Últimamente el Papa Francisco ha sorprendido a los teólogos con una entrevista dada a la revista jesuita América del 22 de noviembre, diciendo un “no” al sacerdocio de las mujeres. Utilizó una argumentación inusitada, tomada de un teólogo exjesuita Hans Urs von Balthazar, muy erudito, pero inmerso en una relación singular con una médica y mística suiza, Adrienne von Speyr. El Papa toma de él una distinción que le ha permitido negar el sacerdocio a la mujer: el principio-mariano y el principio-petrino. Curiosa e inusitada esta distinción del Papa Francisco. María sería la esposa de la Iglesia, mientras que Pedro es su guía.
Observemos que definir a María como esposa de la Iglesia es una metáfora y no una definición real como es afirmar “la Iglesia es la comunidad de los fieles”. ¿Será correcta y justa esta distinción metafórica rara en la tradición, retomada por un teólogo erudito, pero considerado como extravagante?*
Vale la pena subrayar la lógica siguiente: sin el Espíritu Santo no habría María. Sin María no habría Jesús. Sin Jesús no habría Pedro, hecho el principal de los Apóstoles. Sin Pedro no habría sucesores, llamados Papas.
Hemos apoyado casi todo lo que el Papa Francisco ha escrito y enseñado. Pero en este punto me permito alejarme críticamente pues este es también el oficio de la teología razonada. Me siento apoyado en la argumentación de los mejores teólogos de la actualidad, solamente para citar al mayor de ellos, mi antiguo profesor en Múnich, Karl Ranher (+1980). La opinión de esos teólogos es prácticamente unánime en que no hay ningún impedimento doctrinal al acceso de las mujeres al sacerdocio, como lo han hecho otras iglesias cristianas no católicas. Solamente una visión masculinista de la fe cristiana y cierta interpretación de los evangelios, contaminada por la visión patriarcal, sostienen el “no”.
La argumentación a favor del sacerdocio para las mujeres es abundantísima y minuciosa, tema que presenté en mi libro Eclesiogénesis de 1982/2021. En ciertos puntos, la argumentación papal no evita cierta contradicción, como por ejemplo: María puede engendrar a Jesús, su hijo, pero no puede representarlo en la comunidad. Eso suena hasta ofensivo para la grandeza de María, portadora permanente del Espíritu. Pedro que llegó a negar a Jesús y a quien este llegó a llamarlo “satanás” por no admitir que padeciese y muriese, puede representar a Jesús. Aquí hay una innegable desproporción, culturalmente explicable.
¿Quién tiene mayor excelencia? Lógicamente es María, sobre la cual vino el Espíritu Santo y estableció su morada permanente en ella (“episkiásei soi”:Lc 1,35) hasta el punto de elevarla a la altura de lo Divino. Solamente de alguien elevado a la altura de lo Divino (María) es válido afirmar: “el Santo engendrado (por ti) será llamado Hijo de Dios”.
Las funciones de María y de Pedro son de naturaleza totalmente distinta. Pedro no es el padre de Jesús, mientras que María es verdaderamente su madre biológica. Solamente alguien todavía rehén del patriarcalismo secular, puede colocarlos al mismo nivel. No sin razón, la mujer nunca hasta hoy ha tenido su ciudadanía eclesial reconocida. El evangelio se encarnó en la cultura de la época que entendía a la mujer como un “mas”, es decir, “un ser humano todavía deficiente en camino de su humanidad”. No dice otra cosa Santo Tomás de Aquino (¿repetido después por Freud?) y, en el fondo, es lo que pasa por la mente de las más altas autoridades eclesiásticas, cardenales y papas. Las mujeres son menos, por el hecho de ser mujeres, aunque mujeres y hombres son igualmente imagen y semejanza de Dios (Gn 1,28). Y aún más: la mayoría de la Iglesia son mujeres, y además las hermanas y madres de todos los demás hombres. Por lo tanto, tienen una preeminencia innegable.
El único que escapó de esta visión reduccionista fue el Papa Benedicto XVI al decir en una entrevista de radio en 2005: “Creo que las mismas mujeres con su impulso y su fuerza, su superioridad y con su potencial espiritual sabrán crear su espacio. Nosotros debemos procurar ponernos a la escucha de Dios, para no ser nosotros quienes se lo impidamos (Benedicto XVI,5,VIII,2006)”.
Hay sólidas razones para sustentar la conveniencia y hasta la necesidad de que las mujeres que quieran accedan al ministerio sacerdotal. Una eminente teóloga y feminista holandesa, A. van Eyde, dice: “La misma Iglesia quedaría herida en su cuerpo orgánico si no diese lugar a la mujer dentro de sus instituciones eclesiales” (Die Frau im Kirchenamt, 1967, p. 360).
La Iglesia jerárquica no puede, dado el avance de la conciencia acerca de la igualdad de los géneros, transformarse en un reducto de conservadurismo y de machismo. Hay aquí una concepción estéril y enquistada en el pasado de la positividad de la fe. Esta no es un recipiente de aguas muertas, sino una fuente de aguas vivas, capaz de vivificar nuevas iniciativas en razón del cambio de las mentalidades y de los tiempos. Ellas, en su fina sensibilidad, captan el sentido claro de los signos de los tiempos y lo expresan con un lenguaje más adecuado a nuestros días. Veamos los argumentos principales.
En primer lugar, fue una mujer la que dio testimonio del hecho mayor del cristianismo, la resurrección de Jesús, María Magdalena, llamada por eso “apóstola de los apóstoles”. Sin el evento de la resurrección no habría Iglesia.
Eran ellas las que seguían a Jesús y le garantizaban la estructura material para su misión.
Ellas nunca traicionaron a Jesús, mientras que el principal de ellos, Pedro, lo traicionó con ocasión de la pasión. Después de su crucifixión, entristecidos, los apóstoles lo abandonaron y se fueron a sus casas, mientras ellas velaban al pie de la cruz, acompañando su agonía. Ellas fueron las que, dos días después de ser sepultado, cuidaron de concluir el ritual sagrado de la unción del cuerpo con aceites sagrados.
Por lo tanto, ellas merecerían y merecen una centralidad inigualable en la comunidad cristiana. Y hasta hoy, el patriarcalismo cultural internalizado en la mente de los que tienen la dirección de la Iglesia, pero también en el mundo, las mantienen subalternas. En la Amazonia profunda y en otros lugares distantes, son ellas quienes llevan la fe, hacen todo lo que un cura hace, sin poder celebrar sin embargo la eucaristía, por no ser mujeres ordenadas en el sacramento del Orden.
Sin embargo, hay mujeres, líderes comunitarias, conscientes de la madurez de su fe, que asumen la totalidad de los sacramentos. No celebran la misa (que es un concepto litúrgico y canónico), sino la Cena del Señor tal como está descrita en la Epístola de San Pablo a los Corintios. No lo hacen con un espíritu de ruptura con la institución, sino con un sentido de servicio a toda la comunidad, siempre en comunión teológica con toda la Iglesia. La comunidad, según el Concilio Vaticano II, tiene derecho a recibir la Sagrada Eucaristía que se le niega por el simple hecho de no haber un sacerdote ordenado y célibe.
Teológicamente es importante subrayar lo que en la práctica se olvida totalmente, que sólo hay un sacerdocio en la Iglesia, el de Cristo. Los que vienen bajo el nombre de “sacerdote” son sólo figuraciones y representantes del único sacerdocio de Cristo; es Él quien bautiza, es Cristo quien consagra, es Él quien confirma. El sacerdote actúa sólo “in persona Christi” “en el lugar de Cristo”. Es decir, hace visible lo invisible.
Su función no puede reducirse, como sostiene la argumentación oficial, al poder de consagrar, (algo que sólo ha predominado desde el segundo milenio), expresión del poder del clero que se ha apoderado de todas estas funciones. Tal concentración de poder sagrado ha constituido el clericalismo tantas veces criticado duramente por el Papa Francisco. Sin embargo, en el caso del acceso de las mujeres al sacerdocio también él ha caído en un cierto clericalismo, o mejor dicho, se ha visto obligado a mantener la praxis tradicional para no crear un verdadero cisma en la Iglesia por parte de los grupos apegados a la tradición y, sobre todo, a los privilegios agregados al clericalismo.
La función del sacerdote ministerial no es acumular todos los servicios, sino coordinarlos para que todos sirvan a la comunidad. Como preside la comunidad, preside también la Eucaristía. Pero si la comunidad, sin culpa, se ve privada de ella, puede organizar por sí misma la celebración de la Cena del Señor. Todos estos servicios (que San Pablo llama “carismas” y que son muchos) pueden muy bien ser ejercidos por mujeres, como se demuestra en las Iglesias no católico-romanas y en las comunidades eclesiales de base.
De ahí que sea comprensible que las mujeres, conscientes de su madurez en la fe, en ausencia de un ministro ordenado, asuman ellas mismas tal ministerio, haciéndolo con su estilo particular de mujeres. No tienen que pedir permiso a la autoridad eclesiástica, porque ésta canónicamente dirá “no”. Pero lo hacen en perfecta comunión teológica con la totalidad de la Iglesia. Y por eso es plausible, justo y teológicamente fundado que presidan la Cena del Señor.
Lógicamente, el sacerdocio femenino no puede ser una reproducción del sacerdocio masculino. Sería una aberración si así fuera. Debe ser un sacerdocio singular, según el modo de ser de la mujer, con todo lo que denota su feminidad a nivel ontológico, psicológico, sociológico y biológico. No será una sustituta del sacerdote, sino una verdadera representante sacramental del Cristo invisible que se hace visible a través de ellas.
Sería natural y lógico que el Papa reconociera oficialmente lo que ellas ya hacen en la práctica y así la Iglesia sería verdaderamente de hermanos y hermanas, sin exclusiones ni jerarquizaciones ontológicas injustificadas.
Sin temor a equivocarnos podemos decir: esta división entre ordenados y no ordenados (laicos y sacerdotes) no se encuentra en la tradición del Jesús histórico, que quería una comunidad de iguales y todo poder como mero servicio a la comunidad y no como promotor de privilegios, títulos y ventajas sociales e incluso económicas.
Tiempos vendrán en que la Iglesia católica romana acompasará su paso con el movimiento feminista mundial y con el propio mundo, rumbo a una integración del “animus” y del “anima”(de lo masculino y de lo femenino) para el enriquecimiento de lo humano y de la propia comunidad cristiana. Los tiempos están ya maduros para este salto cualitativo. Solo falta el valor de dar este paso necesario e inevitable.
*Hans Urs von Balthazar en el tiempo en que yo estaba sometido a “silencio obsequioso” públicamente en Roma, me denunció como alguien que negaba la divinidad de Cristo, cosa que jamás hice. Un teólogo- periodista le respondió en la primera página de un periódico de Roma con estas palabras: ”Cobarde, acusas calumniosamente a alguien que no puede defenderse por estar sometido a silencio obsequioso”. Su obra principal es La gloria del Señor (en siete volúmenes sobre la fe como estética y contemplación). Fue nombrado cardenal por el Papa Juan Pablo II, pero murió antes de recibir el nombramiento, cuando se dirigía a Roma.
Leonardo Boff, ha escrito Eclesiogénesis: la Iglesia que nace del pueblo por el Espíritu de Dios, Vozes 1984/2021.
Traducción de María José Gavito Milano
Copio y pego parte de un escrito de JJ Tamayo en infolibre sobre lo poco que le importa a la estructura de la Iglesia desde el poder jerárquico-clerical-masculino-patriarcal-misógino, etc.
“En la Plaza de San Pedro las personas asistentes al funeral eran mayoritariamente mujeres, como lo son por lo general en las celebraciones religiosas de la Iglesia católica: misas, rezo del rosario, procesiones, etc. Sin embargo, hubo una ausencia total de mujeres en el altar, ni siquiera monaguillas, ministerio que ya les está reconocido. Todo el protagonismo y visibilidad fue para los obispos, los cardenales, 4.000 sacerdotes concelebrantes y el Papa Francisco, este con una presencia discreta.
Es la mejor expresión del patriarcado eclesial —más bien, eclesiástico—, que legitima el patriarcado político, laboral, educativo, social, etc.; del clericalismo que se apropia de la eclesialidad que corresponde a todos los cristianos y cristianas y de la invisibilidad a la que son sometidas las mujeres en la Iglesia católica. Ellas siguen siendo mayoría silenciada e invisible, a pesar del protagonismo que tuvieron en el movimiento de Jesús y en el cristianismo primitivo.”
Ni praxis de Jesús, ni que las mujeres fuesen las primeras apóstolas, ni la tradición de las primeras comunidades, ni la actualización de a los “signos de los tiempos”, tiempos en los que cuenta e ser persona, no el que sea hombre o mujer. Y, especialmente, la Declaración de los DDHH, elementales en la lógica racional. Que alguien defiende que la lógica sólo es su pensar, allá cada cual. Hay gente pa to
ww.infolibre.es/opinion/ideas-propias/funeral-benedicto-xvi-sobrio-solemne-patriarcal_129_140
Quise decir “lo poco que le importa la mujer….”
Residuo, curioso termino utilizado aquí…residuo en todo caso no solo del patriarcado, y de la misoginia eclesial, sino residuo también de la institución papal…residuo que se antoja perpetuo y digo residuo de la institución papal por que es la figura que se erige en toda decisión como ultima palabra, cual emperador al estilo de los antiguos emperadores, que son los que administraban todos los poderes de su estado o sus territorios que a veces no son físicos, en este caso un pequeño estado Vaticano pero estado a la postre y que no rinde cuentas de sus decisiones ante ningún poder terrenal. ¡Administra los bienes terrenales y los bienes espirituales del pueblo creyente!…¿Se puede servir a la vez a Dios y al dinero? Esa era la pregunta que lanzaba San Francisco de Asís al terrible papa Inocencio III en la famosa audiencia delante de toda la Curia Romana de la época, oliendo a estiércol como dice Jesús Álvarez el Brujo en sus representaciones del Poverello. Estiércol que no deja de ser un residuo orgánico que da vida a las huertas y a un universo de intestinos como diría el poeta Jesús Lizano en su famoso poema “Mierda”. Seguramente al papa actual que se puso por nombre el del pobre Francisco también es interpelado en estos momentos por las mujeres católicas. Recuerde que el residuo para el ecologismo es materia prima, que tiene un gran valor si no se tira y se desprecia sin control. Decía un dicho que no se le puede pedir peras al olmo, como tampoco se le puede pedir nada nuevo a una institución que desde su origen dejo claro cuales fueron sus intenciones para con las mujeres…y que siempre ha cambiado todo para que todo siguiera igual.
No podemos juzgar la historia con nuestra mentalidad del siglo XXI ya que no podríamos ni siquiera hacer un comentario lógico. Pero los principios son los que no cambian y los principios universales del Decálogo como norma moral aplican tanto al hombre como a la mujer, tanto al rico como al pobre, al que tiene la piel blanca y al que la tiene morena.
El lenguaje usado en diferentes siglos por distintos autores expresa sólo una modalidad de la época y la opinión del autor de acuerdo con “standards” incomprensibles ahora en este siglo…..de la misma manera que será incomprensible nuestro comportamiento y coloquio del siglo 21 para los del siglo 100 si es que el mundo llega hasta allí
El mensaje sacramental de salvación del Cristo evangélico es UNIVERSAL y abarca a TODA la humanidad sin excluir a nadie. Que muchos usaran la discriminación no sólo por razón del género, sino por color de la piel, estado social etc NO proviene del cristianismo en SI, ni del carisma de Cristo, sino que es un “constructo” meramente humano.
Pero la tabla de salvación que es la Iglesia de Cristo es y ha sido inclusiva para todos los que “creen” en Jesús, el Mesías, Hijo de Dios, co-sustancial al Padre y que se encuentra vivo en la Iglesia.
Y es que Jesús trastornó las costumbres judías particularmente al “hablar con mujeres en público” en el extenso diálogo con la samaritana, defendiendo abiertamente a la mujer adúltera, aceptando la ayuda de las “mujeres” para su sustento como Susana, y otras que le socorrían con sus bienes, el haber incorporado a la conversa María Magdalena en su discípula predilecta…Sin duda, Jesús podía haber llamado al ministerio sacramental a sus discípulas y sin embargo no lo hizo. Ya Clemente I antes de terminar el siglo primero nos habla del obispo, sacerdote y del diácono y su ministerio..No podemos negar la historia.
En la segunda parte del capítulo sobre la familia en Efesios, San Pablo habla:
”Los varones amad a vuestras esposas como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por Ella para santificarla, purificándola con el baño de agua por la palabra…Así deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. Quien ama a su esposa a sí mismo se ama” (Efesios 5:25-33)
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Nota : Francisco puede cambiar lo cambiable pero no lo que no puede hacer. No posee ese poder y el lo sabe.
Mi siempre apreciado Santiago, si nos has leído a J.A y a mí, hemos insistido siempre en la sustancia del mensaje así como en el ejemplo de Jesús que fue un revolucionario en el tema de la mujer en aquel contexto cien por cien patriarcal y machista, contexto en el que se escribió el NT.
Discrepo de ti cuando hablas de la historia al mencionar a San Clemente; según mi opinión, creo que historia no es equiparable a tradición; la historia evoluciona, es dinámica, mientras que la tradición es estática y, si se sacraliza, se convierte en inamovible y hasta en dogma.
A partir de aquí, tendríamos que optar por la tradición o por Evangelio, la vida y el testimonio de Jesús, que debió ser tan impactante que todos los evangelistas hablan de su relación con las mujeres de una manera, como he dicho, tan revolucionaria.
El tema de los ministerios “según los evangelios” se han interpretado teológicamente como una institución creada por Jesús, que fue un laico, que no quiso saber nada de los sacerdotes. Lo de los doce, es de exégesis elemental, ya que el número doce es simbólico, en relación a las doce tri bus de Israel, al igual que el 7 “setenta veces siete” y tantos otros recursos literarios utilizados en los textos sagrados.
Creo que la teología, como acción humana, se ha basado en la tradición y en la literalidad cuando le ha convenido a sus intereses según la mentalidad de cada época.
Si Jesús viviese ahora, sería el primer feminista del mundo, por lógica, por razón y por justicia. Lo contrario, no sería Jesús, no me lo imagino marginando a la mujer, solamente por el hecho de ser mujer en alguna función humana, como ser humano que es. Eso no lo hacemos los seres humano vulgares y corrientes, no me imagino a Jesús en este contexto actual, ir en contra del respeto a la igualdad.
Un cordial abrazo, y Feliz Año Nuevo
Gracias por tu comentario, Ana…y me parece muy valiosa tu opinión y muy cierta en varios puntos…en los que coincido, y respeto también
Creo que el Jesús de entonces será igual que el actual y exaltaría el papel de la mujer como lo hizo entregándonos a Su Madre para ser la nuestra. El -al no darle a su propia Madre el “ministerio sacramental” – nos quiso decir que más que un privilegio es un ministerio “de servicio” y que no implica un camino ordinario del amor, sino que sólo es una respuesta a un llamamiento de la Iglesia, no una decisión y un derecho propio puesto que el camino ordinario de cada ser humano no es buscar ser ministros sino amar al prójimo imitando a Cristo que nos “amó hasta el extremo” y así entrar en el Reino.
Por eso, no importa si el número apostólico sea doce o trece o simbólico, el hecho es que es histórico y no fábula que Jesús llamó al “ministerio” de la Palabra y después al de los sacramentos a ”los que desde el principio fueron testigos oculares y después ministros de la palabra” -como dice Lucas en el prólogo de su Evangelio dirigiéndose a su amigo Teófilo – “para que reconozcas la solidez de las enseñanzas que recibiste” (Lc1:1)
Jesus fue sacerdote de la Ley Eterna por derecho propio porque sacerdote es el que ofrece sacrificios a Dios en favor del pueblo. Jesús aceptó ofrecerse El mismo: El es el oferente y la ofrenda al mismo tiempo porque Su Cuerpo fue entregado y Su sangre derramada en remisión de los pecados “Esto es Mi cuerpo que será entregado y Esta es mi sangre, derramada” Es por eso que Jesus es sacerdote por derecho y definición.
Yo también te deseo un feliz tiempo navideño y un Feliz Año Nuevo 2023
Saludos cordiales
Santiago Hernández
Gracias, Santiago, como siempre, tan respetuoso. Aunque estoy en desacuerdo con muchas afirmaciones que expones, pero, como sé que eres un hombre de convicciones, mi respeto a ti, si bien, por no alargar este diálogo sin fin, lo dejo aquí, aunque seguiré exponiendo mi criterio de que no pedimos ministerios, pedimos derechos de igualdad como seres humanos. Seguiré defendiendo este principio con libertad. Si alguien se lo toma como incordio, será problema suyo, no de los derechos humanos.
No querría pasarme de listo, ni hacerme pesado por continuar en este diálogo pero siempre me ha intrigado lo de “los derechos”…porque no todos tenemos derecho a todo.
Tengo derecho a lo que me corresponda por razón de mi trabajo o de mi función o de mi título o circunstancia y en cuanto se me otorgue. Pero la vocación ministerial NO es un derecho en sí, sino una “llamada” como que Cristo específicó: “no sois vosotros los que me escogisteis a Mi, sino Yo el que os escogió”…Por eso el ministerio sacramental no es un derecho ya que la llamada no depende de nosotros sino de Quien nos llama…Es la Iglesia la que llama porque Ella fue delegada por Cristo para el cauce de la gracia sacramental ordinaria hacia nosotros al ordenarle Cristo a Sus Apóstoles predicar La Palabra, celebrar la Eucaristía, perdonar los pecados etc “instruyendolos” para “el ministerio y concediéndoles el poder necesario en el tiempo que precedió a Su Ascención.
Es por eso que tampoco tenemos todos los derechos del mundo para acceder a todas las profesiones, a pesar de ser co-iguales ante Dios. No todos somos llamados y no todos tenemos las mismas circunstancias.
Pero no creas que no entiendo la dificultad. Y hay razones para pensar de otra manera. Pero ésta es mi opinión entre otras, siguiendo la norma de respeto que afortunadamente seguimos aquí
Un saludo cordial
J. Antonio V., lo explicas muy bien, lo que le ocurre a la mujer en la Iglesia, no tiene nada que ver con la esencia del mensaje. Pero eso no lo piensan así, sobre todo la Curia y, parece, que el Papa también, aunque, como tu dices, debe tener muchas presiones y miedo a un cisma. Eso de que toda la interpretación y hasta la manipulación de las escrituras sea palabra de Dios es lo que produce la paralización en el pasado.
Desgraciadamente, a pesar de los avances en derechos civiles, la religión católica, está a años luz en esta cuestión, y lo siento por Francisco.
Repasando el artículo del enlace que pone Celso del 2010, y, por si alguien tiene humor, ganas, tiempo o curiosidad, encontré en uno de mis comentarios lo siguiente, entre otras cosas, es un poco largo, pero muy ilustrativo para ver que, en la Iglesia seguimos en el mismo punto de partida desde siglos y etapas históricas diversas. Bueno, ya no dice tantas barbaridades, pero…., con buenas palabras, la discriminación base sigue ahí.
ana rodrigo
24 julio 2010, 17:52 pm ·
“ el ex-Santo Oficio, en 1995, aclaró que la imposibilidad del sacerdocio femenino ha sido “propuesto infaliblemente por el magisterio ordinario y universal y exige asentimiento incondicional” .
Los textos que recopilo a continuación no se pueden aislar de sus contextos respectivos, como dice J. Antonio Vinagre, son de otras épocas, de otros siglos, de otras sociedades. Cierto: eso es un problema histórico, lo que quiere decir que el concepto de mujer ha sido siempre contra ella. Pero el problema es que, en nuestro tiempo, toda marginación de la mujer, supone estos presupuestos históricos, la base sigue siendo la misma, contra las mujeres.
Por si alguien quiere entretenerse en leer algo de lo que el AT (eso, que cuando se lee en los templos, todavía se dice “palabra de Dios” ¿?), dice entre otras muchas citas que podría poner; en san Pablo (idem), y otros “personalidades”, dicen sobre las mujeres (ahí va un suculento empacho de estupidez humana.)
Recopilemos perlas de santos ¡! y de Escrituras “Sagradas”: (perdón por no poner la cita en algunos textos. Lo tengo por ahí, aunque no a mano)
– San Agustín (“la mujer es un ser inferior y no está hecha a imagen y semejanza de Dios”),
– San Jerónimo (“todo lo que toca una mujer con período lo convierte en impuro”). (Se sigue celebrando la fiesta de la Purificación el 2 de Febrero)
– Santo Tomás, el padre de nuestra Teología: “la mujer es defectuosa y mal nacida y proviene de una falta de poder activo”.
-San Josemari. “Ellas no hace falta que sean sabias, basta que sean discretas” (Camino 946).
“Eres curioso, preguntón, oliscón y ventanero. ¿no te da vergüenza ser tan poco masculino? Sé varón”.
Antiguo Testamento
Génesis 19, 4,y ss
“Los hombres de Sodoma querían violar a dos ángeles y Lot dijo…….He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré afuera, y haced de ellas como bien os pareciere: solamente a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.”
—Números 31, 14-18
Moisés se encolerizó contra los jefes de las tropas, jefes de millar y jefes de cien, que volvían de la expedición guerrera.
Les dijo Moisés: “¿Pero habéis dejado con vida a todas las mujeres?
Precisamente ellas fueron las que indujeron a prevaricar contra Yahveh a los israelitas, siguiendo el consejo de Balaam, cuando lo de Peor; por eso azotó la plaga a la comunidad de Yahveh.
Matad, pues, a todos los niños varones. Y a toda mujer que haya conocido varón, que haya dormido con varón, matadla también.
Pero dejad con vida para vosotros a todas las muchachas que no hayan dormido con varón. Y enojado Moisés contra los jefes del ejército y los jefes de mil de cien que venían de la guerra. Dijo “¿Cómo habéis dejado con vida a las mujeres?” Matad, pues, todos los varones que hubiere, aun a los niños. Y degollad a las mujeres que hayan conocido varón, Reservaos solamente a las niñas y a todas las doncellas.
Deuteronomio 25, 11-12
Si un hombre está peleándose con su hermano, y la mujer de uno de ellos se acerca y, para librar a su marido de los golpes del otro, alarga la mano y agarra a éste por sus partes,
Tú le cortarás a ella la mano sin piedad.
Jueces 19, 25-29
Pero aquellos hombres no quisieron escucharle. Entonces el hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera. Ellos la conocieron, la maltrataron toda la noche hasta la mañana y la dejaron al amanecer (¿nos suena esto de la violación en grupo?, uffff).
Llegó la mujer de madrugada y cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su marido; allí quedó hasta que fue de día.( la mujer murió) (46 mujeres asesinadas por violencia de género en lo que llevamos dela año 2022. (Parece que no han cambiado tanto las cosas…., hasta en la sociedad civil)
Por la mañana se levantó su marido, abrió las puertas de la casa y salió para continuar su camino; y vio que la mujer, su concubina, estaba tendida a la entrada de la casa, con las manos en el umbral,
Y le dijo: “Levántate, vámonos.” Pero no le respondió. Entonces el hombre la cargó sobre su asno y se puso camino de su pueblo.
Llegado a su casa, cogió un cuchillo y tomando a su concubina la partió miembro por miembro en doce trozos y los envió por todo el territorio de Israel.
Dios mío, qué horror…
Pablo de Tarso
Efesios, 5, 22-24
“Las mujeres sométanse a sus maridos, como al Señor,
Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo.
Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo”
1 Timoteo 2:11-14
La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión.
No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio.
Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar.
Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión.
Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad.
“Tengan sus hijos y hagan como puedan; si mueren, benditas sean, porque seguramente mueren en medio de una noble labor y de acuerdo a la voluntad de Dios… Así ven ustedes cómo son débiles y poco saludables las mujeres estériles; aquéllas bendecidas con muchos niños son más saludables, limpias y alegres. Pero si eventualmente se agotan y mueren, no importa. Que mueran dando a luz, que para eso están.”
Otros:
—Martín Lutero
“El organismo de las mujeres está dispuesto al servicio de una matriz; el organismo del hombre se dispone para el servicio de un cerebro. (!!)
—Federico Arvesu, médico y jesuita, “La virilidad y sus fundamentos sexuales”, 1962
De San Agustín son estas “perlas”
“Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones.”
“Es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer… No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños.”
“De modo que no se crea que hubo allí los que carecen de sexo, porque estaba ordenado que fuesen macho y hembra; pues hay algunos animales que nacen de cualquiera cosa, sin haber unión de macho y hembra, y después se vienen a juntar y engendrar, como son las moscas, y otros en quienes no hay macho y hembra, como son las abejas.”
Nota, perdón por abuso de extenderme tanto.
Abrazos sororiales
Gracias a ti, Ana, por tus reflexiones y las citas bíblicas que aportas. Esas citas -que se podrían ampliar- son suficientes para revisar -como ya se ha hecho- el concepto de revelación… y esa costumbre “consagrada” de decir, incluso después de una lectura de pasajes como los que citas: “palabra de Dios”. Los que eligieron algunos textos como lectura en las celebraciones litúrgicas tenían -eso parece- una mentalidad más viejo- testamentaria que evangélica. Lo peor es que ésos dicen que ven… Jesús hizo referencia a los que dicen ver… sin ver, y su responsabilidad…. Sin ver que su posición deforma el nombre de Dios Padre Abbá. Y que lo importante es la unidad en el amor, no tanto en las ideas o interpretaciones teóricas. (Lo reitero una vez más: Recuerden el “Venid, benditos”, parábola que tradicional y sesgadamente tanto se ha explotado para inspirar miedo, y que tan malos entendidos ha generado. Ver, como ej., la capilla sistina de Miguel Angel…) Esto es preciso denunciarlo reiteradamente, aunque también con un espíritu paciente, porque en el campo del Reino es inevitable convivir con lo que no es trigo limpio. (Ay de mí que digo esto!) Las citas de sabios, como Agustín etc. reflejan la manera de pensar en su tiempo, influidos por sabios previos, como Aristóteles…, que también infravaloraba a la mujer…, con argumentos que hoy vemos ridículos. Hay mucho que discernir en la historia, también de la Iglesia…, y mucho que corregir…, que es un modo de purificar la fe y la Comunidad humana fundada por Jesús. Corregir, con la conciencia de que, con el tiempo, otros nos corregirán… Nuestras “verdades” humanas y nuestras interpretaciones bíblicas, también humanas, vamos madurándolas con el tiempo. En nuestras interpretaciones humanas -históricas, científicas y religiosas- hay demasiada paja… El problema surge cuando nos encontramos con hermanos (acaso bien-intencionados, no siempre falsos) dicen que ven y se niegan a revisar…
Permítase una breve nota, que también tiene que ver con el tema, aunque me alargue: Ayer se “celebró” el día de S. Juan Evangelista, uno de los “predilectos” del Señor. Y se celebra, sin pena ni gloria, entre S. Esteban y los Inocentes, de modo que pasa desapercibido… ¿Por qué? ¿Por qué se celebra a Pedro y Pablo juntos, a Santiago -no solo en España-, a Juan Bautista con un día especial (contrapunto de la Navidad) y Juan Cebedeo pasa marginado? Juan Cebedeo que fue quien mejor entendió la esencia del mensaje de Jesús? ¿Por qué se ha destacado tanto al Bautista, cuando Jesús -pese a alabarlo- dijo que la Ley y los profetas hasta Juan, y que el más pequeño en el Reino es mayor que él? ¿Por qué Juan envió a discípulos a preguntar a Jesús si era él el que había de venir? Juan tenía dudas porque la doctrina de Jesús disonaba con su concepto del Dios viejotestamentario, que cortaba por lo sano, y con la vida penitente, que Jesús no seguía ni recomendaba… Sin embargo, este Juan B. influyó mucho en la espiritualidad medieval, no solo Agustín etc. La deformación del concepto del Dios de Jesús tuvo muchos padres… Quizá la fiesta de Juan B. estaría más completa si ese día también se celebrara la de Juan Cebedeo, el que mejor entendió la esencia del Mensaje del Reino. (Disculpas por alargarme tanto…)
Gracias, J. Antonio. Sobre lo que dices, me sugieres lo siguiente:
_ Pienso que es erróneo y se presta a más graves errores todavía, el terminar las lecturas en la Eucaristía diciendo “palabra de Dios”. Nosot@s en Comunidades de base, decimos: “palabra humana sobre Dios”. Y, por supuesto, este tipo de lecturas las evitamos.
-En la actualidad, no estamos lejos de estas ideas de San Pablo, si bien ahora se camuflan bajo explicaciones bonitas, aparentemente inocentes. Hace un par de días leí en RD, -que cada día selecciona mejor los artículos-, digo que leí uno de ellos, perdón porque no recuerdo el nombre del autor, que comentaba Efe. 5, 22 y 25 donde dice, ” mujeres respetad a vuestros maridos…, maridos amad a vuestras mujeres”. La explicación que daba era que amar es superior que respetar o someter (como siempre se ha traducido) o ser dóciles, como traduce Juan Mateos; pues claro que es superior, por eso a los hombres les dice “amad” y a las mujeres, lo otro, ¿por qué?; al igual que Francisco con el sentido petrino y el sentido mariano, que como éste es superior al petrino, no debemos quejarnos. En fin, que hay que afinar bien en cuestiones tan sensibles, pues las mujeres somos iguales, no hay que adjudicar comportamientos por ser superiores, seres humanos, etc.
– Anécdota: Cuando se casó mi hija la mayor hace unos 30 años, el sacerdote eligió una de estas lecturas de Pablo, la de Efesios, 5, me pidió que yo leyera la primera lectura sin yo saber cuál era, cuando empecé a leer, mi horror fue tener que hacerlo porque lo contrario, con la Iglesia llena de gente hubiese sido exageradamente, digamos, extraño, la gente no entendería que yo abandonase el atril. Qué mal lo pasé. El que hoy es mi yerno le pareció estupendo lo que decía la lectura, pero mi hija se encargó bien de que cambiara de idea y de otras ideas machistas y hoy parece otra persona.
Un cordial abrazo
He encontrado el autor del artículo de RD, citado por mí, y quiero ser justa con él, pues reconozco que no tuve paciencia para leerlo hasta el final..
El autor del artículo de RD, es Martín Gelabert
“ El amor es mucho más difícil y exigente que la sumisión. El que se somete puede aborrecer a quién le somete; y siempre puede fingir y disimular. El amor no admite disimulos, supone decisión personal por parte del que ama, entrega al otro, deseo de bien hacia el amado, búsqueda de lo mejor para él aún a costa de la propia incomodidad. La sumisión crea siempre superioridades e inferioridades; el amor anula todas las diferencias, iguala al amante con el amado.
Entendida en el contexto de hoy, la palabra sumisión es totalmente incompatible con el amor. Por eso la frase de san Pablo debe entenderse en el contexto de una cultura machista y misógina, en la que se consideraba que las mujeres eran propiedad del marido
enseguida pone una apostilla que anula totalmente la perversidad del lenguaje: sumisas, quizás, pero “en el Señor”
La Biblia es histórica y utiliza, en ocasiones, imágenes propias de una época que hoy ya no resultan adecuadas ni significativas. Por eso, más allá del lenguaje, debemos quedarnos con el fondo del mensaje y no con sus expresiones mejorables: “
Conclusión: Creo que lecturas tan complejas, deberían evitarse, pues algunos la sabrán explicar y otros pueden decir barbaridades
Comienzo reconociendo que me identifico con la posición personal y la argumentación de L. Boff. A mi juicio -que comparto con otros-as-, para entender bien el “sacerdocio masculino” excluyente, es preciso situarnos dentro del contexto histórico. Muchas creencias, estamentos, valores y afirmaciones -religiosas y sociales- solo pueden entenderse desde la historia y sus modelos-valores. La historia y su cultura crean modelos de pensamiento y de vida… Esto cabe -y debe- aplicarse también tanto a los modelos religiosos como a la misma Escritura. La revelación es ella y/en sus circunstancias… Por eso hay que saber discriminar bien, y centrarse en la esencia del Mensaje bíblico. Éste, de alguna manera, trasciende la historia. Por eso es siempre actual, no pasa. Y lo que pasa y se queda obsoleto no pertenece e esa esencia. De ahí que deba revisarse y actualizarse… Tal es el caso del “sacerdocio” androcéntrico, excluyente… Si persistimos en él, es que nos hemos “fijado”, anclado, en la historia, una historia “irrevisable”. O que vivimos al margen de la historia. Lo que significa que hemos creado sobre-valoraciones, y que confundimos realidad, mensaje evangélico y creaciones humanas (algunas hechas de buena fe)… (Estoy resumiendo mucho)
¿Sacerdocio cristiano…? En la Iglesia solo hay un sacerdocio, el de Jesús, único mediador. Como mucho, todos los creyentes -mujeres y hombres- participamos de un sacerdocio colectivo. A mi juicio, este sacerdocio colectivo es el que faculta para celebrar y presidir la Eucaristía. (Las ideas machistas de cada tiempo y el afán de poder androcéntrico -afán de poder que tiende a concentrar, a absolutizar y hasta a sacralizar ese poder- son los que crean muros y separaciones que discriminan. Afanes que todavía hoy seguimos repitiendo. El llamado “sacerdocio” cristiano no es más que un SERVICIO…, que el hombre en la historia trasformó en poder y en intermediario privilegiado…, descuidando el servicio. (No entro en la interpretación sacrificial de la muerte de Jesús, que deforma gravemente la imagen de Dios Padre-Abbá.) El dualismo clero-laicos no es cristiano, por mucho que se haya sacralizado, como un sábado más. Todos-as somos iguales, con la misma capacidad de presidir y de servir en el Reino de Dios en la tierra. El clericalismo discrimina porque se ha convertido en poder exclusivo y excluyente, al margen del Evangelio.
Por último, ¿el papa Francisco habla así convencido o coartado? ¿Teme cismas si se apresura mucho? No lo sé, aunque se intuye… Pero esas distinciones no parecen acertadas. (Dice esto uno que trata de comprenderlo dentro de sus circunstancias históricas muy revueltas) El cambio en la Iglesia, para muchos “es a par de muerte…” A muchos les cuesta renacer, actualizarse, como decía el Jesús a Nicodemo… Lo peor es que esos muchos creen y dicen que la resistencia al cambio la hacen “en su nombre” -predicamos en tu nombre-, por fidelidad. En estas circunstancias el NUDO es muy difícil de deshacer… Lo que debe llevarnos a saber dar tiempo al tiempo, a denunciar desde dentro, a dar prioridad a la unidad en el amor, y a decir: “Ven, Señor, Jesús, no tardes…”, a fin de que en la Iglesia se celebre una verdadera NAVIDAD.
Completo absurdo no admitir a la mujer al sacerdocio… Claro tendría que argumentar teológicamente, pero yo argumento sociológicamente y por no callar…En la sociedad que vivimos esta exclusión no la entiende ni dios…
Dice Boff que, según la Iglesia: “María sería la esposa de la Iglesia, mientras que Pedro es su guía” aseveración perfectamente argumentada por parte del autor.
Acudiendo al sentido común, ¡¡no utilizando el nombre de Dios en vano!!, esta adjudicación, es lo más machista que se puede afirmar; adjudicación de roles sociales, masculinos y femeninos, desde las religiones, todas las religiones, que ha configurado la sociedad patriarcal: la mujer esposa y madre, dedicada a la vida privada y a los cuidados, sin influencia ni en la vida pública civil, ni en la Iglesia, léase, teología, moral, Derecho Canónico, etc., mientras que el hombre, en la vida pública, solamente cualificándolo por sus genitales y su ser macho, ha acaparado todo el poder de decisión. De dicha afirmación inicial, han nacido, crecido y consolidado, aunque algo se está moviendo, el androcentrismo, con una única mirada, la masculina, de la vida, del mundo y de la religión; el patriarcado, dominando y haciendo desaparecer la autonomía de las mujeres como seres humanos creados iguales ambos, a imagen y semejanza de Dios. De aquí al machismo ya no queda espacio alternativo, dodo va concadenado.
A mí ya no me sirven ninguna otra razón ni argumento para justificar la discriminación de la mujer por el hecho de que sea mujer.
Ya sé, que, para muchas personas, lo que digo y repito constantemente, son obviedades, pero para muchos otros, es muy cansino y les molesta esta persistencia, pero queda mucho por hacer, y en la Iglesia queda todo por hacer, aún no ha cambiado nada, salvo en reconocer la igualdad teóricamente, pero sin practicarla. No podemos bajar la guardia mientras las cosas no cambien de raíz.
Además, teniendo como base el ejemplo de Jesús con las mujeres, hasta me parece una herejía discriminar a las mujeres en la Iglesia Católica. Incluso, me atrevo a decir que los ministerios no son cosas de Jesús, que fue laico y siendo tan crítico con el templo y la religión judía. Su sacerdocio, no era un cargo administrativo, era su vida
¿Qué más da que sea machista o no? Lo importante es que es estúpida la frase. Pero de lo más estúpido que he escuchado en boca de un papa que me suele caer bien.
Centrar el papel de la mujer en cualquier institución a ser “esposa” de alguien o de algo es insultante, no solo y principalmente para la mujer sino también para ese alguien o algo.
Otra cosa es que no termino de entender la razón por la que ninguna mujer querría pertenecer a una institución tan caduca y desprestigiada como la clerical; pero dicen en mi pueblo que sarna con gusto no pica.
Y eso de que la Iglesia es la “esposa de Cristo” es uno de los eufemismos más burdos que nos aporta la “Sacrosanta e inmutable tradición” (Que no es sacra, ni santa ni inmutable ni tradición). me recuerda mucho a cuando un político sale diciendo: “es que no nos hemos sabido explicar bien”
Llaguno, dices, “Otra cosa es que no termino de entender la razón por la que ninguna mujer querría pertenecer a una institución tan caduca y desprestigiada como la clerical;” Te voy a dar mis razones: Yo, personalmente, y creo que muchísimas mujeres, no pedimos poder ser sacerdotes, sino lo que pedimos es el derecho que tenemos a su acceso; después, la que quiera que acceda o no, ya es otra cosa. Yo no quiero pertenecer al clero, tampoco quiero pertenecer al ejército, no sirvo para la casi totalidad de profesiones civiles o religiosas, pero defiendo el derecho, para las que quieran, acceder a cualquier profesión.
Vaya por delante que no puedo compartir la postura del papa a este respecto.
Y me parece bien lo del derecho, pero que no se por qué nadie querría formar parte de los clérigos o clérigos católic@s, sea hombre, mujer, fluid@, trans, o ingenier@ de caminos, canales y puentes.
Yo soy bastante pragmático y prefiero dedicar mis esfuerzos a pelear por algo que, después, me va a resultar de utilidad.
Pero allá cada quién.
Los derechos, son derechos, no ha discusión; el clero y el clericalismo, para mí es un problema, pero otras mujeres lo aceptarían tal cual está y,-porqué no- quizá lo cambien, aunque no estoy segura. Una cosa no quita la otra, especialmente en la Iglesia que debería ser la primera en defender la igualdad, después cada una que opte libremente a este sistema o no opte.
En 2010 fue colgado en este blog un post, “Opus contra sacerdocio femenino“. Recoge experiencias mías en la Curia Vaticana sobre este tema. Me permito rememorarlo a propósito del interesante artículo de Leonardo Boff.