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¿Está o no dios con nosotros?

En el  capítulo 17 del Éxodo se relata un episodio en el que el pueblo de Israel, en pleno desierto y carente de agua, se rebela contra Moisés. La historia se resuelve favorablemente pero queda en el aire la pregunta: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?

Y  es que, en efecto, rodeado de pueblos poderosos que erigen estatuas poderosas de sus dioses, el pueblo de Israel tendrá que creer en un Dios que supuestamente los compaña pero al que nadie ha visto ni puede ver.

He pensado en esto reflexionando sobre la crisis del cristianismo y estoy convencido de que no viene tanto de los curas pederastas ni de una misoginia que tarda en revertir ni de su estructura piramidal (aunque todas estas cosas ayuden) sino fundamentalmente de que a los occidentales se les ha hecho muy cuesta arriba creer en un Dios al que no ven y que parece haber decidido mantenerse alejado de este mundo. Y por eso se toman actitudes que  dependen de la respuesta negativa a la pregunta: ¿Está o no está Dios en medio de nosotros?

Se dirá que este Dios es el mismo de hace cien años pero no es así. Aquel era un Dios que había creado un mundo complejo y maravilloso pero ahora cualquiera sabe  que el mundo nació en el bing bang y se ha desarrollado por evolución. Aquel Dios dictaba una moral pero hoy es la misma sociedad quien se la da a sí misma. Aquel Dios estaba en la calle, en las fiestas, en los ritos, en cruces o imágenes que hoy van desapareciendo. Y sobre todo este Dios es incapaz de contrarrestar la violencia y el sufrimiento del mundo.

La crisis del cristianismo es la crisis de Dios. Esta situación no afecta del mismo modo a otras religiones. Yo siempre me pregunto cómo es posible ser occidental y leer sin sobresaltos el Corán pero allí donde gobierna,  Dios está en el ambiente, en la moral, en las costumbres y además colabora para dominar naciones enteras. En el budismo la cuestión de Dios no se plantea. En realidad es una especie de monacato presidido por la figura de Buda.

Occidente debatía estar agradecido al cristianismo. Aseguró desde el principio que el mundo era profano, que Dios lo dejaba al cuidado y al arbitrio de los seres humanos y les aseguró  igualdad y dignidad. Aunque la Iglesia ha jugado durante siglos el papel de armonizadora social, llega un momento en que entendemos esa profanidad del mundo y vemos claro que Dios no puede ser un metemeentodo o un tapaagujeros (Bonhöffer)

El cristianismo sin embargo mantiene contra viento y marea que Dios está en medio de nosotros pero que la experiencia de esta presencia no puede ser sino una experiencia mística. Parece que Karl Rahner previó con preocupación esta crisis, cuando los fieles descubrieran que Dios no intervenía directamente en el mundo y en todo caso fue él quien acuñó la repetida frase según la cual cristino del siglo XXI será un místico o no será.

¿Y en qué consiste ser un místico en este contexto? Pues en ver  –no sólo en pensar, no sólo en considerar–, en ver la presencia de Dios en los acontecimientos.

Ya se ha citado muchas veces a Madeleine Delbrel, aquella mística de la calle: “Que importa lo que tengamos que hacer, tomar una escoba o una pluma, hablar o callar, zurcir o dar una conferencia, curar a un enfermo o escribir a máquina. Todo esto es la corteza de una realidad espléndida, el encuentro del alma con Dios, renovado cada minuto, acrecentando su gracia cada minuto, cada vez más bella para su Dios. ¿Llaman? Rápido, abramos, es Dios quien viene a vernos, a amarnos. ¿Una información? aquí está Dios que viene a amarnos ¿Es hora de sentarse a la mesa? Vamos, es Dios que viene a amarnos”.

No cabe duda de que en la Iglesia son necesarias muchas reformas pero lo más importante, lo más urgente es una reflexión, una catequesis sobre el Dios a quien nadie ha visto nunca pero al que vemos como realidad y promesa en todos los acontecimientos. Una mistagogía que permita a todos los que quieran contestar afirmativamente a la pregunta: ¿Está o no el Señor en medio de nosotros?

 

 

 

 

13 comentarios

  • Isidoro García

    Amigo Antonio LL., adelantándome a George, queda tranquilo, que no ha expresado lo que tu has entendido. Dalo por seguro. George ha sido un gran colaborador de Atrio, y los que le hemos leído, le conocemos.

     

    Y entrando en harina, querría incidir en dos puntos. El primero, sobre si somos los únicos seres inteligentes del Universo.

    En este sentido, muy curiosamente para mí, el mundo científico ha realizado un viraje de 180º, en los últimos 40 años. Y como todos los virajes culturales, son muy lentos, y se va notando poco a poco.

    Antes, todo lo que sonaba a extraterrestres, era cosa de ciencia-ficción y de locatis. Y se basaba en dos argumentos.

    El primero y fundamental, era la visión dominante del darwinismo tradicional, de que la evolución era plenamente aleatoria, y que por tanto el surgimiento de la vida, y ya no digamos de la vida inteligente, era tan probabilísticamente imposible, que casi seguro, que nosotros éramos una excepción en el Universo.

    Pero dese hace 40 años, el surgimiento de la evolución emergente, le ha conferido un direccionamiento insospechado al Universo.

    Ya se han encontrado en los asteroides, moléculas complejas cercanas a las proteínas y los ácidos nucleicos, y ya se da por sentado, que con la inmensidad física del Universo, y los casi catorce mil millones de años transcurridos, el Universo, ha visto surgir, millones y millones de casos emergentes de vida, y de ellos, muchos pueden acabar en completar su evolución a vida inteligente.

    Y el segundo argumento es. Sí, puede haber mucha vida y vida inteligente en el Universo, pero las enormes distancias imposibilitan que lleguemos a contactar con ellos.

    Pero ese argumento, también se ha derrumbado. Porque aún suponiendo que en el futuro, no se encuentren tecnologías de trasladarse por encima de la velocidad de la luz, lo que es muy atrevido, pues es poner puertas a la Ciencia del futuro lejano, se pueden trasladar hasta aquí, a velocidades cercanas a la luz.

    (Hoy mismo en El Confidencial, el astrónomo Avi Loeb, publica un artículo de lo relativamente fácil que será muy pronto, (100-1.00 años), conseguir esas velocidades).

    El descubrimiento hace treinta años, del primer planeta rocoso, fuera del sistema solar, y el posterior descubrimiento de cientos y de miles de ellos, en la relativa cercanía de la Tierra, (lo que antes para la Ciencia era un imposible), ha hecho que cambie la historia, completamente.

    Lentamente, y trabajosamente, pueden seres inteligentes, y por tanto curiosos, y con ganas de conocer el Universo, ir realizando trayectos parciales, cubriendo distancias de 5-10 años luz, e r colonizando diferentes planetas o satélites rocosos, y así paulatinamente, acercarse aquí.

    Te puede parecer muy rocambolesco. Pero te pregunto yo: ¿Cómo el ser humano, pudo llegar del valle del Rift africano, hasta el último rincón del planeta, atravesando mares y continentes enteros?.

    Pues poquito a poquito. De Africa a Europa y Asia, hasta Bering, y luego de allí a América hasta el sur de Chile: miles de kilómetros, y a pie. Con dos piernas y dos narices.

    Lo que se necesita solo es ganas de explorar y conocer, y tiempo, bastante tiempo. Y de eso estamos sobrados.

    Hoy día, ya muchos gobiernos importantes invierten mucho dinero, en la búsqueda de señales de vida extraterrestre, con la incipiente tecnología de la que disponemos que es muy elemental aún.

    Con este panorama científico, eso de decir que para nosotros, hoy por hoy, somos el centro del Universo, es un infantilismo, como el niño que se tapa los ojos y piensa que nadie le ve. Yo no lo veo, luego no existe.

     

    El segundo punto, es el del miedo a las nuevas tecnologías. Es un argumento manido de todo razonamiento interesado antiprogreso. Te pondré un ejemplo, que tú, como eléctrico, conocerás.

    Cuando a finales del s. XIX, se produjo la controversia entre la corriente contínua de Edison y la alterna de Tesla, Edison sabía muy bien, que la contínua tecnológicamente era muy inferior, pues exigía colocar centrales muy cerca de las zonas de consumo, y que claramente era antieconómica, y por eso sus patentes no tenían valor.

    Y se agarró, a que la corriente alterna, para su conducción desde zonas lejanas, exigía altos voltajes, lo que la hacia peligrosa. E inició una campaña demagógica, con electrocuciones públicas de animales, (incluso de un elefante, creo), delante de la prensa, para asustar a la opinión pública.

    ¿Y que pasó?. Pues que al final se impuso la racionalidad. La tecnología de protección y aislamiento de las conducciones se perfeccionó, y hoy en día en todas las casa tenemos la peligrosísima electricidad, y no pasa nada, casi nunca.

    Es un claro ejemplo, de que lo que importa es la racionalidad, y luego la misma tecnología irá solucionando los problemas que previamente ha generado. Y así vamos de salto en salto.

    Claro que habrá abusos puntuales, a los que la sociedad tendrá que luchar para evitarlos y castigarlos. El ser humano vive, y la vida es un peligro constante, y por eso ya estamos muy preparados para defendernos de todas las amenazas, y la cultura ha mejorado mucho esa defensa.

    Y hablaba antes de resistencias interesadas al avance de la Ciencia, como en el caso de Edison, de carácter económico. Pero también hay mucha resistencia de mucha gente, pues tiene pánico, de que la nueva Ciencia, derrumbe sus modelos de todo, sus cosmovisiones, que se van quedando anticuadas.

    Y una forma de reacción y de resistencia es el moralismo. (Sobre este tema pienso que quizás sería sugerente reflexionar sobre la parábola de Jesús, del administrador infiel. Es una loa antes que nada, a la inteligencia y la racionalidad… incluso para hacer el mal, y no digamos si lo que se pretende es hacer el bien).

    Tengamos confianza en el humano, que no somos tan malos. Tontos sí somos mucho, pero no llegamos, ni a malos.

  • ana rodrigo

    Qué buenos comentarios se han hecho en este post. Me ha encantado leeros y os doy las gracias.

  • Isidoro García

    Amigo Santiago, ya sabes que te aprecio, y admiro por tu paciencia y por eso quizás me aproveche. Pero quería comentar algo.

    Dices: “Dios no está circunscrito a “nada ni a nadie”, no puede dejarse manipular por los seres creados, (…) Está en Su propia naturaleza divina en permanecer absolutamente independiente”. Y llevas toda la razón.

    Y luego añades: “Dios no nos quiso robots “sin alma y sin capacidad para  amar”.

    Lo primero, que eso de decir que Dios esto, y Dios lo otro, es un hablar de lo que no sabemos, sino solo “suponemos”. Nos hacemos una idea de Dios, y luego especulamos y deducimos lo que piensa y quiere Dios.

    Con todos los respetos, eso es titiriteísmo teológico, hacer de Dios una marioneta a la que nosotros le ponemos voz y movimiento.

    Lo primero que hay que ser en esta vida, es ser realistas. Hay que dejarse de ínfulas, y reconocer que somos lo que somos, y como somos. Nos guste más o no. Lo de hacer enmiendas a la actuación de Dios, queda feo, sobre todo en un creyente.

    Y la única actuación que mas o menos, (mediante la Ciencia), vamos conociendo, es el Universo, y a nosotros como integrantes de él.

    A ti te puede parecer que lo que la Ciencia dice que somos los humanos, es ser “unos robots sin capacidad para amar”, a mí me parece que la cosa es un poco mucho mas compleja. Pero sea de una forma u otra, esto es lo que hay.

    Lo primero que deberíamos hacer, es aceptarnos como somos, sin ínfulas de mono listillo, que es lo que somos. Tú ya sabes que Linneo, fue el primero que nos colocó en su clasificación junto con el resto de animales, y solo por miedo y para atenuar “esa provocación”, nos puso en un género artificioso aparte, “homo”, cuando deberíamos estar con el resto de primates. Y partiendo de ahí, de bases sólidas, intentaremos progresar lo que podamos, y hasta donde podamos.

    Ya son muy conocidas, las sucesivas “degradaciones”, y golpes en la cresta de gallitos chulitos, que la megalomanía humana ha sufrido a lo largo de la historia de la humanidad.

    De ser la culminación del Universo, reyes del planeta que había en el Universo, y que hasta el Sol giraba alrededor nuestro, resulta, que somos unos monos con pantalones y faldas, en un planetilla perdido en la inmensidad de un Universo inabarcable.

    De ser “personas”, (lo más de lo más, en el mundo mundial), a ser la 21ª especie surgida del género “homo”, hace solo 250.000 años, y con la casi seguridad, de que no vamos a ser los últimos.

    Tu ya conoces, que muchos de los humanos primitivos, descubiertas por la civilización, se llamaba a sí mismo, “los humanos”, y consideraban a los vecinos como “bestias”. Concordarás en que no puede ser mas ridícula esa actitud, en unos señores que iban en calzoncillos.

    Esa actitud, es universal, y es debida, posiblemente, a una necesidad perentoria de la pobre mente humana, de reafirmarse, de sentirse seguros, ante el inconsciente terror y el miedo que supone nuestra exposición ante el inmenso Universo, con sus rayos, truenos, terremotos, inundaciones, muertes, etc.

    El humano es un pobre ser acomplejado, y acojonado, como ese enanito, que estaba dentro del gigantesco “monstruo” del mago de Oz.

    Y una vez puestos en nuestro sitio, agradezcamos a “Dios”, ser como somos, (podríamos ser gusanos que se arrastran por el suelo), y utilicemos el pobre “cacumen” del que hemos sido dotados, para ser dignos miembros del Universo, y ser mas felices.

     

    Porque el problema no es solo teórico y de ideas. No hay nada mas práctico que una buena teoría. Y viceversa. Cuando un razonamiento empieza mal, luego todo acaba en un desbarre.

    Y es que con esa idea megalomaníaca del humano, luego nos opondremos a utilizar cualquier medio científico para mejorar la condición humana. (Como se opuso la Iglesia, inicialmente a las vacunas). ¿Cómo vamos a intentar mejorar lo inmejorable?.

    Y si se descubre un potenciador de las capacidades humanas, como implantes cerebrales, o la I.A., o la mejora genética, o lo que sea, lo consideraremos una afrenta a nuestra “perfecta” naturaleza humana, y una manipulación y una “robotización” indigna del humano.

    Como pasa con el transhumanismo, y la mejora científica de la naturaleza humana, para reducir sufrimientos y dolores, y hacer la vida humana mas soportable. Y acabamos en el desbarre de negarnos al progreso humano, cayendo en el anticientifismo y el antiprogreso humano, mas rancio y casposo.

    (No hagas caso de mis excesos retóricos, que yo siempre al final me voy creciendo y calentando y desbarro. Lo hago para que aguantéis el rollo, y leáis curiosos hasta el final).

    Un afectuoso saludo, Santiago, y perdona que haya aprovechado que “el Pisuerga pasa por Valladolid”.

    • Antonio Llaguno

      Hola Isidoro,

      disculpa que me meta en vuestra conversación pero me gustaría comentar algo sobre lo que afirmas.

      Compartiendo contigo el hecho, evidente en mi opinión, de que la realidad científica ha puesto de manifiesto que el ser humano descienda varios pisos en el concepto que tiene de si mismo, se me hace (A mi) necesario puntualizar alguna cosa.

      Que el ser humano (Hombre y mujer) no es el centro del Universo es, efectivamente, evidente; pero partiendo de lo que la ciencia nos aporta sobre la realidad en la que vivimos sí es el centro de SU Universo, porque, para empezar, es el únnico ser vivo conocido por nsotros (Y lo que no conocemos no es relevante desde un punto de vista subjetivo. Lo será, si es que se gana el título, cuando lo conozcamos) y es probable que no podamos conocer a ningún otro ser vivo trascendente más, al menos mientras la velocidad de la luz siga siendo la barrera infranqueable que es.

      Quiero decir que el hecho de que la ciencia nos asegure que ni la Tierra, ni el sol son el centro de las cosas y que mucho menos, todo gira en torno a nosotros; no resta ni un gramo en que desde nuestro punto de observación, vivimos como si lo hicieran y los percibimos (En un entorno de percepción cotidiana y no especializado o de alta ciencia), como si nosotros fuéramos el centro de nuestro Universo particular.

      Eso para un científico puede no ser relevante, pero para el resto del planeta es fundamental. Ya en otro artículo de ATRIO se hablo de la discusión entre Einstein (Que defendía ua postura semejante a la tuya) y Bergson (Que defendía algo asimilable a lo que yo pienso) y aunque la Historia dice que la discusión fue ganada por D. Alfredo yo sigo pensando que la intuición, no científica, del filósofo es vital en un pensamiento trascendente.

      Y es que mientras no se demuestre lo contrario (Y es como el derrumbe del cielo sobre las cabezas de Asterix y el jefe de su poblado: no parece que vaya a pasar mañana) el Homo Sapiens Sapiens es el único ser vivo que es capaz de percibir el Universo de forma cercana a la realidad (Aunque muchas de esas realidades que aseguramos saber las hemos deducido de los datos obtenidos, gracias a lo maravilloso de ese “cerebrito” que nos ha dado Dios) por lo que de una forma u otra y más aún si tenemos en cuenta que sabiendo lo que sabemos del Universo, el concepto de “Centro del Universo” es cualquier cosa menos geométrico o geográfico, quizás no seamos el centro del Universo pero si somos el centro de nuestro Universo y eso hace  que los conceptos, no geométricos o geográficos, sino filosóficos, que podamos extraer de esa “centralidad” siguen siendo válidos, en mi modesta opinión.

      Y eso nos lleva al tema del transhumanismo, que tan importante es para ti.

      Soy consciente de que si o existiérmaos los humanos (Por ejemplo si Putin y Biden se ponen chulitos y nos destrozan el planeta a golpe de pepinos nucleares), el Universo va a seguir siendo como es… ¿Y que? Si no estamos los Homo Sapiens Sapiens ahí, nos trae sin cuidado lo que siga siendo el Universo.

      ¿Qué más da lo hermosa que sea la 9 sinfonía de Beethoven si nadie la interpreta? ¿O la Mona Lisa de Leonardo si nadie mira el cuadro?

      Cuando estuve en tierras de misión, Ángel Izquierdo, el misionero salesiano que nos llevó de la mano para allá a un@s poc@s y privilegiad@s voluntari@s nos decía: “No es malo para estas gentes ser pobres. Lo que es realmente perverso es que gracias a la televisión, lo saben”.

      Aquí es lo mismo.

      Por eso es tan importante, porque somos el centro de nuestro Universo, a mi juicio, que cualquier mejora que se proponga para el ser humano, se bañe en el mar de la ética y de la moral.

      Por eso miro con tanto recelo, esas “posibles mejoras” que la ciencia y sobre todo la tecnología nos ofrece.

      No me refiero a inventar un nuevo modelo de dentadura o crear una nueva protesis que permita andar a los paralíticos, eso es bueno objetivamente; pero sí me refiero a muchas propuestas de “progreso” que se reciben en estos tiempos y que incluyen serias dudas éticas sobre su uso, como la IA fuerte por ejemplo.

      El Homo Sapiens Sapiens, mientras no se demuestre lo contrario, es el único ser vivo conocido que emplea eso que llamamos “criterios éticos” y que distingue, o cree diistinguir, entre el bien y el mal (Qué magnífica intuición del Génesis).

      Y pienso, con toda la fuerza de la que mi pensamiento es capaz, que ese es el matiz que nos hace, realmente, seres superiores, que nos hace ser mucho más que “monitos listillos” y que nos convierte en el centro del Universo.

      Al menos del nuestro.

       

      Sabes que lo digo con todo el respeto que te tengo, que es mucho

  • Santiago

    De acuerdo con Gonzalo…Dios no está circunscrito a “nada ni a nadie”, no puede dejarse manipular por los seres creados so pena de dejar de ser el Trascendente Está en Su propia naturaleza divina en permanecer absolutamente independiente..

    La inmanencia  y providencia personal divina no se anulan porque Dios haya programado inteligentemente al mundo y esta evolución se haya manifestado a través de la Historia..Es todavía más maravilloso poder comprobar que complejísimos  procesos vitales existen bien “afinados” en el Cosmos y que nos llevan del “diseño inteligente” a la presencia de una Inteligencia Creadora capaz de intelecto y decision de lo que somos una tenue y vaga “imagen y semejanza”..

    Dios no nos quiso robots  “sin alma y sin capacidad para  amar”..No importa si surgimos evolutivamente..Dios actúa no sólo en la evolución sino también  silenciosamente y sutilmente en la libertad que El nos otorgó desde el principio y  en la Suya, para que compartiéramos con El su misma vita eterna divina…Dios actúa “desde dentro” en “el querer y en el obrar” sin forzarnos pero invitándonos al bien porque “Dios dirige todo al bien de los que Le aman”. Pero como ha dicho Agustín de Hipona:  “El que Te creó sin tí, no Te va a salvar sin ti”

    Dios ha sido lento en revelársenos a través de la Historia, como dice Isidoro, porque ya hemos atravesado la era del Padre del AT y la venida de Cristo histórico con su máxima Revelación en el Nuevo Testamento,  y ahora estamos en la era del Espíritu Santo Paráclito que nos envió el Hijo para la “santificación” del mundo.

    No temamos, no desmayemos,, no padezcamos, Jesús el Dios encarnado está vivo y presente en su verdadera Iglesia. Es el el que “ha vencido al mundo” y vencerá también esta “crisis tenebrosa” que estamos todos viviendo en la actualidad.

    Gracias Carlos, Gonzalo y todos los que habéis contribuido a este interesante artículo

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

     

  • Isidoro García

    Amigo Juan Antonio, lo has clavado. Y suscribo tu análisis, de la cruz a la firma.

    La aparición de Jesús, en su tiempo, y su lugar, fue aparente y desafortunadamente extemporánea. Es como si hubiese aparecido por allí, en su misma época Einstein, que aunque hubiese podido llegar a deducir la teoría de la relatividad, sus contemporáneos, no hubieran entendido nada, y hubiesen hecho de ella interpretaciones dislocadas. Como sucedió con Jesús.

    Y no olvidemos, que lo que conocemos del pensamiento de Jesús, ya viene tamizado y deformado por lo que entendieron sus oyentes, y los oyentes de sus oyentes, y los que después escribieron cuatro señores, y lo que luego interpolaron, cortaron y añadieron, muchos señores durante cien años, posteriormente a la escritura original.

    Jesús, es el Gran desconocido. Si hubiera tenido en su casa una biblioteca, de al menos unos cuantos libros, podríamos intentar reconstruir su camino cultural, e intentar comprender los meandros mentales de su mente.

    Pero de todas maneras, hoy sabemos que su “sabiduría”, no provenía de lecturas culturales, sino de beber en la fuente originaria de la Sabiduría: la gran Conciencia Cósmica, el gran Algoritmo inteligente del Universo, que religiosamente denominamos como “Gran Espíritu Santo”, que es la manifestación en el Universo, del incognoscible Dios.

    Conciencia Cósmica, a la que podemos tener acceso todos los humanos, a través de nuestro “espíritu” personal, que es una especie de mini fractal de Él, o una especie de intercomunicador con Él.

    Por eso para intentar lo imposible, de llegar a conocer a Jesús de verdad, a muchos no nos vale la intermediación de las Iglesias, que (aunque han cumplido una misión útil y válida, durante estos dos milenios intermedios transcurridos), ahora ya solo son un estorbo y una rémora.

    Solo nos queda el remedio de intentar beber, de la misma fuente en la que bebió Jesús, conectándonos con esa gran Conciencia-Espíritu Santo.

    Yo no se, si la llegada de Jesús, en su momento histórico concreto, estuvo programada por esa Conciencia directora del Universo, o fue un suceso aleatorio. Lo que si pienso es que si hubiese sido casual, la “iluminación plena” de Jesús, seguro que no fue casual.

    Quizás lo que se pretendió, es que mediante las huellas deformes y muy parciales, de las ideas de Jesús, que quedó en la historia, se suscitaran en los dos mil años siguientes, toda una serie de humanos espirituales.

    Yo creo que el Reino de Dios, que anunció y promovió Jesús, no es otra cosa, que la Comunidad de los humanos espirituales, en conexión y armonía con el Gran Espíritu. Eso ya lo predijo Joaquín de Fiore.

    Esta serie de humanos espirituales, (empezando por Pablo), fueron trabajosamente desbrozando esa gran Sabiduría, conectándose ellos, (aunque en mayor o menor grado), a la Gran Conciencia-Espíritu Santo, y conformando con sus testimonios, la Filosofía Perenne del Universo.

    Joaquín de Fiore, anunció, tres eras en la Iglesia: la del Padre, la del Hijo, y la del Espíritu, que sería la final.     En la primera, todavía se estaría muy centrados en el Dios Padre, Yavhé, y su terrible justicia. Durante la segunda, seguiríamos el dedo de Jesús, en la letra de su enseñanza, y nos fijaríamos sobre todo en su moral aconsejada, y en la misericordia de Dios.

    En la tercera, o la era del Espíritu, ya no miramos el dedo de Jesús, sino que vamos hacia donde ese dedo señala, y lo que se hace es que nos conectamos, como no podía ser de otra forma, en el Universo del que formamos parte, y nos llenaremos de su Espíritu y de su Sabiduría, y todo lo demás vendrá por añadidura. Nos hacemos ramitas del árbol, y creceremos y daremos fruto con él.

     

    Como corolario, con este planteamiento, (que podrá aceptarse o no), nos otorga mucha esperanza, hacia un futuro, que parece muy negro de la humanidad. Si tenemos detrás de nosotros, una gigantesca Inteligencia-Conciencia del Universo, que sabe mucho mejor que nosotros lo que nos conviene, cada vez estoy mas convencido de que saldremos de esta.

    A nosotros nos queda ya poco en el convento, pero me alegro por la humanidad.

     

    (Perdona Carlos, porque nos hemos salido mucho del tema del artículo, aunque quizás no tanto, porque “Dios”, en la forma que cada uno creamos, verdaderamente está con nosotros).

    • Juan A. Vinagre

      Gracias, Isidoro, por la atención que me prestas al leerme. Ya te he dicho alguna vez que algunos de tus comentarios te salen bordados, y los comparto. Que, por otra parte, haya diferencias entre los que intervenimos con artículos o comentarios, es normal y hasta bueno (la circunstancia personal y cultural de cada uno es distinta y limitada.) Por eso, debemos estar abiertos a escucharnos  y   a comprendernos… Podemos aprender unos de otros. La diversidad enriquece, si sabemos contemplarla bien, sin pre-juicios. El problema de no entendernos, o aún peor, de rechazarnos se debe, a mi juicio, a ciertos rasgos de personalidad, a la necesidad de seguridad que evita la novedad, a un exceso de sacralización de conceptos o interpretaciones, que por religiosos que sean no dejan de ser humanos; a falta de sentido crítico (siempre necesario dentro de lo humano, pues somos menos sapiens de lo que pensamos, y mucho más si entramos en el mundo de lo religioso trascendente, que tiende a “fijar” demasiado de prisa el pensamiento-interpretación humanos…)   Quien “fija” demasiado, es porque vive y piensa dentro de un paradigma estático, que corresponde a la interpretación antigua de la realidad…

      En suma, muchas veces nos resulta difícil entendernos, porque partimos de paradigmas distintos, y más si son opuestos. Conceptualmente no siempre somos capaces de entender y expresar bien la realidad, y mucho menos si esa realidad nos trasciende, Dios.  De ahí que nuestras definiciones teóricas -aunque necesarias, para entendernos-,  sean con frecuencia revisables, al menos en su formulación humana.  Por eso, ante las diferencias-discrepancias teóricas, concluyo siempre con lo mismo -el gran principio evangélico-: Que sean UNO en el AMOR. Ésta es la palabra que no pasa.  El amor -el respeto también forma parte del amor- es el que lleva al mejor conocimiento de Dios. Quien no sabe de amor (ágape) sabe poco de Dios.  Y si el amor está en nosotros, algo de Dios está en nosotros y con nosotros.  Y entonces es posible entender mejor la fragilidad humana…,  e incluso el mal…

  • Juan A. Vinagre

    A mi juicio, para entender algo mejor la revelación (cristiana u otras), para entender mejor el concepto de Dios -que nos hemos ido formando a través de la historia y sus culturas-, hemos de partir de una realidad-verdad científica hoy evidente: El proceso de desarrollo evolutivo global del universo, proceso del que formamos parte. Y dentro de ese proceso del que formamos parte, debemos tener muy en cuenta nuestro proceso evolutivo psíquico. No nacimos-nacemos maduros. Nuestra mente va madurando, individual y socialmente, dentro de este marco evolutivo. La teoría de Piaget, con sus etapas de desarrollo psíquico (o de maduración progresiva) es aplicable no solo a cada individuo, sino también a las distintas sociedades, pues la sociedades son creaciones humanas…, que responden a la madurez de los individuos.  Vamos, pues, madurando, individual y socialmente, por etapas… Pasamos de una primera etapa de desarrollo sensorio motriz a otra de pensamiento concreto, para pasar a otra (y no todos al mismo tiempo de edad cronológica) de pensamiento formal, más abstracto. (Estoy resumiendo mucho). Pero además evolucionamos -o nos estacionamos- condicionados por el nivel cultural de cada tiempo y su circunstancia. Condicionamientos que son limitaciones inevitables. Somos hijos -también en nuestras ideas- de cada tiempo y su circunstancia.

    La Biblia -la llamada revelación, que es solo una partecita, la esencial, de la Biblia-, también está sometida a este proceso de desarrollo evolutivo. Nuestros conceptos y explicaciones sobre Dios también maduran -y se formulan-, siguiendo el proceso de desarrollo-maduración cognitivo evolutivo. Interpretamos la realidad y a nosotros mismos desde y dentro del marco de cada etapa de maduración, personal y social.  Solo algunos superdotados muy creativos son capaces de relativizar, de ver más allá y de romper moldes culturales, sociales y religiosos establecidos, según el nivel de desarrollo social y personal. Este fue el caso de Jesús de Nazaret.

    Para aprender, tenemos que recibir los conceptos adaptados a nuestro nivel de desarrollo cognitivo.  De ahí que los buenos maestros o maestras son los  que mejor se adaptan al nivel de desarrollo cognitivo de los alumnos. Y según sea esa adaptación, se producirá un  mejor o peor aprendizaje, y una mejor o peor interpretación de los hechos, y de la realidad misma.

    Pues bien, esto es también aplicable a la revelación: Dios, Padre y Maestro, habla-se sugiere, adaptándose al nivel cognitivo de cada sociedad y de cada persona, limitadas por sus circunstancias ambientales y culturales.  Por eso, la revelación es ella y/en sus circunstancias, personales y culturales.  A mi juicio, esto es necesario tenerlo en cuenta, si queremos entender algo cuando nos acercamos a la Biblia y al tema de Dios, que por necesidad nos trasciende. (Y es importante pensar en lo que significa “trascender”)  Nuestra mente, por muy sutil que sea, no es capaz de alcanzar el nivel de lo trascendente. Y Dios, si existe como creo, es por necesidad trascendente, o no sería Dios. Por otra parte, el Dios trascendente, que es al tiempo inmanente, se hace entender en el interior de cada uno…, a veces de modo más claro que la luz del medio día… (Juan de la Cruz)  Lo que acabo de exponer se puede aplicar -reitero- a la revelación: Dios se va comunicando por pequeños pasos, adaptándose a nuestro nivel cognitivo, por lo que siempre conllevará un concepto inmaduro de Dios, muy antropomorfizado. Por eso, podemos decir -aún hoy- que cuando hablamos de Dios frecuentemente nos proyectamos, proyectamos nuestra inmadurez cognitiva y emocional.  De ahí que no debamos sorprendernos de los conceptos antropomórficos que encontramos en la Biblia. Y al antropomorfizar a Dios, también antropomorfizamos la religión y en parte también los cultos…

    El gran Mensaje de Jesús es un Mensaje más maduro, que trata en lo posible de superar los antropomorfismos tradicionales, aunque en sus parábolas se sirva -es inevitable- de imágenes o conceptos humanos…  Por eso, para entender el Mensaje del Reino hay que centrarse en la esencia. Esencia que tiene un sentido de fraternidad, de cambio social con proyección trascendente, con un Dios Padre, aunque muchas veces no sepamos entenderlo.   Ante lo trascendente, la fe -creer- es inevitable.  (Perdonad que lo diga, pero aquí estoy resumiendo lo que expongo en el libro “Entorno a la fe y a la Iglesia”.)  En la evolución histórica de la Iglesia -aparte de su falta de testimonio- también se han enseñado conceptos de Dios demasiado viejo-testamentarios, inmaduros. Y esto -entre otras razones- la llevó a marginar aspectos fundamentales, más maduros, del Evangelio. Por eso, la necesidad de volver al Evangelio de Jesús, a la Esencia de su Mensaje, a la revelación que no pasa. Mensaje, que dentro del proceso de maduración evolutiva y espiritual, vamos entendiendo mejor en algunos aspectos… con el tiempo.  Mensaje que quienes vivan dentro de un paradigma tradicional, fijo, no serán capaces de admitir. De ahí los problemas del papa Francisco por intentar volver al Evangelio…

  • Antonio Llaguno

    Hay una frase sobre esto, que hace tanto tiempo que la adopté como parte de mi pensamiento personal que ya no se a quien se la escuché por primera vez (Creo que fue a una profesora del seminario que vino a la parroquia a darnos una conferencia y que citaba a Glez. Faus, pero no estoy seguro) y es que “Dios no puede hacer nada que no hagamos nosotros en su nombre”.

    Dios no interviene directamente en los asuntos “mundanos”, no dicta su doctrina al oído de los evangelistas y/o doctores en la ley, no trae las lluvias, no para las guerras (Ni dedide sus vencedores, ni bendice a los ejércitos), ni nada parecido.

    Y lo mejor de todo es que lo hace por amor.

    Porque no hay mayor amor que el que nos regala la libertad.

    En cuanto a la reflexión de carlos Barberá, creo que es correcto ver a dios en cada acontecimiento que nos ocurre pero creo aún más cristiano, ver a dios en cada persona que se nos acerca.

    Porque el cristiano sabe que sólo amando al prójimo, al próximo, se puede amar a Dios. Dios ni quiere ni le sirven de nada otro tipo de expresiones de amor o adoración.

    Pienso que vista desde esta óptica, la mística tiene una cara mucho más familiar y cotidiana.

     

  • Carmen Hernández Rey

    ¿ Si está Dios con nosotros? ¿Dónde está el diablo? Yin-Yan

    • Antonio Llaguno

      El diablo no existe, Carmen.

      El mal, como el bien, es fruto de la libertad del ser humano.

  • ana rodrigo

    A Dios nadie lo ha visto nunca nadie ni en ningún sitio, por tanto no es objetivable. Si lo dejamos a la experiencia, lo convertimos en subjetivable. Si utilizamos el razonamiento, llegamos a la conclusión fenomenológica, el ser humano siempre y en todas las culturas ha considerado como real que existe un dios o varios dioses o diosas, con atributos extrahumanos.

    Si hay creyentes en distintos dioses, y hay increyentes en dios alguno, ¿deducimos que dios es una creación humana necesaria para unos e innecesaria para otros?

    Para el cristianismo sería cuestión de tener como referente a Jesús de Nazaret, ubicado así mismo en su contexto religioso judío.

  • Gonzalo Haya

    Afirmo que Dios está entre nosotros, no solo entre los cristianos, sino también entre los budistas, musulmanes… y entre los increyentes de buena voluntad. Dios está en la conciencia de todo ser humano. Quizás Dios mismo sea esa conciencia. No la vemos pero la oímos, aunque frecuentemente la interpretemos, en alguna medida, según nuestros propios prejuicios culturales.

    Creo también que Dios interviene en nuestra Historia, aunque más que intervenir lo que hace es influenciar en las determinaciones libres de todos aquellos que se dejan influenciar. Como influyen los padres, los buenos maestros, y los líderes. Incluso, según la sabiduría popular, “Dios escribe derecho con renglones torcidos”.

    ¿Que esa es una imagen antropomórfica de Dios? Creo que Dios es personal y es impersonal, algunos le llaman transpersonal. La mejor imagen bíblica es Dios como Espíritu; no está circunscrito por nada ni por nadie y actúa tanto de una manera creativa como a través de las causas segundas, que sienten y siguen sus impulsos.