de sentimientos de la respuesta de Ivan Illich contrasta con la pobreza ideológica y la bajeza moral, incluso ruindad, del interrogatorio de la Curia romana”.

    Sus firmes convicciones no obstaculizaron su respeto y comprensión hacia discrepantes y perseguidores.  Ante la injusticia de un procedimiento inquisitorial medieval, decidió publicar el capcioso e increíble interrogatorio que yo le había suministrado con la autorización del pusilánime cardenal Seper. Tal publicación sirvió para dar carpetazo al proceso. Illich, sin rencor, continuó su labor de divulgador de sus ideas  reformistas.

     

  • ana rodrigo

    Yo he leído algo sobre Illich, pero no he leído nada de Illich, por tanto nada debo decir al respecto.

    Sí puedo opinar de lo que Tamayo nos aporta en este interesante artículo, no por lo que tiene de pasado, sino por lo que tiene de actualidad a pesar de lo que tantas personas e instituciones durante tanto tiempo vienen denunciando.

    Partiendo del monstruo del capitalismo  y toda su familia de desastres humanos: capitalismo, patriarcado, colonialismo, racismo, xenofobia, supremacismo, imperialismo, fundamentalismos, dictaduras, aporofobia, depredación de la naturaleza, etc.”, como dice Juanjo. Todo este conjunto, se come, digiere y elimina cualquier cosa que lo amenace.

    Yo creo que el capitalismo y sus consecuencias se van fortaleciendo en la constatación de que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez son más pobres, como siempre, con la diferencia de que en este momento se manejan tantos recursos económicos y técnicos, que se podría atender a las sociedades a nivel mundial, como nunca en la historia ha ocurrido.

    Respecto al hecho religioso en este tipo de sociedad y con una Iglesia tan vaciada de evangelio, poca relevancia o escasa influencia puede tener ante raíces tan profundas en las que está anclada esta sociedad, con un@s votantes tan entusiastas por Trump y sus barbaridades, y todas las ultraderechas, sin olvidar la ultra derecha católica, así como la de otras religiones en la mayor parte del mundo.

    No por esto debemos tirar la toalla, al contrario, hay que seguir contracorriente soñando con otro mundo mejor. Se irán conquistando pequeñas parcelas, que serán muestras de nuestras aspiraciones. No estamos en el mejor momento, pero esto es lo hay.

  • Juan A. Vinagre

    Es de agradecer a Juanjo Tamayo que nos recuerde la figura y las ideas tan creativas y renovadoras de I. Illich.  Ideas nuevas que merecen ser recordadas, escuchadas y reflexionadas, porque siguen siendo muy actuales.  Si se escuchan y reflexionan serenamente (con serenidad-paz de espíritu) pueden ser fermento de transformación y de humanización.  Aunque los poderes tradicionales -religiosos y económicos- se opondrán, porque las ideas de I. Illich cuestionan el sistema…  Sistema que tiene mucho interés en controlar la educación, a fin de troquelar-modelar las mentes…, con objeto de mantener el “statu quo”, religioso, económico y social.                                  La sociedad desescolarizada, de la que habla -y denuncia- I. Illich; es decir, la sociedad sometida es el resultado de ese modelamiento  sistemático de las mentes por distintos medios de “con-formación”.  El poder quiere hombres-mujeres sumisos…  Con esto quiero decir una obviedad: el poder crea un concepto del hombre “libre” para consumir y disfrutar el momento (carpe diem), no para pensar y autoafirmarse y saber compartir y convivir en armonía y moderación. En otros términos, el poder suplanta valores y objetivos humanizadores…, con lo que convierte al hombre en “homo subditus”, que es otra forma de reconvertirlo en “homo habilis”. El “homo deus” necesita muchos “homo habilis” a su servicio. Y también ha necesitado y aún necesita enfrentamientos -e incluso guerras- para mantener mitos gestados por ese poder…

    Por eso, I. Illich -defensor y promotor del ser humano-, que traía ideas nuevas (y también denuncias) fue descalificado.  El poder no acepta innovadores, ni ideas con fermento transformador. (¿No recuerda esto a otro gran innovador, muy creativo, que proponía que sus seguidores fuesen “sal y fermento” transformador?  ¿Qué le ocurrió?)  Quien se atreva a innovar…    Sin embargo y pese a todo, el hombre-mujer no renunciarán a seguir ese gran impulso íntimo que los lleva a superar esas “escolarizaciones” y amaestramientos…  El ser humano está llamado a innovar, a crecer y madurar como persona y como organización social, aunque a veces tenga que aprender a corregir errores a base de golpes y fracasos, errores y fracasos que desmitifiquen y  nos ayuden a ver y discriminar mejor…