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Navidad 22

Javier lleva toda su vida dedicado a analizar el hecho religioso desde la filosofía y la sociología críticas. Por otra parte, ha ido purificando su fe personal integrado, gozando y sufriendo en su diócesis de San Sebastián. Ahora, rodeado del cariño de su familia con nietos, sigue reflexionando sobre el sentido de la Navidad. Atrio publica el texto recibido en respuesta a nuestra invitación general, porque piensa que pueda servir a muchos a vivir en concreto estas navidades de 2022. AD. 

En Navidad los cristianos celebramos el nacimiento de Jesús de Nazaret. No nació un 25 de diciembre, pero la tradición lo fijó en ese día, el solsticio de invierno, y el calendario quedó marcado por esa fecha.
Más importante es la significación que se ha dado al nacimiento de Jesús. Veo dos relatos dominantes, todavía en nuestros días. Uno tiene su origen en Pablo de Tarso, cuando se hace eco, del pecado universal de Adán en el paraíso donde Dios les coloca (a Adán y Eva), y la figura de Jesús el Cristo, quién con su muerte redimió al género humano. Lo que por un hombre condenó a la humanidad, por otro hombre, Jesús de Nazaret, liberó a la humanidad. Relato mitológico del pecado primigenio superado por Jesús, el Cristo.

Jesús como el Hijo de Dios

Así en este texto de la Carta de Pablo a los Romanos 5/18-21 (en la versión de la Biblia de Jerusalén):

“Así pues, como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura toda la justificación que da la vida. En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos. La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia; así, la mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinaría la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.”

Y, también en este de Pablo a los Gálatas 4, 3-7

“Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.”

El otro relato tiene base histórica, bien que al servicio de la religión cristiana.

 

Jesús sobrevenido Dios en la conciencia de sus seguidores

Andrea Riccardi, en su último libro, reenvía a un trabajo de Paul Tillich del que trae en cita un fragmento. Tillich sostenía que la esencia del cristianismo no estaba en un cuerpo de doctrinas, sino que estaba en “un acontecimiento formado de dos partes”: el hecho de una vida personal (Jesús de Nazaret) y la experiencia de esa vida en algunos de sus discípulos. Lo dice así:

“Ese es el acontecimiento del que depende todo lo demás. Cristo, en términos teológicamente rigurosos, no sería Cristo sin la Iglesia, es decir la comunidad que lo viviera. Y la Iglesia no podría ser la Iglesia sin Cristo, en quién se basa. Eso significa que el cristianismo no se basa en una idea o en un conjunto de símbolos”.

Comenta Riccardi el texto señalando que “a veces, en la vida o en acontecimientos de la Iglesia se abre paso algo profundo inspirado por la Biblia o por el recuerdo de Jesús”[1]. Así, en los discípulos de Jesús, quienes después de su muerte en la cruz, vivieron la resurrección en su interior, hasta reconocer de Jesús el Cristo, un hombre sobrevenido Dios.

Hace años leí el libro de Frederic Lenoir “Comment Jésus est devenu Dieu”, donde retrata el camino de los primeros cristianos[2] hasta que reconocen a Jesús como Dios. Suscitó algunas controversias cuando salió. Recuerdo la que tuvo lugar entre teólogo Bernard Sesboüé y Frederic Lenoir en la librería parisina “La Procure”. El libro de Renoir no está traducido al castellano.

Según algunos teólogos, dos cuestiones sobresalen en el planteamiento de Tillich y Lenoir, lo que, para ellos, haría imposible su planteamiento. Jesus no pudo devenir Dios pues Jesús, desde siempre, es el Hijo de Dios, aunque solo fue así visto por los discípulos y seguidores de Jesús, siendo reconocido oficialmente como tal –aunque con dificultades– en el Concilio de Nicea, el año 325, y confirmado después, en el Concilio de Calcedonia el año 451. No se olviden estos datos. Asimismo, según la fe cristiana, durante siglos, no es que Jesús deviniera Dios, sino que es Dios que se ha manifestado en Jesús, como su Hijo, afirmación teológica de imposible verificación científica, sin más. Pero de la que cabe hablar, de manera razonablemente consistente, a partir de lo dicho, hecho y acontecido en el Nazareno.

Estos dos relatos e interpretaciones del hecho del nacimiento de Jesús, nos conducen, ineluctablemente, al núcleo de la religión cristiana: una religión en base a una persona física, histórica, Jesús de Nazaret, al que tenemos como nuestro Dios. Más aún, me permito decir, que es la autopista que nos lleva a Dios. La condición humana y divina de Jesús nos conduce a lo que, hace más de sesenta años, el gran teólogo Henri de Lubac, calificaba como las paradojas de la fe.

 

El “misterio” del nacimiento de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios

A Jesús Martinez Gordo, mi teólogo de cabecera, no le entusiasma (para nada) lo de la “Comprensión paradójica” de H. de Lubac. Le suena a refugio de la irracionalidad y en el extremo, a indolencia intelectual. Me dice, en correo personal: “creo que lo correcto es asomarse a la realidad –incluida la de Jesús de Nazaret– como unidad, por ejemplo, de materia y leyes; de permanencia y relatividad, de auto-referencialidad y ex-centralidad, de historia y eternidad, etc. Es lo que entiendo como “misterio”, un concepto que no es teológico, sino epistemológico, propio del “realismo cognoscitivo” o, lo que es lo mismo, de acoger el conocimiento como conjunción de materia e ideas”.

Adopto el planteamiento de Jesús Martinez Gordo, que me lleva, de nuevo, a Henri de Lubac, que yo recojo con mimo de difícil acento para la razón y pleno sosiego para el espíritu, cuando escribe que “el misterio de la Iglesia, como todo misterio, no puede ser captado con una mirada directa y simple, sino solamente a través de su refracción en nuestras inteligencias”

JMG me escribe: “No me gusta esta última frase de auto referencialidad Lubac. Yo diría algo así como que “Acojo a Jesús como Cristo, como Dios, en Iglesia, es decir, junto con otras muchas personas. O, lo que es lo mismo, como condición de posibilidad, nunca como objeto de la fe. Y, por eso, en estas y otras fechas el año, nos comunicamos y anunciamos, entre nosotros y a extraños, lo que acogemos como más propio y singular del Nazareno, unidad, conjunción o misterio –entre otras posibles– de tiempo y eternidad, de relatividad y absolutez, de fragilidad y poder o de amor y desprecio”.

No es por nada, escribo yo JE, que, en nuestra formulación coloquial, hablando de los belenes que acostumbramos a colocar los cristianos en nuestras casas, y en algunos espacios públicos, –cuando las autoridades lo permiten– distinguimos lo que denominamos “el misterio” (Jesús de Nazaret y sus padres), del resto de figuras del Belén. Este es el misterio de Jesús de Nazaret, del Dios (Hijo de Dios) hecho hombre, o del hombre, con el tiempo, sobrevenido Dios para sus seguidores. Pero lo central de este “misterio” es que Jesús de Nazaret, a fin de cuentas, es, para los cristianos, de naturaleza humano-divina. Para los no creyentes, el recuerdo de un gran hombre, solo hombre, que marcó la historia. Y, para todos, creyentes y no creyentes, un referente, entre otros, para situarse en nuestro mundo.

La Navidad es un momento particularmente indicado para refrescar el mensaje central de Jesús (“Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” 1ª Jn. 4,20), y recordar algunos de sus principios como el Sermón de la Montaña, las Bienaventuranzas y la parábola del juicio final.

Feliz Navidad   

[1] Andrea Riccardi, “La Iglesia arde” Ed. Arpa, Barcelona 2022, p. 240. La citación de Tillich proviene de su libro “L’ irrilevanza e la rilevanza del messaggio cristiano per l’umanità oggi”, Queridiana, 1998, pags 72 y 74. No encuentro traducción en castellano

7 comentarios

  • Javiierpelaez

    Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”   Yo me quedo con esto y con el hecho objetivo de que algunos que ponen belenes en sus casas o en instalaciones públicas no se lo toman muy en serio….Pongamos un ejemplo hay un belén en Puerta del Sol 7 lo hay y hoy nos enteramos por las redes que en un Centro de Salud entrò un bebé y  NO.HABIA MEDICO(esto es tendencia en Twitter).Y claro se “armò el belén” en Twitter…..En fin,pòngamos o no belén,queramos a nuestros hermanos….

    • Javiierpelaez

      Aclaro que el bebé murió…

      • Antonio Llaguno

        Eso es, simplemente, mentira y de las gordas.

        Si fuera verdad, Ferreras y El País se habrían recreado en entrevistar a la familia y publicarlo a toda portada y no lo han hecho, sencillamente pirque mo es verdad.

        Es lamentable, Javier, que un tío inteligente como tú, haga acusaciones tan graves sin más prueba que una “tendencia en jnternet” donde abunda la post verdad o más bien la calumnia más abyecto.

        Yo vivo en Madrid (provincia). Soy un enfermo crónico. Y nunca me faltó un médico para atenderme, en especialven urgencias.

        Salvo ahora que están de huelga y ni siquiera, porque hay servicios mínimos y una urgencia así la atienden en cualquier hospital.

        Debería darte vergüenza, en especial en Navidad.

        Es este tipo de libelo los que hacen que dudemos de cualquier cosa que digáis los extremaizquierdas.

        Siento ser tan duro y seguro que Mariapilar y alguno más se escandaliza pero me trae sin cuidado. No todo vale.

  • Isidoro García

    Muy interesante para mí, el artículo de Elzo, con sus citas de Tillich, de su libro, “La irrelevancia y la relevancia del mensaje cristiano para la humanidad hoy”.

    He buscado un poco sobre ese libro, cuyo título, apunta plenamente a la cuestión clave del cristianismo en el mundo de hoy.

    Porque debemos de dejarnos de temas menores, y de si galgos o podencos, e ir al meollo: ¿tiene un significado especial, (una relevancia), el mensaje cristiano para la humanidad, más allá de ser una buena colección de buenas ideas filosóficas y morales para la evolución del ser humano, al estilo de los Diálogos de Sócrates?.

     

    Hace pocos días, en un comentario a otro hilo, yo exponía una nueva teoría arquetípica de la “Tradición”, que junto con los escritos admitidos como canónicos, se consideran la doble fuente del credo cristiano.

    El artículo de Elzo, citando a Tillich nos indica como en la génesis del cristianismo, evidentemente hay un fenómeno desencadenante inicial, que es la vida histórica de Jesús.

    Pero realmente no se comprende bien la génesis histórica del fenómeno del cristianismo, sin el verdadero factor causante, que es en palabras de Tillich: “La experiencia de esa vida en algunos de sus discípulos. Ese es el acontecimiento del que depende todo lo demás”.

    Realmente no hay mas que un origen del cristianismo y es el fenómeno de la Tradición.

    ¿Y qué entendemos por “Tradición”?. Sin yo ser teólogo, ni mucho menos, se podría definir la “Tradición”, como una serie contínua y abundante de intuiciones o satoris personales, o awareness globales convergentes, que ocurren en un determinado momento histórico, y que configuran un nuevo paradigma colectivo sobre la realidad.

     

    A mí me han gustado especialmente las citas de Tillich y de Riccardi, sobre el origen real del cristianismo como religión, pues ya bastantes años, se me había suscitado la duda de cómo podía haber tenido tanto éxito, un planteamiento del suceso jesusita, el planteamiento paulino, aparentemente tan absurdo y tan irracional.

    Como ocurre siempre que no disponemos de información científica suficiente sobre las cosas, solemos utilizar el comodín de lo sobrenatural teísta, (sin excluirlo plenamente).

    Por ello lo achaqué a las múltiples, apariciones y revelaciones particulares, que se dice que se sucedieron durante ese periodo posterior a la muerte de Jesús, empezando por la de Esteban, y siguiendo con la mas famosa e influyente, la de Pablo-Saulo.

    Pero ahora la idea del inconsciente colectivo preprogramado en la mente humana, por la evolución emergente, me parece mejor explicación.

    Además que esta explicación psicoanalítica no excluye la “sobrenatural”, pues justo la fuerte activación del “espíritu” = conjunto de imágenes arquetípicas, podría haber sido el origen psicológico de “tantas apariciones”, y revelaciones particulares, la mayoría de ellas claramente de origen psicótico = flujo incontrolado del subconsciente. (Sin excluir la posibilidad muy excepcional de la fenomenología “sobrenatural”).

    Pero Riccardi, dice: “a veces, en la vida o en acontecimientos de la Iglesia se abre paso algo profundo inspirado por la Biblia o por el recuerdo de Jesús”. 

    Ese “abrirse paso algo profundo”, suena a afloramiento a la consciencia de las imágenes primordiales del inconsciente colectivo.

    Y lo de “inspirado por la Biblia o por el recuerdo de Jesús”, suena plenamente, a que ya sabemos que para que se produzca ese afloramiento de esas imágenes arquetípicas, se tiene que activar el “espíritu”, y este se activa especialmente, en momentos de seria preocupación o angustia existencial, y/o cuando algún elemento cognitivo resuena en dichas imágenes arquetípica primordiales.

     

    Da toda la impresión de que la muerte trágica de Jesús, produjo una fortísima conmoción entre sus seguidores, lo que desencadenó una fuerte reacción psicótica en muchos de ellos, que empezaron a tener sueños lúcidos, y hasta alucinaciones auditivas o visuales con la figura de Jesús.

    Pero toda esta fenomenología, que se tradujo en los escritos de Pablo y de los posteriores evangelistas, estuvo “inspirada” por dichas imágenes primordiales.

    Pero hay que entender muy bien, que dicha “inspiración” arquetípica, lo es en lo referente a la estructura, al esquema genérico, a la forma, al esqueleto, pero los detalles, la carne del muñeco es cultural, y hay que rellenarlo con nuestra cosmovisión del momento histórico.

    Por eso al igual que todos los lenguajes tienen una estructura básica similar, pero cambian las palabras y la estructura secundaria, en todas las religiones, tienen un esquema similar proveniente de nuestras imágenes primordiales universales, y lo que varía es el relleno cultural de cada una.

    O sea, los seguidores de Jesús, utilizaron lo que recordaban de los dichos y hechos de Jesús, (con todas las incertidumbres de todo recuerdo, y cuanto mas lejano, mayor), para “vestir” sus visiones o alucinaciones o como queramos llamar, a lo que sin duda tuvieron.

     

    Como apoyo a las explicaciones e hipótesis naturalistas a los elementos religiosos, Tillich en su libro citado por Elzo, dice cosas como estas:

    «La gracia puede darse de muchas maneras. (…). La gracia no necesita a la religión. (La influencia de) Dios, no depende de la existencia de la religión. Dios es más grande que la religión en la que se manifiesta. (…) Eso obligaría a Dios a limitarse a la religión y la iglesia”.

    – La división entre la esfera profana y la esfera religiosa expresa el mal subyacente del fracaso humano. 

    Cuando Tillich dice que la gracia divina no necesita a la religión, lo que está repitiendo el viejo aforismo teológico de que Dios actúa según la naturaleza.

    • ana rodrigo

      Isidoro, convencerás o no a tus lectores, pero hay que reconocer, yo así lo hago, que lo argumentas, lo documentas y lo explicas estupendamente. A mí, personalmente, me encanta leerte, siempre y aprendo mucho de lo que dices.

      Felices fiestas.

  • ELOY

    Gracias Ana.

    Me uno a tu felicitación atriera.

  • ana rodrigo

    Ante el gran misterio, las explicaciones teológicas, para-racionales, y, sin embargo, razonables (siempre que lo sean), para un o una simple creyente, sin otra formación que el catecismo o/y las homilías parroquiales, es como querer explicar las letras de los villancicos populares  que todo el mundo canta (por lo menos en España) con tanto entusiasmo y devoción en estas fechas, desde “ande, ande la marimorena, pasando por, pero mira como beben los peces en el río, hacia Belén va una burra cargada de chocolate, rin, rin yo me remendaba, Holanda ya se ve, ya se ve ya se ve, etc. etc., que no los entiende ni quien los inventó, pero la gente los canta con toda la alegría del mundo. Yo tengo una hija sorda, con más sentido común de no normal, al no estar contaminada de irracionalidad de los oyentes, (vamos, de quienes escuchamos todo lo que nos echan), y ella se queda pasmada con las letras de los villancicos, no digamos con los dogmas.

    Pareciera que el misterio sólo es accesible a los teólogos, es decir a los, siempre hombres, que parece que han visto a Dios en vivo y en directo, sólo ellos, no el común de l@s mortales, de manera especial las mujeres, que nunca, ni ahora mismo, han participado en la creación y desarrollo de la teología oficial, “la de verdad, la verdadera” que es cosa de hombres. La nuestra no vale pa ná. En éstas está el Vaticano, incluido el Papa, con lo del “sentido petrino y el sentido mariano” y diciendo que somos muy inteligentes en la administración, no en conocimiento teológico.

    Otra cuestión es comprender al Jesús, ser humano, (como hace Javier Elzo en este artículo) e incluso, la explicación de que, a través de su vida, devino hijo de Dios, es decir llegó a la plenitud, o así lo interpretaron quienes le conocieron; yo añado, desde su religión judía que le prometía un Mesías salvador del pecado original. Era su contexto. Pero Jesús se salió de ese contexto con su vida y su palabra y por eso, la misma religión lo mató en la cruz, como cualquier delincuente.

    Y en Él tenemos el horizonte quienes le sabemos de Él, hacia donde caminar las personas de forma individual y en compañía de la comunidad humana, siguiendo lo valores accesibles a creyentes y no creyentes.

    Nosotr@s disfrutamos del regalo de tener este referente humano-divino que nos ilumina el camino desde una experiencia próxima a nuestra condición humana, pero excelente y suprema.

    Y la celebración, alegría y felicidad de este regalo, es la que os deseo a la familia atriera. Paz y bien.