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Lo nuevo normal climático es amenazador

No es que estemos yendo al encuentro del calentamiento global y del cambio climático. Es que estamos ya dentro. Rompimos la soportabilidad de la Tierra (planetary boundaries) que podrá llevar el sistema-vida al colapso. Hemos pasado el punto crítico y estamos en un camino sin retorno. El planeta Tierra superexplotado por la voracidad industrialista, que beneficia a una pequeña parte de la humanidad, excluyendo de la mesa de la comensalidad a las grandes mayorías, nos ha llevado a esta situación amenazadora.

Grandes climatólogos y otros científicos, recogidos en el severo libro de Elizabeth Kolbert, Bajo un cielo blanco: la naturaleza del futuro (Crítica 2021) y La sexta extinción: una historia nada natural (Crítica 2016), se han vuelto clima-escépticos y resignados: aún con la ciencia y la tecnología estamos llegando con retraso. No hay cómo evitar la escalada del nuevo régimen climático. Solo podemos disminuir los efectos dañinos, hacer prevención y adaptarnos a él. Las consecuencias generales para la humanidad, de modo especial para los desvalidos, serán infernales.

Lo que se había concertado en 2015 en la COP de París de esforzarnos para para impedir que el calentamiento subiese 1,5 ºC hasta 2030 se ha frustrado. La gran mayoría, dominada por los lobbies de las grandes empresas de extracción de petróleo y de energía, no ha hecho los deberes. En la COP de Egipto en 2023 los tres países que más contaminan, Estados Unidos, India y China, ni siquiera se presentaron.

Ante la crisis energética mundial, han vuelto las tecnologías altamente contaminantes del pasado, como el carbón.

El informe del IPCC de febrero de 2022 advirtió: como se ha hecho muy poco, el calentamiento global subirá 1,5-2 grados ºC hacia 2027. Otros científicos tomando en cuenta la presencia del metano, que es 28 veces más dañino que el CO2, por el deshielo de los cascos polares y del permafrost, sugieren que este aumento de la temperatura nos llegará ya en 2025. De ser verdad, tenemos poco tiempo para prepararnos y para inventar estrategias de adaptación. ¿Cuál es el costo en términos de vidas humanas y de inversiones financieras?

Los eventos extremos que han sucedido recientemente son señal de este cambio de régimen climático. En esta semana de carnaval de 2023, solo en 24 horas han llovido 686 mm en Bertioga y 627 mm en São Sebastião, ciudades marítimas en el norte del estado de São Paulo con consecuencias altamente desastrosas.

Simultáneamente un tifón furioso barrió Indonesia, matando a más de 800 personas. Recordemos los grandes incendios de 2022 que hubo en California, en toda Europa, inclusive en Siberia, Australia y la Amazonia. Se habla de la nueva era del piroceno (del fuego), como efecto del calentamiento global que ha calentado el suelo y las piedras. Las ramitas y hojas secas se prenden fuego y desencadenan grandes incendios. Si esto se confirma, podremos conocer un armagedón ecológico.

Por eso, nuestro futuro no es halagüeño. El climatólogo Carlos Nobre ya advirtió en la COP 26 en Glasgow: “En esta década se decidirá el futuro de la humanidad”. Recordemos a los incrédulos del tiempo de Noé que anunciaba el diluvio y ellos continuaban con sus fiestas y bodas, hasta ser tragados por las aguas. Hoy hay un desconocimiento general de la amenazas que pesan sobre nuestro futuro. La mayoría de los jefes de estado no toman en serio tales cambios. Los CEOs de las grandes corporaciones no quieren ni saber de ello. Y si saben, se dan cuenta de que deberían cambiar sus formas de producción, pero temen perder sus negocios y ser tragados por otros más grandes si lo hicieran. Prefieren caminar despreocupadamente hacia la eventual fosa común en vez de cambiar de sistema. El “Titanic” se puede estar hundiendo, pero no les impide hacer sus negocios rentables. Y van a perecer como los otros al son de la música clásica.

No faltan científicos y sabios que nos advierten, mostrando la conexión entre los desastres en São Paulo y las inundaciones del año pasado en Minas Gerais, Bahía y Pernambuco y el cambio de régimen climático. Quien lo hizo claramente por la televisión es uno de nuestros mejores científicos, Antonio Nobre.

Decimos con razón que la Tierra es nuestra madre, pues nos da todo lo que necesitamos. Pero como todas las madres puede darnos serias lecciones para que aprendamos a tratarla como madre, cosa que no hemos hecho durante siglos. El coronavirus ha sido una de esas señales, hasta ahora mal comprendida, por lo que nuestro mejor científico, Miguel Nicolelis, nos alerta siempre: el virus está ahí y puede conocer variantes peligrosas. Tenemos que estar vigilantes. Pero seguimos como si nada hubiese sucedido, como se nota en el carnaval actual, dando por supuesto de que ya hemos vuelto a la antigua normalidad. Esta es nuestra mayor ilusión, pues el nuevo régimen climático será inexorable. Vendrá con nuevos virus, bacterias y enfermedades. Cobrará muchas vidas y nos forzará a cambiar nuestros modos de vida y de consumo.

Los nuevos gobernantes de las naciones (los nuestros inclusive) deben considerar en sus proyectos este hecho nuevo: la Tierra ya no es la misma. No podemos hacer las mismas cosas que antes. En caso contrario, conoceremos desastre tras desastre y frustraciones en nuestros trabajos.

La Tierra-madre se nos presenta como algo enigmático. En los últimos 570 millones de años ocurrieron 15 grandes extinciones masivas. Dos de ellas eliminaron el 50% de las especies de la Tierra y reorganizaron totalmente los ecosistemas. Muchos científicos (cf. Peter Ward, La evolución del ser humano ha llegado a su fin: extinciones masivas y preservación de la biodiversidad, 1977) aseguran que eso ocurrió por un lento e inexorable cambio climático (p.XVII). ¿No estaremos actualmente en una situación semejante, esta vez por el descuido de poderosos grupos humanos? En su hambre de enriquecimiento han agotado los bienes y servicios naturales, volviéndose así el Satán de la Tierra.

Generalmente eran inmensos asteroides los que producían tales desastres. «Este asteroide -comenta Ward- se llama homo sapiens. Todas las especies evolucionan hasta morir. La extinción es el fin de la evolución» (P.XIX). ¿No será que ha llegado nuestro turno?

Nos comportamos de forma tan depredadora con nuestra Madre Tierra que es posible que ella no nos quiera más aquí. Así las otras especies no se verían amenazadas y seguirían su curso evolutivo.

No es imposible que, después de miles de años, surja un ser más evolucionado que pueda soportar el espíritu y construir un modo de vida más amigable con todos los seres y con la Tierra.

De continuar como está, nuestra situación puede llevarnos al encuentro de lo peor. La Tierra seguirá girando alrededor del sol, con todo su esplendor, pero sin nosotros.

*Leonardo Boff ha escrito con Jürgen Moltmann, ¿Hay esperanza para la creación amenazada?, Vozes 2014.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

 

6 comentarios

  • mariano alvarez

    Bueno, bueno, eso de que la tierra seguirá girando alrededor del sol con todo su esplendor me suena a eufemismo. Ni la tierra, ni el sol, ni el universo, ni el cosmos están exentos del mismo fin que el del hombre, la persona. Podremos evolucionar, podremos adaptarnos o no, pues es lo que hemos hecho desde un principio, no sabemos y no podemos hacer otra cosa, siempre y cuando nos identifiquemos con la denominada “madre naturaleza”. No deberíamos extrañarnos de nuestra permanente lucha con la “madre naturaleza” al considerarnos como una especie de la misma, al identificarnos como “especie humana” , dentro de una clasificación taxonómica, y  ya sabemos que la naturaleza que lucha contra sigo misma se autodestruye.

    ¿No será que hemos perdido el sentido de nuestra propia naturaleza como realidad singular, única, concreta e irrepetible, por lo que perdemos el verdadero sentido del ser Persona y de su responsabilidad frente a toda la naturaleza?. Dos cosmovisiones muy distintas y muy distantes en la praxis que emerge en ellas.

    La primera emerge desde fuera como necesidad y la segunda desde dentro de la persona con sentido integrador de toda realidad en su propia realidad, de finalidad no como especie y sí como libertad creativa desde su origen, sujeta a una evolución muy distinta a la da la “madre naturaleza”.

    En este artículo de un teólogo, filósofo y ecologista me da la sensación que ha primado mas su visión naturalista ecológica que la primera, de la que estoy seguro “sabe” más que yo.

    El primer artículo del Credo se refiere precisamente a la fe en “Dios creador del cielo y la tierra” y al final del Génesis el Hombre, la persona, es creada dando a entender que éste es el fin ,el sentido de todo lo creado y no a la inversa.

    Dos ópticas que miran en dirección opuesta, ineludiblemente dan origen a dos praxis también opuestas.

     

     

     

     

  • Juan A. Vinagre

    Después de la lectura del artículo, documentado, de Leonardo, ¿qué más cabe decir?  Que nos queda la presión insistente -y la denuncia, si es preciso, y ya lo es- sobre los principales causantes del desastre en la madre tierra, cuyas consecuencias pueden ser muy graves, tan graves que nos obligue, en algunos aspectos, a revisar a fondo nuestro sistema de valores, y probablemente a crear un nuevo paradigma de convivencia, más humano.  Los causantes de este desastre son conocidos. A ellos debe dirigirse algún medio más poderoso y más convincente de información bien documentada, y si esto no fuera suficiente,  elevar una denuncia colectiva, persistente y valiente, que resuene en toda la tierra de forma mancomunada, aunque esta denuncia cause víctimas.  (El homo deus caníbal exigirá víctimas…)  ¿Será esto posible, si el poder que arrasa tiene en sus manos gran parte del poder de información, que protege intereses, y también mitos…?  La peor adición, la que más daña, es la adición del gran poder-dinero, que ha convertido la tierra en una mina a explotar hasta agotarla…  (Entre la peor adición también se halla la que vive de mitos, que trata de imponer.)  Esa adición, que ciega -que ciega-, no permite ver ni tomar conciencia de las consecuencias de adorar ídolos que exigen sacrificios; ídolos que, al final, acaban devorando al mismo adicto…

    ¿Qué hacer, en este caso?   Pienso que si las personas de buena fe,  y las religiones -liberadas del poder que las controla- no se unen contra ese saqueo -y esos mitos-, esa adición acabará destruyendo a muchos-muchos inocentes, o tal vez a casi todos…  En este caso, cabe la pregunta:  ¿en la tierra se puede hundir (o casi) la vida humana, como un titanic?  Esto sería la mayor prueba de que, cuando hablamos de canibalismo humano,  no exageramos… (Recordemos, por ej., las guerras y matanzas, que nos describe Alberto, y los diarios de cada día.)    ¿Es éste el momento de volver a repetir sin cesar: Ciudadanos de toda la tierra, UNÍOS contra tales ídolos y sus adictos?  Tal vez, pero para unirnos con este fin necesitamos RENACER.  ¿Es esto posible sin un diluvio previo…..?  (Perdón por tanto pesimismo, que me ha generado la dura y sapiente lectura de L. Boff.)     Pese a todo, y sin descuidar la presión y la denuncia sistemática, bien dirigida y formulada, también cabe decir: ¡Creo en el homo SPES, que con los golpes aprenderá a ser más humano!  ¡Ojalá que lleguemos a tiempo para acabar con ese saqueo y sanar a nuestra nodriza y hermana-madre Tierra!

  • ana rodrigo

    En España hay un político que se llama Íñigo Errejón que dice:
    “Los ansiolíticos no pueden seguir haciendo el trabajo que la política no hace”

  • Antonio Duato

    Bienvenido, Alberto, a esta comunidad virtual de Atrio, donde compartimos tus mismas inquietudes, ayudar a formar “una sociedad donde la actual mayoría impotente pasase a ser actora pensante en esta maravillosa obra teatral que es la vida en común de una sociedad más evolucionada“.

    Agradece al común amigo Oscar Varela que te haya recomendado nuestro blog. El ha sido una de las columnas de este ATRIO, aportandomucha de susabiduría y buen hacer en inumerables comentarios y en la organización de muchos de los talleres y series de artículos.

    Dile que aquí le seguimos esperando con espíritu de colaboración en la nueva etapa que queremos desarrollar y que tiene que ser obra de todos. Cuando quieras, Alberto, puedes comentar en hilos abiertos por otros o enviarnos una nueva publicación que abra comentarios nuestraa dirección, atrio@atrio.org

  • Alberto (Pihui) Newbery

    Me interesa formar parte de El Atrio. Soy amigo de Óscar Varela y él me recomendó ponerme en contacto con Antonio Duato.

    Soy escritor y propongo un mundo libre de corrupción merced a un cambio de sistema administrativo tendiente a lograr equidad en un mundo de gentes que parecen haber olvidado que un día existió la palabra “prójimo” en su vocabulario. Mi vida ha sido signada por la necesidad de hallar un camino al cumplimiento de una misión sagrada: conseguir beneficios para una mayoría hasta hoy aparentemente invisible a los ojos de los mandamases, que está asimismo desprovista de armas para luchar por sus derechos humanos esenciales debido a las presiones desmesuradas de una sociedad corporativista que solo se mueve en función del enriquecimiento personal sin comprender qué hay mucho más potencial para crecimiento en una sociedad donde la actual mayoría impotente pasase a ser actora pensante en esta maravillosa obra teatral que es la vida en común de una sociedad más evolucionada.

  • Alberto (Pihui) Newbery

    Muy de acuerdo. He escrito un libro titulado @El Gran Cambio. En él propongo un cambio de Sistema para que todo sea posible (ver <www.elgrancambio2023>). Porque bajo las condiciones, reglas, constituciones, normas y formas de administración nada bueno puede esperarse. Para lograr el respeto hacen falta nuevas normas de convivencia. Bajo las normas actuales es imposible la normalización de la consciencia colectiva, cada día más deteriorada por el deterioro del lenguaje, de la cultura y de la comunicación social en decadencia por falta de una guía espiritual y filosófica adecuada.