Conozco gran parte de la bibliografía castellana sobre sobre la Trinidad y no he visto en los últimos años un libro más hondo y prometedor que éste, escrito con pasión, conocimiento y “raza”, con trébol (tre-phyllôn, tres hojas) de portada.
Aprendí mucho al leerlo y por eso acepté con gozo el encargo de escribir su introducción, que también, dentro de un tiempo, os enviaré a ATRIO. Hoy me limito a presentarlo , con un ruego a los amigos de la teología y el pensamiento cristiano: Tomen nota y lean; este libro viene para quedar. Gracias al Sec. Trinitario por publicarlo. Felicidades al autor por escribirlo.
El autor: Tomás Marín Mena (Don Benito, Extremadura, 1993)… Va hacer pronto treinta años. es graduado en filosofía y licenciado en teología. Fue el ganador del I Premio de Ensayo Teológico Joven PPC, con la obra ‘Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra’.
Estudio seminario de los Misioneros Claretianos de Granada. Es laico, comparte su fe en la Juventud Estudiante Católica (JEC), está interesado en el ecologismo y en la evangelización en el mundo universitario. Vive en Granada, es profesor de Misterio de Dios en la Universidad Loyola, prepara su tesis doctoral en la Universidad Pontificia Comillas.
Entre sus publicaciones, pueden destacarse los libros Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra (2018) y Alteridad y amor. Estudio de ontología trinitaria ( 2023) y el artículo «El amor del Crucificado y la ontología de la violencia» (2022). Es coordinador de la obra colectiva ¿Un futuro sin Cristo? (en prensa), que reúne a más de treinta jóvenes humanistas y teólogos.
Libro
A la luz de la Divina Trinidad, la ontología trinitaria trata de descubrir los presupuestos de la mirada cristiana sobre la realidad, al tiempo que confiere unos criterios fundamentales para orientar la vida. Con el fin de profundizar en los conceptos de alteridad y amor, el autor desarrolla un diálogo, amable y crítico, con algunos de los grandes filósofos que han labrado una ontología o metafísica relacional (Hegel, Heidegger, Deleuze, Rosenzweig, Buber, Weil y Levinas) e igualmente con los principales exponentes de la teología trinitaria contemporánea (Greshake y Zizioulas). De esta suerte, aspira a entrelazar virtuosamente alteridad y amor mediante la exploración de una ontología trinitaria.
Valoración inicial.
Estudio ambicioso, por tema y forma de tratamiento. No conozco en España nada de su categoría, en una línea de diálogo entre el pensamiento judío (Rosenzwig, Levinas, Buber), la ontología de la modernidad (de Hegel y Heidgger a Derrida) y la tradición ortodoxa (con Ziziulas, los neopalamitas y D. Staniloae).
A pesar de los trabajos que se han venido publicando en los últimos decenios sobre “ontología trinitaria”, de K. Barth y K, Rahner, de Ratzinger y Hemmerle, Moltmann y Jüngel, Ferrara, Greshake y Zizioulas , pienso que la “teología trinitaria” tiene que volver a las raíces del misterio, en la línea de lo que Tomás Marín Mena ha querido en este libro.
El tema de fondo no se resuelve recuperando sin más a los clásicos antiguos, como Orígenes y Agustín, Pálamas y Anselmo, Tomás y Hegel, sino que necesitamos una vuelta radical al Nuevo Testamento, centrado en la “cruz de Jesús, que no es sólo la exégesis de la Trinidad, sino su esencia y fundamento. Nos hace falta una “vuelta radical” al despliegue de la vida y pascua de Jesús, una vuelta que ha de hacerse en la línea de los grandes pensadores judíos (Buber, Rosenzweig, Levinas, recuperando por otra parte la teología bizantina y ortodoxa de la actualidad.
Eso y más ha querido hacer T. Marín y Mena en este libro. Por eso me alegro al presentarlo, compartiendo de un modo crítico su grandes intuiciones y sabiendo que su obra puede replantear (e incluso a superar) muchas de las cosas que se vienen diciendo sobre Dios-Trinidad.
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En estos tiempos (año 2023) de pequeños discursos vergonzantes y superficiales,, con miedo de pensar, trabajos como éste de T. J. Marín me llenan de alegría y esperanza ante el pensamiento y futuro de la Iglesia, con la certeza de que el Logos de Dios se está encarnando en el mundo y buscando posada entre los hombres, promoviendo una nueva praxis de acogida mutua y humanización, desde la “alteridad”, es decir, desde lo otro, desde los otros, en diálogo con el mundo.
La mejor praxis humana y cristiana, en perspectiva de redención y comunión universal, ha de expresarse y fundarse en pensamiento dialogante, como como éste, abierto al futuro en varias dimensiones (judía, cristiana, filosófica). Por eso he gozado escribiendo su prólogo, a partir del el mes de junio del año pasado (2022), cuando tuve la suerte de recibir su texto casi completo. Como sucede en muchos casos, iba tirar el texto escrito al fondo de la papelera y borrar del PC el texto on line, pero sentí curiosidad.
Empecé por la bibliografía y me pareció buena, revisé el índice y me pareció mejor. Leí de largas sentadas y en línea transversal gran parte del libro (no tenía todavía la extensión actual) y, a vuelta de correo, escribí al autor y al editor unas líneas de cortesía, ofreciéndoles mi colaboración. El autor me respondió con agradecimiento:
«Para mí, la ontología (o la metafísica)es fundamental en cualquier tipo de pensamiento que se quiera desarrollar con rigor, pues si no se hace patente, aparecerá subrepticiamente. Las palabras y las ideas expresadas contienen visiones sobre el mundo; estamos inmersos en el ser y lo interpretamos, lo queramos o no… También me muevo en el mundo filosófico y no puedo resistirme a decir que la “metanoia” cristiana y la vida de Jesucristo (la fe trinitaria) tienen una palabra decisiva ante las discusiones filosóficas que preocupan a mis compañeros y amigos del ámbito filosófico y en general a nuestros contemporáneos: el respeto al otro en puridad, el amor, la gratuidad, la búsqueda de comunión, la posibilidad de escapar de una lógica de la violencia, la importancia de la persona, la pregunta sobre la trascendencia radical y la apertura a la revelación…
Por otro lado, y esto es lo central, esta obra me obliga a detenerme por un tiempo en la vida, muerte y pascua de Jesús, preguntándome si no sería mejor que me dirigiera hacia una ontología cristológica o hacia una teología pascual. Tiene toda la razón en insistir en ese punto, a pesar de que habrá notado el NT está muy presente en los principios de fondo del texto…».
Animado por esta respuesta del autor, escribí la introducción del libro (como verá quien lo lea)…, una introducción que, Dios mediante, quiero publicar más adelante en mi blog de RD y en mi página de FB, para aquellos que, teniendo ya el libro o queriendo tenerlo y leerlo, deseen conocer mejor mi versión del tema, en diálogo con T. Mena.
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Conforme a todo lo anterior, esta obra de Marín Mena nos permite abrir nuevos caminos en el descubrimiento del Dios trinitario y movernos, desde una perspectiva bíblica, teológica y filosófica en la línea de la comprensión y actualización del tema. No comparto todos los presupuestos del autor, pero los considero en conjunto necesarios y buenos para seguir pensando en el tema, situándonos en el centro de la aportación del cristianismo, en un plano de fe, compromiso y -afirmación y, sobre todo, de descubrimiento de la alteridad, en un mundo como el nuestro de occidente que a veces se ha pensado único y sin alternativa, sin alteridad.
En este momento al final de mi introducción quiero darle nuevamente gracias a Marín Mena por haberme permitir recordar y actualizar, desde su perspectiva, un largo itinerario de estudios trinitarios. Sólo me queda recordad con Marín Mena tres afirmación principales:
- Debemos ser fieles al lema antiguo, actualizado por K. Rahner: la Trinidad económica (histórica) se identifica con la Trinidad inmanente (transcendente) de Dios. Eso significa que, para los cristianos, no hay más Dios verdadero que el Dios encarnado: el Dios de la Trinidad de Jesús, nacido del Padre en tiempo y expresado por el Espíritu Santo en la vida e historia de los hombres.
- La Trinidad no es sólo un arcano impensable, nos da que pensar y, sobre todo, nos da que «hacer» (ser) en perspectiva cristiana. La ontología trinitaria de la Iglesia de Occidente Hegel nos obliga a tener más en cuenta la crítica anti-trinitaria de Kant y, especialmente, la de Espinosa, para superar un tipo de judaísmo cósmico, para volver con Jesús al judaísmo personal e histórico (con apertura al cosmos). Posiblemente estos temas no se pueden resolver desde la filosofía, pero tampoco se pueden plantear y delimitar sin ella, como supo K. Rahner, aunque quizá estuvo demasiado cerrado en un transcendentalismo poco dialogal, poro atento a la alteridad.
- Este es un libro en el que casi intervienen solamente varones, «hombres». Hoy por hoy es difícil y quizá arriesgado introducir en la ontología “trinitaria” un tipo de pensamiento feminista o, por lo menos, abierto a la alteridad femenina Siento la inmensa ausencia de mujeres, que están ofreciendo tal vez, en este momento, las propuestas más significativas de la teología trinitaria. No es fácil hablar de “alteridad” en teología si olvidamos que según Gen 2-3 la primera alteridad humana, imagen de la de Dios, es la del varón y la mujer. Muchas mujeres (como E. A. Johnson, La que es. El misterio de Dios en el discurso teológico feminista, Herder, Barcelona 2002; y S. MacFague, Modelos de Dios para una época ecológica y nuclear, Sal Terrae, Santander 1994) están hablando de ello. Tomas Mena deberá quizá tenerlo en cuenta en sucesivos trabajos.
Gracias, Tomás, por invitarme a caminar contigo a la senda trinitaria, en una humanidad que sigue buscando caminos de Dios, desde una perspectiva de tradición judía y tradición iglesia oriental, en diálogo con la filosofía, empezando básicamente desde Hegel. Yo hubiera comenzado quizá con Espinosa, judío bíblico, pero no trinitario, que sigue siendo, a mi juicio, el más hondo referente del pensamiento moderno, inclinado al “poder” (conatus), en un mundo divinizado (Deus sive natura), con infinitas propiedades (posibilidades), pero verdadera comunión interhumana.
Como digo, hoy hubiera comenzado desde Espinosa. Pero esto es secundario, y comencé con Hegel y Heidegger, como hace T. Marín en este libro, que no tiene necesidad de introducción como la mía, pues se vale por sí mismo. Pero me alegro de poder introducirlo desde la perspectiva de mis estudios trinitarios que empezaron hace cincuenta años, cuando yo tenía la misma edad que hoy tiene T. Marín, con proyectos e ilusiones teológicas semejantes a las suya.
Muchas gracias, Xabier, por tu amable reseña introductoria a este libro en el que he trabajado mucho, con el pensamiento y el corazón. Agradezco tus piropos, aunque no dejan de sonarme algo excesivos. El tiempo dirá qué permanece de mi reflexión compartida. Sólo espero que ayude a renovar el interés por el Dios cristiano-trinitario y su radical vinculación con la vida (que la tradición filosófica griega ha llamado “ser” y que el Aquinate supo separar del ente/ens realzando su condición de verbo, es decir, de dinamismo). Por este excurso hago notar que una de las intenciones primarias del libro ha sido dialogar desde la teología trinitaria con la filosofía (Hegel, Heidegger y posheideggerianos, filosofía judía), y hacerlo con pleno derecho. Por supuesto, como todo pensamiento escrito, puede ganar en claridad pero pierde la frescura y viveza de la oralidad. Ello significa que es un pensamiento en camino, por lo que espero que la torpeza realmente presente en algunos sentidos no debería empañar lo valioso que pueda haber. La teología (y la filosofía) es por esencia un ejercicio humilde.
No tengo mucho más que añadir por ahora. Ya he dicho quizá demasiado (por la extensión) en Alteridad y amor. También con el “Epílogo” del libro quise aprovechar la generosa presencia de Xabier para establecer un diálogo teológico que podía iniciarse desde el mismo interior de la obra.
Invito a los interesados en profundizar en el misterio del Dios cristiano (y de los metafísico y lo religioso en general) a leer este libro de un “teologuillo” que ciertamente piensa y vive con pasión.
En cualquier foro estaré encantado de participar en la medida en que mis obligaciones y posibilidades me lo permitan.
Gracias a Antonio Duato por fiarse del “olfato teológico” de Xabier y hacer presente este libro, que ya está presente en las librerías (también se puede encargar sin gastos de envío a la editorial: https://www.secretariadotrinitario.org/catalogo/libros/agape/alteridad-y-amor-estudio-de-ontologia-trinitaria/).
Abrazos.
Tomás J.
PD 1: Sobre mis datos biográficos. Aunque teniendo amistad y convergencia en muchas cosas con la JEC, desde hace 3-4 años no participo de sus actividades y encuentros. Soy un cristiano católico al que le encanta la vida de parroquia y que aprende de todos los carismas y movimientos eclesiales.
PD 2: Contra el mito de la helenización del cristianismo. Según me ha mostrado hasta ahora mi investigación, no es poco lo que Nicea enseñó sobre el misterio de Dios. Como el bueno de Ioannis Zizioulas (D.E.P.) ha dicho, el “homoousios” niceano no sólo salva el monoteísmo bíblico (el Dios de Israel y de Jesús) sino que afirma que ¡en el mismo ser de Dios hay alteridad! Dios en sí mismo tiene alteridad y vida interpersonal de amor; lo que es condición de posibilidad para que las categorías matricias del conjunto de lo real sean la alteridad y el amor; dicho en otras palabras el respeto radical del prójimo y la posible comunión con él y con todos.