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Cristianos de Perú recogen palabras de San Oscar Romero

Estimado Antonio – Atrio
Te comparto este texto que me parece importante para publicar por la importancia de la voz de los laicos desde sus movimientos y comunidades cristianas ante la crisis violenta y sociopolítica en Perú. Gracias. Carlos Alejos.

SICSAL PERU. Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los pueblos de América Latina «Óscar Romero»

En esta situación dura que nos ha tocado vivir política y socialmente en crisis dónde el desgobierno y la violencia imperan en nuestro país, los movimientos y comunidades cristianas laicas no sé han quedado en silencio y en fidelidad al evangelio y a la doctrina social de la iglesia y sobre todo a lo que decía monseñor Enrique Angelelli, mártir latinoamericano, de tener un oído al pueblo y el otro al evangelio y magisterio social ,presentaron los PRONUNCIAMIENTOS dónde se han manifestado Fratelli tutti frente a la dura realidad Peruana.

Los movimientos y comunidades qu han hecho público manifiestos son:

        • Signis Perú – Asociación Peruana de Comunicadores
        • MANTHOC-Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos
        • REDINJUV – Red Peruana Infanto Juvenil
        • Juventud Obrera Cristiana
        • INSPIR – plataforma de organizaciones y sindicatos de trabajadores jóvenes, mujeres y periodistas de la economía formal e informal
        • Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los pueblos de América Latina «Óscar Romero» – SICSAL PERU
    • Solo un texto de esos muchos MANIFIESTOS:

      El Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los pueblos de América Latina

      «Óscar Romero» – SICSAL PERU como organización que sigue el testimonio dejado por San Oscar Romero queremos pronunciarnos ante la situación de crisis política y social que nos ha tocado vivir en estos días de diciembre 2022.

      Nos preocupa y entristece la violencia ocurrida en Andahuaylas donde hubo el resultado de la muerte de Christian Alex Rojas Vásquez (19 años), Beckham Romario Quispe Garfias (18 años), D.A.Q. (15 años) y 4 personas más.

      Nos unimos a los gritos de muchas organizaciones sociales y eclesiales diciendo: NI UN MUERTO MÁS.

      Desde aquí recordemos lo que en la encíclica del papa Francisco, Fratelli Tuti se lee en el numeral 285: “En el nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar, afirmando de que quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera”.

      Queremos esta vez dejarnos guiar por la palabra dejada por San Oscar Romero que creemos de alguna manera ilumina la realidad que nos ha tocado vivir en nuestro país.

      Monseñor Romero ¿que nos diría ante las estructuras de injusticia social que se mantiene en nuestro país?

    • Tenemos que condenar esta estructura de pecado en que vivimos, esta podredumbre que presiona, lastimosamente, a muchos hombres a tomar opciones radicales y violentas. Los culpables son, precisamente, los que mantienen estas estructuras de injusticia social, que hacen perder la esperanza de que se puedan arreglar de otro modo, más que por la violencia. Ellos tienen que considerar que si queremos evitar estos caminos hacia la clandestinidad, hacia la violencia, hacia tantos desórdenes, tienen que empezar por quitar el gran desorden de su egoísmo y de su injusticia social (Homilía 13 de enero de 1980, VIII p. 156).
    • Monseñor Romero y ante la violencia que vivimos en estos días ¿que nos diría?
    • Existen, pues dos violencias. La que está oprimiendo de arriba, políticamente, económicamente, y la que reacciona contra esa violencia. «Los dos aspectos -continua el Vaticano diciendo- pueden ser difíciles de separar, y la injusticia puede ser recíproca». En las dos puede haber injusticia. Evidentemente, -son palabras del Vaticano- hay injusticia en la primera violencia». O sea, que aquí el documento de la Santa Sede llama injusta a esa situación de opresión, de represión, de querer tener más, de querer ser poderosos aún reprimiendo a los débiles. «Evidentemente en el primer caso vale, pero también con frecuencia en el segundo». Nunca voy a defender yo, ni nadie católico puede defender, la injusta violencia, aunque proceda del más oprimido. Siempre sera una injusticia si traspasa los límites de la ley de Dios (Homilía 13 de noviembre de 1977, I-II p. 316).

¿Cuál debe ser nuestra actitud ante la violencia monseñor?

    • A mí me da miedo, hermanos, cuando leyes represivas o actitudes violentas están quitando el escape legítimo de un pueblo que necesita manifestarse. ¿Qué sucede con la caldera que está hirviendo y no tiene válvulas de escape? Puede estallar. Todavía es tiempo de dar a la voz de nuestra gente la manifestación que ellos desean. Con tal de que haya, al mismo tiempo, la justicia que regula. Porque naturalmente, hermanos, cuando defendemos estas justas aspiraciones no estamos parcializándonos con reclamos terroristas. La Iglesia no está de acuerdo con la violencia de ninguna forma, ni la que brota como fruto de la represión ni la que reprime en formas tan bárbaras. Simplemente llama a entenderse, a dialogar, a la justicia, al amor (Homilía 19 de marzo de 1978, IV p. 79).

¿Y ante las víctimas de esta violencia que se le puede decir monseñor?

    • Queremos ser la voz de los que no tienen voz para gritar contra tanto atropello contra los derechos humanos. Que se haga justicia, que no se queden tantos crímenes manchando a la patria, al ejército. Que se reconozca quiénes son los criminales y que se dé justa indemnización a las familias que quedan desamparadas (Homilía 28 de agosto de 1977, I-II p. 192).

¿Qué papel deben jugar los medios de comunicación ante esta realidad de crisis?

    • Es lástima, hermanos, que en estas cosas tan graves de nuestro pueblo se quiera engañar al pueblo. Es lástima tener unos medios de comunicación tan vendidos a las condiciones. Es lástima no poder confiar en la noticia del periódico o de la televisión o de la radio porque todo está comprado, está amañado y no se dice la verdad (Homilía 2 de abril de 1978, IV pp 129-130).

Queremos hacer nuestro los muchos pronunciamientos de organizaciones sociales y eclesiales de nuestro país para que esta situación mejore y se respete la vida de las personas y la democracia integral.

Y para que se detenga todo tipo de violencia que engendra más violencia hacemos nuestra las últimas palabras de monseñor Romero en su última homilía dominical antes de ser martirizado:

Yo quisiera hacer un llamamiento muy especial a los hombres del ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: no matar. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: ¡cese la represión! (Homilía 23 de marzo de 1980, VIII p. 382).

 

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