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¿Merecemos todavía continuar sobre la Tierra?

Cuando se cumplen 11 meses de la invasión de Ucrania y más años de otras guerras y crímenes contra la Tierra y la Humanidad.

Reparando en la situación de la humanidad, de la Tierra viva, de sus ecosistemas, de las relaciones entre las naciones guerreando entre sí militar o económicamente, de tribus en África matándose, cortando brazos o piernas, de una superpotencia como Rusia masacrando a un pueblo pariente suyo, de selvas que están siendo devastadas, como en la Amazonia y en el Congo…

Cuando sigo los informes científicos de los climatólogos diciendo que ya hemos pasado el punto crítico de calentamiento y que ya no hay vuelta atrás, y que ni la ciencia ni la tecnología nos podrán salvar ya, solo prevenirnos, y finalmente diciendo que radicalizamos el antropoceno (el ser humano es la gran amenaza para la vida, estamos en la sexta extinción de vidas), pasamos por el necroceno (muerte en masa de organismos vivos) y ahora hemos llegado al piroceno (la era del fuego en la Tierra), tal vez la fase más peligrosa para nuestra supervivencia.

Los suelos han perdido su humedad, las piedras se han recalentado y las hojas y las ramas secas empiezan a provocar terribles incendios, como ocurrió en 2022 en toda Europa, hasta en la húmeda Siberia, en Australia, en California y especialmente en la Amazonia. Y más aún, cuando veo que los jefes de estado y los directivos de las grandes empresas (CEOs) ocultan tales datos o no les dan importancia para no perjudicar los negocios, con lo cual están cavando su propia sepultura. Peor aún, cuando OXFAM y otros organismos nos muestran que solo el 1% de la población mundial controla prácticamente todo el flujo de las finanzas y posee más riqueza que más de la mitad de la población mundial (4.700 millones), y que en Brasil, según FORBES, 318 multimillonarios poseen gran parte de su riqueza en fábricas, tierras, inversiones, holdings, en bancos e instituciones de países diferentes al suyo, en el cual 33 millones pasan hambre y 110 millones se encuentran en insuficiencia alimentaria (comen hoy y no saben qué comerán mañana o después) y donde hay millones de parados o en la pura informalidad, me viene a la mente la imparable pregunta: ¿nosotros los humanos, somos todavía humanos o vivimos en la prehistoria de nosotros mismos, sin habernos descubierto como iguales, habitantes de la misma Casa Común?

Con todas estas desgracias, de las cuales el ser humano es en gran parte responsable, ¿todavía merece vivir sobre este planeta? ¿O es que la propia Tierra tiene su estrategia interna, como el coronavirus reveló: cuando una especie amenaza demasiado a todas las demás, busca una manera de disminuir su furor o incluso de eliminarla para que las demás puedan seguir desarrollándose sobre el suelo terrestre?.

En este contexto recuerdo la frase de uno de los mayores brasileros de nuestra historia, Betinho, que decía muchas veces en sus conferencias: el problema mayor no es económico, no es político, no es ideológico, no es religioso. El problema mayor es la falta de sensibilidad del ser humano para con su semejante, con el que está a su lado. Hemos perdido la capacidad de tener compasión con quien sufre, de extender la mano a quien pide un pedazo de pan o un sitio para dormir en época de lluvias torrenciales.

La cultura del capital nos hace individualistas, consumidores, nunca próximos y ciudadanos con derechos, mucho menos nos concede sentir que somos de hecho hermanos y hermanas por tener los mismos componentes físico-químicos, iguales en todos los seres vivos, también en los humanos.

Hace más de dos mil años, hubo alguien que pasó entre nosotros enseñándonos a vivir el amor, la solidaridad, la compasión, el respeto y la reverencia ante la Realidad Suprema, hecha de misericordia y perdón, y que, por causa de estas verdades radicalmente humanas, fue considerado un enemigo de las tradiciones religiosas, un subversivo del orden ético del tiempo y acabó ajusticiado y levantado en lo alto de una cruz fuera de la ciudad, lo cual era símbolo de maldición y del abandono de Dios. Él soportó todo eso en solidaridad con sus hermanos y hermanas. Su mensaje ha permanecido hasta hoy, en gran parte traicionado o espiritualizado para desvitalizar su carácter transformador y mantener al mundo así como está, con sus poderes y desigualdades infernales. Pero otros, pocos, siguieron y siguen sus ejemplos, su práctica y su amor incondicional. Muchos de ellos por seguir su causa conocieron y conocen su mismo destino: la calumnia, el desprecio y la eliminación física. Pero es por causa de estos pocos, creo yo, que Dios todavía se contiene y no nos hace desaparecer.

Aún creyendo esto, ante este cuadro sombrío me vienen a la mente las palabras del libro del Génesis: “El Señor vio cuánto había crecido la maldad de los seres humanos en la tierra y cómo todos los proyectos de sus corazones tendían únicamente hacia el mal. Y el Señor se arrepintió de haber creado a los seres humanos en la tierra y su corazón se entristeció. Entonces dijo el Señor: voy a exterminar de la faz de la tierra al ser humano que creé y con él a los animales, los reptiles y a las aves del cielo, pues me pesa haberlos creado” (Gn 6,5-7).   Estas palabras, escritas hace más de 3-4 mil años, parecen describir nuestra realidad. Colocados en el jardín del Edén (la Tierra viva) para guardarlo y cuidarlo, el ser humano se ha vuelto su mayor amenaza. No bastaba ser homicida como Caín, ni etnocida con la exterminación de pueblos enteros en las Américas y en África. Se ha hecho ecocida, devastando y desertificando ecosistemas enteros. Y ahora irrumpe como biocida, poniendo en peligro la vida de la biosfera y la propia vida humana.

Aquí cabe citar los informes científicos de una gran periodista norteamericana Elizabeth Kolbert. Después de escribir el libro premiado “La Sexta Extinción: una historia nada natural”, acaba de publicar “El Cielo blanco: la naturaleza del futuro”, en el que describe los intentos desesperados de los científicos para evitar el desastre global como efecto del calentamiento, pues crece día a día. Solo en 2021 fueron lanzadas a la atmósfera 40 mil millones de toneladas de CO2. Estos científicos proponen bloquear con geoingeniería una gran parte del sol para que deje de calentar el planeta. El cielo quedaría blanco.

¿Cuáles serían las consecuencias, especialmente para la biosfera, para la fotosíntesis y para todo aquello que depende del sol? Por eso esa tecnología es cuestionada. Crearía más problemas que los que quiere solucionar.

Termino con la observación de uno de los mayores naturalistas, Théodore Monod, que escribió un libro justamente con este título: “Y si la aventura humana fallase” (2000). La base de su suposición es la terrorífica capacidad destructiva de los seres humanos, pues “son capaces de una conducta insensata y demente; a partir de ahora se puede temer todo, verdaderamente todo, incluso la aniquilación de la raza humana” (edición francesa, p.246).

Soy un pesimista esperanzado. Pesimista ante la realidad perversa en la cual vivimos y sufrimos. Esperanzado porque creo que el ser humano puede cambiar a partir de una nueva conciencia, y creo en el Creador que de esta crisis y eventualmente de una ruina puede construir un tipo de seres humanos más fraternos entre sí y respetuosos de la Casa Común.

*Leonardo Boff, eco-teólogo, ha escrito Habitar la Tierra, Vozes 2022; con Jürgen Moltmann, ¿Hay esperanza para la Tierra amenazada? Vozes 2014.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

6 comentarios

  • José Antonio

    Miedo…más miedo…que si la capa de ozono…que si las vacas locas que si la gripe aviar…que si la gripe del tomate ( no es broma hace unos meses lanzaron una noticia apocalíptica de esta enfermedad) que si la variante  omicrom…la variante mu…la kraken y ahora la Otro…y toda la mitología griega tiempo al tiempo…y como no la amenaza climática que se lleva dando desde hace seis o siete décadas o más…y que dicen los paleontólogos que no es como nos lo cuentan los mass media y los grupos de poder…y no se entiende que por hablar al respecto el colegio oficial de geólogos que se le ha perseguido por dar una opinión discrepante…vale…basta ya, de tanto miedo tanto alarmismo, que es el arma o mejor dicho el recurso más efectivo para la manipulación para la esclavización y para la tiranizacion y hemos tenido recientes ejemplos…tiranizacion de esos grupos de poder que si son los auténticos responsables de la contaminación del planeta y que quieren cargarnos a los ciudadanos de lo que es su responsabilidad…basta ya por favor.

     

  • olga Larrazabal

    Hola Leonardo:   me parece muy encomiable tu cruzada ecológica.  Y se que 8000 millones de habitantes descuidados, pueden dejar bastante basura, pueden agujerear el planeta para sacar minerales, pueden inventar materiales que no son degradables y con esto contaminar aire, mar y tierra, pueden hacerle difícil la vida a las otras especies con las cuales compartimos el planeta.  Pero la solución la veo difícil, por mucho que nos esmeremos en no hacer daño. A lo más podremos prolongar nuestra existencia como especie depredadora en crecimiento.  Pero va a llegar un punto, en que ya no podemos crecer sin hacer daño.

    Además ya sabemos que nuestra situación planetaria no es estable.  Basta con que caiga un meteorito que cambie el angulo del eje de giro del planeta, para que las cosas cambien.

    El futuro es inseguro, a pesar de nuestros esfuerzos.  Lo único seguro es el cambio.

    Conociendo esto, creo que debemos vivir el día a día, con responsabilidad y alegría.  Tratando de entender a nuestros nietos y sus curiosas aficiones.

    Pero no podemos esperar que esto cambie el devenir de nuestra especie.

     

  • Santiago

    Ojalá, como nos hace reflexionar Antonio Ll leyendo el Gènesis 18:23-33, ….que  el Señor pueda encontrar 10 “justos” y Su Misericordia nos preserve de esta progresiva autodestrucción que conlleva en la actualidad el signo de los tiempos para este diminuto planeta situado en una de las innumerables galaxias que componen este Universo del que somos una pequeñísima e infinitesimal  parte..

    Nuestra vida “cósmica” sólo puede entenderse a la luz del acto decisivo de la improbable Creación que es solamente un destello infinito del amor divino y de que la posibilidad de nuestra vida racional privilegiada sigue siendo un misterio mucho más profundo cuando eliminamos totalmente lo que se encuentra por encima de nuestra naturaleza humana y que nos trasciende diametralmente y diariamente.

    Porque lo que estamos viendo es que la vida terrestre,en, y de, nuestro planeta, nos está pasando vertiginosamente proporcionalmente a la fecha de nuestros cumpleaños y que llegará un día, ya no muy lejano para muchos de nosotros, que nos tendremos que enfrentar a dejar temporalmente lo que es pura biología y acceder a la posibilidad de la trascendencia, sea de la manera que sea.

    Por eso, el magnífico artículo de Boff que es tremendamente actual y que, con mucha razón, califica Javier de “apocalíptico”,  debe tener un sentido doble y por ende nos ayudará a prepararnos también para una doble partida: la nuestra y la cósmica.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Juan A. Vinagre

    A mi juicio, ¡cuánta razón y cuánta sabiduría tiene este “homo sapiens” que se llama L. Boff! Y digo homo sapiens en contraposición a una poderosa minoría que, obnubilada, controla al hombre-mujer-niños y la tierra, sin la conciencia de que su poder necio -de “nescire”, como es lógico-, torpe e inconsciente de que con esa necedad está cometiendo, no solo injusticias graves, sino también atrocidades, propias de caníbales. Caníbales que aparecen tanto en sórdidas especulaciones, en ansias de hegemonía, de ser yo más…, como en las guerras, matanzas y castigos a quien no va conmigo…  Esa minoría poderosa que manda -y se endiosa- no es capaz de pensar -ni de admitir- que no merece el nombre de “sapiens”, pues su comportamiento es más propio de caníbales, sí.  De caníbales inconscientes de que así -con su poder efímero, genocida y suicida-, acabarán destruyéndose a sí mismos. ¡Así son los “dioses” de la tierra!  ¡Ay de ese homo sapiens dominante, sin ética, autoendiosado, que no sabe discernir ni ver que así se dirige hacia el abismo!

    Pero no quiero detenerme en el egoísmo fatuo de esta minoría poderosa, porque, pese a todo  ¡creo en la Esperanza!  Sueño que algún día ese homo sapiens efímero despierte y tome conciencia de que su jerarquía de valores es muy pobre, sin  fundamento, falaz…  Sueño que más bien pronto se baje de esa nube que lo droga y le impide ver… y se haga más cuerdo, más solidario y más sapiens…    En suma, más humano, de modo que le lleve a formular y guiarse por una jerarquía de valores, en la que ocupe el primer lugar el hombre y la tierra, y sepa ver que, tras el amor, la paz interior es la riqueza más grande a disfrutar… La paz interior es disfrutar de la liberación de ídolos que vacían y atormentan…  (El poder y la riqueza a las que daba culto, como ídolos, son paja.)   ¡Ojalá que esta minoría poderosa de “sapiens”  -que vive en ese jardín de infancia que ciega y crea adictos a la droga del poder-, madure pronto  y por fin vea y piense y discierna!   Solo viviendo con ética, viviendo con sentido solidario, podrá llamarse “sapiens”.  Ojalá que no utilice la ciencia para ponerla al servicio de su necio Ego, sino para convertirse en más sapiens.

  • Antonio Llaguno

    Gen 18, 23-33

  • Javiierpelaez

    Apocalíptico el artículo…Hay que ser un gran luchador como Leonardo para escribirlo….A mí en términos generales no podría escribir cosas así porque me producen melancolía….no estoy a la altura moral…