Es un hecho que, de las fiestas religiosas, hemos hecho unos festejos, que suelen ir del descanso a la diversión y la juerga: viajes, turismo, regalos, comilonas, con lo que todo eso lleva consigo de gastos y buena vida. O sea, el consumo y la vida, que son privilegio de los poderosos a costa de la distancia que va dejando, en la cuneta de la vida, a millones de desgraciados, los que carecen de casi todo.Si esto es verdad, en tantas y tantas ocasiones, cuando llega la Navidad, el disparate se agranda y el desajuste de nuestro nivel de vida y nuestra forma de vivir – si es que todo esto se piensa despacio – se hace insoportable.
En Navidad recordamos y festejamos el nacimiento de Jesús, que vino a este mundo de tal manera, que su madre lo tuvo que colocar en un “pesebre”. El texto griego utiliza la palabra “phatnê”, que significa un “pesebre” de animales (Lc 2, 7. 12. 16) y que se aplica también al buey y al asno que se desatan del “pesebre” para llevarlos a comer (Lc 13, 15) (cf. ThWNT IX, 51-57). Nuestros “belenes” se montan y embellecen con tan buena voluntad y delicadeza como enorme es la ignorancia que envuelve semejante disparate.
Por supuesto, nuestros “belenes” son una expresión elocuente de buena voluntad. Y una ocasión excelente para unir a las familias, reunir a los amigos y así promover la mejor y más sana convivencia. Todo esto es verdad. Pero no es toda la verdad.
Porque si la Navidad se piensa a fondo y con una mentalidad sana y limpia, pronto se advierte que todo esto oculta un “hecho cultural” de fondo, que está en la base del demasiado sufrimiento que soporta el mundo, la sociedad y la cultura en que vivimos. En efecto, si pensamos despacio que – según enseña el Evangelio – Dios se hizo visible y tangible en este mundo, entrando en él por la oscura y maloliente ambientación de un pesebre para estancia y descanso de animales; y ese mismo Dios salió de este mundo “aceptando la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado” (Gerd Theissen), se hace inevitable y necesario pensar a fondo que la Navidad y la Semana Santa nos están diciendo que Dios vino y se fue de nuestro mundo, dejando un mensaje tan desconcertante, que se nos hace incomprensible, inaceptable y, en no pocos aspectos, hasta peligroso.
¿En qué consiste tal mensaje? Consiste, ni más ni menos, en que la fuerza determinante, que cada día manda más en el mundo no es el poder “vertical”, sino el poder “horizontal” (cf. Peter Sloterdijk). Es sencillamente el poder y la fuerza, que mandan en el mundo y en la vida, no por la “imposición”, que somete, sino por la “atracción”, que seduce.
Nos situamos así en el eje y la fuerza que manda en el mundo cada día más y más. El eje de la publicidad no es el poder que se impone, sino la seducción que nos atrae con una fuerza irresistible. En definitiva, como ya dijeron los pensadores del siglo XVI, hay algo más en el “afecto” que no se da en el “acto de querer” como tal. Ese “algo más” consiste en la pasividad característica del amor y, por tanto, del enamoramiento.
En definitiva, el “afecto” no es ni solo sentimiento, ni sola voluntad. Es algo más concreto y más complejo, al mismo tiempo. Es la complacencia provocada en nuestra intimidad (en nuestras potencias apetitivas) mediante la atracción del bien; esta complacencia desempeña un deseo de unión que se apodera de toda la persona. O sea, como bien sabemos, el “poder seductor” es más determinante que el “poder opresor”.
Ahora bien, como sabemos de sobra, cuando cada día, a la hora de comer, ponemos la tele, palpamos la evidencia de tantas atrocidades y violencias, que son el grito diario de un “poder opresor”, que no oprime a nadie y además se ve derrotado por el “poder seductor” de los más ambiciosos, los más corruptos, los más encanallados, la lista interminable de los que, por la evidencia y la eficacia del “poder seductor”, hacen cada día más extensa la lista de las víctimas que el “poder opresor” no alcanza a controlar.
No cabe duda. La Navidad da que pensar. Porque es la expresión más elocuente de que quien manda en nuestras vidas no es el “poder opresor”, que pone orden en el mundo y en la vida, sino el “poder seductor”, que satisface las apetencias y hasta los caprichos de los que mejor lo pasan.
Dicho esto, hay que hacerse algunas preguntas: ¿qué poder manda en mí? ¿qué fuerza organiza y gestiona mi vida? ¿el “poder opresor”? ¿o el “poder seductor”.
Entrando ahora en el tema que articula el presente escrito, observo que J.M. Castillo, al hablar del poder vertical y el poder horizontal sin hacer distinción entre fuerza y poder, resulta que ahora hay que dejar atrás lo que tan comprensible para la secularización significó la distinción conceptual entre verticalidad y horizontalidad. Si es a la razón pura de Kant la que Peter Sloterdijk critica en su obra, entonces a mi modo de ver, la fuerza caería tanto por el lado racionalista como idealista de la verticalidad, y el poder, a diferencia de la fuerza, recaería sobre la realidad misma en forma de dinamismo.
Es una diferenciación que ya a Heidegger le preocupaba y que en alemán existe, pero ignoro la escritura de ambos términos.
Me sorprende que el título discriminatorio en clave machista del presente escrito no haya provocado ningún sentimiento de rechazo como sí, en cambio, en otros que, envolviendo en ellos enormes novedades de interés, es aquel inconveniente el que absorbe toda la atención. Es como servirse de una discriminación para rebatir otra cuyo fondo necesita ser superado en razones.
Frente a la interpretación de la posibilidad de un mensaje “desconcertante” …”y hasta peligroso”,…es el mismo Jesús el que nos asegura con claridad:
”Mas no estoy solo, pues el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que tengáis paz. En el mundo tendréis tribulaciones; mas tened buen ánimo, Yo he vencido al mundo” (Juan 16: 32-33)
En realidad, ya Cristo ha triunfado sobre los “poderes del mundo” porque ha derrotado la destrucción de la muerte resucitando de entre los muertos. En Su propia Resurrección está el triunfo del bien y de los que siguen al Cordero hasta el fin. A éstos ya nada, ni nadie, podrá hacerles daño porque su triunfo es y será eterno.
Un saludo cordial con el deseo de un Feliz Año Nuevo 2023 para todos.
El poder Seductor…¿No es esa nueva religión llamada globalismo? ¿No es esa la que se ha denominado desde los tiempos La Bestia? ¿Y quien esta detrás de esa nueva religión llamada globalismo? Y creo que no es un conspiración, sino un plan…destruir nuestra alma, nuestro espíritu, nuestra creencia y volvernos más rebaño todavía. ¡Ay! los rebaños, ¡Ay! los pastores, ¡Ay! los perros pastores! Esas fuerzas ya no tan ocultas han tirado para adelante, y no les ha salido el plan, ni les va a salir, por que la libertad y el libre albedrio, no puede ser violentado. Pero dar por saco, van a dar un poco más, pues tienen apoyos hasta de dentro de las estructuras y eso si es peligroso.
Lo leí ayer y es bastante descriptivo de los que vivimos en este mundo de bienestar…En realidad no nos oprimen,nos seducen…El capitalismo que es un sistema que destruye a nível global el ecosistema y la vida de tantos seres humanos en realidad ,con algunos,utiliza el poder seductor,no directamente el opresor… Claro que esto,si eres medianamente sensible,produce unas dosis de malestar psíquico en los bienestantes…Por ejemplo,gente que abiertamente,y con bastante razón,dice que se caga en la Navidad y le sobra mierda…Esta alegría empalagosa ….Yo,aunque por ahora no he pasado una mala navidad….Dicen mis sobrinos que el año pasado fuí el MBP de la cena de Nochebuena…El año pasado quería agradar porque era la primera vez que pasaba la Nochebuena en otro sitio y estaba de cachondeo…Este año estaba más sereno y no estaba para ser MBP y me decían:”Quico,mal..”(jajaja).Mis sobrinos jóvenes,unos completos cachondos…A mí me gusta la Navidad porque nos juntamos gente de toda España y del mundo…Otra cosa es que vayamos con la estrella a Belén o vayamos a ponernos ciegos a comer…Ade+ nos juntamos gente tan dispar ideológica y religiosamente,sin que se monte la marimorena…que es como una tregua mental…Siempre en el recuerdo de mis padres…Por lo de+ mi hija está bien q no siempre lo estuvo.. Después de este excurso,coincido básicamente que nos oprimen con el poder seductor…siempre tan certero y penetrante Castillo…Esto me lleva a lo que yo siempre he pensado que los malos cristianos del primer mundo tenemos que llevar una vida austera y resistirnos al poder seductor hasta donde podamos…Resistir y tb combatir toda esta mierda que nos rodea…
MVP, perdón…Mi inglés dónde lo dejé…
La Navidad -que es-invita a Renacer-, ofrece la oportunidad de parar a preguntarse (y más si es en una “posada” de vacaciones): “¿Quién-qué manda en mí…?” ¿Me enriquece como ser humano o me empobrece? Si caigo en la tentación del consumismo, si banalizo la vida y me seducen las luces hasta verme atrapado en ellas (como las moscas); si me entontecen y vacían… ¿a dónde me llevan? Probablemente a un pesebre… o quizá a contentarme con bellotas…
Pero caben más preguntas: Si vacío la Navidad de contenido… ¿este vacío no será el resultado de tanto marginar la esencia del Mensaje del Reino, y de quedarme en las hojas de ese gran Mensaje? ¿En este vaciamiento de contenido no ha tenido ni tiene nada que ver el poco testimonio de la Iglesia clerical, asociada al poder, practicando el poder -también con el allanamiento de conciencias-? Es la Iglesia clerical la que primero debe renacer. Menos mal que la Navidad aún estrecha vínculos de familia, vínculos que deben extenderse… La familia humana va más allá de la sangre…
La Navidad es una época para pensar, para revisar, para corregir y renacer… por dentro; para encontrarnos en el pesebre, empezando por la “jerarquía”, a fin de que se baje del poder y se convierta en SERVICIO y en Testimonio evangélico.
Aprovecho para enviar un muy cordial saludo de Navidad a uno de mis mejores “maestros”, que me ha enseñado a entender mejor el espíritu del Mensaje de Jesús de Nazaret.