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Etapas de la agresividad ecológica del ser humano

Se reducimos los 13,7 mil millones de años de existencia del universo a un solo año, el ser humano actual, sapiens sapiens, habría surgido en el proceso de la evolución el día 31 de diciembre, a las 23 horas, 58 minutos y 10 segundos, según los cálculos de varios cosmólogos. Por tanto, aparecimos a menos de dos minutos del final del año cósmico. ¿Cuál es el sentido de haber llegado tan tarde en el proceso cosmogénico? ¿Para coronar tal proceso o para destruirlo? Esta es una cuestión abierta. Lo que podemos constatar es nuestra creciente destructividad del medio en el cual vivimos, de la naturaleza y de nuestra Casa Común. Veamos algunas etapas de nuestra agresividad. Ella nos deja interrogantes inquietantes.

La interacción con la naturaleza

En el principio nuestros ancestros que se pierden en la penumbra de los tiempos inmemoriales tenían una relación armoniosa con la naturaleza. Mantenían una interacción no destructiva: tomaban lo que la naturaleza les ofrecía en abundancia. Este tiempo duró varios milenios, comenzando por África, donde surgió el ser humano hace 8-9 millones de años. Así todos somos, de alguna manera, africanos. Allí se formaron nuestras estructuras corporales, psíquicas, intelectuales y espirituales que están presentes en el inconsciente de todos los humanos hasta hoy.

 

La intervención en la naturaleza

Hace más de dos millones de años irrumpió en el proceso de la antropogénesis (la génesis del ser humano en la evolución) el hombre hábil (homo habilis). Aquí se produjo un primer punto de inflexión. Fue el comienzo de lo que ha culminado de forma extrema en la actualidad. El hombre hábil inventó instrumentos para intervenir en la naturaleza: un palo puntiagudo, una piedra afilada y otros recursos similares. No bastaba lo que la naturaleza le ofrecía espontáneamente. Con esa intervención, podía herir y matar a un animal con la punta afilada de un palo o podía cortar plantas con instrumentos de piedra afilados.

Esa intervención duró milenios. Pero con la introducción de la agricultura y el regadío se desarrolló mucho más intensamente. Esto ocurrió hace unos 10-12.000 años (diferente en las distintas regiones), en el llamado neolítico. Se desviaba el agua de los ríos Tigris y Éufrates en Oriente Medio, el Nilo en Egipto, el Indo y el Ganges en la India y el Amarillo en China. Mejoraron los cultivos, criaron animales y aves de corral para ser sacrificados, especialmente pollos, cerdos, bueyes y ovejas. La población humana creció rápidamente. Es la época en que los humanos dejaron de ser nómadas y se convirtieron en sedentarios. Crearon pueblos y ciudades, generalmente a lo largo de los ríos mencionados o alrededor del inmenso lago interior, el Amazonas, que hace miles de años desembocaba en el Pacífico.

 

La agresión a la naturaleza

  • De la intervención pasamos a la agresión contra la naturaleza. Se producía cuando se utilizaban herramientas de metal, lanzas, hachas y armas para matar animales y personas. La agresión se fue especializando hasta culminar en la era industrial de la Europa del siglo XVIII, que comenzó en Inglaterra. Se inventó una enorme maquinaria que permitió extraer enormes riquezas de la naturaleza. Un paso decisivo en la agresión se dio en los tiempos modernos, cuando surgió la tecnociencia con una inmensa capacidad de explotar la naturaleza a todos los niveles y en todos los frentes.

Se partía de la premisa de que el ser humano se sentía “dueño y señor” de la naturaleza y no parte de ella. La idea-fuerza que lo orientaba era la voluntad de poder, entendido como la capacidad de dominar todo: otras personas, clases sociales, pueblos, continentes, la naturaleza, la materia, la vida y la Tierra misma como un todo.

El inglés Francis Bacon expresó este propósito diciendo: “Se debe torturar a la naturaleza como el torturador tortura a su víctima hasta que ella le entregue todos sus secretos”. Aquí la agresión adquirió estatuto oficial. Fue y sigue siendo aplicada hasta el día de hoy.

Se basaba en la suposición (falsa) de que los bienes naturales eran ilimitados. Eso permitía forjar un proyecto de desarrollo también ilimitado. Hoy sabemos que la Tierra es limitada y finita, y no soporta un proyecto de crecimiento ilimitado. Pero aquella creencia todavía es la dominante.

 

La destrucción de la naturaleza

En las últimas décadas, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la agresión sistemática ha adquirido dimensiones de auténtica destrucción de los ecosistemas y de la biodiversidad. La propia Tierra comenzó a ser atacada en todos los frentes. Para satisfacer el consumo humano actual necesitamos una Tierra y media, lo que provoca la Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot), que este año se produjo el 22 de julio. Es decir, en la despensa de la Tierra ya no hay todos los elementos que sustentan la vida en la Tierra. Manteniendo el nivel de consumismo sacamos de la Tierra lo que ya no tiene. Su respuesta es más calor, más huracanes, más efectos extremos, más conflictos sociales.

Según notables científicos, hemos inaugurado una nueva era geológica, el antropoceno, en la que el ser humano emerge como la mayor amenaza para la naturaleza y para la vida. Se ha llegado a un punto en el que nuestro proceso industrial y nuestro estilo de vida consumista diezman más de cien mil organismos vivos y un millón están en grave peligro de desaparecer. A partir de esta real tragedia biológica, hablamos del necroceno, es decir, la era de la muerte masiva (necro) de vidas de la naturaleza y también de vidas humanas. Ecosistemas enteros se están viendo afectados, incluido el amazónico. Por último, algunos se refieren ya al piroceno (pyros en griego significa fuego). El cambio del régimen climático y el calentamiento incontenible resecan los suelos y calientan también las piedras hasta tal punto que los palitos y las hojas secas prenden fuego que se propaga, generando grandes incendios, vividos ya en toda Europa, en Australia, en la Amazonia y en otros lugares.

¿Quién detendrá el ímpetu y el furor destructivo del ser humano que ya ha construido los medios para su propia autodestrucción con armas químicas, biológicas y nucleares? ¿Sólo tal vez la intervención divina? Dios, según las Escrituras, es el Señor de la vida y el “apasionado amante de la vida”. ¿Intervendrá?

Las preguntas están abiertas.

 

*Leonardo Boff ha escrito El hombre, ¿satán o ángel bueno? Record, Río de Janeiro 2008.

Traducción de Mª José Gavito Milano

14 comentarios

  • oscar varela

    EL DILUVIO
    Enrique Anderson Imbert
    Zeus, para mejorar la raza humana, ordenó a Eolo y Posidón que anegaran la tierra.
    Diluvió. Mares y ríos se juntaron. Inmensas ciudades inmersas.
    Los hombres se defendieron construyendo balsas y embarcaciones. Vislumbraban, en el fondo del agua, el techo de sus casas y confiaban en que alguna vez podrían retornar. Entre tanto, remaban sobre sus huertos y se zambullían para coger manzanas; pescaban peces que andaban como pájaros por entre las ramas más altas de los nogales.
    Entonces, antes de que Zeus volviera a poner las cosas como estaban, las sirenas acudieron presurosas de todas partes y aprovecharon esa ocasión única para recorrer, con ojos asombrados, las calles sumergidas por donde habían caminado los fabulosos hombres.

    • oscar varela

      Esquemas de lo posible

      Enrique Anderson Imbert

      —Yo —dijo un fantasma a otro, al encontrarse en el desván de una vieja casona— soy diferente a usted: yo no me morí nunca, yo empecé fingiendo que era un fantasma, y ya ve.

      • oscar varela

        Mapas
        Enrique Anderson Imbert

        Había muchos mapas colgados en la escuela. El niño Beltrán los miraba, distraído. En el libro de lectura también había mapas. Tampoco a Beltrán le interesaban. Aun del globo terráqueo que engordaba en el vestíbulo, frente al despacho de la Directora, lo único que le llamaba la atención era que uno pudiese hacerlo girar con el dedo: «Acaso —pensaba— hay un dedo grande que hace girar este planeta en que vivimos; acaso ni siquiera es un dedo, sino que alguien lo está soplando». Beltrán se aburría con los mapas. Así pasaron dos, tres años. ¿Cómo fue que de pronto descubrió la Geografía? Lo cierto es que una tarde volvía a su casa, dando puntapiés a una piedra, cuando se le ocurrió que todos los mapas de la escuela no valían nada porque eran demasiado pequeños, incompletos, fragmentarios, achatados, falsos, inhabitables. «El verdadero mapa —se dijo— es el planeta mismo; mapa de otro planeta, igual pero millones de veces más grande habitado por gigantes millones de veces más grandes que los hombres, donde hay un niño que da puntapiés a una piedra millones de veces más grande que esta a la que estoy dando puntapiés ahora». Beltrán se detuvo y echó un vistazo alrededor. Todo le pareció nuevo: se admiró de la plaza, de las avenidas, del río, de la arboleda. Se sintió como un microbio que caminase sobre el globo terráqueo del vestíbulo de la escuela. «Vivo —se dijo— en un mapa. Pero este mapa que a mí me parece tan grande debe de estar dentro de una escuela que yo no alcanzo a ver: y allí, para otro Beltrán, será tan pequeño, incompleto, fragmentario, achatado, falso e inhabitable como los mapas de mi propia escuela. Un mapa está siempre dentro de otro. Habrá uno tan grande que coincida con el universo».

  • ana rodrigo

    “….esta especie humana que gente más optimista llamó Sapiens, Sabia. Es capaz de lo más sublime y de lo más horrible. Es ángel de la guarda y ángel exterminador: envenenamos el aire y las aguas, arrasamos las selvas y los mares, inyectamos enfermedades a otros animales para curar las nuestras, multiplicamos inmundas macrogranjas y crueles mataderos, seguimos cazando por placer y matando toros por diversión, y un millón de especies se hallan hoy mismo en peligro de extinción a causa nuestra. ¿No somos todos hijos de la misma Tierra y de la misma vida?
    Somos la especie más contradictoria. La que más depende del cuidado, y la más invasora y depredadora de la naturaleza de la que formamos parte. La más poderosa y la más sufriente. Somos los más inteligentes y los más insensatos de todos animales,” José Arregui, RD.)

  • Javiierpelaez

    Es tremendo.Y lo curioso que me lo dijo un funcionario que vió un documental en que decía que  los 8000 millones que ya somos podríamos vivir todos en Australia y el resto vacío…No sé cómo de apretados ,de ser cierta la afirmación…Yo por mí nos vamos ya todos a vivir con los canguros…Y no se me tome esto como cachondeo…Lo que cuenta Leonardo Boff es tremendo….

  • Antonio Llaguno

    Artículo lleno de topicazos propios de ecologismo buenista, hoy en boga.

    Pero y a riesgo de ponerme a discutir (Soy consciente de que no responderá, lo mío es sólo un brindis al sol) con alguien a quien admiro profundamente cuando habla de lo que de verdad entiende (Es decir de teología) la mayoría de las columnas en las que basa su reflexión son cuando menos tremendamente discutibles.

    1) El ser humano nunca ha vivido en armonía con la Naturaleza. Si comparamos al ser humano con la mayoría de los “animales superiores”, es el menos dotado para la supervivencia “per se”. No dispone de las habilidades y/o herramientas ofensivas que disponen los depredadores grandes o pequeños ni de las habilidades defensivas de las presas que hoy en día existen en el planeta, ni velocidad, ni camuflaje, ni agilidad, ni simbiosis, nada.

    Sólo dispone de su inteligencia y sólo esa característica le ha permitido sobrevivir como especie hasta hoy.

    Por lo tanto, el ser humano, lo que ha hecho en ese minuto y veinte segundos, ha sido propiamente defenderse de la naturaleza contra su propia extinción, siguiendo las reglas de la propia naturaleza, es decir la Selección Natural.

    2) Se pregunta Boff: ¿Cuál es el sentido de haber llegado tan tarde en el proceso cosmogénico? ¿Para coronar tal proceso o para destruirlo?

    ¿Tarde? ¿En relación con quien o con qué?

    Ha llegado cuando ha llegado. Cuando la evolución de los animales superiores ha concluido en una especie cuyo determinante principal (Y único en este caso) es la inteligencia.

    ¿Por qué va a ser tarde? Al Sol le quedan unos 5000 millones de años de vida antes de colapsar y probablemente arrase este planeta unos 1000 millones de años antes. teniendo en cuenta que el Sol se creo aproximadamente a los 9.000 millones de años de vida del universo, que tiene unos 13.800, ha llegado justo a la mitad de la vida de nuestra estrella. No es muy tarde. ¡Ojala mi jefe llegara siempre a la mitad del tiempo que tenemos disponible para las reuniones!

    ¿Y por qué tendría que tener sentido su llegada? Su llegada es consecuencia de la evolución (O de un pan divino según muchos) y no tiene por que tener sentido ninguno. El ser humano permanecerá o perecerá en el planeta en función de su adaptación al miso y de su influencia en la evolución planetaria.

    Todas las especies modifican la ecología. Unas más y otras menos, pero todas lo hacen.

    Fíjense en los virus. Sin poseer lo que llamamos inteligencia, evolucionan hasta que su influencia es equilibrada. Y ustedes dirán ¿Por qué no hacer nosotros lo mismo? ¡¡Porque ya lo estamos haciendo!!

    Los virus, si son tan agresivos contra su huésped que lo matan a gran velocidad, se quedan sin huéspedes, no prosperan y perecen; pero si su influencia es malvada (Según el huésped) pero moderada, prosperan y permanecen.

    Es el caso del virus del ébola, tan agresivo que sus epidemias son siempre locales y cortitas aunque no haya una sanidad demasiado buena en el lugar (África), es decir no prospera; o el de la gripe que a golpe de evolucionar y de tener una mortalidad limitada lleva con nosotros  un huevo.

    Y nosotros prosperaremos o moriremos, ¿Pero el planeta? La Tierra seguirá y le da igual si es con nosotros o no (Entre otras cosas porque no tiene “consciencia”).

    Hacer esa reflexión, que trata de ser “geocéntrica”, es de un antropocentrismo que asusta.

    3) El ser humano no puede “destruir la Naturaleza”, como mucho puede cambiarla, como el resto de las especies por supuesto, y aunque es cierto que puede cambiarla mucho más deprisa de lo que estábamos acostumbrados, aunque ni siquiera eso es verdad. EL mundo ya ha cambiado y mucho desde que el ser humano pisa su corteza. El ejemplo más llamativo es Groenlandia, llamada por los vikingos Greenland (De ahí su nombre) por ser un paraíso verde hoy helado 500 años después. Pero como nadie ha vivido durante esos 500 años  nos parece que el planeta siempre ha sido así.

    4) Deducir que las inundaciones o los “desastres naturales” son consecuencia de la influencia del ser humano en el paneta es bastante aventurado, a pesar del consenso “políticamente correcto” actual.

    Por supuesto que el ser humano tiene influencia en esos desastres, pero no menos ni más que la que ha tenido siempre o la que tendrá en un futuro. Sólo que ahora somos conscientes de ello.

    Por último, el problema del ecologismo “acientífico” (Según yo “acientífico, of course) es que pretende algo imposible. Pretende la conservación del planeta tal y como está y éso simplemente no va a pasar.

    El planeta cambiará y nosotros con él. Es bueno tratar de no agredir al planeta (A pesar de que él no deja de agredirnos) porque exigirá menos adaptaciones pero…

    ¿Qué es lo máximo que puede pasar? ¿Que volvamos a una especie de “Edad de piedra postapocalíptica”? Al planeta eso le da igual, él seguirá con las mismas leyes y la misma ausencia de consciencia y a nosotros (Mas bien a nuestros tataranietos), nos obligará a vivir de otra manera prescindiendo de comodidades que ahora tenemos. Nada más (Ni nada menos)

    Y por último, pretender que esto (La influencia de la Humanidad en el Planeta) es la causa de la “Excepcional cantidad de protestas sociales que hay”, es indigno de una mente tan grande como la de Boff.

    No ha habido en la Historia una época con mayor garantías de Derechos Humano, ni una época donde hubiera menos guerras en marcha (Es doloroso decir esto cuando Ukrania se muere de asco y guerra pero es verdad), ni una época donde epidemias y hambrunas mataran menos (Aunque siguen matando).

    Es fundamental seguir profundizando en las mejoras de la modernidad en la vida de los seres humanos, de tratar de mantenerlas eternamente, de tratar que alcancen a la mayor cantidad de personas posibles (Sin olvidarnos de los perretes que estoy yo muy sensible a esto, últimamente); pero estamos hoy mucho mejor que hace 200 años por ejemplo.

    Habrá que luchar para mantenerlo y mejorarlo; pero sin mentir al personal, a ser posible.

    Se que lo escrito no es agradable de escuchar para un ecologista; pero es la pura verdad, le guste o no. He tratado de no manifestar opiniones propias y solo dar datos contrastados (Con poco éxito, soy consciente, pero aún así el esfuerzo está ahí); pero  lo que pienso es que si bien es cierto que el ser humano ha llegado a un punto en el que es capaz de crear una destrucción en el planeta considerable, como nunca; también hemos llegado a un momento en el que somos conscientes de ello.

    Menos pseudociencia y más trabajar, creo que es la solución.

    Hoy se ha producido una gran noticia. Un laboratorio americano ha sido capaz por primera vez de generar energía en un proceso de fusión nuclear (Es decir que se genera más de la que se necesita para crear el proceso).

    Yo prefiero ver la botella medio llena, Sr. Boff… y arriar el hombre, eso sí.

     

     

     

    • Antonio Llaguno

      Perdón por el ladrillo.

      • oscar varela

        Hola Llaguno!
        De acuerdo con tu “ladrillo”
        ¿Por qué no lo arrojas al cristal causante de tal visión distorsionada?
        ¡Ah! Porque tú tienes puesto ese otro cristal: la Teología de Boff.
        Nota: la supuesta “Teología” de Boff no es tal; es Filosofía idealista.
        Repito lo que hace muchos años le preguntaba a Boff cuando venía a Bs. As.
        y tenía una relación muy humana con Jerónimo Podestá-Clelia Luro:
        “¿Cuándo crees que estará en condiciones
        la Teología de la liberación
        de liberarse de la Teología”
         

        ¿No estará ATRIO en similar encerrona?

        • Antonio Llaguno

          Mira Oscar

          A mi la teología de Boff me gusta. Tiene cosas tremendamente intuitivas y eso a los “iletrados” teológicamente nos va bien.

          Si es teología o filosofía me da igual, me gusta y la entiendo (Cosa que no me suele pasar con tus escritos, por ejemplo no soy capaz de comprender tu metáfora del cristal, si es que es una metáfora) y su preocupación por el pobre, el oprimido  y el desvalido me parece correcta.

          Otra cosa son sus conclusiones, puedo estar o no de acuerdo pero siempre siempre me ayuda a pensar.

          Honestamente, no creo que la teología de la Liberación deba liberarse de la teología. precisamente lo que la diferencia de cualquier otra ideología materialista con influencias marxistas es precisamente eso: La Teología.

          Y yo, no soy marxista. Soy cristiano. No católico ya, pero cristiano.

          Cuando digo que sobra teología no es porque no deba existir sino porque debe ser más sencilla, más pura, más comprensible, no una jerga incomprensible que solo entendéis los iniciados

          Como la que hace Salvador, a quien se le entiende todo.

          Tu me entiendes.

           

          • Antonio Llaguno

            Y por cierto. Atrio es demasiado inteligente, libre y claro para caer en ninguna encerrona.

            Si está en situación que te incomoda con tanta teología, lo mismo es que tus nalgas no están hechas para esos cojines, y no que los cojines sean duros o ásperos (Esto si que es una metáfora,  y no me ha quedado tan mal)

          • oscar varela

            Entendido!

            Gracias!

  • Santiago

    La pregunta de si intervendrá en futuro, hay que situarla en todos los tiempos porque intervino para lograr que una singularidad fuera capaz de dar lugar al tiempo y al espacio en una sola explosión inicial que desafió a las leyes de la física terrestre.

    Intervino también el la programación inteligente evolutiva hasta llegar a la expresión de la misteriosa conciencia humana capaz de conocer la Realidad Suprema.

    Interviene diariamente para evitar que el equilibrio “inestable” y frágil del Cosmos desaparezca y con ello todo el producto creativo.

    Interviene en cada ser para que todo pueda dirigirse a un bien general. Y que todo redunde para el bien de los que aman. Y por último salva al mundo dando la a cada ser gracia suficiente para acceder a su eterna salvación.

    Y sin duda protegerá a los que respondieron a Su llamado en la autodestrucción del mundo. Está claro que NO puede dejar de intervenir activamente en la obra de Sus manos..Es el único SER necesario..

    Saludos cordiales

    Santiago Hernández

  • oscar varela

    ¡Qué final de Artículo!

    ¡DUDA (no ‘metódica’ sino ‘vital’) a toda orquesta! Escuchemos:

     

    “¿Quién detendrá el ímpetu y el furor destructivo del ser humano que ya ha construido los medios para su propia autodestrucción con armas químicas, biológicas y nucleares? ¿Sólo tal vez la intervención divina? Dios, según las Escrituras, es el Señor de la vida y el “apasionado amante de la vida”. ¿Intervendrá?
    Las preguntas están abiertas.”